Siete: Sunny Wilson, la tutelada.
A Hally le pareció que julio transcurría muy lentamente. Cada día que pasaba deseaba que ya fuera treinta y uno, para ver aparecer a sus padres por la puerta del orfanato y decirle que podían irse. Eso le caía muy mal a una niña alta y delgada, de ojos negros y con una melena de cabello castaño y ondulado que casi siempre traía peinada en una cola de caballo. Esa niña era Sunny, la que le hacía la vida imposible en Greenwich siempre que podía y que la veía todo el tiempo a donde quiera que fuera. Era una niña que había sufrido mucho, pues al igual que a Hally, sus propios padres la habían dejado en el orfanato. La diferencia estaba en que a Sunny la dejaron cuando tenía seis años y luego de haberla maltratado demasiado. Si había alguna justificación para el carácter rebelde y huraño de esa niña, era la vida que había llevado antes de llegar al orfanato. Pero lo que nadie imaginaba siquiera era la razón por la que se la pasaba fastidiando a Hally no era la que aparentaba, sino una muy diferente.
En realidad, aunque lo admitía muy pocas veces ante sí misma (y ninguna ante los demás) es que Sunny admiraba a Hally, y todo por un percance que había ocurrido años atrás. Cuando Sunny llegó a Greenwich, uno de los niños mayores de entonces la molestaba muy seguido: la empujaba, la jaloneaba y le decía cosas desagradables. Sunny no lograba que la dejara en paz y en una ocasión, la tiró al piso. Le iba a aventar una pelota en la cara cuando HHP apareció de improviso, la ayudó a levantarse y le dijo al grandulón que si no se calmaba, se lo iba a decir a la señorita Hagrid (es decir, a Val). El niño salió huyendo y cuando Sunny quiso darle las gracias a HHP, su alma lastimada le hizo desconfiar de aquella mano amiga y le gritó que no se metiera en lo que no le importaba. HHP le dijo que estaba de acuerdo y a partir de entonces, no había vuelto a ayudarla mas que para lo más indispensable, como haciendo una tarea escolar difícil junto a ella o pasándole un plato en el comedor. Sunny admitía que tal vez, si aquella vez le hubiera dado las gracias en vez de gritarle, ahora serían amigas, pero se conformaba con saber que podía demostrarle que la tomaba en cuenta, aunque fuera para hacerle travesuras.
—¿En qué piensas, Sunny? —le preguntó de pronto HHP, más sonriente que de costumbre —¿Acaso en alguna otra maldad para mí?
—No –respondió Sunny —Has andado muy alegre últimamente¿se puede saber porqué?
Ésa era la pregunta más amistosa que Sunny le había hecho desde que la conocía. Hally recordaba que una vez la había ayudado una vez con un niño abusivo que la molestaba, pero luego de eso no le hablaba más que lo indispensable. Sabía que Sunny no era precisamente mala por gusto, sino por cómo la habían tratado antes de llegar al orfanato, y trataba de ayudarla un poco sin que ella lo notara, como cuando hacía las tareas escolares difíciles cerca de ella, para que viera cómo se resolvían. La verdad es que no entendía a esa niña.Tomó asientojunto a ella en la banca del jardín en la que estaba sentada y contempló una nube que se deslizaba por el cielo vespertino.
—Es que tengo un buen presentimiento —le confió Hally —Creo... que pronto me voy a ir.
Sunny la miró con extrañeza. ¿Irse? Eso sólo pasaría si alguien la adoptaba y por su edad, era dudoso que sucediera.
—Sí, cómo no —le dijo a HHP con sarcasmo —¿Tan segura estás?
Sunny vio a la niña llevarse una mano a su arete en forma de rayo y frotarlo un poco. Luego la vio sonreír sutilmente, sin apartar la vista del cielo.
—Sí, estoy segura —dijo Hally, sabiendo que no podía decir toda la verdad, pero le gustaba divertirse un poco con ella —A ti te dará gusto no verme más¿no? —supuso —O a lo mejor no, porque ya no vas a tener a quién molestar —agregó, citando a Rose.
—¡No digas tonterías! —soltó Sunny de pronto y se puso de pie —A mí no me va a dar gusto que te vayas. Yo todavía me acuerdo de lo que hiciste por mí¿sabías¡No es justo!
Acto seguido, se alejó en dirección al dormitorio, dejando a Hally un poco intrigada. Así que Sunny todavía se acordaba de lo que había hecho por ella. Entonces¿porqué la trataba como la trataba? Definitivamente no entendía a esa niña, pero tampoco iba a quedarse con la duda. Siguió a Sunny hasta el dormitorio de las niñas y agradeció que las demás todavía estuvieran comiendo, porque se encontró con que Sunny estaba de pie junto a su cama, con una caja de cartón tirada en el piso y con su contenido regado en la cama. Sunny tenía algo en la mano.
—¡Mis cosas! —exclamó Hally, llegando hasta su cama y empezando a recoger el contenido de aquella caja de cartón: sus boletas de calificaciones, las cartas de Danielle, las tarjetas y los pequeños regalos de cumpleaños de Val, Rose y la familia de ésta. Cada objeto era un tesoro para ella —¿Porqué estás husmeando en mis cosas? —revisó con la vista lo que había recogido y notó que le faltaba algo, algo importante: la carta de Hogwarts. Se enderezó y vio que Sunny la tenía en la mano y la veía, sin expresión alguna —¡Dame eso! —le exigió, y le arrebató la carta, guardándola en la caja de cartón —¿Porqué andas viendo lo que no te importa?
—Yo tengo una —le dijo Sunny de pronto, cuando Hally empezó a acomodar sus cosas cuidadosamente en la caja de cartón.
—¿Disculpa? —preguntó Hally, cerrando la caja. No entendía ni jota de lo que Sunny le decía —No comprendo.
Sin responder, Sunny caminó unos pasos hasta una cama separada de la de Hally por otras tres y se agachó. Subió un poco el colchón, sacó algo y regresó hasta donde estaba la otra niña, extendiéndole algo. Hally tomó lo que Sunny le ofrecía y se quedó pasmada: era un sobre de pergamino con el destinatario escrito en tinta verde.
Srita. S. Wilson Snape.
Cama 25, Orfanato Greenwich.
Londres.
—Se parece mucho a la tuya¿no? —comentó Sunny —Pero lo que no entiendo es porqué en mi nombre pusieron ese apellido, Snape. Nunca lo había oído en mi vida.
Hally frunció el entrecejo. Ella creía haber escuchado ese apellido antes, pero ahora no recordaba bien dónde. De pronto, se dio cuenta de que el sobre no había sido abierto. El sello, que tenía el escudo de Hogwarts, estaba intacto.
—¿Porqué no la has abierto? —preguntó.
—Porque creí que era un mal chiste, pero ahora que vi que tienes una parecida... —se interrumpió y de pronto, inquirió —¿Porqué tu sobre dice que eres la señorita Potter?
Hally se encogió de hombros y le regresó el sobre.
—Ábrela —le indicó a Sunny —Tal vez la carta diga porqué en el sobre está ese otro apellido. ¿Qué puedes perder?
Sunny se encogió de hombros y obedeció. Leyó la carta principal, la que le decía que tenía un lugar en el colegio Hogwarts de Magia, y luego la lista de todo lo que necesitaba. Pero a diferencia de la carta de Hally y la de Rose, contenía otro trozo de pergamino. Sunny lo leyó con el entrecejo fruncido, como si no comprendiera lo que decía, para luego echarse en la cama a la derecha de la de Hally.
—Increíble —musitó.
—¿Qué cosa? —quiso saber Hally.
Por toda respuesta, le extendió el papel que acababa de leer. Hally lo leyó enseguida.
Estimada señorita Wilson:
Es nuestro deber informarle que debido a la nueva reglamentación con respecto a la Restricción de Magia en Menores de Edad (enero de 1999), los magos y brujas menores de edad que provengan de la comunidad muggle y carezcan de familia, al obtener un puesto en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se les asigna un tutor de entre los miembros de nuestra comunidad. Así pues, se le notifica que su tutor es el Prof. S. Snape, actualmente docente del Colegio Hogwarts. El profesor Snape ha sido avisado de esta decisión y pasará a recogerla el treinta y uno de julio.
Sin más por el momento, se despide cordialmente:
Doris Harris.
Departamento Contra el Uso indebido de la Magia.
Ministerio de Magia.
—¡Vaya! —soltó Hally, sin poder creer lo que estaba pasando —Ahora resulta que tú también eres bruja. ¡Pero si yo nunca te he visto hacer cosas raras!
Por primera vez desde que la conocía, Sunny le sonrió. Era una sonrisa de alegría, pero con cierta ironía.
—¿Te acuerdas cuando me ayudaste con ese bravucón que me estaba molestando?
Hally asintió, pues recordaba perfectamente aquella escena.
—Pues lo que pasó fue que el primer día que estuve aquí, estábamos en el comedor y el niño ese se sentó a cenar después de haberle quitado a otro niño un panqué de nueces. A mí me dio mucho coraje lo que hizo, pero lo raro fue que el panqué se apareció en mi plato, y eso que yo estaba sentada al otro de la mesa. Creyó que yo se lo había quitado, pero la verdad es que el mentado panqué había flotado hasta mi plato, pero como todos estaban entretenidos comiendo, no se dieron cuenta.
—Te creo —musitó Hally, mirando de nuevo el pergamino que notificaba lo de la tutela de Sunny —¡Por Dios! —exclamó, al ver de nuevo el nombre del tutor de su compañera —¡Yo conozco a este señor!
—¿En serio?
—¡En serio! Mi amiga Rose me contó que sus primos que están en el colegio dicen que el tal Snape es un gruñón malvado que no quiere a nadie. ¡Ya me imagino cómo te va a ir cuando te vayas con él!
Sin darse cuenta, ambas niñas habían estado conversando con naturalidad, casi como si fueran amigas. El hecho de saber que ambas eran brujas parecía haberlas unido un poco. Al menos lo suficiente para que Sunny se atreviera a decir.
—Oye, tú. No eres tan mala¿sabías?
Hally la miró y se echó a reír.
—Tu tampoco —confesó Hally —Y ya que nos andamos tratando bien¿te gustaría que te contara algunas cosas de los magos? Val me consiguió algunos libros y...
—¿Val también es bruja?
–Podría decirse que sí, pero casi no usa la magia. Prefiere vivir como muggle.
—¿Como qué?
Hally se puso a contarle lo que quería decir muggle, pero luego se le salieron otras palabras desconocidas para Sunny, así que terminó por hacerle un resumen sobre todo lo que había leído. También le contó sobre Harry Potter y las hazañas que había realizado al enfrentarse al perverso Voldemort, pero sin confesarle que era su padre. Pero ni falta que hizo, porque Sunny siempre había tenido una habilidad nata para descubrir las cosas que se le ocultaban.
—¿Ese Potter no será pariente tuyo? —dijo —Me acabas de contar que tiene una cicatriz en forma de rayo y como tú tienes un arete con la misma forma... Mira, si no me quieres decir, no importa —añadió, al ver la duda en la cara de Hally —Lo entiendo. Es decir, toda una vida de tratarte mal y ahora esto... Pero bueno¿porqué no le sigues? Te quedaste en que el tal Voldemort era un mago malo¿pero qué tan malo era?
Siguieron conversando. Las niñas que terminaban de cenar y que entraban al dormitorio para prepararse para dormir se quedaban de piedra al ver que Hally y Sunny conversaban con ánimo, como si se hubieran llevado bien desde siempre. Tan insólita era la escena que una de las niñas fue a buscar a la señorita Hagrid y ésta fue corriendo a observar la escena por sí misma. Las demás niñas, para entonces, ya se habían acostado y en el dormitorio sólo se oía la voz clara y firme de Hally, como si estuviera dándole una clase a la voluntariosa de Sunny. Así las encontró Val y al ponerle atención a lo que la pequeña Potter decía, supo que le estaba hablando del mundo mágico. Se preguntó porqué lo hacía, siendo que estaba prohibido contarle de él a los muggles. Pero se quitó de preocupaciones cuando escuchó que Hally le decía a la otra niña.
—Vas a ver que todo es cierto cuando estemos en Hogwarts. Sólo espero que Snape no te trate tan mal como cuentan los primos de Rose.
—Ya veremos —dijo Sunny con sarcasmo —Si intenta tratarme mal, ya verá. Conmigo no va a poder¿cuándo ha podido alguien tratarme mal desde la vez que me ayudaste?
Hally se encogió de hombros. Sunny se levantó de la cama donde había estado sentada, que en aquellos días estaba desocupada, y se fue a la suya con su carta en la mano.
—Oye —le dijo Sunny, con una sonrisa —No nos llevamos tan mal cuando queremos¿verdad?
Hally le sonrió a su vez.
—No —reconoció —Cuando queremos, no nos llevamos tan mal.
