Capítulo 3

Es solo un viejo amigo

Christine había conocido a Raoul de Chagny durante un viaje escolar a los 18 años en París. Ella había estudiado arte en la universidad Sorbonne, y él era un amigo y un compañera de clase a la vez.

Raoul se había enamorado perdidamente de la belleza procedente de Inglaterra al instante.

Se hicieron amigos enseguida, y para el regocijo de Raoul se habían involucrado amorosamente.

Tras el año en París, Christine regresó a Londres y se olvidó por completo de Raoul.

Él nunca la había olvidado y ahora se encontraba sentado frente a ella en una cafetería, y viejos sentimientos comenzaron a resurgir en su corazón.

Dime Christine¿qué tal has estado todos estos años? – preguntó Raoul entusiasmado.

Muy bien – respondió Christine – he trabajado en varios teatros en musicales y óperas, muchas de ellas escritas por mi marido – dijo Christine sin darse cuenta de lo que decía.

¿Te casaste? – exclamó Raoul.

Bueno – dijo Christine mirando sus manos – en realidad nos estamos divorciando.

Oh, siento oír eso – dijo Raoul – ¿te está resultando difícil?.

Está siendo un duro golpe emocional para todos nosotros, en especial para Sarah – dijo Christine con tristeza.

¿Sarah? – Raoul estaba confuso.

Mi hija – aclaró Christine.

Es una niña adorable Raoul, tiene 12 años, es guapa y buena estudiante. Ama la música y tiene un gran talento para el baile irlandés¡oh Raoul tienes que conocerla! – Christine estaba obviamente muy orgullosa de su hija.

Me encantaría conocer a Sarah – sonrió Raoul con dulzura – y ¿A qué se dedica tu marido o futuro ex-marido? – preguntó Raoul acentuando la parte de ex.

Es un compositor, es un genio. Lo conocí en el teatro cuando era una chica de coro para una de sus producciones. Me enamoré de él al instante, y hemos vivido un gran matrimonio… hasta ahora – respondió Christine mirando fijamente a su café, y Raoul se percató de que en la mejilla de ella se escapaba una lágrima furtiva.

Él tomó su mano con afecto – Christine lo siento, si hay que necesites sabes que me tienes ahí – respondió Raoul con sinceridad.

Gracias Raoul – dijo Christine a la vez que se limpiaba los ojos con una servilleta – lo recordaré.

Sarah abordó el coche con alegría cuando su madre la vino a recoger de clases de baile. Christine le besó la mejilla a su hija.

¿Te fue bien hoy? – le preguntó.

Oh, ha sido genial mamá, por fin he conseguido dominar ese paso con el que tenía tantos problemas el mes pasado – dijo Sarah con felicidad.

Eso es fantástico Sarah – dijo Christine mientras arrancaba el coche.

Sarah¿te gustaría quedarte donde tu padre el viernes por la noche? Voy a salir a cenar – preguntó Christine.

Me encantaría – respondió ella - ¿con quién sales?

Solo un viejo amigo de Paría, está en Londres y no le ve hace tanto tiempo – dijo Christine.

¿Amigo? – Preguntó Sarah – estás saliendo con un hombre.

Deja de sonar como un juez, es solo un viejo amigo – replicó Christine.

Sarah cogió un puñado de palomitas, realmente estaba disfrutando de esta tarde tirada frente al televisor de su padre. Erik puso otra lata de coca-cola en la mesa.

¿Hay algo más que la señorita de la casa necesite? – dijo el en broma haciendo una reverencia.

Sarah le sonrió.

No gracias, eso valdrá por ahora papá – sonrió ella.

Erik le revolvió el pelo con cariño. Estaba disfrutando esto tanto como Sarah. Se sentó a su lado y miró la pantalla.

Luego miró a su hija, estaba absorta en el programa.

Hubo una época en la que veías dibujos, ahora solo son tíos tatuados y chicas cantando en videos musicales – se burló Erik.

Papá, hay una cosa llamada Teletubbies, que es mucho más extraño que esto – dijo Sarah señalando la pantalla – además, a mi todavía me gustan los dibujos, lo que pasa es que no tengo a nadie con quién verlos – dijo con ligera tristeza.

Lo siento pequeña – dijo Erik al acariciar la cabeza a su hija – se que esto es muy confuso, pero te prometo que las cosas mejorarán. Podemos ver unos dibujos si quieres.

A Sarah se le iluminó la cara al instante - ¿tienes alguna?

Claro, tengo algunas de las cintas que compramos cuando eras pequeña – dijo Erik.

¡Papá¿podemos ver Merlín el encantador, esa me encanta – exclamó Sarh.

Erik rió - ¿estás segura? Recuerdo como te escondías detrás de mi cuando Arturo y Merlín eran perseguidos por ese pez gigante.

Sarah se sonrojó – ya soy una niña mayor.

Lo sé, ve a hacer unas palomitas que yo iré a por la cinta de video – dijo Erik al levantarse.

Aunque Sarah tenía casi 13 años, todavía era una niña pequeña en el fondo, él no pudo reprimir una risa cuando la vio acercarse a él durante la película, así que puso un brazo alrededor de ella, y ella apoyó la cabeza en el hombro de él. Sintió una punzada en el corazón. Si el mundo animado era suficiente para asustarla¿por qué tenía que ver a sus padres divorciarse? Había recibido más papeles del abogado de Christine esta mañana. No podía seguir ignorándolo. Todo estaba sucediendo tan deprisa. Necesitaba tener una larga charla con Christine… pronto.

Sarah estaba casi dormida cuando la película terminó y Erik la despertó.

Vamos, es hora de irse a la cama – dijo él.

Sarah se levantó y restregó los ojos: todavía tengo que llamar a mamá para darla las buenas noches.

Vale pero date prisa, que es casi medianoche – dijo Erik.

El teléfono sonó por decimoséptima vez, pero nadie lo cogía. Sarah tuvo un mal presentimiento, era medianoche y su madre todavía no había vuelto de su cita con ese hombre.

Colgó el teléfono y parpadeo varias veces para hacer desaparecer las lágrimas, cuando volvió a su habitación Erik la sonrió.

¿Estaba todavía despierta? – preguntó él.

Sí – Sarah no quería preocupar a su padre – te manda recuerdos.

Bueno, gracias. Estoy sorprendido de que ya estuviera en casa, normalmente se le hace muy tarde cuando sale con Meg – dijo Erik.

Pero… - titubeó Sarah.

¿Pero qué? – preguntó Erik con curiosidad.

Nada. Simplemente te iba a decir que tienen ensayo mañana, pero supongo que ya lo sabías – dijo Sarh con la mejor sonrisa que pudo fingir.

Quizás por eso volvieron antes a casa – dijo Erik mientras le besaba la frente y le apartaba el pelo de la cara.

Buenas noches princesa, que duermas bien, te quiero – dijo él con cariño.

Sarah sentía como las lágrimas volvían.

Yo también te quiero papá, buenas noches.

Cuando Erik apagó las luces, no pudo evitar preguntarse se Sarah no había parecido más triste después de llamar a su madre. Tenía que hablar con Christine. No podían dejar que su discusión hiriera a Sarah.

Los sueños de Sarah estaban plagados con imágenes de su madre marchándose con un hombre al que Sarah no le podía ver la cara. Ella gritó a su madre para que volviera, pero aún así se marchaba.

Cuando erik la llevó a la escuela de danza, ella se sentía como si no hubiera dormido en días. La costaba concentrarse, cuando el sueño todavía invadía su mente. Cuando volvió a casa se tumbó encima de su cama y lloró hasta quedarse dormida.

Fin del capítulo 3

bueno espero algun review por favor sino no me inspiro