Crudo Invierno.
Capítulo 5:
Deseo.
By: Joe the time traveler.
Los personajes de Fruits Basket no me pertenecen, le pertenecen a Natsuki Takaya. Yo sólo inventé la trama de este fic por diversión y no por otra cosa.
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Ayame escuchó una serie de pasos fuertes que se dirigían hacia su habitación. Enderezó su alargado cuerpo para poder ver mejor a esa persona. Del otro lado de la puerta se podía escuchar la voz de Shigure que hablaba muy animado con alguien, pero ¿con quién?
El corazón había comenzado a latirle a gran velocidad. ¿Realmente era esa persona que él se imaginaba? Miró a un lado de la cama y el nezumi ya se había levantado desde hacía algunas horas.
La puerta de la habitación se abrió de golpe, dejando que un gran destello de luz terminara de iluminar la densa oscuridad. La serpiente seguía intrigada, preguntándose qué era lo que pasaba. De repente, el perro apareció y rápidamente adornó su rostro con una sonrisa dirigida a Ayame.
—¡Hola Aya-chan! ¡Qué bueno que ya despertaste! —el perro siguió sonriendo—. ¡Adivina quién ha venido a verte!
El corazón del Rey seguía latiendo a mil por hora. Los nervios le recorrían de punta apunta.
—¡Acércate! —le dijo el perro a alguien.
Un hombre alto apareció. Las gruesas sombras cubrían su rostro, pero aun así este se podía apreciar. El pelo oscuro le cubría la parte derecha del rostro. Él traía una gabardina de un color negro. Sus labios dibujaron una ligera sonrisa.
—¡Buenos días Ayame!
La serpiente se sintió invadida por una inmensa alegría. Dos tibias lágrimas resbalaron por sus mejillas. Él agachó la cabeza y continuó llorando. Pero, su llanto no era de tristeza, amargura o inclusive impotencia como los anteriores, sino, que este llanto estaba lleno de la alegría más pura que podía existir en el mundo.
Una espesa cortina de niebla se extendió por la habitación. Todos los presentes sabían lo que sucedería (Yuki, Kyo y Tooru se acercaron para admirar la escena). La piel verde y escamosa de la serpiente fue sustituida por una tersa piel rosada. El largo cabello volvió a crecerle, tan plateado como las mismas estrellas.
La nube se disipó lentamente, dejando ver el cuerpo desnudo de Ayame (Tooru completamente roja tuvo qué taparse los ojos). Él apretó las sábanas de la cama con sus dedos. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Había recuperado esa mirada llena de brillantez que siempre había poseído.
—Creo que soy yo de nuevo je, je.
Cerró sus ojos y dio un profundo suspiro. Con él, todas las penas se habían ido.
—¡Hatori-chan! —gritó animadamente.
—Sí, ha vuelto a ser él mismo —dijo Kyo.
Hatori se fue acercando lentamente hacia la cama. Se arrodilló para estar al mismo nivel que Ayame sin dejar de mirarlo en un solo momento. El hombre de largos cabellos estiró las sábanas para cubrirse el cuerpo con ellas.
—Ayame, ¡Qué bueno que estás bien! —dijo el dragón poniendo cariñosamente una mano sobre la cabeza del otro.
Ayame saltó sobre Hatori y lo abrazó (hasta casi asfixiarlo) ignorando a los presentes.
—¡Vámonos! Ya se acabó la función ¡Todos, fuera! —Shigure comenzó a sacar a los "intrusos" de la habitación—. ¡Vamos! No se retrasen ¡Caminen! ¡Fuera!
—¡Oh! ¡No empujes baka inu! —reclamó Kyo.
Al cerrar la puerta el lugar quedó en total oscuridad. Los dos quedaron mirándose mutuamente, como si el mundo no existiera para ellos.
—Hatori-chan, te extrañé.
Las palabras fueron apagadas. Lentamente el chico de cabellos plateados fue agachándose y fue acercando sus labios a los de Hatori (quien aun seguía sentado en el suelo), pero dejó suficiente espacio entre ellos. Ambos podían sentir el tibio vaho que salía de sus bocas.
Se quedaron así por unos momentos. Ninguno se decidía a acercarse hasta que Ayame lo hizo lentamente y con cuidado, pero luego desistió. Tomó la barbilla del dragón y este comenzó a acercarse más y más, pero Ayame se alejó.
—Dime Hatori-chan…
—Sí ¿Qué cosa?
Ayame puso una cara seria, pero que reflejaba algo de dolor.
—¿Tu amas a Tooru-chan?
El dragón quedó completamente sorprendido por la pregunta. Esa que nunca se imaginaba que le harían.
—Yo… yo… —dudó al no saber qué responder.
Ayame sonrió un poco y se tocó el pecho.
—No te preocupes… ya obtuve la respuesta.
Se bajó de la cama. Encendió la lámpara que se encontraba en el buró adjunto y fue hasta el armario hecho de roble, de allí sacó uno de los abrigos que se encontraba en el interior y se lo puso. Era de color guindo y en las mangas y el cuello estaba cubierto con pelos de oso pardo.
Hatori se levantó del suelo y caminó hacia Ayame.
—Ayame… en una semana volveré a Estados Unidos.
—¡Tan pronto! —volteó de repente y su cabello voló.
—Sí, solo pude conseguir este tiempo para venir a verte. Pero, quiero que vengas conmigo.
La cara de Hatori mostró seriedad nuevamente.
—Te has dejado crecer el cabello ¿Verdad? —Ayame cambió de tema.
—Oh, sí…
—Ya veo —dijo el de cabellos plateados y se sentó de nuevo en la cama.
—Por favor, dime si aceptarás venir conmigo —se acercó nuevamente a él.
El hebi pudo una cara pensativa.
—Mmm… no lo sé, tengo qué analizarlo. Es difícil dejar esta vida y…
Hatori colocó un dedo sobre los labios de Ayame para callarlo.
—Sólo dímelo.
El doctor de los Soumas se sentó al lado de Ayame, quien mostró seriedad (como pocas veces) y guardaron silencio unos momentos.
—Por favor. Déjame pensarlo en estos días.
Ayame se recostó y colocó su cabeza sobre las piernas de Hatori, quien comenzó a acariciarla suavemente y con movimientos relajantes. Dejándose envolver en esa atmósfera de tranquilidad la serpiente cerró los ojos.
—Te extrañé demasiado. Extrañé tanto estos momentos contigo.
—Shhh… ya estoy aquí —dijo el doctor tiernamente.
—Gracias…
Ayame recargó lentamente su cabeza en el cuerpo de Hatori, quien le rodeó la cintura con sus dos brazos. Quedaron unidos en ese cálido abrazo.
Ayame se sentía realmente bien. Ese sentimiento que hace tanto tiempo no experimentaba. Como cuando los árboles se llenan de nuevo de flores en primavera, o como cuando las aves vuelan a través del cielo azul.
El contacto con esos hermosos ojos azules le daba confianza y una felicidad divina. No quería hacer otra cosa más que mirarlo, mirarlo y saber que estaría allí para siempre, aunque en realidad no fuera así.
Tomó la mano del dragón y entrelazaron sus dedos.
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Era mediodía y los habitantes de la casa se reunían uno a uno en la sala para ver la telenovela (como ya era acostumbrado) favorita de Ayame. Un delicioso aroma a galletas inundaba la cocina y también el resto de la casa.
Yuki entraba del jardín y le sonrió a Tooru. Kyo, por su parte, acababa de terminar de bañarse y entraba a la sala con una tolla húmeda en la cabeza. Shigure salía de su habitación (con los lentes puestos y algunas hojas de papel en su mano). Momiji, que acababa de llegar saludaba a todos (vestía una camisa azul marino de manga corta, que por la parte de atrás se alargaba con forma de rectángulo y le llegaba un poco arriba de las corvas y un short de color blanco).
—¡Qué onda Tooru-chan!
—¡Hola Momiji-kun!
La onigiri sacaba las galletas recién horneadas de la estufa.
—¿Te ayudo? —preguntó el conejo, quien luego volteó a ver a Kyo—. Kyo ¿Puedo bañarme contigo la próxima vez?
—¡¡Enano qué cosas dices! —gritó completamente sonrojado—. No cabe duda que el hentai hebi te está contagiando lo pervertido —el gato golpeó a Momiji aun con la cara muy roja.
—¡Waaaahhh! ¡Kyo me pegó!
—¡Baka neko, métete con alguien de tu tamaño! —protestó Yuki.
—¿Alguien como tú por ejemplo? —desafió el gato.
Los dos comenzaron a lanzarse miradas diabólicas y cerraron los puños con fuerza.
—¡Vamos chicos, no peleen! —Tooru los separó con esfuerzo.
—Sí, chicos, háganle caso a la princesa de la casa —una voz conocida los distrajo, era la voz de Ayame que salía de la habitación de Yuki con Hatori en un lado.
Tooru le dio un beso a Momiji en la frente para que dejara de llorar.
—¡Buenos días Ayame-san —saludó Tooru.
—¡Qué onda Aya-chan! —gritó el usagi muy animado (y mega-ultra-recuperado del golpe con el beso de la onigiri je je je).
—¡Buenos días Shigure! —le dijo Ayame al perro que se encontraba muy concentrado en un rincón. Nadie había notado su presencia.
—¡Ah! ¡Hola Aya-chan! —dijo secamente y volvió la vista a sus papeles.
—¡Creo que ya es hora! —el hebi corrió con paso pequeños para acercarse a la televisión. Yuki cogió el control y la encendió.
Todos los presentes se acercaron al sofá que se encontraba en frente del televisor y se sentaron en él. Tooru fue por las galletas y sirvió té de canela para todos.
—¡Té de canela, mi favorito! —exclamó Ayame— ¡Arigatou Tooru-chan!
Emitió una risilla para corresponder la sonrisa del hebi y se sentó de su lado izquierdo. Apenas comenzaba la canción de entrada.
—Shigure me han dicho que tú eres el que escribió esa telenovela —prorrumpió Ayame.
—¿¡¡Es cierto eso? —preguntó Yuki boquiabierto y con los ojos de sorpresa bien abiertos al igual que todos los demás. Se oyó un "Oh, Shi-chan se ha vuelto un escritor famoso ¡Es un genio!" por parte de Momiji.
—No. No es cierto ja, ja, ja—agregó el perro. Al mismo tiempo, todos hicieron una estrepitosa caída estilo animé (obvio, esto es de un animé --U).
"Ya lo sabía" pensó Hatori, mientras se tocaba la cabeza.
—Ja, ja, ja eso fue divertido —rió el conejo. Mientras, Ayame y Shigure se guiñaban un ojo y sonreían mutuamente como diciendo "cayeron de nuevo".
—¡¡No nos engañen hentai y perro tonto! —espetó Kyon Kyon casi golpeando a los dos y Tooru en un lado tratando de calmarlo.
—Kyo, en esta monótona y dolorosa vida tienes que reír ¡¡Qué seríamos los humanos sin la risa! —actuó el perro con chorros de lágrimas (fingidos por supuesto) resbalándoles por las mejillas.
Momiji aplaudió la actuación y Ayame le guiñó de nuevo un ojo al perro diciéndole "¡Eso estuvo genial Shigure!". Hatori meneaba la cabeza en señal de desaprobación y Kyo se quedó con cara de no haber entendido nada. Tooru reía tontamente, ya que tampoco había entendido.
—¡Cállense que ya empezó! —se quejó el nezumi.
Se quedaron así una hora (de vez en cuando el hebi y el inu volvían a hacer una que otra bromilla, pero Yuki los callaba y Momiji los aplaudía alegre. Todos comían las galletas que Tooru les había preparado. Ayame y la onigiri lloraban a cántaros al igual que el usagi por las escenas románticas.
Al final todos recogieron los platos y vasos que habían ensuciado y los llevaron hasta el fregadero para ahorrarle trabajo a Tooru.
—¡Yo te ayudo Tooru-chan! —saltó Momiji.
—¡A un lado! —gritó el hebi—. El Rey se quitará su corona y sus ropas sagradas para lavar los trastes.
—¡No… no… como crees Ayame-san —se opuso Honda—. Yo lo haré.
—No, yo lo haré —continuó el de cabellos plateados—. Tú mientras ve a ponerte unas ropas apropiadas para una princesa y quítate este deshonroso delantal —acercó su rostro al de Tooru y le cogió la barbilla (Tooru temblaba completamente roja).
Kyo quien veía todo desde lo lejos le metió una tremenda patadota a Ayame en la cara para que dejara en paz a la chica y este cayó casi inconsciente.
—Más deshonroso eres tú hentai —dijo tronándose los dedos.
—A… Ayame-san ¿¡Estás bien? —gritó la de cabellos castaños tratando de despertar al pobre "muerto".
Cuando por fin Ayame pudo levantarse (y cada uno estaba en su habitación o en el patio) lavó los trastes sucios junto con la onigiri y el conejo y también jugaban con burbujas. Tooru después subió a cambiarse de ropas por órdenes insistentes de Ayame.
Tooru se puso un traje de marinerito de color blanco y con líneas rosadas adornándolo y con mangas cortas abultadas (como las de Blancanieves) y se continuaba (ya que estaba pegado) con una falda (estilo las falditas de las Sailor Scouts) que le llegaba hasta un poco arriba de las rodillas.
Ayame le hizo cuatro trencitas de lado derecho de la cabeza y otras cuatro del lado izquierdo. Además, le ayudó a pintarle las uñas de las manos de color rosa.
Cuando salieron al patio. Todos la miraban atónitos.
—Te ves realmente sexy Tooru-chan —otra vez Ayame le cogió la barbilla y casi le daba un beso, pero Yuki lo detuvo (cabe decir que con un golpe en la cabeza, ¡ya déjenlo pobrecillo!)—. Dile que se ve sexy Yuki nii-chan.
—¡Te ves hermosa Honda! —dijo serenamente y con un leve sonrojo en sus mejillas.
—No… Yo… Eh…
Tooru quedó completamente roja. Logró reunirlos a todos de nuevo en una mesa que se encontraba en el patio.
—¿Momiji-kun quieres helado?
—¡Ajá! —contestó enérgico y luego la chica le ofreció a los demás.
Entró a la cocina y fue por el helado.
—Yo te ayudo Tooru-chan, no vaya a ser que te ensucies el vestido —gritó el hebi para que la onigiri la oyera y entró también a la cocina.
Los dos sirvieron nieve de diferentes sabores en platitos pequeños. Pero Ayame vio expectante de pronto una pequeña rosa que se encontraba a un lado del lavabo. La tocó delicadamente y sonrió casi imperceptiblemente.
—¿Es tuya esta flor Tooru-chan? —le dijo a la chica quien estaba a punto de salir por la puerta y regresar al patio.
—Oh, sí es mía…
—Ya veo ¡Es hermosa!
—Sí, es que un día cuando salía de la escuela y caminaba de regreso a la casa la vi, allí sola, tratando de combatir el frío y decidí traerla para protegerla y cuidarla. Entonces, decidí depositar un deseo en la flor.
—¿Depositar un deseo en la flor? —dijo Ayame confundido.
—Sí, bueno es una tonta creencia que me contaron las chicas de la preparatoria. En realidad, no tiene sentido…
—Vamos, cuéntamela. Quiero que lo hagas —la animó el chico de cabellos plateados.
—Está bien. Se dice que si ves una flor que te guste, pide algo que desees fervientemente cerca de ella y si le echas ganas y la cuidas con todo tu cariño el deseo se te hará realidad.
—Es una leyenda hermosa…
—Sí.
Salieron al patio con todos los platitos de helado y estuvieron allí los siete comiéndolo y bromeando, tomando el fresco de la tarde. Ayame había quedado muy pensativo con lo que le contó Tooru.
—¡Está delicioso! —gritó el usagi.
Hatori que reía con Momiji, notó de pronto la expresión de Ayame.
—¿Te pasa algo Aya?
—No, estoy bien. Hatori-chan —le sonrió.
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—¡Ya nos vamos Tooru-chan! —me despedí de los que estaban en ese lugar— ¡Adiós Shigure! ¡Me despiden de mi nii-chan! Daremos un paseo por la ciudad.
Él sólo hizo un ademán con su mano para corresponder mi despedida y miró de nuevo sus escritos. Sin duda había estado muy extraño en toda la mañana. Tomé el brazo de Hatori y salimos de la casa.
—¡Ah! —suspiré profundamente. En verdad tenía muchas ganas de pasear, hacía tanto tiempo que no salía de la casa y caminaba con mis propias piernas. También tenía que ir a visitar mi tienda e ir a ver a Mine-chan.
—Depositar un deseo en una flor —murmuré con una voz casi inaudible (al recordar lo que la princesita me había dicho), pero que Hatori-chan pudo escuchar.
—¿Dijiste algo Ayame? —me preguntó sin cambiar la expresión seria de su rostro.
—Eh, no… yo no… —seguí pensando—. Hatori-chan… ¿Notaste que Shigure estuvo algo extraño esta tarde?
—¿Extraño? —me preguntó— Eh, sí debe ser por su sentimiento.
—¿Por su sentimiento? —dije confundido, pero algo allá afuera me dejó asombrado y no pude terminar la frase— ¡¡Mira ese auto!
Señalé un auto deportivo de color plateado que estaba en el estacionamiento.
—¿¡Es tu auto? —él afirmó—. En realidad estás ganando mucho dinero en Estados Unidos —Hatori sólo sonrió tímidamente.
Nos subimos a él y una vez que arrancamos comencé a observar los alrededores atentamente.
Luego de unos minutos llegamos a un restaurante que me llamó mucho la atención por su fachada a la antigua. Me bajé del auto completamente asombrado y seguí a Hatori hasta la entrada. Allí un hombre con esmoquin nos atedió muy educadamente.
—¡Buenas tardes señores! —hizo una ligera reverencia— ¿Tienen reservación?
Hatori-chan se acercó a él.
—Sí, es Souma Hatori.
Yo admiré todo el interior. Desde las hermosas pinturas de la pared de la era Edo, pasando por los meseros que atendían a los clientes y hasta llegar a la sabrosa comida que servían; tanto japonesa, como europea y americana.
—Por aquí —habló el hombre y nos condujo hasta una mesa vacía.
Nos peguntaron por lo que queríamos comer y Hatori pidió sopa con miso y dos hamburguesas, entonces yo pedí lo mismo, estaba completamente ansioso por probar la comida, la de otras mesas se veía antojable ya que traía demasiada hambre.
—¿Tienes hambre Ayame? —me preguntó tiernamente y sonrió un poco, en realidad me conocía muy bien como para leer mis expresiones.
—Je je sí —admití.
—Por favor, piensa detenidamente lo que te propuse —me dijo tocándome suavemente una mano.
—Sí, lo haré.
Luego de unos minutos el mesero trajo nuestros platillos y comenzamos a comer. Me gustaba mirarlo atentamente cuando comía, admirar esos preciosos ojos azules como el cielo de la noche y ese cabello negro que le quedaba tan bien. Se dio cuenta de que lo miraba y me sonrió.
Mientras comía, analizaba las ventajas y desventajas de irme con él.
—¿Y cómo va tu relación con Yuki? —me preguntó de repente.
Le conté las cosas que habíamos vivido en todo ese tiempo y todas las cosas que habíamos compartido. Volví a percibir su aroma a ciruelo blanco, ese aroma que me hacía olvidar todos los problemas. Le dio un sorbo a su bebida de limón y me di cuenta que ni siquiera había tocado la mía, entonces hice lo mismo sin dejar de mirarlo en un solo momento.
—Creo que mi viaje no sirvió para nada —dijo—. Vine a ver por qué no podías volver a convertirte en humano y pues, ya estás bien.
—No digas eso, en realidad fue por ti por quien volví a mi figura de humano, todos habían intentado cualquier cosa para "curarme" y no lo consiguieron de ninguna forma. Hasta que te volví a ver, tú fuiste el que me hizo sentir esa felicidad que siempre siento. Eso prueba que tú eres la persona más importante para mí.
Hatori sólo sonrió tímidamente. Hatori siempre sonríe cuando está de mi lado. No sé por qué, pero puedo hacer que él saque ese lado relajado y cambie sus caras serias.
Terminamos nuestra comida y pagamos la cuenta y avanzamos hasta la entrada, no sin antes dejarle propina al mesero que nos atendió tan amablemente.
Nuevamente subimos al auto.
—¿Ahora a dónde vamos Hatori?
—Vamos —hizo una pausa— a un parque al que me gusta mucho ir.
Sí, estoy seguro que Hatori-chan es la persona que nació para mí, con cada segundo que pasaba me daba cuenta de eso, con tan solo mirarlo y estar cerca de él. Cuando lo volví a ver en la mañana fue como ver un faro en la oscuridad, ver esa luz al final del túnel.
Cuando la gente lo mira, piensa que está enojado y no se le acerca, pero en realidad así es él, es tímido y siempre piensa en los demás. Una persona muy gentil.
Tenía su brazo izquierdo recargado en el asiento (mientras que con la otra mano sostenía el volante), volteó a verme en un instante y me sonrió, luego puso su brazo sobre mí y me atrajo hacia su cuerpo. Me sonrojé un poco y pude ver que él también.
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Hatori lo había dejado ya en su tienda, prometiéndole que regresaría por él más tarde, pero antes tenía que ir a "adentro" a visitar a Akito.
Abrió la puerta del local con sumo cuidado y vio a Mine acomodando algunos trajes con su hermoso vestido de color negro, ella volteó, primero sin reaccionar y luego esbozó una enorme sonrisa al verlo.
—¡¡Ayame!
Saltó hacia él y lo abrazó con gran fuerza.
—¡Al fin te curaste de tu enfermedad!
—¿Eh, enfermedad? ¡Ah, sí! —le siguió la corriente.
—¡Te extrañé!
Sí, él también anisaba estar en ese lugar de nuevo. Estar con esa amiga que siempre lo apoyaba y se preocupaba por él, simplemente extrañaba estar con esa persona en el que él confiaba.
—Ah… ¿Y eso? —dijo señalando curiosa a un gran ramo de claveles que sostenía el chico entre sus manos.
—¡Oh! tenemos que meterlas en agua.
Mine trajo rápidamente un jarrón con agua para meterlo allí.
—¡Te ves hermosa Mine-chan!
La chica de trencitas y lentes le sonrió.
—¡Arigatou!
—Vamos… cuéntame qué hiciste en todo este tiempo —la tomó de la mano y la llevó hasta el mostrador. Comieron galletas y té mientras conversaban alegremente y a carcajada suelta.
De pronto, una hermosa chica de cabello castaño claro y yukata florida entró tímidamente a la tienda y veía cada uno de los diseños que estaban colgados en los maniquís. Mine y Ayame la siguieron con la vista hasta que él se acercó a ella para atenderla.
—¡Buenas tardes! —saludó alegremente, mientras le tomaba una mano— En esta tienda estamos para hacer realidad sus fantasías, ¿En qué le podemos ayudar?
La chica alzó lentamente la cabeza y Ayame la miró fijamente a sus ojos oscuros.
—Ri… Ritsu —el hebi se sorprendió de ver a su primo—. Creí que eras… que eras una chica.
En eso los grandes ojos del mono se llenaron de lágrimas y lanzó un grito ensordecedor.
—¡¡Perdón… perdón por parecer mujer! ¡¡Que me perdone todo el mundo! ¡¡Que perdonen a todos lo hombres que nos vestimos de mujer!
—¿E… es hombre? —preguntó Mine confundida.
—Sí, es mi primo, pero se siente mejor vistiéndose de mujer —dijo Ayame, mientras cargaba a un ya tranquilizado Ritsu.
—Ayame-san, yo quería… venir a verlo —dijo una vez que despertó y tomaba una taza de té con los otros dos—. No pude ir a visitarlo en casa de Shigure porque yo también estaba enfermo ¡¡Gomen! ¡¡Gomen nasai! —Ayame lo tranquilizó antes de que empeorara.
—¡No te preocupes Rit-chan, ya estoy bien! —Ayame le sonrió tiernamente y al mono se le iluminaron los ojos.
—Dime Ayme —habló Mine— ¿Para qué son esos claveles?
—Es para depositar un deseo en ellos —dijo el hebi mientras se quedaba pensativo.
Quedaron los tres conversando y charlando el resto de la tarde hasta que tuvieron que cerrar la tienda y Hatori fue por Ayame, mientras él esperaba que su deseo se hiciera realidad algún día…
Fin del capítulo 5.
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Hola! Hola! Koñañachiwa! Espero que todos ustedes hayan pasado unas muy, muy felices fiestas en compañía de sus seres queridos y que sus propósitos de año nuevo se cumplan (yo con los míos voy más o menos). Bueno, pues me tardé más de lo que pensaba pero aquí está al fin este quinto capítulo (OO! ya son cinco!). Creo que Yuki-chan no está teniendo casi nada de participación en este fic, pero prometo que en el siguiente capi lo pongo más. En este capi iba a poner una fiesta entre casi todos los horóscopos, pero decidí mejor posponerla para el siguiente (originalmente la iba a escribir para el cuarto, pero cambié de opinión). Muchas gracias a todas las personas que me mandan sus reviews! Qué les puedo decir, todos sabemos que esos comentarios nos hacen muy felices y que nos hacen crecer. Gracias a una persona que nunca antes me había mandado un review, y esa es rafika, muchas, muchas gracias, intenté leer tu fic, y me di cuenta que estaba en portugués y yo de ese idioma no entiendo ni "j" (aunque es parecido al español), pero bueno, aquí está el quinto cap, pa que ya no sufras je, je. Y bueno, cabe decir que este fic va dedicado a Naoko Nayamira, mi gran amiga! Sé que voy a llorar, pero no podré verte hasta las vacas de semana santa, ya leí tu fic de "Hopelife or hopelove?" y ya actualiza tu fic de el "hechizo…". A todos nos vemos en el siguiente cap! Sayonara!
