Capítulo 4

Confusión

El 13 cumpleaños de Sarah llegó, y Erik y Christine decidieron pasar una noche civilizada como una familia normal.

Sarah estaba encantada y durante todo el día tuvo un aura de felicidad. Fueron a un buen restaurante y luego al cine. Después volvieron al apartamento de Christine y Sarah para tomar un té y tarta.

Christine estaba recogiendo los platos en la cocina y Erik estaba dando las buenas noches a Sarah en su habitación.

Erik estaba sentado en la cama de Sarah, mirándola mientras estaba de pie junto a su mesa admirando sus regalos.

Había muchas cosas. Ropa, Cds, nuevos zapatos de danza, libros y joyas. Pero había un regalo que era muy especial para Sarah.

Ella deslizó la mano por la suave tapa de un libro. Su padre la había dado un libro con las partituras de sus canciones favoritas de todas sus producciones.

No era cualquier partitura, si no las copias que había escrito a mano a través de los años.

Encima del libro había puesto una rosa roja con un lazo negro atado al tallo. A Sarah eso la emocionó mucho. Era algo que él solía regalar a su madre cuando estaba orgullosa de ella.

Sarah siempre había tenido mucho respeto por la rosa seca que había colgada en la habitación de su madre. Era la rosa que Erik le había regalado a Christine el día que Sarh nació.

Sarah colocó de nuevo la rosa sobre la mesa y se giró hacia su padre.

Me encanta ese libro papá, empezaré a tocarlo a piano mañana mismo – sonrió Sarah.

Me alegro de que te guste princesa, ahora será mejor que te vayas a dormir, ya es tarde y mañana tienes colegio – dijo Erik mientras abría la cama para que Sarah se metiera en ella.

Erik regresó a la cocina, mientras Christine terminaba de recoger la mesa.

¿Está Sarah durmiendo? – preguntó ella en voz baja.

Como un lirón, creo que estaba agotada – sonrió Erik.

¿Te gustaría otra taza de café u otra cosa? – ofreció Christine.

No, gracias Christine, me debería ir, mañana madrugo – dijo Erik.

Entonces te acompañaré a la puerta – Christine parecía un poco decepcionada.

Christine se acercó a él y le abrazó mientras estaban en la puerta.

Buenas noches Christine, gracias por una noche excepcional – dijo Erik mientras la liberaba del abrazo.

Gracias a ti también, Sarah ha disfrutado mucho – dijo ella.

No puedo creer que ya tenga 13 años, parece que fue ayer cuando correteaba por la casa en pañales – dijo Erik con una risa.

Sí, está creciendo demasiado rápido – dijo Christine.

Un silencio incómodo se produjo entre ellos, al no saber ninguno que decir.

Me debería ir – dijo Erik tras un rato.

Sí… - dijo Christine pero ninguno de ellos se movió.

Erik la miró y ella levantó la mirada para encontrarse con los ojos de él.

Antes de que supiera lo que estaba haciendo, él se inclinó y unió sus labios con los de ella.

Al principio ella no respondió y él temía que le fuera a dar una bofetada, pero de repente sintió como ella respondía al beso.

Con cuidado él colocó su mano sobre el cuello de ella y acarició la suave piel de su nuca.

Él profundizó el beso y sintió como ella aceptaba las suaves caricias de su lengua en la de ella.

La empujó contra el marco de la puerta, y sintió como su cuerpo reaccionaba al contacto del que había sido negado tanto tiempo, pero de repente ella empezó a apartarle.

Erik… por favor… para – susurró ella.

Él deslizó su boca sobre el cuelo de ella: Christine… te necesito.

No puedo Erik. Por favor, no podemos confundir a Sarah de esta manera – dijo Christine mientras se liberaba de su abrazo.

Erik intentó recuperar el control de su cuerpo.

De acuerdo, me marcharé. Buenas noches – dijo él.

Buenas noches Erik – dijo casi en un susurro.

Christine reposó su frente en la puerta ya cerrada. Sintió como la sangre hervía en su cuerpo.

¿Por qué hice eso? – se gritó así misma en su cabeza. Había sido necesaria toda su fuerza de voluntad para no dejarle tomarla ahí mismo en el pasillo, pero sabía que no podía.

No podía hacerle eso, ni a él, ni a Sarah, ni a sí misma. Y también estaba Raoul… todavía no había decidido que parte jugaría él en su vida.

Confundida se fue a dormir y durmió una noche sin sueño con pensamientos que la mantenían despierta.

Sarah estaba sola en clase leyendo un libro antes de que empezara la siguiente hora. Oyó a gente entrar en el aula, pero no se molestó en levantar la vista del libro.

Eh, Destler, el otro día vi a tu madre cenando con un hombre – Sarah reconoció la voz de Amber McAteer y suspiró.

¿Ah sí? – dijo Sarah, todavía sin levantar la vista del libro.

No era tu padre – dijo Amber con regocijo.

Probablemente era solo un amigo – Sarah pretendía que no le importaba.

¡Le está poniendo los cuernos a tu padre! – Amber no se rendía.

¡No, no lo hace! – dijo Sarah intentando defenderse.

¡Sí lo hace¡Y no me extraña con la cara que tiene tu padre! – Amber quería quedar por encima.

¡A mi madre no le importa la cara de mi padre! – Sarah sintió como la rabia crecía en su interior.

¡Oh, por favor¡¿Quién querría estar casada con tal monstruo! – dijo Amber con aire triunfante, contenta de oír a sus amigas reír.

Sarah no supo lo que ocurrió, pero de repente su mano conectó con la cara de Amber.

Christine dejo caer varias cosas para conseguir encontrar el teléfono que sonaba en su bolso.

Hola – dijo ella al encontrarlo por fin.

¿Señora Destler? Necesitamos que venga al colegio. Ha habido un incidente con Sarah – dijo una voz.

Christine sintió como el color desaparecía de su rostro¿Qué¿Se encuentra bien? – casi susurró.

Christine corrió por el pasillo y vio a Sarah sentada fuera de la oficina del director.

Se arrodilló enfrente de su hija y miró el aspecto de su hija.

El pelo de Sarah era un desastre, tenía sangre seca en la nariz y su labio inferior esta hinchado y partido.

¡Sarah! Dios mío¿Qué te ha ocurrido? – preguntó mientras apartaba el pelo de la cara de su hija.

Nada mamá… era solo… nada – respondió Sarah.

¿Esto es nada? – chilló Christine: Sarah, dime… - fue interrumpida cuando la puerta del despacho se abrió.

De dentro salió una mujer a la que Christine identificó como Mary McArteer; a su lado estaba su hija Amber, que estaba con el mismo aspecto que Sarah.

Christine confundida vio como el director salió.

Señora Destler, Sarah, pueden entrar por favor – dijo él.

Señora Destler, usted debería saber que no aceptamos este tipo de comportamiento en cualquier circunstancia. Es normal que los adolescentes discutan, pero ¡no permitiremos ninguna pelea! – dijo con fuerza el director.

Señor Brown, se lo juro, Sarah nunca se ha comportado así, la deben de haber provocado – dijo Christine tratando de defender a su hija.

Según lo que ha dicho la señorita McAteer, ella simplemente preguntó a Sarah como se sentía respecto al divorcio de su marido y usted. Ella simplemente mostraba preocupación por una compañera, y Sarah reaccionó de manera violenta. Entiendo que lo debe de estar pasando mal, pero como le he dicho antes, no podemos tolerar ningún tipo de violencia. No veo otra solución, así que tendré que expulsar a Sarah durante una semana. Lo siento Señora Destler – dijo el señor Brown.

Si, lo entiendo, gracias por su tiempo señor Brown – dijo Christine mientras se levantaba y cogía la mano de Sarah.

Ninguna de ellas habló en el trayecto de vuelta a casa. Todo lo que Christine hizo fue darle a su hija un pañuelo húmedo para limpiar la sangre de su cara.

Pero cuando entraron al apartamento, Christine encontró su voz.

Sarah¿te importaría explicarme lo que ha pasado? Porque estoy muy confundida.

No… intentó Sarah.

Sarah, tú no eres una chica violenta. Eres encantadora, pero como pudiste hacerle eso a Amber, ella simplemente te preguntó como te encontrabas¡por el amor de dios! – dijo Christine.

No solo me preguntó… me provocó – suspiró Sarah.

Se que nuestro divorcio está siendo difícil para ti, y que estas muy tensa, pero no puedes andar pegando a la gente cuando te apetezca – dijo Christine elevando la voz.

¡De verdad que intenté controlarme¡Pero ella no se rendía! – gritó Sarah – os vio a ti y a Raoul en el restaurante¿estabas con él mientras yo estaba convenientemente en casa de Emily la otra noche – preguntó sarah de forma acusatoria.

Si, Sarah estaba cenando con él la otra noche, pero eso no te concierne a ti ni a Amber McAteer – chilló Christine.

¿Que no me concierne? – gritó Sarah – ¡No me concierne que mi madre salga con otro hombre que no sea mi padre! – dijo Sarah apunto de llorar.

Sarah¡Solo es un amigo! – Christine no quería discutir sobre esto.

Un amigo muy especial. ¿Lo suficiente especial para quedarse con él pasada la medianoche? Te llamé para darte las buenas noches cuando estaba donde papá hace unas semanas, pero tú no estabas, acaso ¿estabas todavía con él? – la acusó Sarah.

Quizás, no lo recuerdo Sarah – dijo Christine. Sabía que se había hecho tarde aquella noche. Si, era verdad, había besado a Raoul, pero luego se había despedido de él.

No te culpo – dijo Sarah – debe de ser duro estar casada con un hombre deforme, cuando puedes tener un pretendiente tan guapo.

¡Sarah, déjalo ya¡Esto no tiene nada que ver con la enfermedad de tu padre! – Christine no permitiría que la acusase de tal cosa.

¿No es así, madre! – Sarah estaba perdiendo el control – entonces¿por qué de repente quieres el divorcio¿Simplemente has dejado de quererle¿Es acaso mejor el sexo con Raoul, o es como dijo Amber¡No querías estar casada con tal monstruo! – gritó Sarah.

¡Sarah! – Christine no podía creer lo que estaba oyendo.

¡Te lo dio todo¡Una buena vida, una carrera y su amor eterno¡Y tú le arrancaste el corazón, lo pisoteaste y te fuiste a encontrar el siguiente hombre en la fila¡No eres nada más que una zorra inútil! – gritó Sarah.

La bofetada fue como una bomba.

Sarah se llevó la mano a la mejilla y los ojos de Christine se abrieron de sorpresa.

¡Había abofeteado a su hija!

Había hecho lo que se prometió a si misma que no haría nunca.

¡Dios mío, Sarah! Lo siento – dijo Christine mientras se acercaba a su hija.

¡No me toques! – dijo ella entre dientes.

Sarah, por favor… - Christine sintió como las lágrimas corrían por sus mejillas.

¡No te acerques¡Te odio! – chilló Sarah mientras se dirigía hacia la puerta.

Sarah, cariño, podemos hablar de esto – Christine estaba aterrada.

¡Nunca me volverás a ver¡Nunca! – dijo Sarah con una frialdad en la voz que asustó a Christine.

Mientras oía como la puerta se cerraba se dejó caer en el sofá.

Has pegado a tu hija – pensó para si misma.

¡Pero te llamó zorra!

Sí, pero HAS PEGADO A TU PROPIA HIJA – Christine puso sus manos sobre sus oídos para intentar acallar esos pensamientos.

Haciéndose un ovillo en el sofá, lloró hasta que no le quedaron más lágrimas.

Fin del Capítulo 4

thank you Black Lady eres la primera lectora que me escribe he de decir que es mi primera historia y gente como tu me anima a seguir traducciendo perdona si tengo algunas faltas de ortografia ok.bueno un saludito a todos.

hasta el proximo capitulo.