Sin darse cuenta de lo poco común que era en él hacer eso, salió de su departamento con dirección al mismo parque que recorrió en días anteriores, su excusa fue salir a pesar de que sus verdaderas intenciones eran muy diferentes.

Cruzó por fin la última calle y paseó sus ojos dorados por todos los lugares que la tenue niebla le permitía, de inmediato la notó, la causa real de su paseo ahí estaba, sobre los mismos patines que casi la causaron una caída y con un suéter bastante abrigador de color rosa. Su rostro no cambió de expresión a pesar de que le daba gusto tener oportunidad de hablar con ella de nuevo. Caminó seguro acercándose poco a poco, ella terminó de hablar con unas personas e inició su camino sin percatarse de que se acercaba a él de frente hasta que lo tuvo muy cerca.

- Konnichiwa (Buenas tardes) –le dijo sonriendo natural alegre.

- Eres muy dedicada.

- Sólo hago lo que puedo. Es bueno verlo aquí de nuevo, aunque el clima haya regresado a la normalidad. –él no respondió, sólo clavó los iris dorados aún más en ella- Estoy algo cansada ¿Le gustaría sentarse un rato? –le dijo señalando una banca de metal a sólo unos pasos de ellos, Sesshoumaru extendió un brazo para darle paso a que pasara primero. -los dos se sentaron con la vista perdida en la calle algo vacía.

- Entonces aprendiste japonés aquí.

- Sí, mi madre me enseñó desde pequeña, aunque no lo domino bien… siempre he vivido aquí en Londres. Pero usted no ¿Cierto?

- He vivido en demasiados lugares, pero crecí en Japón.

- Debe ser muy hermoso, siempre he querido ir… quizás cuando termine la universidad.

- Aún eres una niña. –afirmó haciendo que las mejillas de la chica enrojecieran.

- Sí… bueno… ya tengo 20 años… sólo que creo que me veo más chica… - ambos se quedaron en silencio por unos eternos segundos- ¿Y usted…

- Tú –la interrumpió.

- Tú… -continuó tímida- qué haces?

- Investigo y escribo…

- Debe ser muy interesante, siempre he pensado que escribir es uno de los mejores trabajos que existen…

Así continuaron hablando, más ella que él, durante bastante rato en el que el tiempo pasó sin dejarse sentir. Al fin la noche se anunció junto con algunas gotas ligeras de lluvia que los obligaron a despedirse, se pusieron de pie y sus miradas se cruzaron una vez más de forma extraña e intimidante, Lin tuvo que quitar sus ojos de los de él.

- Espero verte pronto –habló Sesshoumaru pausado y sorprendiéndola con sus palabras, sin embargo la idea no le molestaba en lo absoluto.

- Claro… mañana estaré aquí, lo prometo –dijo riendo, casi en broma a pesar de que sin dudas asistiría al encuentro. Se despidieron luego tomándose de las manos, Lin sintió la piel cálida de él tocando la suya algo más fría y se estremeció un poco, pretendió liberarse pronto del contacto que le provocaba sonrojo en las mejillas, pero no le fue permitido, la despedida fue tranquila y sin prisa.

La chica caminó tranquila a casa pensando en el extraño, o no, en el que ahora ya no era un extraño, sino un hombre demasiado interesante y diferente a cualquiera que hubiese conocido antes. Estaba contenta, más de lo usual, al llegar a su hogar, entró y saludó mientras se dirigía a la cocina para ayudar con la cena. Su mamá la recibió como de costumbre y le preguntó sobre su día, sus clases, sus amigos.

"¿Amigos? Debería… no… no creo que le guste… se preocuparía, es mejor así". Así decidió mejor mantener a ese hombre en secreto, como un mentira, que no acostumbraba manejar pero de hablar probablemente su madre le pediría que no lo viera de nuevo y no quería dejar de hacerlo en lo absoluto.

La cena pasó entre familia, como todos los días, después fue a su recámara a tomar un baño. La tina se llenó casi hasta derramar el agua, la chica entró en el líquido caliente y relajador que la mojó en su totalidad al sumergirse, una luz brillante iluminaba el lugar y el vapor se distribuía uniformemente mientras ella reparó en como podía aún sentir el suave roce de la despedida tan común con Sesshoumaru. Sólo había sido una forma cordial de decir adiós, entonces por qué todavía lo recordaba de esa forma tan insistente y por qué no podía dejar de pensar en ello.

Terminó su rutina de ejercicio y como parte de su costumbre fue hasta su habitación y abrió la regadera del baño escuchando los cientos de gotas caer con fuerza al piso una y otra vez ininterrumpidas, calculó la temperatura y entró en el camino del agua cerrando los ojos por instinto, lo que ahora fue diferente lo extrañó demasiado. Ahí estaba esa niña de los ojos castaños y no era la primera vez, toda la noche le sucedió lo mismo. La recordaba con insistencia sin poder explicarse la razón era sólo una chica más, su belleza era notable, cualquiera lo reconocería, pero de cualquier forma nada era razón suficiente para que Sesshoumaru Tashou se sintiera así.

El día siguiente el mismo hombre frío que poca razón le encontraba a su fijación por pensar en ella, decidió ir a verla una vez más, quería hacerlo, prácticamente lo necesitaba. Caminó las dos cuadras que separaban su departamento del parque, llegó a éste y la buscó con la mirada, pero no la encontró. Decidió andar algunos pasos alrededor de la manzana y al no obtener buenos resultados tampoco, se adentró en los caminos de piedra entremezclados en el pasto y los árboles. Mucho tiempo pasó, algo más de una hora hasta que Sesshoumaru se dio por vencido, no pensaba quedarse ahí más tiempo para ver en cada mujer a la que él esperaba sin admitirlo, decidió dar una última mirada rápida, como un último rasgo de esperanza, pero no encontró nada antes de emprender su camino a casa.

La muchacha corría por las calles cruzándolas sin demasiada precaución por la prisa. Vestía todavía su uniforme de tenis, una falda corta con un short debajo y una blusa, todas las prendas eran blancas y acentuaban la naturalidad de su belleza. Pasó el último crucero lo más rápido que le fue posible, era mucho más tarde de lo que acostumbraba y todo por un disturbio en su clase. Usualmente hubiera ido a su casa directamente de la escuela para terminar la tarde ya tranquila, pero el presentimiento, o más bien el deseo de alguien no la dejó. Su corazón agitado por el esfuerzo y su piel fría a causa del clima le indicaron que necesitaba detenerse y abrigarse, pero no hizo caso, al mirar hacia el frente a lo lejos divisó una figura masculina demasiado conocida que daba la vuelta en una esquina, marchándose quién sabe en qué dirección. Sin importarle nada emprendió de nuevo su camino llamándolo con la voz tan fuerte como le era posible, hasta que por fin, casi media cuadra después, lo alcanzó.

- Koni… chiwa… (Buenas… tardes…) –habló entrecortado.

- ¿Te encuentras bien?

- Hai… gomennasai… (Sí… disculpa…) –él la miró impávido varios segundos hasta tornar rojas las mejillas de la chica- Por la tardanza, quise llegar antes… pero me entretuvieron… en clase… -conforme fue hablando se percató de lo extraño que era pedir disculpas por llegar tarde a una cita que jamás existió. Entonces no pudo evitar sentirse algo tonta y agachar la mirada esperando algún comentario del hombre que le indicara que no la esperaba a ella, simplemente daba un paseo.

- Samui desuka? (¿Tienes frío?) –preguntó Sesshoumaru sin cambiar su semblante inexpresivo.

- Sí… no… bueno, algo… -acto seguido el hombre se sacó el abrigo grueso que llevaba para quedar sólo con la playera negra y algo entallada. – Doumo arigato… demo... (Muchas gracias… pero…).

- ¿Vienes de la escuela? –la interrumpió cortante.

- Sí. –sonrió mientras él terminaba por colocarle el abrigo sobre los hombros.

- Debes estar hambrienta… ¿Te gustaría ir a comer? – la pregunta fue hecha como cualquier otra frase sin importancia, él no pensó antes de formularla, a pesar de que solía meditar todo antes de hacerlo. Al escuchar las palabras Lin se quedó casi paralizada sin saber qué hacer, algo dentro la incitaba a decir que sí, pero la razón y la cuenta de los años menos que tenía la invitaban a negarse.

- Hai… ikimashou (Sí…vamos.) –respondió al fin con una sonrisa en los labios.

Sesshoumaru, más por instinto que con alguna intención en especial, pasó su brazo derecho alrededor de la cintura de la chica para así comenzar a caminar los dos en dirección de un lugar que pronto les significaría mucho más de lo que podían esperar.

Pasaron unas tres cuadras antes de que llegaran a su destino, un edificio de dos pisos pintado de color blanco y con un felino de considerable tamaño y color naranja, acompañando al nombre del lugar.

- The Orange Cat... (N/A: El Gato Naranja… jeje se oye más bonito en inglés).

- Espero que te guste –habló bajo mientras le cedía el paso para entrar.

Pronto obtuvieron una mesa, puesto que Sesshoumaru era uno de sus clientes más conocidos. La chica se quedó estática al notar que el lugar no era muy apropiado para sus ropas, intentado llamar la atención de su pareja lo tomó de la mano, cosa que a Sesshoumaru le extrañó sin molestarlo en lo más mínimo.

- Creo que mi uniforme no es muy… apropiado –habló algo avergonzada.

- Estás perfecta. –sus palabras fueron tan definitivas que la hicieron sonrojar y la obligaron a desviar la mirada hacia otro sitio al tiempo en que le devolvían la confianza perdida.

Les llevaron la carta y luego de que ambos hicieran su orden la chica se puso de pie para ir al tocador, lo cual sería una perdición para él. Al notarla así se dio cuenta del color de su piel blanca y la textura que parecía tener desde la distancia, notó también sus piernas; definitivamente de una deportista, la caía de su cabello; que aún despeinado era hermoso, su cintura estrecha; en combinación con todo su ser, sus manos, su cuello, absolutamente todo de esa mujer era demasiado especial para no notarlo y ahora ya era muy tarde para siquiera pensar en no hacerlo.

No evitó seguirla con la mirada hasta que la puerta de los servicios no se lo permitió más, los momentos a solas que tuvo le dieron tiempo suficiente para darse cuenta que ella no era alguien a quien él se acercara, ella era muy especial y diferente. Por desgracias para Sesshoumaru justo el tipo de mujer que muy dentro de sí temía encontrar, alguien de quien se enamorara.

La chica regresó tranquila y un poco más arreglada producto de los minutos que pasó en el tocador, casi en seguida llegó un mesero con sus alimentos. Pasaron ahí un buen rato, más largo de lo que usualmente sería una comida entre amigos, ya que los temas de conversación abundaban. De cierta forma él le inspiraba mucha confianza a la joven y Sesshoumaru se sentía innegablemente atraído hacia cada palabra que ella decía.

- ¿Quieres ir a otro sitio? –preguntó al fin el hombre cuando les llevaron la cuenta.

- Gracias… pero tengo que regresar a casa… si no, mis padres se enojarán… debes pensar que soy una niña mimada –dijo algo apenada.

- En lo absoluto.

Salieron del lugar tranquilos, a pesar de que la chica debía haber llegado desde hacía rato a su casa, según sus planes anteriores, no le importaba nada, al contrario quería alargar esos momentos lo más posible para no tener que dejarlo. Caminaron entre la suave bruma y el frío algo intenso de regreso al parque, donde muy a pesar de ambos, se despidieron como dos amigos. Lin siguiendo un impulso preguntó si se verían al día siguiente y Sesshoumaru no dudó en la respuesta afirmativa.

La chica entró a su casa y se disculpó con su madre por la tardanza inventando un pretexto, mintiendo como no solía hacerlo. Pasó la acostumbrada cena en familia y se retiró a su habitación seguida de la presencia que la acompañaba día y noche desde que lo conoció. En su mente habitaban varias dudas sobre lo que estaba pasando, el interés que él podría tener en ella y lo confuso que resultaba pensar que se enamoraba por primera vez. Su imaginación la llevó hasta un futuro inventado en el que ambos compartían algo más que sólo la amistad y junto con ello sintió todos los problemas que le ocasionaría el estar con alguien que seguramente sus padres no aprobarían.

Al día siguiente se encontraron de nuevo, ambos sintiendo las intenciones que tenían y todavía sin aceptarlas por completo. La chica iba abrigada esta vez y Sesshoumaru llegó a lamentarlo ligeramente, aunque al sorprenderse teniendo esos pensamientos se recriminó.

Dieron algunas vueltas mientras Lin hacía sus acostumbradas colectas, todo el tiempo los ojos dorados estaban sobre la chica, casi parecía que la adoraba embelesado. Un par de horas después ella debía reunirse con una amiga en otro sitio, cosa que los obligó a despedirse.

Se detuvieron en una de las esquinas, a esas horas los autos que circulaban por ahí eran muy pocos, por lo que el único ruido era el de algunos niños y otras personas que pasaban por ahí. Quienes los vieron ni siquiera se atrevieron a cuestionar lo que eran, o más bien lo que aparentaban ser mientras estaban juntos. Una pareja más en el parque no llamaba la atención.

- ¿Vendrás mañana? –preguntó ella tímida.

- Sí.

- Entonces nos veremos… -sus ojos brillaron un poco más mientras se acercaba para despedirse con un beso en la mejilla. Él intentó despedirse de la misma forma, sólo posando sus labios sobre su rostro de forma inocente, pero al tenerla cerca en un instante en el que todo a su alrededor se detuvo, se sintió débil irresistiblemente atraído hacia los dulces y tiernos labios rosas que parecían esperarlo entreabiertos.

CoNTiNuaRá...

Hello! Ah mil disculpas por la tardanza... de verdad, una semana! No tengo vergûenza... lo siento.

Pero bueno, por fin aquí está, esta capi está corto, en general creo que va a ser un fic corto, pero espero poder publicar un poco más largo.

Bueno ya para irme sólo me queda darles muchisimas gracias por todo su apoyo, me impulsan muchísimo todos sus comentarios y me animan cuando estoy desanimada. jeje

Se cuidan y nos esamos viendo... y si tienen un segundo le spido un comentario porfis, ya sabesn, cualquier cosa es bien recibida.

Byes.