Empiezan las historias que envuelven a estos dos personajes. Disfruten

Disclaimer: Todas las ideas relacionadas a Harry Potter y su mundo son propiedad de JK Rowling y de la Warner. Los personajes de Prue Halliwell Snape, Andy y Aline Potter Black pertenecen a roleros que llevan el mismo nombre.

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Capítulo 1 - Maldición Irrompible (Parte 1)

La Historia de Jen Malfoy Snape y Patrick Malfoy Snape

Fase 1 – Nunca traiciones a un ser Oscuro: Se dice que la traición es la madre cariñosa de todas las venganzas…

Jen Malfoy Snape entró a su mansión algo cabizbaja. Esa noche había escuchado un rumor que le costaba demasiado creer. Caminó por el pasillo a oscuras hasta que sintió la empuñadura de su varita en su cinto, la sacó y con un movimiento delicado que cortó el aire, pronunció... Lumus... Las luces se encendieron e iluminaron un buen tramo del corredor. Jen Jen entró al vestíbulo y colgó sus katanas, luego se dejó caer en un sillón de cuero negro y cruzó una pierna. Estuvo tentada a llamarlo mediante la Marca Tenebrosa de su antebrazo para preguntarle si lo que había oído era cierto, pero no tuvo que hacerlo, pues fue en ese momento que lo vio llegar por la chimenea. Sus ojos rojizos como los del Lord contrastaban con su cabellera platinada casi gris. Éstos tenían una expresión iracunda y dolorosa, una expresión vacía de sentimientos puros y colmada de maldiciones. Su ceño fruncido era prueba fehaciente de su molestia. Jen comenzó a sospechar que todo lo que había escuchado era cierto.

- Hermana... – Jen Jen se levantó y lo abrazó, como si de un niño se tratase. Por un momento, la expresión iracunda del muchacho se suavizó.

- Mi niño, deja de llamarme así, hicimos un pacto de sangre, pero yo no tengo familia, ahora menos que nunca.

- Sólo me tienes a mí, lo sabes bien… – El muchacho la tomó por la cintura. La joven pudo sentir su aliento rozar sus labios.

- Tú y yo siempre unidos, más que familia. Más vale la sangre derramada que la sangré que corre por nuestras venas, ¿verdad, hermano? – Jen sonrió y le acarició la cabeza, sin embargo el muchacho se soltó y volvió a recuperar su mirada endurecida.

- Jen Jen, me ha traicionado, ni siquiera me dijo que quería divorciarse de mí y ahora está besuqueándose con otro...

- Así que los rumores eran ciertos...

- ¡Claro que eran ciertos! – El joven cerró el puño - Y pagará... Igual que su amante.

- Andy… Pues ese es una pobre escoria, sangre sucia inmundo, mago común sin poder… Él morirá como el insecto que es… – Jen se frotó el antebrazo izquierdo. – Pero Prue… olvídala no vale la pena…

- ¡No! Acabaré con ella con mis propias manos…

- ¡No! – Jen ahogó un grito. – Ella es como mi madre…

- ¡No, ella no es nada tuyo! ¡Sólo me tienes a mí! Sabes que ahora te necesito, nuestro pacto de sangre nos une... Tú debes ayudarme, ella nos ha traicionado a ambos… – Le dijo el joven. Jen sabía que él tenía razón, pero le costaba admitirlo.

- ¿Qué puedo hacer por ti, hermano?

- Sabes lo que quiero…

- Juré que no le haría daño... Ella es muy especial para mí...

- ¿Y yo qué soy? ¿Quién estuvo contigo todo este tiempo?

- Nuestra relación es más fuerte, lo sé...

- Yo te amo tanto que adopté tus apellidos...

- Amor más fuerte que el amor. Siempre dices eso. Tú no tenías apellidos, eras sólo...

- Sólo tu sombra, tu mitad, tu complemento, tu otro yo.

- En fin ¿qué necesitas? – Jen le dio la espalda y él la abrazó por detrás.

- Tu poder, yo tengo la marca, pero no tengo tu poder par acabar con ella. Tú eres líder, poderosa, temida… Yo sólo soy mortífago base…

- Me pides demasiado, ¿qué le harás? – Jen se tocó la marca tenebrosa.

- Matarla, merece la muerte... Ni siquiera me avisó, ni una lechuza, ni un vociferador, ni una conversación. Tan sólo esparció el rumor y ya la ves, ahora se besa con un guía blanco...

- ¿Guía blanco esa escoria inmunda? Ese no es más que un mago común con aires de grandeza. Igual, me pides demasiado… – Le dijo Jen algo nerviosa.

- Nunca te he pedido nada, hermana, hazlo, por favor.

- Juré no lastimarla...

- No lo harás, lo haré yo. Debes sentir mi dolor, será la única manera de convencerte...

El joven sacó una daga de plata de su cinto plateado y abrió con un corte la palma de su mano. Jen Jen hizo lo mismo y ambos juntaron sus manos heridas. La mortífaga pudo sentir el dolor, la frustración, el enojo, la ira, el odio. Era horrible, intenso, lo sentía en carne propia. Se soltó intempestivamente y se agarró el vientre. Nauseada y con lágrimas en los ojos tomó una decisión.

- ¡PÁRALO, PÁRALO, NO PUEDO MÁS! Maldita sea… ¿Siempre tienes que hacer eso, verdad? Aprovecharte de la conexión que tenemos para convencerme. A veces te odio tanto…

- Lo siento, hermana, pero ya lo ves. - Las lágrimas se acumularon en las cuencas de sus ojos, Jen sabía que era sincero.

- ¡NO PUEDE SER, JAMÁS LA CREÍ CAPAZ, SI SELLARON SU MATRIMONIO CON MAGIA BLANCA! ¡QUÉ DECEPCIÓN! – Jen estaba desesperada y decepcionada. El joven cayó sobre sus rodillas ante ella, ella volteó.

- Por favor... nunca te he pedido nada... Lo merece...

- Bien, Patrick, lo haré. - Jen se agachó y lo abrazó. – Te amo, nadie puede hacerte esto, ni siquiera ella.

- Amor más fuerte que el amor.

- Amor de hermanos, Patrick.

- Amor de hermanos, Jen Jen.

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Fase 2 - Pruebas de Fuego: Nada como enfrentar a una persona a su peor pesadilla para conocer su carácter y su debilidad

Alrededor de una fogata estaba sentado un grupo de jóvenes, todos magos sobresalientes y que habían demostrado un gran poder en sus años de escuela. El frío de la ciudad sagrada de los Incas parecía meterse por los huesos de quienes no estaba cerca del fuego. Un chamán de vistosas ropas estaba dirigiendo la sesión de Ayahuasca. Jen no quería participar, pues le habían comentado que tomar el brebaje del ritual hacía que la persona vomitara sin poder detenerse. La joven, quien sólo contaba con diecisiete años, odiaba sentirse mal y sobre todo del estómago. Entonces, una mujer de cabellos oscuros le sonrió y la invitó a seguirla. Jen Malfoy caminó tras ella con la mano en la empuñadura de su varita negra de ébano, 23.5 cm, núcleo de mariposa mágica azul.

- No temas, pequeña. – Le dijo la mujer de pelo oscuro – Sé que no querías experimentar la sesión de Ayahuasca, lo sentí. ¿Te atreverías a entrar al Portal de los Miedos? – Jen ya había escuchado hablar de esa prueba, la cual era básica en el entrenamiento de cualquier guerrero. La joven levantó una ceja sin creer en el ofrecimiento.

- Pensé que todavía no podía hacerla, no tengo ni veinticuatro horas en este lugar…

- Oh, mi querida Jen Malfoy, yo te conozco muy bien y sé que podrás superarla. Me llamo Aline Potter Black y en un tiempo conocí algo de tu linaje… Fuertes son los Malfoy… - Jen sintió un sobresalto, quizás esa mujer sabía algo de sus padres; sin embargo, la mujer mató su emoción. – No, no sé nada de ellos, sólo sé que provienes de un linaje poderoso. Entonces, ¿te atreverás a entrar al portal? Puedo acompañarte…

- Perfecto, acepto el reto, Aline. Yo he oído de ti, ¿no eres aurora?

Soy sacerdotisa antes que nada y me encargo de la prueba del Portal de los Miedos. Elijo sólo a los que están preparados para enfrentarla. Vamos, pequeña. - Las mujeres bajaron por la escalinata de piedra y llegaron muy cerca del templo de la Luna. - Abre el portal, Malfoy… - Jen levantó una ceja nuevamente…

- ¿Cómo se supone que lo abra yo?

- Tienes tres elementos, concéntrate…

La joven de cabello claro miró a su alrededor y comprendió. El portal sólo se podía abrir con la presencia de los cuatro elementos de la naturaleza, las cuatro energías puras, universales… El agua viene del río Urubamba, la tierra es la de estas montañas, el aire proviene del viento que sopla con fuerza y el fuego, ¡falta el fuego! INCENDIO… De su varita salió una llamarada de fuego y ante sus ojos apareció un espiral. El portal se abrió lanzando humo y la esencia de Jen fue absorbida hacia adentro mientras su cuerpo inerte quedó a los pies de la sacerdotisa.

Dentro, la joven no sabía dónde estaba, pues la oscuridad invadió sus ojos cafés completamente. Caminó unos pasos y se detuvo intempestivamente cuando se vio a si misma reflejada en una proyección luminosa… Macabro… Trató de tocarla, pero no pudo.

- Bienvenida. ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Cuál es la concepción de tu realidad? – La imagen preguntó con frialdad, Jen no supo qué responder. – No sabes, no sabes. Yo te voy a enseñar la realidad… - Imágenes comenzaron a pasar por la mente de la joven, los peores momentos de su vida daban vueltas en su mente a velocidades inimaginables.

- ¡Maldita sea! ¡SAL DE MI CABEZA! - Jen Jen podía ver la mano de su proyección apoyada en su sien. Las imágenes más horrendas de su pasado parecían repetirse constantemente.

- ¿Sabes por qué estás aquí? - La voz de la proyección parecía retumbar en sus oídos. - ¿Qué es lo que más te duele, Jen Malfoy?

- Nada ¡NADA! ¡A MÍ NADA ME DUELE!

- Estás sola... Tus padres no están, nunca estuvieron... - Jen Jen cayó sobre sus rodillas. Eso es lo que más te duele, admítelo y podrás dejarlo ir. ¡Admítelo!

YO NO NECESITO DE NADIE, JAMÁS LOS NECESITÉ... NO LOS NECESITO - Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

- Eso no dicen tus recuerdos ¡ni esas lágrimas de niña tonta!

Entonces se vio a sí misma, tenía 10 años y no podía dormir. Estaba sentada al filo de su cama con otros niños al lado, los hijos de Prue. Todos descansaban plácidamente, todos menos ella, quien abrazó a sus rodillas y comenzó a llorar. Luego se vio a sí misma en Hogwarts, Slytherin sin padres, una Malfoy que no tenía idea de dónde provenía su apellido... Sectumsempra... Un niño cayó al suelo herido, sangrante mientras Jen Jen, de quince años, levantaba su varita de nuevo... Y ASÍ ES COMO QUEDAN TODOS AQUELLOS QUE OSAN CUESTIONAR MI HERENCIA... Pasó un mes en detención, el mismo tiempo que el niño pasó en la enfermería con Poppy. Uno a uno sus recuerdos la torturaban.

- NO LOS NECESITO, JAMÁS LOS HE NECESITADO... ¡JAMÁS!

Jen Jen voló por los aires con lágrimas en los ojos. La proyección había desaparecido. Jadeaba y se sentía nauseada, angustiada, sola. Tomó su varita y se mantuvo alerta. Fue en ese momento que se iluminó un sendero y apareció una figura pequeña. Jen Jen reconoció los rizos dorados y su vestido favorito. Sus ojos cafés algo rasgados se veían enrojecidos y sus pasitos hacían eco en el lugar. La pequeña Jen Malfoy se detuvo ante Jen Jen, quien la miró atónita con la ceja levantada.

- Hola, soy Jen Malfoy y ¿tú quién eres? – Dijo la niña.

- Jen Malfoy…

- No, tú no eres nadie... No tienes a nadie... - Dijo con su vocecita aguda, la cual parecía taladrar los oídos de la Jen adolescente. - Tus papás te dejaron, seguro porque no te querían, seguro porque no eras importante, seguro les dabas vergüenza... Seguro, seguro seguro. – La pequeña jugueteó con sus dedos y colocó la manito en su barbilla. – Eso pienso yo, soy Jen Malfoy pero no se nada de mí. Nací un 23 de octubre, pero no sé donde. Me crió una extraña y no tengo idea de dónde sale mi apellido. No eres importante, por eso quieres hacerte importante, ¿verdad? Que tu nombre resuene, que sepan quién eres porque nunca nadie ha sabido, ni tu misma… Eres una tonta. Dime, ¿tú piensas igual? O sea que te abandonaron porque no eras importante ¿verdad? - Los ojos de la Jen adulta comenzaron a llenarse de lágrimas nuevamente, su mirada transmitía odio hacia la pequeña. - ¿Verdad que piensas que no es cierto lo que Prue te dice? Ellos no murieron, ¿verdad? Ellos están vivos, pero te dejaron, ¿¿verdad? Oh, qué pasa contigo, te ves enojada… Pero ¿por qué te molesta la verdad? - La niña comenzó a reír - Yo me siento así, por eso quiero ser independiente, no necesitar de nadie, absolutamente nadie. Siempre he estado sola, igual que tú, ¿verdad? - Jen Jen entró en desesperación. Con una expresión iracunda, tomó a la pequeña Jen Malfoy por el cuello y comenzó a ahorcarla.

- ¡CÁLLATE! NO TE NECESITO, NO TE NECESITO, ¡CÁLLATE YA! - La niña comenzó a desesperarse, gritar y tratar de liberarse de las manos de Jen Jen, pero la joven no dejaba de apretar con toda su fuerza el pequeño cuello. En poco tiempo, la niña comenzó a ponerse morada y dejó de moverse. La proyección había muerto. - ¡SAQUENME DE AQUÍ! POR FAVOR, HE MATADO ¡NO PUEDO MÁS! – La joven suplicó pero sólo obtuvo respuesta de una voz muy parecida a la suya.

- ¿No que no necesitas a nadie? - Jen Jen, con la pequeña niña "muerta" entre sus brazos, comenzó a llorar, luego sintió que algo la absorbía. Cuando abrió los ojos, estaba a los pies de Aline. Se colocó la manos en la cara, sus mejillas se sentía mojadas y sus ojos le ardían por la sal de las lágrimas. Se volvió hacia la sacerdotisa.

- ¿Cuál es el propósito de esto? ¿Que admita que no conocer de dónde vengo es lo que más me duele? Pues sí, eso es lo que más me duele, por eso cuando era pequeña decidí no depender de nadie ni necesitar a nadie. Eso hace más daño. – Jen se levantó – Maldita aurora, nos encontraremos de nuevo y cuando te encuentre, seré más poderosa que tú y serás tú quien enfrente el peor miedo de su vida, el cual tendrá mi nombre. – La sacerdotisa rió y la joven le devolvió una mirada de desprecio.

Jen comenzó a caminar a paso ligero para alejarse de la sacerdotisa cuando lo vio. Era alto, su figura estilizada lo hacía ver muy delgado. Su piel era extremadamente blanca, la cual contrastaba con sus ojos rojos como el fuego. Su cabello gris resplandecía en medio de la noche. Se veía muy hermoso. Estaba recostado en el césped con una mano sobre su estómago plano, todavía bajo los efectos de la sesión de Ayahuasca. Había sido demasiado, incluso para él que adoraba las pociones alucinógenas. Era uno de los tantos seguidores y aspirantes a mortífagos. Buen Slytherin, se dedicó a estudiar los libros que sus compañeros filtraban a la escuela, en su mayoría de artes oscuras. Jen se detuvo un momento y luego siguió su camino; sin embargo, él también la había visto. El joven dio un brinco, se levantó del suelo y se acercó a ella. Le sonrió, se veía radiante a pesar de su sencilla vestimenta de chompa de alpaca y vistosos pantalones de tela. Sólo con los años, comenzaría a vestir de una manera muy similar a la de Jen Malfoy.

- Creo que tú y yo nacimos para encontrarnos. - Sus ojos rojos brillaron mientras la joven lo miró con un gesto extraño.

- ¿Y tú eres? - Le dijo y levantó una ceja.

- Patrick, sin apellidos. ¿Tú?

- Jen Malfoy, pero debo ir a dormir… - Patrick la tomó por la cintura y le dio un beso en la mejilla.

- Para qué dormir, esta ciudad mística libera su magia más poderosa en la madrugada. Lo sé, yo nací aquí... Mi madre me tuvo en las ruinas, pues estaban de campamento como nosotros. Nací a los pies de esta montaña sobre este césped, a lado de esa roca y debajo del cielo celeste. – El joven seguía parloteando mientras Jen Jen lo miraba fascinada. Conversaron toda la noche entre risas y filosofía, entre versos, cosquillas e ideologías. Así nació un vínculo especial entre ellos, un vínculo que era mucho más fuerte que cualquier otro que la joven había tenido en su corta vida.