Título: Chelo y Violín
Autora: Angels Whisper
Clasificación: R
Pareja: Harry/Severus
Traductoras: Alima21
Negación: J.K. Rowling los posee a todos.
Resumen: Después de la muerte de Sirius, Harry se refugia tocando el Chelo y atrapa el interés de Severus
Capítulo 5
Armonía a la luz de la luna
La clase de Pociones pasó volando, Severus parecía ser el mismo viejo bastardo, pero los Slytherin notaron un cambio en su Jefe de Casa. No que les importara el cambio; a su modo, ellos se preocupaban por su propia figura paterna. Contra la creencia general, los Slytherins tenían sentimientos. Y ahora, esos sentimientos eran de felicidad.
-Embotellen sus pociones y déjenlas en mi escritorio. ¡Pueden irse!- rugió Severus. Todos se dispersaron rápidamente fuera del aula; todos excepto Harry, quién se quedó rezagado para hablar con Severus. Sonrió con cariño a su amado, quien estaba ignorante de su presencia. Sonriendo ampliamente, fue de puntillas hasta el escritorio y saltó sobre el regazo de Severus. El hombre casi grito, pero gruñó feliz cuando fue saludado por la inocente sonrisa de Harry.
-Hola, amor- gorjeó Harry.
-Deberías ser más prudente. Sinceramente, saltar sobre un irritado Profesor de Pociones con buenos reflejos y una varita…- comentó Severus, fingiendo una mirada feroz.
Harry rió, ganándose una ceja levantada de parte de Severus.
-Y tú deberías prestar un poquito de atención a lo que te rodea.
Severus resopló y abrazó a Harry más estrechamente.
-En todo caso, ¿tienes algo que decirme o sólo es un experimento para ver cuan alto puede saltar tu pobre profesor cuando es atacado por un Gryffindor demasiado encantador?
-Oooh…que dulce…Nunca te vi como alguien lengua dulce- Harry rió y probó su teoría cubriendo la boca de Severus con la propia, convenciendo gentilmente a la lengua del hombre para que saliera y jugara.
Riendo quedamente, Severus subió sus manos hasta la maraña que era el cabello de Harry, atrayendo su cabeza más cerca de la propia. Con suavidad le retornó el beso, moviendo su lengua sobre la de Harry, recibiendo un suave gemido como respuesta. Harry se ajustó en el regazo de Severus, poniéndose más cómodo mientras besaba con más pasión que al principio.
Gimiendo suavemente, Severus olfateó a Harry, renuente a dejar que su amor se alejara.
-Tengo clases en unos minutos. ¿No tienes clases tú también?
Harry gruñó de mala gana y trató de enfurruñarse.
-¡Pero no quiero ir!
Severus mantuvo su rostro estoico y le lanzó a Harry una mirada severa.
-Deja de quejarte y ve a clases.
Harry optó por sacarle la lengua.
-No eres divertido.
Severus dio a Harry su propia versión de un puchero.
-Por favor, Harry.
El joven dio un profundo suspiro y saltó del regazo de Severus.
-Vale, vale- robándole un último beso, salió del aula de Pociones y se encaminó hacia Transformaciones. Severus permaneció en la silla, con una tonta sonrisa en el rostro.
-Debo haber hecho algo grande en mi vida para merecer este milagro.
Todavía sonriendo, se preparó para la siguiente clase.
ººººº
Harry
Reúnete conmigo en el campo de Quidditch a las diez de la noche. Trae tu chelo contigo
Te ama mucho
S
Harry leyó la nota varias veces y sonrió tontamente. No tenía ni la más remota idea de lo que Severus estaba planeando, pero no le importó, confiaba en el hombre con su vida. Revisó su reloj: las nueve y media.
Suspirando, se sentó de nuevo en la cama. Media hora. Demasiado tiempo.
Lentamente, una malévola sonrisa reptó a sus labios. Saltó de la cama y corrió hacia su baúl. Sacó una de sus jeans más estrechos y siguió hurgando por los alrededores por un rato. Cuando encontró lo que estaba buscando lanzó un grito de victoria. Era una camiseta del tamaño de una tienda de circo. Era un legado de Dudley, del tiempo en que éste pensaba que lucía genial exhibiendo algo de piel. Harry se estremeció ante el pensamiento. Fue una época terrible.
La camiseta era blanca, pero la cambió con un giro de su varita. El siguiente giro la encogió un poco, pero Harry se la puso antes de encogerla más. Cuando la camiseta estuvo casi pegada a la piel, quedó complacido con los resultados. Mostraba sus músculos esculpidos y le hacía ver una figura muy atractiva.
Completó su atuendo con unas botas tipo militar. Entonces, corrió hacia las mazmorras con la capa de invisibilidad sobre la cabeza para buscar el chelo. En su camino, apenas esquivó a Filch y la señora Norris, pero salió ileso y recuperó el chelo de la habitación.
Con un pequeño hechizo, agrandó la capa de invisibilidad de forma que cubriera al instrumento apropiadamente. En puntillas, llegó al Vestíbulo de Entrada y salió al fresco aire nocturno. Un leve estremecimiento recorrió su ágil figura y maldijo en voz baja. La camiseta era preciosa, pero no estaba hecha para el exterior. Sin embargo, Harry optó por la apariencia y se tragó la sensación de frío.
Se detuvo en medio del campo de Quidditch y esperó la llegada de Severus. El brillo de la luna y las estrellas llenaba el cielo y alrededor había unos pocos manchones de nubes, no lo bastante grandes como para cubrir el cielo, pero sí para velarlo tímidamente. Harry inhaló el fresco aire nocturno y suspiró feliz.
Unos brazos rodearon su cintura y no pudo evitar un sobresalto, pero se relajó al notar la familiar figura presionando contra él, riendo suavemente.
-¿En que estás pensando?- susurró Severus, sus labios tocando el oído de Harry.
Un pequeño estremecimiento recorrió la espina del joven y suspiró.
-Nada en especial. Sólo en la noche y las estrellas.
Severus rió suavemente y giró a Harry en redondo, envolviendo al joven en un cálido abrazo. Cuando notó las reveladoras ropas del joven y el ligero matiz azul en sus labios, abrió su túnica y los cubrió a ambos con ella. Harry se acurrucó feliz sobre el hombro de Severus y sonrió contra su cuello de blanco alabastro.
Sintió los delgados músculos moverse bajo sus manos y rostro mientras Severus sacaba su varita de su funda. Suavemente, el hombre murmuró un hechizo sobre Harry, para mantenerlo caliente. La sonrisa del chico se dobló en intensidad y brillantez.
-Vamos, quiero mostrarte algo- susurró Severus, sus labios acariciando la oreja de Harry. Tomando la mano del joven, empezó a caminar hacia el Bosque Prohibido.
Harry tragó con nerviosismo, pero su confianza en el hombre ganó sobre su aprensión, así que siguió a Severus en silencio.
Penetraron en el bosque con la única guía de la luz de un lumus proveniente de la varita de Severus, y el ligero resplandor que se filtraba a través del toldo formado por las copas de los árboles que cubría el bosque.
Menos de diez minutos más tarde, se detuvieron en un claro que era, en una palabra, perfecto. Un pequeño río dividía en dos partes el terreno, y la suave música del agua al correr serenaba sus oídos.
Harry dio la vuelta con lentitud, apreciando toda la belleza que le rodeaba. Bajó su chelo con cuidado hasta el suelo y abrazó a Severus apretadamente.
-Es tan hermoso. Gracias, Severus.
-De nada. Ahora, la razón por la que te pedí que me acompañaras y trajeras tu chelo es que quiero que toquemos juntos.
Harry sonrió ampliamente y transformó un pequeño guijarro del suelo en silla. Sacó el chelo de su estuche y revisó sus cuerdas cuidadosamente, al tiempo que Severus sacaba su violín.
Sonriendo uno al otro, se inclinaron sobre las cuerdas y comenzaron a tocar. Las notas, ligeras y levemente oscuras, danzaron alrededor de la noche serena, tocando los corazones de los ejecutantes y despertando profundos sentimientos dentro de ellos. Ambos tocaron en armonía, con los ojos cerrados, sintiendo la presencia del otro con sus corazones.
Sin que se dieran cuenta, pequeños animales del bosque comenzaron a salir, curiosos ante la música que se tocaba en medio de su hogar. Muchos de ellos se acercaron y permanecieron, cautivados por las melodías.
Severus y Harry estaban perdidos en su mundo, y cuando tocaban ya las últimas notas, estaban renuentes a renunciar a la paz que habían creado con sus instrumentos. Suspirando ante la pérdida, abrieron los ojos y por primera vez vieron a los animales que los rodeaban. Pero su mayor impresión vino al ver dos hermosos unicornios parados a pocos metros de ellos, sus conmovedores ojos cerrados en felicidad.
Los dos magos casi hubieran podido jurar que habían visto sonrisas en los rostros de los unicornios. Relinchando suavemente, los animales dieron la vuelta y regresaron a la oscuridad del bosque. Los animales más pequeños los siguieron, dejando a los dos hombres detrás.
Harry tornó su mirada a Severus y sonrió feliz. Sin decir ni una palabra, guardaron sus instrumentos y se dirigieron a la orilla del pequeño río. Harry dio un paso dentro del protector círculo de los brazos de Severus y suspiró de felicidad. A un tiempo, ambos acercaron sus labios para un beso, el cierre perfecto de una hermosa noche.
FIN
N/A: Para los que quieran saber qué clase de música estoy escuchando, la canción que ellos estaban tocando en el Adagio de André Previn. No recuerdo como lo conseguí, pero es la música más hermosa que he escuchado.
N/Alisevv: Yo prefiero a Chopin, pero hubieran tenido que llevar un piano jeje.
Bueno, aquí les dejamos el capítulo final de esta linda historia, esperamos que les haya gustado.
Millones de gracias a Mariet Malfoy Snape, NorixBlack, Carly McKinnon y Tercy-S-S-cloe por sus lindos comentarios.
Nos vemos en próximas actualizaciones
Besitos mil
