Meses atrás…

Semi vivía una vida errante junto a su hijo Tsutomu, siempre iba de un lugar a otro tratando de conseguir trabajos esporádicos para ahorrar algo de dinero, en aquella ocasión llegó a una posada para trabajar como camarero en el centro de Domain, la capital de la corona; estaba acostumbrado a todo tipo de clientes, era muy común para él recibir piropos y tocamientos indebidos que tenía que dejar pasar para mantener su trabajo. A la posada llegó un grupo de cuatro personas, unos soldados de túnicas rojas acompañados de un omega de cabello negro y lacio, vestido con una túnica con capucha blanca; el más alto de ellos lo llevaba en brazos, el más moreno llevaba su bastón, y el más musculoso abrió la puerta para poder pasar a la zona de la cocinería, pues estaban hambrientos y querían alimentarse antes de ir a las habitaciones que tenían rentadas.
El omega tenía una expresión de resignación y vergüenza, entró en la posada siendo cargado por su hermano como si estuviese enfermo o herido, lo cual llamó la atención de todos los presentes; el hecho de que sus amigos le dijeran que se quitara la capucha lo hacía aun peor, todos podían ver sus cuernos, o en realidad, la ausencia de estos, quedando solo un par de huesos cercenados a los costados de su cabeza. Semi lo miró con pesar, y al verlos sentarse alrededor de una de las mesas se acercó rápidamente para atender a esos soldados y al pobre omega mutilado que estaba siendo cuidado por estos; les pidió sus órdenes e ignoró las miradas de dos de ellos, que sonrieron al ver su apariencia, tal y como otros pervertidos que alguna vez comieron en el lugar.
-¿Desean algo más? El queso fresco correrá por cuenta de la casa - dijo Semi ofreciendo un alimento extra debido a su compasión por el omega. El alfa musculoso, Yamamoto Taketora, sostenía su quijada con su mano dejando el codo sobre la mesa, estaba mirando embobado a Eita.
-Si quiero algo más, un besito no estaría mal - comentó Yamamoto, su compañero Kai tosió con disimulo para darle la indirecta de que se controlara.
-¿Cuál es tu nombre lindura? - preguntó el soldado más alto, Kuroo Tetsurou, observando a Semi al igual que Taketora.
-Semi Eita ¿Quieren ordenar alguna infusión? - pronunció Eita sin hacer caso a los coqueteos.
-¿Eres soltero? - le preguntó Yamamoto, Kai le pisó el pie para que detuviera su comportamiento, y el omega, Kenma, agachaba la cabeza aún más avergonzado que durante su entrada.
-Enviudé - respondió cortante el omega mayor.
-Lo siento tanto, si quieres podría llenar el vacío - se ofreció Kuroo sacando una pequeña flor silvestre de su bolsillo para ofrecérsela, entonces el hijo de Semi salió de la nada y dio un salto para morderle la mano a Kuroo.
-¡Tsutomu! - exclamó Eita tomando a su niño para separarlo de Kuroo - te dije que te quedaras adentro - Semi cargó en sus brazos a Goshiki y este le enseñó su lengua a Kuroo acompañada con un gesto de enfado y berrinche.
-No te acerques a mi mami, feo - dijo el niño abrazando el cuello de Eita, Kuroo se quedó descolocado mientras Yamamoto reía a viva voz, Kenma y Kai lo hacían en voz baja.
-¿Feo…? - murmuró Kuroo con el ego destruido por un niño de 5 años, que lo miraba con una sonrisa burlona.
-Feo - reiteró Tsutomu, entonces su madre le cubrió la boca con una mano.
-Disculpe las molestias, no volverá a suceder - dijo Eita nervioso por lo que podría significar eso para su trabajo; lejos de enfadarse, Kuroo seguía un poco desconcertado.
-¿Tienes un hijo? - preguntó, Eita asintió lo obvio y Goshiki lo abrazó más fuerte, Yamamoto tampoco parecía enfadado, de hecho no paraba de reír.
-Ya no te ves tan confiado, feo - se burló Taketora golpeando la mesa.
-Pero… Te ves muy joven y candente para ser madre - comentó Kuroo con la mente aún procesando, Goshiki giró la cabeza con confusión.
-¿Qué es candente? - se preguntó el niño.
-Kuroo, ¿Podrías parar por favor? Me avergüenzas - le pidió Kenma en voz baja, entonces su hermano se quedó callado, derrotado por las cosas que acababa de escuchar.
-Bien, no tienes que disculparte amigo, somos nosotros los que debemos, no está bien molestar a la gente y mucho menos cuando trabaja ¿Verdad? - pronunció Kai mirando a sus dos compañeros, que avergonzados murmuraron una pequeña disculpa.
Luego de un rato Semi volvió con los platillos ordenados, los tres comieron a gusto, a excepción de Kenma que era cuidado por Kuroo como si fuera un bebé incapaz de cortar su propio trozo de carne en pedazos más pequeños, incluso Kuroo le limpiaba la boca con una servilleta mientras seguía hablando con sus amigos; Eita observaba la situación de lejos, su instinto maternal era grande, pero no llegaba tan lejos como Kuroo con su hermano, sabía que no todo el tiempo tendría que comportarse de aquella forma con su hijo, era su deber enseñarle a comer y a valerse por sí mismo, y Kuroo no le enseñaba eso a Kenma, pues tampoco era algo que su hermano no pudiera hacer. Al terminar y recoger los platos, los escuchó decir que debían volver al regimiento militar dentro de un rato, y que la distancia era demasiado para Kenma, lo que los ponía en una situación de retraso; el más joven de los omegas se veía fastidiado y dolido por escucharlos decir eso.
Se levantaron y se dirigieron hacia sus habitaciones, Kuroo le dijo a Kenma que debía quedarse en su cuarto y esperarlos ahí, él no se molestó en pedirles que lo llevaran con ellos, solo acató la orden en completo silencio. Luego de dejar a Kenma en la habitación, Kuroo se acercó humildemente a Semi para pedirle el favor de que vigilara a su hermano para que no intentara salir o hacer cosas peligrosas; Eita sintió algo de incomodidad por esa petición, pero aceptó cuidar a Kenma mientras Kuroo no estaba.
No creyó que ese omega hiciera algo riesgoso, así que se dedicó tranquilamente a sus quehaceres; después de una hora terminó su turno en la cocinería y empezó su turno en la limpieza, eso le permitía a Goshiki estar más cerca de su madre y rotar a su alrededor para hablar las cosas dispersas e imaginativas que los niños solían decir, Semi sonreía y le seguía el juego mientras barría el pasillo. Al terminar de barrer, recordó al omega que habían dejado a su cargo, y fue junto a Tsutomu a su habitación para comprobar cómo se encontraba.
Lo vieron sentado en su cama, con las manos extendidas para controlar una pequeña esfera de agua que había creado, la movía hacia un lado y hacia otro y la hacía más grande o la devolvía a su tamaño normal, practicando sin parar su magia; a Eita le llamaba la atención ver la magia de otros, a Goshiki en cambio le parecía más intrigante la apariencia de Kenma. Sin disimulo le preguntó a su mamá porque ese chico tenía los cuernos así, a lo que Semi le contestó pidiéndole que guardara silencio; Kenma solo suspiró y continuó controlando su magia, expandiendo la masa de agua con diferentes formas, más alargadas o amorfas, un ejercicio que repetía todos los días con diferentes tipos de magia, para aprender a dominarlas todas.
Semi le explicó brevemente a Kenma porque estaba ahí, pero en realidad, su voz no salió a suficiente volumen, él y su hijo estaban demasiado distraídos con esa pequeña demostración de hechizos, tanto que terminaron sentados en el piso mirando los diferentes trucos que podía hacer Kenma, desde sacar elementos naturales con magia de emisión, hasta hacer aparecer una cuerda tras otra para dominar la materialización. Lo más sencillo era usar la magia de manipulación y curación, eran su fuerte; las que le causaban un dolor de cabeza eran la magia psíquica y la magia de invocación, al practicar la primera lo único que consiguió fue una fuerte jaqueca cuando pretendía hacer levitar a Goshiki con su mente, y al intentar la segunda, solo consiguió hacer aparecer el pequeño espíritu de un hada que revoloteó alrededor de Eita.
Con algo de practica lograría dominar esos tipos, sin embargo, había una magia que tenía completamente prohibida, no solo por su sobreprotector hermano, sino por personas más racionales como Kai: la intensificación; cualquier intento de potenciar sus habilidades físicas haría trizas su débil cuerpo, y él era muy consciente de esa limitación, se la recordaban todo el tiempo. Si tan solo no hubiera sido mutilado en plena etapa de crecimiento, su cuerpo no se habría visto tan perjudicado con el pasar de los años, su estructura ósea creció delgada y débil, con una columna torcida y una imposibilidad de mantener un buen equilibrio gracias a la ausencia de su cola, por lo que debía usar un bastón muy firmemente para no caer cuando caminaba.
A pesar de su delicado aspecto físico, a Semi no le parecía que aquello limitara a Kenma, con el solo hecho de practicar su magia, le estaba demostrando sus ganas de valerse por sí mismo, y a pesar de no dominar algunas de las categorías, le resultaba muy diestro para ser un mago autodidacta; no obstante, cuando lo veía fallar, percibía su frustración consigo mismo, como si un error, por más pequeño que fuera, le recalcara que seguía siendo débil, una carga para el resto. Por eso Eita se vio en la necesidad de decirle "eres un buen mago" con la confianza de un amigo, aunque se hubiesen conocido ese mismo día, porque como madre, sabía que una mínima frase de reconocimiento podría motivar a una persona a continuar con lo que le gustaba hacer.

Por la noche Kuroo y sus amigos volvieron al hostal para contarle a Kenma que en el regimiento les encomendaron la tarea de devolver a presos de guerra humanos a la frontera, para hacer al fin un intercambio con el reino humano y tener de vuelta a los prisioneros políticos que ellos también habían perdido. Kenma no mostró ni entusiasmo ni desagrado por esa noticia, solo era algo natural que tenía que pasar, y mientras más pronto se resolviera, mejor resultaba para ambos reinos; sin embargo los demás si tenían algunas objeciones al respecto.
La principal preocupación de los tres era que tendrían que hacer un viaje hacia el sur por designio, y que eso significaba que tenían dos opciones: o dejar a Kenma en el hostal a cargo de alguien más, o llevarlo con ellos por esa travesía. Kuroo se negaba rotundamente a dejarlo solo, pero Yamamoto se oponía a llevarlo si eso les causaba retrasos; Kai trataba de apaciguarlos y buscó una solución que los dejara a todos contentos; para Nobuyuki fue tan sencillo como proponer solicitar un caballo extra para que Kenma pudiese acompañarlos en su viaje montado en un animal tan rápido como los demás.
Taketora y Kuroo celebraron la decisión de su amigo como algo que solucionaba por completo su gran problema de qué hacer con el omega discapacitado, pero para Kenma todo era demasiado incómodo y deprimente; tal vez no se daban cuenta de que lo que decían era doloroso porque asumían que él lo aceptaba como su realidad. Pero aun si lo aceptara, no dejaba de ser triste que lo reconocieran abiertamente como una carga que causaba retrasos, por esa razón no solía hablarles demasiado ni contestarles con condescendencia.
Y a pesar de todo, a pesar de sus ganas de no ser amable con ellos, seguía esforzándose al máximo por no causarles ningún problema; cada vez que Kuroo lo cargaba, no era porque Kenma se lo pidiera, lo hacía por el simple hecho de que verlo caminar por cuenta propia le causaba un sinnúmero de ansiedades. Así que el omega no tenía opciones, si pedía ayuda era una carga, pero si buscaba autonomía, era el causante de temores y nervios en su hermano y sus amigos; no podía hacer nada contra eso, por lo que, en vez de carcomerse la cabeza por ese dilema, simplemente prefería dormir o esconderse para leer un libro.
Aquella noche prefirió dormir, no sin antes recibir un beso de buenas noches luego de ser arropado por Kuroo, como si de un niño pequeño se tratase; lentamente cerró los ojos en esa habitación azulada por la luz nocturna, le gustaba el color de la noche más que el del día, era realmente lindo y pacifico para él. Se sorprendió mucho de que al quedarse dormido, su vista se deslumbrara con la luz de su sueño, tan brillante y pálida que podría haberlo cegado si no se hubiera cubierto con la sombra de su mano.
En el sueño podía caminar normalmente, tenía su misma apariencia de siempre, pero era capaz de dar pasos sin tambalear, y eso rápidamente lo entusiasmó a tal punto que comenzó a correr, tan veloz como cuando era un niño pequeño y trataba de seguir a los demás, enfadándose porque no le gustaba cansarse; nunca creyó que esa acción se volvería uno de sus más grandes anhelos. Mientras corría, su vista se acostumbraba al brillo de ese lugar, y empezaba a distinguir más y más cosas interesantes; estaba en medio de un paisaje rocoso con alguna que otra palmera, arbusto y otro tipo de árboles más cálidos que los de su reino, había también animales curiosos como leones babylonum de grandes alas emplumadas, leopardos graecia de varias cabezas y alas, lagartos, aves coloridas y cientos y cientos de hadas y silfos brillando con diferentes colores pastel.
No sentía nada de miedo al ver a los animales más intimidantes, él simplemente caminaba seguro entre ellos mientras hacían su día a día en ese lugar tan extraño para él; corría entre cada piedra una gran cantidad de agua, a veces formaban pozos amplios o pequeñas lagunas, pero a Kenma le pareció muy inusual, porque el agua parecía venir de todas las direcciones. Entonces lo entendió, estaba en un cráter realmente gigantesco encerrado entre riscos rocosos, de los cuales caían delgadas y dispersas cascadas de agua, que sin embargo tenían la suficiente fuerza para levantar un poco de vapor al caer al agujero; uno de los riscos era más grande, porque en realidad se trataba de una montaña, una de las tantas que formaban una cordillera.
Esa montaña llamó su atención, era muy alta y de seguro le permitiría ver todo ese inmenso valle formado en el cráter, así que su yo más enérgico y motivado por su nueva movilidad, decidió lanzarse a escalar la montaña con tan solo sus brazos y piernas. Definitivamente todo debía ser un hermoso y loco sueño, porque llego muy velozmente a la cima y no se sentía cansado, muy pocas veces en su vida llegó a sentirse tan feliz como al alcanzar el punto más alto, donde pudo quedarse de pie en un terreno plano y extenso.
Ahí podía ver el valle, que al parecer, era más eterno que hacía algunos minutos, parecía extenderse hacia la distancia como algo de otro mundo, donde apenas si lograba ver los riscos que lo encerraban; pero todo le parecía tan grande que los animales exóticos que había visto, lucían como hormiguitas que no podría contemplar como deseaba. A pesar de todo, seguía estando muy feliz por el simple hecho de estar en ese desconocido lugar, sintiéndose realizado y en paz, como si nada le hiciera falta, como si nadie más existiera, como si ese fuera su lugar.
De pronto el hermoso silencio se vio perturbado por vibraciones que hacían templar las pequeñas piedrecillas de la montaña, las aves volaron y los animales se apresuraron para correr hacia las esquinas; la vibración luego estuvo acompañada de un ruido, como pisadas enormes que creaban temblores y resonancias en la tierra. Kenma se quedó inmóvil, temiendo que su hermoso sueño se transformara en una pesadilla monstruosa, tan monstruosa como la criatura que aparentemente estaba causando esas vibraciones con sus increíblemente grandes pisadas.
Entonces, pudo verla en el valle, a lo lejos ya se veía enorme, era como un hipopótamo de enormes colmillos puntiagudos, también parecía tener la estructura de un rinoceronte y los cuernos característicos de estos, una piel tan gruesa y rustica como un armazón de toneladas cubierto con restos de vegetación, patas anchas y una apariencia imponente y solemne como la de un elefante; a medida que avanzaba la tierra temblaba con más fuerza, tanto que Kenma cayó de rodillas en el suelo perdiendo estabilidad. Cuando pudo levantar la cabeza, la criatura se había vuelvo no solo gigantesca, era colosal, más grande que cualquier cosa que había visto en su vida, como dos grandes montañas una encima de la otra; lo miraba de frente con sus inmensos ojos, y aunque era increíblemente enorme, no lucía para nada hostil con Kenma.
El omega se levantó y pudo ver cara a cara a la bestia divina, no recordaba haber leído algo acerca de esa criatura, pero por alguna razón, sabía perfectamente su nombre: Behemot, la deidad protectora del reino humano. Entonces, el viento sopló con tanta fuerza que la tierra y las piedras se levantaron y salieron volando; mientras Kenma se protegía de las ráfagas con sus dos brazos, todo parecía volar a sus espaldas, pero él seguía de pie, tratando de mirar a la bestia en medio de tanto viento, y en medio de una luz que con cada segundo se hacía más brillante y deslumbrante para sus ojos.
La luz se lo tragaba y él solo podía observar a Behemot directamente a los ojos, tan encandilado y anonadado que apenas lograba asimilar las cientos de palabras que la bestia divina le decía mientras la luz amarillo pálido volvía invisible el hermoso valle. Todas esas palabras le decían quien era, quien debía ser, y todo lo que tenía que hacer para cumplir con aquello para lo que estaba destinado; tanta información y en tan pocos segundos, y aun así Kenma absorbió todo, su profecía, su identidad, incluso la luz y el viento que hicieron desaparecer su visión, y lo hicieron desaparecer a él también en el pálido brillo dorado del sueño.

Esa mañana despertó de golpe y se sobó la cabeza, la agitación que no sintió en el sueño se hizo realidad al sentarse bruscamente, causándole también un fuerte dolor de espalda; tuvo la necesidad de levantarse para ir al baño así que estiró la mano para coger su bastón, y se levantó algo acelerado, tratando de caminar como lo había hecho en el sueño, cosa que evidentemente no podía funcionar. Luego de aterrizar a la realidad, avanzó como pudo con su bastón para salir al pasillo, donde encontró a Semi llevando una bandeja con un desayuno para alguien que había pagado una habitación de primera clase; Eita abrió al máximo los ojos cuando vio a Kenma, algo en él parecía haberlo sorprendido a tal grado que se quedó paralizado con la bandeja en las manos.
A Kenma le pareció extraño, pues Tsutomu, que llegó junto a su madre un minuto después, también se le quedó mirando pasmado y con la boca abierta; de cualquier forma no le prestó atención a la situación y fue hacia un baño para asearse y lavar su rostro. Tomó una fuente metálica que estaba en el baño y fue con ella hacia una de las empleadas, que se dedicaba a llenarla con una jarra de agua para que los huéspedes pudiesen lavarse la cara o afeitarse; ella lo miró extrañada, pero no a tal grado como Eita y Goshiki, puesto que ella no lo había visto tan de cerca como ellos y no recordaba tan bien su apariencia.
Y fue así como Kenma se vio en el reflejo tembloroso del agua, perdiendo el equilibrio hasta caerse de espaldas, derramando el líquido de la pequeña fuente metálica; no le cuadraba lo que acababa de ver, así que con dificultad y mucho dolor en sus huesos, se levantó con ayuda de su bastón y salió de ahí, buscando desesperadamente un espejo para poder mirarse. Llegó a un salón de estar con unos cuantos sillones y un espejo rectangular muy grande colgado en la pared; se quedó desconcertado y sin habla al confirmar que su reflejo le mostraba una apariencia distinta a la de un día atrás: sus ojos y su cabello se habían tornado completamente dorados.
Kenma bufó asustado y llevó una de sus manos a su cabello, para tomar algunas de esas hebras doradas con incredulidad y miedo a lo desconocido; todo su cuerpo temblaba viendo su nueva apariencia, no tenía ninguna explicación para un cambio así de la noche a la mañana, incluso las raíces de su cabello eran rubias, y sus iris también se tornaron de un amarillo dorado hermoso y muy llamativo. Semi y Goshiki llegaron a curiosear, pensaban qué tal vez el mismo Kenma había cambiado el color de sus ojos y cabello de alguna forma que ellos no comprendían por no saber usar magia, pero Eita se dio cuenta de que Kenma estaba tan confundido como ellos mientras se miraba inmóvil frente al espejo.
Kuroo y sus amigos llegaron corriendo luego de ver que Kenma no estaba en su cama, gritaron su nombre por toda la primera planta hasta llegar a la sala donde estaba el espejo. Siguieron gritando su nombre hasta que él mismo tuvo que decirles que ahí estaba; al principio no lo reconocieron, después de mirarle bien la cara, Kuroo corrió hacia él con alegría y alivio.
-¡Aquí estabas! - exclamó abrazándolo fuertemente, luego lo apartó tomándolo de los hombros para mirarlo bien - ¿Qué te hiciste en el cabello?
-No lo sé… cuando desperté ya estaba así… - respondió Kenma, aún muy confundido y asustado, su hermano se rio cuando le contestó eso.
-¿Qué dices? Seguro te levantaste más temprano para teñírtelo ¿Verdad? - comentó Kuroo enmarañándole su dorado cabello, al omega no le salían las palabras para explicarlo.
-Yo no… - susurró sin poder agregar más.
-No se te ve mal - reconoció Taketora, Kai no pronunciaba palabra alguna, estaba igual de confuso que Semi y Tsutomu, pues él no se concentraba únicamente en el cabello de Kenma, también lo estaba en sus ojos amarillos y brillantes.
-No tenías que teñirte el cabello a escondidas, sabes que yo te habría dado permiso para hacerlo - dijo Kuroo acariciándole suavemente la cabeza, la voz de Kenma no quería salir, pero luego de ver que su hermano daba por hecho algo incorrecto, tuvo que decir la verdad otra vez.
-No lo teñí Kuroo, no sé porque está así… - respondió, su rostro era tímido y transmitía la preocupación que sentía en esos momentos.
-Kuroo, sus ojos… - murmuró Nobuyuki, entonces Kuroo se fijó en los ojos del omega, dándose cuenta de que eran de color dorado; se quedó en silencio mirándolo a los ojos, por instinto quiso acercar sus dedos para tocarlos, pero se detuvo a tiempo, permaneciendo callado y preocupado por ese extraño cambio.
-¿Cómo cambiaron de color? - se preguntó Taketora, Kai y Kuroo parecían muy asustados.
-¿Será una enfermedad? - dijo Nobuyuki con temor, Kuroo giró la cabeza para ver a su amigo, esa idea le aterraba.
-Soy testigo de que al salir de su habitación ya estaba así… - comentó Semi, lo cual alteró más a Kuroo, que tomó el brazo de Kenma y lo llevó hacia el pasillo obligándolo a avanzar.
-Te llevaré al hospital - le aclaró mientras caminaba a un ritmo acelerado que Kenma no podía seguir.
-Kuroo espera - le pidió el omega, luego Kuroo dio la vuelta y lo tomó en sus brazos para llevarlo corriendo hacia la puerta; una vez ahí, dejó caer su túnica roja para desplegar sus alas y volar con Kenma en sus brazos, detrás de él también iban Kai y Yamamoto, que al igual que Kuroo, sentían el mismo cariño y la necesidad de proteger a Kenma, solo que a un nivel más moderado.

A esa hora en el este de Domain, el consejero de la reina, Yahaba Shigeru, se trasladaba hacia el borde costero cercano a Nerón montado en un unicornio, dirigiéndose a los enormes roquedales donde se domaban dragones para usarlos como medio de transporte, o con algo de suerte, usarlos como armas de guerra; los demonios fueron los precursores de la crianza de dragones para el uso bélico, la desventaja es que muy pocas bestias lograban el perfecto equilibrio entre obediencia y fiereza, o eran muy rebeldes, o muy domésticos. El hecho de tener algunos dragones para el combate les había supuesto algo de ventaja durante la guerra de los cien años, pero ni la fiereza de sus regeneradores en la primera línea de batalla, ni sus poderosos magos, ni sus dragones, ni su brutal tecnología para la guerra fueron suficientes para derrotar a los humanos.
Las razones del triunfo de los humanos radicaban principalmente en la posición favorable y prácticamente impenetrable de la capital Akkad, la ventaja que les daba su espía que era capaz de leer mentes, la invocación especial de su rey, y por sobre todas las cosas, la excelente ubicación geográfica que le permitía a los humanos comercializar con los Nefilim y los Ángeles, cuyos territorios estaban integrados en su región, unos en el costado este, y otros en el extremo sur. Los demonios, estando al norte, debían ingeniárselas para traspasar los bloqueos marítimos para comercializar a escondidas con esos pueblos, pero era una labor muy difícil de lograr, y los humanos seguían teniendo una exorbitante cantidad de recursos a diferencia de ellos, lo cual los favoreció hasta que obtuvieron la victoria definitiva.
De todos modos, a pesar de haber perdido la guerra, los demonios continuaron con su costumbre de domar bestias, en el monte de dragones había un ejemplar joven lleno de testosterona con un gran potencial para convertirse en una buena arma, pero por desgracia, era demasiado agresivo con los cuidadores, había calcinado a dos de ellos cuando intentó escapar de ese rocoso lugar, tuvieron que sedarlo y amarrarlo con cadenas para mantenerlo bajo control, era todo un dolor de cabeza. Por esa razón necesitaban a alguien capaz de domarlo y volverlo obediente sin la necesidad de castrarlo o domesticarlo, solo en muy pocos casos requerían la ayuda de Yahaba para mantener bajo control a un dragón.
El consejero dejó a su caballo en la cima del roquedal y continuó a pie bajando por los caminos de la ladera, que le daban una vista increíble del mar y sus filosas piedras, al bajar vio las primeras cavernas, llenas de crías de dragón que estaban amarradas para no escapar; a él no le gustaba esa medida de los criadores, siempre los increpaba duramente diciendo que ningún animal fiel debía ser amarrado para quedarse en un lugar, porque si necesitaban amarrarlos para mantenerlos a su lado, entonces algo estaban haciendo mal. Se adentró en la caverna principal para llegar hacia el dragón rebelde, ese lugar era un agujero completamente hueco, lleno de rocas puntiagudas y balcones de piedra donde estaban los dragones más dóciles, los demonios creaban puentes de madera y ascensores con poleas y cuerdas para poder desplazarse en la gigantesca caverna de dragones; Shigeru subió a una de esas plataformas junto a un joven que tiraría de la cuerda para llevarlo hacia la parte más baja.
En ese abismo profundo había arena y rocas, a veces cuando la marea estaba alta esa parte se llenaba de agua, pero normalmente había una pequeña playa dentro de la caverna; cuando un dragón era castigado por desobedecer, lo llevaban a la planta baja para que durante las noches el agua le cubriera parte del cuerpo, no había riesgo de que el animal se ahogara, pero la mayoría eran reptiles de sangre caliente, y les afectaba el frio y la soledad, era un piadoso castigo para los demonios. Yahaba bajó del ascensor de madera y caminó hacia los cuidadores, quienes vigilaban al dragón rebelde que en esos momentos estaba echado en el piso, retorciéndose para tratar de soltarse de sus cadenas y esposas en las patas, hocico y cuello.
El consejero de la reina fue recibido por el líder de los criadores especializados en la contención de dragones agresivos, él le explicó la situación con ese dragón y le pidió que se encargara de calmar su temperamento; Shigeru le respondió que eso tomaba algo de tiempo, un dragón no se dejaba domar de la noche a la mañana, pero que podría apaciguarlo y continuar con visitas periódicas para ayudarlos. Luego Yahaba se acercó al dragón y se le quedó viendo frente a frente; la bestia también lo miró, el omega no solo veía rabia en esos enormes ojos, también veía frustración y tristeza, no era tan difícil de adivinar lo que ese animal sentía, y es por eso que Shigeru estaba en contra de atar a los dragones y a todos los animales en general, las ataduras no harían que el animal fuera más leal, solo lograrían forzarlo a estar en un lugar al cual no pertenecía.
Les pidió a los cuidadores que le soltaran las patas y el cuello, ya que el mismo se encargaría del bozal que tenía en la boca; al principio los hombres reaccionaron dubitativos y preocupados, Yahaba tuvo que repetir la orden para que se coordinaran para soltar las extremidades de la bestia y su cuello. En tan solo un instante, cuando el dragón ya tenía sus pies y cuello libres, los hombres desaparecieron para refugiarse tras las rocas, mientras Shigeru colocaba sus manos en el bozal para retirárselo con cuidado; luego de tirar el artefacto al piso, él y el dragón volvieron a mirarse, el animal se veía furioso y amenazante, elevando la cabeza para demostrar ser quien mandaba, mostrándose imponente, agresivo, y dándole una advertencia al consejero de ese modo.
Lejos de asustarse, Yahaba se mantenía quieto en una postura recta, mirándolo a los ojos sin temor, de esa forma trataba de decirle que no importaba cuanto lo amenazara con dañarlo, seguían estando al mismo nivel; como no estaba funcionando ese tipo de intimidación, el dragón prosiguió a lanzar un enorme rugido frente al omega, que hizo que su capa se levantara ondeando. Y sin embargo, Shigeru seguía en la misma postura, con la misma expresión seria y solemne, sin sentir ni un poco de miedo; entonces el dragón volvió a levantar la cabeza mirando con desprecio y nerviosismo a Yahaba, gruñendo bajo en señal de última advertencia.
Al no dar resultado, abrió la boca para preparar una llamarada que buscaba calcinar a Shigeru; mientras aún tenía el fuego en la boca, el dragón vio como el omega atraía el fuego de su garganta hacia sus manos, agotándolo por completo antes de que siquiera pudiera escupir las flamas para incinerarlo. Yahaba jugó con el fuego que había tomado en sus manos con la magia de manipulación, y danzó de manera que al dar una vuelta, el fuego del dragón se mezcló con el fuego azul de Shigeru, envolviéndolo con hilos de llamas que entrelazadas parecían de color morado, mientras él se elevaba con sus alas y el fuego violeta creaba una silueta de dragón a su alrededor.
Procuró quedar suspendido a una altura mayor que la del dragón, las alas de fuego morado se movían a la par de sus propias alas, lo hacían ver superior al animal, estaba a mayor altura, sus alas eran más llamativas, y por sobre todo no había podido ser dañado; el dragón retrocedió enfadado e intimidado, haciendo un último esfuerzo por mantener el dominio al crear una nueva llama que trató de lanzar directamente hacia Yahaba sin esperar. Para su desgracia, el fuego una vez más fue absorbido por el omega, aumentando el tamaño de la silueta alada, Shigeru incluso se había dado la libertad de atraer el fuego del estómago del dragón, causando los primeros indicios de pánico en el animal.
Antes de que entrara en desesperación y saliera huyendo volando, Yahaba desvaneció las flamas moradas y voló para estar cerca de la nariz del animal, observándolo a los ojos serio, pero pacifico; la mirada del dragón mostraba mucho miedo, pero poco a poco, se tranquilizó, su expresión hostil y temerosa se relajó para pasar a concentrarse en el bello rostro de Shigeru, que parecía decirle: "no hay nada que temer, si me obedeces". Corría el rumor de que Yahaba podía comunicarse mentalmente con los dragones, porque la gente no encontraba una mejor explicación para el hecho de que el joven tuviera semejante talento con bestias tan difíciles y peligrosas como esas.
Luego de unos segundos mirándose fijamente, el dragón inclinó la cabeza en señal de respeto, y Shigeru descendió frente a él, acercando suavemente su mano para tocarle la nariz al animal; lo hacía con lentitud para comprobar si se lo permitiría, así que, al ver que el dragón seguía con la cabeza agachada, pudo tocar con confianza su nariz para demostrarle que no buscaba lastimarlo ni desafiarlo más. La bestia abrió los ojos, estaba atento a como Yahaba lo acariciaba, de repente parecía menos agresivo que antes, por lo que el consejero hizo una señal levantando la mano para que los cuidadores se acercaran al dragón y le colocasen una vez más las cadenas y esposas.
Los hombres se acercaron lentamente, temerosos aún del dragón, que al mirarlos de reojo gruñó amenazante, por ello Shigeru extendió su mano otra vez hacia la cabeza del dragón, y permaneció mirándolo hasta que el animal se resignó a ser amarrado una vez más. Antes de que le colocaran el bozal, Yahaba dio la orden de solo amarrar las patas y el cuello, dándole a entender al animal que si se comportaba, poco a poco ganaría su total libertad de movimiento; aunque los criadores se negaron en un principio, no tardaron en obedecer al experto.
Antes de marcharse, Shigeru acarició una vez más la cabeza del dragón y dio la vuelta ondeando su capa mientras caminaba hacia el ascensor, diciendo que volvería en varias ocasiones para ayudarlos con esa joven bestia; los hombres se lo agradecieron discretamente, en cierto modo les dolía en el orgullo que un omega fuera más útil que ellos en el arte de domar dragones, así que no harían alardes por su ayuda. Yahaba se despidió y subió a la plataforma para ascender hasta el piso más alto, mirando como la mayoría de los dragones, a pesar de sus recomendaciones anteriores, seguían amarrados de una pata para mantenerlos en esa gigantesca caverna, bajo las órdenes de demonios que no sabían entenderlos.
Al salir de la caverna y caminar por la ladera, vio la pequeña cueva donde estaban amarradas las crías de dragón, y alzó la voz para llamar la atención de la cuidadora encargada de los pequeños dragones; Shigeru le ordenó que los soltara, ella se negó, así que él tuvo que hacer uso de su puesto en la corte de la reina para hacer valer su exigencia. La mujer soltó a las crías, muy nerviosa por la idea de perder su trabajo si los dragones escapaban; como era de esperarse, un puñado de ellos salió volando hacia el horizonte, mientras otros se encargaron de revolotear alrededor de Yahaba.
La criadora le reprochó al omega por las "perdidas" que acababa de sufrir el negocio, él le respondió que todos los dragones por ley debían ser descendientes de otros dragones criados en cautiverio, por lo que él sabía que el pequeño grupo que salió volando volvería por la noche para estar con sus madres, pues después de todo, seguían siendo simplemente crías. La mujer enmudeció, luego reconoció que no lo había pensado de esa forma, él le dijo que si le hacían problemas por mantener sueltos a los dragones más pequeños, que apelara a que tuvo que hacerlo por orden de la corte; antes de despedirse, Shigeru le permitió a los pequeños posarse sobre sus brazos y hombros, era increíble ver lo cariñosas que se volvían las crías de dragón con el consejero, restregando sus cabecitas contra su cuerpo y trepando por su ropa.
Al salir de la caverna de las crías y llegar a la cima del roquedal, Yahaba vio llegar a su mejor amigo, Shinji Watari, cabalgando en un unicornio blanco a toda velocidad; el firme tirón que Watari le dio a las riendas del corcel hizo que se levantara en dos patas mientras él le decía a Shigeru que Oikawa nuevamente había convocado a una reunión a los miembros de los ducados. Yahaba rodó los ojos y subió rápidamente a su unicornio para cabalgar a toda velocidad hacia el palacio de Domain, no era la primera vez que Oikawa Tooru convocaba a una reunión para incitar a la discordia, y ya se estaba cansando de todos sus intentos por hacer cambiar la decisión del acuerdo de paz que tanto les costó conseguir a él y a la reina.

Todos los miembros de la corte se encontraban en el salón de debates y juicios, había más nobles en ese reino de lo que podía solventar la corona, muchos de ellos ya eran solo un apellido con un castillo inhabitado y extremadamente sucio, que se negaban a vender para seguir aparentando ser parte de una realeza rica y prestigiosa. Los nuevos rostros parecían tener más relevancia que los duques y condes, como el comandante Suguru Daishou y su esposa Mika Yamaka, que también eran parte del comité a pesar de no tener una relación sanguínea directa con la nobleza, pero se ganaban sus puestos por sus hazañas en batalla.
Entre los presentes estaban los duques Kiyoomi Sakusa y Motoya Komori, los menos afectados por la caída de la economía gracias a su sabida cercanía a la reina Koto Kyoutani; Sakusa se situaba siempre a los extremos más alejados para evitar a todos los demás, su primo, Komori, siempre lo acompañaba a una distancia menor que la que mantenía con otros, siendo la única persona que podía romper ese espacio personal. En los puestos cercanos al pasillo central de la sala de audiencias, estaban sentados el vizconde Sachirou Hirugami y su esposo Kourai Hoshiumi, un omega plebeyo que gracias a su matrimonio logró codearse con la nobleza en el palacio de Domain, una nobleza que lo miraba con desprecio y desagrado por su raza y su capacidad de decir sin reparos lo que creía, gracias a su explosiva y orgullosa personalidad; lo veían como alguien que no pertenecía ahí.
En la parte trasera de la sala estaban aquellos que abiertamente reconocían ser seguidores de Oikawa Tooru, los marqueses de Tridenti y Flamma, Takahiro Hanamaki y Matsukawa Issei, y los vasallos del conde, Yutaro Kindaichi y Akira Kunimi, un beta y un omega respectivamente. Casi todos en el salon eran alfas, a excepcion de la propia reina, Watari, Motoya, Mika y unos cuantos más que eran betas; los únicos omegas presentes en la sesión eran Hoshiumi y Kunimi, pero faltaba uno para completar todo el aforo.
Al centro de todos estaba Oikawa, de pie y mirando fijamente a la reina, quien sentada desde una silla más grande e imponente como un trono movía los dedos, ocultando su nerviosismo con una máscara de seriedad e indiferencia, ansiosa por la llegada de su consejero para poder empezar de una vez con la reunión. Tooru le decía que ya no podía esperar más, pero ella se negaba a comenzar sin la presencia de Yahaba en ese lugar, Oikawa clavaba sus garras en sus propias piernas, a punto de explotar en ira por la impaciencia; Kiyoko estaba de pie a un lado, justo frente a su asiento en la primera fila, ella tocó su hombro como un llamado de atención, era su deber controlar su psicosis si quería que todo resultara bien.
Fue entonces que Oikawa volvió en sí, una vez que escuchó el estruendo de la puerta de la sala abriéndose de par en par, y los pasos imponentes y firmes del tan esperado consejero, cuya figura pasaba por el pasillo central con su capa ondeante y un semblante intimidante y poderoso, al mismo tiempo que la gran mayoría de los presentes lo observaban de reojo, con la cabeza gacha y odio en sus miradas, deseándole los peores males a ese omega que pasaba por encima de lo que les quedaba de orgullo. Al pasar junto a Tooru ni siquiera lo miró, mantenía la cabeza erguida para no prestarle atención a su existencia mientras se acercaba hacia su reina; Oikawa giró su cabeza para dedicarle una fugaz mirada de astucia y burla, no le importaba ser ignorado, porque sabía que Yahaba podía percibir su falta de miedo hacia su persona.
Shinji Watari había entrado por la puerta trasera y se había instalado en la primera fila con disimulo algunos minutos atrás, solía mantener el perfil bajo y negar su gran cercanía con Shigeru por una cuestión netamente estratégica. Observó con una pequeña y discreta sonrisa a Yahaba mientras se colocaba de pie junto a la reina, tan seguro y aterrador como siempre, o al menos esa era la visión de los demás, porque Watari veía más allí, veía determinación, veía lealtad, y por sobre todo veía una belleza inconmensurable que difícilmente podría ser poseída por alguien tan insignificante como él.
-Comencemos - pronuncio la reina Koto con mayor tranquilidad gracias a la presencia de su consejero - ¿Podría decirnos a que se debe esta petición de convocarnos con tanta urgencia por octava vez consecutiva, conde Oikawa?
-Su majestad, me ofende el tono con el que menciona las sesiones que he convocado, como si fueran innecesarias, le puedo asegurar que muchos aquí las consideramos muy pero muy importantes ¿Verdad? - preguntó Oikawa, a lo que sus seguidores y varios miembros de los ducados contestaron al unísono un "sí".
-¡Que te den…! - gritó Kourai antes de que Hirugami le cubriera la boca con la palma de su mano.
-Compórtate - le pidió su esposo, Hoshiumi se mostró enfadado por ese pequeño regaño.
-Bien - respondió de mala gana.
-¿Cuál es la razón esta vez? - le preguntó Yahaba sin rodeos, Oikawa mordió su labio disimuladamente, o tal vez lo era hasta que comenzó a sangrar por culpa de su colmillo clavándose en la piel; parecía querer contenerse.
-Hoy no pretendo hacer valer mi postura de volver a la guerra para recuperar absolutamente todo lo que nos pertenece por derecho, tampoco es mi intención hablar de la miseria en nuestros hogares que fueron prósperos hace un tiempo, ni como esto tiene que ver con su labor administrativa ni la de su esposo, que en paz descanse - decía Tooru en un tono cínico, con su sangre brotando en un costado de su boca.
-¿Entonces? - preguntó la reina un poco impaciente, Shigeru seguía estático a su lado, no enseñaría su impaciencia ni su ira estando en una audiencia, su deber era ser el soporte de la reina ante ese tipo de situaciones irritantes.
-En esta ocasión, he venido a contarles una historia que puede interesarles mucho - respondió Oikawa sonriendo, la reina soltó una pequeña y casi inaudible risita.
-Se sabe que usted no está precisamente en sus cabales, pero no creo que una simple historia amerite una reunión - comentó la reina, luego Yahaba acercó su pie al pie de la reina como una señal de compostura, si hubiese sido otra persona, le habría pisado el zapato para que no metiera la pata.
-Les aseguro que a muchos les interesará esta historia - replicó Tooru, entonces se escuchó el sonido de alguien imitando unos ronquidos, lo cual enfureció de sobremanera a Oikawa - ¡¿Quién fue?!
-No te muevas… - le susurró Sachirou a Hoshiumi, tomándole la mano y aconsejándole no hacer nada que delatara que fingió dormir para molestar a Tooru; el conde había volteado iracundo para mirar a los presentes, su respiración agitada lo hacía ver como una bestia a punto de atacar.
-¿Qué historia es esa? - preguntó su propia esposa para volver a enfocarlo en lo que pretendía decir.
-Como decía… esta es la historia del rey Kenta Kyoutani el inconmovible, muchos deben conocerlo por habernos sacado adelante a pesar de los tiempos difíciles, un buen hombre, salvo por un pequeño e insignificante detalle: su gusto por el adulterio - relataba Tooru, la reina y Motoya levantaron una ceja al escuchar el poco respeto que había en esa última línea, la ceja de Komori era particularmente graciosa por ser tan gruesa y corta - sé que suena muy blasfemo hablar sobre los pecados de alguien tan grande, pero yo personalmente agradezco estos pecados, después de todo, les debo mi existencia.
-Explíquese - le pidió la reina intrigada, Motoya y Sakusa se miraron temiendo por sus suposiciones.
-El gran Kenta Kyoutani tenía una sirvienta llamada Aiko, en una de sus tantas aventuras con las pobres criadas, dejó embarazada a Aiko y le ordenó deshacerse del bebé, las demás trabajadoras trataron de esconderla cuando quiso huir de él y sus exigencias, pero ella recibió un ataque mientras huía cabalgando, lo cual la dejó moribunda hasta que llegó al pueblito de Nigrum donde dio a luz a su hija con suma emergencia. La cocinera del palacio recogió a la bebé y la llamó Aiko al igual que su madre, y la dio a su hermana, una sirvienta en el ducado del valle de Clamoris, para que la cuidara y alejara de su padre - todos oían el relato en silencio, incomodos y horrorizados por semejante "calumnia".
-Los que conocimos a Kenta Kyoutani de cerca sabemos que habría sido incapaz de hacer algo así - dijo la reina, su frase no tuvo mucha fuerza porque ni ella misma podía creer del todo en sus propias palabras.
-De esa forma, Aiko creció sana y salva hasta que conoció a un joven de la nobleza que la convirtió en su esposa, adoptando su apellido. Les presento a mis padres, Takeo Oikawa y Aiko Oikawa, una "Kyoutani" no reconocida - culminó Tooru con una sonrisa en la boca, todos los presentes estaban sorprendidos, solo Yahaba y Sakusa mantenían la calma.
-¿Tienes alguna prueba de que lo que dices es verdad? - preguntó Kiyoomi con una voz neutra, sin buscar un conflicto directo.
-Me tomé la molestia de reunir a todos los testigos del embarazo y nacimiento de Aiko - respondió Oikawa mientras chasqueaba los dedos, entonces sus protegidos, Kunimi y Kindaichi, acercaron a 5 ancianas de edad muy avanzada - las sirvientas de la época que aún están vivas, la cocinera, y la partera que atendió el nacimiento de mi madre, todas ellas pueden testificar que lo que digo es verdad - agregó mientras Kiyoko se ponía frente a las ancianas con la mano alzada, ellas hicieron lo mismo.
-¿Juran ante los ojos de la reina y el dios Aeternum que Aiko Oikawa es hija del difunto rey Kenta Kyoutani? - pronunció solemnemente Shimizu.
-Lo juramos - respondieron las señoras al unísono, sus viejas y temblorosas manos se mantenían elevadas con determinación, como si creyeran firmemente en lo que declaraban.
-¡¿Y quién nos asegura que no son ancianas compradas por Oikawa?! - objetó Hoshiumi levantándose y alzando la voz ante la expresión de disgusto de su marido, que se tocaba la frente resignado.
-Hay todo un registro de quienes han trabajado en el palacio, pero como no eres parte de la nobleza no lo sabes ¿A que si? - le respondió Hanamaki.
-De todos modos, solo los principales involucrados podrían dar mayor credibilidad, si Aiko Oikawa estuviera viva, tal vez podría darnos su versión de los hechos, es difícil comprobar algo que ocurrió hace tantos años - comentó Komori, nervioso, pero tratando de calmar los ánimos de Kourai, que parecía querer atacar a Hanamaki.
-Tenemos a los testigos y a los ya sabidos adulterios de Kenta Kyoutani, hay decenas de mujeres además de estas que pueden testificar acerca de sus conductas deplorables, no hay excusa para no considerar esto - replicó Yutaro alzando la voz.
-Si llegase a ser cierto, no existe ley que prohíba que los herederos ilegítimos se posicionen dentro de la línea de sucesión - comentó Mika, Suguru la miraba con orgullo y con la misma expresión de enamoramiento que tenía cuando la conoció por primera vez.
-Visto de esa forma, para mi Oikawa ya es un rey - dijo Matsukawa sonriendo, varios miembros de los ducados se miraban unos a otros con una inusual emoción por lo que estaban escuchando - ¿Qué viva el rey?
-¡Qué viva el rey! - gritó Hanamaki, seguido de él también gritaron Suguru y Mika, y seguidos de ellos casi la totalidad de los miembros de la corte, que con energía clamaban el nombre de Oikawa como su nuevo rey, y con burla miraban a Koto Kyoutani, cuyo rostro serio cambio a molesto e impotente cuando casi todos los presentes reconocían a otra persona como su soberano. Yahaba seguía serio, pero en sus ojos se podía ver la poca paciencia de un ser superior observando a unos animales sin compostura y dignidad.
-¡Silencio! - exclamó Shigeru con una voz estruendosa y una onda sonora que hizo temblar el piso y las paredes, logrando callarlos a todos y devolverlos a sus asientos como presas intimidadas y humilladas - alzan la voz en júbilo por un trono que ni siquiera tienen ganado y esconden sus manos después de lanzar la piedra anticipadamente, como niños a los cuales sus cargos les quedan grandes.
-Música para mis oídos… - murmuró Motoya con una dulce sonrisa mientras Yahaba proseguía con su discurso.
-Antes de volver a sus moradas recuerden la realidad: el trono pertenece a los que legítimamente llevan el apellido de los Kyoutani, por lo tanto, la reina Koto y su hijo Kentaro son los que conservan y seguirán conservando el reino, no importa la ausencia de uno y la vejez de la otra. Lo único que importa aquí es que el trono ya tiene una reina, y que su linaje pesa y pesará más que los rumores de un descendiente que ni siquiera es legítimo, le duela a quien le duela.

Al dar por finalizada la reunión, Oikawa fue el primero en salir junto a Kiyoko, que a sus espaldas retiraba un par de píldoras que le ayudarían a calmarlo luego de esa sesión en la que, a pesar de recibir el apoyo de la mayoría, no había obtenido un sabor a victoria; sus seguidores también se dispusieron a salir, mientras Yahaba se acercaba a Hirugami y Kourai para pedirles en voz baja que lo siguieran hasta la parte trasera detrás de los asientos de la reina y los jueces que no estuvieron presentes. Ambos obedecieron y caminaron un poco para reunirse con Komori, Sakusa y Yahaba, Watari salió de ahí sin unirse a ellos, para figurar que tenía una postura neutral; una vez allí, Yahaba les preguntó que opinaban de la situación, Motoya y Kiyoomi respondieron que no les hacía mucha ilusión que Oikawa estuviera siquiera un poco cerca de ser el rey legítimo.
Hoshiumi dijo que Tooru le parecía una basura desquiciada que echaría a perder todos los logros de la reina Koto, refiriéndose principalmente a que fue la primera monarca en concederle a los omegas los mismos derechos que cualquier otra raza, y que eso evidentemente lo favoreció enormemente al poder casarse con Sachirou; pero este último no respondió nada que demostrara si estaba a favor o en contra, solo dijo que Oikawa había logrado posicionarse diplomáticamente en la escala del poder, y que eso lo hacía de algún modo menos peligroso. Yahaba no estaba de acuerdo con eso, explicó su punto diciendo que ahora que Tooru estaba más cercano al trono por la línea de sucesión, fácilmente podría atentar contra la reina para acelerar su muerte y de esa forma llegar al poder.
Era lo más evidente, pero Hirugami no quiso referirse más al tema por parecerle algo demasiado delicado como para sacar conclusiones apresuradas; por otro lado, Kourai se veía muy enrabiado, murmurando las ganas que tenia de acabar con Oikawa por todo eso. Komori se apegaba a Sakusa con preocupación, le tomó la mano para sentirse más seguro ante esa problemática tan difícil de resolver, de alguna forma Tooru, siendo inicialmente un mago emisor, había logrado ser el más poderoso del reino, y no sería nada sencillo sacarlo del camino, no era algo que él y Kiyoomi pudiesen lograr.
Sakusa soltó su mano y la limpió en su ropa, Motoya suspiró con tristeza, pero entonces Kiyoomi colocó su mano en la cintura de Komori para abrazarla y mantenerlo pegado a su cuerpo, eso lo haría sentir protegido; luego de que Sachirou explicase su razón para mantenerse al margen, Shigeru les preguntó a los cuatro presentes si estarían dispuestos a defender a la reina si se diese un escenario desfavorable. Hirugami no respondió, solo les dio la espalda y se fue, su esposo se molestó al verlo irse de forma tan desinteresada, así que justo antes de seguirlo, contestó a viva voz que estaba dispuesto a ayudar; Motoya y Sakusa se miraron con preocupación, la pregunta también iba dirigida a ellos, pero fue Komori quien respondió por ambos que no se sabía si la reina estaría en verdadero peligro, y que solo podrían decidir cuando las cosas se pusieran realmente hostiles.
Debido a que la actitud de la mayoría parecía ser la de alguien lavándose las manos ante una situación injusta, Yahaba ni siquiera se despidió de ellos, solo dio la vuelta y regresó con la reina; Motoya y Kiyoomi se quedaron en silencio, luego se marcharon por la puerta trasera, algo desganados por esa fría despedida por parte del consejero. Afuera del castillo, cruzando el gran puente Altiorem estaban Oikawa y sus seguidores, incluyendo también a Suguru Daishou y a Mika Yamaka, que caminaban a espaldas de ellos por ese imponente puente con grandes aberturas hechas entre los pilares, que les permitían ver toda la ciudad de Domain mientras hablaban entre ellos, marchándose sin mucha prisa.
Sachirou y Hoshiumi los vieron a la distancia, bajando las grandes escaleras afuera de la primera planta del palacio, Kourai tomó el brazo de su esposo y corrió horizontalmente por un escalón, para saltar a uno de los jardines de la entrada y esconderse detrás de un árbol. Hirugami preguntó que pasaba, pero Hoshiumi le pidió que no hiciera ruido, inmediatamente después extendió sus manos para crear un rectángulo delante de ellos usando magia psíquica, si bien le resultaba complicada de mantener, en esos momentos quería arriesgarse a poner una pequeña barrera ilusoria que escondiera su presencia y la de su esposo, para poder escuchar con ella a ese grupete de traidores.
-"Niños a los cuales sus cargos les quedan grandes", dijo el nene llorón de la reina - pronunció Hanamaki, iba a un lado de Matsukawa, que se reía con las burlas referentes a Yahaba.
-¿Su nene llorón? Yo he escuchado que obtuvo el puesto por acostarse con ella - agregó Issei ante un ruido de repulsión que hizo Takahiro.
-¡Eso es asqueroso! - exclamó Hanamaki, Suguru rió tras ellos tratando de unirse a la conversación.
-Eso no es nada, yo he escuchado que lo hace con los dragones - agregó Daishou, su esposa lo miró con disgusto por la imagen mental que le había dado.
-No me sorprendería, dicen que pasa mucho tiempo con dragones - agregó Matsukawa.
-Su forma es un dragón enano si no me equivoco - comentó Kindaichi por delante de ellos, pero justo detrás de Oikawa y Shimizu.
-Si lo he visto ¿Pero a eso lo llamas un dragón? Ni siquiera los mensajeros son tan enanos, parece más una lagartija - decía Takahiro con una gran sonrisa.
-La lagartija que se cree dragón - agregó Issei, Daishou rió junto con ellos mientras Oikawa agachaba la cabeza con sus colmillos clavados en su labio inferior, haciéndolo sangrar más.
-Quiero que lo maten… - susurró Tooru conteniendo sus ganas de gritarles a todos que lo quería muerto, a su lado Kiyoko tocó su brazo agarrando sus prendas.
-Contrólate - fue lo único que le dijo ella; Sachirou y Kourai se acercaban a ellos con lentitud y sigilo, tal vez no estaban siendo vistos, pero aún podían ser escuchados.
-Aunque eso demuestra lo patética que es la reina si hasta una lagartija insignificante impone más respeto que ella, y además es un omega - comentó Daishou muy risueño, sin embargo dejó esa actitud en cuanto vio que Kunimi se detenía en seco y se quedaba parado, obstaculizando el paso de los demás.
-¿Puedes repetir eso? - pronunció Kunimi para posteriormente mirar hacia atrás por encima del hombro a Suguru, quien tragó saliva.
-¿Lo de lagartija…? - preguntó Daishou tratando de desviar el tema, pero luego Akira dio la vuelta por completo para poder mirarlo mejor.
-"Es un omega" ¿Y qué? - dijo Kunimi mirando con una aparente tranquilidad a Suguru, aunque en el fondo deseaba darle una lección para que no volviera a decir algo como eso.
-Sabes que no lo digo por ti Kunimi, tú no eres como los demás omegas - se excusó Daishou atemorizado, Kunimi no se mostró conforme con esa respuesta.
-Te equívocas.
-Hablo muy en serio, tú eres mucho mejor y más capaz que Yahaba, de corazón te lo juro - decía con nerviosismo y condescendencia.
-No soy diferente a otros, todos los de mi especie te triturarían los huesos si así lo quisiesen - pronunció Akira intimidando más a Suguru.
-No es del todo cierto, tú si eres más poderoso que Yahaba y cualquier otro omega, para eso nos entrenaron - murmuró Yutaro para que solo Kunimi lo escuchara; no obstante Oikawa también los oyó, seguía conteniendo su rabia mientras los escuchaba parlotear.
-Kunimi, quiero que lo mates - le dijo Tooru a Akira sin siquiera pensarlo; Hirugami y Hoshiumi al verse tan cerca de ese grupo trataron de apegarse a los pilares, la pequeña ilusión creada por Kourai lo estaba cansando demasiado y podría desaparecer en cualquier momento, su salida era esconderse detrás de una gran estructura como los pilares del puente.
-Hazlo tú - le replicó Kunimi, Kourai empezaba a oír mejor la conversación, aunque todavía no lograba entender el contexto.
-Tu eres mi vasallo más fuerte, así que eres tú quien debe matarlo - contestó Oikawa encerrando su cólera.
-Si lo enfrentaras tú, no quedarían ni sus cenizas - Sachirou y Hoshiumi se miraron detrás del pilar al entender de que estaban hablando.
-¡Mátalo! - exclamó enrabiado Oikawa, todos se detuvieron al verlo tan exaltado - es tu deber.
-No tomes decisiones apresuradas, matarlo ahora solo levantaría sospechas, debemos concentrarnos en Kyoutani - le dijo su esposa, Oikawa se llevó la mano al rostro y lo arañó con sus largas uñas.
-Matando a Yahaba esa tarea sería mucho más sencilla, es un obstáculo y lo seguirá siendo si no muere - pronunció Oikawa, pero nadie parecía estar de acuerdo con él.
-Entonces ve a emboscarlo y hazlo desaparecer por completo, tú eres el único que puede hacer eso - siguió insistiendo Kunimi; tras el pilar, Kourai e Hirugami contenían la respiración escuchando sus conspiraciones de cerca.
-No - respondió cortante - no gastaré mi tiempo en él, tú tienes que matarlo, Kunimi.
-Como quieras… - respondió de mala gana Kunimi mientras volvían a caminar para salir de ahí, dejando a Sachirou y Hoshiumi solos en el puente.
-¿Escuchaste eso? - le preguntó Kourai a su esposo en voz baja, aunque aún podía percibirse un aire de rabia en ella.
-Claramente no piensan jugar limpio…
-Tengo que avisarle a Yahaba - dijo Hoshiumi dando la vuelta para ir a verlo otra vez; mas no llegó lejos porque Hirugami le tomó el brazo para detenerlo - ¡¿Qué estás haciendo?!
-No vayas, no te metas con ese tipo.
-¿Con Yahaba? Pero debo hacerlo, está en peligro - respondió Kourai retorciéndose para tratar de zafarse del agarre de su marido - ¡Ya suéltame!
-No hablo de Yahaba, hablo de Oikawa - Hoshiumi seguía retorciéndose, hasta el punto de doblar su brazo dolorosamente, su esposo lo soltó un momento para tomarlo desde la parte alta de los brazos, lo cual no le causaría dolor - ¡Escúchame! Oikawa es más fuerte que tú y yo juntos, no debes enfrentarte a alguien que te supera en todo, si quieres meterte con él, tendrás que entrenar más, pero ahora no estamos en condiciones, ninguno de los dos puede hacer algo.
-¡Solamente quiero advertirle! ¡¿Qué peligro hay en eso?!
-Acabamos de comprobar que Oikawa es un conspirador de la peor clase, y tú sigues intentando molestarlo y pelear con él; si fuera un conspirador común no habría problema en delatarlo, pero él nos acabaría si nos ve como amenazas, pero parece que no quieres entender - le dijo Sachirou mirándolo a los ojos, Hoshiumi lo observaba con furia.
-¿Prefieres dejar morir a Yahaba solo por tu cobardía?
-No es cobardía, se llama sentido común y responsabilidad con mi familia, algo que aparentemente no tienes… - pronunció Hirugami algo triste por hablarle así a su esposo, quien también se veía dolido y desganado por sus palabras.
-Solo quiero hacer lo que es justo, no quiero que él muera, le debo todo a él y a la reina.
-Yahaba no morira, te lo aseguro, ni aunque lo ataquen a traicion. No podemos equiparar nuestra fuerza con la suya y la de Oikawa - le aseguró Sachirou, cambiando su agarre por un suave abrazo, deslizando sus manos hacia la espalda de Kourai.
-Pero es Kunimi quien… - susurró Hoshiumi mientras su marido colocaba su mano atrás de su cabeza, abrazándolo tan dulcemente que parecía calmarlo.
-Es Kunimi, pero yo sé que Yahaba podrá con él, tenle fe - le susurró al oído antes de besarle el cuello, Kourai apretó los párpados con impotencia, no quería abrazarlo también, porque seguía sintiendo que lo que estaban haciendo era injusto y cobarde - tenemos una familia de la cual preocuparnos, por favor entiende eso - le pidió Hirugami mientras lo abrazaba y echaba la cabeza hacia atrás para poder mirarle la cara.
-Lo entiendo… - respondió Kourai, así que su esposo dio por finalizado el tema, acercando sus labios a los suyos, deseando besarlos apasionadamente mientras lo acurrucaba en sus brazos para llevarlo a casa y hacerlo suyo; sin embargo Hoshiumi evitó besarlo y se separó de él para volver a casa - si Yahaba muere, no te lo perdonaré.

Kai y Yamamoto esperaban a sus amigos afuera de la consulta médica, adentro de la habitación había una cama donde Kenma estaba recostado en paños menores mientras el doctor revisaba su cuerpo, primero sus ojos, lengua, nariz y oídos, luego su garganta, la coloración de su piel y sus distintivas marcas de guerra, como su columna malformada por la extirpación de los huesos de sus alas, la minúscula protuberancia en su espalda baja por la ausencia de su cola, y los dos huesos redondos de sus cuernos cercenados. El médico era capaz de usar la magia de curación como la gran mayoría de los profesionales de su rubro, así que usando una de sus técnicas dejó fluir energía en sus anillos canalizadores para deslizar sus manos a un centímetro de la piel de Kenma, buscando alguna anomalía en su sistema.
No encontró nada, es más, obviando las partes de su cuerpo que estaban mutiladas, parecía estar completamente sano y lleno de sphaeram en cada parte de su ser, rebozando una energía vital que le resultaba muy extraña al médico. Le mencionó a Kuroo que no encontraba ninguna causa lógica para el cambio de coloración en el cabello y ojos de su hermano, pero que teorizando un poco, podía asociarlo a su gran cantidad de poder, debía descartar una enfermedad nueva por la vitalidad en Kenma, así que optó por una explicación algo rebuscada pero concisa: magia de manipulación.
El médico comenzó a hablar sobre una habilidad descubierta accidentalmente por un ángel enfermero hacía 400 años, el hombre comenzó a jugar con su magia sobre su propio cuerpo para saber si podía realizar incisiones indoloras manipulando todos los elementos orgánicos de su piel; el resultado: varios vasos sanguíneos rotos. A pesar de su experiencia cercana a la muerte, el enfermero no se rindió, y continuó experimentado con su propia piel hasta conseguir un agujero perfecto e indoloro, pero causando accidentalmente que la coloración de su piel se tornase anaranjada alrededor.
La conclusión del médico era que probablemente Kenma haya estado experimentado con su magia, consiguiendo cambiar la coloración de sus cabellos controlando la melanina de estos; Kuroo suspiró con alivio al escuchar una explicación tan clara, pero Kenma estaba confundido, ya que al momento de darse cuenta de su cambio de pigmentación, apenas acababa de despertar, estaba durmiendo al momento de cambiar, salvo que hiciese un hechizo en sueños, sería imposible que solamente su cabello y ojos salieran afectados, era todo demasiado preciso. Aun así Kuroo quedó conforme con esa explicación y salió junto a Kenma de la consulta luego de ayudarlo a vestirse; al salir, Kai y Yamamoto se levantaron de sus asientos rápidamente para preguntar que le pasaba a Kenma, Kuroo les respondió que simplemente "él causó eso accidentalmente" pero que no era nada grave.
Sin embargo Kenma no estaba de acuerdo con que su hermano lo acusara de haber causado ese fenómeno, podía ver en las caras de sus amigos una expresión de duda y molestia, como si estuviesen pensando que él había provocado eso solo por querer llamar la atención. De todos modos, prefirió quedarse callado, aún necesitaba procesar todo lo que había pasado, eso incluía su extraño sueño con esa bestia gigante que comenzó a hablarle, todo era tan raro que no podía evitar sentir incertidumbre y un profundo miedo.
Al salir a la calle, algunas personas de afuera empezaron a gritarles a los demás que se mantuvieran en las orillas, porque estaba por pasar la escolta del conde de Nerón y la duquesa de la extinta ciudad de Gigia, actual duquesa de Nerón; Kenma y sus amigos se quedaron quietos junto a la multitud para ver pasar a esos nobles y sus escoltas, montados en unicornios de distintos pelajes. Entonces, antes de que esa caballería pasara frente a ellos, Kenma escuchó leves susurros en el viento, volteó la cabeza para saber si alguien le estaba hablando, pero nada parecía indicar que le estaban dirigiendo la palabra, sin embargo los susurros se hacían cada vez más audibles, y no venían de ninguna dirección, ni del norte, ni del sur, el este o el oeste, venían de su mente, los escuchaba dentro de su propia cabeza como un delirio, solo que no era disperso ni enredado como los pensamientos de los esquizofrénicos, era algo claro, completamente comprensible.
La voz de la bestia divina le pedía tener cuidado, le pedía mirar directamente al primer unicornio negro que apareciese frente a él, porque en su lomo estaría el jinete del apocalipsis, y justo a sus espaldas marcando por puntos de la brújula estarían sus tres más leales servidores; dijo luego que mirara bien el rostro del primer hombre, que cruzara su mirada con la suya, porque sabría que todo lo que estaba pasando estaba destinado a ocurrir. Kenma tenía miedo en la mirada, esa voz tan clara lo aterrorizaba, pero en el fondo de su alma sabía que su temor no era por la voz solemne y monstruosa en su cabeza, era el miedo al destino que se estaba apareciendo tan rápidamente ante un ser tan pequeño y débil como él, que no estaba listo para enfrentarse a los horrores que en su corazón presentía que viviría.
Bajó la mirada para evitar ver al primer jinete, pero toda la escolta se detuvo, los cascos de los corceles dejaron de sonar y Kenma pudo ver sus patas detenidas justo frente a la muchedumbre de la cual era parte; no le quedó de otra que levantar la cabeza y observar poco a poco al conde que iba en primera fila sobre su unicornio negro, detenido y saludando a todos los que lo aplaudían, mostrándoles una sonrisa triunfal. Kenma le miró los ojos, cafés con un tono rojizo, amigables para algunos, cínicos para él mismo; por alguna razón sintió rabia al mirarlos, escuchaba como muchos saludaban al conde clamando su nombre: "Oikawa Tooru", como ilusionados y maravillados con su presencia, engañados por alguien con maldad pura en su alma, si es que le quedaba algo de ella.
No podía confirmar con hechos si en verdad era una mala persona, mas todo en él le decía que ese era el hombre que haría el mayor daño a la humanidad, lo que para unos sería un presentimiento para él era una certeza, porque sus instintos no dejaban de decirle una y otra vez que estaba frente al mal, que debía acabar con ese mal. Entonces la expresión de Kenma cambió, viendo fijamente al conde Oikawa con odio y firmeza; Tooru también clavó su mirada en ese chico casi inválido que a diferencia de los demás no lucía como si estuviera feliz de verlo; Oikawa enserió sus facciones mirando al jovencito que al parecer lo detestaba, se sintió sumamente irritado por verlo tan desafiante para ser alguien cuyos huesos podría destrozar con una sola patada, y que aun así no agachaba la cabeza en señal de respeto hacia él, tenía muchas ganas de que su unicornio lo embistiera para enseñarle quien dominaba a quien.
Pero algo lo distrajo, era otra mirada distinta a la de Kenma, una que observaba detenidamente a Tooru con una curiosidad apasionada; Kuroo estaba completamente engatusado por las bellas facciones de Oikawa y su elegante porte, tenía entendido que el conde era mayor que él, pero eso no le restaba hermosura a su apariencia ni un atractivo casi hipnótico para jóvenes viriles como Kuroo. Kenma miró desconcertado como su hermano se acercaba con lentas pisadas hacia Tooru, viendo fijamente su rostro seriamente, mas también con deseo y ansias; Oikawa le prestó atención a ese joven soldado, y sonrió con coquetería al notar que se trataba de uno muy guapo, sin decir nada movió las riendas de su corcel para alejarse sin prisa mientras continuaba viendo de reojo insinuantemente al joven, que sin reparos lo siguió con la mirada girando la cabeza cuando el conde y su compañía doblaron en la esquina.
Kuroo se quedó inmóvil una vez que el conde desapareció de su vista, y nerviosamente empezó a mover un pie, como si estuviera ansioso por hacer algo impulsivo e irracional; giró para dirigirle la palabra a sus amigos y les pidió algo distraído que llevaran a Kenma al hostal, pues él, supuestamente, tenía algo muy importante que hacer. Todos se extrañaron por la actitud rara de Kuroo, pero aceptaron llevar a Kenma a su cuarto mientras Kuroo salía de allí emprendiendo el vuelo; Taketora tomó con un solo brazo a Kenma y luego lo colocó en su espalda para poder llegar más rápido a la posada, a Kenma le resultaba muy brusco cuando lo cargaba, pero en esa ocasión no se quejó, estaba mirando el cielo con un rostro de incertidumbre y preocupación por causa de su hermano.

Ya estando tendido sobre su cama, Kenma pudo relajar su adolorido cuerpo, no obstante su corazón seguía igual de asustadizo, e incómodo gracias a que Nobuyuki y Yamamoto se encontraban sentados en el piso mirándolo fijamente, pensando todavía con incredulidad en su extraño cambio de pigmentación capilar y ocular. Kai entonces se levantó y le tocó la frente para comprobar si tenía fiebre, era la tercera vez en el día que alguien hacia eso para saber si estaba bien; Nobuyuki le dijo que iría a una tienda de hechicería para saber si existía alguna poción vitamínica que lo ayudase a estimular los aminoácidos de su cuerpo para recuperar su color natural, que a sus ojos era más "saludable".
Taketora se ofreció a acompañarlo, a Kenma le interesaban mucho ese tipo de tiendas, así que les dijo que quería ir con ellos; evidentemente sus dos amigos le respondieron al unísono que no podía ir, pero el omega se levantó de su cama y tomó su bastón, cambiando sus palabras por una afirmación: "iré con ustedes". Yamamoto se enfadó mucho con él y le reprochó duramente por sus "arranques de independencia" que siempre terminaban por lastimarlo; quiso tomarle de la cintura para cargarlo de vuelta a su cuarto, pero Kenma le golpeó la mano con su bastón, determinado a mover sus pies para llegar a la salida de la posada y dirigirse a la tienda de hechicería por sus propios medios.
La bestia ya no le estaba hablando, pero él sí recordaba todo lo que le dijo, por esa razón en su corazón sentía la desesperante necesidad de probarse a sí mismo que podía llegar por sí mismo a un lugar, si caía tendría que levantarse y volver a intentarlo, porque si todo lo que había oído era verdad, era su deber ser capaz de sostener su propio peso de pie. Kai y Taketora estiraron sus manos con los nervios de punta al verlo tambalear a punto de caerse, pero Kenma clavó firmemente el bastón y se reincorporó para continuar, era incomodo verlo con su doloroso andar y su pésimo equilibrio, más porque se estaba esforzando al máximo para mantener un ritmo normal como el de una persona sana; ellos no lo notaban, pero el omega estaba al borde de las lágrimas.
Yamamoto se ofreció a llevarlo en sus espaldas, pero Kenma se negó cortante y arisco, y continuó caminando, su rapidez era equivalente al dolor en su espalda; Taketora se molestaba mucho con él cuando era hostil, refunfuñaba y maldecía en voz baja su terquedad. Nunca fue una persona lo suficientemente brillante, por eso sin pensarlo, le comentó a Kenma que solo lograría ir más rápido volando; Nobuyuki no dudó en golpear a Yamamoto con fuerza usando su codo, sus palabras frustraron más a Kenma y lo hicieron aumentar su velocidad desesperadamente, las lágrimas se le salieron de los ojos, pero él las limpió para no demostrar que el simple hecho de caminar lo hacía querer retorcerse de dolor.
Kai esperó pacientemente, lo dejó avanzar hasta el umbral de la puerta principal, y apenas Kenma suspiró con orgullo por haber logrado salir por sus propios medios, Nobuyuki corrió a su lado y lo tomó delicadamente en sus brazos, haciendo que el bastón cayera cuando él lo levantó y lo acurrucó contra su clavícula, apretando los parpados para no llorar en público, porque era un cobarde que al igual que Kuroo y Yamamoto, no podía soportar la idea de verlo ir solo a costa de un gran dolor. Kenma se quedó en silencio, era incapaz de enojarse con él, porque de sus tres acompañantes habituales, Kai era quien más lo comprendía; a veces le gustaba ser abrazado y simplemente cerrar los ojos contra el pecho de alguien más, no se sentía derrotado a pesar de todo, Nobuyuki tuvo la decencia de dejarlo cumplir una de sus metas, así que le permitiría llevarlo en sus brazos.
Escuchó las alas de Kai empezar a moverse, luego sintió como ambos se elevaban para llegar más rápido al lugar, Taketora iba tras ellos con el bastón en las manos, tardaron poco en llegar a la tienda de hechicería, en la cual Kenma podría curiosear un poco algunas novedades, no le interesaban mucho los canalizadores por sus funciones, al fin y al cabo él no requería de ellos para hacer magia, pero si se quedaba deslumbrado con los diseños de algunos cetros y anillos. A su lado llegó un tipo usando una capa gris con capucha, no le interesó fijarse en su rostro, pero si lo vio apuntar algo que estaba junto al cetro, era uno de los artículos más caros del mercado mágico, casi nadie los compraba por su precio y la mala reputación de dicho artefacto: drenadores de sphaeram.
Los drenadores fueron creados por Rei Oikawa, Tatarabuelo de Tooru, para agotar rápidamente el flujo de sphaeram en un enemigo; el pequeño aparato tenía una forma similar a las tijeras y a un dardo común, al clavarse en una persona le quitaba energía vital, por eso servía mucho en misiones de espionaje, tortura o en combates de uno a uno, pero en batalla, con varios soldados aliados, se volvía inservible, pues los otros guerreros podían remover fácilmente el drenador incrustado en la piel del afectado. A Kenma le pareció muy raro que alguien decidiera comprar algo tan caro y sospechoso, nadie en su sano juicio compraría algo tan especifico con buenas intenciones; quiso quedarse a escuchar al tipo, pero Yamamoto lo tomó bruscamente y lo sentó en su antebrazo, no tardaron mucho en comprar una poción vitamínica para dársela al llegar al hostal, así que lo sacaron de ahí sin detenerse a escucharlo.

Kai le dio una cucharada colmada de la poción vitamínica, no era liquida como la mayoría de las pócimas, era espesa como la melaza y sabía como tal, pero con un sabor tan fuerte que resultaba amargo y desagradable para Kenma, sus pies bajo la sabana de su cama se retorcieron por la repulsión que le provocaba ese sabor. Eita se encontraba sacudiendo los muebles del pasillo con un trapo viejo, notó que Yamamoto estaba afuera del cuarto de con la mitad del cuerpo adentro del mismo y la otra cruzando la parte del dintel que daba hacia el pasillo, como si estuviese esperando a Kai para salir un rato de la posada, lo cual significaba que probablemente le pedirían a Semi que cuidara del joven omega aparentemente enfermo.
Y tal y como lo imaginó, Nobuyuki salió del cuarto y caminó amigablemente hacia Eita y Tsutomu, que estaba sentado en el piso jugando con un hilo enredado en sus manos; Kai le preguntó lo que esperaba, y él aceptó de buena gana, pues estaba muy curioso con respecto a lo que le pasaba a ese chico. Cuando los dos alfas se fueron, Semi se apresuró en sacudir los muebles restantes y tomó la mano de su pequeño hijo para entrar a ver a Kenma, no le sorprendió encontrarlo sentado y con la cabeza gacha, jugando nerviosamente con sus pulgares, le parecía normal que estuviese asustado.
Lo que no sabía era que Kenma estaba escuchando otra vez la voz de Behemot, hablándole tan claramente que su incertidumbre crecía, asimilando poco a poco que esa voz era real; a ratos agitaba la cabeza negando su existencia, le parecía más creíble estar convirtiéndose en un esquizofrénico. Behemot le dio una prueba de su existencia alumbrando la pequeña ventanita del cuarto con un fuerte haz de luz dorado pálido, exactamente como en el sueño; Semi y Goshiki dieron un respingo cuando vieron la luz aparecer de la nada, para luego esfumarse 20 segundos después.
Le preguntaron a Kenma que había sido eso, pero él permaneció en silencio con miedo en la mirada, Eita suspiró al verlo tan temeroso, asumiendo erróneamente que su nuevo amigo creía tener una enfermedad grave, por lo que no pensaba forzarlo a hablar; Semi le comentó que le prepararía un té de hierbas con el agua hirviendo que Kai había dejado sobre la chimenea. Mientras su madre iba a la pequeña estufa donde la tetera echaba vapor, Tsutomu se colocó sobre la almohada de Kenma para sentarse a sus espaldas y poder tocarle el cabello, el color era vistoso para un niño tan pequeño, así que con cuidado de no jalarle el pelo, comenzó a acariciar las suaves hebras doradas.
Behemot continuó hablándole a Kenma, en ese punto era evidente que solo él podía escucharlo, así que evitaba responderle con la boca, podía hacerlo con su mente para no levantar sospechas; una vez que le dijo que podía escucharlo, la bestia continuó diciéndole cosas importantes a Kenma, algo sobre reunir a al menos 12 elegidos para poder encargarse de todas las semillas que el maligno usurpador esparciría por todo el mundo explorado. El omega tragó saliva al escuchar que había elegidos más allá de la frontera, que al momento de encontrarlos habría dos en la misma, uno en la tierra de los Nefilim, cuatro marchando hacia el sur, dos en Akkad y uno en la tierra de los Ángeles.
Kenma preguntó por los otros dos, entonces la bestia divina le respondió: "dos en Domain, uno en el palacio, otro, frente a tus ojos"; entonces Kenma levantó la cabeza y vio a Semi trayéndole un tazón de té de hierbas, no pudo evitar abrir los ojos de par en par al sentir algo en su pecho, un calor de gozo y entusiasmo al ver a quien al parecer, estaba destinado a ser uno de sus compañeros. Eita se sentó a su lado dejando el tazón sobre un pequeño mueble junto a la cama, luego le tocó la frente como lo habían hecho otros tantos; seguido de su alegría llegó nuevamente la incertidumbre, porque no sabía manera alguna de mencionarle al omega mayor sobre lo que él, en esos momentos, consideraba una verdad.
-Muchas gracias, Semi san - pronunció Kenma optando por dejar fluir una conversación para llegar al punto.
-No es nada… ¿Qué te dijo el doctor?
-No dio ninguna explicación, solo una hipótesis…
-¿Hipótesis…? - Semi no venía de una familia letrada, como la mayoría de los omegas, no tuvo la suerte de crecer en un entorno donde fuera querido, la mayor parte de su vida la pasó en las calles, tratando de ganarse la vida desde muy pequeño.
-Una teoría, dijo que podía ser magia de manipulación, pero… yo no sé hacer ese tipo en concreto, hasta Kuroo, que lee mucho, no sabía que había una variante que permitía cambiar la pigmentación corporal - Kenma se dio cuenta de que iba muy rápido para Eita - el punto es que no creo en esa teoría…
-Entonces no llegaron a nada… ¿Te has sentido mal? Tal vez debas volver a ver a otro médico.
-Esto… no me siento enfermo, no creo que esto sea una enfermedad.
-¿Qué crees que sea? - preguntó Semi con la curiosidad de alguien que nada sabía de magia.
-¿Recuerdas la luz de la ventana? - le preguntó Kenma - ¿La viste?
-Sí, la vi, fue bastante extraño.
-Sí, fue extraño, no sé qué la produjo, pero, desde mi sueño de anoche están pasando cosas muy raras…
-¿Qué soñaste anoche?
-Podía caminar y correr sin problemas, estaba en un lugar lejano a estas tierras, y aparecía un animal gigantesco frente a mí, que comenzaba a hablarme mientras el viento soplaba y salía una luz exactamente igual a la de la ventana - relató Kenma de forma simplificada.
-Suena muy loco - comentó Eita sin hacer la conexión, el omega más joven se rascó la cabeza por quedarse sin ideas para decirle lo que quería decir.
-Es raro que apareciera la misma luz del sueño por la ventana ¿No?... - agregó inseguramente.
-¿Crees que significa algo? - dijo Semi, entonces Kenma permaneció un momento en silencio, tratando de formular una respuesta.
-No lo sé, pero… mi cambio, la luz, el sueño… - comenzó a decir sin querer mencionar la voz en su cabeza, para evitar ser considerado un loco - lo que la bestia me dijo en el sueño…
-No creo en esas cosas que supuestamente te alertan sobre el futuro, no sé cuál es la palabra... - le confesó Eita dubitativo.
-¿Un presagio? - dijo Kenma para ayudarlo a ampliar su vocabulario, Tsutomu levantó la cabeza y dejó de jugar con su cabello.
-¿Qué es eso? - preguntó el niño.
-Es cuando alguien te dice lo que te pasará en el futuro - le aclaró su madre.
-Esto… - Kenma estaba muy nervioso, todavía no podía llegar al meollo del asunto - en el sueño, esa criatura me dijo que algo malo va a pasar en el reino…
-¿Ah sí? ¿Qué dijo? - a pesar de no creer supuestamente en los presagios, Semi estaba muy interesado en lo que le contaba Kenma, a pesar de lo raro que era, si tenía buenos temas de conversación.
-Un tipo quiere ser el rey de los demonios, y quiere entrar en guerra con los humanos otra vez… tal vez eso signifique que puede matar a la reina y derramar más sangre… - decía el omega más joven, muy inseguro y poniéndole freno a su lengua.
-Eso sería horrible, aún recuerdo cuando la reina reconoció a los omegas como ciudadanos, entonces pude casarme con Goshiki sin problemas - Eita cerró los ojos con melancolía y ternura al recordar a su esposo.
-¿Quién yo? - soltó el pequeño Tsutomu.
-No mi amor, tu padre - respondió Semi.
-Sería algo horrible… creo que vi al usurpador por la calle - agregó Kenma, tanto Goshiki como su madre lo miraron extrañados.
-¿Cómo que lo viste?
-El conde de Nerón, Oikawa Tooru, él es el que quiere hacer eso.
-¿Según quien…?
-Behemot… - murmuró Kenma en voz baja, sabiendo que estaba metiendo la pata.
-¿Quién es ese?
-Oh no… - susurró el omega más joven con temor a arruinarlo todo - es que… la voz me dijo en el sueño que ese era el usurpador.
-Fue un sueño nada más, no te atormentes.
-Pero… mírame… - pronunció Kenma para que Eita le mirara la rubia cabeza - no hallo explicación para este cambio más que ese sueño profético.
-No suena muy… lógico - dijo Semi encontrando la palabra correcta.
-No hay lógica en eso, pero tampoco en mi cambio de pigmentación, ni en la luz, ni en el sueño, y aun así ocurrió…
-¿Estás seguro de que no lo causaste tu…? - cuestionó Eita, Kenma se sintió ofendido por esa insinuación.
-¡No estoy inventando nada! - replicó molesto, Semi levantó las manos para que se calmara - yo no hice nada de esto, solo está pasando, la voz me dijo que yo debo detener a ese tipo, con ayuda de otras 12 personas.
-Oye Kenma… - murmuró Eita incrédulo y preocupado por ese chiquillo extraño.
-Tú eres uno de esos 12 - dijo Kenma seriamente y sin sutilezas.
-¿Qué carajo? - respondió Semi, descolocado y levantándose de la cama.
-¿Qué es carajo? - preguntó Goshiki.
-No digas esa palabra Tsutomu, no es bonita.
-Pero tu dijiste carajo - le contestó el niño, a lo que su madre le cubrió la boca con una mano mientras lo levantaba con la otra para cargarlo en sus brazos.
-¡Espera Semi san! - exclamó Kenma viendo como Semi daba media vuelta para salir del cuarto con su hijo en brazos.
-No necesitas un médico, necesitas un psicólogo.

Estaba atardeciendo en Domain cuando Yahaba llegó a la primera colina que lo haría llegar al monte de dragones, para volver a su labor amansando el carácter del dragón semental; su unicornio cabalgó sin apuro por los caminos de la ladera, Shigeru no le exigía andar más rápido por terrenos complicados como las subidas alrededor de los riscos y montañas, era comprensivo con los animales por la simpleza y honestidad en su forma de actuar, las personas no eran así, siempre eran más cambiantes, complicadas y deshonestas, lo cual a pesar de todo, no era impedimento para poder dominarlas. Kunimi estaba unos metros más arriba, con la espalda apoyada en uno de los tantos pedruscos del camino, lo esperaba tranquilo, pero notoriamente aburrido y somnoliento; una vez que vio la cabeza de Yahaba asomándose por su parte del camino, Akira cerró los ojos concentrado, creando con su magia la ilusión de que él no estaba ahí, era una de sus especialidades, pero no era ni lejos la más letal de sus ilusiones.
Yahaba continuó su trayecto hasta que su unicornio se detuvo y comenzó a relinchar asustado, poniéndose cada vez más inquieto a pesar de que Shigeru intentaba calmarlo, a tal punto que el animal terminó parándose en dos patas y a moverse erráticamente, tanto fue su descontrol que el consejero casi cae al suelo, teniendo que optar por bajarse rápidamente del caballo para intentar detenerlo estando de pie en el suelo del camino. Al descender, Yahaba vio como todo a su alrededor se volvía negro con una leve iridiscencia ondeante que lo mareaba un poco, tanto él como su unicornio estaban atrapados dentro de una visión anormal y distorsionada que confundía a Shigeru y desesperaba al corcel.
Hizo un esfuerzo por calmar a su unicornio, pero este estaba tan inquieto y aterrado por no poder ver nada, que no se dio cuenta de que estaba muy cerca de la ladera; los cascos del animal resbalaron por la tierra suelta de la orilla, haciéndolo caer con un último relincho de miedo y confusión antes de que su voz se apagara con el sonoro crujido de sus huesos golpeándose al caer. Yahaba guardó la calma y voló elevándose verticalmente, no veía el camino cuesta abajo por la negrura de la ilusión, pero si podía ver al unicornio tumbado sobre el color negro, con el cuello y las patas rotas, y los ojos abiertos y vacíos de vida.
Estando suspendido en el aire negro, escuchó unos suaves revoloteos de unas alas, tan lentos que una persona común no los habría detectado; pero su oído era uno de sus puntos fuertes, así que, sin entrar en desesperación, cerró los ojos y se concentró en los sonidos, revoloteos muy tranquilos e inquietantes, la respiración de alguien más acercándose hasta la altura donde él se encontraba, y luego, las flamas que no solo venían de la izquierda, sino desde el frente, su costado derecho y en diagonal desde ambos lados, queriendo ponerle fin a su vida de un solo ataque. Justo a tiempo colocó una barrera de energía en forma de media esfera para detener las llamas que pretendían envolverlo, luego retrocedió y comenzó a descender poco a poco manteniendo la barrera en su lugar para protegerse; Kunimi sabía que atacar por la espalda sería demasiado predecible, así que optó por parar el fuego y esperar en silencio que Yahaba volviera a confundirse, para así poder matarlo de una vez antes de perder la concentración y perder su poder ilusorio por el gasto de sphaeram.
Shigeru y Akira permanecieron en silencio, ambos guardaban la calma, Yahaba no debía desesperarse si pretendía salir vivo de esa emboscada a traición, y Kunimi no podía permitirse entrar en pánico por la posible pérdida de energía, con su entrenamiento podía mantener el flujo por mucho más tiempo que alguien normal, pero tratándose de Yahaba, no descartaba la posibilidad de que el enfrentamiento durara tanto como para empezar a agotarse físicamente. Cuando el silencio se extendió lo suficiente, Kunimi lanzó fuego por el costado izquierdo de Shigeru, pero este, haciendo uso de su capacidad auditiva potenciada con magia de intensificación, dio una voltereta hacia atrás mientras movía las alas para darse mayor impulso; con la intensificación también logró dar más volteretas de forma rápida y reiterada cuando Akira sacó una llamarada tras otra, que lo hicieron retroceder, más no caer.
Optando por otro elemento, Kunimi hizo caer varios rayos del cielo, cosa inútil ya que Yahaba extendió un brazo hacia arriba y usó una barrera para protegerse de todo lo que le podría caer sobre él; más irritado, Kunimi cambió la magia de emisión por manipulación, tratando de crear un socavón bajo los pies de Shigeru para desestabilizarlo, una movida igual de inútil que la anterior ya que el oído de Yahaba le permitía escuchar la tierra resquebrajándose, haciendo que simplemente empezara a aletear para mantenerse estático en el aire. Akira lo miró con máximo desprecio y usó magia de materialización para tratar de amarrarle las extremidades con cadenas; Shigeru voló rápidamente hacia adelante, zigzagueando para evadir cada una de las cadenas, mas por evitar un enorme pico de hielo que ascendió desde el piso, una de las cadenas le agarró un pie y lo arrastró hacia abajo donde más picos de hielo lo esperaban para atravesarle los huesos al caer.
Sin embargo, por precaución Yahaba hizo aparecer una barrera bajo su cuerpo para salvarse de una treta como esa, así que Kunimi, extremadamente enojado por lo escurridizo que era Shigeru, tiró de la cadena en su pie para desplazarlo velozmente sobre el camino, atacándolo sin parar con fuego y armas como flechas y arpones que él hacía aparecer, agrediéndolo con todo lo que podía. Solo para ver cómo una y otra vez Yahaba ponía más barreras a parte de la que ya estaba bajo su cuerpo, que lo hacía deslizarse sobre cualquier elemento puntiagudo puesto en el suelo, como si no se cansase de parar todos sus ataques para sobrevivir.
Akira se calmó e hizo desaparecer todos los elementos que había hecho con su magia, recurriendo nuevamente a la estrategia de parar, solo que esta vez, la pausa duró un solo segundo, pues mientras Shigeru se reincorporaba, Kunimi sacaba espadas por el costado derecho, fue tan rápido que Yahaba apenas tuvo tiempo de dar un salto hacia adelante y rodar, recibiendo una gran cortada en su brazo y espalda que lo hizo quejarse con dolor. Akira no desaprovechó la oportunidad y voló por sobre su cabeza atacandolo con fuego desde arriba, por lo que Shigeru tuvo que correr desaforado en línea recta, con Kunimi pisándole los talones con sus intensas llamas.
Ya estando harto de correr y resguardar su vida, Yahaba se impulsó con una fuerte corriente de aire ascendente para volar incluso más alto que Kunimi, quedándose quieto un momento con el objetivo de escuchar el sonido de sus alas y así detectar su posición. Akira se quedó inmóvil cuando un ataque de fuego azul le rozó el cuello, el pequeño margen de error le salvó la vida, no sin hacerle palpitar el corazón desbocadamente en el proceso; con toda la rabia de su alma comenzó a lanzar ataque tras otro mientras Shigeru avanzaba entre ellos en su dirección, rodeándose con cientos de lanzas puntiagudas que se dirigían directamente hacia Kunimi, quien tuvo que protegerse con una barrera de concreto para evitar todas esas lanzas mientras huía volando para retomar la ventaja.
El campo de la ilusión tenía un amplio margen, si Yahaba salía de él, lograría verlo y lo atacaría con furia por su "traición", así que Kunimi desplazaba su campo ilusorio dejándose a sí mismo en el centro en medio de la huida y de cada ataque. Desde el cielo, volando mucho más alto que ellos, alguien vestido de gris con una capucha que le cubría parte del rostro los observaba con un arco en las manos, en su bolsa traía un objeto bélico muy importante para los demonios, un arma poderosa pero considerada inútil en batallas campales: drenadores de sphaeram.
A esa gran altura, el sujeto de la capucha estaba fuera del campo ilusorio, siendo capaz de apuntar su arco con un drenador a modo de flecha, el cual se clavó dolorosamente en el hombro de Kunimi, haciéndolo tambalear y retorcerse de dolor mientras se mantenía suspendido en el aire; seguido de esto el encapuchado dejó caer la bolsa con al menos cinco drenadores de sphaeram en el camino, y salió volando antes de que Akira pudiera fijarse en él para atacarlo también. Una vez que Kunimi calmó su dolor, miró de reojo su hombro y tomó el drenador para sacarlo de un solo tirón; entonces se quedó callado, por sus quejidos de dolor había delatado su posición, pero ya no podía ver a Yahaba, seguramente se había escondido detrás de alguna roca que había logrado detectar palpando el entorno, por lo cual ahora el mismo estaba en desventaja.
Sin previo aviso, un nuevo drenador fue disparado hacia su estómago, clavándose en la piel como una flecha que lo hizo quejarse de dolor; usando toda su fuerza se lo desincrustó del abdomen, pero Shigeru, volando con magia de intensificación, llegó tan rápido hacia él que le incrustó no uno, sino tres drenadores en el centro de la espalda, un lugar difícil de acceder sin tomarse un poco de tiempo. Con los drenadores haciendo efecto, la ilusión de Kunimi se desvaneció por completo, y el descendió débilmente hasta el suelo, de rodillas y cansado por la energía que estaba perdiendo; con la cabeza agachada, lo único que le hizo entender que Yahaba lo había descubierto, fue ver la punta de sus zapatos frente a sus ojos; después de eso levantó lentamente la cabeza y pudo verle la cara al consejero, estaba tan lleno de ira que Akira se quedó inmóvil, viéndole el rostro con rabia e impotencia.
El hombre de la capucha llegó a toda velocidad al oeste de Domain, bajó de su vuelo con mucho cansancio y tocó la puerta de la humilde morada del vizconde Hirugami y su esposo Kourai Hoshiumi, una residencia como cualquier otra a raíz de la obligada venta de su mansión por la crisis económica, cuya ganancia se vio algo mermada por la compra en la tienda mágica. Quien abrió la puerta fue Hoshiumi, que con enfado miró a su marido y le preguntó dónde se había metido, llevaba una niña de tres años en los brazos, dormía profundamente con la cabecita colgando, tenía el mismo cabello albino de su madre, largo y suave; Sachirou bufó con cansancio, se quitó la capucha y entró a su casa, diciéndole a Kourai que tal vez se lo explicaría después de beber algo de agua.

Kuroo estuvo gran parte de la tarde charlando con la guardia del castillo de Nerón, con jovialidad les estuvo preguntando a los que trabajaban allí sobre Oikawa, sus gustos, y si necesitaba a alguien más en su castillo, ofreciéndose a sí mismo como un "guardaespaldas", causando la risa de los vigilantes. Ellos le contaron que la "belleza" que Kuroo veía en Tooru era equivalente a su poder y su presencia intimidante, lo cual lejos de preocuparlo, le causaba más fascinación con respecto al conde.
Kuroo continuó su intento de mantener una conversación con los guardias, pero estos algo desinteresadamente le contestaban sin perder la concentración en la vigilancia, por las palabras de Kuroo asumían que estaba flechado por el conde y que sus intenciones no eran sospechosas, no obstante Oikawa no pensaba lo mismo observando al soldado desde la cima del muro de su castillo. Kiyoko estaba a su lado y le preguntó si creía que ese muchacho era un espía de la reina, Tooru tenía sus dudas, por un lado vio sus ojos de lujuria estando en la ciudad, pero tampoco debía ser tan poco precavido con un desconocido, tal vez el joven solo quería una oportunidad para que lo metiera en su castillo y así ganarse su confianza para traicionarlo.
Luego de discutirlo con su esposa, le pidió a esta que no se preocupara, ya que él comprobaría si el chico quería espiarlo o no; ella le preguntó si podía verlo mientras lo descubría, y él le dijo que no le importaba si ella lo veía en acción. Con esto dicho, Shimizu bajó hacia el interior del muro para poder curiosear desde una ventana, mientras Oikawa se apoyaba en la muralla con los brazos cruzados para poder dirigirle la palabra a Kuroo.
-¿Quién eres tú? - preguntó en voz alta desde la muralla, inmediatamente Kuroo puso su atención en él y sonrió ansioso y seductor; luego Tooru bajó volando hacia los roquedales que rodeaban su castillo, y se quedó parado allí esperando a Kuroo, que no tardó en saltar la baranda de la entrada principal para correr por las rocas - ¿Y bien?
-Kuroo Tetsurou, teniente del ejército de Domain, a su servicio mi señor - pronunció inclinándose para reverenciar a Oikawa, que lo analizaba con la mirada.
-¿Por qué ha venido hasta aquí, teniente Kuroo? - le preguntó, seguía desconfiando, pero de cierta forma estaba interesado en ese soldado por su atractiva apariencia.
-Le seré sincero mi señor… usted es uno de los hombres más hermosos que he visto en toda mi vida. Me conformaría con solo admirar su belleza desde la distancia, el solo hecho de mirarlo le trae dicha a mi corazón - pronunciaba Kuroo con bobería, se encontraba inclinado con una rodilla y con la cabeza agachada de manera que Tooru no viera su sonrisa pícara por sus tácticas de conquista; tomó luego la mano del conde y la besó, lucía cálida y suave, pero al besarla notó que era fría y algo dura, un pequeño presagio de su personalidad, la confirmación de ese frívolo carácter llegó cuando Oikawa río bajo, burlándose.
-Qué adulador - pronunció irónico - imagino que quieres más que solo observarme, tú quieres vivir de otra forma mi belleza ¿Verdad lindura? - decía mientras levantaba un pie para tocar la barbilla de Kuroo, su expresión mezclaba la seducción con el menosprecio y la burla hacia el soldado.
-La disfrutaría de todas las maneras imaginables, su alteza - le respondió con seguridad, después de oírlo, Oikawa caminó hacia una roca para sentarse.
-De acuerdo, entonces… - dijo mientras se sacaba el zapato y las medias, alzando el pie descalzo hacia el soldado - bésalo - le ordenó con burla y lascivia en los ojos, Kuroo sonrió y se arrodilló frente al pie, sin ningún pudor y desagrado posó sus labios en los dedos de Tooru, no le importaba el olor a sudor, no dejaba de ser excitante besarle los pies a un hombre maduro tan ardiente como ese conde.
-¿Quiere que use mi lengua? - preguntó Kuroo besuqueando el pie del conde como si fuera su cuello desnudo, soltó feromonas que Oikawa no pudo captar por ser un beta, lo hizo sin querer, como si estuviera entrando en celo.
-No veo porque no - respondió Tooru disfrutando la vista que le daba, Kuroo sin dudar usó la lengua para lamerle el pie, desde la planta hasta cada uno de sus dedos - das un poco de asco, teniente Kuroo.
-¿Por qué? - se atrevió a cuestionar con el pie posado en sus labios, Oikawa soltó una carcajada.
-Cuanto valor… ¿No le temes a la muerte? - preguntó Tooru con un rostro entre la tranquilidad y el cinismo; Kuroo no se intimidó por esa pregunta.
-Si tuviera que morir, bien que me gustaría hacerlo mientras me follo a un conde madurito - le respondió relamiéndose los labios, haciendo reír nuevamente a Tooru.
-Puedo decirle a mis hombres que te capturen y te rompan todos los huesos, deberías considerar ser menos atrevido - le sugirió empujándole la cara con el pie.
-Puedo enseñarte que tan atrevido puedo ser - le propuso insinuante, Oikawa levantó una ceja con interés.
-En ese caso… - pronunció, llevando sus manos a su propio pantalón para retirar su pene - quiero que lo lamas - le ordenó, Kuroo abrió los ojos y giró la cabeza para ver a los guardias que estaban algunos metros más allá, evitaban con incomodidad mirar en su dirección, algo acostumbrados a las acciones desvergonzadas de Tooru - ¿Qué pasa? ¿Te acobardaste?
-No… - respondió algo inseguro, acercándose un poco más entre las piernas del conde, respirando muy cerca de su polla.
-Empieza - le ordenó muy divertido, Kuroo tomó valor para abrir la boca y comenzar a chupar estando tan cerca de otras personas, nunca había tenido sexo en público, así que la sensación en un principio fue bochornosa, por ello no estaba tan concentrado en saborear - si sigues así de aburrido, no te irás de aquí completo.
-Disculpe - dijo Kuroo soltando un momento el pene en su boca; luego pudo fijar la mirada en los genitales de Oikawa y cerró los ojos, le empezaba a causar morbo ser visto por otros, así que comenzó a mover la cabeza entre las piernas de Tooru, succionando con más energía y lamiendo cada rincón de esa polla con su cálida lengua.
-Que buen chico… - murmuró Oikawa más complacido con el oral que estaba recibiendo; el joven soldado aumentaba el ritmo gradualmente, Tooru llegó a sentir que le dolía un poco allá abajo, sin embargo, eso lo hacía mucho más excitante - detente un momento.
-No quiero - respondió Kuroo, sus instintos de alfa lo estaban volviendo insolente, quería aparearse, y se volvería aún más dominante si seguía alimentando su sed de sexo.
-No vuelvas a responder así si no quieres que te ejecute - dijo Oikawa tomándole la quijada, clavando sus largas uñas en la piel del teniente, quien lo miraba serio, desafiante y lleno de apetito sexual, sin pensarlo Kuroo sacó la lengua para lamer aquella mano que le estaba lastimando el rostro, la lamió tan sensualmente que hizo sonreír a Oikawa - ¿Qué tipo de magia usas? - preguntó, entonces Kuroo levantó una mano e hizo aparecer una pequeña llama de fuego con ayuda de su anillo canalizador.
-Emisión. No sé en qué se relaciona esto con follarte - contestó Kuroo insistente mientras llevaba su mano a la verga del conde.
-Prueba que es magia de emisión real - dijo Tooru, Kuroo estaba demasiado caliente como para entender, así que pretendía volver a la carga acercando su cabeza a la entrepierna - ¡Hazlo!
-Como quieras - respondió de mala gana, sacando una esfera de agua y empapándola en la manga del conde - ¿Contento?
-Bien, ahora muéstrame tu forma animal - le pidió Oikawa, Kuroo entonces no dudó en transformarse por completo, quedando oculto entre todos sus ropajes, y saliendo de estos dando un salto hacia Tooru, era un gato negro de edad adulta, un poco más grande que un gato común - buen gatito - susurró acariciándole la oreja con una uña, entonces Kuroo decidió volver a su forma humana, quedando desnudo y de pie justo frente a Oikawa, con el pene a medio erectar.
-¿Querías una excusa para verme sin ropa? - pronunció Kuroo, que en vez de verse ladino y juguetón como se esperaba el conde, lucía serio y demandante, con la mente un poco nublada por sus instintos.
-En realidad, no, ya te puedes ir - le dijo Tooru sonriente, quiso levantarse de la roca para salir de ahí y dejar humillado al soldado, pero Kuroo lo tomó por los hombros y lo obligó a permanecer sentado, ya no había rastro de compostura en él, estaba controlado por sus instintos de alfa; Oikawa lo miró con rabia, pero al mismo tiempo no podía volverse agresivo con él, le encendía observarlo, su cuerpo era joven y estaba lleno de músculos, y tenía una actitud tan frívola y sensual que el conde no pudo evitar sentirse completamente atraído.
-Es tu turno.
Por causa de sus instintos su personalidad no era la misma, su voz sonaba demandante y profunda, sus fuertes manos soltaron los hombros de Tooru y lo sujetaron de los cabellos mientras Kuroo acercaba sus caderas hacia la cabeza del conde; la poca humanidad que quedaba en Oikawa Tooru lo hizo sentirse asustado en sus adentros, pero ese miedo era callado por la voz de su nuevo yo, aquel sin preocupaciones, sin sentimientos, que solamente tenía emociones fuertes e impuras. Sus ojos de temor cambiaron en un solo segundo, complementando su expresión de deseo impulsivo e intenso; Tooru abrió la boca y se dejó penetrar oralmente por el joven alfa, que parecía moverse sin compasión contra su paladar, aumentando la velocidad hasta que estuvo completamente erecto y el conde tuvo un par de arcadas.
Lo soltó bruscamente y Oikawa escupió saliva espesa, tosiendo y bufando con la cabeza agachada, al momento de levantarla otra vez, le sonreía con malicia y éxtasis a Kuroo, quiso maldecirlo y decirle que esa sería su última noche vivo, pero el joven alfa lo tomó del brazo, levantándolo de un solo tirón y volteándole el cuerpo para quedar a sus espaldas. La bestialidad del alfa solo podía significar que estaba entrando en celo, Tooru sabía que no se detendría hasta anudar dentro de él, pudo haberlo detenido y matarlo en menos de un segundo, pero cuando Kuroo le agarró los cabellos y le estampó la mejilla contra el muro de piedra, el conde se estremeció con lujuria.
Mientras el joven alfa lo penetraba, Oikawa gemía y apretaba los dientes en una lasciva sonrisa, lo que le quedaba de corazón empezó a quemarlo por dentro, esa sensación, ese nivel de brutalidad sexual le traía recuerdos que adoraba, de alguien que en su juventud le había dado esa misma energía, la misma sensación de morbo y dolor que añoraba. Empezó a temer de verdad cuando, mientras soportaba el empuje incesante del alfa contra sus glúteos, una lágrima de nostalgia le recorrió la mejilla; casi llora el nombre de la persona objeto de su añoranza, pero el temor a sentir amor real y recuperar su alma detuvieron la palabra antes de que saliera, soltando únicamente una "I".
Controló su mente y secó su lagrima con la manga de su túnica negra, luego Kuroo lo volteó otra vez con poca delicadeza y abrió la parte de arriba de toda su ropa para poder observarle los fríos pectorales; no esperó ni un segundo para levantarle las piernas y arrimarlo contra la pared, y así continuar con el apareamiento. Tooru gemía y reía, maravillado con la dureza del alfa, que clavaba con fuerza su polla contra Oikawa, azotándolo sin descanso contra el muro; fue incluso mejor cuando le mordisqueó los pezones hasta dejar marcas rojas, que con algo más de fuerza habrían sido arrancados.
Fueron pocos minutos de placer, la añoranza y el deleite iban creciendo tanto que Tooru se estremeció con un alto gemido, nada salió de su pene, pero el tembló y sufrió espasmo tras otro en un intenso orgasmo seco; no le podía seguir el ritmo a Kuroo, era insaciable y no dejaba de mover las caderas hacia él, el dolor le gustaba tanto y no había forma de que ese alfa lo supiera, tal vez tuvo demasiada suerte de ser deseado por alguien así, o estaban destinados a acabar liados de esa forma.
Kuroo gimió como una bestia, acelerando tanto que la lagrima de Oikawa en esa ocasión fue de dolor, el motivo de ese cambio en su ritmo fue la necesidad de dejar su semilla en el conde; Tooru seguía gimiendo a pesar de haber llegado al orgasmo, pidió en vano que no se corriera dentro de él, pues el joven alfa anudó dolorosamente, eyaculando justo en el interior del conde. Un segundo orgasmo seco sacudió a Oikawa, babeaba de placer, el sexo duro y brutal le fascinaba, y a pesar de que no estuvieron muchos minutos así, fue suficiente como para reconsiderar su idea de matar a Kuroo; años atrás solo había sentido esa cantidad de calor con la persona que en su juventud le dio los mejores momentos de su vida.
Ambos hiperventilaban, cansados y sudorosos, Kuroo iba recobrando la consciencia, y Oikawa lo abrazaba clavando sus filosas uñas en la musculosa espalda del alfa; se miraron, Tooru fingía indiferencia, Kuroo estaba en blanco, no sabía si debía alegrarse o temer por su vida. El nudo aún debía deshincharse, así que tendrían que permanecer quietos unos cuantos minutos; el nerviosismo de Kuroo se calmó cuando el conde le mordió el hombro, susurrándole al oído que si no se había atrevido a marcarlo, él lo haría por él; el joven cerró los ojos y besó a Oikawa con desesperación, le comió la boca como un loco hasta que alguien tosió desde el camino, se trataba de Sawauchi Motomu, un mensajero del palacio de Domain; Kuroo sintió las venas heladas, todos lo habían visto desnudo y ni siquiera se había deshinchado su nudo para poder cubrirse con algo.
-Conde Oikawa, traigo un mensaje urgente de la reina Kyoutani - pronunció Motomu desde el camino, tratando de ignorar el adulterio que estaba presenciando.
-Estoy ocupado ahora, como ves - respondió Tooru fastidiado, aunque también algo divertido por la cara aterrorizada de su alfa.
-Yahaba Shigeru ha convocado a un juicio por traición, su presencia es obligatoria - dijo Sawauchi, entonces Oikawa abrió los ojos al máximo, entendiendo el grave problema en el cual se encontraba.
-Partiré en cuanto pueda arreglar mis ropas, largo de aquí - le ordenó a Motomu, que sin esperar hizo correr a su unicornio marrón moteado para volver a Domain - maldito Kunimi…
-¿Qué pasa? - preguntó Kuroo, su nudo ya estaba deshinchado, así que Tooru se soltó y le dio un fuerte empujón que casi lo hace caer de espaldas en las rocas.
-No te confundas teniente, el que me hayas follado no significa que tienes permitido volver aquí, ordenaré a mis guardias que maten a cualquier gato negro que se atreva a colarse en mi castillo ¿Te quedó claro? - decía mientras se arreglaba la ropa para irse a toda velocidad hacia el palacio de Domain.
-Me quedó claro, pero no estoy de acuerdo, los gatos son animales sagrados.
-No me hagas reír, ahora vete y no vuelvas, si quiero follar te buscaré, pero no me pidas nunca volver aquí. Para mí solo eres una polla con un lindo cuerpo de decoración, nada más.
-Yo podría decir lo mismo de su culo, su majestad - respondió Kuroo, Oikawa se quedó callado, sorprendido de su insolencia, mas extrañamente no se enfadó, en cambio se echó a reír a carcajadas.
-Da gracias a Aeternum que follas bien, si no fuera así no habrías sobrevivido esta noche - dijo Oikawa avanzando hacia el camino, los guardias ya habían preparado un unicornio para que él solo tuviera que montarlo y llegar rápido a Domain - nos vemos pronto, teniente Kuroo.
-Y tendrá que ser muy pronto, mañana por la tarde me iré a la frontera por una misión que me designaron, no me deje con las ganas, su alteza - comentó Kuroo; después de subirse a la montura, Oikawa se quedó mirando al soldado con interés.
-¿Dónde te encuentro?

Oikawa cabalgó a toda velocidad desde Nerón hasta Domain, no le daba descanso a su corcel para llegar pronto al palacio, Kiyoko se quedó en el castillo así que no tenía a alguien que pudiese controlar sus ataques de ira, solo serían Kunimi y él enfrentados a la justicia de la reina, por eso trataba de mentalizarse para no estallar en cólera y quemarlos a todos en la sala de audiencias. Era medianoche, de seguro todos los duques alojados temporalmente en Domain ya estaban dentro del palacio, lo tranquilizaba saber que la enorme mayoría de ellos apoyaba su causa, así que tal vez esa noche no sería la indicada para tomar el poder, si quería que todo saliera bien, debería ser paciente y conseguir el apoyo de los ciudadanos antes de poner en marcha los planes para acabar con la reina.
El heredero de la reina era muy escurridizo para sus hombres, se adentraba en los más inhóspitos bosques para no ser encontrado por nadie, ni con varios años de persecución pudo dar con él, hubo un punto en el que se rindió y lo dejó ser libre, porque después de todo, si huía tanto de la gente de sangre noble, tal vez los rumores eran ciertos, que el joven Kentaro asesinó a su padre el rey y huyó de la justicia. La otra opción era la oficial, que escapó de sus deberes como príncipe para ser rey, por ello Oikawa no lo veía como amenaza, después de todo, oyó de muchas fuentes que quienes alguna vez tuvieron la suerte de encontrarlo en el bosque, recibieron una amenaza de su parte y una negativa ante la pregunta de si volvería a Domain para reinar.
Fuera cual fuera el caso, Kentaro Kyoutani no parecía tener intención de volver, aunque de todos modos debía estar alerta en caso de que volviese, puesto que luego de revelar el origen de su madre Aiko Oikawa, de seguro la reina entraría en desesperación y mandaría a todos sus hombres a buscar a su ultimo hijo para traerlo a la fuerza hasta Domain. Además de ese posible inconveniente, estaba Kunimi, su discípulo que por alguna razón había decidido ser un incompetente en el peor momento, no cabía duda de que el juicio por traición era en su contra.
Enfrió la cabeza al llegar a la escalinata del palacio de Domain, cuyos escalones, arcadas, arcos de medio punto y cúpulas blancas lucían el color azulado de la noche, pronto ese palacio seria suyo y haría remover los mosaicos de los triunfos de los Kyoutani para reemplazarlos por unos donde él contaría su historia y la de sus leales aliados; tal vez Kunimi no estaría ahí si decidía matarlo esa noche, no obstante debía replantearse esa idea, después de todo, su "hijo" sabría darle una buena pelea. Voló para evitar la escalinata y entró caminando con rapidez hacia el interior del castillo, no se detuvo a mirar nada, solo le importaba llegar pronto a la sala de juicios.
Al entrar a esa enorme bóveda, vio a todos sentados, Hanamaki y Matsukawa estaban tan tensos como él, todos los demás lucían atemorizados, no porque tuviesen algo que ver con su plan, sino por las circunstancias del arresto: Yahaba Shigeru contra Kunimi Akira en una pelea a muerte supuestamente impulsada por una traición, Kunimi infundía terror en los miembros de la corte porque se sabía que nadie que se le enfrentara salía vivo, hasta ese día. Para los presentes, ese hecho significaba que Yahaba se había posicionado en una escala superior a Akira, lo cual no le convenía a nadie más que a la reina.
En cuanto Oikawa tomó asiento, las puertas traseras de la sala se abrieron sonoramente, Shigeru entró con una postura firme y orgullosa, y por sobre todo muy iracunda, arrastrando a Kunimi de los cabellos hasta dejarlo en el centro del semicírculo formado frente a los asientos del jurado, en el sitio que le correspondía al acusado. Yahaba le soltó el cuero cabelludo y lo dejó tirado en el piso, Kunimi permanecía mirando todo con rabia y vergüenza, susurrando maldiciones, y jurando que se vengaría por semejante humillación.
-Kunimi Akira, se le acusa de atacar de forma fortuita a Yahaba Shigeru, consejero real y mano derecha de la reina Kyoutani ¿Cómo se declara? - alzó la voz el juez Nobuteru Irihata, él y la reina estaban sentados en el centro, a sus lados había 4 asientos más para los miembros del jurado de 6 cabezas, 3 de ellos eran Sadayuki Mizoguchi, Kazuma Numai y Naoyasu Kuguri, estos últimos eran los más jóvenes y miraban con indiferencia al omega enjuiciado, la cuarta silla normalmente era ocupada por Yahaba en la mayoría de los juicios, pero en aquella ocasión, por ser el demandante, su puesto sería utilizado por el primerizo Heisuke Shido, alguien del jurado de los comunes, seleccionado con prisas para reemplazar temporalmente a Shigeru.
-Inocente - respondió Kunimi con un rostro en blanco, haciendo indetectables sus mentiras - quisiera contrademandar a Yahaba Shigeru por difamación e injurias. No se trató de un ataque a traición, fue un duelo acordado en el momento.
-¡Objeción! - exclamó Yahaba con voz firme, pero sin alterarse ante la descarada mentira - nunca acordamos un duelo, yo iba cabalgando hacia los criaderos de dragones porque se me pidió encargarme de un ejemplar rebelde, el domador Akihiko Seguro me convocó para esa tarea y es testigo de que mi única razón para estar ahí era la petición de enderezar el carácter del dragón.
-Como dije, el duelo surgió de forma imprevista, eso lo reconozco, nos topamos en el camino hacia el acantilado y comenzamos una discusión - decía Akira, demasiado tranquilo y sin ningún rastro de inseguridad.
-¿Y qué hacía usted en el monte de dragones? - preguntó la reina, intentaba permanecer serena, pero la situación la impulsó a mostrar su evidente inclinación - el señor Akihiko puede confirmarnos que Yahaba tenía una razón para estar allí ¿Cuál es la suya?
-La compra de un ejemplar joven para el ducado de Nerón, el conde Oikawa es mi testigo - respondió Kunimi, Tooru se mordió el labio, aguantando la rabia por la decisión estúpida que había tomado su discípulo.
-Efectivamente, un verdadero ducado debe tener un dragón para que sus miembros puedan desplazarse libremente por nuestras ya no tan amplias tierras - pronunció Oikawa, Shigeru no pudo contener la risa.
-¿No es conveniente que su testigo sea el tipo que durante la audiencia de la mañana se declaró a sí mismo como "posible heredero al trono"? - dijo Yahaba; desde sus asientos, Motoya y Sakusa veían todo con expectación, la tensión que sentían era similar a la del bando de Oikawa, después de todo, estaban seguros que esa noche reconfirmarían que pocos apoyaban el linaje de los Kyoutani.
-No hay tiempo para insinuaciones, si ha de acusarme de algo, hágalo directamente - replicó Tooru, Kunimi lo miró para darle a entender que no necesitaba decir más.
-Antes de que pueda responder al conde, quisiera aclarar que él no es mi único testigo. Acordé la compra hace 3 días con un criador del monte de dragones, su nombre es Kaneo Yuda.
-La corte solicita el ingreso de los testigos - dijo Sadayuki Mizoguchi, entonces los guardias escoltaron a los dos hombres que trabajaban en el oficio de cuidar dragones, Akihiko Seguro y Kaneo Yuda se veían igual de nerviosos, pero por razones completamente diferentes, Akihiko le echaba miradas a su compañero, alterado por la situación, pero también compadeciéndose de Kaneo, a quien le había tocado mentir a raíz de las amenazas de Yutaro Kindaichi.
-Kaneo Yuda ¿Es cierto que usted acordó vender una cría de dragón a Kunimi Akira? - preguntó el juez Nobuteru Irihata.
-Es cierto… - respondió el inseguro Yuda, su compañero le pisó el pie para que no bajara la guardia ni se viera muy obvio, su vida dependía de ello - juro por la ley que acordé entregarle una cría de dragón al señor Akira - dijo con un tono de voz más alto, todo su lenguaje corporal denotaba inseguridad, y no era para menos si estaba mintiendo bajo juramento.
-Akihiko Seguro, ¿Jura ante la ley que usted llamó a Yahaba Shigeru para ocuparse de un dragón? - preguntó Nobuteru.
-Lo juro y hay más testigos que pueden corroborarlo.
-¿Vio usted el duelo? - preguntó el joven Kuguri, abriendo al fin la boca para interrogar al testigo.
-Ninguno de mis hombres lo vio, de hecho nadie escuchó nada desde donde nos encontrábamos, el duelo no debió realizarse en la cima.
-Eso es cierto, el duelo no fue en la cima del acantilado, fue en medio del camino - agregó Kunimi.
-Nos encerró a mí y a mi corcel en una ilusión, mi unicornio murió al caer de la ladera por culpa de esta traición… - se lamentó Yahaba con ira.
-Fue una consecuencia del duelo, acordamos no limitar nuestras habilidades, así que usé las mías - respondió Kunimi, Shigeru quiso gritarle por su mitomanía.
-¡Nunca hubo tal duelo! - exclamó Yahaba con poca paciencia - quisiste matarme confundiéndome con tus ilusiones ¿Lo vas a negar?
-Creaste esta farsa de juicio porque herí tu orgullo, tuviste que recurrir a drenadores para ganar la batalla ¿Me lo vas a negar? - dijo Akira, entonces todos en la sala murmuraron asombrados, usar drenadores en un duelo era una práctica sin honor, aquello dejaba a Shigeru como un tramposo.
-Alguien estaba observando tu traición desde lejos y los lanzó en mi dirección, tal vez alguien del monte de dragones demasiado atemorizado para confesar la verdad - respondió Yahaba, seguía parado de forma recta y orgullosa, pero no se sentía bien, tenía miedo de ese complot y de cómo se estaban desarrollando las cosas en ese juicio. Hoshiumi e Higurami miraban todo desde sus asientos, Kourai temblaba de rabia, era el momento preciso para hablar, de lo que había escuchado, de los traidores que se estaban saliendo con la suya, y si tenía que mentir diciendo que él había lanzado los drenadores, entonces lo haría.
-Yo… - fue lo único que logró decir antes de que su esposo le cubriera la boca y lo obligara a permanecer quieto en su asiento, Hoshiumi lo miró con lágrimas de enfado y decepción en los ojos, luego Sachirou se acercó a su oído y le susurró algo.
-Tenemos mucho que perder…
-¿Qué es peor? ¿Ser acusado de traidor? ¿O hacer trampa en un legítimo duelo, ocultando la vergüenza con una falsa acusación? - cuestionó Oikawa muy divertido, tanto él como los presentes que apoyaban su causa se relajaron y rieron en voz baja.
-¿Hay testigos del duelo? - preguntó Kazuma Numai, a Komori y a Sakusa no les pareció nada correcto que diera por sentado que fue un "duelo".
-Nadie - respondió Akihiko Seguro como líder de los domadores de dragón - ninguno de mis hombres presenció una pelea.
-¿No hay más testigos? - preguntó Kazuma.
-No hay, a menos que Yahaba saque de la manga al buen samaritano que le dio los drenadores - comentó Oikawa con burla, Shigeru y la reina se miraron, ella parecía querer levantarse de su asiento para echarse la culpa de los drenadores, pero Yahaba le indicó con sus ojos que era mejor que permaneciera sentada, sin manchar su honor con mentiras.
-Los jueces comenzaremos la votación, el voto determinante del juez Nobuteru se guiará por la mayoría - dijo Sadayuki Mizoguchi, la sala permaneció en silencio mientras los jueces discutían en voz baja su decisión, la reina tenía la preocupación de una madre en la mirada, su triste rostro le adelantó a Yahaba el resultado.
-Con 4 votos a favor, se declara a Kunimi Akira inocente de los cargos hasta que se demuestre lo contrario - pronunció Nobuteru, hubo un gran silencio en la sala, hasta que los presentes decidieron aplaudir la decisión, todos excepto la reina, los jueces, Motoya, Kiyoomi, Higurami y Hoshiumi.
-Eres de lo peor… - juzgó Kourai, dirigiéndole la palabra a su marido, mas no su mirada, pensando que no la merecía; Sachirou le apretó la mano, tembloroso y tan dolido como él.
-Te dije que no moriría… - susurró, sacando con su otra mano el único drenador que conservaba de ese día, y posándolo sobre su mano y la de su esposo. Hoshiumi miró el objeto con los ojos muy abiertos, luego levantó la cabeza para verle la cara a su esposo, totalmente atónito.
-Tú fuiste quien… - murmuró Kourai, entonces Hirugami no le permitió seguir hablando, le tomó el rostro con una mano y lo besó apasionadamente, Hoshiumi no tardó mucho en cerrar los ojos y dejarse llevar por él a pesar de tener sentimientos encontrados.

Los jueces se fueron con un semblante de vergüenza e incomodidad, la reina los miraba de reojo, por su honor no les haría pasar penurias, pero hubiese deseado tener el carácter de su marido y primo, el rey Kaito Kyoutani, apodado "el indolente", de esa forma habría castigado duramente a los jueces que no le dieran apoyo a su voto; no sabía que apodo le habían dado a ella misma, se rumoreaba que usaban los peores adjetivos para referirse a ella en secreto, cobarde, incompetente, injusta, blanda, entre otras palabras más vulgares. El rumor más repugnante era el que decía que su consejero era su amante en secreto y que había obtenido su lugar en la corona entregándose a ella.
La sola idea le provocaba nauseas, de no ser porque su matrimonio fue arreglado, jamás hubiera aceptado la endogamia con el rey; lo de Yahaba le resultaba incluso peor, él era su pequeña luz, el hijo que Aeternum le dio como regalo después de darle muerte a uno de los gemelos que había dado a luz, y después de haber guiado al otro a un destierro autoimpuesto. Podía verlo de pie en la sala de juicio, inmóvil, con la cabeza en alto, mientras los cobardes que aplaudieron a Oikawa se marchaban riendo en voz baja; su muchacho era tan ejemplar que con solo ladear ligeramente la cabeza y mirarlos por encima del hombro, los medio hombres que reían a sus espaldas callaron con temor.
Al verse solos, ambos pudieron caminar y salir juntos de la bóveda, iban acelerados para llegar a los aposentos de Koto Kyoutani y cerraron la puerta con llave al meterse adentro, la sensación después de ese espantoso juicio los llenó de una justificada paranoia, podían confiar el uno al otro, no obstante, parecían estar completamente solos en un nido de víboras. La reina se sentó de golpe en su cama, la situación la hacía sentir exhausta y preocupada, tocaba sus propias manos y respiraba con agitación, tenía mucho miedo, porque sabía que era la naturaleza de un noble demonio conspirar y sacar del camino a cualquier persona, incluso a los reyes, así habían ganado el trono los Kyoutani 6 siglos atrás, exterminando por completo a una de las familias reales, cuyos nombres quedaron perdidos en los anales de la historia.
Su querido Yahaba lucía mucho más sereno que ella, pensando fríamente en la situación que estaban viviendo, pensando en cómo comprar la lealtad de muchos de los nobles que en el salón mostraron abiertamente su apoyo a Oikawa, para ello debían restablecer la economía, pero eso tomaba tiempo y la situación era urgente. Koto empezó a temblar, su miedo crecía a medida que Shigeru se paseaba por su habitación de un lado a otro para pensar alguna forma de evitar un inminente atentado en su contra.
Estaba distraído en sus pensamientos, mas se detuvo cuando la escuchó sollozar con amargura, entonces corrió a abrazarla, arrodillándose frente a ella; la reina lloró a gusto durante el abrazo, le susurraba las palabras dulces de una madre, Yahaba la veía como tal, era la persona que más amor le había entregado en su vida. Los omegas acababan así, demostrando su devoción a aquellos que los trataban con aprecio, pocos tenían la suerte que él y otros omegas como Hoshiumi Kourai habían tenido, consiguiendo el amor de personas con poder sin siquiera haberlo pedido.
Shigeru tomó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas, ella le tomó el rostro con las dos manos y le acarició las mejillas con los pulgares, ambos juntaron sus frentes con los ojos cerrados, Koto rememoraba la época en que Yahaba era un omega pequeño, cuando podía sostenerlo entre sus brazos por las noches antes de arroparlo para que durmiera bien abrigado. Lo hacía dulcemente todas las noches luego de un largo día separados, ella planeando estrategias para que el pueblo no sucumbiera de hambre por la guerra interminable, él entrenando desde que se levantaba hasta que se veía al atardecer con su reina, obsesionado con ser el más fuerte y hábil mago, solo con el objetivo de protegerla.
Como era más que evidente su razón para llorar, él no tardó en tranquilizarla con sus palabras, jurándole averiguar lo que planeaba Oikawa para hacerle frente, a cualquier costo.

Al amanecer, Kai comenzó a hacer las maletas de Kenma, partirían por la tarde y acamparían en alguna parte del camino, llevando con ellos una carroza de barrotes para transportar a los presos políticos humanos hacia la frontera; Kuroo no estaba, llegó en la noche a dormir, pero en algún momento de la mañana algo lo había despertado y desapareció nuevamente de sus vistas. Kenma estaba desconcertado, era la primera vez que su hermano se alejaba de esa forma, no extrañaba su sobreprotección, no obstante era inquietante verlo actuar tan distante, y eso le daba un muy mal presentimiento.
Nobuyuki terminó de empacar la ropa de Kenma y este le pidió que lo dejara cargarla él mismo para llevarla a un pequeño carro baúl que arrastraría uno de los caballos; Kai no estaba muy seguro, pero si Kenma se sentía mejor consigo mismo haciendo esa tarea, entonces no podía negárselo. Kenma llevó su equipaje en una mano, no era excesivamente pesado, pero le resultaba un poco difícil usar el bastón con una sola mano; el caminar fue tan tortuoso como siempre, pero tenía que hacerlo, si se acostumbraba a ello tal vez algún día volvería a caminar sin mayores problemas.
Suspiró con alivio al llegar al exterior, Yamamoto estaba afuera y lo regañó un poco cuando lo vio meter sus cosas en el carro, era casi tan aprehensivo como Kuroo; el omega lo ignoró completamente haciéndolo rabiar incluso más, luego se dispuso a volver dentro de la posada, pero algo lo detuvo en seco. Sentía algo en el pecho, la misma sensación de dicha y ansias que había sentido cuando se dio cuenta de que Semi era uno de los elegidos, luego escuchó los susurros de Behemot resonando suavemente en su mente, al principio no eran muy audibles, luego empezó a entenderlos mejor.
Miró hacia todos lados, la quemazón en su pecho parecía indicarle la dirección en la que se encontraba la persona que debía ver, entonces caminó con su bastón, alejándose de la posada al paso lento pero decidido de una tortuga; Taketora no se dio cuenta de su desaparición hasta pasados varios minutos. Algunas calles eran tan concurridas que tenía que pedirle a las personas que lo dejaran pasar, Domain era una ciudad enorme, compartía con Nerón un canal amplio de agua salada por donde navegaban galeras y embarcaciones a timón; Nerón estaba en la costa este, Domain en cambio fue construido en el valle que se formaba junto a esa costa.
Kenma se esforzaba al máximo para caminar, sus ansias le permitían no concentrarse en el dolor de su espalda, cada vez lo sentía más cerca de él, quería conocer su rostro, no estaba pensando en cómo presentarse ante él, era lo de menos, su intención en ese instante era conocerlo, no actuaba racionalmente, todos sus movimientos eran impulsados por su instinto. Ni siquiera le prestó atención al circo de Domain cuando pasó por su lado, era un enorme coliseo donde hacían espectáculos y competencias, y donde ponían a pelear a algunos regeneradores contra animales salvajes o contra sus propios hermanos, la mayoría no moría, pero muchos demonios adinerados y de clase noble gritaban con una fascinación obscena cuando alguno de esos esclavos llegaba a ser devorado vivo.
Llegó un par de cuadras más allá y se encontró con una amplia calle adoquinada con una fuente al centro, a juzgar por la cantidad de tabernas, moteles, baños termales, burdeles y salones de entretenimiento, debía tratarse del barrio nocturno de Domain, cercano al circo para entregar experiencias igual de ociosas al finalizar la tarde. Su pecho quemó más cuando percibió la presencia de la persona que estaba buscando; supo quién era en cuanto empezó a mirar detenidamente esa plaza, lo encontró afuera de un bar, con una ropa corriente mas no en mal estado, escondiendo su rostro con una capucha, haciéndose pasar por mendigo mientras vigilaba el motel que estaba al otro lado, como si estuviera esperando a alguien que había entrado allí.
Kenma se acercó a él, más acelerado que de costumbre, en un momento cayó de bruces justo a los pies del falso mendigo, y este se sobresaltó, ayudándolo rápidamente a incorporarse; le preguntó a Kenma con su joven voz si se había lastimado, el omega de dorado cabello se arrodilló frente al falso mendigo y le tocó el rostro con las dos manos, era suave y principesco, pero eso no le bastaba para conocerlo. Yahaba se sonrojó bajo su disfraz de mendigo, lo que tenía frente a él no parecía un demonio, era como un angelito, ni siquiera tenía cuernos visibles, aunque él entendía que debió perderlos en la guerra.
Kenma deslizó sus manos suavemente por las mejillas de Shigeru, al llegar a su sedoso cabello le quitó la capucha para poder mirarle el rostro; en un principio Yahaba no se sintió molesto por ello, tanto su pecho como el de Kenma tenían un calor de paz y felicidad, Semi había negado la conexión, Shigeru en cambio ni siquiera sabía que había una, pero ese momento era extrañamente dulce para él. El consejero le tocó el rostro a Kenma también, el más joven sonrió con los ojos brillantes, el momento habría sido más extenso y adorable si un hombre no se hubiera detenido cerca, mirando atónito a Yahaba; se le sumaron otras cuatro personas más, igual de asombradas que el primer hombre.
Cuando los cinco transeúntes lo reverenciaron, Yahaba se levantó de un salto, su gesto de ternura se convirtió en irritabilidad cuando lo juzgó como el culpable de que descubrieran su identidad, se colocó rápidamente la capucha y se fue corriendo del lugar antes de que los transeúntes corrieran la voz a más personas diciéndoles que el consejero de la reina estaba en la ciudad. Kenma se levantó con ayuda de su bastón y le preguntó a una de las mujeres presentes quien era el joven al cual habían reverenciado, ella nombró primero su cargo en la corte, después su nombre, Shigeru Yahaba; del pecho de Kenma volvió a brotar calor al saber su nombre, luego se quedó inmóvil mientras los transeúntes volvían a lo suyo, escuchando la voz de la bestia, quien le indicaba exactamente qué hacer.
Se quedó sentado por 40 minutos donde había estado Yahaba, pensando bien las palabras que debía decirle, la gente que pasaba por ahí lo confundía con un verdadero mendigo mutilado y le tiraban monedas en sus faldas, él no le prestaba atención a esa incómoda compasión; Kuroo salió del motel que tenía en frente, luciendo victorioso y fresco como una lechuga, miró a su alrededor como un bobo enamorado pero se le borró la sonrisa al identificar a su hermanito sentado al otro lado de la calle. Kuroo corrió a toda velocidad gritando su nombre, Kenma levantó la cabeza, apenas pudo asimilar la presencia de su hermano cuando este lo elevó sin la menor dificultad y lo abrazó mientras le pedía perdón una y otra vez, pensando que el haber estado tan ausente preocupó a Kenma hasta el punto de que lo buscó por todo Domain.

Kuroo llevó volando a Kenma de regreso al hostal, Yamamoto le pidió perdón de rodillas por haber dejado que se escapara para andar solo por la ciudad; el omega seguía escuchando las ordenes de la voz, el miedo que había sentido durante el primer día después del sueño estaba siendo opacado por una sensación de orgullo y entusiasmo, al conocer a los dos primeros elegidos tomó el suficiente valor como para empezar a aceptar que todo era verdad. Más dichoso se sentía al recordar que recorrió varias cuadras de Domain sin ninguna ayuda, era como si todo fuera posible a partir de ese momento, pero aún le quedaba una cosa que hacer antes de irse con el grupo hasta la frontera, tenía que hablar una última vez con Semi y explicarle de alguna forma a Yahaba que estaban unidos en un mismo destino.
Como tenía muy pocos minutos para ello, caminó con ayuda de su bastón hasta su habitación, sus amigos creyeron que tal vez había olvidado algo, pero lo que en verdad quería hacer Kenma era tomar una pluma y un papel que los de la posada ponían en cada cuarto por cortesía, para así poder redactar una carta destinada a Shigeru Yahaba. Al terminar, esperó que la tinta se secara y armó un sobre en el cual escribió el remitente y el destinatario, lo dobló cuidadosamente y salió de la habitación para buscar a Semi por todo el lugar; lo encontró en la lavandería junto a Goshiki; Eita se levantó sorprendido al ver a Kenma caminar con más energía que de costumbre.
-Kenma… Oye, lamento lo que dije ayer, no me expresé bien contigo, lo siento mucho - dijo Semi avergonzado de sí mismo, Tsutomu miraba a Kenma hacia arriba, no recordaba haberlo visto de pie así que le parecía mas alto.
-Pronto te darás cuenta de que te digo la verdad, no te preocupes - respondió el omega más joven, luego hizo una pequeña reverencia con la cabeza - muchas gracias por haber cuidado de mi estos días.
-Fue un placer ¿Ya están a punto de marchar? - preguntó, Kenma respondió asintiendo.
-Sí, solo me están esperando a mí, pero yo debo hablar contigo primero, Semi san - Kenma miró directamente a Eita y le mostró el sobre que llevaba en las manos - sé que no crees en mí, y no te convenceré, no tengo tiempo para eso ahora.
-Oh…
-Pero no me preocupa, él dice que dentro de poco lo entenderás todo y que nos volveremos a encontrar, no aquí, sino que en Menvra - agregó Kenma, Semi y Goshiki parecían extrañados.
-¿En Menvra? ¿Dónde es eso? - preguntó Eita confuso.
-¿Cual "él"? - preguntó también Tsutomu.
-"Él" es Behemot ¿Sabes leer Semi san? - pronunció Kenma, Eita seguía igual de incrédulo y preocupado.
-Mi esposo me enseñó un poco…
-Dejé algunos libros en mi habitación, te los puedes quedar, te serán de utilidad - Kenma sonrió, Semi estaba algo incómodo - Menvra es la capital de las tierras de los Angeles, estarás ahí en un año y medio aproximadamente.
-No lo creo, suena a que está demasiado lejos, no tengo ninguna razón para salir de este reino.
-No te lo estoy sugiriendo, tampoco te lo estoy ordenando, te lo estoy afirmando - contestó Kenma con una sonrisa segura, que acompañada con sus ojos gatunos le daba una presencia muy diferente a la de hacía un día.
-Seguro…
-Antes de irme, necesito que me hagas un último favor Semi san. Necesito que dejes esta carta en la oficina de correos - le dijo entregándole el sobre, Semi lo tomó y asintió, tal vez no estaba seguro de la salud mental de Kenma, pero no le negaría ese favor.
-De acuerdo, dejaré la carta en cuanto pueda.
-Te lo agradezco mucho, la persona a quien va dirigida está en esta misma ciudad, así que le llegará pronto, aunque de todos modos, creo que sería buena idea que la entregaras hoy, no puedo hacerlo yo sin levantar sospechas de mi hermano, nuestra ruta es fija y ya debemos irnos.
-Eso es cierto, de seguro ahora está preocupado allá afuera.
-Si… es hora de que me vaya… Una última cosa, Semi san.
-¿Qué pasa? - preguntó Eita, entonces Kenma extendió la palma de la mano e hizo brotar fuego, era una llama pálida con apenas unos pequeños rastros de amarillo, parecía casi blanco; Tsutomu se sintió hipnotizado por él, caminó hacia la mano de Kenma y estiró su manita para tocar las flamas, Semi casi entra en pánico, pero Goshiki comenzó a tocar el fuego y no parecía estarse quemando, hacia ruiditos de asombro pasando ambas manos por las llamas de Kenma.
-El fuego blanco es el más caliente, pero no pienso lastimar a tu hijo.

Yahaba persiguió a Oikawa desde su salida del motel hasta la llegada a su castillo en Nerón, nunca dejó su forma animal para cumplir su propósito, los que se burlaban de él por tener la forma de un dragón silfo llamándolo "lagartija" habrían palidecido al enterarse de que una "lagartija" alada por su tamaño podía pasar inadvertida en cielo y tierra. Por eso mantuvo su forma animal por horas, gastando casi toda su reserva de sphaeram hasta llegar al castillo de Nerón, se había enganchado a una de las patas del unicornio para infiltrarse en el interior.
Al llegar allí y sintiéndose completamente agotado, Shigeru usó sus últimas fuerzas para pasar de los establos a las bodegas, escondiéndose detrás de unos barriles para luego transformarse a su forma humana y reponer energías; los guardias no lo vieron, si bien les habían ordenado cuidar el castillo de animales pequeños, estaban más concentrados en la orden de no dejar pasar gatos negros, un animal del tamaño de una lagartija pasaba muy inadvertido. La tarde pasó así, con Yahaba desnudo y oculto en la bodega, recargando su energía vital para continuar con su infiltración; pasado algún tiempo, volvió a transformarse en un dragón silfo, se metió por las grietas entre las paredes y comenzó a buscar a Oikawa, no estaba en su cuarto, tampoco en el comedor, ni menos en la armería; su última opción fue revisar las mazmorras.
El lugar era muy oscuro y abrumador, la visión de Shigeru mejoraba un poco en la oscuridad cuando se transformaba en animal, en los calabozos logró ver a muchos pobres desgraciados encerrados tras las celdas, hombres y mujeres demonio, increíblemente no había regeneradores encerrados, solo gente que debía ser libre por derecho. Yahaba los miró con pesar, luego continuó avanzando por el frio y oscuro pasillo en dirección a la luz al final del camino, era una puerta de madera que dejaba entrever la luz de las lámparas de fuego; trepó hasta el techo y entonces escuchó a Shimizu decir algo que llamó su atención: "es el cambiaformas, dice que Sawamura ya se enteró de que tenemos un espía en el palacio de Akkad".
Shigeru se quedó quieto buscando alguna grieta en la cual poder asomar la cabeza, Kiyoko y Oikawa continuaron hablando de algo que no entendía del todo bien, algo que aludía a un par de recompensas; no obstante, los escuchó decir claramente que aspiraban al trono, era evidente que es lo que deseaban, pero escucharlos hablar con tal secretismo le hacía creer que planeaban algo terrible. Luego de mirar por un rato toda la pared, encontró una pequeña grieta en la cual podía colocar su diminuta cabeza, en el interior vio diferentes artefactos químicos y de armería, además de un cadáver que Oikawa estaba inspeccionando, era una visión algo perturbadora, pero trató de no alterarse por ello, al fin y al cabo, desde esa posición ya podía seguir el hilo de la conversación.
-He dicho: vivo.
-Como quieras, es tu decisión - le respondió Shimizu con indiferencia - ¿Realmente crees que podamos continuar el plan si los humanos se enteran de nuestro espía?
-Si Kyoutani llegase a enterarse y me acusara de traición, tendrá que vérselas con la justicia que ella tanto defiende, nuestros aliados en la corte ya demostraron ser eficientes, con algo más de presión sobre ellos, los votos de la reina y su parasito no tendrán ningún valor - dijo él mirándola a los ojos, ella estaba incrédula.
-¿Y qué tal si decide ejecutarnos sin juicio?
-Entonces el golpe de estado estaría justificado ante los ojos de la ciudadanía, si una reina acaba con los protocolos de juicio, quebrantaría los derechos básicos de los ciudadanos, sería muy estúpida al hacer eso.
-Pero también es lo que más conviene, que ella y Yahaba fallen en su decisión para que podamos adelantar el plan sin que se nos juzgue.
-Tu tranquila Shimizu, si nos llama a juicio por traición, la corte la hará quedar como idiota por inventar calumnias, si decide castigarnos sin un juicio, entonces provocaría una rebelión. Pero si es sensata y se queda callada mientras yo me gano el trono gracias a mi sangre real, de todos modos no habrá manera de que perdamos, los Kyoutani caerán por su propio peso - le explicó el acariciándole la cabeza a su esposa con falsa ternura.
-¿Y qué hay de Kentaro? Si decide volver tú no tendrás derecho sobre nada.
-Ya me estoy ocupando de eso, Kindaichi contrató mercenarios para darle caza, es escurridizo, pero si decide volver, esos hombres que lo buscan van a hacerlo desaparecer de forma definitiva. Le conviene seguir huyendo.
-Eso me tranquiliza, no quisiera que tu locura nos lleve a la ruina si adelantas tu coronación, compensa tus pocos escrúpulos con inteligencia.
-Je… ¿Por quién me tomas nena? No explotaría ni aunque esa lagartija me desafie una vez más, necesito llegar al poder pacíficamente, el pueblo debe saber de qué lado estar.
-Deberías comenzar a unirte a los oradores, es una figura que los ciudadanos puedan admirar - al fin después de mucho tiempo, Shimizu sonrió, Oikawa también lo hizo, casi se podía decir que estaban enamorados, pero eso definitivamente no era verdad.
-Sí, un rey necesita de un pueblo fiel - Tooru tocó la mejilla de Kiyoko - ¿Cuantas esclavas necesitará mi reina?
-No muchas, no soy muy aficionada a ese tipo de vicio como tú.
De cierta forma Shigeru comprendió que el momento podría volverse algo íntimo, ya sabía lo que tenía que saber, así que con disimulo se apartó de la grieta y trepó por el techo para salir lo mas rápido posible de ese lugar; de un agujero a otro llegó hasta una ventana donde habían algunas palomas, se aferró a una y emprendieron el vuelo, no llegó demasiado lejos cuando un grupo de guardias atravesaron a las pobres aves con flechas para cumplir la orden de Oikawa. La que Yahaba había montado cayó en picada contra el mar, así que pudo pasar inadvertido al desplazarse sobre el agua como una serpiente marina, dirigiéndose al monte de dragones para poder llegar más rápido a Domain.

Al anochecer Shigeru estaba en los baños del palacio de Domain, lavando su cansado cuerpo en la enorme alberca de agua termal, dentro del baño también había mosaicos y detalles en los pilares, Yahaba tenía la mente muy ocupada con posibles alternativas para afrontar la amenaza de Oikawa Tooru, por eso no se detenía a pensar que debajo de esa enorme tina rectangular hecha de piedra caliza había una caldera con algunos regeneradores controlando la temperatura de los fogones que mantenían caliente el agua, encerrados en un lugar de sofocante calor. Watari entró al baño para comunicarle una importante noticia, pero antes de siquiera decir una palabra, se quedó parado contemplando a Shigeru, quien sentado en los escalones de la alberca pasaba una esponja vegetal por su cuerpo; Shinji tragó saliva, el cuerpo del omega le parecía sensual y delicado, lo estaba viendo de espaldas, era como una de las esculturas que decoraban el palacio, pálido, con bellas curvas y músculos torneados, tan bello que Watari por inercia extendió su mano, imaginando que tocaba esa hermosa espalda, uniéndose a él en la tina.
Yahaba no volteó a verlo, solo tosió un poco y le preguntó porque se había quedado tan callado, Shinji recuperó la compostura y le anunció que habían atrapado a un traidor del reino, el ex capitán del ejercito Tendou Satori, y que lo mantendrían encarcelado al interior del palacio para enjuiciarlo al día siguiente por la mañana. Shigeru no dijo nada, seguía dándole vueltas a lo que había oído en el castillo de Nerón, después de meditar una idea mientras limpiaba su cuerpo, se levantó de golpe dándole la espalda a Watari, como si su idea fuera algo brillante y repentino; su amigo abrió mucho los ojos cuando pudo contemplar toda la retaguardia del omega, su corazón se agitó y se relamió los labios, imaginando cosas indecentes con Yahaba.
Luego de pensar un poco más, Shigeru cubrió sus genitales con la mano derecha y sus pezones con el brazo izquierdo, y volteó a ver a Shinji para decirle que deseaba tener una audiencia secreta con el prisionero; Watari disimuló su expresión de deseo mirando hacia el lado, pero el rubor de su rostro era imborrable. Cuando su amigo salió del cuarto de baño, Yahaba se envolvió en una bata y se fue rápidamente a su cuarto para vestirse, debía ser muy cuidadoso con su plan para enfrentar a Oikawa, sin hacer un movimiento en falso que los llevara a la ruina.
Para ello debía comprobar algo acerca de Tendou Satori, podía también jugar sucio y sacar del camino al jurado comprado por Oikawa, pero después de haberlo oído, se planteaba la hipótesis de que tal vez los jueces estuvieran siendo amenazados por él, no sería justo para ellos si Shigeru se fuera en su contra. Luego de vestirse, se dirigió a un salón subterráneo, era un poco menos amplio que el salón de audiencias, pero si tan grande como el dormitorio de la reina; al igual que todos los pisos inferiores estaba hecho de piedra y no de mármol y marfil como el resto del palacio, y no había ni una sola grieta y tragaluz que permitiera que alguien afuera del cuarto escuchase la conversación.
Ya estando preparado, Yahaba ordenó a dos guardias que trajeran a Tendou Satori ante su presencia, ambos obedecieron y a los pocos minutos sacaron al prisionero de su celda para llevarlo frente a Shigeru, la iluminación dejaba algo que desear, así que mientras llegaba Satori, el omega se dedicó a encender más candelabros. Mientras el prisionero entraba sonriendo nerviosamente, Yahaba subía los tres únicos peldaños de la habitación para sentarse en una silla dispuesta de manera que pudiese mirar a los demás desde una posición de superioridad, Tendou reía en voz baja para no dejar que lo dominara el pánico, sin sus canalizadores no podía defenderse más que con sus palabras.
-Déjennos a solas - ordenó Shigeru, los guardias lo reverenciaron y salieron del lugar dejando la puerta cerrada; Satori fijó la mirada en el omega, parecía haberse tranquilizado al analizarlo, en esos instantes estaba más curioso que asustado - Tendou Satori, se te acusa de alta traición en contra de la corona durante la guerra de los cien años.
-En realidad fueron 15 años, no he vivido tanto como quisiera - comentó Satori muy sonriente, luego se cohibió al mirar los ojos de desaprobación y seriedad en el consejero.
-Usted era el informante del rey Daichi Sawamura de Akkad ¿Lo niega?
-Bueno… se me da bien mentir, aunque si lo hiciera ahora sería pura mitomanía, después de todo, usted y su reina tienen pruebas contundentes de que esas acusaciones son reales - divagó Tendou rascándose la barbilla con las dos manos esposadas, también traía esposados los pies.
-Se dice que en más de una ocasión usted fue hasta la frontera para intercambiar información con los humanos y que cooperó con el espía Sugawara Koushi ¿Lo niega? - continuó Yahaba pretendiendo guardar sus intenciones, pero aun sin sus canalizadores, Satori era capaz de leer a las personas.
-Bueno, no puedo negar nada de eso, de hecho me preocupa que se sepa porque esta detención me tomó tan por sorpresa que no alcancé a darle aviso a mi amigo humano para que no venga ¿Van a declararles la guerra otra vez?
-Así que, planea juntarse otra vez para volver a traicionar a la reina ¿Eso es lo que quiso decir?
-Como ya dije, soy un buen mentiroso, usted no parece ser uno muy bueno, su alteza… - insinuó Tendou con una intrigante sonrisa, Yahaba contuvo una mueca para no sonreír al igual que él, luego tosió para volver a su papel.
-Si mañana usted es declarado culpable de traición a la corona, se le hará elegir entre morir ahorcado, decapitado o en la hoguera, por experiencia sé que todos eligen la decapitación.
-Pero usted no quiere que muera, no quiere amedrentarme ni burlarse de mí. No parece alguien que disfrute torturar a los demás, usted quiere ejercer poder desde el miedo.
-¿Cómo estás tan seguro de eso? - preguntó Shigeru, un poco más cínico y divertido, perdiendo de una vez la seriedad con la que había iniciado la audiencia.
-Oh… omití algo, usted quería comprobar mis intenciones, quería saber si planeaba volver a reunirme con humanos.
-Ya que comprobé las tuyas ¿Tu puedes hacerlo con las mías?
-Su lenguaje corporal lo delata su alteza, no ha apartado su vista de mí, no ha mirado en alto aunque esté sentado en un lugar que muestra superioridad, ha estado moviendo los dedos con impaciencia, porque usted está expectante e interesado en mi ¿Me lo niega? - contestó Tendou esperanzado por esa situación, sonrió de oreja a oreja cuando el omega sacó una pequeña pieza metálica de su bolsillo, un pequeño aro para la piel.
-Gran parte de la guardia real usa magia de intensificación, sus canalizadores son indetectables para la mayoría y hay de sobra en la armería - comentó Yahaba moviendo la mano en diferentes direcciones para ver como Satori seguía el diminuto canalizador con los ojos - ahora usted parece interesado.
-Dígame que debo hacer para ganarme ese delicioso indulto - le pidió Tendou con entusiasmo, Shigeru no iba a ser tan directo para enseñarle quien mandaba.
-Si usted llegase a escapar, ordenaré al día siguiente al comandante Suguru Daishou que cree un cartel de búsqueda con su rostro, lo cual puede tardar otro día. Usted tendrá dos días de tranquilidad, ir hasta Nerón a por un dragón sería una decisión estúpida a pesar de ser la vía de escape más rápida, hay más opciones de escape por los bosques de Mare Saltu, si se deja atrapar la orden de ejecución será inmediata.
-Vaya forma de alentarme…
-Este "indulto" que está en mis manos solo se le otorgará una vez que jure entregar un último comunicado a los mensajeros humanos. Después de cumplido ese cometido, usted quedará desterrado para siempre de estas tierras - pronunció Yahaba, Tendou asintió entre el temor y la alegría.
-Tiene mi palabra su alteza… - respondió con falsa humildad Satori, entonces Shigeru movió el canalizador entre sus dedos, jugando con la paciencia de Tendou para verlo sudar con nerviosismo - Y dígame su alteza… ¿Cuál es el mensaje que debo darle a los humanos?

Paso media hora después de finalizada su charla con el prisionero, Yahaba asumía que Satori ya estaba usando sus poderes para controlar a los guardias y salir del calabozo, podía sentirse tranquilo al respecto, solo los humanos le darían cobijo a un traidor como él, y al día siguiente comenzaría la búsqueda del ahora prófugo Tendou Satori, no había razón para que se quedara en esas tierras y no le diera el mensaje de alerta a los reyes humanos. Mientras se colocaba el camisón para dormir, Watari entró en el cuarto de Yahaba sin avisar, este lo miró con molestia, Shinji se rascó la cabeza apenado y suspiró por los dos incomodos momentos del día.
-Lamento mucho haber entrado así, debí tocar la puerta primero…
-Da igual ¿Qué necesitas decirme?
-La reina revisó su correo y encontró una carta que no iba dirigida a ella, sino a ti - le explicó Watari, Yahaba se mostró curioso y extendió una mano para que su amigo le entregara la carta, ambos se sentaron sobre la cama de Yahaba para leerla.
-¿Dejaste que la reina abriera los sobres? ¿Qué pasa si las hojas están impregnadas de veneno? Ahora debemos ser muy precavidos.
-Ella también pensó en eso, se colocó guantes antes de abrir el sobre - respondió Shinji, sacando un par de guantes de su bolsillo para dárselos a Shigeru, que no estaba siguiendo su propio consejo al intentar abrir la carta con las manos desnudas - es a ti a quien trataron de matar primero, debes cuidarte tanto como la reina.
-Tienes razón… gracias - murmuró Yahaba colocándose los guantes; mientras lo hacía, Watari tomó disimuladamente un pliegue del camisón con dos dedos, dejando que los propios movimientos de Shigeru lograran que un hombro de su ropa cayera ligeramente.
-La envía un tal Kenma Kozume, de Domain… - comentó mientras fantaseaba con besarle el hombro y el cuello.
-No me suena conocido - dijo Yahaba, procediendo a leer en voz moderada la carta, para que solo su amigo la oyera - "Estimado Yahaba Shigeru. Mi nombre es Kozume Kenma, tengo 19 años y vivo con mi hermano adoptivo, el teniente del ejército Kuroo Tetsuro. Sé que no me recordará, pero, nos conocimos en la mañana en el barrio cercano al circo, me tropecé sobre sus pies y pudimos hacer contacto de esa forma…".
-¿Será un admirador? - se preguntó Shinji, entonces Yahaba sonrió tiernamente al recordar al muchacho de rubios cabellos que cayó frente a él, se sintió algo mal por haberse ido de forma mal educada.
-"Me hubiese gustado hablarle en esos momentos, lo estuve buscando por varias cuadras, pero usted se fue al ser reconocido…" que dulce - comentó Shigeru después de seguir leyendo la carta, Watari fingió reír con picardía a pesar de que se moría de celos - "Esto es algo difícil de decir, puede que me tome por loco, pero, hace poco tuve un sueño con Behemot, la deidad protectora del reino humano, él me dijo que las tierras humanas estarán en peligro a causa de un demonio que quiere usurpar el trono de la reina Kyoutani, me dijo que este demonio creará un enorme caos que podría acabar hasta con el último ser vivo del continente".
-¿A qué viene eso? - se cuestionó Shinji, Yahaba se encogió de hombros y continuó con la carta.
-"Sé que suena delirante, pero, todo fue muy extraño después de ese sueño, mi apariencia cambió, mi energía cambió, y comencé a sentir cosas que no sentía antes, por eso pude encontrarlo en medio de la ciudad, porque podía sentir su presencia, podía sentir una conexión con usted. La bestia me reveló que a parte de mí, hay otras 12 personas destinadas a hacerle frente a esa amenaza."
-Es un delirio profético entonces… Espera, antes dijo algo sobre "usurpar el trono" ¿No? - dijo Watari algo desconcertado.
-No me digas que le crees, a los profetas hay que tomarlos con pinzas, buena parte de los profetas han sido manipuladores que buscaban favorecer a alguna familia noble en los tiempos de inestabilidad. No podemos corroborar que los que usan magia psíquica dicen la verdad, son un enigma.
-Qué gran coincidencia es entonces…
-"A estas alturas debe creerme loco, espero que no rompa la carta", no pensaba hacerlo de todos modos - comentó Yahaba, luego prosiguió - "porque esto es muy importante. Hace un par de días pasó frente a mí una caravana rumbo a Nerón, y al ver a uno de ellos supe que se trataba del usurpador… Hablo del conde Oikawa Tooru, su presencia me desagrada y estoy seguro de que no planea algo bueno contra la reina, así que, si usted tiene contacto con él, le recomiendo desconfiar" - Shigeru y Shinji se miraron, más serios que al iniciar la carta.
-Eso ya no es una coincidencia, es, raro.
-Demasiado raro… aun así, es mejor no fiarse, tal vez este chico es un empleado de Oikawa que solo quiere confundirnos y mofarse de nosotros ahora que estamos débiles - dijo Yahaba tratando de pensar con lógica, luego prosiguió con la carta - "Behemot me ha dicho otras cosas, tal vez usted esté sospechando de mí y crea que no estoy de su lado, pero le aseguro que esto es real, que yo quiero lo mejor para usted y para la reina". Bien, este chico piensa en todo.
-Es un tanto sospechoso, pero interesante.
-"Él me dijo que usted acaba de liberar a un prisionero" - pronunció Yahaba leyendo la carta; tanto él como Watari se miraron, enmudecidos y atónitos considerando que tan solo hacía media hora Shigeru le había entregado el canalizador a Tendou Satori - Watari… ¿A qué hora llegó el correo?
-Hace 6 horas, y solo 4 horas atrás llegaron los soldados con Satori encarcelado… - contestó Shinji tan desconcertado como él - ¿Realmente será un vidente?
-No lo sé… pero, esto es muy extraño - susurró Yahaba, continuando con la lectura de la carta - "Me dijo que usted tiene un plan para luchar contra el usurpador, y que necesita averiguar donde se encuentra una pieza clave para ese plan" - leyó Shigeru, si Watari le estaba diciendo algo él no lo sabría, se encontraba inmerso en el contenido de la carta, ya que lo estaba haciendo pensar en la idea que se le había cruzado por la mente luego de saber cuáles eran los planes de Oikawa y cuantos "aliados" extorsionados tenía en el jurado - "Me dijo que esa pieza está a los pies de la cordillera de Tenebris" - susurró Yahaba, estaba tan sorprendido que dejó la carta sobre sus piernas y se quedó callado, pensando mientras miraba el piso con una expresión obnubilada; al verlo tan distraído, Shinji le quitó la carta para leer el resto en voz alta.
-"Si usted decide creer en mí, lo estaré esperando en Menvra en un año y medio. Mucha suerte… Kozume Kenma" - finalizó Watari mientras Shigeru seguía inmerso en sus pensamientos con el corazón agitado - ¿Menvra no es la capital de la tierra de los Ángeles?
-Si… así es… - susurró Yahaba mirando el suelo de cerámica marmoleada.
-Es realmente específico… Tal vez el chico si es un vidente que quiere advertirte de algo, o tal vez no… - murmuró Shinji pensativo - ¿Habrá alguna profecía del reino humano que le de la razón? Solo conozco las de nuestras tierras.
-Watari… necesito pedirte un favor - susurró Yahaba antes de ponerse de pie y correr hacia su armario para sacar algunas prendas con rapidez.
-¿Qué te está pasando? - preguntó Watari al verlo tan desesperado por empacar ropa.
-Tengo que hacer un viaje de emergencia, necesito que mandes a llamar a Kourai Hoshiumi, su lealtad es la más fuerte, así que dile a la reina que lo invite a vivir con su esposo e hija temporalmente al palacio.
-¿Por qué quieres que vivan aquí?
-Hoshiumi es un omega, podrá hacerle frente a una amenaza si llegara a presentarse una situación así, también llamaré a Kiyoomi y a Komori, y a algunos hechiceros a sueldo para que custodien a la reina mientras no estoy.
-¿A dónde irás? - preguntó Shinji tomando la mano de Shigeru para llamar su atención, pues lo notaba muy acelerado.
-Iré a buscar a Kentaro - respondió Yahaba, entonces Watari abrió los ojos entendiendo todo.
-¿Le harás caso a la ubicación que te indica la carta? ¿Qué pasa si es una trampa para asesinarte? No quiero ni imaginar esa posibilidad… - pronunció Shinji, que luego de mirarlo a los ojos, lo abrazó con mucha preocupación y dulzura.
-Es como un salto de fe… pero no pierdo nada con intentarlo, Si esto es verdad, podre encontrar al príncipe.
-Y si lo encuentras ¿Realmente crees que querrá venir? La reina ha enviado tropas a buscarlo durante años, y él los ataca o huye de ellos.
-Huye porque Oikawa tiene a asesinos tras sus pasos.
-Aun así, si huyó es porque no quiere ser rey - le dijo un poco enfadado por su terquedad, entonces Yahaba le tomó las mejillas con las dos manos.
-Tengo que intentarlo… Por favor Watari, te necesito de mi lado - susurró Shigeru, los ojos de Shinji brillaron al ver aquel rostro orgulloso volverse temeroso y tierno, le parecía tan bello.
-Siempre estaré de tu lado… - le respondió tomándole una mano y besándola con devoción.
-Nadie conoce tu habilidad, por eso necesito que vigiles a los guardianes de la reina, si notas que no son leales, tú serás mi última carta para salvarla… Prométemelo - le pidió el omega, entonces Watari lo abrazó suavemente, sosteniendo su cabeza con una mano.
-Lo prometo…

Continuará…