33. El saber sabe a poder
- Te has equivocado haciendo testificar a la Señorita Melnik al inicio del juicio…
Saga no había notado esa presencia a sus espaldas hasta que la afirmación que llegó directa a sus oídos hizo que se olvidara del enjuague de sus manos y alzara la vista hacia el espejo. Lune se personó a su lado luciendo un temple inquebrantable y se observó el rostro como si esperara hallar algún detalle fuera de lugar, incomodando a Saga únicamente con su cercana presencia.
- Te has equivocado y sé que lo sabes. Como también auguro que no acabas de estar conforme con la intervención de tu próximo testigo. Pero no te preocupes, todos tus errores a mí me favorecen, y sé que eres suficientemente inteligente para ser consciente de ello…- Saga se sacudió el agua de las manos, tomó un trozo de papel del dispensador y se las secó mientras se forzaba a observar en silencio el soberbio reflejo de Balrog, quien parecía deleitarse en exceso con su atusado.- Lo que no acabo de comprender, Fiscal Samaras…es por qué te empeñas en batallar un juicio que tienes perdido…
Lune destensó sus hombros con gestos elegantes y finalizó sus retoques estéticos con el abrochado de su americana y la recolocación del nudo de la corbata. Saga se había mentalizado de no entrar en su juego e ignorarle, y casi lo consigue…
Casi.
Porque cuando estaba a punto de alcanzar la puerta, la grave voz de Balrog volvió a irrumpir en sus oídos, y esta vez lo hizo pronunciando unas palabras cuidadosamente elegidas para herir.
- Me pregunto, Saga…si me deleitarás con el uso de las destrezas ilusorias que empleaste la única vez que una sala procesal te vio como abogado defensor…- Ahí la tez de Saga palideció. La mano que pretendía abrir la puerta para salir congeló sus intenciones y un repentino pavor interno le ancló en ese peligroso límite que confrontaba el precipitado debut en el juego sucio con la incapacidad de arrepentimiento por haberlo llevado a cabo.- Tu hermano ha vivido unos años regalados gracias a ti, supongo que como mínimo ha sido agradecido contigo…
Saga tragó saliva. Intentó sobreponerse al rápido ritmo que habían alcanzado los latidos de su corazón e inspiró toda la serenidad que pudo para mostrarse impasible cuando ladeó el rostro y miró a Lune directamente a los ojos.- Estás defendiendo a un pederasta, violador y asesino, Balrog…- esgrimió con la voz mordida por la rabia – y también eres lo suficientemente inteligente para ser consciente de ello. Ahora…mi pregunta es, Lune…- prosiguió Saga, haciendo uso de las mismas pautas expuestas por el noruego - …¿quién ha decidido cuánto cuesta aniquilar tu sentido moral? ¿Hypnos o tú? Porque está claro que tu ética tiene un precio, y si tu ética lo tiene tu honradez como abogado tampoco posee ninguna garantía…
La risa sardónica que escapó de Lune no hizo otra cosa que aumentar todavía más el malestar que su sola presencia generaba en Saga, a quien ya se le habían acabado las ganas de seguir enfrascado en una conversación que solo pretendía desestabilizarle la concentración.
- Nos reencontramos en el tribunal, querido Fiscal…Estoy ansioso de descubrir con qué malabar pretendes sorprenderme.- Balrog se aproximó al inmóvil Saga y no escatimó encanto en el instante de ofrecerle una muestra de su arrogante sonrisa – Manigoldo Granchio…- una pequeña risa sarcástica escapó por su nariz y se adelantó a Saga en la intención de abrir la puerta, desapareciendo con su andar seguro y pausado.
Saga dejó que se alejara. Compartir proximidad con ese hombre no le gustaba nada, y sentirse vulnerable ante una personalidad tan arrolladora como lo era la de Balrog le hacía sentir pequeño como nunca antes le había sucedido. Pero en algo Lune sí tenía razón, y era en que Saga también era un hombre inteligente. Sabía que toda esa perorata no se ceñía a una simple casualidad. Ese encuentro en el baño no había sido fortuito y el consiguiente intercambio de palabras tampoco. Balrog estaba dejando entrever cuales eran realmente sus métodos de acción, y Saga no podía ceder ante ellos.
Antes de acceder a la sala reparó en la presencia de Kanon y Rhadamanthys al otro extremo del pasillo, enfrascados en una conversación seguramente de naturaleza trivial dadas sus gesticulaciones relajadas y el cariñoso agarrón de nuca con el que el Wyvern zanjó la charla, empujando a Kanon hacia la ejecución de sus responsabilidades.
Saga no esperó a su hermano. Entró con el empuje de una honda inspiración y se dirigió hacia su lugar haciendo uso del pasillo central, aunque se viera obligado a sortear algunos de los periodistas que también estaban aprovechando el receso para estirar las piernas, revisar sus anotaciones o buscar un mejor ángulo de luz para inmortalizar la sesión de la tarde.
Al lado izquierdo de la mesa del Juez se estaban llevando a cabo los últimos arreglos para poder entablar conexión directa con los Juzgados de Firenze mientras en la zona de la defensa, acusado y abogado se hallaban intercambiando impresiones en un tono de voz imperceptible por Saga.
Hypnos no desvió la mirada cuando Saga la cruzó con él y al ser partícipe de ese contacto visual evitable, Lune, que había optado por apoyar su cuerpo sobre la mesa dando la espalda a la sala y así poder interactuar con más intimidad con su cliente, se giró levemente para regalar otra de sus calculadas sonrisas al Fiscal. La llegada de Kanon fue más indiscreta y Balrog reacomodó su cuerpo sobre la superficie de la mesa con más descaro, permitiéndose la libertad de observar a los dos hermanos sin disimulo alguno.
- ¿Estás bien, Saga? – Kanon llegó arrastrando con él la típica estela del cigarrillo recién consumido, rebuscando en sus bolsillos el paquete de chicles mentolados con los que se engañaba la ansiedad que le ocasionaba la prohibición expresa de su vicio.
- Sí…estoy bien…- Saga rodeó la mesa y tomó un fajo de papales sujetos con un clip y adornado con varias pestañitas de colores a lo largo del costado.
- Estás pálido…¿has comido algo?
- No. No tenía hambre.
- ¡Saga, te va a dar algo con el estómago vacío!
- ¡¿Quieres dejar de preocuparte por mí, por favor?! – farfulló entre dientes, mirándose a Kanon por debajo de la frunción de sus cejas.
- ¡¿Pero qué cojones te pasa ahora?!
- ¿Acaso no eres consciente que este juicio lo hemos empezado fatal?
- Bueno, es el primer día…No te ofusques tanto con el testimonio de Phansy…- Saga chasqueó la lengua ante los intentos que Kanon hacía para quitar hierro al nefasto estreno, removiendo papeles aquí y allá para ignorarle la presencia.- Tienes a más testigos, no únicamente a ella…
- Phansy era crucial.- replicó, tajante.
- Pues ya no lo es. Olvídate de ella y céntrate en Papá Granchio.
- ¡Ya sé qué es lo que tengo que hacer! ¡No hace falta que vengas tú a decírmelo!
Saga habló con un tono de voz más elevado del adecuado para el momento, haciendo partícipes de su molestia interna a toda la zona de la sala cercana a ellos. Kanon selló sus labios al tiempo que también fruncía su ceño y comenzaba a experimentar unas tremendas ganas de mandar a la mierda a su gemelo, y hacerlo por enésima vez en pocos días. Balrog se sonrió satisfecho e Hypnos le secundó la sonrisa, exasperando aún más a Saga, quien les devolvió la mirada acompañada con una oleada de repentino odio.
- Y yo ya sé que no te llego a la altura del betún, hermanito…- masculló Kanon, acercando su rostro al de Saga mientras experimentaba una indigesta mezcla de rabia y frustración – pero no creo necesario que lo debas esparcir a los cuatro vientos. He estado apoyándote y defendiéndote desde que hemos entrado en esta puta sala, pero si tanto te jode que ahora esté aquí contigo, te reitero lo que te dije: no me necesitas, así que…apáñatelas solito con tu mal humor y tus jodiendas mentales. El inútil de tu hermano se las pira.
Kanon se irguió con toda la intención del mundo de salir de esa sala y no volver a pisarla en lo que durara el proceso, pero la mano de Saga cerrándose con fuerza en su antebrazo le detuvo y le invitó con cierta brusquedad a volver a quedar con sus miradas muy próximas – Lo sabe, Kanon…- intentó susurrar Saga, forzándose un tono de voz bajo e íntimo.- Sabe lo nuestro…
- ¿Lo nuestro? ¿De qué estás hablando? – preguntó Kanon, zafándose del agarre.
- Nuestro juicio, Kanon…
- ¿Cómo coño_
- Cómo no lo sé – le cortó Saga, tranquilizándose un poco al ver que Kanon abandonaba la idea de irse y buscaba la silla para tomar asiento – Pero sé que lo sabe porque él mismo me lo ha dicho cuando nos hemos cruzado en el baño. Si lo sabe está claro que puede usarlo…Y no podemos permitir que lo haga, Kanon…
Lune no les había quitado el ojo de encima, aunque sí se había dignado a tomar asiento en su silla para poder disfrutar mejor del fraternal espectáculo que él mismo había incitado con frío cálculo. La sonrisa parecía no abandonar sus labios sutilmente ladeados, y ésta se ensanchó silenciosa cuando Kanon pretendió fulminarle con una mirada que a él nada le quemaba.
- Este hijo de puta debe tener algo con que poder agarrarlo de las pelotas, Saga…
- Pues ya me dirás tú el qué, porque desde que hemos empezado siento que va un paso por delante de mí sea cual sea el movimiento que yo tenga pensado hacer.
Los hermanos habían conseguido volver a comunicarse a través de susurros que quedaban apresados entre la proximidad de sus cuerpos, sabiéndose mejor cobijados cuando gran parte de la asistencia diluida por los pasillos iba regresando a sus respectivos lugares. Sus caras conocidas también iban reapareciendo, a excepción de Shura y Shaka, que fueron reemplazados por la indiscreta llegada del Inspector DeathMask, quien tuvo el acierto de dirigirse hacia la esquina que había decidido ocupar el actual Inspector del caso, Camus.
- A DM ni se te ocurra nombrarlo, Saga…- murmuró Kanon más a modo de advertencia que de consejo asistencial.
- No voy a hablar con él ahora, únicamente con su padre…- Saga cuchicheó la respuesta observando la figura de su antiguo colega de corruptelas, temiendo por la amenaza que ya estaba planeando sobre los errores que en un pasado unieron los caminos de ellos tres.
- Pero Lune también interrogará a Papá Granchio, le sacará de quicio y no dejan de ser italianos, Saga…Les bulle la sangre y ya sabes cómo reaccionan cuando les tocan de más las pelotas…¡son imprevisibles!
- ¡Silencio en la sala! – exclamó un ujier de repente, tomando de improviso a casi toda la concurrencia – ¡El Honorable Juez Dohko preside el tribunal!
Los fotógrafos se apresuraron a ocupar sus plazas asignadas. Afrodita abrió de nuevo su ordenador portátil y se preparó al costado la libretita donde iba tomando notas, comprobando a base de garabatos que el bolígrafo seguía funcionando bien. DM se apreciaba nervioso por la inminente aparición de su padre en la gran pantalla que habían habilitado próxima a la zona presidencial del Juez. Defteros y Úrsula separaron sus caminos una vez accedieron a la sala, dirigiéndose cada uno al lugar ocupado desde el inicio, y Thane seguía sin aparecer.
Nadie había visto al médium aunque su persona era la que esperaban casi la totalidad de los periodistas que estaban allí reunidos. No era el día en que estaba llamado a testificar pero era innegable que la relación familiar que le unía con el acusado levantaba una enorme expectación.
Una expectación que sin embargo Thane no halló en el camino hacia el centro penitenciario de Korydallos. El autobús de línea que le había acercado allí donde las paredes le conocían el alma le había tratado con la indiferencia y frialdad que el médium necesitaba. Había vivido unas últimas horas extenuantes y lo último que su cuerpo necesitaba era seguir exponiéndose a una vida pública que jamás dejaría de juzgarle, estuviera sentado en el banco de los acusados o sintiéndose libre frente a ellos.
Esa mañana un impulso le llevó a vestirse con ropa casual, buscar sus protectoras gafas de sol y cubrirse los cabellos negros con una juvenil gorra de visera, convirtiéndose en un familiar cualquiera en visita de un interno olvidado por el mundo de fuera. Su alma le demandaba acudir a buscar la compañía de un joven condenado en vez de ser espectador del necesario desplome de su propio hermano, y nadie le exigió más cuentas que la simple entrega de su DNI y sus pocos objetos personales para poder acceder a una sala comunitaria donde al llegar, Bennu ya le esperaba.
Sonriéndole con el corazón asomado en aguada mirada.
Las manos entrelazadas ante la imposibilidad de moverlas más allá del palmo de cadenas que las mantenía atadas.
Las clavículas marcándose en exceso y la palidez copando las bellas facciones de un rostro tan joven como sufrido.
- Tanner…- susurró el muchacho, fiel a su decisión de seguir nombrándole con el nombre que le conoció cuando Thane dejaba de ser Thanatos.
- Hijo…estás…- Thane se acercó a él con premura. Se agarró las ganas de ofrecerle un abrazo que sabía imposible y arrugó la gorra entre sus manos mientras se sentaba frente a él, mirándole directamente a los ojos – has adelgazado…- rectificó en un susurro – me prometiste que te cuidarías…que ibas a comer…
- Estoy bien, en serio – sonrió Bennu, humedeciéndose los labios agrietados de dolor - ¿Y tú? Te veo cansado…
- Lo estoy…ya sabes cómo va…hay épocas en que ellos me necesitan más que otras…
- Hoy empieza el juicio de tu hermano. Deberías estar ahí…Ver cómo le hunden en la miseria…
- Lo sé – asintió Thane, batallando consigo mismo para retener las lágrimas que le hacía brotar descubrir a Bennu tan tranquilo…tan sereno…- Pero he preferido venir y estar contigo el rato que nos permitan hacerlo…
Una silenciosa lágrima escapó de los aguados ojos del muchacho. Sus labios no podían reprimir una triste sonrisa que era humedecida constantemente y en la íntima conexión de sus miradas supo porque ese hombre al que él consideraba un padre estaba ahí con él. La fría brisa que acarició su rostro le confirmó sus esperanzas y la necesidad de corroborarlo de viva voz fue más fuerte que él.
- Mis hermanos…- susurró, alzando ambas manos encadenadas para restregarse otra lágrima - ¿están aquí, verdad?
Thane asintió, tragando saliva y borrándose el nacimiento de sus propia emoción con el rápido roce de sus dedos trabajados.- Les he prometido venir a verte. Y una promesa es algo que no se puede defraudar.
