32. Entreacto
- ¿Quieres hacer el favor de estarte quieto? - los finos dedos de la florista no hallaban el modo de poder colocar bien el cuello de la camisa que lucía DM - ¡Graci! ¡Por favor! - elevar un poco la voz fue el recurso con el que consiguió la frágil quietud del inspector, y no dudó en apresurarse en su cometido. Finalmente el cuello de la camisa quedó bien cercado por el de la americana y un par de alisados manuales sobre la tela cobertora culminaron en un pensado agarre de solapas y un repentino tirón que inclinó a DeathMask hacia adelante, dejándole presto para recibir un rápido beso sobre sus labios.- Qué guapo estás cuando te dejas ayudar - dijo Helena, intentando un último movimiento con el cabello del italiano.
- Va, Helena, ya está...- él le tomó ambas manos y trató de detener sus interminables toquecitos para adecentarle de aquí y de allá. - No soy un ramo de tus flores, yo llego a un punto en que no mejoro más, por mucho que te empeñes.
- ¡Qué desabrido eres cuando te pones nervioso!
- ¡No estoy nervioso! Pero si no salgo ya para los Juzgados voy a llegar tarde.
- Está bien...- Helena se rindió a las ganas que tenía su mano de alisar la camisa por la zona de los botones y zanjó su particular puesta a punto con una sonrisa sencilla y sincera - Ve...y tranquilízate, que tú hoy no vas a hablar...
- Hablará mi padre, ¿te parece motivo por el cual pueda estar tranquilo?
Helena no respondió. Desvió su verde mirada hacia el despliegue de flores que adornaban la pared detrás de DeathMask y después de valorar todas las respuestas que llegaban a su mente decidió cambiar drásticamente de tema.- ¿Vendrás a cenar?
- ¡Claro! No creo que se alargue mucho la sesión de la tarde. Es el primer día de juicio, no acostumbra a ocupar demasiadas horas. ¿Quieres que compre algo de camino a casa? - preguntó, tomándola de la cintura para arrimar sus cuerpos un poco más.
- Si quieres traerte una barra de pan...Con esto y lo que hay en la nevera ya nos arreglaremos.
DM buscó otro cariñoso beso y cuando deshizo el lazo con el que le había cercado la cintura dejó que su mano dejara una caricia sobre el vientre de la muchacha.- ¿Y cuándo se empezará a notar que aquí dentro hay vida?
- ¡Ay, no lo sé, Graci! - Helena le soltó un gracioso sopapo sobre la mano y se guardó la suyas dentro el gran bolsillo delantero que adornaba su delantal.- ¿No tenías tanta prisa? ¡Pues venga! Que yo tengo trabajo aquí también.
DeathMask le sonrió a la vez que le guiñaba un ojo y cuando salió a la calle no dudó ni dos segundos en sacar su cajetín de tabaco negro y prenderse un cigarrillo de los suyos, saboreándolo con inmenso placer después de haberse estado aguantando toda la mañana, además de haber superado el trance del café post-comida sin acompañarlo con uno de ellos. Desde que supo la noticia del embarazo que le prometió a su ex-esposa que dejaría de fumar, pero a pesar que hacía grandes esfuerzos para cumplir su promesa no podía evitar traicionarla cuando se hallaba a solas y fuera de casa.
Como si Helena no lo supiera ni se sonriera por lo bajo al verlo partir a través de la persiana de finas láminas.
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Despacho del Juez Dohko
Los toquecitos con los que el ujier golpeó la puerta solo consiguieron que el Juez se atragantara con uno de sus ronquidos, que masticara en sueños y que se entregara de nuevo a esa respiración profunda que traspasaba algo más que su garganta.
Sumido en una suerte de vergüenza ajena el bedel repitió la acción, esta vez imprimiendo más intensidad a los tres golpes con los que atizó la puerta.- ¡Su Señoría! ¡Va siendo la hora! - exclamó junto a una nueva sucesión de golpes.- ¡Juez Dohko! ¡¿está ahí?!
Claor que estaba ahí, y el funcionario lo sabía perfectamente. Lo que ocurría era que ya no sabía qué hacer ni qué decir para hacerse audible sin tener que vivir el bochorno de entrar y encontrarse al magistrado sumido en plena siesta.
- ¡Juez Dohko! ¡En veinte minutos se reanuda el juicio!
Tres golpes más. Impacientes y cercanos a una inminente y forzosa invasión que al fin se quedó solo en intento. Desde las interioridades del despacho surgió una voz ronca, adormilada y voceando con claros dejes de mal humor.
- ¡Ya te oí a la primera, hijo! - mintió Dohko, hallándose en apuros para poder sentarse en un sofá que cada día parecía engullir su cuerpo un poco más - Qué porquería de muebles los de hoy en día...- masculló para sí mismo mientras conseguía erguirse y frotarse el sueño con ambas manos.
Por costumbre miró el reloj que se ceñía a su muñeca izquierda y vio que marcaba las 15:42. Acto seguido alzó la vista hacia el reloj que adornaba la pared y comprobó lo mismo.
En la mesita baja que había frente a él aún quedaban los envoltorios del menú de comida rápida que se había hecho traer por uno de los funcionarios, y para quitarse la pastosidad que se había instalado en su boca tomó el vaso en el que aún debía quedar algo de coca-cola light aguada por el hielo. El sorbo que propinó a través de la cañita aspiró de manera bastante sonora todo el líquido que se había formado durante esa horita de siesta, y cuando volvió a depositarlo entre ese despropósito de mesa decidió que ya lo recogería todo después.
- Bueno...pues vamos allá otra vez...
Hicieron falta un par de simulacros de empuje antes de acogerse al tercero con todas sus fuerzas y así desadherirse de la excesiva molicie del sofá. Por suerte su despacho estaba equipado con un pequeño aseo de uso personal y una vez hubo cambiado las aguas, lavado las manos y comprobado que en su rostro no quedaban restos de ketchup ni mostaza, fue momento de recuperar la toga y cubrirse con ella.
Todos sus apuntes y documentación sobre el proceso habían quedado en el tribunal, bien custodiados por la presencia de los funcionarios que se encargaban de mantener el orden en la sala y de hacerle algún que otro favor evitable cuando Dohko lo requería.
- Ve a buscarme un café solo, largo y descafeinado, por favor...- susurró cuando pasó por al lado de uno de ellos, endosándole un par de monedas medio de escondidas, como si estuviera en pleno trapicheo ilegal - y me traes dos azucarillos también...
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Despacho del fiscal
- Shura, debes comprenderme...
Saga ya no sabía qué hacer para lograr que su colega y amigo entrara en razón. El Fiscal había rehusado de emplear esas horas para comer por varios motivos: primero porque debía hacer partícipe a Shaka del cambio de médico forense llamado a declarar, delegándole a su joven pareja la tarea de comunicárselo a Mu. Segundo, porque sentía el estómago cerrado desde que se había estrenado el día. Y tercero, porque necesitaba conseguir como fuera hablar con Shura. Y hacerlo cara a cara.
Shura había acudido a su llamado, aunque no lo había hecho de muy buena gana. O no al menos con la buena predisposición de mantener una charla agradable.
- ¿Qué quieres que comprenda, Saga?
- Que lo he hecho lo mejor que he podido, pero sinceramente...creo que Phansy ha cometido un error...
- Ni se te ocurra echarle la culpa del fracaso de su intervención a ella - le alertó el español, ofreciéndole una mirada que aún se percibía airada y dolida.
- ¡Erró al pedir testificar sin barrera visual que la protegiera! - exclamó Saga, abriéndose de brazos ante lo que él era una evidencia incontestable - De acuerdo que se envalentonara y pensara que podía hacer frente a ese hombre sin derrumbarse, pero Shura...- prosiguió, rebajando un poco el tono de su voz al tiempo que volvía a distender la posición de su cuerpo, el cual reposaba con el trasero apoyado contra el borde externo de su escritorio - Hypnos...ese jodido hijo de puta ha estado manipulándola desde que era una cría. Sólo le ha bastado cruzar su mirada con la de ella para atraparla en sus redes. Dime...¿qué podía hacer yo contra esto?
- ¡Llevarla de regreso a tu terreno, joder!
- ¡Y lo he intentado, Shura! ¡Lo he intentado!
- ¡Pero debías hacerlo, no intentarlo!
Shura se aproximó al que era su escritorio dando la espalda a Saga. Fingiendo observar la pulcritud que gobernaba en la superfie que tan sobria y ordenada mantenía siempre mientras las manos se clavaban en sus caderas y los dedos de ambas golpeaban el cuero del cinturón que cercaba sus pantalones.
Saga inspiró hondo. Retuvo el aire y lo dejó salir largamente, concentrándose en la sensación de despresurización que relajaba su pecho. Las mangas de la camisa estaban arremangadas hasta rozar los codos y aún así seguían molestándole. La corbata se la había quitado en el mismo ascensor y la americana colgaba del perchero asentado en un rincón de su despacho compartido con Shura.
- Ni siquiera has protestado nada de lo que ha planteado Balrog...- se quejó Shura, medio ladeando el rostro para avistar por el rabillo del ojo la abatida figura del fiscal.- Y la ha desmenuzado en mil pedazos, Saga...podrías haber protestado y detenerle...- añadió, dándose media vuelta para mirar a su amigo de frente.
- Sabes tan bien como yo que no hubiera logrado nada...
- ¿Nada? ¿De verdad, Saga? ¡Como mínimo le hubieras detenido por unos segundos! ¡Le hubieras dado pequeñas treguas a Phansy!
- Phansy ya estaba metida de lleno en los terrenos que Balrog quería y yo no podía sacarla de allí. Dohko hubiera desestimado todas mis protestas...
- ¡No lo sabes, Saga!
- ¡Sí lo sé! ¡Igual que lo sabes tú! ¡Aunque te niegues a aceptarlo!
Shura se llenó con una larga inspiración repleta de rabia y le sostuvo la mirada a Saga, mostrando su faz más severa y tajante - No fue así como quedamos en los ensayos...
- No. No lo fue...tienes razón. Lo preparamos con poco tiempo y, aunque lo hubiésemos puesto en escena mil veces, la realidad quizás tampoco se hubiese ceñido al camino que a nosotros nos iba bien.
- Te equivocaste al presionar a Phansy para que testificara.
- Tal vez...- asumió Saga, manteniéndose quieto y dispuesto a recibir parte del derroche de frustración que sacudía a Shura.
- Gracias a ti se ha generado una opinión pública nefasta hacia su persona.
- Yo no saqué esta parte de su pasado, Shura...
- ¡Pero no has hecho nada para evitar que ese desgraciado se cebara con ella! - gritó Shura otra vez, acortanado la distancia que le separaba de Saga y acuchillándole con la mirada y con la porción de superioridad que le ofrecía la posición en la que se hallaba el fiscal.
- ¡El pasado es el que es, y esto no es algo que yo pueda cambiar! - Saga ya se estaba sintiendo atacado en exceso y, por mucho que también le doliera cómo habían cambiado los tercios en la actuación de Phansy, no podía protestar ante el planteamiento de hechos que eran totalmente demostrables.
- ¡Tenía que salir de allí siendo una víctima! ¡Y ha salido siendo una puta que quiso aprovecharse de la bondad y la riqueza de "ese gran artista de corazón enorme" !
- Shura...
Saga se irguió abandonado el apoyo que le había conferido el escritorio y alzó ambas manos con la intención de apoyarlas sobre los hombros de su amigo.
- ¡Phansy dejó ese pasado atrás! ¡Es mucho más que éso !
- Yo lo sé, Shura...
- ¡Es una víctima, joder!
- ¡Shura! Lo sé - Saga tomó los hombros del español con firmeza, obligándole a detener ese derroche de palabras repetitivas para poder conseguir una sincera conexión de miradas.- Todo lo que me estás diciendo...lo sé.
Shura tragó saliva. Mantuvo la mirada a Saga y respiró sonoramente un par de veces, procurándose un más que necesario sosiego después de haber drenado oarte de toda la turbación que le carcomía por dentro.
- No volverá a subir al estrado - le advirtió a modo de personal protección hacia la mujer que ahora ocupaba su corazón.
- Yo no la llamaré.- Saga imprimió convicción en sus palabras anhelando tranquilizar un poco a Shura, aunque tampoco se guardó para él algunas de las probabilidades existentes sobre las cuáles no podía ejercer ningún tipo de control - Te prometo que yo no lo haré, pero no puedo asegurarte que Balrog no quiera hacerlo otra vez...- Shura desvió la mirada y se deshizo del lazo con el que Saga le había mantenido cercano, dirigiéndose de nuevo hacia su zona del despacho.
- Esto es una mierda, Saga...- musitó a media voz, pasándose una mano por el rostro dando la espalda al fiscal - Phansy está destrozada...avergonzada...- añadió, con la voz a punto de quiebre.
- Ve con ella, Shura.- Saga se acercó a él y posó su mano derecha sobre el caído hombro de su asistente, presionándolo con esa medida justa de afecto y ánimo que solo sabe dar una caricia amiga.- Ve con ella y tratad de no pensar más en lo que ha sucedido hoy...
- Como si fuera tan sencillo...- Shura fue asaltado por un traicionero suspiro lastimero, preludio de un inmediato intento de recomposición con el que enderezó su cuerpo y se giró para encarar a Saga otra vez.- Hay heridas que no se cierran con la celeridad que uno quisiera. Tú lo sabes mejor que nadie.
- Pero deben tener su espacio para convertirse en cicatrices, y una vez se consigue...por mucho que quede la señal del dolor que se sufrió, el alma se fortalece ahí...Estamos llenos de cicatrices, Shura...de las que se ven...- dijo, llevándose la mano hacia su propio pecho - y de las que no - agregó, rozando la zona bajo la cual palpitaba el corazón del español, en pleno proceso de resurrección.- Phansy necesita cerrar todas las heridas que tiene abiertas, y únicamente tú puedes ayudarla en ello. Tú y este amor infinito que sé que sientes por ella y que te hace brillar la mirada como hacía años que no te recordaba.
- Está bien...- aceptó Shura, esforzándose en dibujar una escueta sonrisa que Saga no necesitó para dejar a un lado su yo profesional y abrazarse al amigo que Shura siempre fue para él - Volveré a casa con ella...- los brazos del asistente respondieron al afecto con el que le rodeaban los brazos de su viejo camarada universitario.
- Y perdóname, Shura...- susurró Saga - Perdóname no haber encontrado el modo de hacerlo mejor...
El abrazo se rompió con prontitud cuando ambos se dieron cuenta que estaban unidos en un gesto fraternal que hacía mucho que no se ofrecían con tanta sinceridad. Shura fue en busca de su americana y se la vistió haciendo gala de unos medidos y acertados ademanes. Saga carraspeó, inspiró hondo y soltó el aire lentamente mientras sus manos buscaban apoyo sobre la cadera.
- ¿Con qué seguirás ahora? - Shura fingió haber recuperado su perfil más estoico y profesional, por mucho que por dentro siguiera sintiéndose azotado por oleadas de emociones a las cuales no estaba acostumbrado.
- Pues...ahora tocará hacer conexión con los Juzgados de Firenze. Está programado el testigo de Manigoldo Granchio.
- ¿El padre de DM testificará?
- Creo que en mi caso...debo remover algunas de la heridas antes de dejar que cierren...- confesó Saga a media voz, desviando la mirada como si aún dudara de la estrategia que su mente había alzado sobre cimientos de paja.
- Pero esto significa ir de lleno al pasado, Saga...A tu pasado...
- Lo sé, Shura.
- Y...¿estás seguro de ello?
- Ni por asomo. Pero Balrog está demostrando ser un hombre sin escrúpulos morales de ningún tipo y sé que en algún momento me atacará con la figura de mi padre.
- Es totalmente plausible que ocurra...- valoró el Shura aplicado y racional.
Saga enarcó las cejas al momento que se humedecía los labios y reafirmaba la sentencia de Shura con un asentimiento de cabeza.- Balrog podrá usar a mi padre, pero no le conoce...Este desgraciado conoce la cara pública de Aspros Samaras...pero yo viví con él, Shura...toda mi vida...Hasta el día que falleció. Él no puede conocer a Aspros Samaras mejor de lo que le conocí yo.
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Instalaciones del IMF
- No.
- Sí.
- Que te digo que no.
- Pues a mí me han sacado de la lista, Mu. Esta vez te toca a ti acudir a los Juzgados en calidad de médico forense.
- Pues no me apetece.
Mu rodeó la mesa de autopsias por el costado que le alejaba más de Shaka y tomó la manguera para comenzar a regar toda la sangre que había sobre la superficie metálica.
- A mí tampoco me apetecía la primera vez que el viejo Kopis me mandó para allá.
- Sabes que no me gusta ser el centro de atención...- Mu todavía no se había quitado las gafas protectoras de salpicaduras, las cuales lucía a modo de diadema que le despejaba la frente de molestos mechones de cabello.
- Tampoco me gusta a mí, pero te aseguro que una vez estás ahí arriba, los nervios se pasan.
- ¡Y una mierda se van a pasar los nervios! - exclamó Mu, mirándose a Shaka a través de una intensa subida de negación que no pensaba refrenar.
- Mu...- Shaka se acercó a la mesa de autopsias que su colega seguía limpiando y se apoyó con ambas manos en el borde más cercano a él, que por suerte lucía limpio de restos orgánicos - las autopsias las hemos hecho tú y yo juntos...además, el entendido en el tema médico vas a ser tú. Mentalízate así, repítete esto como un mantra: "nadie de allí sabe de medicina más que yo".
El joven exótico detuvo el fluir de la manguera y se quedó mirando a Shaka a través de la distancia que les imponía esa fría mesa.- Nadie sabe más que yo, pero Saga por sí solo ya impone...¡imagínate el otro abogado!
- Es abogado, lo acabas de decir, no médico. El médico vas a ser únicamente tú.- Insistió Shaka en su tarea de convencer a Mu - Además...Saga impone cuando no le conoces, no es tu caso.
- Shaka...no me jodas...- respondió Mu, alzando sus curiosas cejas gracias a un empuje de ironía.- Tú le conoces. Yo no.
- Comiste con él estas navidades pasadas...Ya le has tratado en ámbitos más familiares...
- ¿Y?
Mu accionó de nuevo el agua de la manguera, calibrando una presión mayor del flujo para llevarlo a los rincones y arrancar cualquier resto que pudiera quedar adherido en ángulos complicados.
- ¿Cómo que "y"? - replicó Shaka, apartándose dos pasos al ver que su amigo no pensaba escatimar en cuidados a la hora de rociar la mesa.- Estás hablando con un retintín que no me gusta - se quejó, frunciendo sus rubias cejas.
- Olvídalo Shaka.- Mu quiso zanjar la conversación entorno a Saga a riesgos de acabar compartiendo libremente muchos pensamientos que él llevaba años albergando hacia Saga y los cuales jamás eran bienvenidos por parte de Shaka. Pensamientos que, en realidad, nada tenían que ver con el hecho de tener que prestar testimonio ante un juicio.- ¿Y qué me dices del otro?
- Por lo que me ha comentado Saga, es un tipo duro.
- Cojonudo...
- Te repito que no puede saber de medicina más que tú. Métete ésto aquí dentro - dijo Shaka, alargando el brazo para conseguir que su dedo índice llegara a la sien de Mu y la presionara un par de veces.
- ¡Quita!
El primer ademán de salpicar a su amigo con la manguera fue un travieso aviso que mojó el costado del jersey de Shaka.
- ¿Cómo te atreves? - Inquirió, amenazando a Mu con una mirada achicada y una sonrisa presta a corresponder la afrenta.
- Que te quites de aquí ¿que no ves que estoy limpiando? - señaló Mu, salpicándole otra vez, en esta ocasión con mejor puntería.
- ¿Con que estas tenemos, eh? - Shaka se sopló una gota de agua que descendía de su flequillo completamente mojado y no dudó en alcanzar la mesa contigua y hacerse con su correspondiente manguera de limpieza.- ¿que has dicho sobre que no piensas ir a testificar? - sus cejas se arquearon con travesura y los dedos accionaron el chorro de agua dos veces apuntando hacia arriba, amenazantes, más que predispuestos a buscar un objetivo sólido aunque un tanto escurridizo.
Mu se agachó para evitar recibir un disparo directo y aprovechó su resguardo para lanzar un chorro directo contra las piernas de Shaka.
- ¡¿Pero...?! ¡Esto es a traición!
Las carcajadas que nacieron bajo la mesa pronto se acallaron gracias a un disparo ininterrumpido que empapó toda la cabeza de Mu.
- ¡¿Serás cabrón?!
- ¡¿Yo?! ¡Empezaste tú!
Mu abandonó su escondite y ya se olvidó de estrategias e historias. Allí se había iniciado una guerra y no pensaba adherirse a ninguna retirada.
Aunque luego tuvieran que fregar las consecuencias de su chiquillada.
Aunque olvidaran por un rato las responsabilidades que sobre sus hombros pesaban.
#Continuará#
¡Gracias Krista!
