CUENTA REGRESIVA: CINCO CAPÍTULOS ANTES DEL FINAL.
Cincuenta y cinco: Parentescos.
Gina subió corriendo a la sala común, topándose en su camino con varios alumnos que regresaban de sus actividades de fin de semana como ella o bajaban a cenar. Finalmente llegó ante el cuadro de la Dama Gorda, le dio la contraseña (salamandras verdes) y entró a la sala común lo más rápido posible. Se encontró con su hermano, su primo y Jason Bradley conversando en cómodas butacas en un rincón, y vio a Dean, a Janice Edmond y al mejor amigo de ambos, Nigel Thomas, comentando un artículo del ejemplar de El Mundo de la Escoba que tenían abierto frente a ellos, sobre una mesa, y a su prima Rose cuchicheando alegremente con Hally Potter y Henry Graham. Pero al no ver ni rastro de Frida, Gina supuso que estaría en su dormitorio, así que fue a las escaleras de caracol y subió un poco más despacio. Por las escaleras se encontró a varias chicas de otros grados, a las cuales les dedicaba una vaga seña cuando la saludaban, hasta que casi llegando a la puerta de su dormitorio se encontró con la prefecta de su curso, Daphne Mack. Le hizo un gesto de mano y le preguntó.
—Daphne¿está Frida en nuestro dormitorio?
Daphne asintió.
—Y también Mindy —respondió la joven prefecta, bajando las escaleras —Están hablando de la próxima salida a Hogsmeade, creo. Nos veremos.
Mientras Daphne se iba, Gina ya había llegado a su dormitorio, blandiendo el pergamino que Patrick le había entregado para que se viera.
—¡Frida, ten! Patrick acaba de llegar y quiere que firmes esto.
Frida, sentada en su cama a punto de abrocharse las botas negras altas que usaría de calzado para ir a cenar, extendió la mano para recibir el pergamino, al tiempo que Mindy Whitehead, abrochándose el cierre trasero del vestido muggle color naranja oscuro que usaba, observaba la escena con interés.
—Aún no entiendo qué le ves a Malfoy¿sabes? —comentó Mindy, viendo que Frida rompía el sello del pergamino y Gina se sentaba en su propia cama, para cambiarse el peinado. Ésa era una costumbre suya, no usar el mismo peinado cada vez que salía de su dormitorio, y aprovechaba al máximo su largo cabello rojo para hacerse toda clase de cosas —Y tú a Bluepool, Gina. Son guapos, lo admito, pero son Slytherin's.
—Señal de que no los conoces —le hizo notar Gina, mirándose en un espejo que colgaba sobre su mesita de noche. De traer el cabello recogido en una media coleta, ahora lo llevaba en una cola de caballo, la cual comenzó a trenzar rápidamente —Por cierto, Frida¿de qué se trata el pergamino ese, eh? No le pregunté a Patrick porque iba de prisa.
Frida, para entonces, había terminado de leer el pergamino, pero lo había dejado en su mesita de noche y terminaba de atar los cordones de sus botas. Si había algo que Frida tuviera por costumbre que se asemejara a los cambios de peinado de su prima, era su fijación por el calzado. Siempre que podía se lo cambiaba, dependiendo de lo que fuera a hacer en las próximas horas y de lo que trajera puesto. Tomando en cuenta que lucía un conjunto de blusa y falda corta color negro, las botas altas y con cordones le quedaban a la perfección. Luego de atar sus botas, tomó de nueva cuenta el pergamino, buscó en el cajón de su mesita una pluma y un frasco de tinta y mojando la punta de la pluma lo suficiente, firmó el pergamino al final, en una línea perfectamente marcada para ello.
—¡Ah, esto! —Frida dejó el pergamino de tal forma que su recién estampada firma se secara bien —Nada, es… un trámite. Luego te cuento.
—Oye, si es por mí, puedo irme —Mindy se puso rápidamente sus zapatos, de color naranja, y se encaminó a la puerta.
—No, no, de todas formas te lo iba a contar —la detuvo Frida —Además, sé lo que te encanta un buen chisme, Mindy. Siempre que no lo divulgues¿sí?
Mindy frunció el entrecejo un momento, para luego sonreír y asentir. Frida tenía razón, a Mindy le encantaba enterarse de todo, pero tenía el suficiente sentido común para no soltar la lengua con cualquiera. De hecho, Mindy Whitehead era una mina de información que sólo rendía ganancias cuando la situación lo requería; o sea, que sólo hablaba con la gente indicada, como si fuera una doctora Corazón dándole claves a todo el mundo. Era por eso que a las primas Weasley les caía tan bien y por lo tanto, era su mejor amiga.
—El pergamino que me acaba de enviar Pat —comenzó la pelirroja de las diminutas trenzas, mirando un segundo el citado pergamino —es nuestro convenio prenupcial. Lo necesita para lo de la custodia de su hermana.
Mindy puso cara de no haber entendido nada, pero Gina había captado de inmediato y soltó un grito que de tan agudo, no se sabía si era de alegría o susto.
—¿QUÉ? —soltó, levantándose de un brinco —¿Tú, casarte con Patrick¿Quieres matar a tío Fred de un ataque cardiaco o a tu novio, cuando tío Fred acabe con él?
A pesar de la reacción de su prima, Frida se había quedado tranquila. En tanto, Mindy veía la situación desde otro ángulo, pues se había concentrado en otro dato.
—¿Cómo que Malfoy lo necesita para la custodia de su hermana? —inquirió.
Gina dejó de pasearse por la habitación, luego de que había parado de gritar para musitar razones por las que Frida no debía casarse, y escuchó con atención la explicación que su prima le dio a Mindy acerca de los problemas de Patrick para quedarse con su hermana, luego de que sus padres fueran enviados a Azkaban.
—Así que lo de Azkaban era cierto —musitó Mindy, tras un minutos de silencio —Papá mencionó algo cuando me envió una lechuza la semana pasada. Pero yo creí que era porque quería ver a los Malfoy rondando por la prisión.
El padre de Mindy era un Sinodal, un guardia de Azkaban.
—Pero Frida, eso es conveniencia —Gina seguía estando en desacuerdo —Y lo de tío Fred no lo dije de broma, lo conoces mejor que yo porque es tu padre. ¿Qué va a decir?
—En primer lugar, no es conveniencia —Frida seguía calmada, lo que a Gina le indicó que hablaba en serio —Pat me lo pidió porque realmente me quiere. Me dijo que antes de saber que me iba a Nueva York, pensó en hacerlo para que siguiéramos juntos. En cuanto a lo que diga papá, por el momento no me importa. Tarde o temprano comprenderá.
—Conociendo a tío Fred, le llevará décadas —bromeó Gina, viendo que su prima estaba decidida —Entonces¿de verdad te vas a casar con Patrick?
Frida asintió.
—¡Yo quiero ser la madrina! —pidió Mindy alegremente, saltando por la habitación —Ahora sí te creo cuando dices que Malfoy es diferente a sus padres. Anda, Frida¿puedo ser la madrina¿O al menos una dama de honor?
—Ahora que lo dices, no nos hemos puesto a arreglar eso —Frida se quedó pensativa un momento —Tendré que hacer una lista de cosas pendientes y mostrársela después.
—¿Al menos tienen fecha? —quiso saber Gina.
—Claro que tenemos fecha. Será el quince de julio.
—Uy, pues tendrás que correr para arreglarlo todo —Mindy se acercó a la puerta —Ahora, chicas¿bajamos a cenar?
Las dos primas asintieron y salieron del dormitorio, topándose en las escaleras a la quinta de sus compañeras de curso, Judith Bruce, una chica pequeña, delgada, de cabello mediano y de un tono rubio que parecía sucio, de tan oscuro que era. Sus ojillos azules se veían como si estuvieran siempre cerrados, pero sus compañeras Gryffindor no lo notaban porque Judith era bondadosa, discreta y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
—Hola, Judith —saludó Frida con una enorme sonrisa —¿No vas a cenar?
En respuesta, Judith alzó una de sus pequeñas manos y mostró una carta.
—Mi madre acaba de escribirme —dijo, con una mueca de desagrado que la hacía verse aún más curiosa de lo que ya era —Leeré esto y bajo. ¿Me guardarían un lugar? Daphne anda enojada conmigo por terminarme su pasta de dientes esta mañana.
Las tres amigas asintieron y terminaron de bajar la escalera, sin decir palabra de lo que realmente les pasaba por la cabeza. Y es que por lo que sabían, la madre de Judith era una señora bastante irritable y fría que sólo le había escrito a su hija en contadas veces. El padre de la joven había muerto poco antes de que ella entrara a Hogwarts.
—Aún no entiendo cómo una mujer como ésa es la madre de Judith —comentó Mindy en cuanto estuvieron fuera de la sala común, rumbo al Gran Comedor —Ya les conté que me encontré a ella y a su familia en las vacaciones de Navidad¿no?
Ambas Weasley asintieron, pues Mindy se los contó con lujo de detalles: ella y Jason iban paseando por los Jardines de Luxemburgo, en París, cuando se cruzaron con el clan Bruce: Judith, su madre y sus dos hermanos, mayores que la chica. Jason se animó a saludar a su compañera de casa, pero sólo ella correspondió al saludo. La señora Bruce y los hermanos ni lo miraron.
—Bueno, pues tiene una cara peor que la de la Cobra Mayor —claro está, Mindy se refería a Norma Monroe. El apodo de las chicas de séptimo de Slytherin se había vuelto muy popular desde que las primas Weasley y Sun Mei lo inventaron, pues a pocos les caían bien las tipas —Pobre Judith, realmente la compadezco.
—Chicas¿cómo están? —en un pasillo del cuarto piso se hallaron con su compañero de casa y curso Geoffrey McGill, un chico de cabello castaño claro, corto y rizado, que a muchas chicas les parecía un ángel sacado de una pintura muggle, sobre todo por sus enormes y vivos ojos verdes —¿Qué hacen vestidas tan bien? —agregó, admirándolas respetuosamente, cosa que no podía decirse de un grupo de chicos de Ravenclaw de sexto que pasaba entonces por allí.
—Halagar a nuestros novios —contestó hábilmente Mindy, viendo de pronto a Jason Bradley al final del pasillo —Las dejo, chicas¡y piensa en lo que te pedí, Frida!
Mindy se alejó a paso rápido, llegando hasta Jason y dándole un beso en la mejilla. Geoffrey sonrió ante la escena y luego se dirigió a las primas Weasley.
—Chicas¿han visto a Bruce? Prometió ayudarme con mi trabajo para Hagrid.
—No la verás en un buen rato —apuntó Gina con seriedad —La pobre Judith acaba de recibir una lechuza de su madre.
Geoffrey asintió, en señal de comprensión, y siguió su camino al Gran Comedor con un andar algo lento. Varias chicas de sexto que circulaban por ahí le dirigieron miradas de anhelo, pero el chico ni caso les hizo.
Todos los alumnos llegaron casi al mismo tiempo al Gran Comedor, por lo que el tintineo de las copas y los cubiertos se oyó por todas partes. Los alumnos comentaban el final de las vacaciones de Semana Santa y la cercanía de los exámenes, cosa que al menos Henry se tomaba muy en serio.
—Deja eso por la paz, Henry —le pidió Procyon Black esa noche, sentado a su lado, cosa que no dejaba de lamentar a ratos —Mira, sé que los exámenes son importantes y eso, pero no nos arruines los últimos minutos de vacaciones.
—Sí, no seas aguafiestas —aquella frase podría haberse esperado de Rose, pero ella estaba muy ocupada sirviéndose puré de papa y filete. La que había hablado era Hally, con una mano en su copa dorada —Henry, relájate. Ya verás que todo sale bien.
—¿Ves¡Ése es el espíritu! —Procyon le dedicó una amplia sonrisa de complicidad a Hally —Preocuparse de las cosas en su momento.
—Sí, claro —Henry dejó el asunto, al ver el poco apoyo que recibía.
En la mesa de Ravenclaw, Ryo y Paula estaban viviendo un momento similar, pero en compañía de Fanny Kleiber. La niña se estaba dando aires de haber estudiado a conciencia, cosa que los otros dos ponían en duda.
—Si hiciera eso siempre en lugar de esperarse hasta los exámenes, iríamos a la cabeza de la Copa de las Casas —se burló Paula por lo bajo, logrando que Ryo se riera.
—¿Qué es tan gracioso? —les espetó Kleiber entonces, con cara de sabelotodo.
Eso sólo les provocó más risa y Kleiber se ofendió al no obtener respuesta.
En la mesa de Slytherin, Danielle mostraba una sonrisa que no había podido lucir en semanas. Y eso era porque su hermano le había informado que seguramente podría quedarse con ella sin perder el empleo en Estados Unidos y sobre su próxima boda, haciéndole jurar discreción acerca de ésta.
—¿Y cómo le hará para quedarse contigo? —quiso saber Walter, interesado.
—Les diré luego —Danielle observó al quinteto de tarados mirándola de reojo —La mesa tiene oídos.
Sus amigos captaron la indirecta y siguieron cenando como si nada. En eso, Thomas Elliott se levantó bruscamente de la mesa, leyendo una hoja de papel, y salió corriendo, dejando a medias su porción de sopa. Walter frunció el entrecejo con extrañeza.
—¿Qué habrá estado leyendo Thomas? —se preguntó en voz baja.
Lo dejó para más tarde y continuó con su cena. En la mesa de Hufflepuff, Bryan le contaba a Amy que sus padres había mandado una lechuza comunicándole que pasarían las vacaciones de verano en Austria, invitados por los Hagen.
—Eso se oye bien —comentó Amy con una ligera sonrisa —Mándame una postal.
Bryan asintió, y rió cuando Simon Combs, por accidente, escupió parte de su jugo de calabaza al escuchar un chiste muggle de parte de Vivian Malcolm. La cena transcurrió con cierta calma y cuando la mayoría se retiraba a los dormitorios, Thomas Elliott volvió, con la misma hoja de papel en la mano y la misma expresión de desconcierto, pero esta vez iba para la mesa de Gryffindor.
—¡Oye, Jason! —llamó, para sorpresa de la mayoría de los de la casa del león —¿Supiste las nuevas?
—¿Qué nuevas? —se extrañó Jason Bradley. Conocía al niño por sus padres, ya que eran actores famosos, pero no recordaba quiénes eran exactamente —Cuenta, Elliott.
—¡Seremos familia! —Thomas le extendió la hoja de papel en el acto —Mamá acaba de enviármelo y me pidió que te lo mostrara.
Jason, todavía sentado en la mesa y acompañado por Ángel y John Weasley, tomó la hoja de papel y la desdobló, notando enseguida que era una copia de un artículo de periódico muggle cuyo titular comunicaba con grandes letras negras: Phillip Jackson anuncia matrimonio con Shirley Bradley. Jason miró el artículo con el entrecejo fruncido. No era largo, pero era bastante concreto.
Phillip Jackson, uno de los más famosos guionistas escoceses ("Juventud Vieja", "Volando por la vida"), anunció ayer por la noche en una espléndida cena de gala su próximo matrimonio con la señorita Shirley Bradley, hija del también conocido cineasta Ethan Bradley ("A la vuelta de la esquina", "Efecto Stella"). Jackson, hermano de la reconocida actriz Charlotte Jackson (protagonista del serial "Vida a Cuadros"), ha señalado claramente que el anuncio se había aplazado por algunos meses debido a sus múltiples compromisos, pero que tanto él como su ahora prometida están dispuestos a ofrecer declaraciones al respecto. "Como los dos somos algo conocidos, tenemos que andarnos con cuidado con este tipo de cosas", declaró Jackson, obsequiando a los periodistas con su sonrisa y su humor característicos, "así que por favor, hagan las preguntas que quieran, pero de la mejor forma".
Por su parte, la señorita Bradley se abstiene de encontrarse con la prensa, argumentando que no quiere llamar la atención más de lo indispensable. "Phil (Phillip) es un encanto y el hecho de que me case con él no es para obtener popularidad", aseguró la joven, quien estudia el último año de diseño de interiores en una prestigiada escuela londinense, "la fama ya la tengo desde que nací", añadió, demostrando ser tan simpática como su futuro esposo.
Los Bradley, al menos la mayoría, están involucrados en el mundo del espectáculo, desde Ethan y su esposa Margaret (fotógrafa de la mayoría de sus producciones) hasta dos de sus hijos, Ralph y Tina, actor y cantante, respectivamente. De hecho, los únicos Bradley que no están en el medio son Shirley, quien es la hija menor, y el tercero de sus hijos, Timothy, cuya vida privada y la de su familia es totalmente desconocida.
En cuanto a la familia del novio, su hermana Charlotte está casada con su compañero de reparto Sean Elliott, con quien tiene cuatro hijos: Skye, Sydney, Scott y Thomas. Mientras que los tres primeros, que son trillizos, son célebres por acompañar a sus padres a los estudios de vez en cuando, los reporteros rara vez han podido obtener una imagen del hijo menor, Thomas.
Jason terminó de leer el artículo y se lo devolvió a Thomas.
—Tía Shirley sí que tiene suerte¿eh? —le comentó a Thomas con una sonrisa —Y decía que primero muerta antes que casarse con alguien de la farándula.
—Eso sólo demuestra que tío Phil es especial —comentó Thomas, despidiéndose con un gesto de mano —Bueno, tengo que irme. Nos veremos.
Jason le sonrió y lo observó irse a su mesa, negando levemente con la cabeza.
—Nunca creí que tía Shirley fuera a casarse todavía —les aseguró a sus pelirrojos amigos —Decía que primero quería trabajar un par de años y luego buscarse un novio.
—Así son algunas chicas y cuando menos te lo esperas, se casan —argumentó Ángel.
Concluyeron la cena y junto con la mayoría de los de séptimo de su casa, se fueron a sus dormitorios. Al día siguiente comenzarían las clases y necesitarían estar bien despiertos para asistir a ellas.
Las clases fueron recibidas con caras un tanto desganadas al día siguiente. Los alumnos veían muy cercanas las vacaciones, lo que les hacía más difícil el tránsito por los pasillos para oír cátedra tras cátedra. Sobre todo Hally y Rose, ya que encontraron en Henry un obsesionado por el tema, pero pronto descubrieron que no era manía natural, sino una forma de hacerle honor a su madre.
—¿Qué dirán de mí si saco malas calificaciones? —explicó la tarde del lunes, sentado a la mesa de Gryffindor del Gran Comedor —Dirán que soy un bicho raro y a mi mamá, que cómo es posible que sea su hijo.
—Aunque fueras el peor alumno del colegio, tu madre no te diría nada malo —aseguró Hally, con la poca paciencia que le quedaba —Es tu madre. En cuanto a las calificaciones, ya te pedí que te relajes. Si no lo haces, vas a ir a dar a la enfermería.
—Además, para estudiar más a gusto, tenemos las reuniones de la Orden —intervino Rose entonces, sonriendo ante la perspectiva del fin de semana —Aunque este sábado no se va a poder. Es la final de quidditch.
—¿Creen que ganemos? —se atrevió a preguntar Henry.
—¡Claro que ganaremos! —Hally miró a su amigo como si se hubiera vuelto loco —¡Eh, Procyon! Aquí hay un descreído que duda que ganaremos la Copa de Quidditch.
Procyon, entonces ocupado en degustar una pierna de pavo, volteó con Hally y luego con Henry, para enseguida tragar el bocado de carne que tenía en la boca y hacer una mueca de disgusto.
—¡Hombre, Henry, tennos un poco de fe! —se rió —Jugamos en el mismo equipo.
Henry soltó un suspiro de impaciencia y negó resignadamente. Últimamente su amiga y Black estaban muy unidos, sobre todo cuando era en su contra. A Rose aquello le parecía sumamente curioso, considerando que conocía a Hally desde antes de entrar al colegio y la recordaba más reservada, pero desde que le hablaba a Procyon, parecía haberse vuelto un poco más desenfadada.
—Bueno, espero que al menos se tomen en serio la clase de Pociones —les dijo Henry a Hally y a Procyon, a modo de advertencia —Ya saben cómo es Snape.
Para su sorpresa, Snape apenas si les puso atención, cuando era de ley que no dejaba a los Gryffindor's en paz ni a sol ni a sombra. Se paseaba entre los bancos mirando de vez en cuando las pociones que realizaban los alumnos y siseando críticas a diestra y siniestra con evidente mal humor. A la hora de recoger material, Rose se le acercó discretamente a Sunny en uno de los fregaderos del fondo de la mazmorra y le preguntó si sabía qué le pasaba a Snape.
—La verdad, no —respondió Sunny en el acto, haciendo a un lado su cabellera castaña, recogida ese día en una larga trenza —Y ni me importa. Como si yo tuviera algo que ver en eso. Bueno, vamos a guardar.
Las niñas terminaron de limpiar su material y se reunieron con sus amigos a la hora de salir de la mazmorra. Iban comentando lo que les había parecido la extraña actitud de Snape ese día cuando al llegar al vestíbulo, William Bluepool se les acercó. Tenía el semblante serio y para sorpresa de Danielle, su hermano Patrick no lo acompañaba.
—¡Hey, Sunny! —llamó, sonriendo a medias —Necesito hablarte¿vienes un minuto?
Sunny puso cara de susto, pues no pensaba que William quisiera decirle algo bueno, ya que iba sumamente pensativo. Sus amigos parecieron opinar igual, ya que en cuanto William les dio a entender con un gesto que era algo privado, se escabulleron a su sala común a dejar sus cosas y luego irse a cenar. Sunny masculló con sorna algo de que tenía unos amigos excelentes y se acercó a William.
—¿Qué se te ofrece? —le preguntó, lo más educada posible.
William le hizo un gesto para que la siguiera y ella obedeció. Pronto llegaron a un pasillo cercano a las mazmorras donde no había nadie, cosa rara cuando era hora de gran movimiento en el colegio, al ser el final de la jornada escolar.
—A nadie le agrada estar cerca de los terrenos de Snape —comentó el joven rubio, con lo que Sunny reconoció el pasillo donde se encontraba el despacho de su tutor —En fin, el asunto es el siguiente¿recuerdas lo que me contaste el otro día¿Sobre tu familia?
Sunny asintió, pues vaya que lo recordaba. Aún no sabía qué la había llevado a creerse casi por completo la investigación de la agente Erin. Había temido que todo le saliera mal y seguramente por eso el prefecto estaba ahora frente a ella, para desengañarla. Pero se sorprendió cuando William se acuclilló y la miró directo a los ojos.
—¿Sabes? Siempre me caíste bien, no sé porqué —comentó William de improviso, un tanto brusco —Y me llamó más la atención cuando mencionaste a ese hermano tuyo, Will.
Sunny frunció el entrecejo, dando a entender claramente que no entendía nada.
—Como habrás oído, Patrick es el único que me llama así —continuó el rubio, como sabiendo lo que pasaba por la mente de la niña —Mis padres nunca quisieron hacerlo y yo no sabía porqué, pero cuando tú mencionaste a ese Will, les mandé una lechuza y se los pregunté. Me respondieron que era porque así me llamaba antes de que me adoptaran.
—¿Eres adoptado? —inquirió Sunny, queriendo aparentar ignorancia.
—Sí, lo soy —William sonrió con tristeza, lo que hizo que Sunny se estremeciera. Esa sonrisa le recordaba a su padre, al cual siempre le temió. William notó eso —¿Qué pasa?
—Me acordé de alguien —respondió Sunny simplemente. No quería entrar en detalles.
El joven asintió levemente, con tranquilidad, lo que a la niña volvió a llamarle la atención. Ahora se había acordado de su madre. Tal vez porque ella había sido rubia.
—En fin, me estoy desviando del tema —William la sacó de sus meditaciones —A lo que quiero llegar es a que quizá, y sólo quizá, tú y yo tengamos algo qué ver. Quiero decir, un parentesco. ¿Me explico?
—¿Porqué no lo dices directamente? —se extrañó Sunny, frunciendo el entrecejo.
—Sí que te gusta ir al grano —William sonrió —Lo que pasa es que no estoy tan seguro de querer decirlo. Verás, cuando supe que era adoptado, no fue agradable. Mis padres acababan de descubrir que era mago, estaban enojados y asustados, y me soltaron así nada más que yo no era hijo suyo. ¿Cómo crees que me sentí? Fatal, te lo puedo asegurar. Ellos eran mis padres, y siempre lo serán, pero no eran mi familia. Y últimamente me he estado preguntando qué pasó con mis padres biológicos, si eran magos o muggles, y porqué me dejaron. Y si tendría más familia por ahí.
Sunny había escuchado todo aquello sin decir palabra.
—Yo siempre quise una familia —aseguró la niña de improviso —Mis padres no eran muy buenos que digamos; al menos papá no lo era nunca. Mamá me hacía caso a veces, pero prefería más a papá que a mí. Por eso me dejaron en un orfanato —sin querer, comenzó a llorar, cosa que William notó un tanto preocupado —Mamá prefirió perderme a mí que a él. ¡Con lo malo que era! Por su culpa los dos se mataron en ese accidente.
—Lo siento, no debí tocar ese tema —William sacó de su bolsillo el mismo pañuelo del día anterior, con el que le detuvo la sangre de la herida que le provocó Scott —Es que tengo tantas preguntas… y no debí pedirte respuestas a ti. De verdad lo siento. Podemos olvidar el asunto, si te parece.
Sunny tomó el pañuelo, se limpió la cara con él y negó con la cabeza.
—Ya empezaste —dijo ella con obstinación —Ahora terminas.
William la observó detenidamente.
—Si estás segura de que estás bien… —musitó.
Sunny asintió y lo miró a la cara.
—Bueno, para hacerlo todo más fácil, tengo algo qué mostrarte —el chico se llevó una mano al hombro derecho, cosa que Sunny notó con estupor —Me llamó la atención que tú tuvieras algo así, creí que era el único. Y sólo una persona me ha dicho que le agrada.
Se descubrió un poco el hombro, lo suficiente para que Sunny por fin creyera en lo que la agente Erin le había informado el día anterior. Ahí, en el hombro de William Bluepool, había un lunar muy particular, con la forma de una estrella de seis puntas, un poco más claro y más grande que el que Sunny había visto en su propio hombro desde que ella podía recordar. Miró a William a los ojos con incredulidad y entonces pudo ver que lo que le había escuchado decir a su madre era cierto: su hermano Will tenía los ojos de su padre. Pero los ojos de William no tenían esa mirada vacía y enfurecida que Sunny siempre relacionaba con el recuerdo de Wyatt Wilson, sino que eran completamente diferentes. Esos ojos encerraban muchos sentimientos en aquel momento, pero ninguno era furia. El que más predominaba era el anhelo.
—¿De verdad esto es una marca de familia o algo así? —preguntó William.
Sunny asintió, sin poder contener las lágrimas.
—Mamá tenía uno igual —respondió con voz temblorosa —Ella te quería mucho, Will. Era rubia, como tú. Siempre te extrañó. Papá fue muy malo con ella al desaparecerte sólo porque cuando naciste, se enteró de que ella era bruja. ¡Pero ella te quería, Will, lo juro¡A ti y a mí¡Papá era el malo, ella no!
Sunny se cubrió la cara con las manos, en las que estrujaba el pañuelo que William le había prestado, sin hacer caso al gesto de asombro del muchacho. Él de verdad esperaba que Sunny fuera su hermana porque la niña le agradaba mucho, aunque sin razón aparente, y ahora creía saber porqué: porque debía ser cierto eso de que la sangre llama. Y aunque no fuera así, no le importaba: ella parecía la única que entendía lo que se sentía no tener padres. Podría decirse que eran compañeros del mismo dolor.
—Entonces¿estamos dando por hecho que somos hermanos? —dijo William en tono bromista, queriendo hacer sonreír a la pequeña castaña —Porque si es así, quiero conocer a tu tutor. Es lo justo¿no te parece? Y también quisiera que te conocieran mis padres, aunque creo que pondrán el grito en el cielo. Verás, la magia sigue asustándolos un poco.
Sunny logró esbozar una sonrisa ante el comentario, dejando verla al retirarse un poco las manos y el pañuelo de la cara. William quiso preguntarle cómo era posible que si de verdad eran hermanos, no se parecieran más que en el lunar que habían heredado de su madre, cuando la niña levantó la cabeza de pronto.
—¿Me llevarías contigo? —preguntó alarmada —¿O me dejarías con mi tutor?
—No, tú seguirías donde estás —William negó con la cabeza —A menos que tu tutor te tratara mal o no te gustara¿es el caso?
Sunny lo pensó detenidamente.
—Sé que parecerá una locura que lo diga, pero me gusta vivir con mi tutor. No es muy cariñoso, pero me trata bien y no es como papá o mi supuesta abuela.
—¿Tenemos abuela? —se interesó William.
—La madre de mamá, pero no te ilusiones. Está en Azkaban por torturar a niños muggles. Por eso no voy a vivir con ella nunca.
William asintió en señal de comprensión.
—Me da gusto encontrarte —confesó el muchacho, acercándole la cara para mirarla más a detalle —Una hermana, quiero decir. Ya tengo a quién molestar, como Patrick.
Sunny le sonrió con ironía.
—Sí, claro, como si yo me fuera a dejar —soltó.
Ambos rieron con la ocurrencia y el joven se enderezó.
—Bueno, ciertamente no eres como Danielle —reconoció él —Por cierto, quiero presentarte a mi novia¿la conoces, no?
Sunny asintió y al ver que William comenzaba a andar, le tomó la manga de la túnica.
—Oye¿puedo… puedo darte un abrazo?
El chico se sorprendió un poco, pero se giró hacia ella y la abrazó con fuerza. Ambos se quedaron así unos segundos, sintiendo que poco a poco crecía en su interior un cariño sincero hacia el otro por el simple hecho de compartir la misma sangre. Oyeron una puerta abrirse y cerrarse, lo que hizo que se separaran de inmediato. Se quedaron de pie sin hablar, esperando que no fuera alguno de los compañeros de su casa que los molestaban a cada rato, y se encontraron con que quien venía no era otro sino el profesor Snape, quien al verlos ahí se extrañó bastante. Más al ver los ojos hinchados de Sunny.
—¿Qué le pasa ahora, Wilson? —quiso saber en el acto el profesor —¿Acaso ahora el que la molestó fue Bluepool?
William frunció el entrecejo.
—Yo no le hice nada —afirmó el joven —Sólo estábamos hablando.
Snape lo miró con suspicacia.
—Debí suponer que alguien de su origen no insultaría a su igual —por alguna razón, a Snape nunca le había agradado del todo aquel joven rubio y de ojos azules. De hecho, había sido nombrado prefecto muy a su pesar —En fin, Wilson, no me ha respondido.
—Ya se lo dijo Will, estábamos hablando —Sunny alzó la vista con decisión —¿Quiere que le pase un informe completo de la charla? De todas formas va a enterarse.
El profesor se quedó impasible, mientras que para William aquello era un espectáculo. Nunca había oído que le hablaran al jefe de su casa de esa forma.
—Cuando quiera —se limitó a decir Snape —Ahora, si no les importa, vayan a cenar. No deberían andar por estos pasillos a esta hora. Además, tiene que descansar, Wilson, sino se quedará dormida en clase.
Sunny le dedicó una sonrisa irónica.
—Usted siempre tan preocupado por su trabajo —aseguró la niña.
Ella y William hicieron ademán de retirarse, pero Snape detuvo al joven.
—Bluepool, espere un minuto.
William se quedó y Sunny también iba a hacerlo, pero el profesor la despachó con un gesto de mano. La niña, visiblemente contrariada, se fue farfullando algo sobre buscar a sus amigos en la sala común, dejando atrás a William y a Snape.
—Ojalá haya dicho la verdad —espetó Snape en tono amenazante, para inquietud de William —Si me entero que le hace algo a Wilson, Bluepool, se las verá conmigo.
William asintió, sin saber porqué se preocuparía el profesor por Sunny. Decidió retirarse antes que el hombre quisiera decirle otra cosa y llegó a su sala común en un santiamén, sólo para encontrarse con que Sunny discutía acaloradamente con una niña de cabello castaño y de ojos oscuros y pequeños que si mal no recordaba, se llamaba Cloe Scott.
—Quiero que le digas a tu amiguito Calloway que me regrese mi capa —ordenaba Sunny con dureza —No tiene porqué tenerla.
—Mira, huérfana, tú a nosotros no nos mandas —Scott sonreía con burla —Si quieres tu capa, ya te dijimos cómo pedirla.
—Ni creas que les voy a suplicar —Sunny se cruzó de brazos —Prefiero pedirle a mi tutor una capa nueva.
—Si es que tiene con qué comprártela —intervino Brandon, que como siempre, estaba a un lado de Scott —Ya te lo dijo Cloe, mi primo Tyrone no te devuelve nada. Así que a ver cómo le haces.
Sunny sentía ganas de abalanzarse sobre aquel par de niñas presumidas, pero se controló y dejó que se fueran a cenar, mientras pensaba en cómo recuperar su capa.
—¿Cómo rayos les fui a decir eso? —masculló Sunny al ir de un lado a otro de la sala, aprovechando que estaba vacía —Como si Snape fuera a comprarme otra capa. Con lo que le costó todo lo que me compró…
—¿Snape es tu tutor? —se extrañó William, sobresaltando a Sunny. Al verla asentir, dejó escapar un silbido —Eso lo explica todo, aunque también da escalofríos.
—¿Qué cosa? —se extrañó la niña.
William no respondió. Ahora le hallaba una explicación a la preocupación de Snape por la niña, pero al mismo tiempo era algo tan increíble que si lo contara a todo el colegio, lo tacharían de loco. Y es que Snape, aparte de la fama que tenía por ser un profesor casi intratable, era conocido por su mínima preocupación por otras personas que no fueran las que le convenían. Era un digno jefe de Slytherin. Se preguntó qué tanto le importaría al profesor su recién descubierta hermana y pensó que para averiguarlo, nadie mejor que su novia… y los demás Insólitos. Con una sonrisa, se volvió hacia Sunny.
—¿Sabías que Snape se preocupa por ti? —le comentó.
Sunny se encogió de hombros.
—A veces lo hace —reconoció ella —Y cuando lo hace, es muy en serio.
Ante eso, William no pudo mas que darle la razón.
