La Era de la Luz:
El Alma del Fénix
II. Los Sueños de Serena
Al día siguiente todos los noticieros comentaban el extraño fenómeno de la noche anterior:
Se había tratado de un Eclipse de Luna no previsto por los científicos, que estaban intrigados.
Tanta conmoción había causado ese acontecimiento que varias universidades del mundo comenzaron a seguir de cerca el comportamiento del Sol y la Luna. Aún así para muchos era una señal de que algo malo pasaría.
Serena recordó las palabras de la Reina Serenity:
- Debes preparte para una batalla que sólo tú podrás librar.
De pronto el presentimiento de que esa batalla estaba más cerca de lo que creía se apoderó de ella.
Ese mismo día, en el Templo Hikawa las 9 Sailor Scouts se reunieron para comentar lo sucedido.
- ¿Qué rayos estará pasando!- exclamó Rei
- ¿Luna, Artemis, saben algo al respecto?- preguntó Lita.
- Nada, no tenemos ni idea- respondió Artemis.
- Sea lo que sea, no puede ser bueno- dijo Mina.
- Quizás signifique que algo pasará- dijo Rei.
- Siendo así no podemos quedarnos de brazos cruzados. Debemos investigar que sucede- dijo Haruka.
- Tienes razón- aceptó Amy.
- Nosotros investigaremos por nuestra cuenta, si encontramos algo se los haremos saber de inmediato- dijo Michiru. Ella, Haruka, Hotaru y Setsuna se marchaban cuando Serena gritó.
- Por favor tengan cuidado.
Michiru, Setsuna y Hotaru le sonrieron, Haruka le guiñó un ojo, después se retiraron.
- ¿Qué es lo que te pasa?- preguntó Rei.
- Si Serena, últimamente te hemos notado preocupada- dijo Amy.
- Es solo lo de anoche, creo que me asusté- respondió Serena.
- ¿Estás segura de que solo es eso?- preguntó Lita.
- Sabes que puedes confiar en nosotras- agregó Mina.
- Gracias. Pero en serio, estoy bien- contestó Serena, sin atreverse a mirar a sus amigas a los ojos y volteando a ver a Luna.
Luna la miró, deseaba que Serena les contará a las chicas acerca de sus sueños, pero los argumentos de Serena eran válidos. Rei y las demás merecían una vida normal. Aún así, Luna rezaba para que los sueños de Serena y el extraño fenómeno de la luna no fueran más que coincidencias.
Una gran explosión iluminó el campo de batalla. Ocho guerreros enfrentaban un ejército de seres grotescos y deformes, que parecía no tener límite, pues apenas destruían uno, otros tomaban su lugar. Sobre ellos, cuatro sombras flotaban subiendo y bajando en el aire.
Los guerreros luchaban ferozmente, aunque eran ampliamente superados en número. Sin embargo, no se daban por vencidos.
- ¡Ya me cansé de este jueguito!- gritó un chico alto y atlético de cabello amarillo claro, entonces estrelló un enorme martillo contra el suelo.
Innumerables rayos salieron del martillo e impactaron a varias docenas de monstruos desintegrándolos por completo.
Pero era inútil, no importaba cuantos monstruos destruyeran siempre aparecian más. Uno de ellos, que era enorme, lanzó un disco de luz hacia uno de los guerreros, quien lo esquivó por poco.
- ¡Suficiente!- exclamó otro chico de cabello rojo intenso, y una enorme llama salió de sus manos. Nuevamente un buen número de monstruos fueron aniquilados.
- Esto no parece tener fin- dijo un joven de cabello blanco brillante.
- ¿De donde salen tantos?- preguntó otro de cabello azul marino.
Después de estudiar un momento el terreno donde se encontraban, un chico de cabello azul cielo gritó:
- Debemos destruir las esferas negras, parecen ser la fuente de estas criaturas- y señaló hacia arriba.
- ¡Bien, yo me encargo!- exclamó un chico de cabellos color miel. Comenzó a correr esquivando a sus enemigos con una agilidad sorprendente, cuando llegó a donde estaba una esfera levantó su espada y de un golpe la partió en dos. Lo mismo ocurrió con las demás. Al momento de destruir las esferas los monstruos desaparecieron.
-No importa cuanto luchen, no podrán evitarlo, nuestra magnífica creación destruirá todo lo que se le interponga en su camino, ustedes mismos serán reducidos a polvo- gritó una mujer de cabello marrón y comenzó a reír frenéticamente.
- No lo permitiremos- dijo un hombre que parecía ser el mayor de todos los guerreros. Vestía un traje blanco, una capa azul marino y llevaba un medallón de oro con la forma de un sol y una luna entrelazados.
- ¿Qué pueden hacer Febiad?- preguntó sarcásticamente otro hombre que era completamente calvo.
- Lo que este a nuestro alcance- contestó desafiante uno de los guerreros, de cabello gris oscuro.
- ¡No pueden destruirlo!- gritó una mujer de cabello morado.
- Pero si neutralizarlo- dijo Febiad.
- Basta de tonterías, Rache, Zorn, Sterblich¡destrúyanlos!- ordenó un hombre alto de cabello café.
Las dos mujeres, la de cabello morado y la otra de cabello marrón, y el hombre calvo obedecieron de inmediato. Entonces comenzó una feroz lucha entre las sombras y los guerreros. El poder de ambos bandos era desigual y poco a poco las sombras comenzaron a ganar terreno.
- Esta será su tumba Febiad- dijo el hombre de cabello café.
- No te confíes, no nos rendiremos tan fácilmente- respondió Febiad y levantó la mano derecha y un rayo de luz salió en dirección al hombre quien se defendió levantando sus dos manos, el rayo se estrelló contra una especie de pared invisible y desapareció instantes después.
- ¡Maldición! Estoy harto de ustedes- gritó furioso el hombre.
Una luz oscura lo rodeó y segundos después frente a él aparecieron cientos de flechas luminosas que se dirigieron a toda velocidad contra los guerreros. Estos apenas y pudieron esquivarlas, aunque algunas lograron herirlos.
- No importa que trucos intentes Malin, no resultaran- dijo Febiad con firmeza.
Al oir sus palabras las otras tres sombras se unieron a Malin y volvieron a lanzar otra lluvia de flechas sobre los guerreros. Ellos volvieron a esquivarlas, pero al segundo ataque le siguió un tercero y otros más. Cada vez les era más difícil evadir los poderes de Malin y los demás.
- No, no podemos darnos por vencidos- pensó Febiad incorporándose lentamente apoyado en su espada.
Inesperadamente un hermoso resplandor dorado envolvió a los guerreros, algunos de los cuales estaban caídos. Ellos recuperaron sus fuerzas y contraatacaron. Finalmente los enemigos fueron derrotados.
- ¿Saben lo que tenemos que hacer?- preguntó Febiad con tristeza. Los guerreros asintieron.
Siete de ellos formaron un amplio círculo en torno a un extraño objeto con brillo metálico que flotaba a varios metros del suelo y del cual salía una sombra que parecía cubrirlo todo. Un aura los rodeó y comenzó a elevarse. De pronto la luz que emanaba del círculo se convirtió en una esfera alrededor del objeto, después de unos segundos la sombra comenzó a desaparecer, hasta que solo quedó el objeto.
Febiad tomó firmemente su espada y la elevó sobre su cabeza, un rayo de luz salió de la espada y se unió a la esfera. Caminó lentamente al centro del círculo y bajó la espada en dirección al suelo, donde había una piedra circular, de unos dos metros de diámetro. Después clavó con fuerza la espada en el piso, la piedra desapareció y un agujero de las mismas dimensiones quedó en su lugar.
La esfera, al igual que su contenido, fueron absorbidos al interior del agujero. Hubo una gran explosión. Después solo silencio y oscuridad.
Serena despertó llorando. ¿Había sido un sueño? Todo parecía tan real. No entendía porque sentía una opresión en el pecho. Quería gritar y llorar, sentía tanta pena, aunque no tenía claro porque. Un inmenso dolor empezó a invadirla.
- ¿Qué me pasa?- se preguntó desesperada- ¿Acaso estos sueños significan que volveremos a pelear?
- Una batalla se acerca, prepárate Princesa- dijo la misma voz de otras ocasiones.
- ¿Por qué¿por qué en este preciso momento en que nuestras vidas volvían a ser normales?- pensó Serena con tristeza.
Tenía miedo, algo en lo profundo de su corazón le decía que esta batalla sería diferente a las otras que habían librado.
Serena deseó poder hablar con Darien, pero él estaba estudiando en Estados Unidos. Lo extrañaba más que nunca, pero pensó que no era necesario decírselo, por ahora.
- Ojalá estuvieras aquí- dijo Serena en voz baja- Tal vez me ayudarias a entender- y se levantó de la cama en silencio.
Tomó la fotografía que estaba en su cómoda y la miró con nostalgia. Entonces sonrió al ver el rostro de aquel joven al que amaba con todo su corazón.
Sin saber porqué volvió a recordar a los guerreros que aparecían en sus sueños. Había algo en sus rostros, pero ¿qué, todo era tan extraño. De pronto se dió cuenta de que esos sueños no parecían propiamente sueños, sino recuerdos. Pero eso era ¿imposible?
Al cabo de unos momentos regresó a la cama y se sentó al borde de ella.
- No lo entiendo- dijo Serena. Cada segundo que pasaba estaba más confundida y asustada.
Después de unos instantes de duda se decidió a contarles a sus amigas sobre sus sueños. Era demasiado para manejarlo ella sola. Volvió a recostarse, pero aún la invadia una sensación extraña. Esa noche, Serena, no pudo conciliar el sueño.
