25. Con la educación por delante
- ¿Saga?
Los seguros pasos del Fiscal hicieron caso omiso a la pronunciación de su nombre, la cual se redujo a una suave caricia que tanteó sus oídos sin poder rasgar su concentración. La voz femenina volvió a pronunciarlo, esta vez con un poco más de énfasis, reafirmándolo al haber captado su atención.- Eres Saga, ¿cierto?
- Sí, el mismo...- respondió Saga al darse media vuelta, hallándose frente a una mujer que el afán de alcanzar destino había obviado a su paso. Quedándose mudo ante la sorpresa de descifrar la identidad de quién le sonreía con sincero afecto.- ¿Úrsula?
- La misma - replicó ella, emulando la respuesta dada por el Fiscal.- Bueno, aunque con unas cuantas arrugas más a cuestas - añadió con su innata coquetería.
Saga no sabía qué hacer. En ningún momento había previsto la posibilidad que existiera esa escena extra y se hallaba dudando en si tenderle la mano a modo de saludo, darle un par de besos como se había acostumbrado a hacer de adolescente o quedarse ahí, palplantado como un estúpido al que le sobraba el maletín, la americana que colgaba de su brazo y la corbata que se escurría de la supuesta protección que le conferían los pensados pliegues de la prenda.
- Discúlpame...- balbuceó con torpeza, reacomodándose todas las pertenencias en su flanco izquierdo para poder ofrecerle la mano.- ¿Cómo estás? - Ella rehusó el gesto con la autoridad que le daba la edad y se acercó un paso más para apoyar las manos sobre los hombros de Saga, siendo ella misma la que mostrara la intención de saludarle como habían hecho siempre. Saga se inclinó por inercia, facilitándole el propósito y correspondiéndole del mismo modo.- ¿Qué haces aquí...? - Atinó a preguntar Saga una vez hubieron compartido los dos besos de rigor, uno por mejilla.
- Después de la visita con la que me sorprendió ayer tu hermano no pude dejar de pensar en Aspros...- Confesó con palpable nostalgia.- Me surgió esta inoportuna añoranza que aparece cuando menos la necesitas y desde ella mis pensamientos viajaron hacia vosotros dos...En lo que Kanon me contó que estáis enfrentando...- Prosiguió, sintiéndose extrañamente cómoda ante Saga.- Algo dentro de mí me dijo que debía venir.- Sus labios se estiraron en una triste sonrisa que pretendía defender la validez de dejarse llevar por corazonadas sin fundamento.- Así que no me lo pensé. Cogí el coche y regresé a Atenas después de...¿once años? Sí, sí...once años han transcurrido ya desde que Aspros falleció...
Saga no dejaba de mirarla, de apreciar bajo todos los trazos de delicado maquillaje las facciones de esa mujer joven, segura y extrovertida que se había ido marchitando junto a las esperanzas de hacerse un lugar en el seno de una familia fracturada, imposible de restaurar.- No sé qué decirte, Úrsula...la verdad es que me tomas completamente desprevenido...
- Ay, cielo ¿cómo crees que me quedé ayer al abrir la puerta y descubrir a tu hermano y su eterno amigo inglés a su lado? - se rio, sacudiendo la cabeza con gracia para apartarse un ondulado mechón rubio que se empeñaba en caer cerca de su colorida mirada.- Te confieso que las veces que había imaginado un posible reencuentro con alguno de vosotros dos, Kanon no entraba en mis visiones. Siempre supuse que si alguna vez me volvía acercar al clan Samaras serías tú el protagonista, pero no tu hermano, quien siempre me detestó. Y fíjate cómo son las ironías de la vida...
Saga se esforzó en dibujar algo parecido a una sonrisa que apenas se vislumbró. Los reproches con que Kanon le había avasallado aún retumbaban en su mente y seguir negándose a su parte de razón carecía de sentido.- Te agradezco que le recibieras y que le entregaras lo que durante años te estuvo confiando mi padre...- Dijo al fin, incapaz de librarse todavía del incómodo corsé que le mantenía rígido ante ella.
- ¿Os ha servido?
- Espero que hoy pueda convertirse en una buena arma con la que poder combatir...- Úrsula asintió acompañando a Saga en su deseo mientras su mirada no cesaba de apreciar todos y cada uno de los rasgos que conformaban el rostro del joven Fiscal, tan igual al de su hermano y a la vez tan distinto cuando entraba en juego esa colección de matices gestuales, únicos privilegiados de hacer diferencias entre los dos. El hecho de saberse observado de esa forma tan directa y cruda estaba incomodando a Saga, que buscó zanjar con ese cercano escrutinio haciendo uso de un recurso tan banal como útil.- ¿Nunca miraste lo que contenían los sobres que te entregaba mi padre?
- Nunca.
- ¿No sentías curiosidad?
- Muchísima. Pero se lo prometí, cariño...
- Entiendo que mantuvieras tu promesa mientras mi padre seguía con nosotros, pero una vez fallecido...y siendo tú la única persona que sabía de la existencia de esos secretos ¿qué te impedía curiosear en ellos?
Úrsula se sonrió ante el repentino derroche de preguntas, inspirando hondo antes de darles las únicas respuestas que poseía.
- Cielo...una promesa es algo que se debe estar en disposición de cumplir desde el mismo momento en que nace. Y cuando el primer sobre cayó entre mis manos, yo no le hice solamente una promesa a Aspros. Le hice tres: le prometí guardar todo lo que me confiara a partir de ese día, le prometí no querer saber y le prometí entregárselo al primero de vosotros tres que acudiera en su reclamo. Además...yo trabajaba con él. Le conocía...- la expresión de Úrsula se ensombreció al recordar ciertos momentos de su vida compartida con Aspros, aunque rápidamente rescató su vistosa sonrisa para enmascarar la tristeza que le producía volver a transitar por esos pasillos sin él a su lado - Podía parecer una mujer despreocupada, pero no era estúpida. Observaba...y no me hacían falta pruebas explícitas de nada para saber que durante un largo tiempo Aspros estuvo lidiando con temas personales muy delicados. Enfrentó casos turbios y estoy casi segura que recibía amenazas o coacciones. Al fin y al cabo, esto son los Juzgados más importantes no sólo de una ciudad, sino de un país entero. Y por desgracia supongo que ambos estamos en disposición de admitir que aquí nada es tan claro y nítido como en realidad debería ser. La justicia a veces cojea por los golpes bajos que se dan a espaldas de los jueces que la avalan...- La mano de Úrsula había tomado con afecto el antebrazo de Saga, permitiendo que su pulgar le regalara unas tímidas caricias a través de la tela de la camisa.
- La Justicia sería perfecta sin nosotros...- Concluyó Saga con un inesperado deje de antigua tristeza - Somos las personas las que a veces la embrutecemos, a eso te refieres, ¿verdad? La desvalorizamos cuando permitimos que nuestros sentimientos entren en juego...- El recuerdo del único juicio en el que él ejerció de abogado defensor había acudido a su mente. Y lo había hecho en un momento en que lo último que necesitaba era revivir cómo él mismo había debutado en los tribunales con artimañas y mentiras cuya única finalidad era proteger a su hermano.- Perdóname...- Saga sacudió la cabeza levemente, ignorando por qué se había lanzado a compartir esas palabras con Úrsula - Hoy no me siento muy cercano a la idea de Justicia que deberíamos honrar con nuestra dedicación y esfuerzo...
Úrsula seguía mirándole directamente a los ojos, acariciando su antebrazo con ternura y optando por no añadir mucho más.- Confía en ti, cariño, es todo lo que te puedo decir.- Saga inspiró hondo al asentir en silencio, mordiéndose los labios momentáneamente.- Estaré presente en el juicio, y luego tengo pensado quedarme unos días en Atenas. Hay amistades a las que les debo una visita después de tantos años...- se explicó, cortando el contacto que la había mantenido cercana a Saga - Si tú quieres que charlemos con más calma, aquí te dejo mi número de teléfono.- Con gestos gráciles abrió el bolos, extrajo una pequeña libreta y un bolígrafo de tamaño reducido para anotar la serie de números que contactarían con ella. Saga lo aceptó, echó un rápido vistazo a los números sin ser capaz de retener el orden correcto y se guardó el papel en el bolsillo interior de la americana que seguía colgada de su brazo.- Estaré encantada de poder compartir un tiempo más tranquilo contigo. Creo que nos lo debemos.
- Supongo que tienes razón...
Úrsula no dijo nada más. Sonrió con la transparencia y calidez que otorgan los años, volvió a posar una mano sobre el hombro de Saga y aprovechó la altura que le conferían sus zapatos de tacón para besarle en la mejilla antes de deshacer los pasos que la habían conducido a través de esos conocidos pasillos.
Cuando Saga accedió a la sala procesal sintió su estómago encogerse de golpe. Durante unos preciosos instantes había conseguido olvidar que estaba a punto de afrontar el juicio más mediático de toda su corta carrera profesional, y fue el gran despliegue de cámaras, cables, periodistas, fotógrafos y técnicos de sonido e imagen que revoloteaban por ahí los que le recordaron sin piedad cuán expuesto llegaba a estar. Su presencia plantada en la puerta consiguió que algunos de los ahí presentes se voltearan para descifrar la identidad de quien se aventuraba a entrar primero, olvidándole rápidamente para seguir con la puesta a punto de todos los dispositivos que iban a retransmitir el juicio en directo.
Al Fiscal no le gustaba en absoluto esa falta de intimidad, y aunque sabía que los aguaciles velaban para impedir la interacción entre las partes del tribunal y los asistentes como espectadores o divulgadores informativos, descubrir sentado en uno de los bancos a Afrodita Eriksson fue un detalle que le revolvió por dentro. El joven periodista pareció olerle con olfato privilegiado y se regodeó ladeando el rostro para fijarse en él, sonreírle con pedantería, morder el bolígrafo por la parte superior y sujetarlo entre sus labios mientras cruzaba una pierna por encima de la otra y se servía de su muslo más alzado como soporte del portátil que abrió para comenzar a desempeñar su trabajo. Un jocoso guiño de ojo secundó todas esas simples acciones y cuando el periodista sueco regresó su mirada hacia la pantalla del ordenador, una sensual sacudida de cabeza consiguió apartar algunos mechones caídos sobre su rostro, ayudándose del bolígrafo rescatado de entre sus labios para colocarse un par de ellos tras la oreja. Saga apretó la mandíbula y tragó saliva para darse unos preciosos segundos de sosiego antes de pasar por su lado y conseguir ser inmune a su execrable proceder, mentalizándose en borrar de su campo visual cualquier elemento que se hallara fuera del camino a transitar.
Aún no había dado un paso que una conocida oleada de nicotina se encargó de abrazarle los sentidos, haciéndole sentir irónicamente acompañado.
- Ya estoy aquí, ni diez minutos he tardado.- Dijo Kanon a sus espaldas mientras se enfundaba la americana que le había estado custodiando Wyvern.- ¿Por qué no entras? - Un par de chicles de menta acudieron a refrescar el aliento del gemelo menor, que seguía plantado detrás de su hermano, esperando algún tipo de reacción que no llegaba.- ¡Venga! - Insistió al tiempo que se desabrochaba el cinturón para acomodarse bien los vaqueros y cerrar la hebilla en una posición más adentro.- ¿Qué pasa, Saga?
- Esto es una mierda, Kanon...- Farfulló el Fiscal, armándose de valor para cruzar toda esa marabunta de personas non gratas.
- ¡Joder! ¡La leche! ¿Qué es toda esta movida?
Kanon le siguió los pasos con su habitual desfachatez, importándole muy poco pisar algunos cables, llegando incluso a darse el gusto de fisgonear una gran cámara apostada en medio del pasillo hasta que fue reprendido por su propietario.
- No sé si recuerdas que es un juicio mediático...- Farfulló Saga a media voz, visiblemente molesto.
- Claro que lo recuerdo, pero no me imaginaba que el despliegue de cámaras y periodistas sería tan descomunal...
Kanon también hablaba en un tono bajo, protegiéndose inconscientemente de las posibles escuchas que pudieran sufrir los intercambios de palabras con su hermano. Saga dejó el maletín a los pies de la mesa asignada siempre a la Fiscalía y se posicionó de espaldas a todo ese bullicio para cerrarse uno de los botones superiores de la camisa y colocarse la corbata por la cabeza para asentarla alrededor del cuello, necesitando únicamente ajustar el nudo. Luego siguió la americana y después de comprobar que toda su indumentaria lucía de forma correcta no pudo resistirse al impulso de pasarse ambas manos por el cabello, sintiéndose extraño al exhibirlo suelto y libre de gominas y geles fijadores.
- Pues ya ves. Lo es. Todo lo que hagamos y digamos será visto y escuchado por miles de personas.- Saga de dio media vuelta para encarar a Kanon, que había apoyado su trasero contra el borde de la mesa que acogería sus presencias, cruzándose de brazos mientras se dedicaba a observar sin disimulo a toda esa congregación que tanto molestaba a Saga. Las masticadas al chicle eran sonoras, detalle que contribuía todavía más en la alteración interna que estaba sufriendo Saga.- ¿Puedes, por favor, masticar el chicle con más discreción? - Murmuró, mirándole con el ceño fruncido y la respiración un poco desacompasada.
- ¿Y tú quieres hacer el favor de tranquilizarte?
- Me jode mucho tener a toda esta gente aquí...- se justificó Saga, que dudaba en si sacar del maletín toda la documentación que requería para el proceso y darle otros repasos u olvidarla ahí hasta que apareciera el Juez Dohko. Al final eligió cambiar el maletín de lugar, dejándolo tumbado sobre el escritorio pero sin abrirlo ni sacar nada que pudiese ser reportado por alguno de esas alimañas que se alimentaban de todos y cada uno de sus gestos.
O más concretamente, por ese buitre carroñero en cuestión, que no cesaba de mirarle con descaro y ofrecerle sonrisas de dudosa intención.
Saga se halló sometiéndose al pulso de miradas con el que el joven periodista le retaba, consiguiendo que Kanon partiera de la ofuscación que vio en los ojos de su gemelo hasta conectarse con la impertinente presencia de un joven al que no conocía.
- ¿Quién es ese crío? - preguntó el menor por lo bajín.
- ¿Ese? - Saga lo dijo sin dejar de mirarle con fijeza, sintiéndose cada vez más furioso con la idea de tenerle pendiente de él durante todo el día.- Ese es un imbécil con el que ya me las he tenido al llegar.
- ¿Un toca pelotas? Pasa de él entonces...- razonó Kanon, quitándole importancia.
- ¿Te acuerdas de la última rueda de prensa que di? ¿Justo el día en que Thane salía de prisión libre de todos los cargos? - Saga enderezó su postura y se acercó a su gemelo para poder hablarle lo más privadamente posible, emitiendo algo parecido a cuchicheos directos al oído de Kanon.
- Sí, claro que me acuerdo.- Susurró Kanon, que le miró de refilón sin virar su rostro.
- Pues este personaje es quien comenzó a hacer valoraciones impertinentes sobre mi proceder, mi dudosa reputación y encima se atrevió a nombrar a papá y a usar su imagen en mi contra. Todo lo que publica es carroña.
Kanon empezó a recordar lo incómodo que se había puesto Saga ese día, y no le costó mucho en recuperar las imágenes de una mañana en que había ido a casa de su hermano, quien se hallaba sumamente irritado por lo que un supuesto periodista de poca monta se dedicaba a publicar sobre él.- Sí...ya me acuerdo...si hasta leí algunas de sus gilipolleces...- rememoró Kanon para sí mismo.- ¡Que le den, Saga! En serio, pasa de él...No hagas caso de lo que diga este tipo. Tendrías que estar por encima de las opiniones de gente así.
- Lo que me jode, Kanon...- El Fiscal cargó el peso de su cuerpo hacia el otro pie, quedando aún más próximo a Kanon al tiempo que la posición relajada de éste le permitía seguir con la estúpida pugna de miradas - lo que realmente me jode - repitió, bajando la vista para centrarse en su hermano - es que es el rey de la prensa amarilla judicial, con un público morboso y multitudinario, que es capaz de armarse una noticia viral con el simple detalle de haberte dejado un botón de la camisa por abrochar. Y lo más preocupante es el bombo que se le dan a las noticias de "profesionales de la comunicación" como él, en vez de prestar atención a los reportajes objetivos y constrastados.
- Menudo elemento el gilipollas éste...- Kanon cedió a la tentación de girar el rostro levemente para poder fijarse mejor en él, hallándose correspondido con la misma mirada descarada que tanto parecía irritar a Saga.- Tendré que ir a presentarme antes que se le ocurra escribir datos erróneos sobre mí...- Reflexionó, regresando la atención a su gemelo.
- ¡Ni se te ocurra! - La mano de Saga se agarró a la tela de su camisa en un instintivo gesto que pretendía retenerle ahí.
- ¡Eh, vale! Tranquilo, hermano...- Dijo, sorprendido al ver la feroz reacción de Saga para coartar una acción que ni tan siquiera se había materializado.
- Es un buitre...- siguió Saga, visiblemente afectado por la negatividad que emanaba del aura de ese joven tan impertinente como perspicaz.- Es peor que una hiena...
- ¡Saga, joder! - Masculló Kanon, cerrando su mano sobre la de Saga para aflojar el agarre al que seguía sometido su camisa.- Ya te he entendido a la primera...Además, la fauna no tiene ninguna culpa que ese nene te ponga tan nervioso...
- No puedo con él...Me enerva...
- Pues centrémonos en lo que realmente nos importa.- Propuso Kanon.- ¿Cómo empezarás?
- Con un alegato que no tengo gracias a tu inestimable colaboración.
- Esto no es preocupante, ya se te ocurrirá algo mucho mejor que la mierda de discurso que te habías escrito.- Saga exhaló parte de su renovado nerviosismo por la nariz, rindiéndose a la urgencia de emplear sus manos en algo tan simple como apartar los bajos de la americana y buscar apoyo directo sobre su cadera. Kanon le observaba sin preocuparse de empeorar la imagen que ofrecía a todos los periodistas cuando en vez de abandonar la posición relajada contra la mesa, permitió que parte de su trasero se asentara mejor en ella, dejando una pierna colgando al aire y el pie de la otra rozando el suelo.- ¿Qué más? - Dos chicles más surgieron del bolsillo de sus jeans, y cambió la pelota que había masticado durante diez minutos por materia prima renovada. Al no saber qué hacer con esa bola húmeda y pegajosa pensó en pegarla bajo la madera, consiguiendo que la decencia de Saga actuara por voluntad propia y le tendiera un post-it aparecido de la nada antes que Kanon cometiera la inconsciente imprudencia de convertirse en la primera noticia amarilla del día.
- Joder, Kanon...esto no son los pupitres del colegio...
- Atrévete a mirar por debajo antes de decirme nada.- Saga chasqueó la lengua y resopló ante la indolente actitud de su mitad, que tuvo la decencia de lanzar la bola de papel rellena de chicle justo dentro de la papelera que aguardaba en los bajos de la mesa.- Después del alegato, ¿qué tienes? ¿con qué testigos cuentas?
- El testimonio principal es el de Phansy. Luego tengo esperando a Manigoldo Granchio a través de video conferencia desde los Juzgados de Firenze en caso que proceda, así como a Shaka en calidad de médico forense. Thane es obvio que también está llamado a testificar, pero en realidad únicamente he preparado un poco la intervención de Phansy...aunque ella solicita declarar sin verle cara a cara para poder sentirse menos coaccionada, detalle que no es muy positivo según mi parecer. DM y el Inspector Camus también están disponibles para aclarar detalles de los últimos hallazgos referentes a Hypnos, pero no sé, Kanon...Hay el tema del jurado popular, y...y...
- Ya está, Saga. Ya lo tienes.- Dijo Kanon, posando una mano sobre el hombro de su hermano.- Ahora sólo falta que te dejes llevar...que confíes un poco en la improvisación. Y piensa en que nuestro tío también está aquí para ayudarnos si crees que puede ser necesario. No te olvides de él, por favor...
- No lo haré. No sufras por ello.- Saga le sonrió como pudo. Kanon apretujó con cariño el hombro del Fiscal y de un arrebato saltó al suelo, recolocándose la americana con cierta gracia y dando un alertante rodeo a la mesa.- ¿Dónde vas?
- A saludar...- respondió con tono de obviedad.
- No, Kanon. No. Por favor...Te lo acabo de advertir...
- ¿Cómo dices que se llama este sujeto?
Saga sacudió la cabeza en un acto de rendición, sabiendo que arrancar a Kanon de sus propósitos era una misión casi imposible.
- Se hace llamar Afrodita.- Kanon casi se tragó el nuevo chicle al escuchar este apodo, pareciéndole una elección ridícula y pomposa.- Afrodita Eriksson.
- ¡Mejor me lo pones, hermano! ¡No puedo dejar pasar la ocasión de presentarme ante la Venus de Milo del periodismo actual! Además, debo hacer gala de mis buenos modales antes que se escriba lo contrario...¿no te parece?
#Continuará#
¡Gracias Krista!
