23. Las complicidades de la cafetería

- ¿Está mi hermano ahí dentro?

La secretaria rodó los ojos por encima de sus gafas, mirándose a Kanon con la frente arrugada y los labios apretados en un rictus de completo desagrado.- El Señor Fiscal ha ordenado expresamente que nadie le moleste.

- Me parece cojonudo, pero yo no soy nadie. Soy su hermano, así que ya puede avisarle que estoy aquí.- Kanon dejó el casco-cesta sobre el escritorio de la mujer para reacomodarse la chupa de cuero que colgaba de su hombro y que mostraba ciertas intenciones de precipitarse al suelo.

- Lo siento, señor. Según mi entender, nadie es nadie. Deberá esperarle fuera.- Kanon exhaló un rápida respiración por la nariz, se mordió el labio inferior durante un segundo y ni se lo pensó de más a la hora de rodear el escritorio, asegurarse la inquieta chaqueta bajo el brazo y mostrar la intención de toquetear los dispositivos de comunicación directa con el despacho del fiscal.- ¡¿Pero qué hace?! - Exclamó la mujer, arrastrándose con rapidez lejos de él gracias a la agilidad de la silla rodante y un buen empellón de pies.

- ¿Qué botón comunica con Saga? - Kanon estaba inclinado sobre una especie de teclado telefónico repleto de números y botones de colores con diferentes extensiones grafiadas encima.- ¿Éste tal vez? - Tanteó ante la mirada de estupor de la secretaria, que no daba crédito a la irrespetuosa escena que estaba viviendo.

- ¡No toque nada o aviso a seguridad!

- Ya lo hago yo, no se preocupe.- Dijo Kanon sin pudor alguno.- ¿El de seguridad cuál es? ¿Éste? ¿El rojo? - Preguntó, ladendo el rostro para avistar a la secretaria a través de varios mechones azulados que codificaban su visión.

- ¡Ni se le ocurra! ¡Ese comunica con el despacho del Juez Dohko! - Exclamó la mujer, llevándose una mano a los labios para evitar subir demasiado el tono. O para ocultar la palidez que le estaba ocasioando tanto alboroto sin control.

- ¡Mierda! No, joder, el Juez Dohko ahora no...¿Es éste, entonces? - El dedo índice de Kanon rozó la superfície de un botón de color verde, consiguiendo que el nerviosismo que se había apoderado de la secretaria subiera una revolución más.

- ¡Deje de tocar! ¡Se lo exijo!

- ¡Si aún no he tocado nada!

- ¡Está invadiendo un área de trabajo personal!

Kanon se irguió, cambiando de táctica ante la poca flexibilidad que se empeñaba en ofrecer la mujer. Regresó ante el escritorio y revolvió los objetos que estaban guardados dentro del casco hasta dar con su cartera, de la cual extrajo cinco euros y los plantó de un manotazo sobre la mesa.- Baje a desayunar. Le invito yo.

- Ya he desayudano en casa. Gracias.- Le replicó la secretaria, recuperando su posición tras el escritorio mientras sus manos se preocupaban de recolocar todos los bolígrafos y fajos de post-it que Kanon no había siquiera rozado.

- Pues baje a fumarse un pitillo.- Kanon le acercó el paquete de tabaco ofreciéndole un ejemplar de su preciada mercancía.

- No fumo.

- ¡Váyase! ¡Ya no sé cómo decírselo! - Kanon agarró el billete, tomó la mano de la mujer y le endosó el dinero sin darle más margen para negativas.- ¡Baje a la cafetería, salga a la calle, haga lo que le de la puta gana, pero váyase! ¡Necesito hablar con mi hermano y no quiero que nadie nos escuche! - La mujer le miró con pavor, sintiéndose amenazada por la versión asalvajada del hombre por el que ella trabajaba. Cohibida ante el ímpetu con que Kanon le juntó las manos y las agarró entre las suyas, hallándose inclinado hacia ella para mirársela a los ojos y cambiar órdenes por súplicas.- Por favor, se lo ruego...Necesito hablar con Saga y es posible que nos gritemos...que nos insultemos...o no, qué se yo...pero...no querrá tener que ser testigo de ello ¿verdad?

La secretaria escapó como pudo de las garras de Kanon, arrugando el billete dentro de la suya y apartó la silla para levantarse, caminar hacia el perchero y coger su bolso y chaqueta.- El Señor Fiscal no está de muy buen humor...- Susurró, aproximándose hacia la salida, sintiendo la sangre hervir al ver cómo Kanon apoyaba el trasero sobre su escritorio para custodiar su desaparición.

- Y yo soy gran culpable de ello, así que...no tenga prisa en regresar, ¿de acuerdo?

Kanon le guiñó el ojo con esa expresión seductora que pocas veces le fallaba, y cuando al fin se supo a solas inspiró profundamente, agarró el casco y se separó de la mesa, entregándose a una regresiva cuenta mental que fingiría prepararle para afrontar una presumible discusión de dimensiones galácticas.

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Mientras tanto, en la cafetería...

Cuando se hallaba solo, Shaka era un habitual de las mesas rinconeras, de esas que están lo más alejadas posible del epicentro de acción y que gracias a su estratégico ángulo permiten llevar a cabo todos los estudios sociológicos deseables. Sí. No podía ni quería evitarlo. Shaka era aficionado a imaginarse las vidas de las personas que hacían y deshacían ante él, ajenas a su indiscreto escrutinio sentado junto a la compañía de una cómplice bebida y las telarañas de las esquinas.

En esa ocasión el forense se resguardaba tras un humeante té negro, un pequeño bocadillo vegetal y los auriculares de la música bien encajados en sus pabellones auditivos, protegiéndole del alboroto general. Su mandíbula iba masticando con calma el segundo bocado del día, aunque congeló su cometido ante la sorpresa de descubrir a la secretaria de Saga entrar en esa zona, visiblemente nerviosa y malhumorada, acarreando de malas maneras sus pertenencias. Algo demandó en la barra, y cuando le llegó el turno de pagar lo hizo con un supuesto billete que traía arrugado en la mano.

"No deberías pagar tus cabreos con los demás, Saga..." pensó para sí mismo, propinando un pequeño sorbo que aún le quemó la lengua.

La canción que en ese momento se propuso amenizarle los oídos no fue bienvenida, y el joven rubio se centró en la pantalla de su teléfono móvil para ir pasando temas hasta dar con uno los ritmos del cual contrastaban mejor con el ambiente que le rodeaba. Otro mordisco dado a ciegas dio nuevo trabajo a su boca y al alzar la vista para seguir con particular estudio ambiental, reparó en inesperada entrada de Rhadamanthys. El rostro que lucía no invitaba precisamente a que nadie le preguntara la hora, y en sus manos viajaban su inseparable casco y una arrugada prenda que Shaka conocía demasiado bien. El inglés paseaba su intrigante mirada por todo el despliegue de extras reundios allí, esperando dar con Kanon para entregarle la jodida americana que ya llevaba más trajín del que una tela tan delicada pudiera desear.

Pero no, Kanon no estaba ahí y por lo que el Wyvern dedujo, ni cabía esperarle. Había sido demasiado generoso al pensar que el gemelo de sus pesadillas habría tenido la decencia de aguardar su llegada, y Shaka casi le pudo escuchar maldecir con todas las palabras que su lengua natal le pudiera proporcionar. Vio cómo alzaba la mano que sujetaba el casco con impotencia, como si necesitara estamparlo contra cualquier mesa, sabiéndose obligado a contener la rabia que le despertaban las malas praxis de las que Kanon jamás se libraba. Se comió los labios mientras seguramente pensaba cómo calmarse y se colgó la americana del brazo para poder pasarse una mano por sus cortos cabellos y alborotárselos con un deje de frustración que consiguió levantar a Shaka de su silla.

- ¡Rhadamanthys! - Nada...no le escuchaba. O su voz no se había atrevido a resaltar demasiado sobre el nivel acústico general, o el Wyvern estaba tan ofuscado que no era capaz de recibir las señales que le mandaba el entorno.- ¡Rhadamanthys! - Insistió Shaka, aumentando un tono su volumen, aunque tampoco resultó efectivo puesto que el inglés dio media vuelta y se dispuso a salir de la cafetería al tiempo que sacaba el móvil de su bolsillo y tecleaba algo.- ¡Rada! - El inglés alzó la cabeza y miró a su alrededor, como si el wifi de sus oídos hubise desencriptado algún tipo de señal, y cuando sus dorados ojos radiografiaron la esquina donde se hallaba el forense, vio que éste estaba de pie y le hacía señas con la mano.- ¡Rada, aquí!

Una vez Shaka se supo localizado se volvió a sentar, observando cómo Rhadamanthys se habría paso hacia él, esquivando personas y sillas mientras iba esgrimiendo unas disculpas de rigor.

- Hola, Shaka.- Rhadamanthys dejó el casco sobre una de las sillas de la mesa contigua, la cual arrastró hacia el lugar elegido por el forense. Luego sacudió la americana e intentó colgarla del respaldo para que las arrugas decidieran desaparecer gracias a la gentileza de la gravedad. Seguidamente se despojó de su chupa de cuero, dejándola sobre el casco, y por último se alzó el cuello de la camisa que había decidido usar y se sentó frente a Shaka, dando la espalda a todo el tumulto que siempre hervía en esa zona.- No podías elegir un lugar más apartado, ¿no? Joder, lo que me ha costado ubicarte...

- No me gusta sentarme en medio de todo el ir y venir de gente. Menos si estoy solo.- Se explicó Shaka, encogiéndose de hombros levemente ante lo que para él era una obviedad.- ¿No quieres tomar nada?

- No, no...he desayunado en casa...- Rhadamanthys se medio volteó, inspeccionando en vano el panorama que se desenvolvía a sus espaldas.- Oye, ¿no has visto a Kanon por casualidad?

- No. Yo he venido con Saga, que ha querido encerrarse en su despacho, y desde que he llegado aquí no he visto a nadie más. A parte de ti, claro...- Rhadamanthys soltó un bufido que no pasó desapercibido al forense, quien poco a poco fue atando algún que otro cabo.- ¿Kanon está aquí?

- Debería.- El Wyvern se revolvió en la silla para conseguir una posición más cómoda, desistiendo de girarse para buscar apariciones inútiles.- Hemos venido hasta aquí con mi moto y él ha entrado mientras yo iba a dejarla un par de calles más abajo. El caso es que cuando casi había llegado a los Juzgados me ha llamado para decirme que se había olvidado la americana que le deja Saga bajo el asiento y he tenido que regresar a por ella. Total, que yo, estúpido de mí, pensaba que me esperaría por aquí para que pudiera entregársela, pero a la vista está que brilla por su ausencia.

Shaka escuchó sin decir nada, aunque no pudo evitar volver a centrar su atención hacia la secretaria de Saga, que seguía con expresión enfurruñada mientras se comía un croissant.- Me aventuraría a decirte que debe haber subido a la oficina de Saga...

- ¡Joder! Y no se podía esperar, no...- Se quejó Rhadamanthys.- Primero no quería ni verle y ahora no puede aguantarse ni dos minutos.

- Ayer se discutieron, ¿verdad? - Quiso reafirmar Shaka, incapaz de ocultar la preocupación que le ocasionaba esa realidad.- Cuando ésto pasa Saga no acostumbra a compartir lo que ha sucedido, o lo hace a medias...- Ahí enmudeció un momento. El tiempo justo para reflexionar y seguir hablando.- No está bien, Rhadamanthys.- Confesó de sopetón, sabiéndose escuchado.

- ¿Saga no está bien? - Se extrañó el inglés.- Si es el tipo más seguro de sí mismo que conozco. Al menos en su terreno profesional.

- Seguro lo era. Hasta que pudo comunicarse con su padre gracias a Thane. Con decirte que se ha preparado una carta de dimisión y todo...

- ¡¿Me estás diciendo que Saga tiene pensado renunciar a su cargo?! - Exclamó Rhadamanthys forzándose a bajar el volumen de su incredulidad.

- Yo sólo puedo asegurarte que la sesión que Saga tuvo con Thane le dejó mucho más tocado de lo que me imaginaba. Si además le añadimos el encontronazo que haya podido tener con Kanon...peor aún.

- Nosotros hemos pasado una noche horrible.- Desde las navidades que el inglés comenzaba a sentirse cómodo con Shaka, y confiarle lo vivido apenas unas horas atrás se estaba covirtiendo en una imperiosa necesidad.

- Imagino que Kanon también fue a ver a Thane ¿me equivoco? Con lo impulsivo y poco racional que es...

- Tú lo has dicho.- Aceptó Rhadamanthys.- Después de que regresáramos de Esparta vino a vuestro piso para hablar con Saga y entregarle documentación que le había confiado Úrsula.

- ¿Úrsula?

- Sí, la secretaria que había trabajado con Aspros, quien también fue su compañera o amante durante años. No te sabría definir muy bien la relación que les unía, pero yo la recuerdo como una mujer cercana a su padre...

- Saga me comentó que tenía que pedirle algo a Kanon que no le iba a hacer ninguna gracia...- recordó Shaka - pero no me detalló a quien teníais que encontrar...- prosiguió, negando con la cabeza mientras suspiraba impotencia.- Me da mucho coraje cuando se empeña en disponer de las personas a su antojo. Y lo que más rabia me da es que cuando se obceca con algo cree que los demás están a su pleno servicio y disposición, olvidándose de ser agradecido y considerado.

- Bueno, no sufras por ésto, Shaka...Ya está hecho.- Rhadamanthys se esforzó en quitarle importancia a una facción del carácter de Saga que a él a veces también le molestaba, como cuando decidió sin consultárselo siquiera hacer uso de su pub como centro de reuniones.- Al final la culpa recae en nosotros, que aceptamos formar parte de sus planes unilaterales.- Shaka asintió ante la reflexión última del Wyvern, que continuó relatando los acontecimientos de las últimas horas.- La cuestión es que yo me fui al pub para echar el domingo y cuando regresé a casa de madrugada Kanon aún no había llegado. No tenía ningún mensaje ni llamada de su parte que me dijera, como mínimo, dónde estaba. Lo único que hallé fue una nota escrita por Defteros diciéndome que iba a buscarle en casa de Thane y cuando llegaron, Kanon estaba completamente deshecho y desencajado.- Shaka escuchaba con atención, absteniéndose de articular palabras que sesgaran las explicaciones que le brindaba Rhadamanthys.- A grandes rasgos, me contó que había mandado a Saga a la mierda por ser un egoísta y que la experiencia que vivió con Thane le hizo asumir cosas que yo ya sabía desde siempre, pero que él se empeñaba en negarse constantemente. Luego...pues no lo he entendido muy bien, pero creo que estando con Defteros pudo ver a su madre a través de una videollamada que su tío tenía programada con la enfermera que cuida de ella. No he alcanzado a entender si sólo la vio, o habló con ella o qué narices pasó, pero éso aún sirvió para desestabilizarle aún más.

- Vaya, lo siento, Rada...Imagino que apenas habréis podido descansar...

Rhadamanthys suspiró y enarcó las cejas, observando a Shaka con la cercanía que da la sensación de saberse en familia.- Nada. Un par de horas o tres desde que Kanon pudo dormirse. Y esta mañana he tenido que arrastrarle a la ducha, literalmente, para hacerle reaccionar de una jodida vez puesto que se había sumido en un estado de abandono y negación total.

- Al menos has salido victorioso con tu cometido.- Le sonrió Shaka tratando de quitar un poco de hierro a toda la situación en la que estaban inmersos los gemelos.- Para bien o para mal, has conseguido que Kanon esté aquí con Saga...

- Bueno...no ha resultado sencillo...- Un tonto carraspeo tomó por sorpresa a Rhadamanthys, quien se descubrió reviviendo mentalmente el inesperado y tórrido polvo mañanero, frotándose por instinto la zona del cuello que lucía el chupetón y consiguiendo justamente llamar la atención del forense hacia ese punto que deseaba ocultar como un avergonzado adolescente - ...pero...después de nuestos más y nuestros menos, al final ha sido capaz de recapacitar. Y aceptar que su deber y obligación era venir aquí para apoyar a su hermano.- Zanjó, entiesando otra vez el cuello de la camisa mientras rezaba al mismo dios del inframundo que éso y todo lo que en silencio relataba pasara inadvertido.

Shaka se sonrió al darse cuenta de lo incómodo que de repente parecía Rhadamanthys tratando de ocultar un moratón de dimensiones considerables. Por el bien de la integridad moral del inglés quiso obviarlo, escudándose tras un par de sorbos a su té negro por fin tibio y otro mordisco al eterno bocadillo, pero no se pudo resistir. Por suerte aún sucedían cosas capaces de amenizar la vida, y Shaka no desaprovechó la ocasión de sacar a relucir las virtudes de su sutil don de observación.

- O usas jerseys de cuello alto y te conviertes en monaguillo durante unos tres o cuatro días...o asumes que al final os lo habéis pasado bien. Realmente bien...- Dijo, señalando con su azul mirada esa zona moratada que se empeñaba en escapar de la protección de la camisa.

- No...no sé a qué te refieres, Shaka...- Murmuró el Wyvern, sintiendo cómo sus mejillas se encendían de repente ante la evidencia de ser descubierto en sus intimidades más candentes.

- Sí que lo sabes. Tanto como que a ésto que tratas de ocultar con tan poca gracia todavía le falta evolución. Y, siento decírterlo, pero a mejor no irá de momento...- Se rió Shaka en plan picarón, olvidándose de todo el sufrimiento acumulado gracias a los gemelos.

Rhadamanthys agachó el rostro y se volvió a frotar el cuello, sabiendo que ante un experto analista del cuerpo humano no podía seguir fingiendo.- Lo asqueroso es cuando aparecen los colores amarillentos y verdosos...

- Es el proceso natural de cualquier hematoma, ya sea hecho adrede o accidental...Paciencia, Rada...

- Lo que me jode...- susurró, bajando la voz y acercándose a Shaka para hacer su conversación totalmente íntima y privada - Lo que realmente me supera es que Kanon sabe que aborrezco los chupetones. Lo sabe de toda la vida, joder...y ya no tenemos ni quince ni dieciséis años, que ya pasamos de los treinta...

- Ahí tienes un motivo para tomarte tu revancha.- Propuso Shaka, divirtiéndose con la incómoda situación.

- No lo sabes bien, Shaka...No lo sabes bien...

Ambos se miraron en silencio durante unos instantes, hasta que se unieron en unas carcajadas que les salvaron un poco de toda la tensión acumulada en sus respectivas casas.

Una tensión que seguía en completo auge unos pisos más arriba.

#Continuará#


¡Gracias Krista!