¡Hola a todos! Les traigo esta vez un cap más largo porque el próximo me voy a tardar un poco más en subirlo.

En este cap nos metemos más en la trama y en tratar de entender qué es lo que está sucediendo. Espero que sea de su agrado y me lo dejen saber.

Por cierto, ¡felices fiestas! espero que la estén pasando muy bien dentro de todo.

Sin más que decir...

¡Buena lectura!

22 años, dos días antes de la actualidad

Desde el momento en que abrió la puerta esa mañana, supo que algo no estaba bien, para nada bien. No cuando únicamente dos de sus cuatro hermanas estaban paradas del otro lado de la puerta, no cuando Fanren, la mayor de sus hermanas, y Shiefa, la menor, eran las que estaban saludándolo con una sonrisa en su rostro que no llegaba a sus ojos.

Shiefa fue la primera que se lanzó sobre él para envolverlo en un fuerte abrazo que apenas pudo devolver. Fanren, en cambio, le revolvió el pelo como hacía cuando era pequeño.

—¡Xiao Lang! ¡Qué alegría verte! —exclamó Shiefa besándole las dos mejillas.

—¿De verdad? —Shaoran arqueó una ceja y se movió a un lado de la puerta para que sus hermanas entraran en el departamento—. ¿Qué está pasando Fanren?

—Creo que primero podríamos hacer un poco de té, ¿no te parece, Xiao?

—¡Yo lo hago! —Shiefa, tan expresiva como siempre, levantó sus manos para ofrecerse para esa labor.

Sus hermanas conocían el departamento porque lo habían visitado un par de veces durante su estadía en Tomoeda, como ser el día de su graduación, por lo que su hermana fue directo a la cocina en búsqueda de los materiales para el té.

—El té está en la gaveta de la derecha. Sakura lo cambió de lugar.

—¿Cómo está ella? —preguntó Shiefa mientras ponía agua en la pava eléctrica y buscaba tres tazas—. ¿Ya conviven?

No pudo evitar el color rojizo en sus mejillas ante la pregunta por lo que, buscando evitar que sus hermanas lo notaran, se dispuso a buscar unas porciones de torta que tenía en la heladera y que, por suerte, Sakura había dejado el día anterior.

—Es… yo… nosotros no…

—Vamos, Xiao. Aquí se nota la mano de Sakura. Eres ordenado, pero definitivamente aquí hay mano de mujer.

Shaoran soltó un largo suspiro y cortó tres porciones de torta que colocó en tres platos negros y elegantes, elegidos, por supuesto, por Sakura.

—Bueno… no, no convivimos, pero se suele quedar —recordándose mentalmente que tenía veintidós años y era lo suficientemente grande como para poder llevar la vida que quisiera, llevó los platos hacia la mesa tratando de mantener los colores de su rostro lo más normales posible—. Más que nada en la semana… es decir, mi casa le queda más cerca del trabajo y la universidad… y yo suelo alcanzarla con la moto.

—O sea, que conviven la mayoría de los días —Fanren sonrió ligeramente—. Sakura es una gran chica.

Shaoran imitó la sonrisa de su hermana y asintió con la cabeza. Se sentó frente a ella y aguardó a que Shiefa terminara de preparar el té para volver a hablar. Fanren aprovechó el momento para mirar a su alrededor y comprobar, como siempre hacía, cómo estaba viviendo su hermano pequeño. El departamento de Shaoran se caracterizaba por su sobriedad y por no tener tantas cosas. El living, de paredes color crema, se unía con la cocina mediante un desayunador de caoba que tenía espacio en la parte de arriba para guardar copas y vinos, un gusto que había adquirido con el tiempo y que era lo que más destacaba de su casa. Al otro lado de la cocina, un corto pasillo con dos puertas lo llevaba a su habitación y al baño.

—Entonces… ¿me van a decir qué es lo que está pasando? —preguntó Shaoran una vez que Shiefa llevó la última taza humeante de té—. Imagino que no han venido como sorpresa para saludarme por mi cumpleaños.

—Femei y Fuutie querían venir, pero las necesitaban allá… —Fanren dió un sorbo a su té antes de continuar. Ella era la única de los cinco que tomaba las infusiones sin azúcar— Xiao, sabemos que le has solicitado a nuestra madre y al consejo abandonar tu puesto como líder del clan. Sabemos también que no te fue permitido y que lo único que te fue otorgado fue retrasar lo inevitable, sólo porque el consejo no creía que estuvieras lo suficientemente capacitado como para ocupar el puesto de nuestras madre…

Si sus hermanas estaban enteradas de estos detalles, Shaoran sabía que realmente había un problema y que era grave. Se acomodó en su asiento sintiendo el cuerpo tenso y esperó paciente a que Fanren continuara luego de saborear el pastel. Él no se sentía capaz ni de beber un sorbo de su té ya que sentía su estómago comenzar a revolverse.

—Xiao Lang, el clan necesita que ocupes tu lugar cuanto antes.

Ahí estaba, el balde de agua helada cayendo sobre su cabeza como un golpe de realidad que le aseguraba que jamás podría escapar de su destino.

—¿Qué ocurrió, Fanren?

—El clan Shinozaki logró aliarse con el clan Riufei… Xiao, estamos en guerra. Han descubierto la sala sagrada y lo que hay allí.

Tomó aire repetidas veces mientras cada palabra escuchada hacía cortocircuito en su cabeza. Si todo eso que le contaba Fanren era verdad, estaban realmente en problemas. El clan Riufei si bien no era un clan de mucha relevancia, si era un clan con mayor cantidad de hechiceros que los Shinozaki y si se habían unido eso quería decir que ellos también estarían practicando magia de sangre para incrementar sus poderes. Peor aún, si habían descubierto lo que atesoraba el clan Li, harían lo imposible para obtenerlo.

—¿Nuestra madre? —preguntó buscando la respuesta en los ojos de Shiefa. Apenas sus ojos se encontraron, ella bajó la mirada a su té.

—Está bien —respondió Fanren con tranquilidad—, con Fuutie y Femei. Pero… ya no puede con todos Xiao. Y, nosotras, no somos de gran ayuda. Le otorgamos nuestra energía y hacemos lo posible por mantenerla sana, pero no puede aguantar mucho más.

—Entiendo —y realmente lo entendía. No había una negativa posible o existente— ¿Cuándo he de volver?

—Cuanto antes… en lo posible.

Para darle tiempo, más que nada a que sus pensamientos se pusieran en orden, tomó la taza de té y le dio un largo sorbo. A decir verdad, no le preocupaba organizar su mudanza para ese mismo fin de semana… lo que sí le preocupaba, y no sabía siquiera cómo empezar a pensarlo, era el tema Sakura. ¿Cómo podía explicarle que tenía que volver cuanto antes a Hong Kong para tomar el puesto de líder del clan e inmiscuirse en una guerra que no sabía cuándo terminaría y por ende no sabía cuándo la volvería a ver?

—Xiao, no tienes por qué dejar a Sakura —como si pudiera adivinar el curso de sus pensamientos, Shiefa deslizó un pequeño cofre ornamentado en oro con pequeños símbolos chinos.

Shaoran no necesitó verlo demasiado para saber lo que era. Entrecerró los ojos y miró con desconfianza a su hermana.

—¿Qué haces con eso?

—Nuestra madre creyó que sería propicio que tuvieras esto —Shiefa tomó una de sus manos antes de seguir hablando—. Ella lo cree conveniente y todas nosotras también. Xiao Lang… sabes que solo hay una manera de…

—¡Ni hablar! —la interrumpió levantándose abruptamente de su lugar—. Sakura no va a venir conmigo.

—Xiao Lang…

—¡No, Fanren! Bien tú debes saber que es una locura siquiera pensar en llevar a Sakura conmigo. ¡Es llevarla a la boca del lobo! Me niego rotundamente.

Si ellas creían que llevaría a Sakura a Hong Kong donde muchos hechiceros, que practicaban magia de sangre, buscaban destruir su clan, estaban muy equivocadas. Jamás se atrevería a exponer a Sakura a tal peligro y por más que le doliera separarse de ella, y es que el dolor se estaba depositando en su pecho, jamás permitiría que Sakura fuera a meterse en una guerra a la que no pertenecía. Además, si se enteraban que ella era quien había recibido las cartas Clow y si notaban la magnitud de su poder, Sakura estaría en un peligro muchísimo mayor.

—Xiao, dime una cosa —Shiefa, con su tono dulce intentó calmarlo—. ¿Cuánto tiempo llevan juntos?

Shaoran frunció el ceño, confundido por la repentina pregunta de su hermana.

—Desde que volví… casi unos diez años, ¿por qué?

—Imagino que la debes querer más que a nadie en el mundo —Shiefa sonrió cuando él no respondió—. Tu silencio lo dice todo, Xiao… ¿no crees que es algo que deberían hablar los dos? ¿Decidir entre los dos?

—No, Shiefa —negó con la cabeza de manera rotunda—. No pienso llevar a Sakura conmigo. Este es el lugar donde ella va a estar a salvo… y punto. No pienso hablar más de este tema.

Shiefa volvió a deslizar la caja delante de él.

—Guárdala por si acaso, ¿quieres?

—Todas queremos a Sakura y estamos de acuerdo con nuestra madre y con que es la única manera en que tú podrás centrarte en liderar el clan —Fanren, al contrario de su hermana, utilizaba un tono más serio y menos conciliador—. Lo que importa es que vuelvas a cumplir con tu deber como líder y que protejas al clan. No podemos permitir que se acerquen a la sala sagrada.

Shaoran miró el cofre que frente a él, parecía brillar con todas sus ornamentaciones doradas y ostentosas. Se veía incluso amenazante. Pasó una mano por su cabello completamente frustrado. Cuando, a sus dieciséis años, había vuelto a Hong Kong para dimitir de su liderazgo, lo único que había obtenido era un retardo de sus tareas y él lo sabía… sabía que era inevitable, pero esperaba que ese retardo durara más tiempo, al menos hasta que apareciera alguien más indicado para liderar o hasta que pudiera terminar su carrera de economía y pensar cómo proponerle a Sakura la posibilidad de mudarse con él a Hong Kong. Todo, por supuesto, en al menos dos años más a menos que Sakura se decidiera por dejarlo antes.

Miró una vez más a sus hermanas y volvió a negar con la cabeza. De sus cuatro hermanas mayores, Fanren era la más parecida a su madre y a pesar de a veces ser extremadamente fastidiosa y expresiva, cuando se trataba de temas importantes se convertía en la persona más seria que podía conocer. Por el contrario, Shiefa, era una persona enamorada del amor y los sentimientos, era una persona extrovertida e intensa, la más parecida a Meiling en cuanto a ese aspecto. Siempre intentaba entender los sentimientos de todos los que la rodeaban y creía que el amor todo lo podía. Y si, por ese motivo, tanto Fanren como Shiefa habían sido las indicadas para ir en su búsqueda.

—Prepararé todo para marcharnos lo antes posible —Shaoran tomó su celular para mirar la hora. Sakura pronto estaría llegando para almorzar luego de su jornada laboral temprana—. Cuando termine les estaré avisando. Ahora… si me permiten…

Fanren y Shiefa, sin decir mucho más, se levantaron dispuestas a marcharse.


22 años, un día antes de la actualidad

Si le pidieran a cada uno de sus amigos que la describieran en pocas palabras, estaba segura que una de ellas sería "distraída" o "despistada". Desde hacía mucho tiempo que había asumido esa característica suya, era verdad, no lo podía negar por más empeño que quisiera poner. Pero, en ese momento, hasta una persona tan distraída como ella, podía darse cuenta que algo estaba pasando.

Despertó esa mañana con un vacío entrañable del otro lado de la cama. Shaoran se había levantado de la cama muy temprano y cuando Sakura miró la hora de su celular pudo ver que aún faltaba una hora para que dieran las ocho y sonara el despertador. Ese era el segundo indicio que había recibido para saber que algo no andaba bien. El primero lo había notado la noche anterior, cuando Shaoran la recibió por la tarde con una hermosa velada, una linda cena y una noche plagada de amor y bastante romance. Shaoran se había tomado el tiempo de besarla, acariciarla y contemplarla cual tesoro, cosa que de por si no era algo propio de su novio. Además, se había pasado la noche dando vueltas en la cama y Sakura estaba segura que no había pegado un ojo.

Pasó la mano por el lado vacío de la cama sintiéndolo frío. Sakura tenía un mal presentimiento que le estaba acechando el corazón y por un momento tuvo miedo.

—No.

Negó con la cabeza para deshacerse de esas pesadas sensaciones y se levantó en busca de su pareja con el fin de terminar con sus absurdas inquietudes. La casa estaba en completo silencio y la luz del día apenas alcanzaba para iluminar el interior. El cielo cubierto de nubes parecía acompañar las inquietudes de su interior y cada paso que daba acrecentaba su mal presentimiento.

Cuando Sakura puso un pie en el living su cuerpo tembló por completo. Shaoran se encontraba sentado en el sillón con los brazos apoyados sobre sus piernas, las manos entrelazadas y la mirada perdida sobre el suelo. Odiaba esa posición, con toda su alma. La consideraba como una de las que anunciaban malas noticias, sobre todo cuando ni su presencia en la habitación le hacía salir de ese encimamiento.

—¿Shao? —llamó cuando llegó a su lado. Él movió la cabeza, mas no contestó ni la miró—. ¿Sucede algo?

Shaoran mantuvo el silencio por un largo rato, solo sus manos cambiaron de posición cuando las llevó a su boca en un gesto pensativo. Sakura quería gritar, pero lo conocía lo suficiente como para saber que tenía que aguardar con paciencia a su lado hasta que se dispusiera a hablar.

—¿Te molestaría pasar parte de enferma hoy? —preguntó finalmente con lentitud, como pensando cada palabra antes de que saliera de su boca.

El pulso se le disparó apenas él terminó de hacer la pregunta. Sobre todo cuando ni siquiera había levantado la mirada del piso, lo que confirmaba sus malos presentimientos.

—¿Shao-ran? —la voz parecía no querer salir de su garganta— ¿Qué sucede?

Él negó con la cabeza lentamente y se pasó las manos por la cara, restregando un poco sus ojos. Parecía frustrado y agotado.

—¿Puedes hacer eso, por favor?

Sakura se mordió el labio inferior con inquietud.

—Dime qué pasa —pidió casi suplicante, incapaz de acceder a su petición.

—Sakura…

—No, quiero saberlo.

—Por favor…

—No.

El ambarino tomó una bocanada de aire antes de rendirse e incorporarse de la posición que estaba y mirarla por fin a los ojos.

—Hay algo que tenemos que hablar.

Y en ese momento, Sakura lo supo. Los ojos ambarinos le transmitían todo lo que sus palabras no estaban diciendo. Podía ver el sufrimiento en los ojos de su novio. No estaba segura cómo, pero sabía lo que estaba pasando y el pasado volvió a su lado como una fuerte bofetada para recordarle que no era algo olvidado. Estaba ahí y como había prometido, había vuelto.

—Te vas —dijo entonces. No era pregunta, no necesitaba preguntarlo porque ya sabía la respuesta.

La sorpresa pasó por el rostro de Shaoran como una ventisca de viento. Se acercó a ella con lentitud y, por qué no, con temor.

—Te has convertido en una gran bruja… ¿sabes?

—No necesito halagos, Shaoran.

Shaoran tomó sus manos y la miró suplicante.

—Lo sé… pero igual quería decírtelo —acarició el dorso de sus manos con los pulgares— ¿Podemos hablar bien una vez que hayamos desayunado?

—Creo que tengo el estómago revuelto como para desayunar —respondió con una mueca. Shaoran asintió con la cabeza y con gentileza la llevó al sillón para que ambos tomaran asiento—. Pensé… pensé que por fin habían aceptado tu renuncia.

—Solo la aplazaron —él desvió la mirada—, pero las cosas se han complicado mucho entre los clanes... y mi madre me necesita. Necesitan que tome mi lugar.

Sakura lo entendía, en verdad que lo hacía. Pero, el nudo que se le estaba armando en la garganta amenazando con dejarla sin voz, parecía querer decir todo lo contrario. ¿Qué significaba eso para ellos dos? ¿Cómo dejaba parada su relación ante la vuelta de Shaoran a China para ocupar el puesto de líder del clan, puesto que tendría que haber ocupado hacía mucho tiempo?

—Yo… yo… entiendo. En-entonces…

—Antes que lo pienses —Shaoran la interrumpió en un palabrerío sin ton ni son—, no puedo llevarte conmigo.

Sakura abrió ampliamente sus ojos verdes. Aquello todavía no se le había pasado por la cabeza pero Shaoran se había encargado de poner una muralla a su alrededor antes siquiera que ella se animara a dar un paso.

—¿Qué?

—Lo siento…

—Pero…

—No, Sakura. Lo siento, pero no pienso poner tu vida en peligro por una guerra a la que no perteneces.

—Pero…

Shaoran negó con la cabeza de nuevo, evitando siquiera que ella pudiera formar un pensamiento coherente en su cabeza.

—Lo siento… prometo enviarte mensajes a diario… intentar volver lo antes posible.

Sin poderlo evitar, una lágrima rebelde se escapó por uno de sus ojos verdes mientras tragaba con dificultad intentando encontrar su voz para poder responder algo. Quería gritar, quería llorar, quería suplicar y preguntar por qué. Por qué una vez que las cosas en su vida iban bien, de repente todo tenía que ponerse en su contra. Shaoran le borró la lágrima con el pulgar y gentileza. Sus ojos ambarinos también estaban algo aguados y Sakura sabía que él también estaba sufriendo. Y si él también estaba sufriendo… ¿por qué tenían que separarse así?

—¿Vas a… volver?

Shaoran restregó sus ojos antes de responder con sinceridad.

—No sé cómo están las cosas… pero…

—Shaoran…

—Sakura —Shaoran acunó su rostro entre las manos para verla directo a los ojos—. No importa donde estemos… siempre, siempre… siempre volveré a tí.

Sakura apretó los labios y cerró los ojos con fuerza. Quería creer con todos su corazón en sus palabras y en él, pero sentía su corazón hacerse trizas ante lo inevitable.

—Es… una guerra —dijo, como si con solo esas palabras pudiera expresar todo lo que sentía en su interior.

Shaoran limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas con los pulgares, mas no dijo nada. Los dos sabían que esta vez no se estaba yendo para arreglar unos papeles como antes. Esta vez se iba para no saber siquiera si iba a poder volver.

Sin poder aguantar mucho más su cercanía sin echarse a llorar como una pequeña niña, Sakura se apartó un poco.

—¿Cuándo?

—Shiefa y Fanren han venido a buscarme hoy…

—¿Qué? —no lo esperaba y esa respuesta pareció congelar el tiempo haciendo que las palancas se repitieran su cabeza—,¿Hoy?

—Si… me solicitan cuanto antes…

No creía que su corazón pudiera estrujarse más, pero en ese momento le dolía, le dolía de verdad. No tenía ni tiempo para asimilar la partida de Shaoran y no podía creerlo, no podía aceptarlo. ¿Cómo iba a poder aceptar que su novio, la persona que más amaba en la vida, se fuera de un momento a otro como si nada?

—¡Shaoran! —la voz le salió una octava más alta de lo que pretendía mientras se alejaba poco a poco y las lágrimas bañaban su rostro.

—De verdad… lo siento.

—No… no…

No creía poder mantenerse mucho más de pie e hizo lo único que podía en ese momento. No le importó estar vestida con apenas el pijama y unas ojotas. No le importó su aspecto… no le importó nada más que salir de ahí. No podía aguantar su mirada, ni seguir escuchando su voz con disculpas… no podía más que llorar y correr sin rumbo fijo. Creyó escuchar su nombre cuando atravesó la puerta del departamento, pero no sé atrevió a girarse para verlo.


Nada había salido como esperaba y no había parado de caminar de un lado a otro hasta que sus sospechas se habían confirmado. Pasado un rato desde que Sakura se había marchado de su casa, Tomoyo le envió un mensaje en respuesta a su pedido, avisando que su novia estaba con ella. Shaoran se permitió soltar un suspiro de alivio y mirar a su alrededor. Debía hacer muchas cosas y había tantas cosas en su cabeza que no sabía por donde empezar. Debía empacar, llamar para que prepararan la mudanza, avisar en su trabajo, en su facultad… un nudo se le formó en la garganta al pensar en todo lo que tenía que dejar atrás. Si bien él había hecho varias mudanzas y había cambiado de un momento a otro su vida, nunca había tenido ese sentimiento de querer aferrarse con todo su ser a ese lugar. Tomoeda se había vuelto lentamente en su hogar, en su casa. Había hecho amigos y encontrado a la persona que más quería en el mundo. Había vuelto a formar una familia en Tomoeda que se había vuelto la base de su vida.

Recuerdo tras recuerdo comenzaron a pasar por su cabeza. Noches en vela con sus amigos estudiando o disfrutando de películas, de beber algo. Días enteros con Sakura merodeando por su casa con su alegría desbordante, llenando todo el ambiente a su perfume floral... Definitivamente extrañaría ese departamento con toda su alma, pues era el lugar que lo vio crecer y convertirse en un hombre.

Shaoran limpió una lágrima que se había escabullido por su mejilla derecha. Si había algo que le preocupaba de esa vez, era no tener la certeza de poder volver, sobre todo de poder completar su promesa y volver a ella. Si su madre había mandado a sus hermanas a buscarlo, era porque realmente las cosas no estaban bien. Y si ella, que era poseedora de un gran poder mágico, no podía... ¿Por qué podría él? Si se estaba rompiendo en pedazos al pensar la vida que estaba dejando atrás.

El timbre de su casa lo sacó de sus pensamientos y recuerdos. Parado del otro lado de la puerta se encontraba quien en los últimos años se había vuelto su más gran amigo. Eriol, sin hacer preguntas, había acudido a su llamado luego de acomodar su día laboral en la librería.

—¿Estás seguro de lo que estás haciendo?— preguntó apenas atravesó la puerta.

Shaoran sabía que no le preguntaba por su decisión de ir a ocupar su lugar como líder del clan.

—No tengo opciones.

—Siempre hay opciones, Shaoran. Y decisiones… sobre todo decisiones.

—Llevarla en medio de un campo de batalla, no es una.

—¿Has hablado con ella? —Eriol se encaminó a la heladera y sacó dos botellas de cerveza—. Me refiero a si has escuchado lo que piensa… no si le diste tu decisión.

Tomó la cerveza que su amigo le tendía y se dejó caer en el sillón con derrota. Él ocupó un lugar en la silla más cercana esperando su respuesta.

—Bueno…

—¿No crees que ella tiene el derecho de decirte lo que piensa y desea?

—Si, bueno… —se removió en su lugar, con algo de culpa—, pero no tengo muchas opciones.

—¿Qué quieres decir?

—No me voy de vacaciones, Eriol. ¡Es una puta guerra entre clanes! ¿Y lo mejor? Yo tengo que ocupar el lugar de liderazgo de uno de esos clanes. Y no sé cómo hacerlo, sin mencionar el hecho de que ni siquiera quería ocupar el puesto—soltó un bufido de frustración sorprendiéndose de cuánto le pesaba todo aquello—. No hace falta que aclare por qué no quiero que venga conmigo.

—Te entiendo —Eriol sonrió ligeramente, como si en verdad comprendiera por lo que estaba pasando—. Pero así como te preocupas por ella, ella lo hace por ti. Además, te recuerdo que ya no es una niña indefensa.

—Lo sé… —realmente lo sabía, pero no podían pedirle que no intentara protegerla contra todo mal, incluso si ese mal era él mismo—, pero tampoco puedo sacarla de un momento a otro del lugar al que pertenece. Este es su hogar. Aquí está segura… tiene amigos, familia… y sé que todos y sobre todo tú la protegerás, así como Kerberos y Yue.

Eriol se tomó un momento antes de contestar. Shaoran podía jurar ver cómo su cerebro trabajaba para buscar las palabras adecuadas.

—Shaoran, en estos momentos el poder de Sakura supera en gran escala el mío... Lo sabes. Incluso tú lo haces… sobre todo desde que dividí mis poderes con el señor Kinomoto —bebió otro trago de cerveza para hacer algo de tiempo, como queriendo darle el lugar para que procesara sus palabras de a poco, como queriendo prepararlo para recibir una bomba—. Además, sabes que grandes poderes atraen grandes desgracias. Me refiero a que… esté donde esté, algo siempre la encontrará. De alguna manera... siempre va a estar en peligro.

—No creo que la encuentre una guerra... O por lo menos yo no pienso ser el responsable de llevarla directo al frente de una. Aquí estará más segura.

Eriol negó con la cabeza en desacuerdo, más no dijo nada al respecto.

—¿Por cuánto tiempo? —preguntó en cambio.

—No lo sé…

—Shaoran, permíteme preguntarte algo entonces. ¿Crees que después de todos estos años juntos les será fácil estar separados?

No necesitaba pensar mucho para saber la respuesta. Solía extrañarla demasiado siempre que se marchaba los fines de semana.

—Bueno… no, pero al menos sabré que no está en peligro.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

—Sé que aquí la cuidarán. Tiene a su padre... a su hermano cerca...

—¿Y ella.

—¿Ella qué?

—¿Cómo crees que pueda estar segura de tu bienestar? ¿Quién te cuidará a ti? Digo, no creo que la anime mucho que te vayas a liderar el clan y pongas tu vida en riesgo.

—Lo sé… pero… —en verdad no tenía ningún "pero" que valiera.

—Y déjame preguntarte algo más… Si Sakura llegara a necesitarte… ¿Dejarías al clan para volver en su ayuda?

—Yo no… no... lo sé.

—Piensalo Shaoran… no soy de las personas que disfrutan decirlo, pero estás ignorando lo obvio. Sakura es tu debilidad... eso es más que obvio, y manteniéndola lejos, no lograrás ganar batalla alguna.

Sabía que su amigo tenía razón en eso y no podía negarlo. En verdad, dejar a Sakura en Tomoeda significaba mucho más que una promesa que no sabía si podía cumplir. Dejarla e irse para enfrentar lo inevitable, significaba poner fin a su relación y eso le rompía el alma y el corazón en dos. Además, por más que él quisiera convencerse de que todo iba a salir bien y que iba a volver, no había manera de poder asegurarse de eso. Por otro lado, tomar el liderazgo del clan no era algo a lo que pudiera renunciar como si de un trabajo se tratara. Era un compromiso de por vida, y como líder tendría que dejar su vida por el bienestar y la prosperidad del clan.

Shaoran se llevó una mano al pecho, como si intentara calmar el dolor de su corazón. Cambiar su vida entera de un momento a otro, dejar a sus amigos y dejar a su novia… no era algo que estuviera seguro de poder cumplir si volvían a aparecer frente a él y era por ello que quería hacer todo lo más pronto posible. Además, su familia lo necesitaba y no podía darle la espalda. En definitiva, tomar su lugar en el clan significaba romper con Sakura y darle su libertad, porque él podía asegurarle que estaría siempre con ella, que volvería con ella… pero únicamente de manera figurativa. Una gran parte de su alma se quedaría con Sakura y viviría siempre con ella incluso después de su muerte.

—No… no puedo condenarla de esta manera —las palabras estaban atoradas en su garganta y casi no podía hablar debido al nudo que sentía atravesado. Pero, sentía que al menos su amigo se había ganado su confianza como para conocer sus pensamientos —. No sé si podré volver algún día… no sé siquiera si lograré cumplir con las demandas del clan… ¡No sé si sobreviviré siquiera! El consejo del clan incluso debe estar esperando mi llegada para unirme en un matrimonio por conveniencia.

Eriol volvió a mantener el silencio un momento, dándole tiempo para procesar sus propias palabras.

—¿Puedo preguntar qué es lo que tú quieres en verdad?

Shaoran arqueó la ceja con amargura.

—¿En serio?

—Si, en serio.

—¿Es que no es obvio?

—Para mi lo es. No sé para ti.

La tranquilidad de Eriol lo irritó. Claro que sabía lo que quería. ¡Hasta la más despistada de sus hermanas lo sabía!

—¡Quiero que esto no sea más que una puta pesadilla! —gruñó al tiempo que cerraba sus manos en dos puños.

—¿Qué más?

—¿Qué? ¿No te parece suficiente? —espetó con indignación.

—Solo dilo.

En ese momento odiaba a Eriol y sus ojos azules que lo miraban detrás de esas gafas redondas con una expresión de "no estás diciendo lo que quiero que digas". Eriol y su postura relajada era todo paz, en cambio él era un torbellino de sentimientos, de ganas de gritar, de descontrolar y mandar todo al carajo; de llorar, de preguntarle al dios que fuere, por qué todo le ocurría a él.

—¡¿Qué quieres que te diga, Eriol?! —gritó cediendo el control de sus pensamientos al caos. Le temblaba el cuerpo y tenía muchas ganas de golpear algo. Toda la paciencia que había tenido esa mañana con sus hermanas y con Sakura, había desaparecido —. ¿Que no quiero dejar a Sakura? ¡Claro que no quiero! ¡Es la persona más importante de toda mi vida! —. No podía detener la verborragia que salía desde lo más profundo de su ser—. ¡Odio ser un Li! ¡Odio ser un líder! ¡Lo único que quiero es vivir en paz con Sakura, maldita sea!

Shaoran se cubrió el rostro con las manos totalmente ofuscado. Su vida ya había dejado de tener opciones.

—¿Crees que podrás soportar estar lejos de ella?

Tragó con dificultad antes de responder, sin ser capaz de levantar la vista de sus manos. La verdad no se creía capaz, pero…

—Tengo qué. No pienso condenar su vida también.

—A veces te olvidas de todo lo que pueden hacer juntos, Shaoran. Sakura puede ser tu debilidad, pero también es tu fortaleza.

Las palabras de Eriol penetraron en su cerebro como si fuese una bala. Sakura era su debilidad, pero también era su fortaleza… si miraba hacia atrás y todo lo que habían logrado juntos… Sakura era su debilidad, pero también era su fuerza… si pensaba en todas las veces que había sacado todo su poder para protegerla… y es que todo eso era verdad. Sakura era su más grande debilidad pues podían destruirlo en un santiamén si algo le llegaba a pasar a ella, pero también su más grande fortaleza porque podía sacar fuerzas que no sabía siquiera que poseía.

Shaoran miró a su amigo con los ojos anegados en lágrimas por primera vez.

—Tengo miedo —confesó. Eriol sonrió de manera amable transmitiendo cierta tranquilidad—. Me muero si por mi culpa le pasa algo.

—Seguro ella también piensa algo similar. ¿No crees que a veces es mejor arriesgarlo todo y haberlo intentado que perderlo por dejarlo atrás, por miedo?

—No puedo… tolerar la idea de ponerla en riesgo. Cuando Gaea apareció en Tomoeda y después de la primera vez que la vio… jamás pude quedarme tranquilo. No al menos hasta que se fue y pude convencerme de que no volvería…

—Si no puedes tolerar esa idea, entonces, protégela. Tal como lo haz hecho siempre. Como lo hiciste cuando Gaea estuvo aquí, como lo hiciste desde que se conocieron. Haz lo necesario para que los dos consigan la vida que merecen.

Cansado de que la vida lo pusiera constantemente en jaque, Shaoran cerró los ojos con fuerza, queriendo despertar de una larga pesadilla después de abrirlos, rogando que alguien llegara a decirle que podía por fin vivir una vida normal y mundana.

—¿Crees que podrías asegurarte la vida de Sakura estando tan lejos?

No, la verdad era que no podía asegurarse de nada y sabía que Eriol tenía razón. Tenerla a Sakura lejos era como dejar una parte de su vida con ella y convertirse en un arma funcional para la guerra, si es que podía disociar sus sentimientos y su deber. Shaoran limpió una lágrima escurridiza y se revolvió el pelo con frustración. Su interior era de por sí un caos, una contradicción. Amaba a Sakura con toda su alma y bajo ningún punto quería separarse. A su vez, le parecía injusto pedirle que dejara toda su vida por él, sobre todo para caer en medio de una lucha de poder entre clanes. Por otro lado, era consciente de que no estaba escuchando los deseos de su novia y que estaba imponiendo una decisión unilateral cuando llevaban casi diez años juntos. No estaba siendo justo con ella..

Y como si la vida intentara demostrarle una vez más que estaba equivocado, su celular comenzó a soñar con una llamada de su prima Meilin. Shaoran tomó una bocanada de aire antes de decidirse a responder. Musitó una disculpas hacia su amigo en tanto él se había dispuesto a tomar otra cerveza.

—Mei…

—¿Quieres dejar de ser tan estúpido? —atacó apenas atendió la llamada.

—¿De qué hablas? —claro estaba que su prima sabía lo que estaba ocurriendo. ¿Dónde estaría ella en ese momento?

—¡No te hagas el desentendido Xiao Lang!

—¿En dónde estás Meilin?

—Justo donde hace falta. Ahora hazme el favor de hacer las cosas como corresponden y dejarte de hacer el héroe. Sin ella no eres nada.

—Vaya. Sí que me quieres.

—En verdad, Xiao lang. Haz las cosas bien, porque sino juro que nunca te lo perdonaré…

—Meilin… tu sabes que…

—No me importa —interrumpió poco dispuesta a permitirle hablar —. Me encargaré personalmente de impedir que Sakura te la deje fácil.

—¿Por qué todo el mundo está empecinado en decirme que estoy haciendo las cosas mal? —preguntó con exasperación—. ¡Lo único que quiero es protegerla!

—Si todo el mundo te está diciendo que estás haciendo las cosas mal primito, es que, claramente, estás haciendo las cosas mal. Te estás equivocado y no lo puedes asumir.

—Meilin… es una guerra.

—Y Sakura tiene más poder que tú. La necesitarás.

Shaoran frunció el ceño molesto ante la insinuación de su prima.

—No la voy a usar.

—Claro que no. Te mataría si lo hicieras. Pero que Sakura esté con nosotros, hará que también puedas enfocarte en proteger al clan. No hay nada que te pare cuando de Sakura se trata. Por otro lado, ella también te ha demostrado que es capaz de enfrentarse a lo que sea con tal de cuidar lo que más valora.

—¿Cuál es el punto? —era una pregunta inútil dado que él sabía las respuesta, pero necesitaba ganar algo de tiempo para poder asimilar las palabras.

—El punto es, Xiao Lang, que los dos hacen muy buen equipo y cuando están juntos todo sale bien. No así cuando están separados. De hecho… en muchas ocasiones, si no fuera por Sakura, no estaríamos aquí.

Touché… eso era algo que no podía negar. Sakura era quien al final siempre solucionaba las cosas de una manera u otra.

—De acuerdo —murmuró finalmente derrotado.

No tenía más objeciones, lo que tanto Eriol como Meilin le habían dicho, era verdad. Él no era nada sin Sakura. Las veces que él había vuelto a su país natal alejándose de su novia, el resultado era terrible. El tiempo se volvía eterno, le costaba mantener la concentración en sus tareas sin pensar por lo menos en Sakura alguna vez, preguntándose qué estaría haciendo. La diferencia, radicaba en que esas veces él sabía que volvería. Y eso no era así esta vez.

—Perfecto. Ahora haz lo que corresponde o la que te mate seré yo.

Dicha la amenaza, Meilin cortó la comunicación. Eriol lo miró desde la barra de con una sonrisa torcida.

—¿Entonces?

—Le daré la opción de elegir qué hacer. No decidiré por ella.