Ahora entenderán por qué Jen y Patrick son hermanos, pero no los son. Disfruten :D
Disclaimer: Todas las ideas relacionadas a Harry Potter, personajes y su mundo son propiedad de JK Rowling y de la Warner. Los personajes de Kaiser Promacos Malfoy y Prue Halliwell Snape pertenecen a roleros que llevan el mismo nombre.
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Capítulo 1 - Maldición Irrompible (Parte 2)
La Historia de Jen Malfoy Snape y Patrick Malfoy Snape
Fase 3 – Sangre, Pacto, Sangre: No hay lazo más fuerte que el de la sangre… que se derrama por otro.
El cabello grisáceo platinado de Patrick estaba completamente mojado y le caía coquetamente encima de la frente. La ciudad mística del Cuzco estaba empapada, pues la lluvia era torrencial. Sin embargo, dos personas corrían evadiendo los charcos y manchándose los pies de barro.
- ¡Vamos, tenemos que llegar! – Gritó el joven.
- Te odio, Patrick, ¡mira la lluvia que hay! ¿No podíamos hacerlo otro día? – Le respondió Jen Jen, quien trataba de seguirle el paso sin poder alcanzarlo. De pronto sintió que sus diecisiete años le pesaban demasiado.
- El libro dice claramente que bajo la lluvia el pacto se hace más fuerte. Además, el reloj ha recibido la energía solar durante todo el día, eso nos ayudará. – La joven de cabello rubio subió unos escalones de piedra de la ciudad sagrada y suspiró. A pesar de que ya se había acostumbrado a la altura, se sentía cansada y mojada.
- ¡Jen Jen...! – Gritó Patrick desde lo alto.
- ¿Ahora soy Jen Jen?
- ¿No te dice así Kai?
- Sí, pero Kaiser es mi maestro, él puede llamarme como quiera. – Jen se estiró, observó a su alrededor y vio lo que buscaban. – Parece que ya llegamos.
Sobresaliente entre las rocas de la ciudad sangrada se encontraba el
Intihuatana, reloj solar incaico poseedor de grandes cantidades de energía mística, roca que los magos necesitaban para el hechizo que querían hacer. Ambos se acercaron al reloj y lo rodearon, luego se tomaron de una mano con fuerza. Patrick sacó un pergamino y recitó unas palabras en latín, las cuales sonaron como una letanía. Jen Jen alzó una daga de plata y cortó la palma de su mano. Después Patrick tomó el arma e hizo lo mismo. Finalmente juntaron sus heridas y recitaron.
"Por esta sangre me uno a ti,
por esta sangre somos hermanos
por esta sangre se libera de mí
la esencia que entra por tus manos.
Sangre derramada vale más
que sangre corriendo
por tus venas,
sangre derramada no se olvida jamás,
sangre ahora tuya, sangre que fue ajena.
Amor de hermanos sella el pacto,
amor de hermanos de aquí a la eternidad"
La sangre de los jóvenes cayó encima del reloj de piedra, lo cual hizo que se formara un charco color rojo carmín que se combinó con las gotas de lluvia que caían y empapaban sus rostros. Ambos observaron fascinados, pues cada gota parecía resplandecer más que la anterior. Jen y Patrick sintieron la energía fluir por sus venas en un éxtasis karmático que invadió sus cuerpos y almas. Un destello de luz hizo que ambos se separaran y cayeran uno frente al otro. Ambos sonrieron y sintieron que estarían unidos para siempre.
- Serás un Malfoy. – Dijo la mujer.
- Seré todo lo que tú seas.
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Fase 4 - El Plan Macabro: Planeemos, pues, escapar hacia uno lugar en donde nos sintamos mejor aunque tengamos que sacrificar lo que más amamos en el camino.
La noche parecía bastante larga, sobre todo después de las noticias que la mortífaga acaba de escuchar y de tener que aguantar los lagrimeos de Patrick por la esposa infiel. Luego de un momento, se incorporaron y bajaron al sótano. El lugar parecía una biblioteca, pues tenía muchos libros y un escritorio grande que se asemejaba a una mesa de búsqueda, la cual en un extremo tenía caldero. Alrededor había estantes con frascos como elementos extraños en su interior.
La joven se acercó a una de las repisas y tomó un baúl de madera oscura que tenía una serpiente grabada en la tapa… Alohamora Schlange… Lo destapó.
- Hermano, esto que ves
aquí es un regalo de mi maestro. – Del interior sacó
una daga de 3 lados. Era completamente negra desde la hoja hasta la
empuñadura en donde tenia grabada también una
serpiente. – Éste – señaló al reptil – Es
el símbolo chino de la traición. Sabes que a pesar de
que compartiré mis poderes contigo, no puedo darte mis
katanas porque si la tocas te quemarías esas delicadas manos.
- Le frotó la palma que no tenía herida - Pero puedo
darte esto, sé que le darás el uso adecuado. - Jen le
entregó la daga. Patrick la tomó con sus dedos largos
como de pianista y sonrió satisfecho. La daga se sentía
caliente, le vibraba muchísimo. El arma parecía estar
fusionándose con sus manos, pues se sentía ligera y la
energía fluía con mucha facilidad. Jen Jen se limpió
los ojos, pues los tenía mojados.
- No te aguanto, estás mal... – Le dijo algo enojada.
- Era mi esposa, ¿qué sentirías tú?
- Lo estoy sintiendo, nunca pensé que nuestro vínculo fuera tan fuerte...
- Lo es, lo es... ¿cuándo lo haremos? – Preguntó el joven preocupado.
- Esta noche no, he pasado mucho.
Patrick guardó la daga en el bolsillo de su túnica. Luego sintió angustia y dolor nuevamente, odio y repulsión, ira y desesperación. Miró a Jen con los ojos enrojecidos.
- Seguro que lo llama de la misma manera como me llamaba a mí. Maldita Prue. Sácamela, Jen Jen, rompe nuestra unión, tú puedes destruir lazos hechos con magia blanca, por favor hazlo. – Patrick suplicó.
- Lo siento, hermano, yo no puedo romper algo que ella ya rompió. - Las cuencas de los ojos de joven se llenaron de lágrimas de nuevo mientras su ira se incrementó tanto que Jen Jen cayó a su lado con un nudo en el pecho y con los ojos también mojados.
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Jen Jen amaneció al lado de Patrick, quien aún dormía. Su rostro estaba empalidecido y su piel se sentía congelada al tacto. Se veía hermoso, tanto que la mortífaga no pudo entender cómo un ser de apariencia tan celestial podía albergar tanto odio hacia otra persona, sobre todo a quién amó por sobre todas las cosas, incluso del Lord. Patrick abrió sus ojos rojos.
- Jen Jen, pareces una loca, péinate los rizos… - Patrick sonrió y acarició su mejilla, Jen levantó una ceja. – Hermana – se estiró – necesito saber si sabes abrir el Portal de los Muertos… - Jen Jen abrió sus ojos completamente, estaba sorprendida.
- Piensas... ¡estás loco! Si lanzas a Prue al portal, jamás podrá regresar a este plano. ¡Estás loco!
- Lo estoy. Hermana, nuestro viaje ya no tiene retorno...
Jen Jen lo vio levantarse. Su pecho estaba mojado de sudor y su pelo grisáceo le caía en la cara. Caminó unos pasos, se colocó la túnica, besó en los labios a la mortífaga y le guiñó el ojo. Luego desapareció.
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El viento soplaba con bastante intensidad. Parecía que iba a haber una tormenta, pues el cielo estaba cubierto por nubes grises que cambiaban de dirección constantemente. Patrick apareció en su antigua casa y pudo sentir la ventisca que levantaba la arena de las piedras y que lo hacia sentir en su "habitat" nuevamente. La edificación era una pequeña casita de piedra situada en el pueblo de Pisac, a una hora de la ciudad del Cuzco. Todo se veía muy sucio pues no visitaba el lugar desde que Jen Jen y él tomaron la marca tenebrosa y se hicieron mortífagos. Habían pasado cerca de cuatro años. Luego de aquel día, todo pasó muy rápido. Conoció a la famosa "mami p", Prue, y se enamoró a pesar de que ella era mucho mayor y sacerdotisa, de que odiaba las artes oscuras y que no soportaba escucharlo imitar las palabras en pársel que Jen dominaba a la perfección. El matrimonio fue fugaz, tan fugaz que empezó tan rápido como terminó.
Se sentó en el colchón de paja y lo sitió demasiado duro, por un momento no pudo creer que alguna vez vivió con tanta austeridad. En una vieja canasta yacían sus chompas de lana alpaca y sus pantalones coloridos que amarraba a su angosta cintura con una soguilla. Esa ropa no se comparaba con las elegantes túnicas negras, los pantalones oscuros ceñidos y las camisas níveas que ahora usaba. No, nada parecía igual que esos días, nada lo hacía más infeliz que los hechos suscitados la noche anterior. Se acomodó su cabello grisáceo, cruzó las piernas y sacó la daga de serpiente. La acarició un momento y luego cerró los ojos. Ya todo estaba decidido.
- De ninguna manera podrás evadir tu destino, querida. Si yo viví para amarte, ahora soy capaz de morir para matarte, no me importa. Tú sufrirás tanto como yo he sufrido. – Se levantó rápidamente. De su bolsillo sacó sal y la roció en el suelo formando un círculo. - Aquí dentro esperaré el llamado de mi hermana y cuando estemos juntos, amor, comenzará el principio del fin de nuestra historia. – Patrick se sentó en medio del círculo y entro en mediación.
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Se le veía renovada, sus usuales pantalones y blusas oscuras habían sido reemplazadas por una túnica entallada negra que la hacía lucir bastante bien. En su cintura, su cinto verde y plata resplandecía. Su cabello rubio estaba atado con una cinta de color verde que se enredaba en sus rizos dorados. En uno de sus dedos una sortija que se entrelazaba como una serpiente llamó la atención del joven… Schlange… Así es, hermano, especial para ceremonias como ésta… Le sonrió y lo tomó de la mano
El aire del sótano se sentía bastante pesado. Jen y Patrick bajaron rápidamente y buscaron los elementos que la poción necesitaba. Ésta le permitiría a la mortífaga traspasarle los poderes a su hermano, ritual que se podía hacer debido al pacto que hicieron la noche del Intihuatana en Cuzco. Con sigilo voltearon los ingredientes y controlaron los tiempos, siempre sonrientes y orgullosos de haber aprendido del mejor. Severus Snape les había enseñado a ambos el arte de la preparación de pociones durante su entrenamiento mortífago.
El humo color lila indicó que la poción estaba en el punto exacto de ebullición. Jen
Jen retiró el caldero del fuego con la mano cubierta con un guante de cocina mientras Patrick sacaba unas copas hechas de barro. La mortífaga sirvió el líquido espeso que había tomado un color rojo carmín como el de la sangre. Luego, con orgullo, levantó el recipiente. Patrick la siguió,
- Bien, hermanito, brindemos. - Juntó la copa con la del joven y ambos tomaron. A Jen Jen se le revolvió el estómago. - ¡Qué asco! - Exclamó y dejó la copa a un lado.
- Sigamos, hermana, el ritual recién empieza. Por nuestra venganza.
- Por lo que sea…
La poción comenzó a hacer efecto. Sus cuerpos se iluminaron con una luz morada y se sentían más ligeros. Patrick tomó cuatro ágatas anaranjadas y las colocó en los cuatro puntos cardinales. Esto formó una especie de cúpula que les ayudaría a poner a su espíritu en contacto con su mente. Jen Jen tomó sal y con ella dibujó en el suelo una esvástica, cada punta terminaba en una de las piedras. Patrick entró al campo energético al igual que Jen, quien portaba su katana corta en la mano. Sus cuerpos resplandecían aún más y se sentían tan ligeros que parecían levitar. Ambos cerraron los ojos y Jen recitó:
"Hechizos,
invocaciones, poderes,
fortalezas, debilidades, alma y
cuerpo,
traspasan mis barreras y se unen a lo que eres.
Renace
en mí, renace como si hubieras muerto."
La luz del
cuerpo de Jen Jen pasó de morado a azul, sus ojos parecían
encendidos y su cabello rubio ondeaba… Tu parte, hermano… Le
dijo. Patrick levantó sus brazos y recitó:
"Hechizos,
invocaciones, poderes, vengan a donde estoy,
fortalezas,
debilidades, únanse al alma y al cuerpo,
traspasen mis
barreras y únanse a lo que soy.
Ahora renazco en ti,
renazco como si hubiera muerto."
La misma luz azul envolvió el cuerpo de Patrick cuando abrazó a Jen Jen. Frente a frente, la mortífaga abrió su boca y suspiró en los labios de su hermano. Un humo color azul oscuro salió de su aliento y entró en Patrick. El joven abrió los ojos y su boca recibió el humo. Luego se separaron, Jen sacó su katana corta y cortó la palma de su mano justo en el mismo lugar en donde yacía la cicatriz que le dejó su pacto con Patrick De la misma manera, tomó la mano del joven y cortó. Un grito de dolor intenso salió de la garganta del hombre. Se había quemado por del arma mortífaga…. Lo siento, es la única forma, tenía que hacer el corte con algo mío… Jen sonrió y juntó su palma con la de Patrick. Ambos recitaron:
"Sello el pacto
con sangre,
sangre de hermanos,
sangre que es fuerte,
sangre
derramada,
sangre que se une, sangre que reúne,
sangre
que sella, sangre que inunda,
sangre que nos une de aquí a
la eternidad."
En ese instante, dejaron de resplandecer y ambos cayeron al suelo, exhaustos. El campo energético formado por las ágatas y la esvástica había desaparecido. El aire se respiraba fresco, como renovado. Patrick se levantó del piso y ayudó a Jen a pararse.
- Cómo te sientes. - Le preguntó la mujer de cabellos dorados mientras observaba que sus marcas tenebrosas brillaban.
- Bien, un poco raro.
- Intenta hacer el protego. - Le dijo y curó ambas heridas sangrantes, las cuales se cerraron y formaron la misma cicatriz de antaño. El joven sacó su varita de madera oscura y recitó.
- Expectro Protego. - Un majestuoso cóndor de dimensiones gigantescas emergió de su varita y aleteó ante ellos. La mortífaga sonrió.
- Así que es un cóndor, pensé que tendrías a mi Amaru. El cóndor va contigo, hermanito, es igual que tu patronus, pero negro. - Jen Jen también movió su varita y pronunció el hechizo. El dios serpiente inca, Amaru salió de ella, quien se puso a juguetear con el cóndor de Patrick. - Entonces ¿estás listo?
- Más que listo. – Le contestó mientras Jen jugaba alegremente con su protego, el cual se veía tan real que parecía un animalito.
- Entonces, ve a hacer lo que tienes que hacer…
- ¡Ouch! – Amaru había mordido a Jen y el joven lo sintió claramente. – Genial ¿se te ocurrió leer la letra pequeña del hechizo?
- No seas llorón, ya lo superarás.
- Al parecer, hermanita, estamos más unidos de lo que creíamos. - El joven sonrió mientras sacudió su pelo platinado, luego frotó la empuñadura de la daga que llevaba en el cinto plateado.
- Hermano, cuídate y recuerda que el factor sorpresa es tu mayor aliado. - Jen esbozó media sonrisa.
- Lo sé... Volveremos a vernos pronto. – Patrick se acercó a ella, la besó en la mejilla y desapareció. Jen Jen observó y sintió un pinchazo en la marca. Subió las escaleras y pensó que sólo le destino podía impedir la venganza de su hermano. Sonrió, ella no creía en el destino.
