Disclamer: Y dale con esto. FMA no es mío¡no lo es! (que frustrante).

Notas: Esto salió rápido. Parece que los nervios por las cercanías de las pruebas hacen milagros.

Algo: Bien, aquí hay un capítulo que comienza un poco angst para terminar un poco gracioso. Pero solo un poco.

Algo nº2: Acabo de investigar algunas cosas sobre Fullmetal Alchemist Bluebird's Ilusion, y debo decir que realmente… no puedo creerlo. ¡Les juro que no acabo de creerlo! Estoy en estado catatónico hace como dos horas… y no es broma.


Espacio Eterno

"Reconociendo conocidos"

Cuando Winry llegó, apenas con aire en los pulmones, Alphonse ya estaba gritando a todo volumen, exigiendo explicaciones mientras las lágrimas se le salían sin control. Pronto los sollozos pudieron más que la rabia, y las rodillas dejaron de sostenerlo para pasarle su peso al suelo.

¡Quiero ver a mi hermano¡Quiero ver a mi hermano!

La rubia mecánica no tuvo ojos más que para su pobre hermano. Llorando también, entró empujando a Riza –cuando esta le abrió la puerta –y le abrazó por la espalda, murmurando cosas que Roy, en su sorpresa, no pudo entender.

Black Hayate quiso acercarse, pero su dueña lo tomó firmemente del collar, sacándolo hacia el patio. El llanterío aún podía escucharse en el exterior de la casa. Entonces el perro comenzó a aullar, con una voz llena de lamento y pena.

-Por favor Black Hayate… -murmuró Riza recordando, de pronto, tanto niño solo y sufrido que lloraba en medio de las numerosas guerras en las que había participado en su vida como militar. Tanto pequeño gritando por sus padres o por alguien que le tendiera los brazos, cubriéndolo del horror que le rodeaba. Sin poder evitarlo entonces, echó a llorar.


La amplia sala continuaba con sus largas estanterías llenas de libros y sus elegantes alfombras, aunque estas eran nuevas y de colores más oscuros. Los muebles los habían traído de un lejano país del oeste que exportaba finas maderas de claros colores matizados. Cada silla costaba lo que quince personas podían comer en tres días. En las paredes –pintadas con las más exquisitas esencias –descansaban cuadros que podrían haber financiado cuatro salas nuevas en el hospital de Central. Las librerías que recorrían todas las paredes estaban repletas de exclusivas versiones de los mejores libros del mundo, apenas una pequeña parte de todos ellos estaban referidos a política y sociedad.

Armstrong odiaba entrar en esa sala. Cada vez que lo hacía, evocaba en su memoria el tiempo en que King Bradley y su secretaria Juliet Douglas ocupaban la estancia llena de luz. Aquél pensamiento le hacía sentir mal, conociendo la verdadera naturaleza de ambos funcionarios, pero lo cierto era que los humanos podían ser tan terribles como los llamados homúnculos.

-Presidente McCalister. –con su típica seriedad se cuadró frente al hombrecillo que se mantenía tras el fino escritorio, fingiendo que leía con sumo interés el papel que su hermosa secretaria le había traído.

-¿Eh¡Oh! Capitán Armstrong, que gusto verle. –solícito y con una sonrisa en los labios, se levantó para darle la mano e invitarle a sentarse. -¿Puedo saber que lo trae por mi humilde oficina?

El rubio no sonreía. Tampoco hablaba con grandes voces. Cuando entraba en esa oficina ni siquiera brillaba. Todo le molestaba. El cinismo, la falsa gentileza… todo.

-Presidente, espero que le haya llegado el informe sobre los impostores.

-Claro que si. Una situación muy preocupante ciertamente. Tengo algunas ideas para proponer, pero usted sabe que me encanta escuchar a los demás, por lo que espero sus acertadas proposiciones, mi estimado soldado.

-No hay grandes proposiciones Señor. La gente engañada exige mano dura con ellos.

-¡Y creo que están en lo cierto¿No es cierto señorita Jeanne? –preguntó, volteando a su secretaria joven y castaña de enormes pechos y largas piernas.

-Claro que si señor Presidente. –le respondió con una sonrisa blanca y reluciente, que denotaba no solo su estupidez disfrazada de inocencia, sino también su facilidad y coqueteo.

-Sin embargo Señor… -prosiguió el alquimista, cuando notó que McCalister, ya estaba dando por terminado el tema –aún queda saber que haremos con la imagen de Hagane.

-Podemos condenarlo a muerte. Así los otros lo pensarán dos veces antes de reírse de la gente.

-Señor… Hagane es el muchacho del que le hablamos con la oficial Ross. El Alquimista Nacional de Acero.

En la cara del hombre se formó una mueca de confusión y luego una risotada.

-¡Por supuesto! Lo siento, es que tanto nombre de gente sin importancia me complica. Bien¿qué sugiere? –preguntó, mostrando que estaba cansado y aburrido de escuchar el nombre de un mocoso que no había conocido, ni le interesaba conocer.

-Hemos arrestado a tres impostores y ya han sido condenados.

-¡Excelente! –celebró –Mira Louis –comenzó, tomando confianza, inclinándose un poco sobre el escritorio, en un gesto que intentaba denotar camaradería –Yo creo que lo mejor es dar por muerto al chico. Me dijiste que llevaba varios años desaparecido… Un anuncio público dará por terminado el asunto.

-Señor, el hermano de Hagane no permitirá algo como eso.

-Entonces callen al mocoso.

-¿Señor?

-Quiero decir… denle una compensación… Ya sabes, "Servicios al País" y como el chico… ¿cómo se llamaba, Acero, ese Acero, bueno, como fue un soldado, pues merece una pensión post-mortem…

-La oficial María Ross sugiere el uso de señuelos que eviten la suplantación –lanzó, cansado de escuchar basuras –Ya tenemos a dos muchachos que se harán pasar públicamente por Fullmetal y su hermano.

-¿No se llamaba Hagane?

-Es lo mismo Señor.

-Oh. Entonces me parece una gran idea. Tienes mi autorización¿necesitas algo más?

-Una firma Señor.

Con aplomo y seriedad, Louis alcanzó al hombre una carpeta con una carta en donde se veía varias veces la frase "Alquimista Nacional Fullmetal". Feliz de poder acabar con el tema de una vez, Peter McCalister, nuevo presidente de Amestris firmó y devolvió el documento. Armstrong se cuadró nuevamente y salió satisfecho. Bajo su brazo, una firma oficial del máximo mandatario del país para abrir una nueva sección militar, financiamiento semi-ilimitado, un edificio, acceso libre para los miembros a los archivos de la nueva Biblioteca Central y proteccionismo total.

Con todo listo, Armstrong llamó a María Ross. Era hora de contactar a los hermanos Tringham.


-No es un buen momento Louis –dijo Roy, pasando de manera nerviosa su mano por su cabello –Está demasiado nervioso.

-¿Qué ocurrió? –preguntó, visiblemente preocupado el alto alquimista.

-No estoy seguro pero… -su mirada se posó en el oscuro vehículo que se mantenía detenido frente a su jardín. María Ross estaba al volante… y ellos estaban en la parte trasera. –al parecer escuchó algo cuando salieron a caminar…

-¿No le dijiste nada?

-…No…

-Roy…

-¡Ya lo sé Louis! Me equivoqué… Sé que debería haberle dicho lo que estaba pasando…

-Permíteme hablar con él.

-No creo que sea buena idea…

-Solo permíteme hablar con él.

Sin saber qué más hacer, Mustang se hizo a un lado, dejando paso libre hacia el segundo piso, en donde Alphonse continuaba temblando en brazos de Winry.


Dos días pasaron cuando a su oficina la oficial Ross llegó con el nuevo informe. Los detalles de la sección recién creada estaban listos y dispuestos para ser ejecutados.

Sus primeros miembros ya estaban en terreno investigando posibles conexiones entre impostores de Elric, Mustang y Kimblee que parecían buscar un mismo objeto.

-¿Y los muchachos?

-Están ubicados ya señor. Permanecen bajo vigilancia mientras se les entrega la implementación necesaria.

-Excelente trabajo oficial.

-Gracias señor.

Tan silenciosamente como llegó, la mujer se fue. Armstrong se mantuvo pensando durante interminables segundos cuantos atribulados sentimientos guardaría ella en su corazón.

-Solo logró salvarle una vez…

Más de una ocasión la había encontrado leyendo informes de Hagane, sonriendo con melancolía mientras murmuraba "Le dije que esas eran cosas de adultos…". Nunca la interrumpía, sabiendo que Ross se torturaba permanentemente por la desaparición de Edward.

-Apenas estaría cumpliendo los 17 años… -murmuró, apesadumbrado, observando la carpeta de la nueva unidad que comandaría. –Si no podemos encontrarte, entonces protegeremos la imagen que nunca quisiste construirte Hagane.


La puerta apenas se escuchó a través de los sollozos que llenaban la habitación del otro lado.

Alphonse estaba desparramado sobre la cama, con la cara escondida en el regazo de Winry, mientras murmuraba incoherencias. Ella solo atinaba a acariciarle el pelo de maternal forma mientras le pedía que se tranquilizara, que tenía que haber una explicación a todo eso…

-Es cierto –dijo Armstorng con su voz fuerte, sobresaltando a los muchachos –Hay una explicación a todo esto, y vengo a dártela Alphonse.

Las perlas dorado-oscuras se clavaron en él con un hambre de conocimientos y recuerdos que descolocó al alquimista.

-Habla –ordenó Al con un tono desafiante, molesto, hastiado…

Conociendo de antemano su incómoda posición como responsable de la mentira que estaba atormentándolo, Louis simplemente se mantuvo de pie, de espalda a la puerta y procedió a contar.

-El año pasado se registraron extraños incidentes en la zona norte, cerca de la frontera. –dijo, como quien da un informe a un superior –Las personas de algunas villas aisladas por la guerra se sublevaban contra el ejército, liderados por rebeldes alquimistas.

-¿Y eso qué tiene que ver con que la gente vea a mi hermano caminando por Central?

-Un rebelde capturado dijo que los alquimistas involucrados eran el capitán de Fuego, Roy Mustang, el Alquimista Carmín, Kimblee… y el joven de Acero, Edward Elric. –la sorpresa de Winry y Alphonse fue obvia, y permitió que Brazo Fuerte siguiera hablando –Como todos sabíamos, Kimblee no podía estar involucrado, y Mustang estaba con paradero conocido todo el tiempo. Sin embargo la falta de noticias acerca de tu hermano nos hizo pensar que realmente podría estar en esa villa.

-¿Mi hermano…?

-Luego de un asalto a los puntos rebeldes, comprobamos que aquél que se hacía llamar Hagane no era más que un impostor con círculos de transmutación escondidos bajo los guantes. El problema fue que a raíz de ese incidente descubrimos que en muchos lugares se estaba falsificando la imagen de distintas figuras del ejército para provocar revueltas en las fronteras. El nuevo Führer nos ordenó emitir una declaración pública, informando de quienes estaban vivos, quienes retirados y quienes muertos. Lamentablemente no pudimos incluir a Edward en ninguna, por lo que nadie pudo aclarar su paradero y los impostores siguieron apareciendo.

-Entonces… ¿es mentira?

-No del todo. Para detener a los impostores, decidimos… mostrarle a le gente un Edward Elric… que vieran que estaba vivo… En otras palabras… usamos un impostor que trabaja para el ejército. Suplantándote también a ti, puesto que los rumores hablan de un alquimista de acero y su hermano menor.

Un pesado silencio se alzó en la habitación. Alphonse parecía analizar la información recibida. Winry estaba más tranquila, en completo mutismo.

-¿Quién…? .¿Quién se está haciendo pasar por mi hermano? –preguntó finalmente, en voz baja, dolido de no haber sido considerado, informado, de que nadie le hubiera preguntado que opinión tenía… Él gustoso se hubiera hecho pasar por su hermano…

-Es alguien que quiere ayudarte a encontrar a Edward. ¿Deseas conocerlo? Está abajo, esperando verte.


No habían habido muchas palabras para que sellaran un acuerdo de mutua cooperación. Sus intereses eran comunes y su objetivo el mismo.

Armstrong respiró más tranquilo esa tarde, cuando confirmó que por las calles ya circulaba el rumor de que Hagane estaba en Central, a las órdenes del ejército, luego de un largo viaje.


Roy apareció antes que Alphonse respondiera. Los ojos pardos se clavaron en él con furia reprimida¿acaso no había tomado él la labor de informarle sobre su vida y la de su hermano? .¿Porqué no le había dicho nada!

El moreno sintió la ira del joven Elric, y avanzó hasta quedar a los pies de la cama.

-Un día –comenzó –Tú y tu hermano llegaron a una pequeña ciudad en donde alguien estaba trabajando con el agua roja. Ahí conocieron a unos hermanos que se hacían pasar por ustedes para poder investigar dicho líquido, que había sido el motivo de vivir de su padre desaparecido. Hagane, luego de saber su historia, desistió de sus planes de castigarlos y les liberó del magnate que les tenía presos cuando se enteró que no eran los verdaderos Elric. Luego lucharon todos juntos, y salvaron la ciudad de ser destruida… Ellos eran Russel y Fletcher Tringham… Ambos quedaron muy agradecidos con ustedes… Y fueron de los primeros en intentar ayudar a detener el plagio de alquimistas. Cuando un impostor apareció en su zona, lo denunciaron inmediatamente, y gracias a eso el ejército pudo hacer varios arrestos importantes…

-Quieren ayudarte a encontrar a Edward… -completó Louis.

Alphonse se abrazó nuevamente al regazo de su hermana, sin saber qué hacer realmente. Ella lo miró con ternura y luego miró a los adultos, comenzando a modular sin hablar.

-"Que nos esperen" –dijo sin voz –"Alphonse bajará cuando se tranquilice"


Riza procedió a preparar café bien encerrada en la cocina para que nadie viera sus ojos hinchados. También dijo que, como había mucha gente, prepararía algunos pasteles, y que no quería que NADIE la interrumpiera porque iba a intentar una receta nueva y necesitaba concentrarse.

Como todos estaban un poco distraídos o incómodos, nadie notó la ridícula excusa de la mujer para no aparecer en la sala.

Armstrong estaba mirando por la ventana como Black Hayate estaba extrañamente deprimido. Siempre ese perro le recordaba al can de la señora que cuidaba a los Elric, la simpática Pinako. Esos días en Rizenbull siempre rondaban su mente, intentando no olvidar ese joven heroico y lleno de dolor que era capaz de todo por su hermano pequeño, aunque este fuera solo un alma atada a una armadura vieja.

Roy se mantenía sentado en una mesita de rincón, fumando como si en eso se le fuera la vida. Constantemente pasaba las manos por su cabello, manteniéndolo desordenado, dándole un aspecto cansado y afligido que odiaba, que nunca mostró a Hagane, por mal que estuvieran las cosas. Un aspecto que solo permitió que lo llenara libremente cuando fue solo a la tumba de Hughes a pedir perdón, luego de enterarse que Fullmetal había desaparecido.

No sirvió casi de nada… Alphonse tiene su cuerpo… Pero no tiene recuerdos… Fullmetal… ni siquiera sabemos qué pasó con él… Yo debía cuidarlo, lo sé… perdóname…

Fletcher miraba a todas las personas con aire de nerviosismo. El ambiente estaba tan denso que estaba seguro que le serviría de intercambio para alguna transmutación que le diera como resultado plomo o algo similar. De vez en cuando miraba a su hermano mayor, esperando encontrar algo de tranquilidad y fortaleza en él, pero lo cierto era que Russel no solo estaba en un estado de histeria estacionaria y –casi- bien escondida, sino que además mantenía un aire de culpa rodeándolo que le quitaba toda posibilidad de ser fuente de sosiego y apoyo.

Cuando los pasos que comenzaron a escucharse desde la escalera se acercaron, todos dieron un salto y luego intentaron disimular tranquilidad. Louis se esforzó en brillar mientras abría la ventaba y atraía a los pajaritos. Roy dejó su cabello en paz y tomó el décimo cigarro con soberbia, mientras se cruzaba de piernas, tal como lo hacia cuando era coronel del Ejército de Amestris. Esa pose que tanto detestaba Edward. Los Tringham no tenían una pose o actitud con la cual fingir. Estaban nerviosos, no sabían como reaccionaría Alphonse a todo… la verdad, ni siquiera lo habían visto desde que había recuperado su cuerpo –más que ese fugaz momento desde aquél edificio –y no sabían muy bien como actuar.

Para sorpresa de todos, fue Winry quién apareció. Bajó sonriente y caminando con tranquilidad, meneando la faldita negra que siempre usa y el top blanco que le combinaba. Sus botas negras daban suaves "toc" contra el suelo a cada paso y había arreglado un poco su peinado, desordenado por la carrera que hizo tras su hermano.

-¿Los Tringham? –preguntó. Russel quiso responder, pero se quedó de piedra .¡Ese no podía ser Alphonse!

-Somos nosotros –respondió Fletcher, menos voluble que su hermano a las bondades de una mujer –Él es Russel y yo Fletcher, su hermano menor.

-Mi nombre es Winry Rockbell –dijo ella, logrando quitar con eso la cara de espanto del mayor de los ojiazules. –Soy la mecánica de Ed.

-Un gusto –dijo el menor, manteniendo la delantera.

-S-si… un gusto.

-Quiero disculpar a Al. –dijo, abandonando un poco su fingida pose de "soy una mujer madura y estupenda y hago una entrada triunfal en medio de la angustia que tienen todos" –No quiere bajar aún, pero lo traeré no se preocupen por eso. –en acto reflejo, sacó, quién sabe de donde, su amada e inseparable llave inglesa, logrando arrancar sonrisas de Mustang y Armstrong.

-Eh… no es necesario… -tartamudeó Russel, logrando hablar por fin –Si no quiere vernos… lo entendemos…

-¡Nada de eso! –reclamó Winry, tomando ya su postura típica de "chica dura y escasamente fina que tiene menos que poca paciencia" –Ya van tres años desde que a Ed se le ocurrió hacer quizás qué cosa que haya hecho. ¡Tenemos que encontrarlo! .¡Mi pobre automail no ha tenido mantenimiento! .¡Mi pieza maestra! .Y ustedes están en el ejército, así que deben tener acceso más libre a información clasificada ¿no?

-No seas tan dura Winry, los asustarás –sonó desde la escalera. Los adultos se levantaron y alejaron un poco, rumbo a la cocina. Los Tringham miraron, sorprendidos, al muchacho rubio que les observaba, mientras la rubia volteaba hecha una furia.

-¿Qué dijiste!

El Elric sonrió de esa forma angelical que solo él puede lograr y levantó las manos, en señal de sumisión.

-Vienen recién llegando Winry… hablemos primero…

La llave inglesa desapareció en el mismo lugar del que fue extraída, y una sonrisa la reemplazó en la cara blanca de la mecánica.

-Bien, hablemos.

Alphonse se acercó con algo de duda, pero finalmente quedó frente a los Tringham. Con paciencia observó la larga melena del mayor, sus ojos profundos, su cara tersa, su cuerpo esbelto. ¿Así sería su hermano?

-Ed definitivamente sería más bajo –dijo Winry. Los tres rieron. Alphonse se unió a ellos cuando comprendió que había hablado en voz alta.

-Yo… sé que debería conocerlos… -se excusó de pronto –Pero el pago por este cuerpo fue alto… como tenía que ser…

-Así es la alquimia.

-Soy Alphonse Elric… -dijo, para luego completar con enorme culpabilidad en la voz –Un gusto conocerlos.

Los Tringham sonrieron y se relajaron.

-Igualmente.

Continuará…


Notas: 8 Páginas. No es mucho, pero creo que salió bien. Espero que el capítulo 11 (…¡entonces!) salga rápido, claro que vienen nuevos giros en la historia, como el que viene más abajo…

Reviews:

KoibitotenshitoTsuki: Jajaja, es típico encontrar el aviso de nuevo capítulo justo cuando ya nos íbamos a dormir. Ojala que también te guste es cap.

Fallen angel angel: Jejeje, las dudas son buenas amigas de los fikeros (siempre y cuando tengamos las respuestas). En cuanto a la cuenta¿dónde la pusiste? .¿qué servidor tiene? Si quieres escríbeme a mi cuenta de correo que está en mi bio. Ahí podremos comunicarnos bien

Kayter: Angelina está medio loca después de todo. Y la vdd no había visto el paralelo de actitudes, pero es bastante cierto , los dos son unos necios. Athena a veces me suena un poco como Riza cuando aterrizaba a Roy. Te agradezco también tus elogios, me hacen sentir muy bien, y si te gustan los misterios, te recomiendo que leas "hasta el final". Con respecto a lo de Kain…. Bueno, aún no indago mucho en él, pero tendrá su pedacito de capítulo. Después de todo, el otro lado de la puerta parece estar lleno de reflejos.

¡Ya! Hasta aquí el capítulo de hoy. ¡Nos leemos en el siguiente!

Rio

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

-Objetivos localizados Señor.

-¿Estás seguro?

-Si Señor. La Piedra está con ellos.

-¿Situación?

-Flama, Brazo Fuerte y Hagane.

-Rojo, querrás decir.

-…Si Señor. Rojo.

-Entonces… El retirado Flama… El protector Brazo Fuerte… El impostor Rojo… y la Piedra…

-¿Cuándo atacaremos Señor?

-Tranquilo… Todo a su tiempo.