Título: Chelo y Violín
Autora: Angels Whisper
Clasificación: R
Pareja: Harry/Severus
Traductoras: Alima21
Negación: J.K. Rowling los posee a todos.
Resumen: Después de la muerte de Sirius, Harry se refugia tocando el Chelo y atrapa el interés de Severus
Aquí le traemos una nueva historia Harry/Severus muy tierna, esperamos les guste. Besitos
Capítulo 2
Pequeñas mejoras
Esa noche, Harry se fue a la cama completamente confuso. Se sentó con su chelo, pero antes de que hubiera tocado siquiera una nota, escuchó una hermosa música flotando desde fuera de la Torre Gryffindor. Acostumbrado a su oscura y melancólica melodía, la luminosa y casi destellante melodía enseguida captó su atención. Incapaz de suprimir su curiosidad, cautelosamente salió de su habitación y escuchó la música antes de salir por el retrato para ver quien estaba tocando. Era una subestimación decir que se sorprendió al ver a su habitualmente oscuro profesor sonriendo y tocando el violín afuera de la Torre.
Cautivado por la música, Harry simplemente miró a su profesor, sintiendo que su atracción por el hombre mayor crecía hasta algo mucho mayor, amor. Salió del trance cuando Severus interrumpió la canción que estaba tocando. Sintiendo un ligero enrojecimiento en sus mejillas, Harry suspiró, haciendo que Severus casi saliera de su piel. Para mayor sorpresa de Harry, Severus no se rió, o frunció el ceño ni nada como eso, simplemente le sonrió.
"Tan parecido a Dumbledore", reflexionó Harry.
- Hola Harry. ¿Cómo estas?- dijo Severus, agitando su cabeza como saludo.
- Estoy... bien, pero, ¿por qué está aquí? No sabía que pudiera tocar el violín- comentó Harry, sintiéndose un poco tímido.
- Yo... sólo quería tocar en algún lugar además de las mazmorras. Éste me pareció un buen sitio, porque hace un par de noches escuché a alguien tocando el chelo. Pensé que a esa persona no le importaría.
Harry tragó. Pensaba que había puesto hechizos silenciadores para que nadie pudiera escucharlo. Al parecer, lo había olvidado..
- Entonces...
- Entonces… ¿qué?- le preguntó Severus de vuelta.
- Creo... creo que me voy a dormir. Buenas noches, señor- Harry hizo una precipitada salida de vuelta a la seguridad de su habitación, lejos de las emociones demasiado grandes hacía su profesor de pociones.
- Buenas noches, Harry.
Harry apenas escucho el último susurro cuando casi corrió a su habitación y se apoyó en la pared junto al retrato. Su corazón golpeaba sus costillas.
"¿Por qué me tiene que torturar así?" Pensó y casi estalló en lágrimas. Su traicionero corazón estaba amando de nuevo y dolía tanto. Harry sabía que aquel sentimiento rompería de nuevo su corazón de alguna forma. Parecía que era su destino estar solo en el mundo, amar y perder tantas veces que al final su corazón no sería nada más que un montoncito de carne y cicatrices.
Con amargos pensamientos viajando por su mente, Harry se tumbó en su cama, aún completamente vestido. Trataba de sofocar todo el amor que sentía por Severus, pero aquellos pensamientos eran evitados por la imagen de su profesor tocando el violín con una pequeña sonrisa preocupada en sus labios. Harry suspiró, y antes de que se diera cuenta, el sueño lo reclamó, arrullándolo al olvido. Sus sueños, habitualmente sembrados de las muertes de sus seres queridos, estuvieron llenos de Severus y de su brillante sonrisa.
ººººº
A la mañana siguiente, Severus estaba ansioso por ver a Harry, sólo ver lo que estaba haciendo. Pero cuando Harry entró al Gran Comedor, la cara de Severus cayó. Harry tenía los ojos rojos e hinchados y parecía muy, muy triste. i "¿Yo hice eso?" /i Severus sintió lagrimas formándose en sus ojos y miró a su plato, incapaz de comer nada más. No se dio cuenta que Harry lo miraba con tanto amor en sus ojos que podría haber derretido al hombre o la mujer con el corazón más frío del mundo.
Por supuesto, este intercambio de miradas no pasó desapercibido para el Director. Casi frotándose las manos de regocijo, sonrió.
"Esto ha mejorado, muajajaja", una risa siniestra corrió por la mente del Director y se rió de si mismo. "¿Estoy loco o qué?"
Severus miró extrañado a Dumbledore, pero se guardó los pensamientos en su mente. Suspirando pesadamente se levantó y regresó a las mazmorras. Durante todo el camino no pudo pensar en otra cosa que cierto Gryffindor.
"Lo estoy perdiendo".
Suspirando, dijo la contraseña a su retrato de Dracula.
-Casa de los astutos.
-Adelante
Severus entró a sus habitaciones personales y miró a su alrededor. Los alumnos nunca las habían visto. Y si lo habían hecho, no darían crédito a sus ojos. Todo el mundo pensaba que el oscuro profesor vivía en una cueva, colgado boca abajo como un murciélago. Pero no sabían lo equivocados que estaban. La habitación estaba decorada con colores claros y las paredes estaban encantadas para parecer de madera, aun a pesar de que eran de roca sólida. El mobiliario era de un cuero marrón áureo y era todo lo cómodo que podría pensarse. La mayor parte de las paredes estaban cubiertas de estanterías, llenas con novelas y libros de pociones. La habitación era el único lugar que Severus sentía acogedor. Su papel como profesor adusto era simplemente una tapadera. Y sólo él sabía lo mucho que odiaba ser el bastardo sin corazón.
Se acercó a su mesa de estudio y cogió su violín. Durante tres décadas había sido su único amigo. La única cosa que había tenido para si mismo. Y ahora lo compartía con Harry. Acarició la superficie pulida con sus largos dedos. Cómo quería reemplazar la madera con la suave y cálida piel de las mejillas de Harry. Una solitaria lágrima hizo su camino por la mejilla de Severus cuando pensó en la triste cara del chico durante el desayuno. Estaba dispuesto a dejarlo solo, viendo cuanto dolor había causado.
"Tengo que ignorar el dolor de mi corazón, de forma que la única persona que puede reclamar su lugar en él, pueda ser feliz."
Severus sonrió amargamente. Siempre había sido así. En sus días del colegio, se había sentido atraído por Sirius Black. Pero Sirius nunca se había dado cuenta de eso. Siempre que podía escogía torturar al Slytherin. Pero ahora el torturador era el ahijado de su primer torturador. ¿Cuan más cruel podía ser la vida? Severus sintió la necesidad de romperse y llorar. Pero era más fuerte que eso. Simplemente tragó el nudo en su garganta y dejó el violín en su cama de terciopelo carmesí.
Caminó lentamente hasta el baño y se miró en el espejo. Su pelo negro parecía grasiento, pero era sólo en apariencia, la sedosidad lo hacía brillar, por eso parecía realmente grasiento. Sus ojos ónices lucían apagados por las lágrimas no derramadas. Su nariz no hacía mucho que había sido arreglada. Durante una reunión con los mortifagos había resultado rota y Madam Pomfrey la había enderezado. Ahora no parecía tan de halcón sino mucho más... bonita.
¿Sabes que eres hermoso, verdad?- le dijo el espejo.
- ¿Cómo podría serlo?
- Te estas mirando a ti mismo, deberías verlo.
Severus suspiró y se echó agua fría en la cara. Tenía clase con los de primero en unos minutos. Oh, felicidad. Se alisó su túnica y dio un último vistazo a su apariencia. Daba miedo, como siempre. Suspiró suavemente. Como le gustaría parecerse a Dumbledore. Menos la barba blanca y los ojos destellantes. Le gustaría parecer tan amigable que los alumnos no le temieran. Pero todos tenemos nuestro papel. Suspirando de nuevo, se alejó de sus habitaciones para dirigirse a la clase de pociones.
ººººº
Aquella noche Harry, se tumbó en su cama, dibujando distraídamente algunas formas en su ropa de cama.
- ¿Cómo podría decirle a Severus que era yo quien tocaba el chelo?- preguntó Harry a las silenciosas paredes de su habitación, sin recibir una respuesta.
- ¿Cómo puedo decirle a Severus que lo amo? – hizo la siguiente pregunta. Las paredes aún mantuvieron sus pensamientos para si.
- ¿Cómo puedo hacerlo mío? – hizo la última pregunta. Sin recibir aún respuesta alguna.
Harry suspiró pesadamente y miró al dosel de su cama de cuatro postes. Éste no era del color usual en Gryffindor, gránate o dorado, era de seda plateada. Harry levantó su mano y la posó en el material, memorizando lo que sentía.
"Su pelo debe ser así de suave" pensó silenciosamente. Suspirando de nuevo, dejó su brazo sobre sus ojos sin querer ver nada más. Pero su ojo interior lo traicionó. Pudo ver algo, a Severus tocando el violín, para ser exactos.
- Está bien, ya basta- explotó Harry, sentándose.
- No más señor bonito.
Harry salió de la cama y se dirigió hacía su chelo, poniéndolo en su bolsa. Cuidadosamente, le puso varios hechizos de invisibilidad para ocultarlo a los ojos de los demás. Además, lo hechizo para que fuera más ligero; el chelo estaba listo. Lo levantó y se dirigió a la puerta. Agradeció a todo dios existente que fuera la hora de la comida y que todo el mundo estuviera en el Gran Comedor. Así tenía el camino libre. Pareciendo tan inocente como le fue posible, se encaminó hacía las mazmorras, hasta una habitación que había encontrado apenas unas semanas antes en sus pequeñas aventuras por los pasillos.
La habitación estaba construida para que la acústica fuera lo más perfecta posible. Pero también era tan oscura como su amado profesor de pociones, así que Harry cogió su varita y comenzó por lanzar un hechizo. Pronto, las paredes parecían cubiertas con la más fina seda plateada aunque seguían siendo de piedra, de otra forma la acústica se arruinaría.
La siguiente cosa que hizo fue encantar varias luces flotando alrededor, dando su propia suave luz en la oscuridad. No queriendo mostrar sus intenciones demasiado obviamente, sólo con la luz de las velas, encendió un fuego en la chimenea. "Perfecto."
Harry desató el chelo de su espalda y gentilmente puso el instrumento invisible junto a la pared, quitando los hechizos de él. Comenzó a hacer un hechizo silenciador, modificado para que sólo Severus escuchara la música. Poco después, conjuró una silla para él, justo en el medio de la habitación. Harry se miró a si mismo y frunció el ceño. Quería impresionar a su profesor, pero sus ropas no darían la impresión necesitada. No, vaqueros y camiseta gastada no la darían. Murmurando maldiciones entre dientes, abandonó la habitación tras haber puesto varios hechizos para mantener cerrada la puerta. Corrió por las escaleras hacía su habitación. La diosa fortuna estaba con él, no había nadie en la Sala Común, así que tenía vía libre hasta su dormitorio.
Se arrodilló frente a su baúl y buscó entre su ropa. Tras unos minutos encontró lo que estaba buscando. Los nuevos vaqueros negros de marca entallados lo justo para mostrar su delgado cuerpo, pero no lo hacían sentir incomodo. Rápidamente, cambió sus vaqueros holgados por los nuevos. Lanzando la camisa a la cama, continuó buscando una camisa.
- Ajá- dijo en voz alta cuando encontró el último regalo de Navidad de Hermione. Era una camisa de seda ajustada, con botones cuyo color negro era igual que el color de sus vaqueros y su pelo.
Satisfecho con su aspecto, Harry salió del dormitorio, de la sala común, y de la torre Gryffindor. Caminó informalmente por los silenciosos pasillos de Hogwarts, escuchando sus casi inaudibles pasos. Con todo eso, Harry parecía una sombra con su ropa negra y si alguien andaba por el pasillo, no se darían cuenta de tan oculto oculto como estaba.
Respirando profundamente para calmar su corazón, regresó a la habitación y cogió el chelo de donde estaba, ocupando su lugar en la silla y colocando el instrumento entre sus rodillas.
- Aquí voy – murmuró al silencio.
Cerrando sus ojos, Harry situó el arco en las cuerdas y comenzó a tocar lenta y gentilmente la música que salía del corazón a sus dedos. Los vibratos de las notas corrieron por su columna, haciendo el fino pelo de su nuca encresparse. La sonrisa con la que los labios de Severus lo habían agraciado vino a su mente y le dieron una nueva tonalidad a la música. Los dedos de Harry tomaron la iniciativa y tocaron sobre los cálidos sentimientos que estaban naciendo en su corazón hacía su profesor.
ººººº
- Al fin en paz...- susurró Severus silenciosamente mientras hacía su camino hasta sus habitaciones. Comenzó a desabrochar los primeros botones de su túnica.
Lo único que le apetecía era tomar una linda y fuerte copa de Whiskey de Fuego y su novela favorita de Charles Dickens, sentarse en su sillón frente al fuego en su pijama más cómodo y dejar al mundo seguir su curso. Había decidido que dejaría al Gryffindor solo. Era lo mejor.
"No funcionaría, es demasiado joven. Se merece a alguien de su edad, con una cara bonita y una mejor reputación."
Severus suspiró de nuevo y pasó su mano por el pelo. Los negros mechones cayeron a su lugar, enmarcando ligeramente su cara.
Caminaba por los pasillos murmurando inconscientemente la canción que Harry había tocado por la noche, la misma la canción que Severus había tocado la noche anterior. De lo que no se había dado cuenta era que la estaba murmurando mientras alguien la tocaba cerca. Se congeló, se detuvo a escuchar, queriendo creer a sus oídos. Pronto comenzó a seguir la música, hipnotizado por la calidez en la melodía. La pieza era la misma que la noche pasada y la anterior, pero había algo diferente. Las notas eran más suaves y sonaba como si el concertista estuviera poniendo su corazón en la música. El músico no era un misterio para Severus, había reconocido el estilo y éste no pertenecía a otro que Harry Potter.
Siguió caminando lentamente por el pasillo y se detuvo cuando encontró la habitación. A diferencia de cómo ocurría habitualmente, no había ningún retrato cubriendo la entrada, simplemente había una puerta. Extendió su mano temblorosa y giró el pomo lentamente. Sería una subestimación decir que Severus estaba impresionado.
Su mandíbula casi rozó el suelo cuando recibió la visión plenamente ante sus ojos. Harry estaba sentado en el medio de la habitación, apretando el instrumento gentilmente entre sus piernas cubiertas por un vaquero negro y sus bien definidos brazos moviéndose gentilmente entre las mangas de seda negras. Las velas flotantes proyectaban sus luces y sombras sobre la cara de Harry, haciéndolo parecer un ser inmortal. Las negras pestañas provocaban sus propias sombras sobre las ligeramente rosadas mejillas y la pequeñísima sonrisa en sus labios. Severus juntó toda su fuerza de voluntad para evitar correr hasta Harry y cogerlo entre sus brazos y cubrirlo con todos los besos y el amor que su corazón podía darle.
Harry tocó la última nota y agitó su cabeza, haciendo que su largo y suave pelo se retirara de su cara. Respiró profundamente y abrió los ojos. No era necesario decir que estaba poco sorprendido de ver a su profesor en el marco de la puerta mirándolo con asombro. La pequeña sonrisa se convirtió en una mayor e invitó a Severus a entrar. Asombrado, éste entró y cerró la puerta.
- Eso fue... hermoso- consiguió finalmente decirle a Harry.
- Gracias.
-Entonces… eras tu quien tocaba en la Torre Griffindor- dijo Severus, sonriendo.
- Sí... no te lo dije inmediatamente porque estaba hipnotizado por tu música. – contestó Harry, sonrojándose ligeramente. Severus sonrió suavemente y agitó la cabeza ligeramente divertido.
- No importa. ¿Desde cuando tocas?
- Desde mi primer año aquí.
- Casi siete años. Eres realmente bueno.
- Gracias. ¿Desde cuando toca el violín? – preguntó Harry amablemente.
- Hace treinta y dos años.
Harry lo miró asombrado y sonrió. La pequeña sonrisa derritió el interior de Severus y quiso llevarse a Harry con él a un lugar lejano, donde nadie pudiera hacerles daño. Un lugar sólo para ellos. Un lugar donde vivirían a través de las décadas, simplemente disfrutando de la compañía mutua y de la música.
- Así que eres un maestro del violín. Dos veces maestro. Pociones y Violín – Harry se sonrojó y bajó la mirada, sintiéndose avergonzado porque sabía que estaba divagando. Aun así, Severus le sonrió suavemente, sabiendo que esa expresión no pertenecía a su reputación, pero, ¿a quien le importaba?
- Gracias – dijo Severus y se inclinó ligeramente hacía Harry.
- Umn... dijiste que querías tocar en algún lugar aparte de las mazmorras... Bueno, esta habitación está en las mazmorras, pero puedes tocar aquí... quiero decir... si quieres...- Harry gruñó internamente. "Estoy divagando... DE NUEVO"
Severus mantuvo su risa en su interior y simplemente sonrió veladamente.
-Suena genial. Gracias.
Harry le sonrió de vuelta y asintió. Severus suspiró y mesó su cabello con la mano una vez más.
- Lamento mucho tener que dejar tu compañía, pero tengo trabajo que hacer. Buenas noches, Harry.
- Buenas noches, señor.
- Severus. Simplemente llámame Severus cuando no haya nadie más.
- Está bien... Severus.
Severus sonrió de nuevo, sintiéndose como en un anuncio de pasta de dientes, pero si quería parecer algo más que un grasiento murciélago Profesor de Pociones, tenía que sonreír y lucir más feliz... O algo. Agitando un poco la cabeza, salió de la habitación, luchando contra la necesidad de saltar y cantar. Y es que se sentía tan mareado, Harry había dado el siguiente paso.
ººººº
Cuando Harry estuvo seguro de que el Profesor de Pociones se había ido, deshizo el hechizo silenciador y se desplomó en el suelo sonriendo bobamente. Sus entrañas eran un charco, derretidas por las luminosas sonrisas de Severus Snape. Se abrazó a si mismo y sonrió tontamente. Estaba mejorando un poco y, quizás algún día, podría llegar hasta los brazos de Severus y hasta su corazón. Suspirando contento, se levantó y apoyó su chelo en una esquina de la habitación antes de apagar las velas. Cuidadosamente, cerró la puerta antes de volver a la Torre Gryffindor, meterse en la cama y soñar con los profundos lagos negros casi brillantes por la risa que eran los ojos de Severus Snape.
Continuará…….
Muchísimas gracias a KaZut, Ana, Liuny, Carly McKinnon, Mis-Andreina-Snape, Beita, Amazona Verde y Mairet Malfoy. Contestaremos sus comentarios en un review del capítulo 1
