7. Cita con la sinceridad
Stockbridge, Massachusetts. Momento actual.
Cuando la vio aparecer por la puerta de la cafetería acordada, enseguida se quitó los auriculares que estaban ensordeciendo sus oídos con una canción lejana canción de "los Rollings". Lisa miró a derecha e izquierda, buscándole mientras se desenroscaba del cuello una enorme bufanda de lana blanca, a juego con el gorro que cubría su cabeza del intenso frío invernal que azotaba esa zona cercana a Boston. Defteros le hizo una señal alzando el brazo, y la joven enfermera le ofreció una sincera sonrisa que subrayó sus pasos hacia la mesa que ocupaba el que para ella siempre sería el marido de Sasha.
- Hola...Defteros.- Lisa dudó un poco antes de usar el nombre de pila de su acompañante en esa inusual cita, pero recordó la gran cantidad de veces que él mismo le había pedido que le nombrara así y le hizo caso, aunque siguiera resultándole extraño.- No te imaginas cómo odio el invierno... - Añadió una vez hubo colgado su bolso del respaldo de la silla y dejado la inacable bufanda y el gorro sobre el asiento que iba a quedar libre al costado. Con su llegada a la mesa, Defteros también recibió el aroma del frío que entró adherido a ella, cuyas mejillas lucían completamente arreboladas por las caricias del gélido viento.
- Lisa, te agradezco mucho que hayas aceptado compartir conmigo esta comida, más siendo hoy tu día libre. Sé que no es una situación, digamos..."normal".
- Descuida.- La enfermera sonrió con esa naturalidad tan gentil y jovial que la convertía en la enfermera más querida del centro donde residía Sasha. Se quitó los gruesos guantes con un par de tirones y los depositó sobre la montaña de lana blanca que iba creciendo en la silla contigua a la elegida para sentarse. El voluminoso abrigo fue lo último en abandonar su cuerpo, y éste obtuvo el privilegio de ser bien colocado sobre el respaldo.- La verdad...la verdad es que tenía ganas de compartir una buena charla contigo. Desde que has regresado de Grecia que apenas me has contado nada del viaje.- Defteros parecía no saber muy bien cómo lidiar con la naturalidad de la muchacha, siendo él el que aparentemente se sentía más violentado, sobretodo por las miradas que algunos cilentes cercanos les despachaban, acompañadas de nocivos cuchicheos. Lisa se dio cuenta que esa especie de cita que había surgido de forma franca se estaba convirtiendo en un mal trago estúpido, y no dudó en hacer uso de su espontaneidad para crearse la burbuja de comodidad y confianza que ambos necesitaban.- Además, me halagó mucho tu invitación. No todos los días se tiene la oportunidad de compartir una comida con un hombre tan interesante...- Lisa achicó los ojos y le lanzó una mirada pícara que azuzó aún más los murmullos chismosos de su alrededor, o más concretamente, de dos ancianas que estaban tomando té en la mesa próxima a ellos.
Defteros se sonrió ante la frescura de la enfermera, y tomó el cable de los auriculares para enroscarlo en el teléfono móvil y apartarlo de medio mientras le alertaba de las antenas auditivas que había instaladas en su entorno más inmediato.- A ver si se van a pensar que engañas a tu prometido con un viejo.
- Que se piensen lo que quieran si ésto les hace la vida menos aburrida. Tú y yo sabemos porqué estamos aquí.- La joven le miró con ojos seductores, se inclinó un poco sobre la mesa y le soltó lo que llevaba guardándose desde que Defteros había regresado a Estados Unidos.- Aún me debes mi imán de Atenas.
- ¡Cierto! - Defteros recordó que lo llevaba guardado en su chaqueta desde que había estado esperando en el aeropuerto para embarcar.- ¡Creí que te lo había dado el primer día que te vi! - Lisa se rió con ganas, más al verle rebuscar en el bolsillo interno de esa chaqueta vieja que le otorgaba un aire juvenil, y se recostó en la silla disfrutando del momento y llevándose una mano a los labios para mordisquearse la uña del pulgar.- Aquí está.- Defteros lo depositó encima de la mesa un pequeño sobre arrugado, y lo empujó con dos dedos hacia la enfermera, que lo tomó entre sus manos como si fuera una niña pequeña desenvolviendo un regalo especial.
- Ay, a ver, aver...¡oh! ¡el Partenón! - Exclamó, escenificando voz de sorprendida.
- Típico, supongo... - Dijo Defteros, encogiéndose de hombros.
- Precioso.- Aclaró ella.- Mil gracias.
La camarera apareció para tomar nota de sus pedidos, medio obligándoles a ojear rápidamente la sencilla oferta que tenían y a decidirse sin pensar mucho, puesto que no parecía que les fuera a dejar más tiempo del decretado por su impaciente espera. Ambos acabaron pidiendo lo mismo y con prisas ante la expresión de hastío de la jovencísima camarera. El tenso silencio surgió mientras se tomaba la nota, y Defteros sintió la tonta necesidad de carraspear al tiempo que Lisa se observaba las uñas y con le pulgar rozaba las irregularidades que encontraba en cada dedo.
- Gracias cielo, muy amable.- Soltó la enfermera con ironía cuando la camarera se dispuso a alejarse. Negó un par de veces con la cabeza, casi con la esperanza perdida ante la evolución humana y cuando se centró en el rostro de Defteros no pudo evitar sentirse cautiva de esa mirada azul tan pura y tan sencilla.- Quieres hablar de Sasha, ¿cierto?
Defteros inspiró con calma todo el aire que pudo, se medio encogió de hombros y al soltar la respiración dejó que sus brazos reposaran sobre la mesa.- ¿Cómo pasó los días en mi ausencia?
- Ya sabes cómo va...tuvo días buenos y días malos...- La misma chica apareció con la bandeja y las bebidas, depositándolas sobre la mesa con tanta desgana que les rajó el momento con otro instintivo silencio. Al retirarse Lisa tomó su botella de Coca-cola y llenó el vaso más cercano a ella, viendo cómo Defteros hacía lo mismo con su otro refresco de cola.- Aunque debo decirte que...a pesar de sufrir las mezclas de tiempos que ya conoces, tuvo bastantes momentos de lucidez. Supongo que de alguna manera era plenamente consciente que te habías ido y dónde te habías ido.
- ¿Qué te hace pensarlo así? - Defteros tomó un pequeño sorbo sin dejar de prestar atención a la explicaciones de Lisa.
- Me habló mucho de ti. Y de tu hermano...- la joven sabía que se estaba adentrando en terreno personal y delicado, pero no iba a mentir para salvar ninguna apariencia. La mirada de Defteros se entristeció de repente y aún así, ella decidió proseguir - ...y de ella. Me habló mucho de los tres, de cuando érais jóvenes...
Defteros bajó la mirada y tragó saliva para poder hablar sin dejar escapar demasiada emoción.- Cometimos muchos errores cuando fuimos jóvenes.- Dicho ésto, alzó la mirada otra vez, buscando los ojos de Lisa y refugiarse en ese don que la hacía tan empática y especial.- Muchos. Los tres. Y las consecuencias de ellos las conoces bien.
Lisa inspiró hondo, posando una mano sobre la otra, la cuál reposaba delante de su bebida. Había muchas cosas que quería compartirle, detalles que Sasha le había confiado a su manera, dudas, miedos...pero no acababa de hallar el camino menos doloroso o intrusivo para hacerlo.- Defteros...- comenzó a decir, mirándole directamente a los ojos - Una noche me medio contaste algunas cosas de vuestra historia, y recuerdo decirte que yo no era nadie para juzgaros. Hoy te lo reitero, jamás juzgaré vuestras experiencias pero ahora te hablaré como profesional: seguramente Sasha también habría desarrollado esta enfermedad si su vida hubiese sido más plácida, puesto que la genética tiene mucha carga en ello, pero no te niego que es probable que todo el dolor, miedo, sufrimiento e incertidumbre que vive dentro de ella haya acelerado el avance de forma muy severa.
Defteros se sentía los ojos arder, pero se contuvo la emoción. Sabía que Lisa era una muchacha honesta, y la bofetada con la que le espetaron esas palabras no era porque la joven las hubiera pronunciado con mala fe, sino que la sintió marcar todo su rostro porque sabía que tenía razón.- Yo recuerdo, esa misma noche en la que me mostraste donde ser un fumador clandestino, decirte que nuestra historia era muy larga.
- Bueno, pues hoy no tengo limitación de tiempo, Defteros. Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda. Aprecio muchísimo a Sasha, y si escuchar de vuestros labios la historia que os llevó hasta aquí puede servir, aunque sea para aliviar un poco el dolor que os consume, te digo que ya estás tardando en empezar.
- ¿Qué te contó exactamente? - Defteros lo preguntó con un cierto toque de timidez, irguiéndose por instinto cuando vio que la camarera se acercaba a su mesa con dos platos. Los sandwiches de pechuga de pollo, acompañados de patatas fritas y ensalada, fueron depositados ante ellos y un mecánico "que aproveche" zanjó las intrusiones de la moza.- ¿Qué sabes de nuestra historia?
Lisa enarcó las cejas, inspiró y tomó el sandwich entre sus manos después de aplastarlo un poco para poder hacerlo más fácil de comer.- No creo que me corresponda a mí empezar...- Alzó la mirada, dio un pequeño mordisco al sandwich y cuando hubo liquidado ese primer bocado se limpió los labios con una servilleta de papel y se miró en los ojos de Defteros.- Es un poco incómodo ser yo la primera en pisar vuestro terreno...
- Lisa, por favor...- Rogó Defteros - Necesito saber qué es lo que ya sabes.
- Está bien.- Lisa apartó un poco el plato, cruzó sus brazos sobre la mesa, suspiró y sin dejar de mirar fijamente a Defteros, prosiguió.- Resumiendo me contó que primero se enamoró de tu hermano, luego de ti y que se maldice por ello...por amaros a los dos y por...por...- llegados a este punto del resumen, se apoyó en el respaldo de la silla, dejó la palma de ambas manos sobre la mesa, se humedeció los labios y trató de buscar el valor necesario para sortear la parte más difícil de exponer en voz alta.
- Sigue...sin miedo...- Insistió Defteros.
- Me contó que os acostásteis. Que fue una vez. Que os prometisteis no volver a hacerlo porque deseaba casarse con Aspros...Que contrajeron matrimonio estando ya embarazada y que a día de hoy no sabe quién es el padre.
La enfermera calló y tragó saliva. Pronunciar la última frase le había costado horrores y ver cómo había mutado la expresión de Defteros le arañó el alma.
- Mi hermano fue, es y será, siempre, el padre de sus hijos.- Murmuró Defteros, con los ojos aguados.
- Porque "Aspros debe serlo" , ¿cierto? - Con un difícil susurro, Lisa repitió la misma sentencia exacta que le había dicho Sasha días atrás, cuando Defteros estaba en Grecia.
- Exacto. "Aspros debió serlo".
- Pero...podrías ser tú.
- Llevo treinta y cinco años de mi vida pensando en esta posibilidad. Me hice todas las pruebas que estaban en mi mano para descartarme de la ecuación y asumir que los chicos eran de Aspros. Supongo que me pesaba tanto la traición perpetrada contra mi propio hermano que necesitaba convencerme que esas dos criaturas le pertenecían.- Lisa permanecía en silencio, escuchando esa especie de confesión con el corazón encogido.- Me hice la prueba para saber si era uno de tantos hombres que son estériles, y los resultados dieron en la diana de una salud reproductiva sana. Luego ahorré durante un tiempo para poder pagar una prueba de adn, y el resultado fue positivo. Como positivo sería el de Aspros dada nuestra condición de gemelos idénticos. De modo que me aferré a la opción elegida por Sasha. Necesité creerla para poder seguir adelante. Y fui un cobarde porque la culpabilidad me consumía y creer que yo no tenía nada que ver con la concepción de los niños me hacía sentir menos ruin.
El plato de Defteros se enfriaba ante sí, y aprovechó ese momento sin palabras para tomar el tenedor, escarbar entre las patatas fritas, volverlo a dejar sobre la servilleta y restregarse los ojos con los dedos para evitar que las lágrimas escaparan de su decisión de no llorar. No allí. Y menos ante esa joven que estaba empatizando demasiado con su dolor.
- Si sólo fue una vez...- Comenzó a preguntar Lisa, con sumo tacto - ¿Cómo acabásteis tan mal? Con tu hermano me refiero...
Una media triste sonrisa adornó el rostro de Defteros. Tal vez fuera la inocencia de Lisa, o su incapacidad para juzgar, pero esa pregunta estuvo muy lejos de poder ofenderle, por lo que se decidió a compartir su historia con toda la honestidad que su propio punto de vista le ofreciera.
- Es que no fue sólo una vez, Lisa...- Confesó Defteros, haciendo una regresión hacia sus recuerdos. - Fue una sola vez antes que se Sasha se casara con Aspros. Después vinieron años durante los cuales nos evitábamos en la medida de lo posible. Y lo digo así porque la adicción al trabajo que sufría mi hermano propició que yo compartiera muchos instantes de mi vida con Sasha. Le ayudaba con los críos todo lo que podía, pero entre ella y yo alzamos un abismo que, por el bien de todos, nos mantenía alejados. Yo intentaba seguir con mi frívola vida íntima, soñaba con poder enamorarme de verdad y así olvidar lo que no podía tener a mi alcance, pero cuando Sasha emitía una llamada de socorro, ahí estaba yo: por ella y para ella.
Defteros hizo un silencio durante el cuál tomó un par de sorbos de su refresco, y Lisa se aventuró a plantear otra duda que le dificultaba encajar todas las piezas.
- Pero, según entiendo hasta el momento...tu hermano nunca supo de vuestro..."desliz", para definirlo de alguna manera...
Defteros asintió con la cabeza, volvió a sonreír de esa forma tan inconscientemente seductora y prosiguió con su confesión.
- Cuando tenía veintiocho años sufrí un grave accidente en el trabajo. Me operaron la rodilla de urgencia, puesto que la herida fue severa y estuve internado en el hospital varios días. Sé que tanto Aspros como Sasha sufrieron mucho por mí, y ambos me cuidaron lo mejor que pudieron. Recuerdo que el día anterior tuve una especie de discusión con Sasha después de haber pasado el día entero con ella y los niños, y acabó confesándome que a pesar de amar a su esposo, no podía evitar sentir algo por mí. Yo me fui de su casa. Quise alejarme de ella otra vez, evitar sucumbir a esas arenas movedizas de sentimientos imposibles, pero sufrir ese accidente no hizo otra cosa que acercarla más a mí. A mi debilidad. A mis escasas fuerzas para seguir luchando contra unos sentimientos que me impedían poder amar a otra mujer que no fuera ella.- Defteros se miró a Lisa intensamente, hallándose correspondido por una mirada rebosante de conmoción.- Y ahí nos condenamos. Los dos. Comenzamos a vivir una relación clandestina, ocultándola a Aspros. Traicionándole sin hacer nada para evitarlo. Alguna vez surgía la urgencia de confesarle nuestro crimen, pero enseguida aparecían las dudas de Sasha, su negación siquiera a pensar en el divorcio, porque ella aseguraba amarle...Muy a su pesar, seguía amándole...Hasta que...- Defteros se quedó con las siguientes palabras atascadas antes de poder sortear el nudo que acababa de aparecer en su garganta. Quiso tragar saliva y le costó un infierno. Optó por dar otra par de tragos al refresco y le dolieron en el descenso, pero ya no había razón por la que no pudiera poner voz al momento más despreciable de su vida.- Hasta que un día nos encontró juntos.- Escupió con la voz quebrada.- No hubo excusas que justificaran lo injustificable. No había forma de negar lo innegable. Y allí...en ese momento...yo perdí a mi hermano y Sasha perdió al hombre que años atrás la había enamorado.
Lisa se apresuró a deshacerse del par de lágrimas que pugnaban por surcar sus mejillas. Se pasó los dedos de su diestra por debajo de su licuada mirada e inspiró con dificultad. Su sobrenatural capacidad de empatía a veces se convertía en un rasgo muy doloroso, y el sentirse inmersa en esa historia le hacía doler el pecho y le hería la voz.
- Llegué a imaginar que tú y Sasha estuvísteis juntos después de ella enviudar.- Admitió Lisa con inocencia.- Supongo que el hecho que Aspros os descubriera fue un golpe terrorífico para todos...
Defteros también inspiró con fuerza, y al fijarse en la emoción que hacía mella en Lisa se vio incapaz de retener sus propias y cansadas lágrimas.- Ese día, Aspros murió. Mi hermano...la persona con la que había crecido y al que tanto había amado y admirado, desapareció. Lo que afloró en él fue una suerte de locura...una maldad que yo no fui nunca capaz de asimilar. Pude entender que me odiara, que me deseara lo peor, que nunca más quisiera saber nada de mí...pero lo que le hizo a Sasha fue un acto depravado, perverso y cruel. Hizo uso de su poder como abogado para arrebatarle los niños e impedir que pudiera acercarse a ellos. Estuvimos años luchando para que les dejara mantener visitas, o pequeños encuentros. Años...
- Cuánto lo siento, Defteros...- Murmuró Lisa, agunatándos el llanto con el gesto de cubrirse los labios con una mano, aunque las lágrimas al fin descendieran por sus rosadas mejillas.
- Sí...fue muy duro, Lisa...- Defteros bajó la mirada, la dejó perdida entre sus recuerdos y se restregó otra vez los ojos, sintiéndose débil, ruin, malvado, cobarde, impotente y frustrado.- Ahí Sasha...la chica de la que caí enamorado desde el primer día que la vi, también empezó a morir. Aparecieron las depresiones, el aislamiento, el silencio...la desesperanza...- Hizo uso del puño de su camisa para aliviar el escozor que el derroche de sentimientos le acumulaba en la nariz, y se llevó ambas manos a los ojos, frotándoselos con fuerza antes de abrirlos, mostrarlos totalmente enrojecidos y mirar a Lisa en busca de amparo y comprensión.- Se convirtió en una carcasa hermética, innaccesible...pero yo seguí a su lado, haciendo todo lo que estaba en mi mano para conseguir que Aspros diera su brazo a torcer, aunque sólo fuera con los chicos. Que se los dejara ver...- La azul y agotada mirada se deslizó hacia el techo de la cafetería, como si en ese cielo raso fuera a encontrar las fuerzas que la vida le había ido robando poco a poco, pero allí no había nada más que puntos de luz amarilla y alguna mancha de humedad que no podían disfrazar su dolor.- Cuando Saga y Kanon ya contaban con quince años de edad, y Aspros y yo con cuarenta, estuve a punto de conseguir que se ablandara lo justo para ceder con las visitas, aunque fueran tuteladas por un juez, pero todo se coartó de repente la tarde en que mi hermano me citó lejos de Atenas, en un bar de carretera, decadente y aislado, y me pidió que huyera con Sasha lejos de Grecia. Me dijo, entre lágrimas de rabia, que la seguridad de Sasha y de sus hijos corría peligro, que llevaba un caso entre manos que se había desbordado y del cuál no podía darme más detalles que esos. Me exigió que me marchara del país y que no le dijera dónde me iba y que jamás hiciera el intento de contactar con él, siendo ésta la única manera de estar seguros. Me pasó un número de cuenta en un paraíso fiscal y me dijo que allí ingresaría todo el dinero necesario para que pudiera ejecutar su petición, prometiéndome que en cuanto pudiera, me lo contaría todo. Sintentizando...conseguí visados para venir a Estados Unidos, con permiso de trabajo para mí, nos instalamos, comprobé que el dinero prometido llegaba, pero nada más. Esperé años y años, anhelando recibir noticias suyas, alguna señal, algún indicio de algo...y todo lo que recibí fue, a través de la prensa, la noticia de su repentina muerte nueve años después de mi llegada a tierras americanas. Te confieso que ese día lloré como un niño, y a día de hoy todavía no sé si fue de rabia, de alegría por librarme de ese ser que había usurpado la esencia del hermano con el que me crié, de frustración, de dolor...de tristeza...o de todo a la vez...- Al acabar con el arrojo de toda esa verdad, Defteros se dedicó a deshacerse de todo ese sentimentalismo que había acabado copando las expresiones de su maduro pero aún bello rostro.- Joder...lo siento, Lisa...no pensaba acabar así de sentimental...- se forzó a decir, con clara ineficacia de control emocial.
- No sé qué decirte...- Susurró Lisa, apresurándose también a adecentar su faz.- Sólo que deseo con toda mi alma que tú y Sasha halléis paz en vuestro corazón...
- Paz...qué bonita palabra, ¿verdad? - Defteros moldeó esa urgente media sonrisa, tratando de volver a tomar el control de la escena sin que él y Lisa parecieran dos adolescentes en plena ruptura.
- Ahora, al regresar a Grecia...- Tanteó la enfermera, guardándose el pañuelo de papel usado dentro del puño de su mano - ¿Hallaste paz en tus sobrinos?
Defteros recibió la pregunta como si se tratara de un certero golpe en pleno corazón. Un golpe que le obligó a sostener su respiración y a valorar su experiencia desde el punto de vista que planteaba esa sencilla cuestión.
- Hallé sorpresa.- Dijo al fin, después de unos instantes de reflexión.- Un durísimo rechazo y una más que justificada incomprensión. Hallé dolor...hallé distancia, frialdad, afrenta, y reproches. Muchos reproches, y todos ellos completamente esperados. No fue nada fácil afrontarles cara a cara, pero ambos se prestaron a hacerlo, y ante ésto sólo puedo sentir gratitud.
- Tus sobrinos...Saga y Kanon, ¿no? ¿se parecen entre ellos? - Lisa dejó que su curiosidad emergiera, convirtiéndose quizás en una pequeña vía de despresurización del momento tan tenso que acababan de compartir.
Defteros se sonrió con un pequeño deje de nostalgia, asintiendo con la cabeza al tiempo que con palabras corroboraba el mensaje que transmitían sus gestos- Físicamente, son casi idénticos. Pero de carácter...son como éramos Aspros y yo. Las dos caras de una misma moneda.
- ¿Cuál de los dos fue más, cómo decirlo, comprensivo?
- Kanon, sin lugar a dudas. De pequeño ya tenía un carácter que apuntaba maneras, y ahora me he encontrado con un hombre visceral, pero más transparente que Saga. O tal vez es porque de pequeño, Kanon siempre fue el más afín a mí.
- ¿Y Saga? ¿Saga es el abogado?
- Ambos lo son, pero Saga es el actual Fiscal General de Atenas, ocupando el lugar que perteneció a mi hermano. En realidad...Saga me ha recordado mucho a Aspros cuando era joven, y se nota que la admiración que tiene hacia su padre es intensa y real. En cambio, Kanon parece profesarle un odio muy profundo...- La tristeza volvió a copar la mirada de Defteros, quién ya no sentía reparo alguno en rendirse a la erupción de sus sentimientos más privados e íntimos.- Me siento muy miserable, Lisa...- Continuó, sin pudor.- No puedo dejar de pensar que si yo hubeira obrado de otra manera, no se habrían herido tanto las vidas de dos personas inocentes. Y comprendo que Kanon sea esclavo de ese odio, pero al mismo tiempo me disgusta, porque yo mismo quise convencerme de odiar a mi propio hermano, aunque cuando supe de su muerte sentí que un inmenso vacío nacía dentro de mí para quedarse enquistado en mi estómago hasta el día de hoy. El dolor que Sasha y yo infringimos a Aspros le hizo aflorar una maldad sin nombre, pero paradójicamente me duele que Kanon no esté en paz con él y, por otro lado, agradezco que muriera sabiéndose amado sin reservas por Saga. Porque al fin y al cabo, pienso que todo ser humano merece recibir amor...
- ¿Crees que te perdonarán? - Musitó Lisa, contagiándose otra vez de la tristeza de Defteros.
- No espero que me perdonen, Lisa. Sólo que me comprendan, pero sé que llevará tiempo, sobretodo con el mayor, Saga.
Defteros revivió los días que estuvo instalado en su piso, y cómo éstos fueron más o menos llevaderos gracias al esfuerzo de ese jovencísimo médico forense llamado Shaka y al gran trabajo de contención y puesta en escena de buenos modales y corrección que exhibió el Fiscal. La coca-cola fue tomada entre su mano y apurada casi entera, pese a que el plato de comida aún no había sido ni probado. Lo miró de reojo, se lo acercó tomando el tenedor y volvió a remover las patatas fritas hasta pinchar un par de ellas. Lisa parecía haber quedado absorta por esa intensa y trágica historia, y no fue hasta que vio que Defteros se proponía tocar la comida, que se acordó de su propio sandwich medio mordido. Los dos aprovecharon ese paréntesis para dar algunos bocados y pensar. Después de toda esa revelación, Lisa podía comprender mucho mejor porque Sasha guardaba tantas heridas cubiertas por esa horrible enfermedad, y Defteros halló un poco de alivio a ese hueco que siempre perforaría el centro de su alma agotada.
La enfermera se comió la mitad del sandwich en silencio, y después de casi apurar también su refresco, dejó el vaso sobre la mesa, se volvió a cruzar de brazos sobre la tabla y captó la atención de Defteros con sus directas palabras.- Te agradezco inmensamente que me hayas tenido la suficiente confianza para compartirme vuestra historia, pero algo me dice que el principal motivo de esta comida es otro, ¿me equivoco?
- En absoluto...- Defteros dejó su medio sandwich sobre el plato y se hizo con una servilleta de papel que se restregó entre las manos.
- Te escucho.
- Según tu opinión profesional - comenzó a exponer - ¿crees que Sasha puede volver a Grecia? ¿Reencontrarse con sus hijos? ¿Le afectaría negativamente o sería bueno para ella?
Lisa suspiró al tener que valorar esa idea, por mucho que no le resultara extraña.- Como profesional, creo que por un lado puede serle muy beneficioso. Echa en falta a sus hijos, ésto lo tengo más que claro porque siempre los tiene en mente, no importa si los imagina adultos o los ve niños. Es una herida muy grande que tenéis abierta entre todos, y debéis comezar a cerrarla. Me puedo arriesgar a decirte que incluso, tal vez, su estado mental mejore. Pero por otro lado...
Lisa se detuvo ante el temido "contra", pero Defteros le insistió.- Sigue, Lisa, por favor...
- Romperle la rutina puede transformarse en un acto pernicioso. La necesita, y cambiarle por completo el entorno, los hábitos, someterla a un viaje de tantas horas...puede desorientarla mucho.- Defteros se quidó mirando fijamente a Lisa, y la muchacha enseguida supo que aún quedaba algo por decir.- ¿Qué es lo que en realidad quieres proponerme desde que pensaste en esta cita, señor Samaras? - Preguntó, rindiéndose a una mezcla de ternura, temor y curiosidad.
- ¿Estarías dispuesta a viajar con nosotros? - Los ojos de Lisa se agrandaron por el golpe de la sorpresa, y Defteros se apresuró a aclarar los detalles más importantes de la descabellada proposición.- Sé que tienes tu vida aquí, y sólo sería el tiempo que Sasha necesite para poder adaptarse...Te aprecia muchísimo, confía en ti y tú eres como un ángel de la guarda para ella. Sobra decir que serías recompensada económicamente con lo que pidas.- Defteros había tomado carrerilla para evitar que alguna incipiente negación rompiera su compliacada propuesta.- No tienes que responderme ahora, pero te ruego que lo pienses...
Lisa se mordió los labios, viró su sorprendida mirada hacia cualquier ángulo lejos del rostro de Defteros y tomó la decisión más rápida de toda su vida.
- Hace unos días que rompí con mi novio y tengo muchas ganas de cambiar de aires...- Soltó de repente, tomándose el turno de sorprender a Defteros.- ¿Cuándo partiríamos?
Los azules ojos de Defteros se anegaron de la emoción, y no fue capaz de controlar sus próximas palabras.
- ¿Puedo abrazarte?
- Supongo que sí...- Respondió la enfermera, encogiéndose de hombros y sintiéndose las mejillas arder al ver cómo ese imponente hombre abandonaba su asiento para rodear la mesa y plantarse ante ella, viéndose obligada a levantarse también.
Defteros la rodeó con sus brazos y la estrechó con fuerza.
Lisa dudó unos segundos, pero al fin alzó los brazos y también rodeó la espalda de Defteros, respondiendo su sencillo gesto de agradecimiento.
- Eres un buen hombre, Defteros...- Susurró, con ánimos de transmitirle un poco de sosiego a su alma, frotándole la espalda con afecto.
Defteros se separó de ella, carraspeando avergonzado al ser consicente de su caída al abismo de la espontaneidad, y se aproximó con prisas a su olvidado asiento.- Discúlpame...no quise excederme...
Lisa se acomodó los cabellos tras la oreja, se humedeció los labios y también buscó refugiarse otra vez en la posición que le brindaba su silla.
- ¿Sabes? - Comenzó a decir la muchacha, sintiéndose en plena confianza.- Entiendo que Sasha te ame tanto. Comprendo vuestra historia...Y...- Achicó la mirada en plan pícaro y jueguetón, aunque totalmente carente de maldad o segundas intenciones.- ...me hubiera gustado nacer treinta años añtes y conocerte de joven. Me das mucha curiosidad.
Defteros se rió ante esa tentativa de bromear con libertad y respondió con la única verdad que tenía en su corazón.- Tal vez te decepcionarías con mi "yo" joven. Era un chico despreocupado, trabajador, éso sí, pero rudo en apariencia, independiente, un poco libertino , enemigo de las ataduras y muy dado a vivir el momento por el momento...
- Pues déjame decirte que nada de lo que conozco hoy de ti avala tu propia descripción. Te admiro, Defteros. Y te lo dije antes: Sasha es afortunada de tenerte al lado, porque pese a todo, se nota que aún la amas. Y que lo haces de verdad.
#Continuará#
En este capítulo hay referencias a un par de capítulos publicados en el bloque "Justos por Pecadores". Los capítulos en cuestión son "Almas que se desnudan", donde Defteros mantiene su primer encuentro con sus sobrinos, y "Lazos que unen corazones", en el cual Sasha comparte con Lisa algunas experiencias de su vida.
¡Gracias Monse! ¡Gracias Krista!
¡Saludos a todos los que seguís acompañándonos capítulo a capítulo!
