Capítulo 4
El Despertar de la Tristeza
Rin vio por el espejo retrovisor y sonrió al ver a Max tan emocionado al ver el paisaje de la carretera.
-Papa! Papa! Para aquí! Quiero ver aquí!
Sesshoumaru se detuvo y lo bajó del auto en sus brazos, lo llevó a la sombra del manzano que Max quería ver y allí, le tomó varias fotografías. Max abrazó a Rin y la besó en la mejilla en el momento en que Sesshoumaru le tomó una fotografía. Le dijo algo al oído a Max y mientras los dos la besaban en la mejilla tomó una fotografía, Rin sonrió. Luego de unos minutos de descanso, siguieron el camino hasta la casa que no estaba muy lejos de allí.
Al llegar, Sesshoumaru lo cargó sobre su espalda y lo llevó alrededor de la casa para que viera sus alrededores. Volvieron a la casa, y luego de dejarlo sobre su silla de ruedas, Sesshoumaru ayudó a Rin con las maletas.
-Mama, quién vive aquí?
-Nadie.
-Pero está limpio…
-Ah! Es Myoga. Ya lo conocerás, él vive cerca y la mantiene limpia.
Rin sonrió y lo besó en la cabeza.
-Qué quieres comer, mi amor?
-No sé… qué quieres comer tú?
Rin rió.
-Bien, será una sorpresa. Sessh, qué tal si vas a buscarme algunas fresas?
Rin entró en la cocina y Sesshoumaru se fue con Max a buscar las fresas. Al volver con una bolsa plástica llena de fresas y otra de cerezas maraschino, Rin los llenó de besos a los dos. Finalmente y cuando ambos estaban hipnotizados por el dulce aroma que despedía la comida, Rin les avisó que estaba lista.
-Mama! Está riquísimo!
-Gracias, mi amor…
Max comió como si no hubiera un mañana. Rin tomó la mano de Sesshoumaru y la apretó. Al terminar, Max se quedó viendo en silencio cómo se veían sus padres, sonrió. Rin lo vio y pasó su mano sobre su cabeza.
-Así me gusta, comes normal otra vez.
-Es que está rico! No es como esa cosa de cartón que me obligan a comer en el hospital.
-Así que si yo cocino prometes comértela?
-Siempre!
-Oye, yo no cocino tan mal!
-No, pero la comida de mama es más rica. Es la más rica del mundo!
-Es verdad…
Sesshoumaru terminó de comer y recogió los platos. Rin les dijo que lo mejor aún no llegaba y buscó unos tazones llenos de frutas cortadas, con fresas y cerezas de las que habían recogido antes.
Cuando finalmente terminaron de comer, Rin cargó a Max y se acomodaron en una gran hamaca, donde se abrazaron y Rin le acariciaba la cabeza mientras se inventaba una gran historia.
-…Pero el ogro no era tan tonto y tomó un atajo…
-Mama…
-Dime, mi amor.
-Me gusta estar aquí…
-Es muy lindo, verdad?
-Sí. Mama, lo que hacen en televisión, se hace de verdad?
-No sé de que me hablas…
-Que queman a alguien y lanzan sus cenizas.
-Eso se llama cremar.
-Ah… Mami, cuándo me voy a morir?
-No lo sé, mi amor… no quiero pensar en eso…
-Pero mami es que yo me quiero despedir.
-Maxwell, mi amor… no quiero hablar de eso…
Max se quedó en silencio, escuchando el corazón de su madre.
-Tu corazón va despacio… pum… pum…
Rin lo besó en la cabeza y lo abrazó con fuerza.
-Perdóname, mi amor… no supe ser una buena mamá para ti… no supe cuidarte y evitar que enfermaras… no supe curarte…
-Mami, Kami me dijo que debe ser así, que debo volver con él. Voy a ser un ángel, tu ángel.
-Max…
-Mami, yo sé que te pones triste… yo también… pero no quiero que te pongas tan triste… mami, no quiero que te enfermes.
-Olvida eso Max, por favor…
Maxwell guardó silencio. Más tarde, jugaba con Sesshoumaru. Sesshoumaru se quedó viéndolo.
-Qué pasa, papi?
-Sólo quisiera más tiempo… sólo más tiempo...
Se pasaron el resto del día sin volver a pensar en eso. Reían y jugaban como si fuera cosa de todos los días. Sesshoumaru tomaba fotografías y grababa videos.
-Oye, Max, quiero que grabes a tu mamá, sólo presionas aquí y la ves por la pantalla.
-Sí.
Sesshoumaru le dejó la cámara y se acercó a Rin que estaba dormida y recostada de un viejo sauce. Se acomodó a su lado y la despertó con un beso. Ella sonrió y lo abrazó. Finalmente la noche cayó entre juegos y risas. Sesshoumaru llevó a Max a su cama luego de que Rin lo bañara y lo vistiera.
-Te quiero, papi.
-Dulces sueños, campeón.
-Papi!
Sesshoumaru sonrió.
-Te quiero, mami…
-A pues mira que yo no te quiero.
-Mami!
Rin rió y le dio la cámara de video a Sesshoumaru.
-Yo te amo. Dulces sueños, mi amor…
Rin lo besó de buenas noches. Sesshoumaru por igual y ambos salieron de la habitación.
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Sesshoumaru despertó al alba, sonrió al ver que el sol aún no salía y fue a la habitación de Maxwell.
-Max, hijo, despierta.
-Pa-pa?
-Sí… despierta, hay algo que quiero mostrarte…
Lo tomó en brazos y al salir, se encontró con Rin quien los besó a los dos. Fueron hasta un balcón central, donde se veía todo el horizonte con montañas y árboles enormes.
-Alguna vez has visto el sol nacer?
-No.
-Lo verás hoy.
Esperaron con calma, fue cuestión de minutos, el cielo se tiñó de un profundo naranja y finalmente el sol comenzó a mostrar su enorme y redonda cara tras el perfil de una montaña.
-Wow…
-Es hermoso, verdad?
-Sí…
Rin también estaba abrazada a ellos, sus miradas se encontraron y se besaron con ternura. Se separaron riendo al escuchar a Max reír también.
-Te amo, mama…
-Yo también te amo, mi amor…
-Te amo, papi…
Sesshoumaru lo besó en la cabeza.
-Papi, llévame a mi cama…
Sesshoumaru lo llevó, Rin sabía que algo no estaba bien.
-Max…
-No quiero que llores, mami. Prométeme que no lo harás.
-Maxwell…
-Prométemelo…
-Te lo prometo…
Maxwell tomó las manos de Sesshoumaru y de Rin.
-No se dejen de querer…
-Max, qué haces?
-Kami me va a dejar decir adiós…
-Max…
-Miren la película…
Max se notaba sudoroso, su piel pálida, comenzó a temblar.
-MAX! Sesshoumaru!
-Rin…
Sesshoumaru movió la cabeza negativamente.
-Mami… ya… es… hora… papi… fui un… niño… bueno?
-El mejor, fuiste el mejor de los hijos…
Max sonrió, levantó su manita y acarició el rostro de su padre.
-Yo quería ser como tú…
Max dejó de hablar. Poco a poco su respiración se fue pausando, sus ojos se fueron cerrando. Sesshoumaru lo abrazó.
-Fuiste mejor que yo… hiciste cosas que yo aún no sé hacer…
La vida de Maxwell se le escapó con el niño en sus brazos. Apretó el cuerpecito sin vida contra su pecho mientras las lágrimas empapaban su rostro. Comprendió que sí había logrado lo que aún no sabía. Amar con todo su corazón.
-Te amo, Max…
Un grito lleno de dolor escapó de su garganta junto con el de su esposa que a su lado sostenía una mano de su pequeño.
………………………………………………
El sacerdote dijo sus últimas plegarias y el ataúd comenzó su lento descenso hacia su lecho eterno. Rin permanecía inconsolable, aferrada al pecho de su esposo. Él le respondía el abrazo, sintiendo que si la soltaba un poco también la perdería. Se acercaron a la fosa, Rin dejó caer una rosa.
-Te amo, mi amor…
-Eras un niño, con las virtudes de un hombre…
Inuyasha y Kagome se acercaron y dejaron caer una rosa cada uno.
-Habría dado más que un riñón si me hubiese sido posible…
-Eras el sol de nuestros días…
…………………………………………………
Sesshoumaru cargó a Rin de la cama de Maxwell y la llevó a su habitación. Ella se pegó a él con una fuerza tal, que él sólo se quedó a su lado.
Habían pasado varios días en los que Rin no tenía ánimo de nada, ni siquiera de hablar. Sesshoumaru estaba tan preocupado, que no se atrevía a dejarla sola. Se pasaba las noches en vela, procurando que durmiera bien, y en la oficina, lograba dormir algunos 15 a 30 minutos sabiendo que Rin estaba con Kagome.
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Inuyasha acaricia y besa el crecido abdomen de su esposa. Luego se acomodó a su lado y la besó en la mejilla aún con una mano sobre su vientre.
-Qué pasa, mi amor?
-Ay, Inu!
Kagome tomó la mano de su esposo y entrelazó sus dedos.
-Kagome, qué pasa?
-Me preocupa tanto Rin… es como si no encontrara la paz que se necesita para seguir adelante…
-Kagome, Rin nunca aceptó que era siquiera posible que Maxwell muriera. Ahora está saliendo de esa negación, pero es para aceptar que su hijo murió…
-Inu…
-Es difícil… no sólo para ella, sino para Sesshoumaru también.
-Sabes? Creo que tú deberías hablar con ella…
-Si lo dices que lo haga como psicólogo, no puedo. Ella debe venir a mí.
-Qué tal si lo haces como su cuñado preocupado por su salud?
-Puede ser…
Kagome lo besó con ternura.
……………………………………
Sesshoumaru salió de su corto letargo pasado la medianoche. Estaba solo, se levantó buscando a Rin, la encontró en la habitación de Maxwell, con una ropa del niño en las manos. Los ojos y la nariz roja y el rostro lleno de lágrimas. Se sentó a su lado y limpió su rostro.
-Mi amor…
-Lo extraño tanto!
Rin se refugió en su pecho. Sesshoumaru la abrazó y la dejó. Comenzó a acariciarle la cabeza.
-Quieres gritar?
-Sí.
-Entonces hazlo. Déjalo salir. Grita, grítame, cúlpame si quieres. Déjalo salir todo.
El llanto lleno de dolor que desgarró su garganta y corazón que salió de Rin, era el más claro indicio de su sufrimiento. Sesshoumaru la dejó llorar de esa manera hasta que se calmó.
-Rin… hasta cuándo te vas a torturar de esta manera? Te vas a enfermar, lo sabes?
-No me estoy torturando.
-Sí lo estás haciendo. No puedes ver nada de Max sin echarte a llorar. Mi amor, han pasado tres meses…
-Y qué esperas? Perdóname por no olvidar que tuve un hijo que amé más que a mi propia vida!
-No te digo que lo olvides…
-NO! Y qué rayos me insinúas con decirme que han pasado tres meses!
-QUE DEBES ACEPTARLO!
Sesshoumaru guardó silencio.
-Sabes qué? Puedes irte al demonio! Si yo quiero llorar lo haré, maldita sea! Es mí hijo!
-Rin, amor, no quería gritarte…
-No quiero verte!
Rin se fue de la habitación de Max y se encerró en el estudio. Sintiéndose impotente, Sesshoumaru llamó a Inuyasha, quien contestó medio dormido.
-Bueno?
-Inuyasha…
-Sesshoumaru? Pasó algo?
-No… bueno sí… Ah! Kami, estoy desesperado. Perdona que te llame a esta hora.
-Qué pasó?
-Discutimos… sólo… sólo le dije que se debe ir soltando de las cosas de Max y me gritó, terminé gritándole y ahora está encerrada en el estudio.
-Sesshoumaru…
-Está llorando, lo sé…
-No se necesita ser un genio para saber que está llorando. Sesshoumaru, los dos están irritables porque están cansados.
-Ya no sé qué hacer, Inuyasha… siento como si… como si la perdí junto con Max…
-Y porqué me lo dices a mí? Es a ella a quien tienes que decirle cómo te sientes.
-Cómo?
-Así como me lo dices a mí. Sesshoumaru, desde cuándo eres más abierto conmigo que con tu propia esposa? Vete a pedirle perdón y por el amor de Kami, no la provoques.
-Entonces el del problema soy yo…
-No digo eso, pero quieres hacerla salir del luto y no puedes ni debes hacerlo. Ella debe encontrar la manera de llenar ese vacío sola.
-Pero no quiero dejarla sola…
-Entonces nunca lo hará. Ella te necesita a su lado, no sobre ella las 24 horas del día.
-No sé ni cómo comenzar.
-Qué es lo que le dirías.
-Que yo también lo extraño… que me duele… que la amo y que me hace daño verla así todos los días…
-Entonces, quiero que vayas y se lo digas ahora. Aunque esté encerrada. Y me llamas en la mañana, ya desperté a Kagome y no me lo agradece.
-Lo siento…
-Sí, adiós…
Sesshoumaru cerró la llamada. Se quedó con el teléfono en las manos y se sentó en el piso del pasillo llevándose las manos a la cabeza, como si así se quitara parte de la frustración que sentía. No se imaginó que Rin hubiera escuchado todo lo que le había dicho a Inuyasha.
-Rin?
-…-
-Rin, amor, puedo hablar contigo?
-…-
-Rin, por favor, necesito decirte algo…
-No… vete…
Su voz se escuchaba corrompida por el llanto.
-Yo también lo extraño… me hace falta cuando llego a la casa, cuando me levanto… en las tardes… No te imaginas todo lo que me duele saber que ya no está… que no logré hacer nada por mi hijo, más que cumplirle su último deseo… Te amo, preciosa… Te amo tanto, que me duele verte así…
La puerta se abrió y Rin se arrodilló frente a él, entre sus piernas. Él acarició su rostro y la vio a los ojos.
-Lo siento, mi amor… tal vez tienes razón y no te comprendo del todo… supongo que cada uno tiene su manera de lidiar con el dolor…
Rin le selló los labios con su dedo índice y se acomodó en su pecho. Él la rodeó con sus brazos y apoyó su barbilla en su cabeza.
-Cuándo fue la última vez que estuvimos así? No necesito que me analices, ni que supongas nada… sólo quiero tenerte a mi lado para saber que no estoy sola…
Sesshoumaru la besó en la cabeza.
-No necesito que me hables las 24 horas del día. Pero sí necesito que me abraces cuando me veas llegar al límite…
Cerró el abrazo en que la mantenía.
-Déjame cuidarte al menos una noche, para que duermas tranquilo sin pensar que seré yo quien me enferme próximo.
-Rin…
-Déjame encontrar una manera de vivir con la realidad de que nunca más podré volver a abrazar a mi bebé, o despertarlo con un beso… o decirle cuánto lo amo…
Se quedaron abrazados así mismo, sentados en el pasillo, con Rin acomodada sobre su pecho y entre sus piernas. Y así amanecieron. Sesshoumaru despertó al escuchar su despertador desde la habitación, cargó a Rin y la llevó a la cama, apagó el aparato y agradeció que Rin tuviera un sueño tan pesado. Hizo su rutina de las mañanas y antes de ponerse la camisa, bajó a la cocina vistiendo una camiseta y se preparó su desayuno. Esperaba paciente por el tostador y la cafetera cuando sintió un abrazo desde atrás.
-Preciosa…
-Mi amor, perdóname… anoche…
-Anoche estuvo bien. Todo…
-No quería mandarte al demonio…
-Me lo merecía.
Sesshoumaru se dio vuelta y la besó con ternura.
-Iré a tu ritmo. Te lo prometo.
Rin sonrió por primera vez en tres meses. Sesshoumaru sonrió y acarició su rostro.
-Cómo me gustaría verte sonreír pero con felicidad en tus ojos…
-Eres el mejor esposo del mundo, mi amor…
-Lo dudo…
-Sí lo eres.
Sesshoumaru la hizo tomarse un jugo y comerse la mitad de su desayuno.
-Eres malo, pude hacerlo yo misma.
-Si te dejo, sé que no lo harás. Quiero que al menos comas de manera saludable. Podrías hacer eso por mi?
-Sessh…
-Por favor, Rin?
-Está bien…
Sesshoumaru la besó con ternura y tomó su saco.
-Volveré al medio día.
-Te amo…
-Y yo a ti…
-Cuídate.
-Tú también…
Se despidieron con otro beso. Rin soltó un gran suspiro al verlo alejarse en el auto.
-Kami, dame las fuerzas que necesito. Esto me va a costar mi matrimonio…
Rin se sentía con sueño, así que decidió dormir un poco más y luego prepararle una sorpresa a Sesshoumaru. Despertó una hora después para contestar el teléfono.
-Bueno?
-Rin, estabas dormida?
-Hola, Kagome.
-Estoy cerca de tu casa, me acompañas a hacer unas diligencias?
-Estaré de vuelta a las 11?
-Hm! Creo que sí.
-Bien. Ven.
Rin se preparó y llamó a Sesshoumaru para decirle que saldría con Kagome. Minutos después, Kagome llegó a la casa.
-Me prometiste que me ayudarías con las cosas del bebé y es que de verdad te necesito. Cuando entro a una tienda lo quiero comprar todo y por eso aún no compro nada.
Rin sonrió.
-A mí me pasaba lo mismo. Qué tal si comenzamos por lo esencial? La cuna.
-Ya la tenemos, Inuyasha tenía guardada su cuna y está como nueva.
-Debe ser preciosa.
-Lo es.
-Las botellas? Le darás leche de botella?
-Claro que sí… qué, es malo?
-Es… preferible no usarlas…
-Tú las usaste.
-Sí, pero sólo cuando el tragón no se callaba. Se ponía bien necio y comenzaba a gritar a todo pulmón. Y si no podía darle el seno, entonces usaba la botella.
Rin sonrió.
-Maxwell era todo un personaje…
Compraron varias cosas en la tienda. Rin le ofreció darle algunas que aún conservaba de Max.
-Estás segura?
-Sabes algo? Creo que Sesshoumaru me va a dejar.
-Rin! Estás loca?
-Tal vez… pero es que ahora discutimos por lo mínimo.
-Es que no descansan. Están irritables todo el tiempo.
Rin asintió. Al salir de la tienda de bebés, pasaron frente a una tienda de artículos para hombres.
-Ven, quiero comprarle algo a Sessh.
-Qué cosa?
-No lo sé, algo que le guste.
Rin se volvió loca con una camisa azul celeste y la eligió junto con una corbata color mostaza y unos gemelos.
-Será todo un papazote con esto…
-Ya lo es…
-Sí, pero así… uf! Sólo me lo puedo imaginar.
Rin pidió que se lo envolvieran en papel de regalo. Al llegar a la casa, se propuso preparar un banquete para él. Cuando Sesshoumaru llegó, la casa estaba inundada por un delicioso aroma a mariscos. Fue a la cocina y abrazó a Rin.
-Manjar de dioses… Cómo está mi preciosa?
Rin se dio la vuelta y rodeó su cuello con sus brazos, lo besó apasionadamente.
-Hm! Eso quiere decir que bien?
Rin sonrió. Apenas terminó de comer, Sesshoumaru la cargó y la llenó de besos.
-Te quedó estupendo, delicioso, fabuloso! Kami, qué delicia, es como si no me cansara de comer.
Rin rió mientras acariciaba el rostro de Sesshoumaru.
-Gracias, mi amor. Aunque sé que estás exagerando. Ah! Tengo algo para ti.
Rin lo llevó a la habitación tomado de la mano. Allí le entregó los tres paquetes.
-Qué es esto?
-Es que apenas lo vi y pensé en ti. Así que te los compré.
Sesshoumaru la besó en la mejilla y abrió sus regalos. Al verlos, la abrazó y la llenó de besos.
-Te gustan?
-Me encantan! Gracias, preciosa…
Sesshoumaru la besó apasionadamente y se quitó la ropa que tenía, para entonces ponerse la que Rin le había comprado.
-Qué tal?
-Delicioso! Digo… ehem, te ves bien…
Sesshoumaru rió y la abrazó.
-Gracias, mi amor.
Rin sonrió y se quedó entre sus brazos.
N/A: El fic no se ha acabado! Ya veremos como sobreviven a ese dolor permanente. Quiero agradecerles nuevamente todos sus reviews, los aprecio muchisimo.
Besitos
Mizuho
