Porque así lo quiero
Capítulo 2
Recostado en la cama, Kakashi miraba el techo sin entusiasmo. La visita que hizo a su adorado alumno, como en todas las ocasiones, había servido sólo para darle falsos momentos de tranquilidad que de nada servían al estar de vuelta en su apartamento. Sumado a sus usuales preocupaciones, la noche tenía un aire inquietante que le desagradaba, incluso sentía más opaca la luz entrando por la ventana, aunque sabía que se trataba simplemente de su imaginación. Se levantó de la cama por un vaso de agua, consciente de que carecía de sed. Pero algo tengo que hacer para distraerme… Llenó el vaso y tomó asiento en el pequeño comedor de su cocina. Reclinado hacia delante miraba el agua sin en verdad observarla, su mente estaba lejos de ahí, perdida en recuerdos de la ahora desusada sonrisa de Uzumaki Naruto. Yo haré algo al respecto. No permitiré que Naruto se convierta en otra versión de Sasuke. Porque eso era lo que venía ocurriendo, y no quería ver llegar el día en que los profundos ojos de Naruto se oscurecieran de todo sentimiento, devolviendo una mirada fría digna de un Uchiha. Kakashi se prometió que ese día no llegaría nunca, él se encargaría de evitarlo. Aparte del afecto que sentía por Naruto, como sensei que era del muchacho estaba en su deber evitar que éste llegase a un punto así, además, estaba hablando del legado del Yondaime, lo cuál lo hacía más importante aún. Comenzaría su plan de traer de regreso al viejo ninja bromista ese mismo día, el diez de octubre sería un día importante en el camino hacia el corazón de su estudiante. Su línea de pensamientos se vio cortada por el súbito desplaye de un familiar chakra a una distancia cercana. ¿Naruto? Se levantó, al mismo tiempo que su mente se agolpaba de posibilidades. ¿Está entrenando de nuevo? ¿U ocurrió algo acaso? Entendió que no lograría aclarar sus dudas permaneciendo de pie en medio de la reducida cocina, en cuestión de segundos, y sin que sus pensamientos racionales se detuvieran a registrarlo, ya estaba colocándose la máscara en el rostro y sacando un par de shurikens y kunais de su armamento personal. Por más stamina que tuviera el contenedor del zorro demonio, por más que Naruto estuviese obsesionado con el entrenamiento, el ninja rubio sabía que todo tenía un límite, uno que esa tarde había alcanzado. Era casi imposible que Uzumaki fuera tan imprudente como para excederse así. A menos que fuera una situación crítica. La probabilidad de que su joven estudiante estuviera en peligro, no quería tener que pensar en eso. Él mismo lo vio esa noche, durmiendo tranquilo en su cama, seguro demasiado cansado para siquiera levantarse. O tener una pelea. Pero el chakra que sintió era de Naruto, eso era un hecho. Quizás estaba exagerando al pensar que había un peligro en la aldea, había patrullas ANBUs, guardias en las entradas. A pesar de la avanzada hora, ningún extraño podía pasar desapercibido con tanta facilidad. Al menos ninguno normal. Esa idea le gustó aún menos. Se detuvo a medio camino de la búsqueda de sus demás ropas, ya tenía con él armas suficientes, ataviarse con el traje Jounnin era innecesario. Corrió a la puerta, pensando ya en la ruta más rápida al apartamento de Uzumaki, el sigilo con el que debería acercarse, incluso tenía ya en la mano derecha el shuriken que lanzaría contra algún posible enemigo. Extendió la mano libre para tomar el picaporte de la puerta y al instante de abrir se precipitó con fuerza al exterior. Apenas pudo detenerse para evitar chocar contra la inesperada persona de pie a la entrada de su departamento. La imagen frente al copy ninja era tan anormal que su mente tardó unos cuantos segundos en registrarla por completo: alguien en su puerta, vestido con una capa de la organización de shinobis exiliados más peligrosa, el rostro contraído en una expresión mezcla de susto y alivio, respirando con agitación, y los inconfundibles rasgos de Uzumaki Naruto. El tono apresurado en la voz del muchacho al decir su nombre le hizo otra vez conciente de los extraños acontecimientos. Se apartó y el ninja de ojos azules entró sin dudar, cerrando la puerta tras de si. Había tantas preguntas por ser hechas, y sin embargo el sensei permaneció en silencio, contemplando a su alumno. La apariencia presente en Naruto no encajaba con la común actitud del adolescente, aunque no lograba descifrar qué era exactamente lo que estaba fuera de lugar.
"¿Estás bien?" preguntó Kakashi. Sabía que era una pregunta tonta, pero se sentía incapaz de expresar lo que pasaba por su mente. "¿Qué…?" señaló la enorme capa negra con nubes rojas que envolvía al rubio.
"Itachi." Respondió Naruto. "Está aquí. Él quiso…" Kakashi vio pasar por los ojos azules de Uzumaki una rápida sombra de emociones al pronunciar el nombre del Uchiha, la cual tan pronto como vino volvió a desaparecer en las intensas pupilas de su alumno. "Quiso secuestrarme. Pero logré escapar, aunque dudo que los bunshins logren retenerlo mucho tiempo…"
El ataque del Akatsuki no estaba tan fuera de lugar, ya habían transcurrido los tres años desde el último encuentro con ellos. Sin embargo, no esperaba que se presentaran justo en esta fecha. Eso no importaba de momento, necesitaba dar aviso a la Godaime de la intromisión del Uchiha. Era un milagro que Naruto lograra escapar del ataque de un criminal del rango de Itachi. ¿Pero está en verdad bien? Lo miró con mayor detenimiento. Si Uzumaki tenía alguna herida de gravedad, estaba oculta bajo la vestimenta ajena que llevaba. ¿Y por qué se aferra tanto a ella? En efecto, el rubio adolescente sostenía la capa contra su cuerpo con un afán anormal, la única área al descubierto era el rostro de éste, y ni siquiera por completo. El joven ninja se movió, por seguro incomodado debido a la actitud tan callada que le estaba ofreciendo en semejante momento. O quizás porque no dejas de mirarlo ni un maldito segundo. Decidió concentrar su atención en otra cosa cuando Naruto miró a otro lado, exponiendo en ese ángulo la parte derecha de su cuello. Vio ahí lo que le pareció ser una herida, o mejor dicho, lo que fue antes una herida. Kyuubi debía haber sanado ya cualquier posible rastro de agresión, pero adherida a la piel de Uzumaki estaban unas leves líneas de color rojo oscuro, que sin duda salieron del cuello de éste. Sin embargo, el patrón dejado por la sangre seca no parecía haber pertenecido a una herida común, al menos no inducida por un arma que él conociera. Tenía una forma curveada. En ese instante la realización golpeó a Kakashi. ¿Una mordida? Existía la posibilidad de haberle sido inflingida durante su intento de escape. No, eso no puede ser. Naruto se ha vuelto más fuerte, pero no hay forma de que lograra escabullirse de Itachi, no si se aproximó tanto. Observó de nuevo el ropaje del Akatsuki, con menor sorpresa que el momento en que vio a Uzumaki ataviado en él, pero sí con el doble de intriga.
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La mirada de su sensei seguía atada al abrigo del Akatsuki. Naruto sabía que tarde o temprano debería explicar los detalles al respecto, y eso era justo lo que menos deseaba hacer.
"¿Y ahora qué?" preguntó, tratando de alejar el interés del hombre a algo distinto. "¿Qué hacemos?"
"Tenemos que alertar al respecto." Dijo Kakashi. Uzumaki podía notarle repasar los movimientos próximos en su cabeza, pero sin dejar de lado la situación. "Lo mejor será llevarte ante la Godaime. Además, este lugar no es seguro, Itachi no tardará en descifrar dónde te encuentras." Se movió hacia la puerta. "Vamos."
"Sensei…" comenzó Naruto. Aspiró hasta llenar los pulmones, todavía estaba cansado por la rápida huida de manos del poderoso criminal, y decir lo siguiente era complicado. "¿Podría…?" decidió plantear se petición de otra manera. "Necesito algo de ropa." Kakashi se giró hacia él, confuso. "Todo pasó demasiado aprisa, y al salir de casa lo único que pude tomar fue esto." Movió los brazos, haciendo énfasis en la capa. "Bueno, a veces tengo la mala costumbre de dormir sin nada encima. Me refiero a nada en absoluto, y pues… no puedo presentarme en la oficina del Hokage así."
Los ojos del Jounnin pasaron de la confusión a una expresión semejante a la sospecha. Continuó contemplando al rubio, con un escrutinio que le dio a Uzumaki la sospecha de que no le creía. O que su mentira fue descubierta. No, eso es imposible. ¿Por qué no me creería? Mantuvo el rostro neutral, en un esfuerzo por no delatar ningún signo de inseguridad. Tras un asentimiento la mirada de Kakashi le abandonó, mientras éste avanzaba a lo que Naruto supuso era su habitación. La calma volvió cuando su sensei reapareció ante él con ropa en las manos. Lo llevó hasta el cuarto de baño, le entregó la ropa y le dijo que se diera prisa. El rubio se encerró en el pequeño cuarto de inmediato sin decir una sola palabra. Lo primero que hizo fue lanzar al suelo la ropa que tomó de Itachi. Su cuerpo sintió perder la calidez que le brindaba la prenda, pero de lo que no podía separarse era del recuerdo del dueño de ésta, de lo ocurrido con él en el apartamento, de lo que casi ocurrió. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda al evocar en contra de su voluntad la mirada hambrienta del mayor de los Uchiha, esos ojos carmesí que dejaban claro que le haría suyo, y los cuales sabía debieron llenarse de ira cuando le vio escapar. Eso si es que en verdad lo había logrado, dudaba que Itachi se diera por vencido tan pronto. Podía estar incluso en el techo de la casa de Kakashi, esperando el momento indicado para atacar por segunda vez. Cerró los ojos y suspiró, no era el momento para perder el control a causa de hipótesis histéricas. Precisaba mantener la calma, pensar en qué le diría a Tsunade, a Kakashi sensei y quien sabe a que otras personas más, porque la versión real era una que prefería guardarse. O por lo menos modificarla en ciertos puntos. Apoyó las manos en el lavabo, sintiendo la composición fría del blanco material. Levantó la vista, y el espejo frente a él le mostró una versión desaliñada de su persona. Lo primero que notó fue que su cabello era un desorden, y ya comenzaba a secarse con las gotas de sudor que lo empaparon. Pronto sus ojos encontraron los residuos secos de sangre adornando un lado de su cuello. Siguió inspeccionándose más abajo, y para su mala suerte descubrió unas marcas oscuras, cortesía de la boca de Itachi. Mierda. De la sangre se desharía fácilmente, pero de esos puntos lo dudaba bastante. ¿Por qué demonios no los has hecho desaparecer, maldito zorro? Supuso que el chakra de Kyuubi no consideraba eso una verdadera herida. De una u otra forma, tendría que lidiar con eso también. Abrió el grifo del agua y limpió la sangre en su cuello. La temperatura del líquido era tibia, y no pudo resistir lavarse la cara también. Fue un sentimiento agradable el de tener el rostro limpio, tranquilizante hasta cierto punto. Sintió la urgencia de tomar un baño, de quitarse la saliva que Itachi esparció por el resto de su cuerpo desnudo. Sin embargo, Kakashi le esperaba al otro lado de la puerta para ir a hablar con la Godaime, le había dicho que se diera prisa y Naruto ya llevaba varios minutos sin hacer nada. Tomar una ducha quedaba fuera de discusión. La primera prenda que sus manos encontraron fue una camisa negra, para su suerte, de cuello alto. Agradeció al cielo que su sensei tuviera la costumbre de utilizar ese tipo de camisas. Lo siguiente fue un bóxer gris y un pantalón negro. Al pasar los años la estatura de Uzumaki aumentó, pero de igual manera seguía siendo de talla más baja a la gente de su edad. Y ya comienzo a perder las esperanzas al respecto… Tuvo que arremangarse la camisa y doblar la parte inferior del pantalón que le fueron prestados. Todavía no sabía que iba a decirle a la Hokage. Supongo que tendré que improvisar.
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La luz de la luna le daba de lleno en el rostro, el cuál estaba contorsionado en un gesto de enfado. En verdad estaba molesto, como nunca en mucho tiempo atrás. Acabar con los bunshins fue fácil, aunque la cantidad de las réplicas le impidió ir de inmediato tras su presa. Una débil ráfaga de viento le removió sus cabellos oscuros aún libres contra la espalda. Su enojo no iba dirigido al contenedor del zorro demonio, o debido a que éste hubiese escapado, lo que le enfurecía era que él lo había permitido. Estuvo tan seguro de su victoria, tan confiado en que Uzumaki no tenía posibilidades de huir, que esto se convirtió en una misma. Pero así como se reprendía por su negligente error, también aplaudía la capacidad de Naruto por encontrar la manera de salvarse, y asimismo de forma involuntaria obtener una prueba de la presencia del Uchiha ahí. Sonrió ante la situación. Por esta ocasión aceptaba su derrota, una pequeña victoria que sirvió para aumentar el interés del criminal. Tras abatir a las réplicas se tomó su tiempo para vestirse y luego salir a rastrear al ninja rubio. No se sorprendió al descubrir que su interesante victima se refugió bajo la seguridad del techo de Hatake Kakashi. Techo en el que él se encontraba parado justo ahora y cuya supuesta seguridad seguía intacta porque él así lo había permitido. Minutos antes vio salir lo que él supo al instante era un kage bunshin del copy ninja, al que Itachi pudo destruir en un segundo, mas no lo hizo. Como se dijo antes, por esa noche Naruto estaba salvado, su intrépido escape le consiguió una indulgencia momentánea. Se daría aviso en la aldea, probablemente Tsunade-sama aumentaría las medidas de seguridad alrededor de Uzumaki y daría inicio un proceso de búsqueda. Lo cual, en conjunto, pronosticaba más diversión en la misión de Itachi. Los ojos contagiados de emociones provocadas por Naruto volvieron a ser la fría mirada usual del miembro del Akatsuki. Nos veremos pronto, Naruto-kun. Dio la vuelta, y un segundo después el único rastro de la presencia del Uchiha fue una leve brisa que se confundió con el viento nocturno.
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Lo primero que hizo cuando la puerta del baño se cerró fue mandar un bunshin a dar aviso a la Quinta Hokage del ataque a Naruto y anunciar que lo llevaría ante ella en unos momentos. Porque no lo dejaré aquí solo. Luego de esto su cabeza se centró por completo en lo que le dijo Naruto. La mentira que me dijo Naruto. Él sabía mejor que nadie que el rubio no dormía sin estar vestido, sus visitas nocturnas habrían sido mucho más interesantes si eso fuera cierto. Pero no lo es, y él me está ocultando algo. Kakashi estuvo fuera del apartamento de Uzumaki esa misma noche y había un bóxer alrededor de la cintura de éste cuando se marchó. ¿Qué pudo haber pasado en el lapso de tiempo entre su visita y la aparición de Naruto en su casa que dejara al adolescente sin ropa? No lo sabía, pero era algo que el rubio no quería contarle. Y eso no puede significar nada bueno. Frunció el entrecejo, mirando desde su posición contra la pared la puerta del lugar donde estaba su alumno. Uchiha Itachi, la falta de ropa de Uzumaki, y la misteriosa herida que éste presentaba en el cuello eran las variables en una ecuación que la pervertida mente del Jounnin desarrolló. No era algo seguro, pero la mera idea de que el peligroso ninja exiliado hubiese intentado algo más que sólo secuestrar a Naruto enfureció a Kakashi. ¿Qué me asegura que el asunto quedó únicamente como un intento? Pasó tiempo suficiente para que Itachi pudiera… Sus manos se cerraron en puños. ¡No! Aunque esas hayan sido las intenciones de Itachi o no, Naruto logró escapar de él. Escuchó el ruido del agua dejando de fluir en el interior del cuarto de baño y supo que pronto su estudiante saldría de ahí. Debo calmarme o no podré pensar con claridad. Pero que Naruto le mintiera, saber que no le tenía la confianza suficiente para contarle lo ocurrido, era difícil de dejar de lado. Pensar que hoy sería el día en que comenzaría a acercarme a él. Estaba haciendo un pésimo trabajo en concentrarse para analizar las cosas con calma cuando la puerta se abrió y dio paso a su rubio aprendiz. Era un alivio tener su máscara puesta o Naruto habría visto la sonrisa que provocó en él, una sonrisa que demostraba muchos sentimientos, algunos de ellos quedando fuera de lugar en la relación entre sensei y aprendiz. El adolescente lucía totalmente distinto vestido de esa manera, con ropa al menos dos tallas más grandes, el cabello desordenado y una mirada de dudosa expectación. Como un niño perdido. Sin embargo, Naruto no era un niño, sino un hombre en el cuerpo de un adolescente. La vida de Uzumaki le tuvo destinados desde el principio giros violentos que conllevaron a eso, algo que una parte de Kakashi lamentaba. La prenda del Akatsuki en la mano izquierda de su alumno le recordó la situación. Y yo sigo haciendo un fatal intento de pensar con claridad. Asintió en dirección a Naruto.
"Vamos." Dijo Kakashi, separándose de la pared donde estaba recargado. "La Godaime debe estar esperándonos."
Recibió por respuesta un asentimiento. En silencio, ambos salieron de la casa a la media luz brindada por la luna. El Jounnin registró los alrededores en busca de algún chakra sospechoso, pero no encontró nada. Si Itachi seguía rondando el lugar, hacía un excelente trabajo en ocultar su presencia. Lo cual es bastante probable. No obstante, dudaba que el Uchiha hiciera un segundo ataque esa noche, era del tipo que gustaba de las misiones bien planificadas, con cada movimiento premeditado desde antes. De todas maneras no iba a confiarse, si Itachi atacaba de nuevo, fuese hoy u otro día, Kakashi estaría ahí para intervenir. Puso su mano en el hombro de Naruto y segundos después los dos shinobis estaban cruzando la Aldea de la Hoja en dirección a la Torre del Hokage.
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NOTAS:
Sorry por el super retrazo. Demasiadas cosas, supongo. Muchas gracias a los que me dejaron reviews, son geniales! y yo una bastarda por tardar tanto xD Pero bueno, sean buenos y dejen reviews otra vez, si? Por favor?
