¡Hola a todos! Desde ya quiero agradecer a todos los que se van sumando a esta historia.

Hoy les traigo un cap algo más corto que deja el drama un poco de lado. Nos vamos acercando de a poco a la actualidad.

Espero que el cap sea de su agradoy me dejen saberlo.

Sin mucho más que decir...

¡Buenalectura!

17 años

Matemáticas… desde siempre, desde toda la vida y para siempre, su karma. Era su último año y era su último exámen, y, como tal, tenía que aprobarlo para poder graduarse. En definitiva, los números la odiaban y ella odiaba a los números. Una relación tóxica de nunca acabar. Lo peor de todo, es que a esa altura lo que menos tenían las matemáticas, eran números. Estaba viendo trigonometría y el seno, coseno, tangente, cotangente y todas esas cosas la estaban volviendo loca.

Cansada, borró el ejercicio por cuarta vez y se dispuso a volver a hacerlo con un bufido. No había forma de que se acordara todas las fórmulas que, se suponía, debía acordarse para el exámen. Sentada en la mesa del living de la casa de Shaoran, Sakura se dispuso a terminar la hoja de ejercicios para que su profesor particular, que estaba concentrado leyendo un libro en chino que ella no entendía, corrigiera su trabajo.

Terminó sus ejercicios pasados una media hora más y sentía que su cerebro iba a explotar si seguía con eso. Soltó un largo suspiero y desvió la vista de su hoja para posarla en el hombre que estaba sentado en el sillón de cuero negro, porque si, hacía tiempo que Shaoran había dejado de ser un niño y había pasado a ser un hombre. Estaba sentado sobre el sillón, con las piernas extendidas y con el libro en la mano que leía de forma detenida. De por sí, siempre había sido una persona seria, pero en los últimos años Shaoran se había estado esforzando el triple de lo que lo hacía diariamente. Sakura a veces no entendía cómo hacía Shaoran para dividir su tiempo con todas las cosas que tenía que hacer y por ello también lo admiraba. Dividía su tiempo entre la escuela, un exhaustivo entrenamiento que hacía todos los días con Eriol, reuniones con su madre y otros sujetos en Hong Kong y lecturas adicionales que eran todas en su idioma natal, además procuraba pasar tiempo con ella y en ocasiones con sus amigos.

—¿Terminaste? —preguntó él al sentirse observado, sin dejar de leer su libro.

—Eso creo —hizo un puchero al tiempo que le extendió su hoja de cálculos.

Shaoran despegó por fin sus ojos del libro y sonrió ligeramente al ver el puchero que Sakura le estaba dedicando.

—Vamos, no es tan difícil. Espero que esta vez te haya ido bien, hace días que estás practicando.

—Tu lo dices porque se te da bien todo esto. Los números a tí te quieren y a mi me odian. ¡Ni siquiera tienes que estudiar para el exámen!

Indignada, movió las piernas de Shaoran y se sentó a su lado mientras él ojeaba sus ejercicios.

—Es el último exámen, Saku —extendió de nuevo las piernas y las apoyó sobre las de ella—. Y me enorgullece que de diez ejercicios al menos hayas hecho bien ocho de ellos.

—¡¿En serio?! —la expresión de felicidad en su rostro hizo reír a Shaoran que asintió con la cabeza.

—¿Viste que se puede? —se sentó bien en el sillón, se inclinó hacia ella y le señaló cuáles eran los errores—. Más allá de estas dos fórmulas, lo demás está todo bien. La diferencia de resultados es solo por decimales, el proceso está bien y es lo que cuenta. Si haces esto en el exámen, estarás aprobada.

—¿De verdad? —las palabras de Shaoran la llevan de ilusión, sobre todo para nunca tener que ver trigonometría otra vez en su vida. Sin poder evitar la emoción, de un salto envolvió a su novio en un abrazo y comenzó a llenarle la cara de besos—. ¡Gracias, gracias, gracias!

Shaoran volvió a reír y envolvió la cintura de su novia para terminar uniendo sus labios en un beso suave y pausado que poco a poco fue profundizando. Con un movimiento rápido, la sentó sobre sus piernas. Sakura amaba esos momentos de privacidad, sobre todo cuando él dejaba de lado su seriedad diaria para dar lugar a la ternura que había dentro de él, bastante en el fondo. Por eso, cada momento de privacidad, Sakura lo atesoraba con todo su corazón. Sus manos acariciaban el cuello de él y se perdían de vez en cuando entre los cabellos castaños; sus labios se habían separado para permitir el encuentro de sus lenguas y volver más profundo la caricia que había empezado con inocencia; su piel se estremeció cuando las manos de él se escabulleron por debajo de su blusa y comenzaron a acariciar su cintura y espalda; su cerebro, desconectado de la realidad (como le pasaba cada vez que Shaoran la besaba de esa manera) ignoró por un momento la vibración que sentía debajo de su pierna derecha, intermitente, molesto, intentando recordarle algo que había perdido hacía unas horas. Solo cuando él la estrechó más contra su cuerpo y sintió un bulto extraño debajo de su pierna, recordó aquello que representaba una molestia para Shaoran cada vez que tenía que enseñarle matemáticas.

—¿Sabes, Shao? —cortó el beso para tomar un poco de aire y mirarlo con diversión—. A veces eres una mala persona.

El ambarino, que al principio la miró con extrañeza, sin entender a qué se refería, soltó una sutil risa cuando volvió a sentir la vibración en la pierna.

—Si no representara una distracción para ti y fuera la única manera de que me prestes atención, no te lo sacaría.

Sakura hizo un puchero y extendió su mano entre ellos.

—¿Puedo verlo ahora si?

—Si no fuera por el tiempo que estamos juntos y te conozco, esto sería ofensivo, ¿sabes? —preguntó en un tono serio pero que ella conocía y entendía que estaba bromeando. Shaoran metió la mano entre ellos, y sin dejar que ella se levantara de sus piernas, retiró el celular rosa que había guardado en su bolsillo para que Sakura pudiera concentrarse en sus ejercicios, y lo dejó en su mano—. Te lo ganaste por haber logrado aprobar mi examen.

Sonriente, volvió a besar a su novio antes de encender la pantalla de su celular y ver los mensajes que tenía sin leer. Desde las notificaciones, Sakura pudo ver unos cien mensajes pendientes de lectura. Frunció el ceño, se acomodó en las piernas de Shaoran, apoyó su cabeza en el hombro de él y se dispuso a leer los mensajes pendientes.

—Todavía no entiendo por qué no silencias los grupos —se quejó volviendo a tomar el libro que había abandonado previamente.

—No me gusta no saber cuándo hablan. Agradece que mantengo en silencio el celular en general.

—Es insoportable sentir la vibración todo el tiempo.

—Vamos, Shaoran, eso lo dices tu porque dejas el celular tirado en cualquier lugar, no lees los mensajes y esperas que yo te de un resúmen de lo que se hablo o te diga si hay algo importante en algún grupo.

—Pues, claro… ¿para qué te tengo de novia, sino?

No pudo evitar poner los ojos en blanco y sacarle la lengua ante su comentario. Sin decir nada, volvió a centrar su atención en los mensajes. En el grupo que mantenían con sus amigos, conformado por Chiharu, Yamazaki, Naoko, Tanaka (el novio de Naoko), Rika, Eriol y Tomoyo, hablaban de la fiesta que tendría lugar ese fin de semana por la finalización de los exámenes en casa de Eriol. A decir verdad, Eriol lo único que había hecho era ofrecer su casa, ya que era grande, y apartarse de la organización. Ese tipo de fiestas no eran de su estilo, pero siempre ofrecía su casa amablemente como lugar para festejar, siempre y cuando, por supuesto, fueran fiestas controladas. Sakura sabía, además, que a Rubi moon le encantaba ser anfitriona y que al único que le molestaba el ruido era a Spinel, que desaparecía de la casa al primer invitado que no fuera de su confianza.

Hacía tiempo Eriol le había explicado la verdadera razón por la que había decidido dividir sus poderes con su padre, la otra reencarnación de Clow Reed. Las memorias de Clow eran una fuente de conocimiento muy grande y, por un tiempo, Eriol había disfrutado de ese conocimiento a costa de ser una persona con una edad mental mucho mayor que su edad física. Con el pasar del tiempo y al completar la conversión de las cartas Clow a cartas Sakura, Eriol había decidido que había cosas que, como mago, eran mejor no saberlas. Al dividir sus poderes, también había dividido las memorias de Clow y estas, poco a poco, fueron borrándose de la cabeza de su amigo permitiéndole vivir un poco la edad que se suponía, debía vivir. Eriol seguía siendo un chico serio, amable, educado, risueño y sabio, pero la incertidumbre y el desconocimiento le habían abierto las puertas a otros sentimientos como la ansiedad, el miedo y algunas emociones explosivas. Solía entrenar con Shaoran a diario luego del instituto y también dividía su tiempo entre el club de esgrima, baloncesto y fútbol. Además, solía pasar mucho tiempo con Tomoyo con quien mantenía una relación no formalizada, pues lo único que les faltaba era el título de novios.

Sakura dejó de leer la historia inventada de Yamazaki respecto al orígen de las fiestas y centró su atención en un nuevo mensaje que había recibido de Meilin. A decir verdad, hacía un tiempo estaba recibiendo mensajes extraños por parte de su amiga. En ese momento Meilin le había enviado un enlace a una página que hablaba sobre masturbación femenina y le hizo encender las mejillas apenas leyó el título del blog. Para su suerte, Shaoran estaba tan concentrado en su libro que no notó el repentino enrojecimiento de su rostro. Él le había contado que estaba leyendo un libro de economía que era aburrido pero su madre lo obligaba a leer. Sakura apenas sabía un par de palabras básicas en Chino que Shaoran le había enseñado. Había aprendido cómo se escribía Xiao Lang y también palabras como gracias y por favor.

—Shao —llamó luego de contemplarlo un momento.

—¿Hmm…?

—¿Sabes si le pasa algo a Meilin?

Shaoran levantó los ojos de su libro y enarcó una ceja extrañado.

—¿A Meilin? No que yo sepa, ¿por?

—Es que… hace un tiempo me está mandando mensajes que me parecen algo extraños.

—¿A qué te refieres?

—Bueno… —aclaró su garganta algo avergonzada—. Me manda mucha información sobre masturbación… también me ha dicho que respeta mis elecciones, pero que no me prive del autoplacer… y todas cosas así que… no estaría entendiendo.

Al principio, Shaoran la había escuchado con atención, incluso con algo de sorpresa, pero luego su rostro se convirtió en uno de diversión y pronto estalló en una sonora carcajada. El libro había caído al suelo y él se tomaba el estómago de tanto reír.

—Perdón, perdón —se secó las lágrimas de diversión que se le habían escapado—, si es mi culpa.

—¿Eh?

—Es que… hace un tiempo Meilin me venía preguntando si nosotros ya habíamos dado el siguiente paso. Quiero decir… si habíamos intimado, perdido la virginidad. Cosa que, por cierto, no pienso hablar jamás con mi prima —soltó un bufido y comenzó a acariciarle la cintura antes de seguir hablando—. Así que, durante un tiempo le dije que no le importaba, que no se metiera en nuestros asuntos y me bombardeó con información de cómo tratar a mi pareja o como iniciar relaciones sexuales y eso. Creo que quería saber si te había tratado bien o al menos asegurarse de que lo hiciera. En fin, un buen día me cansé y le dije que no, que seguíamos siendo vírgenes porque tú querías esperar hasta el matrimonio y a mi me parecía bien y así dejó de molestarme a mí —volvió a reír cuando los colores volvieron a apoderarse del rostro de la ojiverde—. Pero jamás imaginé que iría a molestarte a ti.

La realidad era que hacía más de un año que ellos habían dado el siguiente paso en su relación y habían comenzado a tener una vida sexual activa, pero aquello no dejaba de causarle vergüenza. Sobre todo al ver la naturalidad con que Shaoran le hablaba del tema. Le dió un golpe en el brazo haciendo que él riera más fuerte.

—¡Shaoran!

—¿Qué? —preguntó intentando poner cara de inocente—. Si quieres decirle que te robe la virginidad, díselo tú. A mi me gusta que nuestra intimidad siga siendo nuestra.

Sakura frunció los labios intentando reprimir una sonrisa.

—Eres un tonto.

—Pero así te gusto. Ahora… —la tomó de la cintura y con facilidad la levantó para que se sentara a horcajadas sobre él—. ¿Qué te parece si retomamos lo de antes y se lo dedicamos a Mei?

Sakura estalló en carcajadas ante las ocurrencias de su novio. Cualquiera que conociera a Shaoran diría que esa persona que estaba provocandola, bromeando con ella y tocándola, no era Shaoran Li, sino otra persona muy parecida a él físicamente. Lo que le encantaba de eso, era que cada vez que ella le decía que parecía otra persona en lugar del serio y huraño Shaoran de siempre, él le contestaba que se guardaba esa parte de su personalidad solo para ella. Y así lo prefería, y así lo amaba, porque estaba segura que si esa parte de Shaoran salía a la luz con cualquiera, él tendría su propio club de fans enamoradas.


19 años

Apenas despertó esa mañana la ansiedad se apoderó de su cuerpo. Ese día sería la primera vez que ella y sus amigos se irían a pasar las vacaciones juntos. Eso implicaba pasar una semana con Tomoyo y Eriol, pero sobre todo, con Shaoran. Sería una semana sin control parental de ningún tipo y la expectativa la llenaba de ansiedad.

Había despertado más temprano de lo normal y corrió escaleras abajo para desayunar apenas el reloj había marcado las ocho. Faltaban unas cuatro horas para que la pasaran a buscar y si bien tenía todo listo, la expectativa y la excitación por irse no la dejaban dormir más.

—¡Buenos días! —exclamó apenas puso un pie en la cocina —. ¡Buen día mami!

—Monstruo —Touya, como siempre, la saludó de esa manera. Pero, a diferencia de otras veces, su ceño fruncido estaba más marcado—. Estás demasiado contenta para ser tan temprano.

Sakura sonrió sin darle mucha más importancia. Touya, que había vuelto la noche anterior luego de su semana en la universidad, estaba comenzando a preparar el desayuno, unos hot cakes por lo que podía ver, así que, acompañando su buen humor, se dispuso a ayudarlo.

—Pues claro. En un par de horas me estaré yendo a la cabaña del lago que tiene la familia de Tomoyo y ya estamos grandes como para ir solos. ¿No crees que es suficiente motivo para estar contenta?

Su hermano refunfuñó por lo bajo y acrecentó su ceño fruncido. Sakura, en tanto, se regocijó por sus adentros. Sabía que a su hermano en realidad lo que le molestaba era que pudiera estar sola con Shaoran durante toda una semana sin que él pudiera aparecer para interrumpir sus momentos de intimidad. Lo que igual Touya no podía evitar, era que Shaoran viviera solo. Así que, como de costumbre, se ponía de mal humor cada vez que ella anunciaba que iría a lo de su novio.

—No me parece que estén lo suficientemente grandes —bufó de mala gana —. Seguro terminarán incendiando la casa o alguno terminará ahogado en el lago.

—¡Touya! —chiló indignada —. No importa lo que digas, eso no sucederá y no arruinarás mi buen humor. Todos sabemos cocinar y nadar.

—Conociéndolos, algo les va a pasar.

—Claro que no, todo estará súper bien. Ya verás.

Sakura le sacó la lengua como una niña pequeña antes de tomar los platos y comenzar a preparar la mesa. Touya con los hot cakes listos los separó en cada plato junto con un poco de miel y fruta recién cortada. Ambos agradecieron la comida antes de comenzar a desayunar.

—No pienso salir corriendo si queman la casa. Yo te aviso.

—¡Que no va a pasar nada de eso! Además, ¿para qué viniste tan temprano? ¿Solo para molestarme?

—Como papá está de viaje, alguien tenía que asegurarse de que no te olvidaras nada, cabeza de chorlito.

—Humpff —su gesto renegado quedó ahogado por el pedazo de fruta que estaba masticando. Sabía que en realidad su hermano había ido para despedirla y, por otro lado, debía quedarse para cuidar la casa—. Ya tengo todo preparado. Además, tengo unas horas antes de que pasen a buscarme para volver a revisar todo.

—¿Tienes tus documentos?

—Si.

—¿Plata?

—Tengo.

—¿Cargador para el teléfono y números de emergencia?

—Tengo también.

—¿Sábanas? ¿Toallas?

—Llevo.

—¿Abrigo?

—Me guardé dos buzos y una campera por las dudas.

—De acuerdo…

—¿Algo más? —Sakura sonrió con suficiencia teniendo todo lo que necesitaba y que él había mencionado.

—Si —Touya metió la mano en el bolsillo y arrojó unos cinco paquetes pequeños y plateados a la mesa. Paquetitos que conocía muy bien pero que ella no solía comprar pero sí solía usar. Su rostro se tornó colorado instantáneamente—. No quiero sorpresas, monstruo. Y como veo que ya sabes lo que es, mejor que te cuides o tu novio se quedará sin descendencia.

—¡¡TOUYA!! —chilló totalmente avergonzada.

—¿Qué? ¿Prefieres que te los diera papá?

—¡Ninguno! —espantada, se levantó de la mesa dispuesta a correr escaleras arriba.

—Sakura, te los traje en serio. Así que guárdalos.

Molesta y a sabiendas de que ese acto le molestaría y a la vez no, tomó los preservativos, le sacó la lengua y huyó escaleras arriba, cerrando la puerta de un portazo tras de sí.

—¿Por qué tantos gritos? —preguntó un adormilado muñequito amarillo con alas, asomando al cabeza desde su cajón.

—¡Nada! —cholló en un tono más alto del que pretendía.

—¿Por qué estás tan colorada, Sakura? ¿Tienes fiebre?

—No, Kero. Solo que mi hermano es un idiota.

—De acuerdo… ¿trajiste algo de desayunar? ¿Son dulces? —Kero, con ojos cargados de ilusión miró las manos de Sakura, quien se puso aún más nerviosa.

—¡No! Esto… esto… no es nada —apurada, metió los preservativos en el primer bolsillo de la mochila que vio.

—Oye, Sakura… ¿por qué estás tan nerviosa? ¿Qué es? —Kero se acercó volando con curiosidad.

—¡No es nada! ¡Déjalo, Kero! —espantada se tiró sobre su mochila para evitar los ojos metiches de su guardián. Lo único que le faltaba era tener que explicarle a Kero lo que era un preservativo y cómo se utilizaba.

Horrorizada por esa idea, Sakura agitó la cabeza de un lado a otro y se levantó de golpe.

—¡Es cierto! Tu te quedaras en casa de Yukito, ¿verdad? ¿No deberías ir yendo?

—En verdad —Kero miró con recelo la mochila, mas no preguntó nada. Sakura pensó que quizás sospechaba que se guardaba dulces sin convidar—, no entiendo por qué tengo que ir yo a lo de Yukito si él vendrá aquí a quedarse con tu hermano. Tampoco entiendo por qué no puedo ir contigo. Yue dice que debemos dejarte tiempo para que disfrutes tu adolescencia, que debemos dejarte tiempo a solas. La verdad es que no lo entiendo.

Sakura sonrió con cierta culpa ante el reproche de Kero. Como toda su vida estaba en un momento de tranquilidad, entendía que Kero y Yue se aburrieran de seguirla a todos lados. Por otro lado, a veces le daba pena contarles qué tenía pensado hacer y dejar que la siguieran... Después de todo, era una adolescente en pleno desarrollo y con hormonas alborotadas, así que en silencio agradecía a Yue por entender esa parte de su vida y obligar a Kero a darle privacidad.

—Bueno… piensa que en lo de Yukito podrás moverte con libertad y me asegure de dejarte muchos suministros para toda la semana… pero no te lo tienes que comer todo en un día porque te quedaras sin nada. ¿De acuerdo?

—Ya… pero igual…

—Kero… estaré bien. Shaoran y Eriol estarán conmigo. También me llevaré la llave y las cartas por las dudas. No tienes nada por lo que preocuparte, ¿si?

Kero pareció pensarlo un momento antes de asentir con la cabeza reasignado.

—¿Me dejaste muchos postres?

—Por supuesto. Los suficientes para que todas las noches te duermas con él estómago lleno. Además, si estás preocupado también me puedes enviar mensajes o llamar.

—Entonces supongo que está bien.