Semi y Tendou recorrieron las calles de Tridenti juntos, alejándose de los hombres peligrosos y paseando como una pareja cualquiera, de esa forma nadie se acercaría a asechar a Eita, los omegas en el reino demonio debían aprender a ser agresivos para evitar que se les tratara indebidamente, y solo se les respetaba si "tenían dueño"; Satori miraba a Semi mientras le contaba su historia con Kenma, por su capacidad de leer mentes sabía que aquellos sucesos inexplicables habían pasado en realidad, así que no dudaba de la veracidad del relato. Quiso tomar la mano de Eita aprovechando el momento, pero el omega la apartó bruscamente y continuaron el camino cuesta arriba para llegar al albergue donde su hijo dormía entre heno y frazadas; iban dejando a sus espaldas el mar iluminado por estrellas, si las cosas se hubieran dado en un contexto más tranquilo, a Tendou le hubiese encantado pasar la noche en la playa junto a Semi; no costaba nada soñar con una vida tranquila.
-Fuego blanco… Pues tiene razón, es el fuego que se logra a mayor temperatura, algunos emisores logran hacer fuego amarillo pálido luego de mucho ensayo y error, lo raro es que no haya quemado a tu hijo.
-Sentí mucho miedo cuando vi que Tsutomu quería tocar ese fuego, de verdad parece un auténtico milagro.
-Es porque lo es… - murmuró Satori, luego miró a Eita, que evitaba dirigirle la mirada también - te agradezco esta oportunidad, Semi Semi.
-¿De qué oportunidad hablas?
-Pude haberme ido en un barco apenas completara mi misión en la frontera, hubiera navegado con mis compañeros hasta Zenith en la tierra de los ángeles y habría pasado una vida sin preocupaciones en un lugar neutral.
-Suena como si me estuvieras culpando de algo.
-Permíteme continuar, mi dulce elegido. Sí, habría llegado al paraíso, pero no sería una vida muy entretenida y feliz, ningún ángel se mezcla con demonios así que no tendría una familia aunque lo quisiera. Ahora con este asunto me siento más vivo, sé que el conflicto es inevitable desde la perspectiva profética, pero me gustaría ser parte de eso - dijo Satori mirándolo más de cerca, Eita retrocedió como un gato arisco hasta quedarse contra la pared.
-¿Por qué crees que serás parte de lo que sea que va a pasar? Este asunto nos concierne a mí, a Kenma y a los demás, no a ti - le respondió Semi muy serio, en el fondo se sentía algo nervioso.
-Soy el que dio la mala noticia a los humanos, misma noticia que involucra al cabrón de Oikawa a quien tienes que matar, si lo piensas, nuestros caminos se cruzaron por una razón - decía Tendou sonriente y algo pícaro; colocó un brazo en la pared para "encerrar" a Eita, pero este levantó una rodilla, amenazando con darle una patada en la entrepierna.
-Es mera coincidencia, ahora apártate, tengo que volver con mi hijo.
-¿No eres tú el que tiene un destino que cumplir? ¿Qué impide que nosotros dos también estemos destinados? - preguntó sonriendo y moviendo las cejas, le hubiese gustado acariciarle el rostro, pero sabía que si hacia un movimiento en falso Semi lo golpearía.
-No confío en ti - contestó Eita mirando hacia el lado, si bien no confiaba en Tendou, se sentía muy confundido.
-Te he salvado dos veces ¿Cuantas veces más debo hacerlo para obtener tu confianza? - cuestionó sin tomarse muy en serio su pregunta, Semi si la tomaba en serio y por ello no supo que decir, alargando un silencio entre ambos, Satori suspiró y se apartó un poco para dejar de molestarlo - bueno… no es que te esté cobrando por cada vez que te saco de un apuro, no es necesario que me lo pagues… Pero, el punto es, que como eres un "elegido", pienso ayudarte con lo que tengas que hacer.
-Puedo hacerlo yo mismo.
-Tu plan es saber dónde encontrar a Oikawa ¿Y luego qué?
-Cortejarlo y cortarle la garganta cuando esté desprevenido.
-¿Alguna vez has matado a alguien?
-No, pero no creas que no sería capaz.
-No te veo preparado.
-¡¿No piensas irte?! - exclamó Eita empujándole la cara con una mano.
-Como quieras, pero… - pronunció Tendou llevando una mano a su bolsillo para sacar una bolsa de monedas de plata - toma esto, lo vas a necesitar - dijo al entregarle la bolsa, Semi reviso el contenido sin poder creer lo que veía.
-No puedo aceptarlo…
-Insisto, paga una buena posada para ti y el enano, el resto lo puedes usar para tus propios fines - le dijo mientras se daba la vuelta para irse y movía la mano para decir adiós - mañana ve al mercado y pregunta por el "maná" en los puestos de hierbas, después me lo agradeces.
Yahaba y Kyoutani llegaron a Domain por la madrugada, cuando ya empezaban a despertar los primeros ciudadanos, la urbe estaba algo vacía, pero Kentaro no se sentía cómodo a pesar de las pocas personas que había en las calles adoquinadas, así que se acomodaba la capucha para no ser reconocido por nadie; iba a espaldas de Shigeru cabalgando con el suave trote del unicornio negro, se le notaba demasiado cohibido. El consejero lo ponía aún más nervioso por guiar al caballo por rutas que se desviaban un poco del camino principal hacia el palacio, en un momento cruzaron el túnel que se formaba al entrar al sector del barrio de la justicia, conformado por viviendas encima de un arco que daba a una plaza, donde estaban los edificios del juzgado de los comunes; se detuvieron frente al edificio principal y Yahaba le dirigió la palabra a los guardias, ordenándoles que le dijeran a los jueces y notarios que se presentaran al palacio al medio día.
Luego de dar la orden, cabalgaron hasta la catedral de Domain y convocaron también al obispo diciéndole que se presentara a la misma hora que los jueces; Shigeru quería firmar la unión con suma rapidez, para así dejar de quitarle tiempo al príncipe y liberarlo de su compromiso. Kyoutani no se sentía bien, su ansiedad aumentaba a medida que el caballo subía en dirección a la escalinata principal del palacio, los árboles frutales a los costados de la misma seguían siendo los mismos, detestaba el sentimiento de nostalgia que todo ese lugar le provocaba.
Un centinela de la entrada corrió la voz para avisar que el consejero real estaba de vuelta, la noticia no tardó en llegar a oídos de Watari, que fue hacia la entrada lateral que daba hacia los establos, porque sabía que Yahaba rodearía la escalinata en vez de subirla y que usaría otra entrada para poder dejar el corcel en los corrales junto a otros unicornios de la caballería. Shinji llegó corriendo justo en el momento cuando Kyoutani, sujetando su capucha con las dos manos para ocultar lo más posible su rostro, seguía a Shigeru para adentrarse en el palacio.
Watari sonrió al ver a Yahaba y fue corriendo a abrazarlo mientras lo saludaba después de largas semanas de viaje, escuchó un gruñido cuando alargó el abrazo y le acarició la espalda a su amigo, luego lo soltó para mirar al acompañante de Shigeru. Con disimulo le preguntó si era quien creía que era, y el omega le respondió que sí, que se trataba del príncipe Kentaro; entonces Shinji reverenció a Kyoutani y lo saludó cordialmente, cosa que solo irritó más al alfa y lo hizo preguntar cuanto faltaba para la ceremonia; Watari no comprendió muy bien a que se refería, pero Yahaba le pidió que le diera su espacio al príncipe y que no alardeara sobre su presencia con ningún empleado.
Las horas pasaron y los habitantes del palacio comenzaron a despertar con los rayos del sol que entraban por las ventanas, el vizconde Sachirou Hirugami y su esposo Kourai Hoshiumi dormían en una amplia y suave cama con sabanas de seda, la reina les había ofrecido un cuarto separado del de su pequeña hija Kotomi, las habitaciones eran amplias, cómodas y más lujosas que su vivienda en el oeste de Domain; esa noche el turno de vigilar los aposentos de la reina había recaído en Sakusa y Komori, por lo que ellos habían aprovechado su nuevo cuarto. Y aunque la cama era muchísimo más grande que la de su hogar, Hoshiumi estaba demasiado acostumbrado a dormir apegado a su marido para no sentir frio por las noches, así que en esa ocasión dormía profundamente con la cabeza apoyada bajo el pectoral desnudo de Sachirou, sus cortos cabellos plateados rozaban la piel del alfa y una de sus manos reposaba sobre el vello de su pecho.
Hirugami abrió los ojos y contempló la desnudez de su omega, incluso su rodilla flexionada descansaba sobre las fuertes y largas piernas de Sachirou; sonrió al verlo así, le acarició la espalda y susurró su nombre para despertarlo, Kourai se removió un poco, quejándose de mala gana por no querer levantarse. Su humor cambió cuando su mano sintió el vello en el pecho de su esposo, luego sonrió y movió la mano para acariciarlo con suavidad, Hirugami le dijo que tenía toda la cama para sí mismo y que aun así no le gustaba separarse de él; Hoshiumi se incorporó apoyándose en sus palmas, lo miraba como si estuviera molesto con él, pero Sachirou seguía sonriéndole con paz, pues sabía perfectamente el verdadero significado de esa mirada.
Kourai bajó sus labios por el amplio pecho de su esposo, los deslizaba lentamente entre las costillas, luego por los abdominales y por debajo del ombligo, Hirugami sonreía dejándolo actuar, lo hacía feliz ver su plateada cabecita deteniéndose a la altura de su entrepierna, quedándose quieta un par de minutos para mirar detenidamente esa parte de él. Hoshiumi observaba la polla de su alfa, aun estando flácida seguía pareciéndole grande, estaba apoyada sobre el vello púbico, como dormida; despertarla era una de sus especialidades.
Colocó la mano sobre el glande para mantenerlo apegado al vello y comenzó a "morder" con los labios el resto del pene, suspiraba y gemía sintiendo la piel de su marido calentarse mientras Sachirou apretaba las sábanas y contenía la voz; Kourai abrió la boca y metió los testículos adentro, movió la lengua y los sacó mientras seguía chupando para escuchar el ruido de succión. Con su mano podía sentir el glande hirviente y la vellosidad en la vejiga de su esposo, quedaba poco para que se endureciera y mostrara el verdadero tamaño de su polla, así que deslizó una y otra vez la lengua por su pene; las venas se volvieron más perceptibles y todo lo demás se volvió duro y caliente, entonces retiró su mano y dejó que el pene se levantara por sí mismo.
El glande le llegaba a un ojo, su alfa respiraba profundamente para mantener el control, el calor de Hoshiumi creció y empezó a sentirse húmedo, pero no dejaría que ganara la impaciencia, quería completar el oral como le gustaba hacerlo; tomó la base con una mano y metió el resto en su boca, no le cabía del todo adentro, mas eso no lo detenía de mover la cabeza y saborear con su lengua cada vena marcada en esa polla. Kourai estaba debajo de las sábanas mientras chupaba, su mano que agarraba la base del pene se movía de arriba a abajo en la parte del tronco que no podía acaparar su boca, a ratos intentaba meterla hasta su garganta, pero tenía que detenerse para tomar aire, era un espectáculo observarlo cuando lo hacía, pues el entusiasmo lo llevaba a mover involuntariamente las caderas, como si estuviese ansioso por cabalgar a su esposo.
Cambió de posición la mano para envolver el glande mientras chupaba los costados de la base, Hirugami gimió y Hoshiumi sintió como su pene sufría un pequeño espasmo, notó que había líquido pre-seminal en la punta y lo aprovechó junto con su saliva para girar la mano en círculos. Hizo contacto visual al soltar la polla, su expresión tensa en esos momentos significaba que apenas estaba comenzando a divertirse, así que se la metió una vez más a la boca y chupó sin compasión mientras subía y bajaba la cabeza; Sachirou bufaba y gemía cada vez más alto, su hermoso omega a veces parecía querer arrancarle la verga, a Kourai le resultaba divertido y ardiente chuparla de esa forma, porque al soltarla aplicando esa incesante succión se escuchaba un ruido increíble, en esa ocasión no hubo diferencia, cuando al fin la liberó de sus fauces la polla estaba reluciente, roja y muy erecta y grande como dos tercios de su cara.
El omega gateó para mirar a los ojos a su marido, las sabanas le cubrían la cintura, ambos hacían contacto visual, sonriendo; Hoshiumi bajó una mano para tomarle el pene, pretendiendo dejarlo en su solo lugar para facilitar la inserción, su esposo por su parte se apoyó en sus codos para besarle los labios, cerró los ojos disfrutando mientras poco a poco se adentraba en él. Entonces escucharon que alguien giraba el pomo de la puerta y ambos se movieron a toda velocidad para cubrirse con las sabanas; el corazón les saltaba del pecho, los empleados tocaban a la puerta cuando querían decirles algo, pero si solo escucharon que se abría, significaba que su pequeña hija era la que estaba entrando al cuarto.
Tal y como lo imaginaron, la pequeña Kotomi entró llorando suavemente a la habitación, llevando una fina muñeca de porcelana que le fue regalada por la reina tomada de la mano, sus padres se enternecieron y le preguntaron porque lloraba, ella respondió lo más común, que había soñado algo feo y que se despertó en un gran cuarto totalmente sola; la niña caminó hacia Hirugami y le abrazó el cuello, su papá estaba arropado de los abdominales para abajo, procuró no moverse mucho al abrazar a su princesa y le dio un pequeño beso en el minúsculo tabique de su nariz. Kourai aprovechó para estirar la mano y tomar una bata para envolverse rápidamente sin ser visto por su hijita, luego rodeó la cama para llegar hacia ella, la tomó en sus brazos y fue con Kotomi hasta su cuarto, diciendo que se quedaría con ella hasta que se durmiera otra vez.
Sachirou se quedó solo en la habitación, suspiró y cerró los ojos, sabía que tendría que esperar algunos minutos para que su bella princesa se durmiera otra vez, no le haría daño esperar a su esposo en la cama por un rato; no pensaba tocarse a sí mismo, con paciencia podría reanudar la placentera mañana junto a Hoshiumi. Miró el techo mientras esperaba a su marido, pensando en él y en su pequeña, no muchos hombres se detenían a pensar en la semilla que dejaban en el mundo, antes él era uno de ellos, creía que no necesitaba descendientes más que para heredar los terrenos que ya no poseía, hasta que después de su matrimonio descubrió que lo que más lo había hecho feliz era tener una familia propia; el nacimiento de su hija le dio un nuevo significado a su vida, haría lo que fuera por cuidar y conservar a su amado Kourai y a la niña que ambos compartían.
Después de 10 minutos Hoshiumi volvió a la habitación y cerró la puerta tras de sí, Hirugami le sonrió y preguntó por Kotomi, Kourai respondió que estaba dormida otra vez, en cuanto estuvo más cerca de la cama dejó caer la bata y gateó hasta llegar a su esposo, echó las sabanas hacia atrás y se le quedó mirando seriamente mientras le tomaba la polla con una mano, estaba un poco menos erecto, pero su esposo no le dio señales de haber perdido el libido, así que lo masturbó un rato mientras se besaban amorosamente. Sachirou detuvo a Hoshiumi y lo tomó suavemente con sus dos manos, recostándolo con la cabeza a orillas de la cama, el omega sonrió y abrió las piernas, dejándole espacio a su marido para inclinarse entre ellas, besando y metiéndose a la boca el pene de Kourai.
Lo hacía de forma diferente a la que Hoshiumi acostumbraba darle, Hirugami siempre era más delicado con él, su lengua hacía movimientos suaves al igual que su cabeza, no lo miraba cuando le daba sexo oral, se concentraba en chupar y besar sus genitales con amor, por eso Kourai solo podía ver su castaño cabello entre sus piernas. El calor aumentaba en el omega, su entrepierna se humedeció mientras gemía y sus instintos suplicaban engendrar un nuevo bebé para su alfa, aunque al no estar en celo, había pocas probabilidades de que eso ocurriera.
Hoshiumi gemía con la consciencia a medias, tuvo la suficiente para decirle a Sachirou que se detuviese, porque él deseaba tenerlo dentro de sí; el alfa levantó la cabeza y lo miró con ternura y deseo, le acaricio los labios con el pulgar y se le quedó viendo, enamorado de su rostro y de todo su cuerpo; Kourai lo hizo reír cuando lo miró con impaciencia y enfado por no apresurarse, Hirugami pensaba jugar un poco antes de darle lo que quería, así que tomó su propia verga y la azotó un par de veces contra el estómago de su esposo, deseaba que el omega notara el tamaño y el grosor, y que de esa forma imaginara que tan adentro podía llegar si se dejaba llevar por sus instintos. Los ojos de Hoshiumi brillaron maravillados, después de saborear la imagen del momento, empujó a Sachirou y gateó hacia uno de los almohadones, abrazándolo y levantando las caderas, miraba hacia atrás a su marido y movía de forma ondeante sus glúteos para atraerlo.
Hirugami rió en voz baja y se acercó a las piernas de Kourai, las tomó firmemente pero sin rudeza, y empujó su pelvis hacia adelante para comenzar penetrarlo; Hoshiumi gimió con la voz aguda y abrazó más la almohada, lo miraba de reojo con tensión sexual, su alfa se movía sin apuro, disfrutando con lentitud del placer que le daba el interior tan resbaladizo y cálido de Kourai. El impaciente omega movió sus propias caderas a un ritmo más intenso, Sachirou lo dejó actuar, su amado e insaciable esposo abrazaba y mordía la almohada, gimiendo mientras Hirugami lo follaba siguiéndole el ritmo; el alfa gemía y respiraba profundamente concentrándose en mantener el control, gozaba de Hoshiumi con su propia conciencia, sin que sus instintos se interpusieran.
Para poder abrazarlo mientras le hacia el amor, Sachirou se detuvo y giró el cuerpo de su esposo, dejándolo recostado boca arriba mientras él le abría las piernas y volvía a meterla; Korai agarró con sus manos los dos almohadones y siguió gimiendo descontroladamente, su esposo al fin se movía al ritmo que le gustaba, con su polla ya empapada y lubricada con los fluidos del omega, entrando una y otra vez sin la menor dificultad. Hirugami apegó un poco su cuerpo al de su marido y lo abrazó con ternura, moviendo las caderas enérgicamente y acariciándole la espalda y la cabeza; Hoshiumi se estremeció cuando lo escuchó repetir varias veces la palabra "te amo" cerca de su oído.
Él le besó el cuello a su alfa y acarició su amplia y musculosa espalda, repitiendo los muchos "te amo" que Sachirou le decía; tener sexo con él lo hacía sentir tan bien, toda su vida estuvo repleta de experiencias duras y desesperanzadoras, salvo por esos pequeños momentos de felicidad que hallaba en cosas muy simples; Hirugami llegó a su vida para hacerla más feliz que cuando era un omega sin familia y hogar. Se besaron mientras el alfa continuaba empujando la pelvis sin parar entre sus nalgas, Korai sonreía cuando se besaban, estaba tan extasiado y complacido que le besó el cuello a su esposo y llevó lentamente sus manos a los tonificados y duros glúteos de Sachirou para agarrárselos mientras era penetrado.
Su marido rió y volvió a besarlo, sonriendo lleno de amor por su omega, Hoshiumi también sonreía y reía en voz baja, después de agarrarle los glúteos lo abrazó y continuó gimiendo, Hirugami le besaba el cuello y volvía a recordarle sus palabras con sensuales susurros: "te amo". Entonces se separó de Korai y lo tomó en sus brazos para acomodarlo en otra posición, Sachirou se recostó boca arriba y colocó la espalda de Hoshiumi sobre su torso, luego le abrió las piernas para volver a follarlo, en esa posición no podía ver como la metía, pero por toda la lubricación de su omega fue bastante sencillo para él volver a penetrarlo.
Empezó a mover nuevamente las caderas, ambos sentían mucho calor, faltaba poco para que Hirugami se corriera dentro de Korai, así que aprovecharía esa nueva posición para usar sus mágicas manos para excitar a su omega, queriendo darle todo el placer que podía dar; Hoshiumi suspiró y gimió dulcemente cuando Sachirou deslizó sus dedos hacia sus pezones, los acarició, los pellizcó, giró y tiró de ellos mientras le susurraba al oído desde atrás muchas palabras sensuales con una voz baja y profunda. Las cortas hebras de Korai le rozaban el rostro al alfa, este en vez de quejarse acercó más su nariz al cuello de su omega para tocarlo, después le mordió una oreja y llevó una de sus manos al pene de Hoshiumi para masturbarlo al mismo tiempo que sobaba sus pechos con la otra mano; el omega giró ligeramente la cabeza para mirar hacia atrás a su esposo, Hirugami le sonrió y lo besó con pasión, aumentando el ritmo de la penetración y de sus placenteras manos.
Durante el beso Korai abrió los ojos, estremeciéndose al sentir tantas cosas al mismo tiempo, Sachirou no le soltaba los labios, pero tampoco detenía sus otras acciones para darle un respiro; Hoshiumi terminó eyaculando a chorros, chillando de placer al alcanzar un fuerte orgasmo. Pronto llegó el turno del alfa, que anudó dentro de su omega al venirse, ambos respiraron con alivio, bufando y suspirando mientras Korai descansaba su espalda sobre el pecho de Hirugami; pasarían algunos minutos para que se desinflamara el nudo, así que aprovecharon para besarse un poco más en esa posición, Sachirou tomó una de las sabanas para limpiar los fluidos de su omega, Hoshiumi sonrió y rozó su nariz contra la de su alfa, a veces creía tener el mejor esposo, el más guapo, sensual y dulce del mundo.
Después de algunos minutos, Hirugami y Korai estaban fuera de las sabanas, envueltos en batas y besándose con pasión cerca del armario donde tenían sus ropas, entonces alguien tocó la puerta, era Watari que deseaba entregarles un mensaje de parte de Yahaba; Sachirou le preguntó a Shinji que quería sin ir a abrirle la puerta, y él le respondió que Yahaba los convocó al templo de ceremonias en uno de los pisos inferiores. A Hoshiumi y a su esposo les pareció un poco extraño que Shigeru los citara a esa habitación en específico, aunque a Korai personalmente lo alegraba mucho la noticia de que el consejero estuviera de vuelta en el palacio.
El siguiente en recibir la noticia fue Sakusa, que estaba sentado afuera de los aposentos de la reina, tenía mucho sueño, pero aguantaba con firmeza; luego de que Watari le mencionase que Yahaba quería verlo en el templo, Kiyoomi se levantó de su lugar y buscó a su primo Komori para darle personalmente la noticia, no estaba en su cuarto, y no estaba en los baños termales, que era uno de los lugares favoritos de ambos. La única opción que quedaba era que estuviese desayunando, conociéndolo estaría en uno de los comedores más pequeños y discretos; lo encontró en ese lugar con la mesa llena de comida, frutas, avena, pescado, cordero y vino, Motoya degustaba todo con una sonrisa, aprovechando al máximo su nueva vida dentro del palacio de Domain.
Sakusa tosió para llamar su atención, Komori lo saludó amablemente y lo invitó a comer a su lado, pero Kiyoomi se negó dándole la noticia de la llegada de Yahaba y sobre la inusual reunión; Motoya se levantó de un salto, aliviado e intrigado por el regreso de Shigeru. Antes de unirse a Sakusa para ir al templo, Komori tomó una uva y la colocó entre sus dientes, ofreciéndole a su primo la mitad de la pequeña fruta; Kiyoomi vio hacia todos lados, comprobando así que había una empleada que los miraba cerca de la puerta, así que el rechazó la oferta de Motoya, algo molesto por su indiscreción.
Luego de vestirse, Hirugami y Korai fueron hasta el cuarto de su hijita, la encontraron despierta sobre la cama, jugando con sus muñecas; las que estaban hechas de trapo que ellos le habían conseguido y la muñeca de porcelana que le regaló la reina Koto a la pequeña convivían como si no hubiese diferencia entre ellas. Vistieron a la niña y se la llevaron de la mano hacia los escalones para descender hasta el templo del palacio; por el camino vieron a la reina caminando acelerada e impaciente, la ausencia de Yahaba la tenía muy nerviosa, él no le había explicado que pretendía con su ida, pero ella supo que no la abandonaría acobardado por la situación, su dulce consejero la había dejado muy bien resguardada por guardias y por los aliados que tenían en la corte.
La pequeña Kotomi llamó a la reina con un enérgico "reina Koto", entonces ella se detuvo en seco y volteó a ver a la niña, durante los días de hospedaje de sus aliados la reina Kyoutani disfrutó mucho su tiempo con la hija del vizconde Hirugami, la habían nombrado Kotomi en su honor, y eso la hacía sentir muy feliz. La pequeña era encantadora, no era demasiado inquieta, le gustaba jugar a las muñecas y a cocinar en vez de otros juegos que requerían más energía y ruido, también se sentía a gusto contándole historias imaginarias a la reina, Kotomi no tenía abuelos, solo dos tíos que no la visitaban a menudo, así que la reina tomaba ese papel consintiéndola con postres y juguetes.
La pequeña se soltó de la mano de sus padres y estiró sus brazos para pedirle a la reina que la cargara, ella gustosa cumplió su pedido, Hirugami se veía algo incómodo, pero Korai estaba muy feliz viendo a su hija siendo tan adorable y cariñosa con la reina Kyoutani. Avanzaron juntos hasta llegar al templo del palacio, se sorprendieron al ver a una gran cantidad de funcionarios de la justicia sentados en los bancos del templo, Sakusa y Komori ocupaban puestos de la segunda fila, charlando entre ellos, teorizando cosas acertadas con respecto a la llegada de Yahaba y la reunión en el templo; el resto de los presentes se encontraban algo confusos, incluyendo a la reina que no sabía que pretendía hacer su consejero.
Entonces el obispo apareció entrando por la puerta trasera que solo usaban los miembros del culto a Aeternum, subió por la pequeña escalinata pentagonal de la zona donde debía ubicarse el clero y reverenció la enorme estatua del dios ubicada al centro del pentágono, estaba hecha de cobre pero bañada en un reluciente platino, el paso de los años y la imposibilidad monetaria para restaurarla le daban un ligero tono rosa, a pesar de eso seguía luciendo imponente. Tenía las cejas finas, ojos cafés hechos de piedras semi preciosas, un largo cabello lacio con un flequillo tipo cortina, que parecía ondear a pesar de estar hecho de metal, cuernos y alas de demonio, y su aspecto ambiguo representaba al sexo masculino y al femenino; no llevaba ni una sola prenda cubriendo su inusual cuerpo con pechos de mujer y genitales de hombre, los humanos eran tan puritanos que le quitaban los cuernos y las alas, y ordenaban a los forjadores que crearan ropa sobre las estatuas de Aeternum, causando confusión en los de bajo pueblo que llegaban a creer que el dios era de sexo femenino.
Cuando el obispo estuvo instalado, Yahaba entró por la puerta principal acompañado de Kyoutani que se rehusaba a quitarse la capucha y agachaba la cabeza para que nadie le viera el rostro, se quejó en voz baja al comprobar que habían algunas personas dentro del templo a parte de los jueces y el obispo, Shigeru se excusó diciendo que había un par de nobles viviendo en el palacio temporalmente, y que les servirían de testigos durante la ceremonia. Su madre estaba en primera fila observando a su consejero entrar con alguien misterioso, Kentaro por un momento sintió ganas de huir de allí, quería gritar de frustración y tristeza, detestaba tener que verla otra vez, y era incluso más irritante pensar que ella le pediría explicaciones una vez que la boda finalizara.
Se detuvo a medio camino, sintiéndose acorralado y dudoso de la decisión que había tomado, Yahaba también se quedó parado dos pasos por delante de él, esperándolo; Kyoutani agachó más la vista cuando percibió los ojos de su futuro esposo sobre él, hizo la promesa de ayudarlo a cambio de que nunca más intentasen buscarlo, llegó a la conclusión de que unos minutos de sufrimiento valían la pena si no tenía que volver a pisar ese lugar. Luego ambos prosiguieron la caminata hasta el altar pentagonal, el obispo y el escribano estaban delante de ellos, Yahaba les aclaró que no quería una ceremonia larga, solo requería que se cumplieran los protocolos necesarios; el obispo se quedó algo atónito por las exigencias del consejero, tanto por su condición de omega que a los ojos del clero seguían siendo seres indeseables, como por todo el misterio que rodeaba aquella unión.
La reina Koto y sus aliados contuvieron el asombro al entender que estaban presenciando la boda de Yahaba, Motoya sonrió alegremente al entender mejor su plan, Kiyoomi mantenía una expresión seria, pero intrigada; a Korai y a su esposo les costaba digerir ese repentino giro de los acontecimientos, al igual que la reina, que sosteniendo a la pequeña Kotomi en sus brazos miraba todo desde la primera fila, sin saber si debía alegrarse o preocuparse por Shigeru. Yahaba y Kyoutani pronunciaron en silencio sus votos matrimoniales, el obispo tomó una cinta blanca y amarró suavemente los brazos de ambos en representación de su unión, la tradición decía que los recién casados debían juntar las palmas y dedos de sus manos y mirarse fijamente mientras el obispo y el notario preguntaban a ambos si aceptaban quedar unidos; Shigeru agregó algo ante el representante de la justicia, asegurándole que los hijos que actualmente llevaba en el vientre eran los de su nuevo esposo, y que debían ser reconocidos ante la ley bajo su apellido.
El escribano tragó saliva y anotó las palabras del consejero mientras ambos decían el nombre del otro frente a los dos encargados de su unión, que abrieron la boca pasmados al ser los únicos que oyeron el nombre del príncipe; sus manos permanecían atadas y juntas, y ambos hacían contacto visual, luego Yahaba extendió su mano libre y bajó suavemente la capucha de su esposo para mostrarle su rostro a todos los presentes. Nadie pudo reprimir la exclamación de asombro, la reina dejó a la hija de Hirugami y Korai sentada a su lado, y se levantó de su asiento, mirando atónita a su hijo y a Yahaba, todo se estaba volviendo demasiado confuso para ella, pero al fin, después de tantos años de ausencia, su retoño estaba ahí, justo frente a sus ojos.
Kentaro miró de reojo a los presentes, para no llorar de rabia miró a los ojos a Shigeru, que con un susurro le decía que dentro de unos minutos seria libre; durante todo su viaje conoció el carácter fuerte de su esposo, pero si había algo que admiraba de él, era que, a pesar de su dureza y frialdad, siempre tenía una razón bondadosa para hacer lo que hacía, incluso en esos momentos Yahaba lo estaba tranquilizando para que no se dejara amedrentar por la presencia de todos esos nobles que de seguro querían pedirle explicaciones. Al finalizar la ceremonia de unión, Shigeru le sugirió a Kyoutani que se mantuviera sobre la escalinata mientras el bajaba a explicarle algunas cosas a su madre y a los presentes, para que no quisieran hostigarlo con sus preguntas.
La reina pretendía subir para hablarle a Kentaro, pero Yahaba la detuvo y le pidió que por favor no se acercara a él, porque primero debía explicarle algunas cosas; podría haber comenzado si Hoshiumi no hubiese llegado a su lado preguntando una cosa tras otra con mucha rapidez, era difícil entenderle, se libraron de su parloteo cuando Hirugami lo llamó para pedirle que se calmara un momento. Kyoutani habría preferido escapar por la puerta trasera, pero había dos cosas que lo detenían: por alguna razón deseaba tener una última charla con Shigeru antes de despedirse definitivamente, sus instintos le pedían un simple contacto con él para marchar tranquilo; su otro impedimento para irse era una pequeña chiquilla de cabello plateado muy largo, que lo miraba hacia arriba con curiosidad.
-¿Quién eres tú? - preguntó Kotomi con su suave y aguda voz de niña, Kentaro no la asustaba a pesar de sus rasgos algo intimidantes; el alfa miraba a la niña, imaginándose que tal vez sus hijos algún día también serían de ese tamaño.
-Nadie - le respondió él, orgulloso y sin ganas de dar ninguna explicación.
-No eres "nadie", dime tu nombre - dijo la niña, no parecía estarlo pidiendo, parecía más bien estar ordenándoselo, sin duda sus hijos con Yahaba serían iguales a ella.
-Me llamo Kentaro - contestó un poco fastidiado, entonces la niña le enseñó su muñeca de porcelana al príncipe estirando su pequeño brazo.
-Yo soy Kotomi, ella es Raeden - le dijo la niña, a Kyoutani le llamaba la atención su elección de nombre para su muñeca, juraría que una antepasada suya llevó aquel nombre.
-Hola… a ambas - murmuró él, Kotomi se veía un poco molesta por su actitud algo distante con ella y su muñeca.
-Tienes que saludarla tomándole la mano - le aclaró ella, Kentaro miró la puerta trasera como queriendo escapar de esa situación, pero no le haría sentir bien consigo mismo hacerle ese desprecio a una simple niñita que quería jugar a las muñecas con él. La reina y Yahaba estaban juntos abajo de la escalinata, ella miraba a su hijo desde abajo, ansiosa por hablarle.
-Su majestad, antes de ir con él, necesito explicarle algo, por favor tenga paciencia - le pidió Shigeru a su reina, instándola a ir hacia la puerta principal del templo, alejándola de Kentaro.
-Necesito hablarle… no, no solo eso, necesito saber que significa todo esto, como lograste convencerlo de volver, como llegaron a este acuerdo… - la reina Koto se dejó guiar por Yahaba, se sentía completamente superada por todo lo que estaba ocurriendo, todo había escapado de su control desde hacía muchos años - me siento tan ignorante…
-Lo lamento mi reina… te contaré todo, pero… debes saber que tu hijo se irá dentro de un rato, solo accedió a venir conmigo a firmar este compromiso - le explicó él, entonces ella cerró los ojos con amargura, queriendo llorar.
-¿Por qué no quiere quedarse?... Nunca supe porque huyó de casa… - al llegar a la gran puerta del templo la reina comenzó a derramar lágrimas, estando bajo el arco de piedra Shigeru la abrazó para confortarla.
-Es un ingrato… pero necesitaba su ayuda para… - alcanzó a decir el consejero antes de ser alcanzado por Komori, Sakusa, Korai e Hirugami, que miraba hacia atrás vigilando a su hija desde la distancia.
-¿Qué fue eso? - le preguntó Korai entre el nerviosismo y la emoción, luego le palpó con fuerza la espalda a Yahaba y este tuvo que soltar a la reina Koto.
-Así que ahora eres el consorte del príncipe, brillante - comentó Motoya, su primo no estaba tan alegre como él.
-¿Accedió a quedarse? - preguntó Kiyoomi, Shigeru lo negó moviendo la cabeza - de nada te sirve convertirte en el consorte de alguien que no estará presente, alguien que no gobernará, por más que seas legalmente su esposo seguirá pesando más la relación sanguínea para determinar quién será el heredero.
-No pienso gobernar en su lugar - le aclaró Shigeru.
-¿Entonces? ¿De qué te sirvió todo esto? - cuestionó Sakusa, parecía estar incrédulo, pero tanto él como Komori esperaban que se cumpliesen sus proyecciones.
-Kentaro y yo no seremos los herederos - pronunció Yahaba llevando suavemente la mano de la reina al minúsculo bulto de su vientre - lo serán ellos.
-¡Lo sabía! - exclamó con júbilo Motoya, Hoshiumi y la reina se mostraron estupefactos por esa noticia; Koto mantenía su mano sobre el abdomen de su consejero sin dar crédito al hecho de que sería abuela dentro de algunos meses.
-¿Cuantas semanas tienes? - le preguntó Korai con curiosidad.
-2 semanas, creo que será un embarazo múltiple, mellizos o trillizos.
-Eso ya me hace más sentido - murmuró Sakusa, Komori estaba feliz, pero Hirugami no se veía nada contento.
-¿Los concebiste solo para esto? Un hijo es una responsabilidad enorme, como padres debemos velar por su seguridad, y tú los traes al mundo en un momento tan delicado como este - le espetó Sachirou, entonces Watari apareció en compañía de varios guardias para que empezaran su turno vigilando a la reina.
-¿Ocurre algo? - preguntó Shinji al llegar, Motoya no podía contener la emoción.
-¡Yahaba se casó! - exclamó Komori, Watari se quedó en silencio, creyendo que se trataba de una tonta broma de mal gusto.
-¿Perdón?
-Convenció al príncipe de volver temporalmente y se casó con él - le explicó Sakusa, el rostro de Shinji se transformó lentamente, su incredulidad se desvaneció para dar paso a una conmoción silenciosa.
-¿Qué?...
-Y ahora está esperando bebés del príncipe - dijo Motoya metiendo aún más el dedo en la llaga; Watari estaba paralizado y sin habla, el golpe de realidad lo destrozó por dentro, Komori perdió toda su emoción inicial cuando vio el temblor en sus manos, comprendiendo así lo que le ocurría.
-El príncipe Kentaro se irá ahora, acordamos que él formalizaría esta unión y reconocería a estos hijos como suyos, a cambio de que lo dejemos irse y ser libre lejos de aquí - les explicó Yahaba, Hirugami no soportaba escuchar como Shigeru usaba la vida de unos niños para mantener el poder de los Kyoutani, así que dio media vuelta y caminó hacia el altar, dejándolos atrás para ir a cuidar de su hija; la encontró junto al príncipe, ambos sentados en la escalinata charlando mientras ella movía su muñeca de porcelana.
-Raeden es la reina de las muñecas, su trono está hecho de… de muchos dulces y mantequilla - decía la niña moviendo su juguete, había dicho lo primero que se le venía a la mente, al parecer tenía hambre; Kyoutani estaba serio, pero no por ello dejaba de seguirle la corriente.
-¿Y las demás muñecas no son reinas? - le preguntó el príncipe fingiendo interés.
-No, son princesas, son sus hijas - respondió ella peinando a su muñeca con la mano.
-¿Cuantas princesas son? - preguntó Kentaro, la niña se quedó callada y usó sus deditos para contar sus muñecas.
-Son… son 7… 8 - contestó después de pensarlo bien, Kyoutani pensó en ese número de "herederas" con melancolía.
-Tal vez Raeden piense que son demasiadas… - murmuró él, pensativo.
-Raeden quiere más hijas, la reina Koto tiene solo a Yahaba, pero Raeden quiere más hijas - la niña tenía una pequeña confusión de información, creía estar completamente segura de que Shigeru era el hijo de la reina.
-No me agrada la reina - dijo Kentaro con un rencor que no pudo disimular, ni siquiera frente a Kotomi, que se sintió incomoda por esa afirmación.
-Bueno… a mí no me agrada Sakusa, y a Raeden tampoco.
-Desde niño fue bastante desagradable.
-Pero si nos agrada Komori, es tierno.
-Ya veo… ¿Cómo te cae Yahaba? - preguntó Kyoutani siguiéndole el juego, apaciguando su rabia reprimida.
-Me da miedo…
-Si, a mi también.
-Pero es muy muy lindo.
-Pienso lo mismo…
-Serias mejor padre que Yahaba - pronunció Hirugami subiendo la escalera - tienes paciencia con los niños.
-¡Papi! - exclamó la niña estirando los brazos hacia arriba, su papá la tomó y la levantó, ella se sentía tan alta como la estatua de Aeternum cuando él hacía eso.
-¿Tienes hambre princesa? - preguntó él, antes de ir al templo solo pudieron alimentarla con pan de aceitunas con mantequilla y una manzana, por las prisas.
-¡Mucha! - respondió ella abrazándole el cuello, Sachirou sonrió y le besó la carita con ternura.
-Te llevaré a comer, esperemos a tu mamá en el comedor - le propuso él, la niña lo abrazó más e Hirugami comenzó a bajar por la escalinata con mucho cuidado; Kyoutani los observaba, de alguna forma ver ese cariño de padre e hija lo hizo sentir algo extraño pensando en el embarazo de Yahaba, tal vez a eso le llamaban instinto paterno.
-¡Adiós Kentaro! - se despidió la niña apoyada en el hombro de su padre, con la muñeca colgando a espaldas de este.
-Adiós… - le respondió el príncipe, más serio y melancólico que antes, Sachirou se detuvo y volteó a verlo.
-Príncipe Kentaro - le llamó mirándolo, su rostro no demostraba ninguna emoción hacia él, pero sus manos sujetaban delicadamente a su pequeña y le acariciaban la cabeza - tal vez es demasiado pedir, pero quizá deberías proteger a tus hijos, al fin y al cabo, son tuyos también, y en tiempos como estos, su bienestar podría peligrar… - sugirió Hirugami sin esperar respuesta, sabía que no llegaría y que el príncipe tendría que pensar durante un tiempo su decisión.
Sachirou pasó por el lado de las personas reunidas afuera de la puerta principal del templo, Hoshiumi dejó de preguntar cosas sobre el embarazo y los planes de Yahaba cuando vio a su esposo alejarse de ellos con su pequeña, posteriormente se despidió de la reina y de Yahaba tomándole la mano y agitándosela con entusiasmo, dándole su aprobación a su plan, cosa que su marido no apoyaba. Watari parecía alejarse cada vez más del circulo de la conversación, no hablaba ni interactuaba con nadie, sin embargo no demostraba abiertamente lo que estaba sintiendo en esos momentos, solo Komori se daba cuenta de sus temblorosas manos y el sudor que le recorría las sienes, era como si el mundo se le estuviese derrumbando encima.
No tardó en pedirle permiso a la reina para retirarse a sus deberes en la caballería, Motoya lo observaba entristecido, podía leer en sus ojos que lo de la caballería era solo una excusa para salir de esa conversación donde alababan el matrimonio y el embarazo de la persona que él tanto amaba. El interés por su unión tampoco hacía muy feliz a Yahaba, la reina y Korai habían mencionado que les agradaría que Kentaro se quedara y que él y Shigeru gobernaran el reino como un matrimonio de verdad, cosa que según su acuerdo con el príncipe no podía ocurrir, así que tuvo que repetirles un par de veces que el matrimonio solo era una estrategia y que no tenía intención de forzarlo a cumplir sus deberes de esposo y padre.
Cuando Komori se separó del grupo y Sakusa lo siguió un minuto después, Yahaba dio por finalizada la conversación y le pidió una vez más a la reina Koto que no se acercara a su hijo porque no recibiría las respuestas y el cariño que esperaba de él; luego volvió hacia el altar y le dijo a Kyoutani que ya era hora de irse, el príncipe volteó la cabeza hacia la entrada y vio por última vez a su madre en medio del arco, observándolo con tristeza como si estuviera esperando otra actitud de él. Kentaro la miró por encima del hombro y se fue a la puerta trasera, sin disimular su desprecio; Shigeru lo siguió, irritado por su irrespetuosa actitud, por lo que no le dirigió la palabra durante su recorrido hacia los establos, y ni siquiera cuando empezaron a cabalgar hacia las afueras de Domain para dejar al príncipe en sus territorios, los bosques y praderas no habitadas del reino.
Kyoutani sintió una extraña inquietud por el silencio de Yahaba, durante su viaje ambos habían logrado entenderse un poco, sin embargo, tenían opiniones totalmente distintas acerca de la reina, así que en sus adentros lamentó que no pudiesen arreglar del todo sus diferencias. Aprendió a apreciar el carácter de Shigeru en sus días juntos, era amable si él lo era también, no buscaba excusas para pelear, solamente respondía con hostilidad si consideraba que Kentaro estaba siendo hostil con él, por lo que si podía ser una agradable compañía.
A Kyoutani también le atraía demasiado su físico, quiso pedirle un par de veces durante el viaje a Domain que se acostara con él, pero daba marcha atrás imaginando que Yahaba reaccionaria muy mal ante sus pretensiones. Incluso mientras cabalgaban por el camino principal, que cambió de adoquines a tierra, Kentaro seguía pensando en el bello cuello del omega, en la marca que había dejado en él, en sus facciones delicadas, en su carácter indomable, y en los hijos que llevaba en el vientre, sus hijos.
Llegaron al camino de Collum, que se angostaba hasta un metro de grosor entre dos bosques, uno al norte y otro al sur, era un buen lugar para dejar al príncipe, pues siguiendo el camino encontraría una pequeña aldea por si necesitaba algunas provisiones. Ambos bajaron del unicornio y se quedaron mirando, su silencio era incómodo, no tenían palabras para despedirse si ni siquiera sabían que tipo de conexión los unía, no podía ser amistad, pero tampoco era una relación de esposos si recordaban que su ceremonia fue un simple acuerdo frívolo y sin emociones puras como el amor.
-Es hora de que te vayas, ambos cumplimos con nuestras partes del trato, así que… eres libre, nada te ata a este lugar - pronunció Shigeru guardándose sus emociones, estaba de brazos cruzados, evitando el contacto visual con el príncipe, quien miraba sus propios pies.
-No es tan simple… - murmuró Kyoutani, Yahaba no quiso responder a eso, solo se quedó callado, pensando en algo cortés que no fuese empalagoso - es extraño que diga esto, pero…
-¿Si?
-Yo… - su idea era decir que lo extrañaría al adentrarse en el bosque, pero creyó que se vería muy estúpido diciéndole algo así - espero que todo se desarrolle como esperas, y que tú y… los herederos, estén seguros y felices - le dijo guardando sus palabras, y las ganas de decir "nuestros hijos".
-Muchas gracias por tus buenos deseos, yo también espero que tengas una buena vida en libertad, si es lo que realmente te hace feliz - respondió Yahaba, arrepintiéndose por su última frase donde le deseaba la felicidad, tenía sentimientos encontrados, Kentaro era un malagradecido irritante con su reina, pero tampoco era capaz de desearle el mal por eso; sin notarlo las mejillas de Shigeru se tornaron algo rojas por la vergüenza, cosa que Kyoutani notó; lo hizo estar inexplicablemente más feliz.
-Tu rostro - dijo el príncipe esbozando una discreta sonrisa.
-¿Qué tiene mi rostro?
-Está rojo - contestó, Yahaba se tocó la cara, incrédulo por su poco control de emociones; Kentaro comenzó a acercar su mano para tocarle la mejilla, pero se detuvo cuando Shigeru apartó el rostro, apático como de costumbre. Ambos se quedaron en silencio sin saber cómo salir de esa incomoda situación, entonces el omega tomó la mano del príncipe e inclinó la cabeza.
-Te agradezco mucho por haberme ayudado, nada habría sido posible sin tu cooperación - reconoció, Kyoutani sentía el contacto de sus manos y movía los dedos en suaves caricias, imaginando que se sentiría acariciar otras partes de su cuerpo con ternura - antes de que te marches, quiero obsequiarte algo.
-¿Qué cosa? - preguntó el alfa, entonces Yahaba metió una mano al bolsillo de su pantalón y retiró un pequeño zarcillo para la piel, el cual depositó en la palma del príncipe.
-Sé que hay hombres que te han perseguido durante años, y que quieren sacarte del camino, tal vez ya no seas su prioridad ahora que la reina tendrá nietos, pero de todos modos, esto te ayudara a defenderte de ellos o escapar más rápido - le explicó dándole el pequeño canalizador para intensificadores como él; Kentaro aceptó el regalo, manteniendo el contacto de su mano y la de Shigeru por largos segundos - es hora de que te marches…
-Tienes razón… - respondió el príncipe, separando muy lentamente sus manos, deslizando sus fibrosos dedos por la suave piel de Yahaba, deseando que ese momento no acabase nunca; pero tarde o temprano tuvo que terminar con ese simple contacto físico, y dar la vuelta para adentrarse entre los árboles y no quitarle más tiempo al consejero.
Komori daba vuelta tras otra dentro del palacio, recorría cada rincón buscando a alguien, y Sakusa le seguía los pasos sin hablar, un poco cansado de tanto caminar; llegaron al patio trasero que tenía unas hileras de pinos piñoneros creando grandes sombras refrescantes, Motoya decidió bajar la escalinata para ir hasta allí, imaginando que tal vez Watari estaría escondido entre los árboles. Pasó por el lado de una de las fuentes y extendió la mano para sentir el agua escurriendo entre sus dedos, Kiyoomi lo seguía unos metros atrás, mirándolo fijamente como si lo estuviese acechando; cuando su primo llegó a la primera hilera de árboles, Sakusa aceleró su andar y lo jaló de un brazo para llevarlo detrás de uno de los piñoneros, sacándolo de la vista de los centinelas.
-¿A qué estás jugando? - preguntó Kiyoomi agarrando la cintura de Komori con un brazo, apegando su pelvis contra la suya, su primo arqueó levemente la espalda con la mitad superior de esta pegada a un árbol.
-No juego a nada - respondió riendo suavemente, Sakusa llevó su mano a la ropa de Motoya y comenzó a separar las telas para descubrirle el pecho.
-¿Me hiciste dar vueltas por todas las plantas solo para llevarme al patio? - se quejó Kiyoomi desnudándole los pechos, Komori suspiró y cerró los ojos con una expresión de placer.
-Solo quería comprobar algo, no planeaba atraerte… tanto - susurró Motoya mientras su primo le acariciaba suavemente los pectorales - podrían vernos ¿No eres tú el que quiere ser discreto todo el tiempo?
-No nos verán - le aseguró Sakusa disponiéndose a acercar sus labios a los pezones de su primo.
-No me bañé esta mañana - dijo Komori, Kiyoomi se detuvo y apartó su cabeza dubitativo, lo cual hizo reír a Motoya mientras se apartaba de él para continuar su búsqueda - siempre funciona.
Antes de que pudiera dar más pasos Sakusa volvió a tomarlo, dándole la vuelta y apoyándole la espalda contra otro árbol, mientras colocaba sus labios sobre uno de sus pechos; Komori gimió, ambos respiraban ansiosos y emanaban calor por la adrenalina y el apetito sexual, si eran vistos así de seguro los rumores se convertirían en un secreto a voces por todo Domain. Kiyoomi lamió el pezón de su amado primo, que no quería quedarse atrás, así que buscó con su mano la entrepierna de Sakusa para acariciarlo, estaba muy duro, casi podía saborearlo por encima de la ropa suave hecha de lino.
Sakusa se arrimaba contra Komori dejándole poco espacio a su mano para masturbarlo, entonces Motoya no tuvo más opción que detenerse y dejarlo actuar solo; Kiyoomi parecía un cachorrito buscando leche, su primo sonrió y suspiró mirándolo chupar sus dos pechos, uno después del otro, hasta dejarle grandes chupones rojos alrededor de los pezones. Komori tocó la cabeza de Sakusa y la acaricio con suavidad mientras este seguía lamiendo sus pectorales tiernamente, ya no le temía a que los guardias escucharan sus gemidos y suspiros de placer, en esos momentos quería gritarle al mundo cuán feliz lo hacía que su primo lo tomara como suyo.
Pudieron haber hecho el amor contra aquel árbol, pero Motoya escuchó unos suaves sollozos que provenían de otro piñonero, y recordó entonces a Watari y su evidente sufrimiento; Komori apartó a su primo y giró la cabeza tratando de prestar atención al sonido y así saber de qué dirección venia, Kiyoomi se sorprendió por su comportamiento luego de verlo darle la espalda y empezar a mirar hacia todos lados. Los levantados pezones de Motoya brillaban por la saliva y tenían un color rojo por los incesantes chupones de Sakusa, quien antes de que su primo empezara a caminar lo abrazó por la espalda y le tomó las tetillas para girárselas suavemente, frotando su frente en el hombro de Komori, como pidiéndole su atención sin abrir la boca.
Motoya se enterneció y giró la cabeza para besarle el cabello a su primo, susurrándole que tuviera paciencia y lo esperara, porque tenía algo que hacer en el jardín; entonces Kiyoomi lo dejó avanzar, Komori arregló sus ropas para ocultar el bochornoso resultado del breve momento de pasión y caminó siguiendo el rastro de los sollozos. Watari estaba sentado detrás de un árbol, cubriéndose la boca con una mano, tenía los ojos muy abiertos, goteaba lagrimones de desasosiego y trataba de ahogar sus inevitables gimoteos, su llanto era incontenible y a veces se escuchaba más alto aunque Shinji no quisiera ser oído por nadie; a Motoya le preocupó mucho verlo así, por lo que fue hasta su lado y se agachó junto a él, tocándole la espalda.
-Desahógate, no necesitas contenerte más… - le dijo Komori, después de oírlo Watari lo abrazó, llorando sin consuelo; Motoya acarició la cabeza de Shinji mientras Sakusa los miraba con los brazos cruzados y la espalda apegada en otro árbol.
-Lamento que… deba ver esto… - murmuró Watari entre sollozos, Kiyoomi los veía a ambos desde el árbol, moviendo el pie con impaciencia.
-Sé el motivo de tu llanto, y sé que debe ser duro para ti… pero, en estos minutos Yahaba debe de estar dejando al príncipe en las afueras de la ciudad, su matrimonio es solo un arreglo, nada más que eso - trató de animarlo Motoya, Shinji se quedó en silencio durante un rato, hasta que Komori volvió a escuchar un sollozo de su parte.
-Está casado con otro hombre, y tendrá hijos con otro hombre… no quiero falsa esperanza… - susurró Watari, Sakusa seguía moviendo el pie con impaciencia, pero miraba todo con algo más de curiosidad.
-¿Nunca intentaste confesarte? - preguntó Motoya, luego Shinji se apartó, un poco más tranquilo, pero aún con muchas lágrimas en los ojos.
-Siempre tuve miedo de no ser suficiente…
-No digas eso, Yahaba no te rechazaría porque "no eres suficiente", tal vez sea más fuerte que tú y yo, pero nunca nos trataría como inferiores. Si le dijeras lo que sientes sabrías si tienes oportunidad o no, si te dice que no, pues no actúes como si fuera el fin del mundo, si lo hicieras estarías echando abajo varios años de amistad, si dijera que no simplemente actúa natural y dile "sigamos siendo amigos" - decía Komori, viendo como el rostro de Watari volvía a mostrarse sombrío y triste - pero si te dice que sí, entonces tendrías la oportunidad que tanto anhelas.
-No es tan simple como dices, tendrá hijos con el príncipe…
-¿Eso es un impedimento? El príncipe estará ausente, esos niños no lo verán como figura paterna.
-Pero, la reina, o el mismo Yahaba querrían guardar las apariencias para que los niños y todos los demás nobles nunca cuestionen quien es su verdadero padre, si llegásemos a ser… tendría que guardar silencio y mantener todo en secreto... - murmuró Shinji, sus mejillas se enrojecieron por pensar en vivir su amor en secreto.
-Tienes un punto, tendrías que ser muy cuidadoso, pero ¿Valdría la pena no es cierto? - insinuó Motoya, Watari secó sus lágrimas y sonrió con esperanza.
-Sí, lo valdría…
Semi había rentado esa mañana un cuarto en una posada de Tridenti, optó por uno de los más baratos para ahorrar suficiente dinero para sus planes, así que después del almuerzo llevó a Goshiki al gran mercado de la costa, que abarcaba grandes cuadras, la avenida principal por la cual pasaba todo ese mercado se abría para dejar ver un inmenso muelle para los barcos, desde los más pequeños botes hasta los imponentes barcos timoneros que trasladaban materias primas hacia otras partes del reino. La manera que tenían los demonios de sobrevivir era comercializando entre sus propios habitantes, solo muy pocas embarcaciones se adentraban al mar abierto y turbulento para comercializar con los ángeles; Eita miraba la bahía imaginando que tan peligroso sería embarcarse con Tsutomu hacia esas lejanas tierras, siempre había la posibilidad de que algún navío naufragara en medio de la nada por las indomables tormentas.
Tendou estaba dentro de una embarcación pescadera de tamaño mediano junto a dos de sus compañeros desertores del ejército, Hayato Yamagata y Taichi Kawanishi, y el capitán de la pequeña embarcación, Reon Ohira; Satori bebía tranquilamente de una jarra de cerveza, sus tres amigos lo miraban en silencio, Kawanishi se veía molesto, pero no decía palabra alguna en contra de su "capitán", Hayato en cambio decidió empezar a hablar, preguntándole a Tendou cuando pensaba dar la orden de zarpar. No podían seguir dependiendo de los poderes mentales de Satori para alejar a los soldados que de vez en cuando se paseaban por los muelles fiscalizando los barcos, tenían la soga al cuello y debían irse antes de ser encontrados y puestos bajo arresto.
Pero Tendou sonreía y les decía "pronto", sin embargo esa respuesta ya no le bastaba a sus compañeros; Reon estaba en una posición igual de peligrosa que ellos tres, debido a su amistad con Satori corría el riesgo de ser acusado por complicidad, pero a diferencia de los desertores, Reon mantenía la calma entre sus tripulantes con grandes jarrones de cerveza de cebada. Cuando Yamagata y Taichi se bebieron todo el contenido y los vio más calmados y ebrios, Ohira le preguntó a Tendou porque había esperado tantos días para irse, Satori mostró su sonrisa más amplia y sincera, estaba casi tan borracho como sus dos ex soldados, su respuesta fue: "tenemos una carga muy importante para llevar a Zenith, ya lo convenceré de subir a bordo mañana por la noche".
"La carga importante" se encontraba en esos momentos consultando en un puesto de hierbas sobre el producto "maná", fuera lo que fuera, una señora que atendía le respondió enojada que ella no manejaba esa clase de porquerías, pero que si le daba un poco de dinero le diría cuál de todos los yerbateros manejaba sustancias como esas. Semi se sintió extrañado, pero le dio un par de monedas a la vieja y esta le dijo el nombre de uno de los vendedores, que solía ponerse cerca de las tiendas de pescados, un lugar poco normal para vender hierbas aromáticas.
Así que Eita llevó de la mano a Goshiki hacia la costa donde estaban los puestos de pescados y mariscos, el niño se apretaba la nariz con los dedos por el olor de esos productos marinos, su madre reía mirando las caras de disgusto que hacia su pequeño; cerca de una mesa donde un pescador destripaba algunos atunes estaba la tiendita de hierbas a la que debía ir. Un hombre grande y maloliente atendió a Semi rascándose la barbilla, mirándolo como cualquier otro idiota interesado en su apariencia; el omega preguntó por el "maná" y el tipo ni siquiera le dirigió la palabra, solo abrió una caja que contenía muchas bolsitas de tela muy pequeñas.
El tipo le explicó que un solo grano disuelto en una bebida bastaba para matar de forma lenta e indolora a una persona, causando muerte súbita a los 3 días de su consumo; Semi se estremeció, luego volteó a ver a su hijo preguntándose si había escuchado esa conversación, para su suerte Tsutomu no prestó atención, estaba muy ocupado picándole los ojos a los pescados del puesto aledaño. El hombre le preguntó a Eita con cuantas personas quería acabar, y este le respondió que solo uno, por lo que el corpulento hombre le dio la bolsita más pequeña, la cual podía sostener hasta con un solo dedo; le cobró bastante por esa minúscula cantidad, pero al omega le parecía justo tratándose de un veneno.
Durante el atardecer Yahaba ya había vuelto al palacio, transitó por los pasillos que daban hacia el exterior, dirigiéndose a sus aposentos mientras miraba la ciudad de Domain entre los gruesos pilares, no se veía más pequeña aun siendo observada desde la altura del castillo; no tenía ganas de hablar con la reina y sus invitados más de lo que ya había hablado después de su boda, estaba evitando a toda costa tocar otra vez del tema. Al llegar a su cuarto encendió las velas y caminó con indecisión hasta el espejo, observando todo su reflejo en él; su ropa no lo dejaba ver bien su abdomen, así que la levantó un poco para mirar la parte inferior de su estómago, había un bulto muy pequeño, pero el solo hecho de notarlo le confirmaba que había más de un bebé formándose en su interior.
Apenas podía dimensionar el significado de eso, cada vez que imaginaba con miedo su embarazo, se repetía varias veces en su mente que era un sacrificio necesario, pronto la noticia circularía entre los miembros de los ducados y llegaría a oídos de Oikawa, que no se encontraba actualmente en la ciudad. Seguro que al volver se pondría como loco y preguntaría al jurado real si se habían atrevido a casar a Yahaba y al príncipe a sus espaldas, mal le sentaría saber que Yahaba convocó a jueces y notarios comunes para registrar su matrimonio, así de seguro no tendría pretextos para castigar a los miembros del jurado real a quienes probablemente tenia amenazados para cumplir su voluntad.
Su siguiente movimiento sería entrar en persona junto a sus mejores soldados al castillo de Nerón, si su teoría era cierta, las personas que tenía encerradas en ese lugar eran parientes de los cómplices de Oikawa, al liberarlas no solo estaría desatando a aquellos que ayudaban en contra de su voluntad al conde, sino que tendría pruebas sólidas en contra de Tooru y un motivo para enjuiciarlo. Shigeru dejó de pensar tanto en sus planes cuando Watari entró en su cuarto junto a una sirvienta, que traía una bandeja con la cena del consejero; luego de dejar la comida sobre la cama, la mujer se retiró, dejando a Shinji y a Yahaba a solas.
-Asumí que no querrías cenar hoy con los demás, así que me tomé la libertad de pedir que te trajeran la cena a tu cuarto - le aclaró su amigo, Shigeru agachó la cabeza y se tocó un brazo, algo avergonzado.
-No debiste molestarte - murmuró el omega mientras Watari caminaba hacia él.
-Tienes que alimentarte bien, sobre todo ahora que estas… - respondió Shinji, su voz se escuchó algo triste al final.
-Eso es cierto, tendré a los herederos de la reina, no puedo tener complicaciones en mi embarazo.
-¿Has pensado en un nombre para ellos? - preguntó Watari, su melancolía se mezclaba con ternura al pensar en los bebés, tal vez eran de otro hombre, pero si quería de verdad a Yahaba, tendría que aprender a amarlos también.
-No sé si serán niños o niñas, ni siquiera sé cuántos serán… es imposible pensar en nombres en estos momentos - susurró el omega mientras su amigo posaba la mano sobre su abdomen.
-Si no se te ocurre nada, siempre puedes recurrir a los antiguos reyes, incluso usar el de la reina Koto - sugirió Shinji, después se arrodilló frente a él en una posición solemne de respeto, a Shigeru le desconcertó verlo así.
-¿Qué haces?
-Ser el consorte del príncipe te convierte en un príncipe también, ya no eres un simple omega plebeyo que llegó a ser el consejero real, ahora eres más que eso - explicó Watari con la cabeza inclinada, Yahaba cerró los ojos con molestia y colocó sus manos sobre los hombros de su amigo.
-No es mi intención ser un príncipe, lo único que quiero es mantener el linaje de los Kyoutani, no pretendo quitarle poderío a la reina o a sus nietos, sé cuál es mi lugar - pronunció Shigeru, mas Shinji mantuvo su postura.
-Sé muy bien eso, sin embargo, debes acostumbrarte a partir de ahora a este tipo de recibimiento, es una consecuencia de tu unión con el príncipe… - contestó Watari, volviendo a tener sin querer un tono de lamento - además, habrá otras cosas que tendrás que aguantar, mucho peores que ser príncipe, debes estar preparado.
-Ya lo sé, mi vida puede correr peligro a partir de ahora… debo cerciorarme de que los alimentos que consumamos yo y la reina no estén envenenados, debo tener guardias de confianza y…
-Por si te lo preguntas, estuve vigilando a la sirvienta todo el tiempo mientras preparaba tu comida - dijo Watari, levantando la cabeza para mirarlo, pero aún con la rodilla doblada para seguir demostrando su lealtad - pero no solo hablo de algún atentado contra tu vida, hablo de… rumores que pueden surgir en torno a tu embarazo.
-No me interesan los rumores ni las habladurías de los nobles hipócritas, siempre he percibido sus cuchicheos a mis espaldas, eso ya está superado.
-Tal vez, pero ahora se volverán aún más persistentes, y groseros.
-Me da igual.
-Temo que puedan decir que estos hijos son de otra persona, y no del príncipe…
-Kentaro reconoció ante la ley que estos bebés son suyos, eso es lo único que importa, no te preocupes por eso - dijo Yahaba colocando su mano sobre el hombro de su amigo - se vienen tiempos muy difíciles, no temas por lo que digan los demás idiotas, son la menor de mis preocupaciones.
-Tienes razón… debo estar para ti, sobre todo ahora - le dijo mirándolo a los ojos - cuentas con mi espada y mi lealtad, mi príncipe…
-No me llames así - respondió Shigeru volviendo a estar molesto con él, entonces Shinji apegó su oído al estómago del omega, quien se alteró un poco - ¡¿Qué haces?!
-Acostúmbrate a ese apodo… mi príncipe - susurró Watari abrazando las piernas de Yahaba y manteniendo la oreja apegada a su abdomen, Shigeru estaba algo consternado, pero de cierta forma sintió algo de ternura al ver a su amigo tratando de escuchar a sus bebes.
-Aún son muy pequeños como para patear.
-Pronto crecerán… - murmuró antes de besar el estómago de Yahaba, que volvió a sentirse extrañado por su culpa; poco a poco Shinji volvió a ponerse de pie, quedando frente a frente con su amado Shigeru, manteniendo el contacto visual sin decir nada; el omega estaba un poco incómodo y confundido por su comportamiento.
-Estoy algo cansado, necesito que te retires por hoy… - dijo Yahaba tocándose un brazo, Watari se apartó un poco de él, obedeciendo su demanda.
-Quería esperar hasta que terminases de cenar para decirte algo.
-¿Qué cosa?
-No quiero amargarte la cena.
-No importa, solo dímelo.
-Uno de los miembros de mi caballería estuvo en los bajos de Domain durante estos días, escuchó un rumor acerca de un orador, y me lo hizo saber de inmediato - relató Shinji, Shigeru le prestó más atención - el tipo es famoso por sus discursos en contra de la reina y el acuerdo de paz, dará una conferencia abierta mañana por la noche en las afueras del barrio rojo; el rumor aquí es que está bastante bien financiado por Oikawa y su esposa.
-Me lo imaginaba…
-Enviaré al muchacho a esa conferencia para que reúna algo de información.
-No, yo lo haré, quiero comprobarlo por mí mismo.
-Yahaba… tienes que cuidarte, ahora más que nunca. Deja que envíe a mi soldado.
-Oikawa está en Tridenti, no tengo de que preocuparme, ya vencí a Kunimi, no hay nadie en esta ciudad que pueda contra mí. Sería más seguro que enviar a tu soldado a una muerte sospechosa.
-No todas las vidas tienen el mismo valor… - murmuró Watari, Shigeru suspiró, su amigo le estaba dando más valor a su vida de la que en verdad tenía, al menos para él mismo.
-Quiero ver con mis propios ojos a ese bastardo, y escuchar con mis propios oídos su sandeces.
Paso un día entero en el reino demonio, Semi se carcomió la cabeza desde la mañana al anochecer, pensando en maneras para acercarse a Oikawa que no fuesen sospechosas, su alternativa más obvia era usar sus encantos para seducirlo y acompañarlo a su lugar de hospedaje, podía fallar, así que su plan b era seguirlo hasta allá y ver si al día siguiente podía introducirse silenciosamente en su cuarto para dejar una pizca del veneno sobre sus labios o sus bebidas. Si llegaba a fallar en sus dos planes, no tendría más remedio que retornar a Domain para planear mejor su asesinato, Eita pensó que seguramente Tendou se reiría de sus estúpidos intentos y le diría que mejor tomara un barco hacia la tierra de los ángeles para reunirse con todos sus compañeros.
Tal vez eso era lo más prudente, pero a Semi le hervía la sangre el solo hecho de pensar que estaba tan cerca del futuro causante de un nuevo caos en su tierra, y que su "destino" era quedarse de brazos cruzados hasta que llegase el momento adecuado; si podía evitar todo de una sola vez, no dudaría en hacerlo. Así que dejó durmiendo a su pequeño y cerró la puerta del cuarto donde se hospedaban, para irse caminando a la zona del mercado, ya sabía el nombre de la cantina donde estaría Oikawa, por lo que solo bastaba con camuflarse bien para evitar cualquier contratiempo.
Caminó rápidamente cuesta abajo, esa noche iba bastante más cubierto para camuflar su cuerpo y su olor, de esa forma los cazarrecompensas no se percatarían de la presencia de un omega; vio que la bodega del local estaba abierta y tenía una luz de velas igual de brillante que las del bar, recordó entonces que esa reunión sería allí para no estorbar a quienes solo iban a beber. Eita se asomó con cuidado por la amplia entrada, todos los cazarrecompensas y soldados interesados estaban dentro, le sorprendió mucho ver a Kuroo y a su grupo tan cerca de Oikawa, parados sobre un pequeño escenario ubicado en la parte de atrás.
El conde estaba hablando sobre la miseria en la que se encontraban las localidades fronterizas del sureste del reino y la escasez de comida en los valles áridos del extremo norte, que ni con ayuda de la ceniza volcánica de la cordillera de fuego y hielo podían recuperar su verdor y abundancia; a Semi le pareció repugnante como aprovechaba un momento como ese para sembrar el odio y la duda entre los presentes, en su mayoría hombres jóvenes y no letrados. Luego de agradecer a su amigo Hanamaki el marqués de Tridenti por mantener la ciudad portuaria en buen estado, Oikawa continuó con lo que vino a hacer allí. Para Eita fue bastante extraño que iniciara su explicación mencionando a Kuroo, Tooru le contó a los presentes que el teniente Kuroo Tetsurou divisó a los objetivos en un pueblo en construcción de la frontera, y que los vio huir hacia los territorios "enemigos" en compañía de un humano.
Luego de describir físicamente al humano, el conde prosiguió a hablar de sus objetivos: dos regeneradores llamados Tanaka Ryuunosuke y Nishinoya Yuu; dijo que el primero era un beta que normalmente dejaba su cabello rasurado, y el otro un omega con un mechón de cabello negro en el centro de su cabello rojo sandía. Explicó que quería ver muerto a Nishinoya para darle un escarmiento a Tanaka, a quien quería estrictamente vivo a cambio de una enorme suma de dinero; agregó luego que Tanaka era "más cercano a él" y que no podía dejar que cayera en las manos equivocadas.
Semi imaginó que ese regenerador en concreto debía de conocer algunos secretos de Oikawa y que por eso su captura valía más, pero era muy extraño ver a Tooru tan tranquilo tratándose de alguien que podía revelar algo importante de sus planes, estando en su lugar Eita habría pedido su cabeza, no tenía mucho sentido dejarlo vivo. Algunos de los presentes dudaron sobre aceptar esa búsqueda, pues para ello debían invadir territorios humanos donde sería muy difícil moverse sin ser vistos y abastecerse en pueblos sin alarmar a sus habitantes.
El mismo Kai no se sentía a gusto con esa misión, porque era poco honorable para un soldado viajar como un vil espía y robar provisiones como un ladrón en los pueblos de una nación con la que acababan de firmar la paz; pero Kuroo estaba decidido a aventurarse, lo de la recompensa era lo de menos para él, ese viaje era una mera excusa para traer de vuelta a Kenma a su hogar. A Yamamoto no le preocupaba en lo absoluto las consecuencias que Nobuyuki creía que tendrían los soldados, pues el mismo Oikawa había reafirmado que Suguru Daishou había otorgado un permiso especial para los militares interesados en la búsqueda de ciertos "criminales", era como si todo estuviera en su favor.
Al concluir su charla el conde se despidió de los presentes y se fue junto a su lacayo Yuutaro Kindaichi hasta la puerta trasera, Kuroo los siguió y le propuso a Tooru charlar un momento; Kindaichi miró con suma desconfianza al soldado, Oikawa en cambio lo miró por encima del hombro y le dio la espalda, solo diciéndole en voz cautelosa que lo esperara en un hotel junto al camino hacia el castillo de Tridenti sin decirle nada a nadie. Kuroo sonrió, les avisó a sus amigos que se ausentaría hasta la mañana, y sin más se retiró del lugar por la puerta de la bodega; Eita se arrinconó para no ser reconocido por él, estuvo bastante cerca de ser visto, eso habría obstaculizado su plan de seguir a Oikawa.
Luego de que Kuroo desapareciera, Semi caminó con la espalda pegada a la pared, listo para acechar al conde; todo habría salido según lo que tenía en mente, si alguien no lo hubiese jalado hacia atrás cubriéndole la boca con una mano. Tendou le aclaró que era él una vez más, pero Eita le dio un cabezazo echando su cabeza hacia atrás con brusquedad, ya estaba harto de ese tipo de encuentros con Satori, y parecía que cada vez era peor.
El alfa se disculpó secando la sangre de su nariz, y le dijo que seguir a Oikawa no le traería más que problemas, Semi se molestó con él y no quiso escucharlo, pero Tendou le dijo que ya había preparado un mejor plan para él, y que debían irse en ese mismo minuto antes de que el conde terminara sus asuntos en un hotel del amor. Esa última parte descolocó a Eita, mas no le prestó atención y le volvió a repetir que lo dejara actuar solo; Satori de un momento a otro se mostró mucho más serio que de costumbre, eso lo hacía lucir algo intimidante.
Entonces Tendou lo miró fijamente y comenzó a hablar con calma, pero sin la misma energía que hacía algunos minutos, le explicó que en dentro de poco Oikawa estaría desocupado y volvería al castillo de Tridenti donde se estaba alojando para disfrutar durante el resto de la noche junto a sus amigos, una instancia que Semi debía aprovechar para infiltrarse junto a algunos bailarines exóticos que entretendrían a los nobles de ese lugar. Eita se quedó pensativo, después Satori prosiguió con un último comentario: él estaba siendo buscado por tipos que se encontraban literalmente a la vuelta de la esquina, y aun así se arriesgaba para que las cosas le resultaran a Semi; quería como mínimo algo de respeto por lo que estaba haciendo.
Eita se quedó mudo y agachó la cabeza, luego Tendou le dijo que lo siguiera hacia su caballo, pues lo llevaría entre distintas calles para ascender a la última península poblada hasta los mismos muros del castillo que se erguía en la cima, tomando una ruta alternativa para meter a Semi en ese lugar por una de las puertas laterales que solían usar los bufones y prostitutos para entrar allí.
Yahaba se disponía a ponerse sus ropas más humildes para salir a escuchar al orador en los bajos de Domain, Watari abrió su puerta sin llamar, Shigeru se molestó por su imprudencia, pero Shinji no le dio importancia y dejó unos ropajes de aspecto más roñoso, ideales para mezclarse mucho mejor en la multitud. El consejero se lo agradeció y le pidió que lo esperase afuera, Watari aún llevaba una prenda entre sus manos, pero de todos modos salió de la habitación para dejarlo vestirse con tranquilidad.
Al salir Yahaba se veía extraño, su cabello seguía igual de impecable y su piel estaba tan limpia y tersa como siempre, desentonaba con su ropa; Shinji le revolvió el cabello para despeinarlo y luego le colocó sobre la espalda la prenda que traía consigo, una capa marrón con capucha. Si escondía su rostro y sus manos lograría pasar inadvertido, Shigeru se lo agradeció y ambos se despidieron con un abrazo.
El consejero salió cabalgando en un unicornio sin montura, únicamente con unas riendas para atarlo en algún lugar de la ciudad mientras se acercaba a una multitud reunida para oír al dichoso orador, era preocupante ver a tanta gente de distintos estratos sociales reunida para escuchar a un simple hombre, su mensaje debía de ser muy popular entre el pueblo. Se abrió paso entre la multitud y prestó atención, el discurso ya había comenzado, el tipo estaba sobre una escalinata de madera hablándole a la multitud, Yahaba miró hacia un costado de la construcción donde estaba el hombre, encontrando con la mirada a una figura femenina igual de cubierta que él, trató de enfocar mejor su vista, y pudo ver entonces un mechón lacio de cabello negro en el hombro de la chica.
Era evidente que se trataba de Kiyoko vigilando atentamente al orador, un tal Takeru Nakashima, tenía el cabello castaño extremadamente corto, su aspecto era jovial, agradable para muchos, nada ladino como se hubiese imaginado a un fanático de Oikawa, quizás era un excelente mentiroso, o apoyaba fervientemente la causa del conde. Casi podía caerle bien a Shigeru con su apelación a las emociones de la gente, no imaginaba que las palabras "amor por la familia" cayeran en un discurso para apoyar una guerra, pero lo hacía funcionar.
Su argumento era que todos los seres amados caídos no debían ser olvidados, pedía que se recordara a los padres y madres que perdieron los presentes, en los hijos, hermanos y hermanas que jamás pudieron enterrar, pedía que sus nombres fueran honrados con el ajusticiamiento a sus asesinos, una forma amable de nombrar a la venganza. Sus eufemísticas palabras eran analizadas por Yahaba, pues las usaría a su favor estando entre el público; con disimulo se movió en la multitud, no se estaría quieto mientras transmitía sus mensajes en susurros de duda: "si nos vamos a la guerra otra vez, perderemos lo único que nos queda", "debemos atesorar a nuestras familias", "no quiero perder a mi esposo", "moriría si perdiera otra vez un hijo".
Takeru era bueno persuadiendo, pero sus suaves mensajes de amor a la patria y justicia por los caídos solo alimentaban las intrigas que el consejero sembraba con una voz baja y temblorosa, infundiendo miedo a un nuevo conflicto. Mucha gente comenzó a murmurar dubitativa luego de escuchar a ese desconocido entre el público que estaba tan pero tan triste por la inseguridad que sentirían si no existiera un acuerdo de paz, pero nadie se atrevía a alzar la voz para contradecir al orador, los hombres jóvenes miraban con ojo vigilante a todos esos obreros y obreras, a todos los ancianos indecisos, lo hacían con un afán amenazante.
Pero Shigeru no se quedaba quieto, la lentitud de sus pasos y su voz seguían sembrando dudas, solo un joven supo identificarlo, su ojo atento se clavó en el omega, pero se mantuvo estático, siguiéndolo con la mirada para no perderle la pista. La charla finalizó con un tercio del publico realmente convencido, de todos modos se dispersaron para volver a sus hogares, y Takeru bajó de la escalinata caminando hacia Kiyoko, esta le entrego una bolsa de monedas, él la aceptó, pero también besó su mano con devoción.
Yahaba los miraba de reojo mientras se alejaba con el resto de la gente, el discurso emocional le pareció más débil de lo que imaginaba, con simples instigadores lograría causar discordia entre el pueblo, alejándolos de ideas peligrosas como las de Oikawa. Reprimir a los oradores con los guardias de la corona solo causaría más descontento en la ciudadanía, la opción más sensata era mantener un perfil bajo.
Las calles se vaciaron rápidamente, a esa hora todos deseaban dormir, incluso los más bohemios se resguardaron bajo techo para beber, Shigeru caminó en las calles del bajo Domain en aparente soledad, pero él sabía que no estaba del todo solo, podía escuchar pisadas, unas que querían ser sigilosas a sus espaldas, otras que pisaban firme pero con la cautela de un depredador, casi podía identificar unas garras ahoyando en cada paso la tierra.
A sus espaldas claramente iba un muchacho, un alfa de unos 20 años, Yahaba escuchaba dos gruñidos de amenaza, el de su espalda era sin duda un gruñido humano de odio; Shigeru sabía que el pobre chico era un idiota cegado por su fanatismo, buscando asesinarlo por ir en contra de sus ideales y por haber tenido la osadía de contradecir el discurso del orador. El consejero fingía no darse cuenta de estar siendo "acechado" dejaba pensar a ese tipo que lo tenía acorralado, así que mantuvo un ritmo normal, dejándolo acercarse con sus mortales intensiones a sus espaldas.
El joven era un mago intensificador, Yahaba pensó que era muy típico de ese tipo de magos ser unos imprudentes que no median consecuencias, de seguro ese alfa estaba imaginando que solo un golpe bastaría para destrozarle la columna vertebral, pues tenía el puño alzado, listo para atacar al omega. Shigeru suspiró e hizo aparecer en menos de un segundo un escudo de energía a sus espaldas, dio la vuelta tranquilamente mientras oía pisadas veloces y feroces pasar tras de sí; al voltear no dio crédito a lo que veían sus ojos, definitivamente el resultado de eso no era algo que hubiese salido de su mente.
El cuerpo de ese alfa aún estaba de pie, pero del cuello para arriba no había nada, solo sangre saliendo a borbotones de donde antes estaba su cabeza, el tipo estaba completamente decapitado. Yahaba escuchó las pisadas bestiales de un animal muy grande, alejándose a toda velocidad de allí, él miró en esa dirección sin llegar a distinguir nada, estaba muy confundido, pero, extrañamente, aun más aliviado.
El vapor de la boca de Kindaichi nubló brevemente su vista de las estrellas, estaba sentado con la espalda contra la muralla de un hotel del amor, esperando a que su señor terminara sus asuntos con su amante; no se sentía del todo cómodo en esa situación, Oikawa era como un padre para él, por eso no era agradable imaginarlo teniendo relaciones. Otra cosa que le molestaba a Yuutaro era no poder estar haciendo algo similar al conde con su propio amante, el sexo compensaba sus largas noches sin dormir, a veces se encontraba muy agotado, pero no debía preocuparse de ello si alguien más hacía el trabajo por él.
Dentro de la habitación Kuroo hacía crujir la cama, casi podía jurar que se rompería y que él de todos modos continuaría moviéndose como un salvaje mientras clavaba sus garras en los muslos de Tooru para mantenerlo quieto; el conde estaba a cuatro patas, gimiendo mientras reía y lloraba al mismo tiempo, Kuroo le preguntaba si quería que se detuviera, pero Oikawa respondía con un "no te atrevas". Kuroo nunca había conocido a alguien que disfrutase tanto del sexo doloroso, el conde pedía ser tratado de forma brutal, por lo que él cumplía con sus fantasías golpeando sus caderas contra el culo de Tooru, su empuje lo movía mucho aunque estuviera sujeto de las caderas, el alfa debía intentar otra cosa.
Kuroo tomó la cabellera del conde y lo jaló hacia atrás, luego colocó su mano alrededor de su garganta, penetrándolo desde atrás mientras apretaba y su amante gemía agudamente, con el cansancio a flor de piel y las sábanas totalmente empapadas de sus corridas anteriores. Oikawa maldijo al soldado mientras este lo castigaba con sus sonoras y duras embestidas, después preguntó con angustia cuando pensaba venirse.
El alfa se burló de él y su poca resistencia, luego movió sus manos a los pezones del conde para estirarlos al máximo y retorcerlos dolorosamente, Tooru se estremeció, eyaculando por tercera vez en la noche. Kuroo sonrió y le mordió abruptamente el cuello, le impresionaba que el interior de su amante se sintiera hirviente, pero la piel de su exterior tan fría como siempre; de todos modos clavó los dientes para marcarlo, se detuvo solo cuando sintió el sabor salado de la sangre en su lengua; eso quizás era lo más impactante de todo, el conde seguía siendo capaz de sangrar.
Lo volteó bruscamente y detuvo sus movimientos para contemplarlo, ni siquiera sabía su edad, tal vez lo superaba en 20 años, mas aun así seguía siendo un bombón que lo miraba con desprecio e impaciencia, no parecía molestarle en lo más mínimo la sangre en su cuello, lo que odiaba era verlo parar. Oikawa le ordenó continuar, Kuroo sonrió travieso y solo dio un par de suaves embestidas, mirándolo con burla y malicia.
Tooru contuvo la rabia y volvió a ordenarle que se moviera, entonces el soldado obedeció, moviéndose lenta y suavemente entre las enrojecidas y húmedas nalgas de su amante; Oikawa mordió su propio labio con su colmillo afilado, sacándose sangre de la piel, murmuró colérico que quería que fuera más rudo que eso, pero Kuroo solo se rió y siguió moviéndose con calma, burlándose en su cara para hacerlo sufrir. Oikawa volvió a susurrar una amenaza de furia, el alfa esperaba verlo chillar de rabia, pero lo que obtuvo fue un atemorizante murmullo, gutural y bajo: "te mataré…".
Kuroo ni siquiera pestañeó cuando el conde extendió su mano llena de anillos, con fuego negro flameando en su palma a varios centímetros del alfa; el color del fuego podía variar mucho en manos de un experto emisor, pero Kuroo nunca había visto fuego de color negro, la total ausencia de luz en algo que por definición irradiaba luz, era algo antinatural. El alfa no tenía miedo, permanecía quieto mirando con fascinación el fuego negro de su amante; en un momento comenzó a extender lentamente su propia mano, demostrando su estúpida valentía.
Oikawa se veía irritado y trastornado, Kuroo acercaba con lentitud la mano a ese anormal fuego oscuro; Tooru comenzó a temblar, ambos sentían el peligro mortal de esa llama, el soldado por instinto, el conde porque sabía de lo que era capaz su propia magia. Antes de que su amante cometiera la necedad de tocar una sola flama, Oikawa apartó su mano y lo miró frustrado, ahogando con toda su voluntad el sentimiento que le había provocado un momento tan peligroso como ese.
Cuando la llama desapareció, Kuroo tomó las manos del conde entrelazando sus dedos y volvió a moverse con el mismo ímpetu que al inicio, Tooru le mordió el hombro para descargar su rabia contenida, lo hizo sangrar, pero el alfa no se detuvo por ello. Al momento de alcanzar el clímax, el soldado apartó a Oikawa de un empujón y rápidamente gateó hasta que le pudo meter la polla en la boca, agarrándolo de los cabellos con una sola mano mientras se masturbaba para sacarlo todo.
No dimensionó que aquello podía ser peligroso al momento de anudar, los ojos de Tooru se desorbitaron levemente mientras el alfa eyaculaba en su garganta con el pene hinchado y endurecido. Fue algo incómodo mantenerlo dentro de su boca esperando que se desinflamara un poco, pero Kuroo se veía bastante divertido, incluso sádico, eso le parecía demasiado sensual al conde.
Oikawa ni siquiera pudo burlarse de él para recuperar la dignidad cuando al fin pudieron despegarse, pues el alfa le agarró firmemente el cuello y lo besó con el nivel de dolor que tanto le gustaba, por primera vez en muchos años se sentía dominado en la cama, ese muchacho valía en oro lo que pesaba. Al terminar de besarse, Tooru invitó a su amante al castillo de Tridenti para beber y comer algo con sus amigos, procuraría no hablar de nada muy importante con ellos, fantaseando con tener una orgia durante el alba si a Kuroo le sobraba energía.
Semi movía un pie con nerviosismo dentro del castillo de Hanamaki Takahiro, sus "compañeros" le prestaron un par de prendas exóticas provenientes de las tierras Nefilim para que se vistiera junto a ellos para el show; sin duda él se estaba destacando demasiado de entre ellos, las reveladoras piezas de tela con medallones y pedrería lo hacían ruborizarse y colocarse la ropa con pudor y vergüenza. Con ayuda de Tendou había logrado entrar por una de las puertas laterales, dos guardias vigilaban la entrada, uno preguntó que querían ahí, Satori le respondió que uno de los bailarines se había retrasado y se uniría a los demás para empezar el espectáculo.
No era una excusa creíble, pero eso no importaba teniendo a Tendou con él, pues aseguró que uno de los guardias era testigo de que él trabajaba para el burdel contratado, no le resultó muy difícil manipular la mente del indicado para que respaldara su mentira, así que el otro vigilante, aunque dudoso, aceptó dejarlos pasar. Mientras entraban, Satori miró atrás, manteniendo su control mental para que el guardia manipulado siguiera afirmando que los conocía, hasta que lo hizo cambiar de tema para que la conversación de ambos estuviese centrada en banalidades como ir a beber o comer algo cerca del mercado.
Al recuperar su consciencia el vigilante se vio en medio de un dialogo amistoso con su compañero, siguió el hilo de la charla aunque se sintiera algo confuso, tal vez la vejez le estaba jugando una mala pasada. Tendou y Eita se apresuraron para salir de la vista de los guardias, Satori lucía muy cansado, una cosa era manipular las emociones y leer mentes, pero controlarlas si lo hacía agotar sus fuerzas rápidamente.
Semi lo vio dejarse caer al suelo sentado, con los ojos cerrados y bufando; antes de poder preguntar por su estado, su compañero ya había sacado algo de su bolsillo, una botella pequeña con una poción que se tragó en seco, le servía para reponer sphaeram ante esas situaciones donde alcanzaba su límite, y parecía traer más de una consigo. Eita no tenía palabras, Tendou se estaba arriesgando demasiado para ayudarlo en su misión, estaban en la boca del lobo y aun así el alfa lo acompañó para ser su soporte; de cierta forma seguía temiendo que le cobrara por todos esos momentos donde lo sacó de un apuro. Antes de separarse para ir con los bailarines exóticos, Semi se arrodilló y abrazó a Satori sin decirle ninguna palabra, luego se alejó con rapidez antes de que el alfa le pidiera algo más, cosa que de todos modos no planeaba hacer Tendou.
Ya estando vestido con ropas nefilim de color púrpura y joyas de bisutería plateada, salió junto a los demás en una danza que trataba de imitar con la mayor gracia posible; cerró los ojos mentalizándose para controlar su nerviosismo y se posicionó al final de la fila de bailarines, que se presentaban uno a uno bailando a su estilo y acercándose a los pocos espectadores presentes para cortejarlos. Semi tragó saliva al ver que Kuroo estaba sentado junto a Oikawa y otros dos sujetos, y Kuroo también lo hizo al darse cuenta de que era él quien estaba trabajando junto a los bailarines exóticos, se esperaba todo menos eso de Eita, preguntándose si su situación económica no le era suficiente para mantener a Tsutomu.
Cuando llegó el turno de Semi, procuró contonear las caderas y moverse con la ligereza y sensualidad de los anteriores bailarines; para llamar la atención de Oikawa debía comportarse osado, no era algo que acostumbrara hacer, mas debía hacer el esfuerzo. Se acercó danzando con sensualidad y torpeza al conde, usando la pañoleta amarrada en sus pechos para rodearle suavemente el cuello; si bien no estaba siendo tan profesional en su baile, Kuroo y Hanamaki abrieron los ojos por la exhibicionista maniobra, Takahiro se mostró complacido con el aspecto y actitud de Eita, así que lo llamó con su dedo mientras Tooru lo seguía con la mirada, sonriendo prepotente pero divertido con el espectáculo.
El omega se acercó atrayente hacia Hanamaki y se arrodilló entre sus piernas, colocando la pañoleta atrás de su nunca mientras seguía actuando como si su trabajo fuese complacer a los hombres; se miraron con lujuria, Takahiro aprovechó para agarrarle las nalgas con las dos manos, con tal firmeza que estiró un poco la tela de la reveladora falda de Semi. Eso lo puso nervioso, porque había amarrado la pequeña bolsita de veneno en el cinturón de su falda por dentro de la tela, alcanzaba a sobresalir un pedacito de la tela marrón de la bolsa y si seguían tocando su ropa podría soltarse.
Hanamaki quiso besarle los pechos, pero Eita llevó su espalda hacia atrás tocando el piso con sus brazos y la cabeza; Takahiro no se detuvo por esa flexible maniobra, y posó los labios en las costillas de Semi, bajando poco a poco hasta su vejiga para besar con descaro sus partes bajas. Estaba demasiado cerca de su bolsa de maná, así que el omega se dio la vuelta rápidamente, quedando en cuatro patas frente a Hanamaki, que sonrió entusiasmado hincándose tras Eita, apartando ligeramente la tela trasera para mirarle el culo; Kuroo seguía desconcertado, pero babeaba contemplando a Semi actuar como un prostituto.
Takahiro lamió uno de sus dedos y lo acercó al ano de Eita, el omega se estremeció y aguantó las ganas de llorar cuando ese dedo comenzó a meterse adentro, tenía que fingir un gemido de placer mientras llamaba a Oikawa provocativamente para tenerlo más cerca. El conde lo miraba con expresión burlona y desinteresada, en vez de aceptar la propuesta de Semi para unirse a él y Hana, Tooru le hizo un llamado de atención a Takahiro, diciéndole que se estaba apresurando demasiado y que no tendría energía para más tarde.
Entonces su amigo se detuvo y tomó a Eita de la cintura, sentándolo en su pierna mientras tomaba una fresa para ofrecérsela; el omega recibió la fruta en su boca y lamió los dedos de Hanamaki para mantenerse en el papel que estaba interpretando, posteriormente se besaron mientras Takahiro le apretaba un pezón, sin desearlo Semi estaba soltando feromonas que hacían babear a Kuroo y a Hanamaki, pero el primero ya estaba lo suficientemente ocupado con dos bailarines que le besaban el pecho y el cuello, mientras otro alimentaba a Oikawa dándole uvas en la boca. El único que no estaba interesado en participar era el cuarto espectador, Kindaichi, que rechazaba la compañía de los bailarines que se acercaban hasta la pared donde estaba apoyado, observando todo atento y en silencio.
Semi le susurró al oído a Hanamaki, preguntándole si deseaba beber algo de vino; él aceptó con gusto y nalgueó a Eita cuando se levantó para ir hasta una mesa alejada donde había suficiente comida y vino para los presentes; esa oportunidad fue perfecta para servir cuatro copas de vino, disolviendo el maná en una de ellas, la que estaba destinada a Oikawa. Luego de disolver el veneno, Semi colocó las copas en una bandeja, le entregó una a Kindaichi y a Kuroo, luego fue hasta Tooru para darle la del vino envenenado, dejándosela con aparente naturalidad para luego darle la espalda, volviendo con la última copa para Takahiro; mientras Eita caminaba a los brazos de Hanamaki, Yuutaro salió de su rincón y fue en silencio hacia el conde, intercambiando su copa con la de Oikawa.
Al entregarle la copa a Takahiro le susurró que dejó lo mejor para el final, actuando natural hasta que Tooru se tomase por completo su vino, cuando eso ocurriera, tendría que buscar alguna excusa para alejarse de ahí, tal vez tendría que llamar a Tendou para pedirle ayuda, debía admitir que con él las cosas resultaban menos complicadas. Mientras el conde bebía tranquilamente su vino, Hanamaki acariciaba los pechos de Semi, besando su cuello y detrás de su oreja, los instintos del omega lo volvían más desinhibido, llegando a tener poco control de sí mismo, si algo no lo detenía tal vez terminaría apareándose con ese hombre.
Las manos de Takahiro se posaron en los glúteos de Eita, se besaron una vez más, los instintos de Semi le decían que no debía preocuparse de nada, que nada pasaría si disfrutaba junto a ese tipo por una simple hora; de pronto escuchó un ruido que lo distrajo mientras besaba a Hanamaki, el sonido de un líquido derramándose sobre el piso. Giró la cabeza lentamente, con un mal presentimiento; Kindaichi estaba de pie cerca de Oikawa, derramando las últimas gotitas de la copa sobre el piso, ambos miraban fijamente a Eita, con un silencio que le puso los pelos de punta.
Semi se separó de Takahiro poniéndose de pie con nerviosismo, Hanamaki preguntó que ocurría, extrañado por la reacción del omega que acabó con el excitante momento; entonces Yuutaro comenzó a hablar, diciéndole a Oikawa que Eita no había estado en el burdel donde él contrató a los bailarines, que actuaba diferente a los demás, que tardó más de lo normal en servir las bebidas y que había sentido "algo extraño" antes de darse cuenta de sus intenciones. No solo lo insinuaba, Kindaichi parecía afirmar que Semi había intentado envenenar a Oikawa, quien con indiferencia y malicia rió un poco y le propuso a su amigo Takahiro que continuara con lo que estaba haciendo con el omega, y que de hecho él, Kuroo y Kindaichi se le unirían.
Eita se mordió el labio inferior mirando con desprecio al conde, sentía ganas de correr hacia él y morderle el cuello hasta arrancarle la arteria carótida para acabar de una vez con todo; ni él ni el grupo de Oikawa pudieron hacer algo más, un extraño poder se apoderó de Kindaichi y Hanamaki, pero no afectó demasiado a Oikawa. Tendou no consideró necesario usar su magia sobre Kuroo, pues se veía muy confundido y temeroso por la situación, hasta sus dos acompañantes que se restregaban en su entrepierna se habían detenido por el tenso momento; fueron los demás quienes recibieron un golpe de "angustia" como una ráfaga que los hizo caer de rodillas, Oikawa los observó irritado mientras Semi aprovechaba para salir corriendo hacia la puerta.
Satori, estando fuera de la habitación, percibió algo extraño, un poder hecho de negatividad pura, de maldad, de un miedo que le hizo pensar que ese sería su fin y el de Eita; el omega cruzó el dintel de la puerta mientras Tooru se disponía a eliminarlo con su espantoso fuego oscuro, Tendou entró en pánico y se lanzó ágil y brusco contra Semi, cayendo ambos hacia el lado por el pasillo, evitando por apenas unos centímetros aquel poder destructor. Ambos se levantaron sin demora y comenzaron a correr; Oikawa se quedó quieto y llamó a Kindaichi, que inmediatamente se disculpó por haber bajado la guardia con ese omega, posteriormente el conde le ordenó a Yuutaro y a Kuroo que persiguieran a esos espías, Kuroo no tuvo la valentía de negarse a esa orden a pesar de que se trataba de un conocido que le ayudó a cuidar a su hermano, una buena persona al fin y al cabo.
Eita y Satori corrieron con todas sus fuerzas hacia los portones por donde habían ingresado, ahí estaban los dos guardias que dieron la vuelta al escucharlos correr, Tendou lanzó otra ráfaga de angustia que hizo tambalear a los vigilantes, desestabilizándolos durante los segundos en que aprovecharon para correr colina abajo por las calles adoquinadas que rodeaban la parte delantera del castillo. Tras ellos salieron Kindaichi y Kuroo, corriendo junto a los dos guardias para encontrarlos; los cuatro volaron para poder visualizar mejor al objetivo, no tenían más escape que adentrarse en la ciudad cuesta abajo, no sería difícil dar con ellos si abrían los ojos.
Pero Tendou pensó en eso, así que se aseguró de llevar a Semi de la mano mientras corrían, guiándolo velozmente debajo de los pórticos techados más anchos y amplios, usando toda su energía vital para detectar los pensamientos de la gente que tenían cerca para saber qué tan lejos se encontraban sus enemigos. Era una completa tortura hacerlo, Eita lo miraba preocupado porque Satori se veía completamente exhausto, bufaba como una persona asmática después de agitarse y sudaba, su pecho se movía violentamente, ambos tenían miedo de que el alfa llegase a tener un ataque cardiaco por el evidente desgaste físico causado por la pérdida de sphaeram.
Aun sintiéndose de esa forma, Tendou no paró ni un solo segundo en su huida, escuchando los pensamientos de la gente al mismo tiempo, eso lo enloquecía cuando era más joven y no sabía controlar sus poderes, pero gracias a ese poder logró perderlos, pues cuando dejó de escuchar los pensamientos del tal Kindaichi, se calmó y se detuvo junto al omega. Entonces los síntomas de su taquicardia se hicieron más fuertes, se puso en cuclillas y tocó su agitado pecho; Semi lo observó con temor y lástima, y se arrodilló junto a él para tocarle el pecho y la cara.
-¿Estás bien…? - preguntó sintiendo el frenético latido de su corazón; Satori trató de respirar profundo y así poder responderle, pero incluso haciendo esto se escuchaba tremendamente agitado.
-Lo siento Semi Semi... - respondió antes de tomar otra bocanada de aire - traté de detener a ese chico...sabía que te tenía en la mira, sabía que iba a intercambiar su copa con la de Oikawa… intenté detenerlo, pero él se resistió al control, así que fue peor, fue mi culpa que nos descubrieran…
-Tendou, cálmate - le pidió Eita tocando su rostro, antes era algo hostil con el alfa, pero al verlo así su instinto maternal afloró - no es tu culpa, hiciste todo lo que tenías a tu alcance para ayudarme, sin ti jamás habría llegado tan lejos - le dijo mientras le acariciaba dulcemente el rostro, entonces la expresión desganada de Satori cambió a una sutil sonrisa, mientras miraba directamente a los ojos a Semi.
-Tenemos que seguir huyendo, los perdimos, pero podrían encontrarnos… Podríamos usar nuestras formas animales para huir, pero, quedaríamos desnudos… - sugirió Tendou, en el fondo le gustaba la idea de que ambos estuviesen sin ropa.
-Kuroo estaba con ellos… él sabe de Tsutomu, y si le dice a esos tipos que tengo un hijo… podrían utilizarlo en mi contra para atraparme - Eita pensó en voz alta, entrando en pánico por aquella posibilidad.
-Tenemos que salir juntos de este lugar, tengo unos amigos que me están esperando en el muelle, vayamos por el pequeño y salgamos de aquí - sugirió Satori, pero Semi aún tenía dudas.
-Si nos encuentran todo se acabará, no sé usar magia, estaríamos en una desventaja ¿Qué hago? - se preguntó Eita con desesperación - necesito que me enseñes a usar magia, ahora.
-Imposible, no puedo ayudarte a conseguir tu magia a corto plazo - respondió Tendou, el omega agarró las prendas de Satori para reprocharlo.
-¡Dijiste que podías ayudarme a aprender, necesito defender a mi hijo, ahora más que nunca!
-Quería enseñarte a conseguir tus poderes meditando, es la forma más lenta y segura de conseguir la magia, yo no logré alcanzar ese método porque necesitaban con urgencia que me uniera al ejército, así que un general me ayudó a activarla a mitad de mi entrenamiento, yo no puedo hacer lo que él hizo, se necesita un dominio de maestro para hacer lo que pretendes… - se excusó el alfa, sin embargo Semi se enfadó más a causa de su miedo.
-¿No tienes dominio de maestro? Pero has estado usando tus poderes como si lo fueras maldición.
-Me he estado drogando con pócimas para darme subidones de energía - admitió Satori avergonzado, Eita se quedó pasmado - no es normal que pudiera hacer todo esto sin un empuje… no tenía más opción que tomarme esas pócimas para poder aumentar los efectos de mi magia, porque sabía que ni yo mismo sería un rival a la altura de ese tipo…
-¿Qué? Pero ¿Por qué no me detuviste?... - se cuestionó Semi, pero él mismo encontró la respuesta - porque no habrías podido…
-No pienses en eso Semi Semi, ahora debemos encontrar a tu niño y llevarlo al barco - dijo Tendou tomándole la mano, Eita comenzó a temblar, había tenido muchas emociones fuertes, y en esos momentos no podía dejar de culparse de todo lo ocurrido.
-Todo esto pasó por mi culpa, sin ti habría muerto desde el principio, y ahora todo se fue a la mierda y solo por mi imprudencia… - murmuró el omega mientras rompía en llanto, Satori se puso nervioso, no era un experto manejando los sentimientos de los demás, al menos no sin sus poderes.
-Tranquilízate, todo estará bien, tal vez esto pasó porque es parte del destino, tal vez pasó para que pudieses irte a la tierra de los ángeles como te lo dijo ese chico, así que por favor deja de llorar - le pidió Tendou afligido, entonces Semi se lanzó a sus brazos, dándole un apretado y angustiado abrazo que el alfa no se esperaba.
-Gracias por todo lo que has hecho por mí…
-No es nada, tal vez es el destino el que me hizo hacer esto, o porque leo mentes y soy un entrometido - pronunció Satori mientras lo abrazaba también - ¿Vamos a buscar a tu hijo?
-Está bien, pero, prométeme una cosa - dijo Eita mientras se separaba del abrazo - si nos descubren antes de llegar al barco, concentra todo tu poder en salvar a Tsutomu, yo los distraeré mientras lo llevas a un lugar seguro.
-No, no puedo hacer eso, tengo que protegerte ¿Cómo se cumpliría la profecía si no lo hiciese?
-Tendou, prométemelo - repitió Semi más serio que antes, Satori no supo que responder - júrame que si nos atrapan, me dejaras distraer a esa gente mientras salvas a Tsutomu.
-Está bien, pero tú júrame algo más… Si haces esa locura, harás lo posible por volar hacia los acantilados ¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Ambos se apresuraron, estaba amaneciendo y ya había más gente por las calles, era una ventaja porque podrían camuflarse en las multitudes; al llegar a la posada Semi y Tendou se cambiaron de ropa, las prendas del omega le quedaron ligeramente apretadas a Satori, aunque no serían impedimento para su huida. Eita despertó a Goshiki y este se removió quejándose a chillidos, su madre le dijo que tenía que vestirse rápido porque se irían de ahí en ese momento; el quejumbroso niño lloró un poco cuando Semi empezó a vestirlo rápidamente en vez de dejarlo dormir.
Al terminar de abrigar bien al pequeño, Semi lo miró a los ojos y le explicó que unos tipos malos los estaban persiguiendo, que tenían que salir en silencio de ahí y que se irían en un barquito a viajar por el mundo; aquella parte le llamó la atención a Tsutomu, y le prometió a su mamá que estaría callado hasta llegar al barco. Cuando el niño ya estuvo completamente calmado, los tres salieron del hostal, Goshiki miró fijamente a Tendou, había desconfianza y desaprobación en sus pequeños ojitos; mientras su madre lo llevaba sobre su hombro por la calle, el niño le preguntó quién era ese tipo raro, a lo que Eita contestó que era el capitán del barco donde se marcharían.
Los tres se movieron hacia la parte baja de la ciudad, caminando tensos y acelerados para llegar a los muelles; desde lo alto Kuroo supo distinguir a Tsutomu, así que descendió en silencio para acercarse a ellos caminando, tratando de no llamar la atención del tal Kindaichi y los dos guardias del castillo. En el muelle Satori tomó una pequeña piedra y la lanzó contra el bote de sus compañeros, como no dio resultado a la primera tomó unos esqueletos de pescado para lanzárselos, entonces Reon se asomó y despertó a los demás, Tendou les dijo que ya había terminado con sus deberes en Tridenti, y que llevarían compañía en el viaje; los tres tripulantes miraron a Semi sorprendidos, Hayato y Kawanishi se rascaron la barbilla interesados en el omega, y Reon les murmuró que se comportaran con el nuevo pasajero.
Kuroo llegó corriendo a la plaza de adoquines de los muelles, y llamó a Semi por su nombre cuando lo vio a la distancia; el omega abrió los ojos de par en par y giró la cabeza; no solo vio a Kuroo parado a varios metros, sino también a una figura que volaba en dirección hacia el soldado, era Yuutaro que había logrado dar con ellos. El omega entró en pánico y le entregó su hijo a Tendou, pidiéndole que por favor se lo llevaran inmediatamente en la barcaza; Goshiki no entendía nada de lo que estaba pasando, pero se sintió asustado cuando vio a su mamá corriendo de vuelta hacia la ciudad, dejándolo solo con esos tipos. Satori rápidamente le entregó el niño a Reon y le dijo que partieran sin él, bordeando la costa y los acantilados, pues tenía un plan que sería su última salida para sobrevivir.
Eita continuó corriendo hacia Kuroo, pero antes de que este pensara que el omega venía a darle una explicación, Semi giró hacia la derecha en seco para seguir huyendo, pues Kindaichi había volado por sobre la cabeza del soldado para continuar la persecución contra el omega. Kuroo se quedó atónito y comenzó a volar para seguirlos, debatiéndose entre su mente y su corazón, pues uno le decía que no era conveniente desobedecer la orden de Oikawa, y otro le decía que tenía que defender a Eita.
Tendou corría tras Semi, enfocando todo su poder en Kindaichi mientras este volaba atacando a Semi con rayos, pisándole los talones al omega; Satori logró hacerlo tambalearse durante el vuelo, por lo que aprovechó para acelerar y tomar la mano de Eita. El omega lo miró con desconcierto, y a la vez, con una extraña sensación de alivio y seguridad; juntos corrieron hacia las tiendas de pescado, tratando de desaparecer de la vista de Yuutaro; pero este decidió bajar y continuar su búsqueda a pie, causando que Tendou y Semi tuviesen que agacharse junto a un puesto, avanzando sigilosamente hacia un bazar que atravesaba desde esa calle hasta la siguiente que estaba en paralelo al mercado.
Fue ahí cuando decidieron cambiar a sus formas animales, la de Semi era un lince, la de Tendou un lagarto; dejaron la ropa atrás, Satori se encargó de apartarla de la vista usando su cola, luego tomó su anillo canalizador en la boca, y se fueron rápidamente hacia la siguiente calle, mirando al cielo para saber si Kindaichi había decidido volver a volar para acecharlos. Corrieron a cuatro patas por 3 calles hasta que Tendou empujó su cabeza contra el cuerpo de Semi en una señal de alerta; el omega siguió a Satori hacia una tienda de abarrotes, en la cual encontraron a dos personas, el dependiente y un cliente.
Ambos tuvieron la misma idea, volvieron a sus formas originales ante los sorprendidos ojos del dueño de la tienda y su cliente, que observaban sus desnudos cuerpos muy abochornados; Tendou pretendía seguir usando su poder, pero Eita se le adelantó al tomar una escoba y golpear en la cabeza a esos hombres, noqueándolos momentáneamente para quitarles la ropa. Satori tragó saliva y rogó que esos golpes no hayan sido tan graves para esos pobres diablos; el omega le entregó el conjunto del dependiente y él se lo colocó velozmente, la agitación del momento le impidió detenerse a mirar el hermoso cuerpo de Semi, ya que ambos comenzaron a moverse una vez estuvieron vestidos con otro cambio de ropa.
Se adentraron en la casa buscando una ventana, ignorando las preguntas y gritos de sus habitantes, al encontrar lo que buscaban salieron rápidamente y continuaron caminando rápido por un callejón; antes de salir a la luz de otra calle, se colocaron las capuchas de los atuendos y se mezclaron entre la multitud, fue ahí cuando Tendou le aclaró que debían ir hacia la parte oeste de la ciudad donde había muros que cercaban los acantilados, si llegaban ahí sin ser vistos, lograrían volar hacia el barco. A Semi le pareció algo peligroso por la posibilidad de guiar a los subordinados de Oikawa hacia el barco donde estaba su hijo, pero era su única oportunidad para salir de esa ciudad, por lo que siguió el plan de Satori con algo de dudas.
Al parecer habían perdido a Kindaichi y solo les quedaba continuar caminando entre el público de forma natural; entonces Kuroo descendió y comenzó a gritar el nombre de Eita, este miró de reojo, pero Satori le tocó la espalda y le pidió que no mirara atrás, pues debían pasar inadvertidos y llegar tranquilamente a los acantilados. Kuroo comenzó a abrirse paso, si su nariz no fallaba, Semi se encontraba cerca entre los transeúntes; Tendou tragó saliva cuando el soldado estuvo más cerca, leyendo sus pensamientos supo que los había descubierto, no obstante seguía analizándolo con cautela, a diferencia de Kindaichi, no estaba pensando en asesinarlos.
Pero Eita no era consciente de eso, así que cuando vio a Kuroo en el reflejo de un jarrón de bronce, supo que estaba a solo un par de metros de ellos; el omega inspeccionó el ambiente y notó unas estatuas de arcilla a tamaño real, casi pegadas a unos pilares que decoraban la avenida por la cual transitaban. Respiró profundamente, Kuroo estaba extendiendo su mano hacia él para detenerlo, casi podría escuchar su brazo acercándose lentamente; con toda la rapidez del mundo corrió hacia el lado y apoyó la espalda en el pilar, empujando la estatua con las piernas de un solo golpe, haciéndola tambalear peligrosamente, anticipando su caída; la adrenalina lo hizo muchísimo más rápido, antes de que Kuroo corriera hacia adelante para salvarse, Semi volvió al sitio dándole un fuerte puñetazo en la cara, echándolo hacia atrás mientras la estatua le caía encima; el soldado terminó de espaldas en el piso con una parte muy grande de la estatua rota sobre su estómago, inmovilizándolo dolorosamente.
Tendou parecía estar reprochándolo mucho por lo que acababa de hacer, pero Eita se sentía tan adrenalínico y en estado de alerta que tomó la mano de Satori y se lo llevó corriendo a toda velocidad hacia la parte oeste. Incluso cuesta arriba eran rápidos, ya en la cima observaron el muro que los separaba del mar, ambos aletearon hacia la muralla y posaron sus pies encima para ver si el barco de Tendou estaba cerca; cuando pudieron identificarlo, el alfa tomó la mano de Semi, ambos estaban listos para hacer su último esfuerzo del día, así que juntos agitaron sus alas y emprendieron el vuelo para llegar a la barcaza, el omega se sentía feliz, y le costaba reconocer que su alegría se debía en parte a la compañía de Satori, quien lo tomaba de la mano incluso mientras volaban.
Se miraron, Tendou le sonreía, no era precisamente el hombre más atractivo para Semi, pero debía admitir que su perspectiva acerca de él había cambiado drásticamente, se sentía muy cómodo, y sobre todo muy seguro mirando esa boba sonrisa en su rostro, era un momento de paz luego de tanta tensión. Pero, aquel momento fue reducido a insignificantes segundos cuando un fuerte rayo cayó directamente sobre el ala del alfa, quien gritó de dolor antes de caer hacia el vacío con su ala izquierda incendiándose; Eita exclamó con terror su nombre y se dejó caer en picada para atraparlo antes de que cayera contra el mar, al lograr sujetarlo comenzó a agitar las alas tratando de salvarlo de morir por una gran caída.
Semi miró hacia la distancia, Kindaichi permanecía volando estático desde los muros, disparando rayos contra el omega, que a duras penas podía esquivar volando con el peso de Tendou en sus brazos; lo único que podía hacer era evitar los ataques mágicos y descender, en un momento no tuvo más opción que dejarse caer al mar desde una altura más segura. Pero Yuutaro estaba empeñado en aniquilarlos, así que continuó atacando con sus rayos, que electrificaban el agua causándole mucho daño a Eita y Satori. El alfa temblaba de dolor, pero estaba consciente de todo lo que ocurría, y sabía que ese tipo los destruiría si alguien no les daba apoyo, pues su especialidad en magia eléctrica se volvía sumamente efectiva en el agua.
Tendou abrazó a Semi, ambos cerraron sus ojos pensando que sería su fin, hasta que desde el barco alguien salió en su defensa, era Reon, un mago de manipulación que usó el viento como una enorme ráfaga que casi tumba a Kindaichi, mientras Kawanishi usaba su magia de materialización para crear una extensa cuerda que Satori y Eita tomaron, siendo atraídos hacia la barcaza por Hayato, un mago de intensificación que aumentó su velocidad y fuerza para tirar de la cuerda más rápido de lo que lo haría su amigo. Yuutaro se enfureció gracias a la resistencia de Reon, así que se elevó hasta lo más alto para lanzar un ataque feroz de rayos que logró paralizarlos a todos por unos dolorosos segundos; entonces, el vasallo de Oikawa miró a sus objetivos, y con la mayor frialdad del mundo lanzó un rayo a la cubierta de madera, destrozándola hasta sus cimientos y creando una fuga de agua que empezó a hundir el barco.
El omega gritó al ver lo ocurrido, y entró en desesperación cuando comenzaron a caer más rayos destructores que hicieron pedazos la barcaza, y que caían en el agua como cuchillas que también pretendían matarlos a él y a Satori. Tendou observaba a Kindaichi, sintiendo sus intenciones asesinas, quedaba poco tiempo para que se desataran contra Semi, así que le gritó que debían sumergirse inmediatamente; Satori tomó su mano y lo arrastró por debajo del agua, indicándole que no debían detenerse, que tenían que nadar y nadar hacia el abismo si querían salir vivos.
Eita nadaba hacia abajo, el alfa estaba muy débil y él no tardó mucho en dejarlo atrás, sin embargo esa no era su intención, así que volvió por él para tomar su mano y ayudarlo a escapar; pero al hacer esto, ambos recibieron de lleno una enorme descarga eléctrica que incluso los afectaba a esa profundidad. Se estremecieron mirándose sin poder mover a voluntad sus miembros, nunca antes se habían sentido tan cercanos a la muerte; de pronto los pensamientos se desvanecieron, ambos estaban inconscientes mientras sus cuerpos ascendían, saliendo a flote sin que pudiesen despertar.
El sonido era tenue, como desvanecido entre una niebla, Semi no lograba escuchar que era lo que decían los murmullos que oía, lo único que sentía como algo real era la sensación de estar siendo besado por alguien; se preguntó por un momento si estaba muerto y su esposo lo estaba recibiendo con un beso. Lo imaginaba tal y como estaba antes de partir a su última batalla, con una camiseta de mangas cortas de color beige abajo de la pechera metálica, recién afeitado y con su típico corte de tazón despeinado y de color negro, llevaba años anhelando volver a sentir sus labios sobre los suyos, volver a ver sus ojos de enamorado que no cambiaban con el paso del tiempo, y sentir sus manos abrazándolo y protegiéndolo a él y a Tsutomu.
Entonces esa ilusión fue cambiando suavemente, dejando la imagen de Tendou frente a él, besándolo sobre la arena con dulzura; el corazón de Eita se agitó, confundido y sorprendido, ya no sabía porque estaba deseando eso, aún recordaba a su esposo con amor, y ya empezaba a resignarse a morir y volver a sus brazos. Cuando al fin recuperó el conocimiento, no vio ni a su esposo ni a Tendou sobre él, sino a un completo desconocido de cabello castaño cobrizo, traspasándole aire de boca a boca; por impulso levantó un puño y lo estrelló contra la mejilla de ese tipo, quien se quejó de dolor tocándose la cara mientras Semi se colocaba de costado escupiendo el agua que había tragado.
-¡Lo siento! - exclamó Semi al percatarse de que no tenía malas intenciones - fue un reflejo, realmente lo siento.
-Al fin, creí que ya no tenías vuelta - dijo Kawanishi sobándose la mejilla, Eita aún estaba confuso y con dificultades para respirar, sentía irritadas sus fosas nasales tras haberse llenado de agua.
-¿Dónde está Tendou? - preguntó el omega, Kawanishi apuntó hacia el lado, al igual que él, Tendou estaba tendido sobre las piedrecillas de la playa virgen en la que se encontraban, siendo atendido por Hayato. Semi se levantó con el cuerpo sumamente adolorido y fue corriendo hacia Satori para saber sobre su estado.
-"Esperemos unos días más" dijiste, "tengo algo importante que hacer" dijiste, míranos, casi nos matan por tu culpa - le reprochaba Yamagata mientras rompía la tela de su camiseta para vendarle el ala herida, de la cual solo quedaban restos de piel carbonizada alrededor de los huesos; Tendou se quejaba de dolor y aguantaba la respiración para soportar la improvisada curación de su amigo.
-A ti no te veo herido - murmuró Satori mientras le vendaban el ala.
-¡Tendou! - exclamó Eita mientras llegaba a su lado, al ver que estaba consciente suspiró con alivio y tomó con suavidad la cabeza de Tendou para ponerla sobre su regazo, el alfa relajó sus facciones y miró a Semi a los ojos con la misma tranquilidad; Hayato veía la escena con la boca cerrada, y por sobre todo observaba a Semi que tenía la ropa mojada pegada al cuerpo, comprendiendo mejor porque Satori se había arriesgado.
-Me alegro de verte en una pieza Semi Semi - comentó Tendou, el omega no disimulaba su expresión de felicidad mientras Satori levantaba su adolorido brazo para encontrar la mano de Eita, tomándola con delicadeza; de pronto el rostro del omega se volvio temeroso, la preocupación lo inundaba.
-¿Dónde está Tsutomu? - preguntó Semi, luego Tendou giró la cabeza hacia la izquierda, mirando algo completamente pasmado; entonces Eita giró hacia ese punto, comprobando lo que más terror le causaba. Reon estaba junto a su pequeño hijo, haciéndole una reanimación cardiopulmonar una y otra vez; el omega dejó la cabeza de Satori sobre las piedrecillas y se fue corriendo desesperadamente hacia su hijo, Kawanishi lo siguió para evitar que entorpeciera la reanimación.
-Vamos… vamos… ¿Por qué no despiertas? - susurró Ohira derramando lagrimas antes de volver a darle respiración de boca a boca al pequeño, al ver que no funcionaba continuó con las compresiones.
-¡Tsutomu! - gritó Semi llegando a un metro cerca de Reon, Taichi se interpuso entre él y su hijo, deteniéndolo al tomarle los hombros.
-Cálmate, dale espacio para que pueda volver a respirar - dijo Kawanishi, Eita temblaba y lloraba - mírame, te aseguro que todo estará bien, pero tienes que tranquilizarte.
-No… no puedo… - susurraba Semi, tembloroso y sollozando lleno de miedo mientras observaba a Ohira presionar el cuerpecito de su pequeño para hacerlo reaccionar; Taichi tocó la cabeza del omega y la inclinó hacia adelante para que su hombro le cubriera los ojos.
-No mires, y no entres en pánico, saldrá todo bien, te lo prometo - le decía Kawanishi de forma seria, pero muy suave y tranquila; aunque incluso con esa tranquilidad, para Eita era imposible dejar el llanto, no había peor temor que el que lo hacía pensar en su bebé muriendo por su culpa, apenas podía soportarlo; Taichi lo sintió desvanecerse, como si su cuerpo no tuviera las fuerzas para sostenerse solo, así que tuvo que abrazarlo con más fuerza para que no cayese al suelo.
Reon comprimía el tórax del pequeño Goshiki desesperadamente, llevaba unos minutos haciéndolo sin obtener respuesta, lo que le causaba una sensación de impotencia por no haber sido capaz de protegerlo al momento de naufragar; Ohira lloraba, pero no podía detenerse, no hasta confirmar que no había más esperanza para él. Iba a proseguir con otra ronda de respiración de boca a boca, cuando sintió que algo cayó del cielo justo a su lado; lo primero que vio fueron unos pies de talla grande calzando sandalias, luego fue levantando la mirada, aquella persona vestía pantalones y camisa blanca, era un alfa más alto que él, musculado y de cabello y ojos marrones, y con unas alas emplumadas tan grandes que tapaban los rayos del sol que molestaban los ojos de Reon.
El ángel le pidió a Ohira que se apartara del niño, este no tuvo el coraje de negarse, entonces el recién llegado se arrodilló junto a Tsutomu, traía anillos canalizadores en seis de sus dedos, los cuales puso suavemente sobre el pecho de Tsutomu; el ángel cerró los ojos, como si estuviese visualizando algo. Comenzó a comprimir el pecho de Goshiki, sus palmas resplandecían al presionar, Reon abrió la boca, pues no era muy común ver a alfas que fueran especialistas en magia de curación; con un par de compresiones, el pequeño escupió el agua que lo había ahogado, el ángel lo colocó de costado rápidamente, para que lograse expulsar todo el líquido restante por la boca.
Tsutomu lloró por la incomodidad que le generaba el haber tragado agua por la nariz, al oír su voz, Semi corrió a su lado y lo abrazó mientras juntos lloraban, Eita besaba a su hijito una y otra vez, disculpándose sin parar por lo que había ocurrido; Goshiki secó sus lágrimas pero su mamá seguía triste, así que lo abrazó poniendo sus bracitos atrás de su cuello, y le dio un pequeño beso en los labios, pidiéndole que no llorase más. El ángel que salvó a Tsutomu le dio unas palmadas en la espalda a Reon, no era precisamente muy expresivo, pero le agradeció por haberse empeñado en mantener con vida al niño; había otro ángel a parte de ese, uno un poco más bajo y menos corpulento, con el cabello castaño claro en corte de tazón, se encontraba arrodillado junto a Tendou quitándole las vendas de tela que le había colocado Hayato, este se quejaba porque le había costado vendar el ala de Satori, pero el ángel simplemente lo mandó a callar.
Semi abrazaba dulcemente a su hijito, ya estaba más calmado, en esos momentos solo quería darle muchos besos en la frente y en sus mejillas, mimándolo y haciéndolo sonreír mientras el niño le decía a su mamá que lo amaba mucho; los dos ángeles se reunieron alrededor de Tendou, este sonreía, al parecer era el único del grupo que reconocía a esas personas, los identificó como "Wakatoshi y Shirabu" saludándolos con el júbilo de alguien que no veía desde hace mucho a un par de amigos. Ushijima Wakatoshi, el alfa, utilizaba su magia de curación para acelerar la cicatrización del ala quemada de Satori, mientras que Kenjiro Shirabu, su compañero beta, preparaba unos vendajes limpios hechos de gasa para envolver el ala y protegerla de mayores complicaciones, pues se trataba de una parte del esqueleto de un demonio completamente expuesta.
Luego de vendar a Tendou, Wakatoshi realizó un chequeo rápido deslizando sus manos a un centímetro de altura por toda la extensión de su amigo, tenía algunas quemaduras en varias partes del cuerpo debido al impacto de los rayos, tendría que revisar también a Semi para curar esas quemaduras, para suerte de ambos no recibieron un mayor impacto. Luego de arreglar el problema, Ushijima lo ayudó a levantarse y fue junto a Shirabu hacia Eita y su pequeño, hincó una rodilla, llevó un brazo hacia su pecho y se inclinó ante él con solemnidad, jalando disimuladamente la ropa de Kenjiro para que este hiciese lo mismo que él, presentándose ante Semi como sus guías y leales siervos, llamándolo "elegido".
-Me llamó Kenjiro Shirabu, él es mi compañero Wakatoshi Ushijima, somos los gobernadores de la provincia de Zenith - explicaba vagamente Shirabu mientras los guiaba por el bosque hacia el sur, tan solo hacia algunos minutos habían pasado por lo que llamaban "frontera", unas simples ramas clavadas al piso para marcar los límites donde debían construir el muro, el ángel solo tuvo que levantar un pie para cruzar del reino demonio al reino humano.
-Oye, no es que quiera interrumpirte, pero, estamos en territorio enemigo… - pronunció Hayato con nerviosismo, los ángeles hicieron caso omiso.
-Nuestro líder nos envió con una misión, escoltar a uno de los elegidos hacia Menvra, en el centro de la región - agregó Ushijima, todos los demonios a excepción de Semi y Satori miraron con extrañeza a los ángeles.
-¿Qué cosa? - preguntó Kawanishi confundido.
-Hay una antigua profecía cíclica, habla de 12 elegidos encabezados por uno de mayor rango, que deberán acabar con el unwagys para que la vida pueda seguir su curso natural - prosiguió Ushijima sin dar mayores detalles.
-La misma profecía con ligeras diferencias - comentó Tendou muy sonriente.
-¿"Unwagys"? - preguntó Eita confundido, Goshiki se sintió interesado por el paisaje del bosque, así que se adelantó para poder brincar y mirar con curiosidad todo a su alrededor - ¡Tsutomu no te separes tanto!
-Es seraphino antiguo, tiene muchas traducciones, "indeseado", "maligno", "impostor", "traidor", en fin, solo definiciones negativas - dijo Shirabu ignorando que Goshiki iba incluso más adelante que él y todos los demás.
-No estoy entendiendo nada… - susurró Taichi.
-No necesitamos que nadie más que no sea el elegido entienda - pronunció Kenjiro sin preocuparse por herir susceptibilidades.
-¿Cómo saben acerca de esto? - preguntó Semi mientras trataba de mirar hacia adelante para vigilar lo que hacía su inquieto hijo.
-El líder de los ángeles tiene poderes de clarividencia, debió ver el futuro y por eso los envió aquí para que nos guiaran - le explicó Satori, extrañamente entusiasmado por lo que estaba pasando, lo hacía olvidarse de que había perdido un ala en el proceso, un ala que Eita miraba con culpabilidad.
-Exactamente, nuestro líder nos dio algunas indicaciones usando el calendario lunar para que supiésemos qué día debíamos estar alerta a las señales - agregó Ushijima mientras Shirabu más adelante murmuraba algo en silencio.
-¿Qué señales son esas Wakatoshi kun? - preguntó Satori.
-Nos dijo que debíamos volar en la costa fronteriza, que sabríamos de quién se trataba en cuanto viéramos que un niño necesitaba ayuda, y que su madre sería la persona a quien buscábamos - dijo Ushijima, los demás se miraban los unos a los otros, intrigados.
-No sé si ese tipo es muy específico o muy ambiguo - comentó Tendou.
-Dijo también que este sería un caso especial… - murmuró Kenjiro antes de seguir susurrando cosas, hasta que perdió la paciencia - como odio al líder y sus acertijos.
-¿Por qué sería un caso especial?... - se preguntó Semi sin poder procesar la información, estaba tan interesado que por un momento apartó la vista de su hijo, que correteaba mirando los árboles y la vegetación que lo rodeaba.
-"Pierde de vista al infante y espera al margen que el tiempo arranque"... - murmuraba Shirabu, todos lo miraban con extrañeza hasta que Wakatoshi tuvo que darles una explicación.
-Shirabu piensa en voz alta cuando el líder le da una profecía que no entiende.
-"Cuando en el aire una chispa de fuego veas, cubre al mundo rápido antes de que ya no tengas más ideas" - continuó repasando Kenjiro - "y si la ira a la roca derrite, sabrás que tu preocupación está lejos de irse".
Todos escuchaban a Shirabu intentando darle lógica a sus versos, Reon, Hayato y Kawanishi tragaron saliva, sabían que los ángeles eran extraños, pero no se imaginaban que darían tanto miedo con sus supuestas predicciones y profecías; luego de repasar las líneas que recitaba, Kenjiro cerró los ojos y se detuvo, esperando algo como si hubiese entendido parte de lo que había estado murmurando para sí mismo. De pronto, todos vieron una silueta extremadamente rápida cruzar delante de ellos, seguido de un grito del pequeño Goshiki; alguien veloz, posiblemente un mago intensificador, se lo había llevado hacia los árboles en cuestión de segundos.
Todos entraron en estado de alerta y comenzaron a sobrevolar la zona para buscar al secuestrador, Semi se sintió desesperado, ya había tenido demasiadas emociones en muy pocas horas, era como si no pudiese tener ni un solo minuto de paz; los ángeles también habían emprendido el vuelo, Ushijima estaba dispuesto a buscar al niño con el mismo ímpetu que los demás, pero Shirabu tomó su brazo y le ordenó que se quedara con él en todo momento, sin importar lo que ocurriera. Tendou no podía volar, por primera vez luego de horas se sintió melancólico por haber perdido un ala, pero para no perder a sus compañeros, decidió seguirlos corriendo y usando sus poderes para detectar algún pensamiento que lo guiara hacia Tsutomu.
No fue sorpresa para sus compañeros que Satori fuese el primero en dar con el paradero del niño, estaba en medio de un claro rocoso, siendo sujetado por su secuestrador, cada vez que se retorcía, el tipo apretaba más su agarre, causándole dolor al pequeño; Tendou apuntó al tipo con su canalizador, este flaqueó un momento, de repente sentía como si se estuviera apagando su consciencia. Una flecha de fuego rozó los dedos de Satori, desconcentrándolo de su intento por manipular la mente del secuestrador; cuando intentó volver a utilizar su magia, sintió como una flecha diferente se clavaba en su espalda, no era una flecha encantada con algún elemento, se sentía metálica, y lo hacía sentir sumamente débil, sin la suficiente energía para defender a Goshiki de sus secuestradores.
Una mujer apareció a sus espaldas y le amarró las manos, quitándole el drenador incrustado en su espalda y el canalizador en el proceso, ella celebró junto a su compañero que habían atrapado al traidor por el cual ofrecían una recompensa y que ya se podían ir de allí, él le respondió que aún quedaban un par más de los cuales debían encargarse, sus cómplices, dos ex soldados que también había visto en ese grupo al que habían estado siguiendo. Cuando Hayato, Kawanishi, Reon y Semi volaron cerca del claro, el tipo le dijo a su compañera que se escondiera una vez más en la vegetación; ambos evaluaron al grupo que descendía, había un omega entre ellos, eso alarmó a los cazarrecompensas, tendrían que utilizar otros drenadores para contener a esa amenaza; Ohira, Taichi y Yamagata se pusieron en posición defensiva, ordenándole al hombre que soltase a Tsutomu y a Tendou.
La chica se movió sigilosamente tras los arbustos, acercándose lo suficiente a Eita para clavarle dos frenadores en la espalda; sus compañeros se sobresaltaron y quisieron atacar a la segunda secuestradora, pero esta se les adelantó, apuntando una flecha de hielo a la cabeza del omega, el otro cazarrecompensas amenazó con romperle el cuello a Goshiki si esos tres no se quitaban los canalizadores y los tiraban al centro del círculo. Los tenían con la soga al cuello, todo el grupo miraba al cielo buscando a los ángeles, preguntándose en que momento los encontrarían y les echarían una mano; como titubeaban demasiado, el tipo le dio un fuerte golpe en el estómago al niño para presionarlos a tomar una decisión, Semi gritó con temor y rabia al ver a su hijo en peligro, los demás no tuvieron más opción que tirar sus canalizadores, mientras la mujer agarraba de los cabellos al omega, arrastrándolo hacia el centro del claro para seguir usándolo para chantajear mientras recogía los canalizadores con los dedos de los pies.
Luego de apoderarse de los canalizadores, apuntó la flecha a la nuca de Eita y le ordenó a Kawanishi y a Hayato que se acercaran a ella, estos tuvieron que hacer lo que les decía, entonces la chica pateó a Semi y le aplastó la cabeza con un pie para mantenerlo quieto mientras amarraba las manos de sus nuevos prisioneros. Los empujó con brusquedad para que cayeran de rodillas al suelo y le dijo a su compañero que ya los tenían listos para cobrar la recompensa; Reon temblaba de impotencia, él y Semi miraban el cielo buscando señales de los ángeles, sentían que eran su única esperanza ante una situación como esa.
Pero, al encontrarlos con la mirada, ambos se sintieron traicionados, los ángeles miraban todo con frialdad camuflados en la rama de un árbol, sin intenciones de intervenir en su favor; Eita lloró de frustración, mirando a Tsutomu todavía entre los brazos de su secuestrador. El omega quedó en blanco cuando se fijó en las manos de ese bastardo, las movía de forma suave por el torso de su pequeño, palpándolo y tocándolo con una insistencia que le causó repulsión a todo el mundo.
Le dijo a su compañera que vigilara a todo el mundo mientras él se llevaba al niño a jugar entre los árboles, ella hizo una expresión de asco, pero no le quedaba de otra más que obedecerlo; Semi lo observaba todo, estaba siendo consumido por el peor sentimiento de su vida, podía escuchar a Goshiki llorar y llamarlo a gritos, resistiéndose a ser arrastrado hasta los matorrales. Pero solo era un niño, no tenía la fuerza para enfrentarse a ese monstruo que le pegaba y lo arrastraba tirando de su suave cabello; Tsutomu lloraba con miedo y gritaba pidiendo la ayuda de su madre, había hombres capaces de usar magia muy poderosa en esa escena, pero aun así, el pequeño solo podía pensar en su mamá como su único héroe.
Eita no podía describir lo que sentía en esos eternos segundos mientras veía a su pequeño luchar por su propia vida, era una mezcla de muchas cosas, terror, angustia, desesperación, impotencia, agonía, e ira. Una gran cantidad de ira que le nublaba los pensamientos y lo hacía ver a su objetivo con unas intenciones que ya no solo se limitaban a su instinto de proteger a su hijo, eran unas intenciones oscuras, asesinas.
La mujer empezó a sentir ardor en su pie que mantenía a Semi contra el piso, miró hacia abajo para saber que ocurría, y vio que su pierna estaba envuelta en llamas, al igual que el omega, quien estaba rodeado de un halo de fuego; Shirabu abrió los ojos, y retiró rápidamente la mano que tenía sobre el pecho de Ushijima para apaciguar sus deseos de intervenir. La chica entró en pánico y se tiró al piso para rodar y apagar las llamas, mientras Eita se levantaba envuelto en fuego, sin brillo en los ojos, como si estuviese completamente absorto y sin dominio de sí mismo.
Wakatoshi y Kenjiro volaron hacia ellos, el beta tomó a Kawanishi y a Hayato y los arrastró a toda velocidad cerca de Reon, Ushijima por su parte se colocó frente al otro cazarrecompensas, quien retrocedía aterrorizado por ese omega, que parecía estar gruñendo con furia mientras se acercaba lentamente a él volando bajo con un montón de fuego a su alrededor, lo cual era imposible, pues le habían clavado dos drenadores, no era lógico que pudiese generar esa cantidad de energía. El ángel aprovechó su confusión para asestarle un bien merecido golpe en la quijada, que lo hizo tambalear un poco, soltando a Goshiki por un momento, lo cual fue aprovechado por Wakatoshi justo al momento de que Shirabu le ordenada que se pusiera a cubierto detrás de una gran roca.
Ushijima corrió con el niño en brazos y levantó a Tendou tomando su ropa, resguardándose juntos detrás de un gran pedrusco, justo en el momento en que Semi gritó iracundo, creando una explosión de fuego tan grande que se expandió por un radio kilométrico; Kenjiro estaba preparado para crear un gran escudo de concreto de gran grosor, protegiendo de esta forma a los tres demonios que tenía a sus espaldas. Capa por capa su muro se derretía, y él debía crear nuevos muros de diferentes materiales inorgánicos para no ser alcanzado por la eterna explosión; se asustó demasiado al pensar que Wakatoshi estaba desprotegido detrás de una endeble roca, así que calculó la distancia aproximada en la que su compañero se encontraba para crear otros muros que pusiesen evitar que muriera calcinado junto al niño y Satori.
La piedra que protegía a Ushijima, a Tendou y a Goshiki se calentó fácilmente, quemando la espalda del ángel con tan solo el calor que irradiaba, pues ni siquiera tenía la espalda apoyada en ella; Wakatoshi abrazó al pequeño y lo cubrió incluso con sus alas, Tendou hizo lo mismo abrazándolos, ambos estaban determinados a ser los escudos humanos de Tsutomu. Por suerte y gracias a la intervención de Shirabu y su magia de materialización, lograron salir con vida cuando las llamas desaparecieron; Semi pudo haberse derrumbado en el suelo hirviente, pero Kenjiro creó un piso de cristal bajo el omega para evitar que resultase quemado con su propia magia.
Poco a poco el omega volvió de su trance, sus compañeros no daban crédito a lo ocurrido, lo observaban atemorizados y él no entendía la razón; hasta que comenzó a mirar a su alrededor, las primeras capas de las rocas se habían derretido como lava, el suelo tenía un color rojo terroso y emanaba calor, y lo único que quedaba de los cazarrecompensas era una plasta amorfa de carne y huesos derretidos. Después de mirar aquel caos lleno de árboles quemados y rocas derretidas, Eita observó sus manos, aún había pequeñas llamas saliendo de sus palmas, él las miró sin poder creerlo, sintió miedo cuando se dio cuenta de que no podía hacerlas desaparecer, y el miedo las alimentó, haciéndolas cada vez más grandes y causando más pánico en el confundido omega.
Sus compañeros retrocedieron con cautela, si se descontrolaba otra vez sería el fin de todos ellos; Shirabu debía hacer algo al respecto, por lo que voló alto y se dejó caer detrás del desesperado omega que no podía detener su propia magia, dándole un fuerte golpe en la nuca con un garrote que hizo aparecer para noquearlo. El omega se desplomó y Kenjiro detuvo su caída con un brazo, sin duda alguna esa misión sería en extremo complicada para él, había entrenado a muchos ángeles en el dominio de su energía, pero nunca en la vida se le hubiese cruzado por la cabeza que tendría a un alumno que haya activado su flujo con el método "motus", era todo un reto, un reto que ponía en riesgo la vida de todos a su alrededor.
