2 semanas antes de que Kenma conociera al elegido del fervor…

En el reino de los demonios se acostumbraba la cría unicornios de guerra en vez de caballos comunes, daba cierta ventaja en el campo de batalla, así que la monarquía también comenzó a adquirir ese tipo de corceles. La reina Koto Kyoutani gustaba de los unicornios blancos, delicados y domésticos, en cambio su joven consejero Yahaba Shigeru, un omega, prefería amaestrar cualquier tipo de animal que fuera de su utilidad, sin importar el aspecto, lo realmente importante para él era el carácter del animal.

Por eso tomó a un unicornio negro alto y fornido, obediente pero con una presencia intimidante que era toda una celebridad de la guerra, un viejo corcel que salió invicto de muchas batallas, que usaría para emprender un viaje a la cordillera de Tenebris, específicamente su bosque que según los lugareños era el hogar de un lobo gigante, cuyo tamaño no tenía precedentes incluso entre otros lobos gigantes. Para él resultaba evidente que la persona a quien buscaba se encontraba en ese lugar, la sangre del lobo había dominado por miles de años a los demonios, otras castas como la del murciélago y la comadreja habían intentado aspirar a tal responsabilidad, sin lograr más que doblar la rodilla ante la estirpe dominante de los lobos gigantescos.

Y sin embargo, en Tenebris estaba escondido el único lobo que no aceptó lo que le correspondía por derecho, un joven príncipe que despreció el poder y los deberes que había heredado; por eso a Shigeru Yahaba no le caía en gracia a pesar de no haberlo conocido de cerca. Como omega, Yahaba no pensaba en su futuro, nació a la merced de un amo, el más poderoso del reino, pero nunca creyó que escalaría tanto en el poder; en su corazón él seguía siendo la servidumbre, mas eso no le quitaba su talento para dominar a otros y aconsejar a su querida reina, su razón de estar ahí, cazando al lobo perdido.

Él mismo era la carnada, escogió sabiamente sus días de búsqueda, haciéndolos coincidir con sus tres días de celo, su exquisito olor podría atraer a quien buscaba, que después de tantos años viviendo de forma salvaje seguro se había acostumbrado más a sus instintos animales. Al llegar a la zona donde el lobo fue visto, Yahaba bajó de su unicornio y le acarició el lomo para que estuviera tranquilo, no lo amarraría a un árbol, si el corcel debía correr, él no se lo impediría.

Continuó a pie, se tomaba su tiempo para observar las pistas a su alrededor, ramas rotas, troncos arañados, pellejos de animalillos no lo suficientemente grandes para alimentar a una bestia, pero si ideales para alimentar a un solo ser humano. Podía sentirlo cada vez más cerca, las pisadas sigilosas del lobo eran captadas por los desarrollados sentidos de Shigeru, venía a sus espaldas, enloquecido por el dulce aroma a hierbas frescas que el omega expulsaba, húmedo entre las piernas, lleno de calor, pero con la mente tan despierta y calculadora como siempre.

Yahaba dio la vuelta suavemente, no le sorprendió ver a la bestia de tres metros de alto tras de sí, agachada, gruñendo y salivando; el monstruoso lobo lo miraba, preparado para emboscarlo y saciar su sed de apareamiento con un omega en celo, uno muy hermoso. El lobo comenzó a correr, Yahaba no se movió, estaba cara a cara con el peligro y no sentía ni una pizca de miedo al verlo; antes de que la bestia diera el ultimo salto para atraparlo entre sus garras, Shigeru le tomó los dos enormes colmillos delanteros, y sin mucho esfuerzo lo giró hacia un lado, estrellando violentamente al depredador contra el suelo.

El gigantesco lobo se retorcía, firmemente agarrado de los colmillos; Yahaba estaba serio, lo estaba mirando con desprecio cuando de repente el lobo, que hacía unos segundos había intentado atacarlo, miró al omega con rabia y temor, bufando y gimoteando por la incómoda posición en la que se encontraba, sin saber si moriría en manos del omega.

-Muestra tu verdadera forma – le ordenó Shigeru, el lobo gruñó atemorizado, dudando por más tiempo del que Yahaba podía soportar - ¡Muéstrate! – volvió a ordenar, el temor impulsó a la bestia a obedecer a medias, quedando en una forma hibrida, los rasgos humanoides de su cuerpo estaban cubiertos de pelo negro y rubio, la forma de la cabeza había cambiado pero seguía teniendo el mismo hocico perruno, los colmillos disminuyeron un poco de tamaño pero Yahaba no los soltó – Kentaro Kyoutani.

-¿Quién eres tú? – preguntó observando con odio a Shigeru, seguía recostado en el piso en una incómoda postura de la cual no podía escapar por estar siendo sujetado contra el suelo.

-Mi nombre es Yahaba Shigeru, soy el consejero de la reina Koto Kyoutani, tu madre – explicó Yahaba, entonces Kentaro gruñó aún más alto, tratando de intimidar al omega con su ira, cosa que no funcionaría nunca.

-Pierdes tu tiempo, nunca volveré a ese lugar – dijo Kyoutani queriendo soltarse, lo que obligó a Shigeru a aplicar más fuerza contra él.

-Te equivocas, no me interesa que vuelvas a ocupar tu lugar como heredero de la reina – respondió Yahaba, Kentaro lo miró confundido, así que prosiguió con su explicación – soy consciente de que no te importa la vida de tu madre en lo más mínimo, para tu desgracia, esto trata sobre ella, y no me iré de aquí sin que me escuches.

-Tú lo has dicho…

-Llevo meses controlando las conspiraciones de Tooru Oikawa, hijo de Takeo Oikawa, duque de Neron, y Aiko Oikawa, bastarda de tu abuelo Kenta Kyoutani - prosiguió Yahaba, Kyoutani se mostró confundido por esa última revelación.

-¿Bastarda?

-Debido a eso, Oikawa dice ser el heredero legítimo, se aprovecha de que no estás para autodenominarse el futuro rey, todo porque la reina no tiene ningún heredero aparte de ti.

-¡Pregúntale a ella por qué no tiene más herederos que yo! ¡No voy a meterme en sus debates políticos de mierda! ¡Ni lo pienses! - exclamaba Kentaro retorciéndose enrabiado y perdiendo el control, Yahaba tuvo que aplastar su mejilla contra el piso una vez más.

-Déjame terminar, imbécil - dijo en un tono amenazante - como decía, no me interesa que vuelvas a ocupar tu puesto, no te necesito para eso, pero si te necesito para otra cosa…

-Si no quieres que vuelva ¿Qué es lo que quieres de mí? - preguntó aún más confundido y cansado de forcejear contra alguien más hábil que él; Shigeru suspiró nervioso y cerró los ojos, preparándose mentalmente para responder.

-Quiero que me embaraces - pronunció Yahaba con los ojos cerrados, en total resignación, determinado a conseguir lo que se proponía; Kentaro no procesaba bien semejante petición, creando un silencio incómodo entre ellos.

-¿Qué…?

-Lo que escuchaste, necesito embarazarme de ti. La única manera de que tu madre tenga herederos legítimos al mismo tiempo de que tú puedas disfrutar de tu libertad, es dándole nietos que lleven su misma sangre - se explicó Shigeru, luego soltó lentamente a Kyoutani, quien estaba sin habla, mirándolo con desconcierto - estimé que si comenzaba mi viaje en determinado día, llegaría con tiempo suficiente para entrar en celo. Realmente necesito que me preñes… si no lo haces por tu madre, al menos… al menos hazlo pensando en tenerme tres largas noches a tu merced…

-Esto es una broma… - murmuró Kentaro al sentarse en el suelo, no estaba listo para algo así, mientras pensaba en lo que acababa de escuchar, volvió a su forma humana para no seguir gastando energía, quedándose desnudo frente a Yahaba.

-Lo único que necesito de ti es tu… - susurró el omega observando al príncipe de los demonios, malinterpretando su desnudez como una señal - solo necesito que me preñes, no te pido que te quedes como el futuro rey, ni que vivas cerca de tu madre, lo único que necesito… es tener un hijo tuyo… - susurraba gateando lentamente hacia Kyoutani, nunca antes había seducido a alguien, estaba haciendo su mayor esfuerzo por parecer atrayente para Kentaro.

-Maldición… - Kyoutani no sabía qué hacer, no tenía tiempo para decidir algo tan importante como ser padre, pero aun así, había un omega guapísimo frente a él, uno con un carácter muy difícil, pero guapísimo al fin y al cabo, rogándole que le hiciera el amor durante todo su celo; era una oferta que no le llegaba todos los días.

-El único favor que te pido… es que tengas sexo conmigo durante mi celo… - le susurraba al oído mientras soltaba muchas feromonas para hipnotizarlo, para lograr que sus instintos se apoderaran de él; estaba dispuesto a todo, incluso a que el príncipe lo tomara por la fuerza, que lo mordiera como una bestia. Soportaría cualquier cosa con tal de llevar a los herederos legítimos de los Kyoutani en el vientre.

-Tú… - gruñó Kentaro, a pesar de que parecía muy enojado, no hacía un esfuerzo por cubrir su nariz para evitar aspirar el dulce olor de las feromonas del omega, las hierbas aromáticas nunca le habían parecido particularmente sensuales, hasta que ese olor comenzó a entrar en sus fosas nasales, le resultaba embriagante, nada molesto ni empalagoso, algo que podría oler durante toda la noche sin hartarse.

-Acepta mi propuesta… soy virgen, nunca he estado con otro hombre… - susurraba Shigeru mientras acariciaba la entrepierna de Kyoutani, sin atreverse a tocar su pene por encima de la ropa; el príncipe gruñía, un pequeño hilo de saliva cayó por el costado de su boca, sus instintos de alfa estaban ordenándole que se apareara con ese apetecible omega - tu serías el primero… no tengo experiencia, pero puedo dejarte hacer lo que quieras con mi cuerpo… - le propuso, Kentaro apenas podía escucharlo, sus sentidos se nublaban, hambriento de sexo y de un omega tan bello y feroz como aquel extraño; Yahaba entendió que el príncipe había aceptado su propuesta cuando este deslizó su húmeda lengua por todo su hermoso y suave cuello, mostrando su anhelo de marcarlo como suyo.

El omega se levantó y dejó caer su gran capa calipso al suelo, revelando las ropas que había escogido para presentarse ante el príncipe perdido: las telas que envolvían su cuerpo delicadamente eran del más fino material, seda transparente que dejaba ver su cuerpo a través de los múltiples pliegues del textil; parecía una hermosa ninfa. Kyoutani también se levantó, bufando y mirándolo fijamente como si estuviera furioso; lo que de verdad lo invadía era una profunda tensión sexual, la fierecilla que lo había dominado por un momento ahora probaría lo que se sentía estar contra el piso.

Voluntariamente Yahaba se recostó en el suelo, estirando un brazo cómodamente mientras su otra mano apartaba las telas de la cintura para abajo, descubriendo su zona más íntima; abrió las piernas y flexionó las rodillas para que Kentaro pidiese contemplarlo y acercarse a su mojada entrepierna, de la cual salían feromonas mucho más intensas provocadas por su calor, por su ciclo estral. El príncipe se acercó a él a cuatro patas, con la poca consciencia que le quedaba decidió que quería ver más del omega, así que llevó sus fuertes y temblorosas manos a las cintas de tela, desenvolviendo con nerviosismo el hermoso regalo que le estaban dando.

Así pudo ver todo el cuerpo de Shigeru, su abdomen, sus pectorales, sus pezones levantados, cada zona enrojecida por el calor, y los poros de su pálida y tersa piel erizados a causa de los espasmos que el omega sentía, pues su cuerpo estaba listo para aparearse y sabía que había un macho alfa a tan solo unos centímetros de él. Yahaba cerró los ojos y estiró su cabeza hacia atrás, Kentaro lamió su cuello de arriba a abajo mientras acercaba sus caderas hacia el ano del omega, sus genitales eran como dos imanes que se atraían, ambos concentraban un intenso y sofocante calor que los incitaba a unirse de una vez.

El alfa movió la pelvis hacia adelante, encajando su glande en el húmedo y ardiente agujero, que estaba tan resbaladizo que sin mucho esfuerzo lo ayudó a llegar profundamente dentro de Yahaba; la sensación fue como una explosión de calor que le recorrió todo el cuerpo, llegando hasta el último filamento del príncipe como una recarga de energía ardiente. No perdió el tiempo, necesitaba liberar toda su tensión y ansias moviéndose, penetrando con fuerza al omega, empujando sus caderas para hacerlo temblar contra el suelo; Shigeru abrió los ojos y se quejó con suaves pero persistentes gemidos, a veces Kyoutani tocaba un punto que lo hacía lanzar un quejido más agudo.

Creyó que esa primera experiencia sería un sacrificio desagradable, pero su cuerpo de omega lo tenía bien preparado para recibir por primera vez una polla dura y de buen grosor como la de un alfa; a ciencia cierta podía afirmar que la sensación se estaba volviendo increíblemente deliciosa para él. Para Kentaro era el doble de extasiante, ni estando en todos sus sentidos habría podido parar de embestir las nalgas del omega, su descontrol fue tal que lentamente cambió a su forma híbrida, sus músculos se llenaron de pelo, su pene se hizo más grande y le salieron grandes garras en sus manos y pies.

Yahaba volvió a cerrar los ojos cuando notó el cambio de forma en su amante, ya estaba muy excitado como para dejar que su hocico de bestia rompiera el ambiente de placer; volvió a abrirlos cuando sintió que Kyoutani pasaba una de sus garras por debajo de su culo, sosteniéndolo fácilmente con una sola mano mientras se ponía de pie, manteniendo a Shigeru sobre su polla erecta. Luego avanzó algunos pasos hacia la ladera de una montaña que estaba muy cerca de ambos, no despegaba al omega de sus genitales, en esos momentos era más grande que él, y podía llevarlo a su antojo.

Con un brazo y sus patas escaló la ladera, llevando a Yahaba más apegado a su cuerpo para que no cayera; el propio omega lo abrazó con brazos y piernas para aferrarse mientras subían a una caverna en el risco, donde Kyoutani tenía su refugio. No tardaron mucho en llegar a la cueva, había una fogata apagada y muchas pieles curtidas en el suelo, formando una cama donde Kentaro dormía cómodamente por las noches; dejó al omega recostado sobre las pieles y ambos se observaron, Yahaba era una hermosa visión para el príncipe, sus instintos de alfa lo hacían identificarlo como la persona perfecta para llevar a todas sus crías en el vientre; para Shigeru, Kyoutani era un hombre mitad bestia con unas intenciones indescifrables, sentía miedo, pero a la vez una extraña atracción inconsciente hacia él.

Kentaro acercó su hocico y Yahaba retrocedió recostando su cabeza sobre las pieles, el príncipe abrió suavemente sus fauces y el omega volteó la cabeza para mirar hacia el lado, un poco asustado. Kyoutani sacó su lengua de lobo y la deslizó lenta y suavemente desde el cuello hasta el hombro del omega, sosteniendo su cabeza con una de sus garras para que le permitiera moverla una y otra vez.

Los ojos de Shigeru brillaban, uno de sus nudillos cubrían su boca, deteniendo los gemidos por orgullo, no podía admitir que algo así le estaba gustando; Kentaro continuó lamiendo con su gran lengua la axila y el pecho del omega, saboreando el endurecido y pálido pezón, cuya textura disfrutaba con el morbo y el calor por las nubes. Antes de continuar embistiendo, volvió a su forma humana para contemplarlo una vez más, no estaba demasiado consciente, pero en esa ocasión su mirada ya no parecía la de un lobo hambriento, ahora había tranquilidad y deseo en sus ojos, algo que por alguna razón tranquilizó mucho a Yahaba.

Entonces el príncipe pudo continuar penetrando al omega, apegando más su cuerpo con delicadeza para no aplastarlo, para poder agitar las caderas como un loco y lograr el propósito de ambos: engendrar unos hermosos y saludables bebés; Kyoutani no podía parar, tanto su corazón como el de Yahaba estaban acelerados, no había forma de detener la inminente explosión de semen dentro del omega, solo podían continuar con desesperación, haciendo más ameno el momento juntando una de sus manos, ni siquiera eran capaces de mirarse a la cara, pero sus dedos buscaban la misma conexión que tenían sus partes bajas. Kentaro bufó con más fuerza, avisó que ya no aguantaba más las ganas de correrse y se movió descontroladamente para soltarlo; Yahaba estaba exhausto, no se había dado cuenta de que su abdomen se encontraba empapado por sus propios fluidos, y tal vez fue por su poca consciencia, pero usando su mano libre abrazó la musculosa espalda de Kyoutani, mientras este anudaba dentro de él, soltando una enorme cantidad de esperma directamente en sus paredes internas, y también, mientras le mordía el cuello para marcarlo como su omega.

El cansancio los hizo caer rendidos sobre las pieles de la caverna, poco a poco cerraron los ojos para dormir plácidamente, reponiendo las energías pérdidas durante ese intenso momento de apareamiento. Si hubiesen estado en todos sus sentidos, lo habrían pensado dos veces antes de dormir juntos uno al lado del otro; los instintos de alfa y omega habían ayudado a hacer posible su unión, pues la primera impresión que tuvieron ambos fue una muy agresiva.

Yahaba despertó a las 2 de la mañana, se encontraba completamente desnudo sobre las pieles de animal, a su lado estaba Kyoutani, durmiendo profundamente boca arriba, lucía en paz, y aunque Shigeru sintió un impulso de observarlo de arriba a abajo, se resistió a esa atracción que le parecía banal, para luego levantarse y caminar hacia la entrada de la cueva. La luna iluminó los vestigios de su primera vez cuando se quedó parado en la entrada, había mucha humedad entre sus piernas, zonas enrojecidas e irritadas por el roce y toda la actividad física, mas no había chupones ni arañazos, increíblemente no había recibido esa clase de dolor durante su primera noche saciando su celo.

Se quedó mirando los arboles desde arriba y llevó sus dedos a su boca para producir un gran silbido, que se repitió en un eco por todo el bosque; entonces apareció un dragón enano de color rojo oscuro, volando directamente hacia Yahaba, para posarse finalmente sobre su hombro como si se tratara de cualquier dócil ave mensajera. Shigeru desamarró algo que tenía esa minúscula bestia en la pata, un papel en blanco y un trozo de carboncillo, que le permitiría escribir una breve carta.

Escribió algo posando la hoja en el piso de piedra, no tardó ni un minuto cuando volvió a levantarse y amarró firmemente el papel a la pierna del pequeño dragón cuando este volvió a aferrar sus patitas en el brazo flexionado de Yahaba. Antes de enviar al animal, Shigeru le acarició suavemente la cabeza en señal de agradecimiento, el pequeño dragón lo observó un momento, estiró su cabeza cerrando los ojos y se inclinó levemente; el omega podía entenderlo, los dragones eran unos de los pocos reptiles capaces de formar vínculos afectivos con humanos, ese dragón le estaba pidiendo otro gesto cariñoso, así que él cumplió su deseo inclinando su cabeza para tocar la del dragón con su propia frente.

Luego de eso el pequeño dragón mensajero emprendió el vuelo, Yahaba lo miró alejarse hasta que lo perdió de vista, luego de eso decidió refugiarse nuevamente en la cueva, pues estar desnudo a la intemperie podía perjudicar su salud, y a partir de ese día debía cuidarse para no dañar la salud de los legítimos herederos del reino. Volvió junto a Kyoutani para recostarse sobre las pieles, recordó que al momento de comenzar su apareamiento con el príncipe, toda su ropa quedó tirada en el bosque, así que suspiró con amargura, molesto por tener que salir a la mañana siguiente para encontrarlas y poder marcharse.

Después de un rato volvió a dormirse profundamente al lado de Kentaro, quien despertó por la madrugada con algo de confusión; el príncipe miró a su derecha, el bello omega que había conocido el día anterior dormía plácidamente a su lado, luciendo su maravilloso cuerpo desnudo sobre las sabanas de pieles rusticas pero cálidas. Kyoutani lo miró con sorpresa, recordando rápidamente algunas memorias borrosas de la noche anterior; su corazón se aceleró y cientos de preguntas invadieron su cabeza, tratando de asimilar la petición de Yahaba y la posible paternidad que acarrearía su poco autocontrol de la noche pasada.

Al príncipe lo consumió un sentimiento de temor y nerviosismo, el omega le había asegurado que no le interesaba que volviera al reino y que le permitiría ser libre, pero un hijo, o varios considerando los embarazos múltiples que caracterizaban a su familia, era una gran responsabilidad que no podía asumir una sola persona. Kentaro se tocó la cabeza para forzar a su mente, para que actuase y lo dejara tomar una decisión muy importante; antes de perder los estribos, prefirió bufar con frustración y arañar su rostro, era mejor que gritar y despertar a su bello amante.

Cuando se calmó, miró nuevamente a Shigeru, debido a su celo no había tenido la suficiente consciencia como para disfrutar la vista de su cuerpo y su fino rostro, que parecía más principesco que el suyo; Kyoutani se quedó contemplando a su amante por largos minutos, tal vez exageraba, pero nunca había visto tal belleza en su vida, apenas podía creer que se había apareado con alguien así. No se trataba solo de un simple amante de una noche, ahora había altas probabilidades de que ese fiero y atractivo omega estuviera engendrando a sus hijos, por esa razón Kentaro observaba el abdomen de Yahaba con inquietud.

Y sin embargo, en medio de esa inquietud también había un poco de curiosidad, y un sentimiento extraño que no podía definir como algo malo, sino más bien como una alegría, una ilusión. Entonces, aquel príncipe que huyó de su hogar para ser libre, se sintió unido a algo; de mirar con asombro y lujuria el cuerpo de Shigeru, pasó a observar curiosamente su vientre, luego apoyó la punta de la nariz en esa pequeña zona baja del abdomen, imaginando lo que estaba ocurriendo ahí adentro, el proceso de formación de una o más vidas.

Un agradable aroma despertó a Yahaba, lentamente abrió los ojos, lo primero que notó fue que estaba envuelto en las pieles en vez de estar recostado sobre ellas, también vio que a su lado estaban sus ropas y su capa; sintió alivio por no tener que ir desnudo a buscar todas sus prendas, mas también se sintió extrañado al encontrarlas ahí, justo frente a sus narices. Al incorporarse para poder ver la cueva, descubrió al príncipe de los Kyoutani frente a la fogata de su refugio, asando dos grandes brochetas de carne de conejo, que recién había cazado al bajar al bosque; Yahaba se mostró algo confundido por la cantidad de buenas acciones que Kentaro había hecho por él mientras dormía, así que no supo que decir al verlo preparando el desayuno.

-¿Ya despertaste? - preguntó Kyoutani sin mirar al omega, concentrado en asar las brochetas.

-Sí… - respondió Shigeru, abrazando las pieles para cubrirse el cuerpo; no estaba seguro de como iniciar una conversación luego de haber compartido un momento tan íntimo con alguien prácticamente desconocido para él.

-Ten - dijo Kentaro entregándole una de las brochetas de carne - necesitas alimentarte bien.

-Te lo agradezco… - pronunció educadamente, pero al mismo tiempo algo cohibido - gracias también por traer mi ropa… lástima que de momento no la voy a necesitar - agregó Yahaba, haciendo que Kyoutani casi se atragantara con un pedazo de carne.

-¿Por qué lo dices? - le preguntó mientras se golpeaba el pecho para desatorar la comida que había tragado de sopetón.

-Mi celo dura tres días, debo asegurarme completamente de quedar preñado.

-Ya no huelo tus feromonas, tal vez signifique que ya estas…

-De todos modos, quiero estar completamente seguro de que llevaré a los nietos de la reina en mi vientre, es cuestión de vida o muerte.

-A mis hijos…

-¿Qué dijiste?

-¿Por qué haces esto? Pareciera que perdiste el auto respeto, ningún omega camina por el bosque estando en celo, y solo ¿A caso eres tonto?

-Tú eres el estúpido aquí. Quizá jamás lo entiendas, pero hago todo esto por una cuestión de deber… y... amor… - contestó Yahaba sincerándose, Kentaro se sintió nervioso al oír esas declaraciones.

-¿Amor?

-Es mi deber proteger la vida de tu madre a cualquier costo, restaurar su linaje nunca había sido tan urgente como ahora… Incluso en estos momentos temo por su vida, me he alejado por muchos días; sonará pedante, pero no hay nadie mejor que yo para cuidarla.

-¿Acaso no hay guardias? Al parecer te das más crédito del que tienes.

-La amenaza es más fuerte de lo que crees, tuve que contratar a algunas personas para sentirme algo seguro de partir a buscarte.

-¿Y qué? – dijo de forma indolente, Yahaba lo miró irritado.

-¿No dirás algo más coherente? No sé, algo que venga al caso.

-No me interesa lo que esté pasando allá, solo me acosté contigo porque… - Kyoutani se detuvo, si continuaba hablando ofendería demasiado a Shigeru, tenía aun la capacidad de parar cuando hablaba sin pensar.

-Y volverás a acostarte conmigo durante otros dos días.

-¿Me lo estás ordenando?

-Además de eso, tendrás que volver conmigo a Domain.

-¡¿Qué?! ¡Dijiste que después de esto me dejarías aquí!

-No idiota, si vuelvo preñado, ¿Cómo podré probar que lo estoy del príncipe de los Kyoutani?

-Vete a la mierda, nunca pusiste esa condición.

-La estoy poniendo ahora, y no te preocupes, solo debes volver a Domain, tramitar nuestra unión formalmente, y luego marcharte. Cuestión de 20 minutos, sin fanfarrias, sin invitados, nada más que firmar un estúpido papel que diga que me reconoces como tu pareja formal y como madre de tus hijos – aclaró Yahaba, Kentaro se calmó un poco al escucharlo, pero seguía dudando – luego de esos 20 minutos podrás huir nuevamente y revolcarte con cualquier prostituta que contrates en los pueblos cercanos, no me importa en lo más mínimo lo que hagas con tu libertad.

-No pienso volver…

-Tú decides, aceptas mis términos por las buenas, o por las malas.

-¿Me estás amenazando?

-Sí. Soy el segundo mejor mago del reino, no podrías conmigo ¿O prefieres comprobarlo? – dijo Yahaba poniéndose de pie, Kyoutani parecía querer intimidarlo con su iracunda mirada, pero él mismo sabía que no tenía oportunidad, no tenía un canalizador, y estaba frente a un omega, alguien que aunque no fuese el más diestro hechicero, podría noquearlo fácilmente.

-No – reconoció con resignación; entonces Shigeru caminó hacia él, desnudo y bello como la noche anterior, pero al mismo tiempo muy imponente y decidido.

-Volverás conmigo, firmaremos el contrato durante la ceremonia de unión, y desaparecerás de nuestras vidas ¿Trato hecho? – propuso extendiendo su mano, Kentaro tardó en tomarla para sellar el acuerdo, le dolía en su orgullo verse doblegado tan fácilmente por alguien.

-Está bien – respondió con fastidio; luego de tomar la mano de Yahaba, este se arrodilló a su lado y se acomodó para montarse sobre sus piernas.

-¿Qué estás haciendo? – Kyoutani se echó un poco hacia atrás por esa repentina decisión del omega.

-Es hora de volver a intentarlo… - pronunció Shigeru con una voz más suave y sensual; Kentaro se estremeció al oírlo hablar, el omega colocó sus brazos atrás de su nuca para abrazarlo sutilmente.

-Eres un… - se quejó Kyoutani, no porque no quisiera tener sexo otra vez con él, sino porque estaba enfadado consigo mismo por no ser capaz de resistir la tentación.

-Cállate… – le ordenó Yahaba con su misma voz atrayente; el príncipe mordió su labio y dejó de reprimir el deseo de colocar sus dos manos en las redondas nalgas de su amante.

-Eres venenoso… - murmuró Kentaro, acercando sus labios al cuello del omega, posándolos suavemente en la marca que había hecho el día anterior; por un momento quitó una de sus manos para sacar su pene de los pantalones, mas no tardó mucho en volver a agarrar los glúteos de Shigeru.

-Tu eres peor… - le susurró Yahaba, acomodándose para volver a ser penetrado una vez más; Kyoutani cerró los ojos durante la inserción, besando con delicadeza la marca de su omega. Luego de solo revelar sus facetas negativas, el príncipe observo con preocupación la marca, una parte de él sentía culpa por haberlo mordido sin pedir permiso, otra parte, la parte más soñadora e irracional de su ser, se sentía feliz al mirarla.

-Te marqué – pronunció, solo decía lo que pensaba en voz alta sin medir las consecuencias; luego abrazó la cintura de Shigeru con un brazo y su espalda con el otro, apoyó su frente en la clavícula del omega y cerró los ojos para comenzar a moverse; Yahaba suspiró, y al igual que Kentaro cerró los ojos.

-No me importa.

2 semanas después…

Un niño demonio correteaba junto a otros en los cimientos de un pueblo destruido por la guerra mientras su madre, un omega macho, ayudaba a los pueblerinos a levantar nuevas casas, ese pueblo ya tenía algunas viviendas y edificaciones variadas como un bar, un pequeño templo y una posta, todo hecho de una delgada madera para crear la base del futuro gran pueblo. El omega cargó un par de baldes de arcilla ayudado de un palo que usó para colocar las asas, de lejos lo observaban algunos hombres, sonriendo entre ellos y opinando sobre su atractiva apariencia, de su cuerpo esbelto, sus piernas, sobre su cabello platinado y otras cosas; ese joven omega se daba cuenta de las miradas lascivas de esos desconocidos, lo cual lo hacía sentir muy incómodo.

Al otro lado de la gran planicie donde jugaban los niños estaba la posta de mensajería, de ella salió un alfa pelirrojo, cargando en su brazo a un pequeño dragón de oscuras escamas rojas; el tipo arrugaba un trozo de papel en su otra mano, se aseguraría de tirarlo a los fogones donde las ancianas cocinaban el almuerzo que servían para toda la comunidad. Aquel pelirrojo se quedó viendo al omega y a los hombres que lo estaban siguiendo con sus miradas, luego echó a volar a su dragón; más temprano que tarde los mismos tipos comenzarían a seguir al omega usando sus pies, buscando alguna oportunidad para agarrarlo y llevárselo a un lugar apartado para entretenerse con él.

El omega sabía que estaba en un aprieto, lo que solía hacer en esos casos era acercarse y a una gran multitud, pero en esa ocasión, la más cercana era la de los niños jugando, y no quería que su propio pequeño lo viera en una situación vulnerable, así que trató de llegar hacia donde estaban otros adultos que se dedicaban a construir casas. Para su mala suerte, uno de los hombres lo tomó del brazo y lo jaló hacia él, agarrando firmemente sus brazos, el otro se puso a espaldas del omega y tiró el palo y las cubetas al suelo, luego se acercó más a él para reducir su movilidad; el joven estaba muy serio, casi indiferente, no tenía más estrategia que no entrar en pánico ante una situación como esa.

-Hola ¿Ibas a algún lado belleza? – dijo quien lo tenía sujetado de los brazos, el omega permaneció en calma, no porque no sintiera miedo, sino porque su hijo estaba a algunos metros, y no quería alarmarlo.

-Los hombres y mujeres de la construcción están esperando la arcilla que tiraron al piso, no tardarán en venir hasta acá preguntando qué pasó con ella – respondió seriamente el omega, los dos tipos se arrimaron más a él, apretándolo contra sus cuerpos.

-¿Eso crees? Yo pienso que si nos vamos al bosque no vendrán tan pronto a molestarnos ¿Te agrada la idea? – insinuó el hombre que tenía a su espalda, hablando muy cerca de su oído, el cual lamió con su viscosa y repulsiva lengua.

-Para nada – les respondió desinteresadamente – también hay otras madres que están vigilando a los niños, seguramente alguna ya dio una alerta a los demás ¿No les conviene eso verdad?

-¿Y qué? Si se acercan se las verán con nosotros – el hombre que lo tenía aprisionado por el frente soltó uno de sus brazos para levantar la mano, enseñándole al omega como podía hacer levitar fuego con ayuda de su anillo canalizador – tú también, si no cooperas – lo amenazó, entonces el omega levantó el palo que había caído al piso usando uno de sus pies, en cualquier momento lo usaría para empujarlo hacia arriba, golpear a uno de ellos y correr, cruzando los dedos para que no lo lastimaran tanto los ataques con magia.

-Se lindo y vamos hacia allá, no te haremos daño si no te resistes, hasta puede ser agradable para ti – el tipo que tenía por la espalda rió, pero repentinamente se quedó en silencio, un extraño dolor brotó en su pecho y comenzó a agitarlo; no comprendía muy bien, pero de un momento a otro había empezado a derramar muchas lágrimas.

-¿Qué rayos te pasa? – le preguntó su compañero, quien también comenzó a sentir la misma sensación extraña de angustia y dolor, llorando en silencio al principio, solo para comenzar a gimotear en un llanto amargo, frente a un descolocado omega.

-¿Qué…? – dijo el omega mirando al par de abusivos desplomarse en llanto, arrodillados y tocándose el pecho por la angustia inexplicable que estaban experimentando; el omega sintió unos pasos tras él, volteó rápidamente la cabeza y vio a un tipo de roja cabellera y una intrigante sonrisa, avanzando poco a poco con las manos atrás.

-¿Qué pasó caballeros? ¿No que eran tan machos como para amenazar a un pobre omega? – el pelirrojo inclinó su torso hacia adelante para hablarle burlonamente a los hombres que estaban molestando al joven omega – Pobres ¿Por qué están llorando?

-No lo sé… - respondió uno de ellos llorando a mares y moqueando, ninguno de los dos podía dejar de hacerlo.

-La tristeza es un mal sentimiento, tal vez deberían reír un poco – comentó el pelirrojo sonriendo con malicia y burla, entonces los abusivos sufrieron un brusco cambio de humor, pasando de la tristeza más profunda a la risa más estruendosa, tanto que abrazaron sus estómagos y se encogieron; rieron y babearon, pero también miraron con suplica al pelirrojo, como pidiendo compasión, pues si no morían ahogados en risa, morirían de un ataque al corazón.

-¿Pero que está…? – se preguntaba el confundido omega, el pelirrojo le echó una mirada al joven y tomó la decisión de parar todos sus juegos; los tipos dejaron de reírse y tomaron grandes bocanadas de aire, estaban tendidos en el suelo, adoloridos y agitados; después miraron hacia arriba y vieron al sonriente hombre, tenían tanto miedo que a duras penas se levantaron y comenzaron a correr despavoridos.

-Bueno, fue divertido mientras duró - se lamentó el alfa pelirrojo, luego giró lentamente su cabeza para ver si el omega seguía parado ahí; se alegró al verlo todavía cerca a pesar del extraño y turbio momento – hey ¿Te sientes bien?

-¿Qué fue eso? – preguntó el omega muy intrigado, el alfa rió y se acercó a él casi rompiendo su espacio personal, logrando que el joven diera un paso atrás y frunciera el ceño.

-Oh lo siento, no quería incomodarte. Bueno, eso fue mi magia ¿Genial verdad?

-¿Qué clase de magia es esa?

-Soy un mago psíquico, mi especialidad es controlar las mentes de otros – respondió el alfa, luego estiró su mano frente al omega para presentarse – me llamo Tendou Satori ¿Y tú eres?

-Semi Eita – dijo el omega tomándole la mano – muchas gracias por ayudarme con esos delincuentes, pude haberme salvado solo, pero tu ayuda fue más efectiva.

-Oh ya veo ¿No sabes usar magia?

-Nunca aprendí, tal vez ya es muy tarde para mí.

-Nunca es tarde para aprender a usar magia, yo te enseñaría, pero solo estoy de paso.

-Esos tipos también parecían estar solo de paso, conozco a todos en esta aldea, y ellos no son parte de ella.

-Ciertamente, debieron ser cazarrecompensas, se están reuniendo en Tridenti a 7 horas de aquí, un idiota llamado Oikawa Tooru los convocó para pedirles la cabeza de dos infelices – comentó Tendou, dejando a Semi con los ojos muy abiertos.

-¿Oikawa…? – pronunció Eita con nerviosismo, Satori se le quedó viendo igual de intrigado.

-¿Te suena de algún lado? – le preguntó Tendou, entonces Semi recordó a un jovencito de cuernos cortados que le mencionó a Oikawa meses atrás.

-Sí, un poco… - contestó el omega, recordando todo lo que ese chico le había mencionado sobre Oikawa, sobre su destino, y sobre él mismo.

-¿Quién es ese tal "Kenma"? – preguntó Satori, dejando a Eita en extremo confundido.

-¿Eh?

-Eso de los elegidos suena muy interesante ¿Tú le crees? – Tendou parecía muy curioso con respecto a ese tema, no obstante, no tomó en cuenta que Semi se asustaría al oírlo hablar de algo que él en ningún momento le había contado.

-¿Cómo es que…? – Eita empezó a retroceder, entonces Satori cayó en cuenta de que estaba haciendo algo malo.

-Lo siento, por favor no te asustes Semi Semi – le dijo para calmarlo; el apodo "Semi Semi" ya había sido escuchado por Eita años atrás, cuando conoció a su difunto esposo y este le dio exactamente el mismo apodo; las palabras de Tendou causaron el efecto contrario, logrando que Semi saliera corriendo hacia donde estaba su hijo – perdí mi oportunidad, felicidades Satori, dejaste ir a un omega de los guapos… un omega con un hijo, pero es lo de menos – murmuraba Tendou malhumorado consigo mismo, después de resignarse a ese pequeño desliz con su poder, se tocó la cabeza disimulando su malestar, se sentía muy desgastado mentalmente.

Por la noche, Satori viajó a la frontera a caballo, sus años de experiencia como un ruin soplón de los humanos lo ayudaron a conocer rutas alternativas para juntarse con Sugawara Koushi, así como también le sirvieron para calcular bien el tiempo de llegada; tanto él como Suga se dedicaron al espionaje durante la guerra, Suga haciendo uso de su sigilo y personalidad a simple vista amigable, Tendou ayudado de su magia y su propia raza. A pesar de todo no se arrepentía de ser un demonio traidor, sabía muy bien que no había ganadores y perdedores en una guerra, que no había sentido en ella, solo le interesaba estar del lado del mejor postor, en ese caso, del lado de los humanos.

Esperó a Sugawara sentándose a los pies de una gran roca en la frontera del lado humano, en muchas ocasiones ya habían usado ese punto de referencia para reunirse, así que solo le quedaba esperar. Suga no demoró en aparecer caminando entre los árboles, normalmente se anunciaba y sonreía al reencontrarse con Satori, pero en aquella ocasión no había sonrisas, ni alardes, ni siquiera un saludo como lo acostumbrado; se veía muy distraído.

-Hey ¿Qué tal? - dijo Tendou agitando la mano para saludar - ¿Qué te pasa? ¿Te preocupa uno de tus amorcitos? - le preguntó con su característica sonrisa un poco inquietante.

-No es nada, estoy bien - respondió Suga con una sonrisa forzada, mas Satori se agarró la barbilla entusiasmado por lo que estaba viendo en la mente de Sugawara - no juegues ahora, vamos a lo que vamos.

-De acuerdo, ya hablaremos después sobre esto, ahora empieza a tomar nota metal - pronunció Satori antes de proseguir - vamos a contextualizar: desde que perdimos la guerra se han dividido las opiniones entre la gente: los hombres beta y alfas, los jóvenes y los privilegiados han adoptado un pensamiento nacionalista, ven el acuerdo de paz como un insulto que solo trajo perdidas económicas para los demonios, tu sabes, adiós a los terrenos inutilizados pero fértiles y hola a talar árboles y acarrear piedras para construir el muro fronterizo.

-Debo admitir que a mi también me molestaría ser el perdedor.

-El otro bando está conformado principalmente por mujeres, omegas, gente de la tercera edad y veteranos de guerra, no quieren perder a más seres queridos, quieren sentirse seguros y volver a asentarse en un solo lugar, en síntesis, no quieren más guerra.

-Eso es incluso más comprensible.

-Cada día hay más debate, cada día hay más disputas y cada día surgen más personalidades que incitan a pensar como el primer bando. Ahora bien, ¿Cómo afecta esto a la reina? Pues el conflicto ha llegado a los ducados, la mayoría se ha puesto en contra de su decisión de "rendirse", si se le puede llamar así a un acuerdo mutuo entre monarcas, el que más presencia tiene es como ya sabes, Oikawa.

-¿Sabes algo acerca del espía que tiene en nuestro territorio? - preguntó Suga, notoriamente impaciente y preocupado por algo.

-Déjame continuar mi relato, me cortas la inspiración.

-Bien.

-Hace meses conversé con Yahaba Shigeru, él me contó que Oikawa reveló ser en verdad el nieto directo del fallecido Kenta Kyoutani, lo que lo posiciona como el más próximo a recibir la corona si nos guiamos por la línea de sucesión.

-Pues sí, tiene sentido, a menos de que alguien convenza a Kentaro Kyoutani de volver de donde sea que esté para tomar su lugar, entonces las cosas se arreglarían. Es un panorama complicado, tal vez desapareció porque Oikawa lo asesinó.

-Al parecer, no está muerto, solo huyó.

-¿Cómo puedes comprobar eso?

-No puedo hacerlo, pero debo confiar en la palabra de Yahaba, él es la verdadera mente maestra del bando de la reina, me dijo que encontraría una manera de solucionar ese problema del heredero legítimo. De hecho, hoy por la mañana recibí un mensaje muy breve de él, pero no por ello deja de ser crucial.

-¿Qué decía?

-"Misión cumplida: yo llevaré a los nietos de la reina"

-¿Nietos? ¿O sea… está preñado?

-También puede significar que Kentaro tuvo hijos ilegítimos con algún plebeyo o plebeya, y que Yahaba se los traerá a la reina. No estoy seguro, la nota es demasiado breve y ambigua.

-De cualquier forma, estos nietos arruinarían lo planes de Oikawa ¿No es así?

-Sí, arruinarían un plan de Oikawa, pero conociéndolo, lo más probable es que esos nietos y la misma reina Kyoutani corran peligro a partir de ahora, él querrá deshacerse de ellos. Aún no lo confirmo, pero tengo la sospecha de que todos los instigadores que están dando discursos contra la paz y la reina son enviados por Oikawa; si no obtiene el poder diplomáticamente, lo hará por la fuerza.

-Creo que está demasiado desesperado por el poder, y que su ambición va más allá de simplemente obtenerlo.

-Que listo eres Suga chan, claro que va más allá, el tipo está traumado con los humanos, yo creo que su mayor aspiración no es ser rey, es volver a tener una excusa para matar a cientos de tu raza.

-Por eso tiene un espía en nuestro reino, como lo temíamos, quiere más guerra.

-Oh cierto, debo hablarte de ese tema.

-¿Ya sabes algo sobre ese espía?

-Sí, me lo dijo Yahaba cuando hablamos hace un tiempo; en una ocasión, Yahaba se coló en el castillo de Oikawa en Nerón, logró escucharlo a él y a Kioyoko Shimizu sobre el espía, se refirieron a él como un "cambiaformas" - dijo Satori, Sugawara lo observó con intriga.

-¿Un cambiaformas?

-A mí tampoco me sonaba algo así, pero me parece obvio que es alguien que… cambia de forma, jajaja.

-"Jajaja" - pronunció Suga sarcásticamente, aguantando las ganas de pegarle en la nuca a Tendou.

-Está bien, me pondré serio. Debe referirse a alguien capaz de cambiar su apariencia drásticamente a voluntad ¿Qué magia crees que sea? Tal vez es un psíquico que puede alterar la percepción de los que tenga cerca, suena emocionante.

-Yo no lo describiría así.

-Entonces como iba diciendo, tal vez no sabemos su nombre, pero ya sabemos más o menos lo que puede llegar a hacer, será mejor que envíes un correo rápido a tu rey para avisarle.

-En un rato lo haré.

-Una cosa más: probablemente el correo directo a la reina o al mismo Yahaba sea registrado por los conspiradores, Yahaba me ordenó que te dijera que se comuniquen con ellos para cooperar ante esta amenaza que tienen en común, pero que en vez de que escribas su nombre o el de la reina, le envíes las cartas a su amigo Shinji Watari, el nuevo mariscal de caballería.

-Comprendo… - respondió Suga, después dio la vuelta pretendiendo volver a escribir su carta, dando por terminada la conversación.

-Te noto distraído ¿Hay algo que te está preocupando? - preguntó Tendou, entonces Sugawara se detuvo aún dándole la espalda.

-De seguro ya debes saberlo, estuviste leyendo mi mente desde el principio.

-No uso tanto esa habilidad, ya sabes lo agotadora que es.

-Como sea, debo irme ya - dijo tratando de evitar el tema.

-Te está carcomiendo la cabeza ¿Seguro que no quieres hablarlo? - Satori sonrió tranquilo a sabiendas de que estaba en lo correcto - ¿Estás enamorado?

-Demasiado…

-Y de un pobre regenerador, que inusual romance.

-Tengo cosas que hacer Satori.

-Sí, ya lo noté - comentó viendo a Suga continuar con su camino - la carta puede esperar.

-No sé cuál de los dos asuntos me importa más…

-Yo creo que si lo sabes - Tendou siguió mirando a Sugawara, que caminaba muchísimo más lento, dudando - oye Suga, estas en el lado equivocado - le dijo señalando el lugar donde se encontraban, entonces Sugawara se detuvo en seco.

-Tienes razón… - susurró antes de transformarse en pájaro y emprender el vuelo hacia el otro lado de la frontera a toda velocidad; Tendou miró el cielo para verlo desaparecer en el territorio de los demonios, se reía de lo predecible que eran las personas, ni los múltiples pensamientos que se contradecían unos a otros cambiaban el resultado que él predecía.

-¿Ya vas a salir de ahí amigo? - dijo sin dejar de mirar el cielo, entonces Asahi dio un respingo desde su escondite detrás de un árbol.

-¡¿C-Como supiste que estaba aquí?! - preguntó asustado de Satori, quien giró la cabeza en un ángulo incómodo para observarlo.

-¿Tu también sientes algo por un regenerador? - le preguntó con la cabeza torcida, Azumane tragó saliva.

-Sí… - respondió, su comportamiento de sacerdote ejemplar le impedía decir mentiras, y además de eso, sabía que ese demonio era capaz de leer mentes.

-Suga va a traerlos hacia acá ¿No deberías unírteles? - casi todas las preguntas que hacía Satori eran retoricas, era capaz de saber que respondería la persona, lo único que debía hacer era impulsarlos a actuar.

-No estoy seguro… - susurró confundido y triste.

-Ese tal Noya… ¿No es muy testarudo? Sugawara no puede con su carácter - comentó Tendou con las manos atrás de la espalda y sonriente, Asahi agachó la cabeza con mucha preocupación.

-Cierto… es difícil de convencer…

-No te desalientes, yo creo que tu si eres capaz de convencerlo - agregó, entonces Azumane pensó muy bien que decisión tomar.

-¿Crees que deba ayudar a Suga?

-A mí no me preguntes, tu sabes muy bien la respuesta, solo eres muy inseguro para tomarla.

-Entonces… ¿Puedes acercarme al territorio de los demonios? - preguntó Asahi, luego Tendou tomó a su caballo y subió a su lomo, haciéndolo andar suavemente hacia el sacerdote.

-Si tú insistes, sube, yo te llevo.

Después de cabalgar unos minutos, Tendou dejó a Asahi en el bosque que estaba junto al pequeño pueblo en construcción, se bajó del caballo y le dio una fuerte palmada para que el animal corriera hacia la plaza del pueblito, con algo de suerte a la mañana siguiente el dueño de la posta lo encontraría y amarraría junto a los demás caballos de alquiler. Tal vez esa misma noche se repartirían los carteles de búsqueda con su rostro en él, si es que ya no estaban en algún lugar frecuentado por cazarrecompensas como el bar; así que se ahorró el tener que presentarse en la posta para devolver el caballo, y avanzó en sigilo hacia algún lugar donde pudiera pasar la noche sin ser molestado por nadie.

Mientras se adentraba en las calles, escuchó un ruido alarmante, como una riña de las peligrosas; su preocupación se confirmó cuando vio la característica luz anaranjada del fuego alumbrar una calle cercana; con el cuerpo tieso de los nervios caminó graciosamente, evitando ser visto por algún teniente o cazarrecompensas asentado en ese pueblito. Retrocedió despavorido cuando estuvo a punto de doblar y toparse frente a frente con tres soldados de rojo y otras dos siluetas de negro que no fue capaz de distinguir, estaba muy cerca de una persecución.

Se pegó a una pared con los brazos abiertos y bufando, tenía una sensación de nerviosismo que hacía inevitable que apretara las nalgas y presionase sus yemas contra la pared de madera como un gato erizado enganchando las garras en algún lugar. En cuanto escuchó el crujido de la tierra se transformó en su forma animal, un lagarto de caverna, después tomó su ropa con el hocico y comenzó a correr en cuatro patas contoneando graciosamente la cola inintencionalmente, y manteniéndose cerca de las paredes para no llamar demasiado la atención.

Luego de corretear asustado, se metió en el primer portón abierto que encontró, para su conveniencia, estaba en la bodega donde la mayoría de los futuros habitantes del pueblo dormían provisionalmente, todos tendidos en sacos de dormir sobre el suelo de tierra; Satori volvió a su forma humana y suspiró aliviado, luego tomó sus prendas y se las colocó rápidamente para evitar problemas si es que alguien despertaba y lo veía desnudo. Había al menos 120 personas dentro de ese granero, formando pequeños pasillos paralelos entre las filas de sacos de dormir; Tendou llevó sus manos atrás de su espalda y caminó mirando con curiosidad a todos los presentes, que a pesar del pequeño escándalo de afuera, seguían durmiendo muy exhaustos por la jornada de trabajos de construcción.

Por un pequeño capricho, Satori empezó a buscar el rostro del omega a quien había conocido ese día, tratando de identificarlo entre tantas personas; recorrió fila por fila hasta que lo encontró al final de todo el granero en la esquina, durmiendo abrazado a su pequeño hijo, un niño de unos 5 años con el cabello negro en corte de tazón. Le pareció muy adorable la imagen de ese joven abrazando a su niño con los labios pegados a su suave cabello, casi despertaba un instinto paternal en Tendou, aunque, en vista de su situación actual, tal vez no podría formar una familia en el reino demonio, tendría que cumplir ese objetivo en el destierro a causa de sus años como un soplón.

Sin hacer ruido se tendió a su lado, de costado y con una mano sosteniendo su propia cabeza, en una posición cómoda para mirarlos mientras dormían, pensando en lo linda que hubiera sido su vida si tan solo tuviese la oportunidad de quedarse en la tierra que traicionó; luego suspiró resignado y juró no arrepentirse de sus acciones por más tentador que hubiese sido el destino junto a una familia propia. Para no pensar en ello se quedó mirando a Semi y a su hijito, le producían mucha ternura y paz; sin embargo, el omega abrió los ojos repentinamente y las pupilas de ambos se encontraron, la dulzura del momento fue interrumpida por un puñetazo reflejo de Eita que le dio directamente en la quijada a Satori, que casi hace que se mordiera la lengua.

-Tranquilo tranquilo, no te asustes - le pidió Tendou en voz baja, sobando su mentón con una minúscula lagrima en uno de sus ojos.

-¿Qué haces acá? - preguntó Semi en un tono amenazante.

-Estaba cansado y quise dormir en este refugio, y este lugar me pareció el ideal - respondió sonriente, Eita lo miraba con enfado y disgusto - no creas que soy un pervertido, no tengo esas intenciones contigo, bueno, salvo que tu si quieras.

-No - dijo cortante el omega - largo de aquí.

-Perdón por asustarte, no era mi intención, te lo juro.

-Sí, claro.

-No estaba mirándote lascivamente, solo me llamó la atención la forma en que duermes junto a tu hijo, es como ver a unas pequeñas lagartijitas sacando la lengua - comentó Satori, pero Semi levantó una ceja con extrañeza - bueno, en tu lenguaje seria "como dos gatitos acurrucados".

-¿Lees la mente? - preguntó el omega más perspicaz que en su primer encuentro.

-Sí, es una de mis habilidades, a veces la uso involuntariamente, pero me recomiendan no abusar de ella, gasto demasiada energía cuando la uso… aunque mírame, he utilizado este poder varias veces en el día y aún no me desmayo ¿Genial no?

-¿Puedes desmayarte por usar tu propio poder?

-Por supuesto, en palabras simples, la energía es limitada, por eso los magos en combate tienen un tiempo ajustado para pelear, un buen mago no es el que hace más lucecitas y explosiones, es el que saber racionar su flujo de energía para poder ganar una batalla.

-Tú eres un psíquico, creí que los psíquicos no participaban en batallas.

-Te equivocas Semi Semi, en batalla podemos ser muy útiles.

-Suena interesante…

-¿Tu esposo era un intensificador? - dijo Tendou sabiendo la respuesta.

-Sí… falleció en la guerra cuando Tsutomu era un bebé.

-¿Cuál era su nombre?

-Goshiki Tsutomu.

-No eres muy original con los nombres Semi Semi.

-Lo escogí porque cuando nació, me di cuenta de que no sacó nada de mí, es idéntico a su padre, idiota.

-Bueno, tranquilo, solo era un comentario nada más. Pareces ser una buena madre.

-Eso espero, no quiero que Tsutomu corra peligro, por eso me quedé en este pueblo, creo que ahora que se acabó la guerra, podre asentarme en un lugar fijo sin que mi bebé esté en riesgo, donde pueda al fin ser feliz con otros niños - dijo Eita besando la cabeza de su hijo con suma dulzura, Tendou miró hacia abajo, de alguna forma lo entristecía que ese omega que acababa de conocer viera truncada su vida gracias a los planes de un loco de cuna noble que quería acabar con su paz.

-¿No has pensado que tal vez la tierra de los ángeles sería un mejor lugar? Ellos nunca están en guerra, y tengo un conocido que es un navegante, lleva cursando la ruta de aguas tormentosas desde hace muchas décadas para comercializar con los ángeles, es pan comido para él así que no correrías riesgo en su barco. Si quieres puedo pagarles el viaje.

-Je… Qué curioso… Kenma me dijo algo similar hace tiempo.

-¿El chico de "los elegidos"?

-Sí, me dijo que si me decidía a creer en sus palabras, tendría que viajar por mi cuenta hacia Menvra en la tierra de los ángeles… - murmuró Eita, su voz se apagaba con cada palabra, pues su mente estaba repleta de dudas.

-¿Y le crees?

-No sé… es decir, lo sé pero no quiero que sea verdad. Seguro que a ti te parece estúpido, pensarás como cualquier persona normal que es solo un cuento de un niño loco, pero cuando trato de convencerme de eso, siento como si me estuviera equivocando.

-No soy una persona normal, así que le creo a ese chico.

-Pero, si yo le creyera, tendría que irme a otro lugar, tendría que aprender a luchar, y tendría que alejarme de Tsutomu para que ese tipo no le haga daño, ese es mi mayor miedo.

-¿Te refieres a Oikawa?

-Si…

-¿Puedes hablarme de la profecía de ese tal Kenma?

-Básicamente dice que Oikawa quiere obtener el poder, y que si lo consigue, hará una guerra aún más terrible que la guerra de los cien años.

-Y este chico Kenma… ¿Quién es? ¿Es parte de la realeza o algo?

-No lo es, es solo un muchacho plebeyo, su hermano es un teniente, fuera de eso, no son ni de cerca personas con sangre noble o cargos políticos.

-¿Entonces como pudo enterarse…?

-¿Qué?

-Semi Semi, creo, supongo, no estoy seguro, pero, al parecer ese chico está en lo correcto.

-¿Por qué lo dices?

-Es algo que se supone debo guardar en secreto, pero, parece que tú ya lo sabes…

-No te entiendo.

-¿Quieres saber quién soy?

-Bueno…

-Fui un capitán del ejercito hace mucho, pero ciertos sucesos me llevaron a cooperar con los humanos… digamos que yo les entregaba información importante a cambio de dinero - explicaba Satori, observando como el rostro de Semi cambiaba de atento a irritado - por favor déjame terminar antes de enojarte.

-Está bien, sigue - dijo Eita mirándolo con desprecio.

-Con el término de la guerra, mi trabajo ha sido escapar de la justicia y de paso recabar información sobre los conflictos internos… Uno de ellos tiene que ver con Oikawa - al decir eso, Semi volvió a mirar con curiosidad a Tendou, pero no abandonó el sentimiento de rabia y desconfianza.

-¿Qué sabes de él?

-Apeló a la línea sanguínea para convencer a los ducados de que es el verdadero heredero al trono, tiene un espía en el territorio humano, y al parecer está involucrado con anarquistas que están en contra de un acuerdo de paz. En síntesis… pareciera que todo apunta a que la historia puede terminar de la manera que Kenma mencionó: con él en el trono y el mundo consumido en un nuevo caos… - explicó Tendou, entonces vio una expresión de extrema preocupación en Eita, que abrazó un poco más a su hijo.

-No puede ser verdad…

-No querías que lo fuera, pero… es difícil no creer si juntamos nuestros dos conocimientos. Sí, tal vez ese chico suena como un loco fanático que alucinó algo para darse un complejo de elegido, pero yo tengo pruebas reales de que el futuro que predijo puede ocurrir.

-¿Y qué hago ahora? No quiero que mi hijo sufra una guerra más, he tratado por 5 años de hacer pasar todo como un juego, he tratado de alejarlo de ese dolor ¿Cómo lo haré ahora? - decía Semi con agitación, sus ojos brillaban como si estuviera fabricando lágrimas de frustración.

-Cálmate Semi Semi, lo peor que puedes hacer es entrar en pánico.

-No trates de animarme, tu eres un traidor ¿Quién me asegura que no ayudaste en el asesinato de mi marido?

-Esto… tal vez tengas un punto, digo, solo durante la batalla del lago rojo y la batalla de Tenebris pude hablarle a los humanos de las estrategias militares… ¿Tu esposo murió en alguna de ellas?

-¿Y eso que importa? No quita que vendiste la vida de muchos de nuestros compatriotas.

-Acabo de leer tu mente y sé que tu esposo no murió en esas batallas, que alivio.

-Vete de aquí.

-Por favor Semi Semi, no te pongas así, te hace aún peor, necesitas tranquilidad para tomar una decisión.

-Tendré paz cuando te vayas.

-¿Al menos puedo dormir aquí? Me iré de madrugada hacia Tridenti, te juro que no molestare - le aseguró Tendou, y aunque Eita seguía observándolo con desprecio, algo lo hizo volver a ponerle atención a sus palabras.

-¿Dijiste que Oikawa estaría en Tridenti?

-Sí, hablará con los cazarrecompensas para que le den caza a un par de tipos… Sospecho que también hablará con los anarquistas para que interfieran con la construcción del muro, Tridenti es el puerto donde el muro está más avanzado.

-Ya veo…

-Semi Semi, no lo hagas, eso sería suicidio.

-No leas mi mente, no te he dado permiso para ello.

-Lo siento, a partir de hoy te preguntaré si puedo hacerlo.

-Como sea…

-Es hora de dormir, la verdad es que si estoy muy cansado. Buenas noches Semi Semi, duerme bien.

-Buenas noches.

El viaje rumbo a Domain le causaba mucha ansiedad a Kyoutani, Yahaba lo había obligado a asearse y a comprarse ropa nueva en el pueblito más cercano al bosque de Tenebris, y juntos habían subido a la espalda del unicornio escogido por Shigeru, iniciando como siempre con el pie izquierdo cuando Kentaro creyó tener permitido abrazar el abdomen del omega mientras cabalgaban. El príncipe se estaba acostumbrando al carácter poco dócil de Yahaba, sus miradas fieras y serias eran pan de cada día, dejó de contestarle con gruñidos al darse cuenta de que no le servía ser hostil con él; lo tenía totalmente domado.

Cuando ambos se callaban y veían el paisaje, el ambiente entre ellos se volvía mucho más agradable, al no dirigirse la palabra Kyoutani tenía la oportunidad de poder apreciar la belleza de Shigeru sin restricciones; el consejero de la reina miraba las rocosas laderas que su unicornio recorría sin miedo, a aquel animal nada lo sorprendía, así que eran Yahaba y Kyoutani los que se sentían estresados al mirar hacia abajo y darse cuenta de la caída libre que sería mortal para alguien no lo suficientemente rápido para reaccionar. Shigeru tomó aire para calmarse, confiando plenamente en el corcel, mientras que Kentaro se ponía cada vez más nervioso; luego de un pequeño susto, el príncipe abrazó el estómago de Yahaba, algo que tenía prohibido; no obstante esas largas horas de silencio hicieron más dócil al omega, quien solo lo miró de reojo y volvió a enfocar la vista en el camino, pronunciando unas simples palabras: "cuidado con los bebes".

Cuando Shigeru hablaba de los pequeños que llevaba en su vientre, no se refería a ellos como "mis bebés", ni mucho menos como "nuestros bebés", los mencionaba ya fuera por su estatus de "herederos", o como "los nietos de la reina", o simplemente como "los bebés". Kyoutani pensaba en sus palabras, y lo invadía una preocupación, un fuerte miedo de que Yahaba permitiera que sus hijos le pertenecieran a la reina, o que ni siquiera planeara en reconocerlos como sus pequeños, sino como simples herramientas en sus planes políticos.

Era enfermizo pensarlo de esa forma, bebes concebidos única y exclusivamente por la necesidad de mantener el poder en la estirpe de los Kyoutani, llevados en el útero de alguien peligroso y sin escrúpulos que probablemente no planeaba darles amor de madre; Kentaro no ocultaba su expresión de irritabilidad, imaginando que sus hijos tendrían una vida miserable, cumpliendo el único propósito de ser la vía de escape para una mujer con los días contados en el trono. Incluso llegaba a desconfiar del discurso de Yahaba, refiriéndose a Oikawa como una amenaza peligrosa para la reina, ¿Y si en realidad mentía? ¿Y si solo quería engendrar los hijos del príncipe para ser él mismo quien gobernase? Tenía que pensar una manera de lograr que Shigeru no arruinara la vida de los pequeños, y no sería nada fácil negociar algo así.

Al caer la noche, Yahaba detuvo al unicornio y soltó las riendas, la confianza en ese corcel le permitía dejarlo sin amarres durante toda la noche, pues sabía que al día siguiente estaría exactamente donde lo dejó; Kentaro se dedicó a armar una fogata mientras Yahaba instalaba una tienda de campaña donde dormía junto a Kyoutani, amarrando su mano a la suya con una cuerda, para prevenir que no cumpliera con su parte del trato y escapara. Luego de terminar la instalación de la tienda, partieron juntos a cazar algún animal, Kentaro creía ser muy bueno atrapando presas, hasta que descubrió con amargura que Yahaba tenía un oído prodigio que le permitía detectar cualquier animal, le bastaba con chasquear los dedos para hacer caer un rayo sobre algún animalejo, matándolo al instante.

Ese día obtuvieron un joven cerdo salvaje que se desplomó fácilmente gracias a Shigeru, lo llevaron entre los dos al campamento, Kyoutani lo despellejó mientras Yahaba avivaba las llamas con un poco de trampa, usando su propio fuego para encender la gran fogata; el príncipe destripó al animal y desechó las vísceras incomibles; el hígado, los pulmones, el corazón y otros órganos planeaba comérselos él, dejándole a Shigeru las extremidades, el resto del cuerpo seria cocinado durante toda la noche bajo las brasas. Al sentarse a comer, el omega observó un poco asqueado "los manjares" que Kentaro escogió para sí mismo, al mismo tiempo que el príncipe miraba sorprendido como Yahaba devoraba las cuatro piernas del cerdo con voracidad.

-¿Qué me ves? - dijo el consejero chupándose los dedos.

-Solo te he visto comer presas pequeñas, te ves terrible comiendo así - comentó Kyoutani, para luego llevarse un riñón asado a la boca.

-Tengo que alimentarme bien, por los bebes - respondió antes que quitar los últimos restos de carne del hueso.

-¿De verdad te preocupas por ellos? - preguntó con un tono incrédulo y desagradable.

-Por supuesto que sí, tienen que estar sanos, son los herederos del trono - le dijo Shigeru sin darle importancia a sus provocaciones.

-No lo parece, conociéndote, te importan más como herederos que como...

-No me conoces - le respondió interrumpiendo sus palabras - si empezáramos a asumir cosas del otro, te diría que eres un pésimo hijo, irresponsable, cobarde y malagradecido.

-Yo asumiría que tú eres un mentiroso oportunista que solo buscaba preñarse para escalar en el poder.

-Pero nos equivocamos, no sé tus verdaderas razones para escapar de Domain, y tú, a pesar de saber parte de mi versión, crees algo errado de mí. De todos modos, no me interesa saber tus razones, mi único objetivo es proteger a la reina de usurpadores.

-¿Arruinando la vida de unos inocentes?

-¿A qué te refieres con eso? - preguntó Shigeru con tensión e intriga.

-Cuando los bebés nazcan ¿Qué piensas hacer con ellos? ¿Dejárselos a una nodriza y adoctrinarlos para ser líderes? - cuestionó Kyoutani llevándose el corazón de cerdo a la boca.

-Incluso después de que nazcan sanos y salvos, tendré que protegerlos, Oikawa no se detendrá solo porque son niños, yo sé que ese hombre no conoce la moral - pronunció seriamente, dejando a Kentaro mudo y aún más preocupado.

-¿Vale la pena?

-¿Qué cosa?

-Traer al mundo a unos bebés a sabiendas de que estarán en peligro, solo por salvar a mi madre.

-Es una pregunta difícil… Pero, creo que sí, vale la pena.

-No lo vale. No tienes derecho a hacer esa mierda por alguien como ella.

-¿"Alguien como ella"?

-Te propongo algo. Yo acabaré con ese tipo haciéndolo pasar como un accidente, y cuando la amenaza desaparezca, tú me entregaras a los bebés - dijo Kyoutani, haciendo que Yahaba soltara una sola risa irónica.

-No.

-¿Por qué no? ¿Porque quedarte sin ellos implica perder el trono? - insinuó Kentaro, Shigeru por su parte trataba de guardar la calma para no atacarlo.

-Por dos razones: en primer lugar, eres débil, no podrías matar a Oikawa y a sus cuatro lame botas ni aunque des el 100%, y en segundo lugar, es necesario que la reina tenga mínimo un heredero legítimo para continuar su legado. Apenas consideraría tu oferta si decidieras quedarte tú con uno y yo con otro, y tampoco es algo que me haga mucha ilusión, mi objetivo es firmar un papel contigo y que luego desaparezcas de mi vista, porque te desprecio.

-¡¿Por qué todos los malditos hijos de puta del castillo hacen eso?!

-¿Hacer qué?

-¡Dar a elegir entre una vida y otra! ¡Siempre es lo mismo, uno puede tener una vida plena, mientras que no tienen reparos en arruinar la del otro sin remordimientos!

-¿Crees que los herederos tendrán una vida miserable solo por estar a mi cuidado y al cuidado de la reina? Claro que no, me aseguraré de que nunca les pase nada malo, así que no vengas a figurar como el padre del año, ni siquiera eres capaz de bañarte sin que yo te lo ordene.

-Te das mucho crédito, puta - le espetó Kyoutani sin pensar, entonces Yahaba enmudeció, quedándose quieto mirándolo sin enfado, su rostro mostraba lo pasmado que se sentía, sus brillantes ojos transmitían algo que hizo que el corazón de Kentaro se apretara, mostraban dolor y humillación, atrapados en el orgullo que le hacía imposible derramar lágrimas. Hubo un largo silencio entre ambos, Kyoutani sentía que la culpa crecía cada vez más en su pecho - lo siento…

-No puedo dejar que te los lleves… Solo te he obligado a venir conmigo para cumplir tu parte del trato, pero, no te he dado nada a cambio… - decía Shigeru con un hilo de voz - Pídeme cualquier cosa a cambio, no importa que sea, pero por favor, al firmar el contrato de unión, vete lejos y no vuelvas nunca.

-No quiero nada… - Kentaro agachó la cabeza con arrepentimiento, cuando era pequeño le enseñaron a comportarse con otras personas, a ser educado y amable, pero sin desearlo, había olvidado una de las pocas cosas buenas que aprendió de su familia; al levantar la cabeza vio que Yahaba se acercaba hacia él, lucía tan serio como siempre, pero, notoriamente triste y desesperado, estaba abriendo su capa y su túnica, dejándolas deslizarse suavemente por sus delicados hombros y la suave y blanca piel de sus pechos.

-Haré todo lo que quieras, pero cumple… - susurró inclinándose frente a Kyoutani, quien detuvo la lenta caída de la tela sujetando con fuerza los hombros de Shigeru.

-Basta, no hagas esto - pronunció tomando las telas para cubrir el cuerpo del omega - ¿Por qué lo haces? ¿Por qué llegas tan lejos?

-Es amor… - respondió, quebrándose finalmente, derramando su primera lágrima frente al príncipe.

-¿Por qué amas tanto a mi madre? - preguntó en un tono menos hostil, más suave y comprensivo, todo mientras colocaba la ropa de Yahaba en su lugar con toda la delicadeza que sus toscas manos le permitían tener.

-Cuando tu padre murió, un año después de que escaparas, comenzó una tregua de 3 años, la reina estaba completamente sola y deprimida, así que recorría el palacio hablando con toda la servidumbre, tratando de encontrarle un sentido a tanta soledad… - decía Shigeru con los ojos húmedos y un semblante de nostalgia y tristeza que ablandaba más el corazón del príncipe.

-Siéntate - le pidió Kyoutani invitándolo a estar a su lado frente a la fogata, Yahaba se sentía tan triste que no tuvo el coraje de rechazar su oferta, no tenía fuerzas para discutir.

-Yo estaba barriendo las bodegas cuando ella me encontró, en aquel entonces yo tenía 12 años, pero aparentaba menos edad porque no comía mucho y por tanto no había crecido lo suficiente. Se acercó y me preguntó: "¿No eres muy pequeño para trabajar aquí?", yo le respondí que estaba reemplazando a mi padre, que fue enlistado en la guerra, ella entonces dijo: "¿Aún no ha vuelto a casa?", y yo, aparentemente con demasiada naturalidad, le dije: "no va a volver, falleció" - relataba Yahaba, un poco más tranquilo, pero no por ende menos triste - creo que en ese tiempo estaba tan acostumbrado a perder a mis familiares, que no me sorprendía si alguno no volvía, mi expectativa era ser reclutado a los 15 y morir meses después. Pero ella se quedó completamente muda, y lo único que pudo decir después fue: "Oh… lo siento tanto…", entonces comenzó a llorar, y se arrodilló frente a mí, y me abrazó…

-¿Ella hizo eso?...

-Yo no podía creerlo, lo poco que recordaba de mis padres, era que me decían constantemente que los reyes eran como seres divinos, que no podían doblegarse ante nadie; me decían que como omega, no podía acercarme a los reyes, pero que si algún día por casualidad tenía el orgullo de verlos de cerca, tendría que inclinarme frente a ellos con las rodillas y brazos en el piso.

-No es un buen consejo…

-Y sin embargo, ella no solo se había puesto de rodillas frente a mí, también me estaba abrazando, tocando mi cabeza como si fuera su bebé; yo creía que no me afectaba perder a mi familia, creía que era algo normal que también me pasaría a mí. Pero ver a una monarca, la persona más importante del mundo, ponerse a mi nivel, y llorar por alguien tan miserable como yo, me hizo sentir algo extraño, como si hubiera despertado mi corazón. Creía que no sentía nada, hasta que empecé a llorar con ella y la abracé también, porque nunca antes creí que alguien compartiera el mismo dolor que yo guardaba; nos unía el hecho de estar solos.

-Oh… - susurró Kentaro, no podía decir más, no era el momento para responderle groseramente, ni para hablarle mal de su madre - lamento que pasaras por eso…

-Esa es mi única razón para hacer todo lo que hago - pronunció mientras se iba hacia atrás y recostaba su espalda en el suelo, Kyoutani hizo lo mismo, quería tomarle la mano, pero tal vez estaría cruzando la línea, no tenía derecho a nada después de haberlo insultado.

-No tienes que ofrecerme tu cuerpo a cambio de mi firma - dijo Kentaro inseguro, no estaba nada acostumbrado a decirle palabras de aliento al omega, pero la situación lo ameritaba - no creo que tengan el mismo valor.

-No quiero discutir…

-No he dicho nada con la intención de discutir.

-Hablar de condiciones, de precios y tratos, solo nos haría pelear más…

-Eso es cierto, no son los mejores temas en estos momentos - comentó Kyoutani, ambos estaban mirando las estrellas y la copa de los arboles - ¿De qué quieres hablar?

-No lo sé, no se me ocurre nada - dijo el omega, Kentaro giró la cabeza para mirarlo, le parecía tan bello cuando no estaban discutiendo.

-¿Que tan poderoso es Oikawa ahora? - preguntó Kyoutani sin dejar de observar detenidamente sus rasgos.

-Probablemente sea el mago más poderoso, el segundo soy yo, el tercero es su lacayo, Kunimi Akira - respondió Shigeru viendo las estrellas - ¿Por qué te importa?

-Quiero saber a qué te enfrentas.

-Me enfrento a algo sin precedentes, pero confío en que seré capaz de detener sus planes.

-¿Acaso tiene más planes que ser rey?

-Sí, quiere declararle la guerra a los humanos, una vez más - contestó Yahaba, luego Kyoutani se irguió un poco gracias a la intriga.

-Está loco ¿Por qué quiere eso? Es estúpido.

-No estoy seguro de porque quiere conseguir eso, pero si sé sobre los métodos que utiliza para ello.

-¿Puedes contarme sobre eso?

-Bueno, pero puede ser una historia algo complicada.

Semi y su hijo Tsutomu iban en una carreta junto a varios hombres y mujeres que pasarían la noche en Tridenti para volver al pueblo por la mañana con nuevos víveres, el gran puerto de Tridenti favorecía el comercio, era un lugar con una gran cantidad de productos frescos, perfectos para que los líderes de la nueva comunidad en construcción abastecieran a los suyos mientras las labores continuaban. Ya era de noche y apenas estaban llegando a la ciudad, Goshiki dormía en brazos de su madre, el hecho de haber pasado varias horas preguntando cuanto faltaba para llegar lo dejó completamente agotado; Eita miraba los pocos farolillos que le daban luz a las calles, pero a pesar de la poca luz, si podía distinguir la inmensidad de esa ciudad que ocupaba dos de las tres penínsulas de la región, y podía ver los reflejos de la luna y las estrellas en el mar, era una hermosa vista.

Al llegar a una bodega de la ciudad, Semi y las demás personas del pueblito bajaron de la carreta y se instalaron adentro entre grandes cantidades de madera y heno, era el único lugar que recibía a damnificados por la guerra, así que no podían quejarse de las condiciones. Una mujer se ofreció a instalar un saco y sabanas mientras Eita cargaba en sus brazos a Tsutomu, le hizo un gran favor ya que si hubiese tenido que preparar un sitio donde dormir, habría tenido que despertar a su pequeño; con su ayuda lo único que tuvo que hacer fue recostar al niño y quitarle los zapatos.

Semi no quería abusar de la hospitalidad de esas personas, pero les pidió un último favor: quería que cuidaran a su hijo mientras él recorría las calles para preguntar sobre algún trabajo a los últimos demonios despiertos; los representantes del pueblo se le quedaron mirando extrañados, pero aceptaron cuidar de Goshiki mientras Semi salía afuera. Era evidente que no creían en sus palabras de ir a buscar trabajo a esas horas de la noche, si malpensaban la situación de Eita, llegaban a la conclusión de que posiblemente buscara dinero fácil con la prostitución, quizá guiado por su "naturaleza de omega", o porque tenía la necesidad de ganar dinero rápidamente por su hijo.

A Semi no le importaban las especulaciones de la gente, porque de todos modos, su verdadero propósito para salir de noche no era considerado precisamente algo "noble"; debía ir atento en esas calles oscuras, iba cubierto con una capa para protegerse de la fría brisa marina, con olor a sal y algas, que a decir verdad no le desagradaba en comparación al olor a orina de algunas paredes. Tenía miedo por su falta de poderes, pero trataba de encontrar determinación, porque debía tomar el riesgo para cumplir con el deber que creía que le había dado el destino.

La primera puerta que tocó fue la de un burdel, la matrona encargada del lugar lo recibió preguntándole si estaba buscando empleo ahí, y agregó que gustosa lo recibiría si estaba interesado en ser uno de sus empleados; Semi respondió que solo quería saber dónde se reunirían los cazarrecompensas convocados en Tridenti, ella se sintió extrañada por esa pregunta y le dijo que siempre había más de una junta en esa ciudad, pero que seguro en el bar ubicado a dos cuadras el burdel encontraría a alguien que supiese de alguna reunión especifica. Eita le agradeció y se retiró de allí, ignorando las ofertas que le hacía la mujer mientras se alejaba, para convencerlo de quedarse a trabajar ahí; caminó unas cuantas cuadras y llegó a la cantina, tuvo que adentrarse en ella para poder hablar con el cantinero, al tocar la puerta nadie lo recibió, pero se notaba que el lugar estaba activo, así que no le quedó de otra.

A lo lejos vio a tres caras conocidas para él, se trataba del hermano de Kenma, el teniente Kuroo, y sus tres amigos, Yamamoto y Kai, quien parecía muy lesionado; Semi entonces debió cubrirse más con su capa, tratando de ocultar su identidad de sus amigos para poder conseguir lo que quería sin distracciones. Se acercó al cantinero y le preguntó sobre la junta de cazarrecompensas convocada por el conde Oikawa Tooru, el hombre le contestó amablemente que esa reunión se realizaría dentro de dos días en la bodega de otro bar, que se encontraba justo al lado del mercado pesquero de Tridenti.

Eita agradeció la información y se retiró, tratando de evitar ser visto por Kuroo y compañía colocando sus manos en la capucha que le cubría la cabeza; algunos hombres se le quedaron viendo, sus delicadas manos de omega delataban que no era nada común que alguien como él estuviera ahí, eso los hizo sospechar, pero también, los llenaba de un perverso entusiasmo. Semi vio un par de carteles en la entrada del bar, no había prestado atención a ellos cuando entró, y no le sorprendió demasiado ver a Tendou entre una de las personas más buscadas.

Al cruzar la puerta para irse, no se dio cuenta de que tras él habían salido también al menos 5 tipos que comenzaron a seguirlo sigilosamente; cuando al fin lo notó, guardó la calma y continuó su camino doblando por distintas calles, tratando de despistarlos para sacárselos de encima. Estaba dando resultado, tantas vueltas terminaron por desorientar a esos hombres, salvo a uno que de forma insistente se acercaba y no le perdía el rastro; fue entonces que el omega dejó de escuchar los pasos del hombre, como si se hubiera quedado muy atrás.

Volteó para ver qué pasaba, y vio que el tipo estaba tendido en el suelo, llorando a mares sin poder controlarse; después de percatarse de la penosa escena, el brazo de Semi fue tomado repentinamente por alguien que lo metió a un callejón. Tendou le cubrió la boca y llevó uno de sus dedos a sus labios para pedirle que no hiciera ruido, luego Semi se sacudió enfadado y lo apartó con molestia.

-¿Qué haces aquí? - le preguntó a susurros para no ser escuchado por alguno de esos hombres, los había perdido de vista, pero no podía estar seguro de nada hasta llegar a la bodega junto a su hijo.

-Salvándote la vida - respondió Satori sonriéndole, a Eita no le hacía mucha gracia su presencia.

-Pude evitarlos yo solo, siempre lo he hecho - le dijo con las cejas fruncidas - ¿Me estabas espiando?

-Entiéndeme Semi Semi, no puedo dejarte solo si piensas hacer cosas peligrosas sin ayuda.

-Yo sé lo que hago.

-Planear matar a Oikawa no es algo muy cuerdo de tu parte.

-Tengo que hacerlo maldición, le estaría ahorrando muchos problemas a Kenma y a todo el mundo en general – contestó determinado, Tendou se rascó la barbilla pensando en sus palabras.

-¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Digo, tienes un hijo, si tu plan sale mal, tal vez todo se vaya a la basura - comentó Satori, tratando de convencerlo de lo contrario.

-Es riesgoso, pero, tal vez no se espere que alguien como yo sea una amenaza para él, seguro me consideraría demasiado débil como para siquiera tocarlo.

-Pero si eres débil Semi Semi - agregó Tendou ante la cara de máximo fastidio de Semi.

-¿Es en serio? ¿Me seguiste hasta aquí solo para joderme?

-En realidad estoy aquí porque yo y mis compañeros queremos conseguir un bote para cruzar la frontera y huir de la justicia, pero si, también te seguí, no para joderte, sino para cuidarte. Parece que atraes muchos problemas.

-El peor de todos es ser un elegido…

-¿Lo aceptaste por completo?

-Supongo que sí.

-Entonces - Satori se arrodilló solemnemente frente a Eita, como presentándose ante alguien de la realeza - estoy a sus órdenes, elegido.

-No confío mucho en tu sentido de la lealtad.

-Y yo tengo mis razones para no confiar en los poderosos de este reino, pero si me das una buena razón para seguirte, con gusto lo haré.

-No gracias.

-¿Puedes contarme más acerca de este rollo de los elegidos? Me tiene intrigado, y además, quiero tener muchas más razones para ser tu siervo.

-No quiero que lo seas.

-¿Seguro? Bueno al menos dime algo sobre ese chico, ya sabes, el rubio delgadito y frágil como papel.

-Kenma no es rubio.

-¿Ah no?

-¿De verdad quieres saber de esto? ¿Y en este lugar tan apestoso?

-Sí ¿Por qué no?

-Como quieras…

Continuará...