Veintiuno: La disculpa tardía y el perdón temprano.
Los niños que ahora formaban la novísima Orden del Rayo no tenían ni idea de porqué Frida Weasley salió corriendo del castillo seguida por Patrick Malfoy, pero éstos sí. Todo había comenzado justo cuando el grupo de amigos de primer año había decidido volver al colegio. Patrick había estado vagando por el castillo sin rumbo fijo, pensando muy seriamente en el consejo que le había dado su hermana menor y que quería poner en práctica lo antes posible, pero no encontraba la oportunidad. Sin embargo ésta se presentó sola, cuando Los Cuatro Insólitos (como llamaban a Frida, Ángel, Gina y John Weasley en el colegio) aparecieron en el mismo corredor en el que él estaba. Frida llevaba a su gata Whitedoll fuertemente abrazada.
—¿Porqué no bajas a Whitedoll un rato? —pidió Ángel, conteniendo un estornudo —Quizá ya se hartó de que la tengas tan apretada.
Frida hizo una mueca, pero obedeció a su hermano y bajó a su gata. Ésta, al estar libre del abrazo de su ama, anduvo trotando alegremente hasta que se percató de la presencia de Patrick. Se acercó a él lentamente, lo olfateó y al reconocerlo, ronroneó y se restregó contra su pierna. Malfoy sonrió débilmente.
—Me recuerdas —le susurró a la gata.
—¡Whitedoll! —llamó Frida con enfado —¡Ven acá!
—Cálmate, Weasley —pidió Patrick —No voy a hacerle nada.
—De ti, lo dudaría —espetó Frida, inclinándose a tomar a su mascota —Mejor no digas nada y piérdete, Malfoy. ¿Y tú qué le viste de bueno, Whitedoll?
La gata se resistía a separarse de la pierna de Patrick, cosa que extrañó a los Weasley.
—Si le hiciste algo a mi gata, te juro que me las pagas —amenazó Frida, enderezándose y con Whitedoll en brazos de nuevo —Capaz que fuiste tú el que la desapareció anoche, para que yo no la encontrara.
—Yo no me entretengo con esas cosas —aseguró Patrick con cierta insolencia y se alejó de los Weasley —Como si no me conocieran...
—Por eso lo digo —soltó Frida, irónica —¿O qué, creíste que lo decía por tu linda cara?
Patrick siguió su camino, no porque quisiera sino porque no iba a hacer lo que de verdad estaba pensando con los cuatro allí. Las palabras que quería decir sólo eran para uno de ellos.
—¿Porqué no contestas? —quiso saber Frida —¿Acaso tienes miedo?
—Si no quieres que se repita lo de junio pasado, cállate —respondió por fin Patrick, dando media vuelta y viéndola a los ojos —Te lo advierto, Weasley.
Frida frunció el entrecejo y a Patrick le pareció ver un destello de turbación en los ojos de ella, mezclado con el rencor.
—No te atreverías —murmuró Frida —Ahora no estoy sola.
—Me tiene sin cuidado —admitió Patrick —¿O qué¿A ti sí?
Frida se quedó callada, mientras que Gina veía con nerviosismo a su hermano y a su primo, temiendo que se enteraran de algo que se prima quería guardar en secreto para no causar líos. Luego de un momento de silencio, Patrick soltó un suspiro.
—Si quieres saberlo, anoche tu gata tenía la pata atorada en un agujero de ratones —confesó, encogiéndose de hombros —Tal vez por eso no la encontrabas.
—¿Y tú cómo sabes eso? —desconfió Ángel, interviniendo en la conversación.
—¿Porqué creen que parece adorarme? —preguntó Patrick a su vez, señalando a la felina en brazos de Frida —No crean que porque soy encantador para los gatos. En fin, no tengo porqué darles explicaciones —se volvió para irse —Si me quieren creer bueno y si no, ni modo.
Salió a paso rápido de aquel pasillo, preguntándose si no habría cometido un nuevo error. ¿Porqué le había hablado de ese modo a Frida Weasley? La verdad no lo entendía. De pronto, al ir bajando una escalera, escuchó pasos a su espalda pero no les hizo caso hasta que una mano le tocó el hombro.
—Caminas rápido —admitió la persona tras él: Frida Weasley —Sólo quería decirte...
Patrick la miró con atención, pero Frida no lograba decir nada. El rubio volteó a ambos lados y descubrió que era su oportunidad.
—Pues ya que estás en ésas, yo también debo decirte algo, algo importante. De hecho, debí decírtelo en junio, pero...
A la mención del mes de junio, Frida olvidó lo que tenía en mente y se enfureció.
—¿Qué, te faltó reírte más de mí? Tuve suficiente con lo que me hiciste, gracias —brotaron lágrimas de rabia de sus negros ojos —Fue una bajeza hasta para ti y todos los de tu familia.
—No hables por Danielle —pidió Patrick —Hasta yo sé que mi hermana es la única decente de mi familia, así que déjala en paz.
Frida dejó de llorar de repente, se limpió los ojos con una mano y frunció el entrecejo.
—Es la primera cosa sincera que te he oído en mi vida —declaró.
—Ya que andamos con sinceridades¿me dejas decirte lo que necesito? Es importante.
—No, gracias —Frida empezó a bajar las escaleras delante de Patrick —No creo que vuelva a salir otra verdad de tu boca.
Patrick empezó a perseguirla, diciéndole que no la dejaría tranquila hasta que no lo dejara hablar. Fue así como los niños de primero, incluyendo a la hermana de Patrick, los vieron salir del castillo y como Ángel, John y Gina los distinguieron desde un corredor del primer piso, por donde los dos chicos pasaron sin prestar mucha atención a su alrededor por andar absortos en su discusión. Frida llegó a orillas del lago, creyendo que Malfoy no la seguiría tan lejos, pero se equivocó. El rubio la siguió hasta allí e insistía en hablarle.
—¡Oh, vamos, Weasley! No vas a estar huyéndome todo el día —se quejó Patrick.
Frida se detuvo bruscamente, dio media vuelta y se enfrentó a aquel muchacho, que para ella era tan extraño como arrogante.
—No estoy huyendo —afirmó —Sólo quise sacarte del castillo para que no se me escapara algo frente a Ángel sobre lo que me hiciste en junio. Si se entera, es capaz de hacerte pedazos y no quiero que tenga problemas por culpa tuya.
Patrick frunció el entrecejo. Se veía que a Frida le importaba mucho su hermano¿cuándo fue la última vez que a él le había preocupado Danielle? Recordó el cumpleaños de su hermanita y el cinismo con el que le preguntó porqué tenía mala cara ese día, sabiendo la razón. Suspiró y dirigió su vista hacia el lago.
—Yo solía ser así —musitó.
—¿Disculpa? —Frida no entendió la frase de Malfoy.
—Yo solía ser así con Danielle —aclaró Patrick, sin mirarla —Le decía Danny de cariño, la ayudaba con lo que me pedía y la sacaba a pasear cuando estaba triste. No puedo creer que ya no sea así. No me extraña que ahora me mire como si la asustara.
—¿Porqué me estás diciendo todo esto? —inquirió Frida, ladeando la cabeza, confusa.
—Porque Danielle me dijo que cuando haces algo malo y luego te arrepientes, tienes que disculparte —Patrick miró fijamente a Frida con sus ojos grises —Es lo que he estado intentado hacer todo el día, Weasley. Quiero pedirte perdón por lo que te hice en junio.
Eso era lo último que Frida se hubiera esperado de Patrick Malfoy. Lo observó detenidamente para saber, de alguna forma, si estaba mintiendo, pero lo único que veía era a un muchacho rubio de su edad que no era ni la sombra de lo que ella suponía.
—¿Estás hablando en serio? —pudo decir la chica al cabo de unos segundos —¿O es otra de tus bromitas como la de junio? Porque mira que si vuelves a hacerme algo como...
Frida se detuvo, al ver que Patrick suspiraba otra vez, pero ahora con cierta tristeza. ¿Pues qué rayos le sucedía a ese tipo¿Se había vuelto loco?
—Sabía que no me creerías —empezó a caminar de regreso al castillo —Pero no importa. Al menos lo hice y ya no me siento tan mal. En fin, si algún día me crees y me perdonas¿puedo pedirte un favor?
Frida se encogió de hombros, pues aún no captaba del todo lo que estaba sucediendo.
—Salúdame y dime Pat —rogó Patrick, con media sonrisa —Sólo Danny me llama así.
Y acto seguido se alejó, dejando a Frida totalmente confundida.
—¿Que hizo qué?
—Lo que te digo: se disculpó.
Esa noche, en su dormitorio, Frida estaba con Gina, refiriéndole absolutamente toda su conversación con Patrick Malfoy. Las dos chicas estaban solas, pues sus compañeras de curso todavía estaban cenando. Frida, luego de recuperarse de la impresión que le causaron las palabras de Malfoy, había entrado corriendo al castillo, buscado a Gina por todos lados y cuando al fin la encontró, sentada en el Gran Comedor a punto de cenar, la arrastró escaleras arriba para que platicaran a solas. Su hermano y John intentaron seguirlas, pero no lo consiguieron, ya que todavía les celebraban la broma que le habían hecho a Malfoy y compañía con los dulces.
—¿Le creíste? —preguntó Gina, al ver a su prima tan pensativa por todo aquel asunto.
Frida no respondió. Miró por una de las ventanas del dormitorio, contemplando el cielo estrellado. No sabía qué pensar con respecto al asunto. Por un lado, Malfoy le había dicho cosas que eran casi imposible de creerlas simples cuentos, pero por otro, sabía de lo que podía ser capaz al querer divertirse.
—Lo único que le creí fue lo que dijo sobre su hermana Danielle, de que es la única decente de su familia —confesó —Ya has visto a la niña, no se lleva bien con la mayoría de los de su casa. Incluso Rose le habla.
—Bueno, sí, eso es cierto —concedió Gina —Pero no le vas a creer todo lo demás¿verdad¿Verdad? —Gina se le quedó viendo a Frida y de repente dijo —Frida, no me digas que en serio le creíste¿qué ya se te olvidó lo que te hizo¡Fue humillante!
Frida siguió sin hablar. Gina se desesperó y se levantó de su cama, donde ambas estaban sentadas, para pasearse por la habitación. Quería saber qué le pasaba a Frida por la cabeza.
—Mira, Frida, yo que tú tendría cuidado —Gina se sentó de nuevo junto a su prima —Tal vez, por una de esas rarezas de la vida, diga la verdad, pero tal vez no. Aquí la pregunta no es si lo que te dijo es cierto o no, sino porqué te lo dijo. Debe tener una buena razón¿no crees?
Frida asintió, pero seguía muda. En algún lejano rincón de su mente, por una razón que sólo ella sabía, quería creer en las palabras de Patrick Malfoy. El problema era que su prima tenía razón: debía haber un motivo oculto para haberse atrevido a disculparse a sabiendas de que ella no le creería. Pero¿cuál podría ser ese motivo?
Llegó el lunes y los alumnos tuvieron que ponerse las pilas para estar en clase con los cinco sentidos bien despiertos. Los de primer año apenas estaban agarrando el ritmo del colegio, pero algunos de los grados superiores también tenían problemas. Frida Weasley no era de ésos, pero la chica no tardó en darse cuenta que Patrick Malfoy sí. Al verlo en la clase de Encantamientos, cuyo temario del día fatigó mucho a los estudiantes de séptimo de todas las casas, casi ve cómo Malfoy se desmayaba ante la presión. Estaba muy pálido y Frida alcanzó a verle una especie de moretón en la cara. ¿Se habría peleado?
—Miren nada más —dijo Blake, el capitán del equipo de quidditch de Slytherin, al ver a los cuatro Weasley de séptimo año —Aquí tenemos a los bromistas. No crean que no sabemos que fueron ustedes los de los dulces, a pesar de lo que diga Malfoy.
—¿Pues qué te dijo, Blake? —preguntó Ángel, desafiante —¿Que no tienes cerebro?
—Cierra la boca, Weasley —espetó Blake, rodeado por sus compañeros de curso, incluyendo a Malfoy —Tú tampoco eres muy listo que digamos.
—Más que tú, sí —aseguró Ángel —Ahora, por favor, déjanos en paz. Tenemos cosas más importantes qué hacer que oír tus tonterías.
Los cuatro se adelantaron y se perdieron entre los alumnos que iban de un lado a otro, pero los de Slytherin se quedaron un rato allí, hasta que Patrick empezó a caminar en dirección a su próxima clase. Blake se le puso enfrente, impidiéndole el paso.
—¿Y a ti qué te pasa, Malfoy? —le preguntó —¿Porqué no hiciste lo que te mandé ayer en la cena, eh? Teníamos un trato.
—No soy tu criado —espetó Malfoy, haciendo un lado al fornido Blake —Y si no te importa, tengo clases, igual que tú. Se me hace tarde.
Iba a seguir su camino, pero Blake lo sujetó de un brazo y lo empujó contra una pared.
—¿Desde cuándo piensas lo que se te da la gana? —gritó, haciendo que la mayoría de los que estaban en aquel corredor los vieran con asombro. Al final del pasillo, los Cuatro Insólitos se habían detenido y se estaban regresando.
—Siempre he pensado lo que he querido. Para eso tengo más cerebro que tú.
Aquella contestación no era la que Blake se esperaba. Alzó un puño y estaba a punto de estrellarlo en la cara de Patrick cuando éste se quitó de donde estaba y se escurrió hacia el lado opuesto del corredor.
—Ya déjame en paz, Blake —pidió Patrick, dándose media vuelta —Y de una vez te digo que no te haré caso mas que para los entrenamientos de quidditch¿entendido?
Patrick ya iba a su próxima clase cuando escuchó un estallido atrás de él antes de caer al suelo. Lo había golpeado un hechizo en la espalda y a juzgar por el hecho de que no podía moverse, debía ser la maldición de las Piernas Unidas.
—¡Suficiente, Blake! —intervino John de improviso —No puede hacerse magia en los pasillos, tendré que informar esto y restarle diez puntos a Slytherin. Ahora todos, muévanse —añadió, mirando a su alrededor, que estaba lleno de curiosos —Hay clases.
Patrick seguía retorciéndose en el piso, tratando de moverse, cuando notó que de repente que se desentumía. Alzó la vista y notó que una varita le apuntaba al tiempo que una voz susurraba el contramaleficio.
—¡Vaya! —exclamó John, cuando se despejó bastante el corredor —Nunca creí ver a un par de Slytherin's peleando. Bueno, vámonos. Frida y yo llegaremos tarde a Aritmancia.
John empezó a moverse, seguido por Ángel y Gina. Frida se quedó atrás para murmurarle algo a Malfoy, quien seguía en el suelo.
—Eso sí que fue increíble —le sonrió —Nos veremos, Pat.
Y sin dar más explicaciones se fue a su siguiente clase, haciendo que Patrick se diera cuenta que ella había sido quien le había retirado el maleficio y de que lo había llamado Pat. Se puso de pie, tomó sus cosas y corrió a su clase, que casualmente era la misma a la que iban Frida y John. Entró velozmente al aula, se disculpó con el señor Davis, el profesor de la materia, y fue hacia su banca, al fondo del lugar. Miró a donde se sentaban los dos Weasley que tomaban esa asignatura y se encontró con que ambos estaban concentrados, como siempre. Por alguna razón, ellos podían pasar de ser graciosos y divertidos a serios y entregados. Según los rumores, John y Frida eran los más juiciosos de los Cuatro Insólitos, aunque sólo fuera en ocasiones. Y en clase de Aritmancia no tenían comparación. Eran los únicos que habían sacado "Extraordinario" en el TIMO de la materia. Bueno, ellos yPatrick Malfoy.
—¿Señor Malfoy? —llamó el profesor Davis de repente —¿Me escucha?
Patrick dio un respingo y al darse cuenta de que toda la clase lo miraba con expectación, sospechó que esperaban algo de él.
—Disculpe, profesor Davis —se apresuró a decir el chico —Creo que me distraje.
—Es obvio —riñó el profesor Davis, haciendo que Frida se tapara la boca con una mano, conteniendo la risa, cosa que Patrick notó —Le repetiré la pregunta, señor Malfoy¿porqué nuestra asignatura, a pesar de ser arte adivinatorio, se estudia aparte?
Los estudiantes observaron a Malfoy con interés, sabiendo que siempre que se distraía en clase, rara vez contestaba acertadamente. Pero en esa ocasión, le bastó un vistazo al semblante divertido de Frida Weasley para responder sin titubeos.
—Eso lo vimos el curso pasado, profesor. Es porque, a pesar de ser un arte adivinatorio, la Aritmancia es la más exacta de su tipo. Por el uso de los números.
—Vaya, parece que no estaba tan distraído como creía —el profesor Davis hizo una mueca irónica. Ese hombre tenía la fama de no ponerles las cosas fáciles a sus alumnos —Bueno, clase, continuemos. El tema de hoy es...
La clase siguió como de costumbre, con muchos cálculos matemáticos y con los dos Weasley acaparando la atención con preguntas que alteraban al profesor y divertían a sus compañeros. John le sonreía de vez en cuando a Sun Mei Mao de Ravenclaw, como no tardó en advertir Patrick, mientras que Frida estaba un poco distraída. Y eso sí que era raro, pues por lo que Malfoy sabía, a Frida Weasley le encantaba esa materia. Al sonar la campana, todos empezaron a salir, pero Frida se quedó un poco más en su asiento hasta que John, luego de despedirse de Sun Mei con un gesto de mano, la llamó.
—¡Oye, Frida, levántate! Es hora de nuestra próxima clase.
La chica suspiró, guardó sus cosas y siguió a su primo fuera del aula. Se despidió de él al estar junto a un tramo de escaleras que la llevarían al vestíbulo y bajó corriendo, mirando su reloj, pues estaba a punto de llegar tarde a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Tan absorta iba en llegar a tiempo, que al alcanzar el final de la escalera, se tropezó y cayó casi encima de alguien.
—¡Perdón! —dijo, alzándose torpemente —No me fijé¡voy de prisa! Tengo clase y...
—Está bien —dijo la persona a la que había derribado —Creo que me lo merezco.
Al estar por completo de pie, vio que la persona con la que había chocado era Patrick Malfoy. Hizo un gesto de incredulidad e inclinándose, le tendió la mano.
—No puedo creer que ahora sea yo la que me disculpe contigo —refunfuño —Dame la mano, es lo menos que puedo hacer.
Patrick tomó los libros que se le habían caído, le dio la diestra a Frida y se impulsó para levantarse con ayuda de ella. Al estar parado, empezó a caminar y alcanzó a oír que la pelirroja reclamaba con voz ofendida.
—¡Oye¿Ni siquiera me vas a dar las gracias?
—No hace falta —le aseguró él —Ya te dije que me lo merezco. A propósito¿qué no tenemos la misma clase? Hay que darse prisa o llegaremos tarde.
Se fue apresuradamente, consultando su reloj, exactamente como Frida hacía minutos antes. Ella lo siguió, no quedándole otro remedio y al llegar ambos a las puertas principales, Ángel apareció en el vestíbulo.
—Hola, hermanita —saludó, alzando una mano —¿Lista para la clase de Hagrid?
Frida volteó y saludó a Ángel de la misma forma, cosa que aprovechó Patrick para retirarse lo más rápido posible. Frida no quería que su hermano y él pelearan y haría lo posible por evitarlo.
Toda la semana, Frida observó atentamente a Patrick Malfoy, queriendo adivinar sus verdaderas intenciones al haberse disculpado con ella, pero lo único raro que advirtió fue que cada día, el moretón que tenía en el rostro se hacía más oscuro. En la cena del miércoles, oyó a su prima Rose hablar del tema con Hally y con Henry.
—Danielle sigue preocupada —les decía a sus amigos —Dice que por más que le pregunta a su hermano porqué permite tal abuso, no le dice nada. Ya se llevan mejor que cuando estaban en casa, pero dice que seguramente el grandulón de Blake lo amenazó.
—Ryo, Walter y yo le dijimos que lo dejara en paz —comentó entonces Henry —Los chicos somos un poco complicados. Sobreprotectores. Si el hermano de Danielle no quiere decirle nada, debe tener una buena razón.
—Pero no puede continuar así —replicó Hally —A Danielle la pone muy triste. Bueno, no le dan más que un golpe en la cara, siempre en el mismo lugar, pero debe dolerle.
—¿Y qué podemos hacer nosotros? —espetó Rose —Eso se gana por decirle a Blake que ya no iba a seguirle la corriente. Según Danielle, iban a hacerle algo a mis primos por lo de la broma de los dulces¡pero Malfoy se negó a obedecerle¿Pueden creerlo?
Frida no escuchó más. Se levantó discretamente de la mesa, salió del Gran Comedor y empezó a dar una vuelta por los pasillos, vacíos en ese momento porque los demás se habían quedado cenando. Así que lo que había visto el lunes era cierto, Patrick ya no quería ser como sus compañeros de casa. Sí que era raro su comportamiento¿pero qué habría provocado ese cambio? De pronto, escuchó un sollozo en el extremo opuesto del pasillo del segundo piso por el que ella andaba en ese momento. Siguió el sonido hasta que llegó a donde se producía, una persona sentada en el suelo, con la cara cubierta a la que reconoció por el cabello rubio.
—¿Pat?
El chico alzó a medias la cabeza, se pasó una mano por el rostro y levantó la mirada. Miró a Frida con el entrecejo fruncido.
—¿Qué haces aquí? —quiso saber Patrick Malfoy, desviando la vista —Creí que todo el mundo estaba cenando.
—¡Bah! Yo no como mucho —Frida se encogió de hombros —Pero a ti no te vi en la cena¿qué no tienes hambre o simplemente no comes?
Trató de sonreír, pero había algo en el semblante de Malfoy que le decía que no era el mejor momento para hacer bromas. Se puso un poco nerviosa, sin saber qué hacer.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo Patrick de pronto.
—Sí, claro.
—¿De verdad me perdonaste? Me llamaste... me llamaste Pat.
Frida soltó un breve suspiro. Sí que le costaba trabajo ese tipo de cosas, pero creía que le debía una explicación.
—La verdad no tengo idea —confesó por fin —Una parte de mí quiere creerte y es la que me hace llamarte así, pero otra... Otra todavía me recuerda lo que me hiciste y lo mal que me sentí. Para serte franca, no creo que pueda perdonarte del todo algún día, pero el hecho de que te disculparas ayuda un poco. Pero si te atreves a hacer otra como esa, te juro que... ¡Por Dios!
Había visto el rostro de Patrick por primera vez, aunque parcialmente por la poca luz de las antorchas. La cara de Malfoy estaba como en toda la semana, con un golpe en el lado izquierdo, pero ahora también tenía un labio partido, del que brotaba un hilo de sangre.
—¿Pero qué te pasó? —Frida se inclinó enseguida y sacó un pañuelo de su bolsillo. Se lo extendió al joven —Límpiate eso, te ves muy mal¿porqué no fuiste a la enfermería?
Patrick sonrió con ironía.
—Eso es lo que Blake quiere que haga, pero no le voy a dar el gusto. Y no creas que es por orgullo, Weasley, sino por... Me dijo que si se enteraba que iba a la enfermería, no dejaría que Danny hiciera las pruebas de quidditch. Ella quiere hacerlas, por eso...
Hizo un gesto de dolor al pasarse el pañuelo de Frida por el labio partido y dejó su frase inconclusa. Frida lo miró largo rato, queriendo comprender qué le pasaba por la cabeza a aquel muchacho que de repente, parecía haberse dado cuenta de lo malvado que había sido hasta el momento y quería reformarse. La pregunta en su cabeza seguía¿porqué Patrick Malfoy había tenido esa súbita transformación¿Qué le había pasado¿Y porqué ella había decidido perdonarlo, así nada más? Percibió algo en su interior que nunca antes había sentido. O más bien, algo que había intentado olvidar.
—Tengo qué irme —dijo de pronto, enderezándose —Ya es tarde. Tengo... tengo que...
—Irte —completó Patrick —Acabas de decirlo. Gracias por todo, Weasley. Yo también tengo que irme. Tal vez ahora pueda bajar a cenar sin que Danny me vea. Me ha estado fastidiando con este asunto últimamente y no quiero que se entere de que...
—¡Pues claro que te va a fastidiar! —estalló Frida, sin poder contenerse —¡Es tu hermana! Se supone que los hermanos se cuidan entre sí, no importa la edad que tengan. Si tú fueras Ángel, te cuidaría. ¡Y aunque no lo fueras¿No sabes porqué me enfadé tanto por lo que me hiciste, verdad¡No tienes ni idea! Pero qué mas da, no vale la pena...
Frida bufó con frustración y se empezó a retirar, pero entonces alcanzó a escuchar la pregunta de Patrick.
—¿Y sabes porqué me arrepentí de lo que te hice, acaso¿Te lo preguntaste, Weasley?
Frida se detuvo, lo miró a los ojos y frunció el entrecejo.
—Sí —confesó —Claro que me lo pregunté. Sobre todo cuando decidí perdonarte, Pat.
Dijo el sobrenombre del chico con voz tan mordaz que el rubio se sintió herido. Mucho más de lo que estaba con su labio partido y su rostro amoratado.
—No puedo decírtelo —dijo él por fin —No me creerías. Tal vez a alguien como Danny sí, porque ella es buena, pero a mí no. Estoy seguro.
—¿No crees que a mí me toca decidir eso? No es justo que un día hagas lo que tú me hiciste y luego de casi tres meses se te ocurra disculparte así nada más. ¡Ponte en mi lugar¡No te imaginas lo que sentí entonces! Fue humillante, eso fue. Si lo supieran Ángel y John, te partirían la cara y mi padre, ni se diga. Ésa es la diferencia entre tú y yo¿sabes¡Yo puedo confiar en que la gente me creerá y tú no!
Patrick la miró y Frida se dio cuenta de que estaba triste. Y se sintió muy mal por herirlo. ¿Pues qué esperaba él¿Y porqué ella era así? Lo perdonaba, pero le hablaba de forma cruel y fría. Sus pensamientos y sentimientos eran una mezcla sin sentido y todo por culpa de Patrick Malfoy y lo que le había hecho el junio anterior, antes de terminar el curso. Quería sacarse todo aquello de adentro para saber si podía aclararlo, pero se daba perfecta cuenta que hacerlo, hubiera significado tener que admitir que lo que le molestaba era no ser honesta consigo misma. Tan simple como eso.
Patrick parecía pensar en algo parecido, pues se había quedado viéndola con sus ojos grises de aspecto triste como si fuera lo más importante en el mundo y aunque Frida no lo sabía, para él no había algo más importante qué hacer en ese momento que estar allí, tratando de llevarse bien con la única persona que había creído en sus palabras en mucho tiempo. De pronto, recordó cuando Danielle era pequeña y él era su única compañía. Se preguntó cuándo se había convertido en el muchacho engreído que encontraba placer en divertirse a costa de los demás y que trataba mal a su hermana por ser tranquila y buena con la gente y no quiso ni acordarse. Todo ese tiempo, muy en el fondo, había sabido lo que ahora era muy claro para él: que ser así no le gustaba. Lo único que había hecho era lo que su padre esperaba de él. Y por primera vez, se vio a sí mismo como lo veía Danielle, Frida y todos los que le huían: como una persona sin corazón. Ya no quería ser así, ni le importaba lo que su padre pudiera decirle. Deseaba volver a ser el hermano al que Danielle quería y admiraba y también... también...
—Weasley —dijo, parándose lentamente –—Quiero decirte que...
Frida lo miró con atención. Por la expresión del muchacho, debía ser algo importante.
—La única razón por la que decidí pedirte perdón, fue porque... porque... ¡Rayos! No creí que costara tanto trabajo —masculló —Lo que pasa es que yo...
—Vaya, vaya, vaya —dijo alguien desde algún punto a espaldas de Frida, alguien con voz ronca y agresiva —Al fin te encuentro, Malfoy. Y parece que tienes compañía.
Frida se dio la vuelta y se encontró con Michael Blake.
