Todos los personajes que reconozcan, son de Joanne Kathleen Rowling, los que no conozcan, son míos.
Conquistando a Lily EvansAquí va el cuarto capítulo: "Cuando todo era tan distinto..."
El director Albus Dumbledore se levantó de su silla. El Gran Comedor que hace unos momentos había estado totalmente congestionado de murmullos, se calló de pronto. Todos los alumnos estaban mirando al director. Estaban intrigados, porque pocas veces se levantaba de su silla en medio de una comida. Solo cuando era algo muy importante.
Juntó las puntas de sus dedos, típico gesto de él y miró a los alumnos. Esos alumnos que él tanto quería. Sentía que eran como sus hijos. Los hijos que se iban y venían. Miró en dirección de la mesa de Gryffindor. En dirección a James, Remus, Peter y Sirius. Esos muchachos. Siempre tan activos. Siempre haciendo bromas y travesuras. Como los quería. Lo hacían sentirse joven de nuevo. Bueno, en realidad solo Remus, James y Sirius, porque Peter le causaba repulsión, claro que no lo demostraba (NA: acostúmbrense a mis comentarios contra Peter xD).
- Mis queridos alumnos. – Hizo una pausa – Se preguntarán porqué estoy de pié. Pues bien, debo daros una noticia: este curso se unirá a los alumnos de sexto año una chica nueva; viene de Italia y me harían un gran favor acogiéndola con cariño. Si no me equivoco llegará en breves instantes, así que os ruego que esperéis un poco.
Un murmullo creció en la sala y se convirtió en una verdadera algarabía; el director debía de tener mucho aprecio por la chica nueva al presentarla así. Todo el mundo hablaba de aquella nueva chica, ya que no era normal que alguien comenzase en sexto curso; todos los que allí estaban habían empezado a los once años y seguirían allí hasta los dieciocho, casi todos.
Los merodeadores charlaban entre ellos, igualmente excitados.
- ¡Una chica nueva! Y en nuestro curso¡que suerte! – dijo Sirius.
- Sí¡espero que sea guapa!
- Jajaja - Remus rió – ¡Siempre esperas lo mismo James¡Por una vez podrías esperar que fuese simpática o lista!
- ¡Bah¡De esas ya hay muchas aquí! – dijo el joven moreno con petulancia.
- Espera lo que quieras, pero no creo que sea nada del otro mundo.
- Venga Sirius, no le fastidies la ilusión.
- Eso, eso – corroboró Peter las palabras de Remus.
- ¡Ah! – exclamó Dumbledore – Creo que ya ha llegado. Chicos, les presento a la señorita Carla Giovanni.
Justo cuando el director pronunció estas palabras, las puertas se abrieron y entró una joven. Avanzó serenamente hacia los profesores. Todas las miradas se clavaron en ella, las de los chicos con admiración y deseo y las de las chicas con envidia y curiosidad.
Todos siguieron con la mirada fija en la chica que continuaba su camino, orgullosa y majestuosa. Era una verdadera belleza, de éstas chicas en las que no puedes dejar de fijarte; tamaño medio, tenía un cuerpo impresionante en el que se fijaron todos; su cabello, largo, castaño oscuro con reflejos rubio oscuro, colgaba suelto por su espalda, liso y sedoso como una cascada, hasta llegar a su fina cintura. Llevaba una túnica sencilla de color negro con un cinto en la cadera que resaltaba sus formas y su cuerpo de bella armonía; tenía la piel tostada por el sol, de aquel color dorado que se pone tras haber ido a la playa. Su rostro era hermoso, como el de una escultura romana: grandes ojos rasgados, cuyo color no alcanzaron a ver.
La bella joven llegó hasta el profesor y éste le dio dos besos, uno en cada mejilla, extrañando a todos aquellos que no habían estado en el sur. Luego la profesora McGonagall le puso el sombrero con los gestos suaves que le solían caracterizar. Después de un largo rato, el sombrero gritó "Gryffindor". Se oyó un clamoroso aplauso y ella se fue a sentar, todos los ojos masculinos siguieron su trayectoria; ella vio un sitio libre junto a Chris y con una voz profunda y aterciopelada que conquistó a todos los que la oyeron, preguntó:
- Disculpa¿este sitio está libre?
- Por supuesto, siéntate – dijo la rubia – Soy Christina Harris.
- Mucho gusto, Carla Giovanni.
Unos puestos más allá...
- Lu... ¿Qué te sucede? – Lily sacudió su mano enfrente del rostro de la chica, pero parecía estar perdida en su propio mundo. Como si la vela que miraba fuera lo más importante en ese momento. - ¡Lu! – Nicole pegó un salto en la silla.
- ¡Me asustaste! – Se quejó ella.
- ¿Te encuentras bien? Pareces... Preocupada. – La chica posó su suave mano sobre el hombro de su amiga.
- E-estoy... perfectamente. – Esbozó una sonrisa y luego añadió – lo siento, tengo clases y no quiero llegar tarde. - Se tragó la tostada y el jugo de calabaza y se fue corriendo del Gran Comedor sin decir una palabra más.
- ¡Pero Lu, hoy es sábado! – La castaña no alcanzó a oír a su amiga, porque estaba ya en el vestíbulo.
Desde un par de sillas más allá, observaba la escena Chris.
Lily siguió a su amiga. Se dirigió a la salida del Gran Comedor, pero antes de que llegara, se encontró con Remus que también estaba muy intrigado.
- ¿Qué sucedió?
- No lo sé Remus, de verdad que no lo sé.
- ¿Te acompaño a buscarla? – Preguntó jadeando el licántropo.
- Está bien.
Se cruzaron con varios retratos parlantes por el camino y cuando llegaron a la Sala Común se dieron cuenta que no sabían donde estaba.
- Voy a ver a la habitación y luego, si no la encuentro allí, nos separamos¿de acuerdo?
- Me parece. – El chico estuvo de acuerdo.
Lily subió a la habitación que compartía con sus amigas y buscó en su cama y en el baño, pero no estaba por ninguna parte.
De repente se le cruzó por la cabeza que su amiga necesitaba estar sola. Sino ¿Por qué se iría tan repentinamente del Gran Comedor? Alguna explicación debía existir. Decidió que sería mejor dejarla en paz.
- No, no está en la habitación. Pero ¿sabes que? Creo que es mejor que lo dejemos así. Tal vez necesite estar sola. – Lily lo dijo en un tono no muy convincente, porque ni ella misma estaba segura de lo que decía. Remus notó eso.
- Está en la habitación ¿verdad? Lils, me lo puedes decir, prometo no molestar, solo quiero saber si está allí. – Se puso una mano en el pecho, en el lugar donde está el corazón.
- No Remus, no está en la habitación. – Aclaró la chica.
- Lily, no me mientas. Si no está allí ¿Por qué cambiaste de opinión tan repentinamente? – Se defendió el licántropo.
- Porque creo que necesita estar sola. Por eso. – Le estaba comenzando a molestar que el chico no le creyera.
- ¿Y como lo sabes? Puede que quiera compañía... – Comenzó Remus, pero Lily lo cortó.
- Si, tal vez. Pero si la necesitara no se habría ido así y menos sola. ¿Sabes? Conozco lo suficientemente bien a mis amigas como para saber cuando necesitan algo y cuando no.
- Lily... – Dijo el chico armándose de paciencia. – Se que está arriba. Por favor no me mientas...
- ¡Basta! Cállate por favor. ¿No me crees? Perfecto no me creas. Pero cuando la veas, pregúntale. Yo estaré afuera, con Hagrid. Adiós. – Se dio media vuelta y salió por el retrato de la Dama Gorda hecha una furia.
Remus permaneció todo el día en la Sala Común, ya que no había nada más que hacer ese sábado.
Por la noche en la Sala Común de Gryffindor, tres chicos y una rata fea y regordeta discutían su próxima broma. Se habían dado cuenta que desde hace tiempo que no las hacían, que eso era inaceptable y que tendrían que hacer la próxima pronto, así que la estaban planeando.
- Entonces, si todo sale bien, tendremos a dos víctimas... esto será genial. – Dijo James rascándose la cabeza.
- Pero tendríamos que pedírselo a Lily... – Remus suspiró y se echó para atrás en su sillón.
- ¿Y qué? – Se extrañó Peter.
- Está molesta conmigo... – Miró sus manos tratando de no ver las miradas de sus amigos clavadas en él.
- ¿Ella¿Molesta contigo? Es una broma... Lily nunca se ha enojado contigo. –Sirius lo miró con una ceja levantada y con cara de pregunta.
- ¿Por qué estría molesta contigo? – Preguntó curioso James.
- Se que es primera vez que se molesta conmigo. Esque me mintió. Yo le pregunté si Nicole estaba en su habitación. Y me dijo que no...
- ¿Cómo sabías que estaba en la habitación de las chicas? – Se interesó Sirius.
- Es verdad. Además la Lily que conozco no miente Remus. – La defendió James.
- No sé, la verdad... esque fue tan raro... No tenía pruebas, pero algo me decía que no estaba diciéndome la verdad... o sea no sé qué me pasó, pero algo me dice que estaba mintiendo. – El chico estaba nervioso y parecía confundido.
- ¿Cómo sabes que mentía? Tal vez decía la verdad. No tenía porqué estar mintiendo. – Argumentó uno de los tres chicos más guapos de todo el colegio; Sirius.
- Hablando del rey de Roma... – Apenas Peter dijo eso, apareció por el retrato de la Dama Gorda Nicole, que parecía muy cansada.
Lily, que se encontraba unos sillones más allá, perfeccionando su ya perfecta redacción de pociones y cepillando su ya re-cepillado y perfecto cabello, se percató de que la chica había entrado en la Sala Común y se fue directo hacia ella.
- ¡Lu¿Dónde te habías metido? Estaba preocupada... ¿Y ese aspecto¿Dónde te fuiste a meter¿Qué sucedió en la mañana? – Lily había estado muy preocupada por su amiga, ya que no la había visto desde el desayuno.
- Le ayudé a la profesora Sprout con las Mandrágoras y con unas plantas de tentáculos morados y viscosos. Me gusta ayudarla... Me relajo. Por cierto... ¿Hablaste con Chris? – Preguntó intentando cambiar el tema.
La verdad es que la pelirroja no había tenido tiempo de encargarse de ese asunto. Se lo había propuesto, pero luego se concentró demasiado en sus deberes y se le fue.
- No, no he tenido tiempo...
Nicole se fue a cambiar de ropa y luego bajó nuevamente a la Sala Común para que Lily le ayudara con pociones. No era mala en la asignatura, pero tampoco era su favorita. Las asignaturas en las que mejor le iba eran herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas. Le encantaban las plantas; también los animales.
Estaban haciendo los deberes, cuando llegaron Chris y Carla y se sentaron, Chris lo más lejos posible de Lily y Carla enfrente de la pelirroja.
Chris no estaba segura de porqué actuaba así con su amiga. Era como si le molestara tenerla cerca, como si de pronto la odiara. ¿Porqué Lily era tan... Inmadura¿Porqué no podía ser como lo era ella? Lily era tan... Sensible, tan no sé... No tenía la armadura que tenía ella, esa armadura que la protegía de todos los golpes, de todo. La armadura que la aislaba de las penas y la que la ayudaba a aguantar el peso de la vida, día a día. Esa que había creado ella misma durante el transcurso de su infancia.
- ¡Hola Lu¿Dónde te habías metido? – Preguntó apenas llegar al lado de Nicole.
- Hola chicas, soy Carla Giovanni. – Se presentó la castaña con una perfecta y cautivadora sonrisa. Al parecer no se había percatado de la presencia de Lu, ya que esta estaba de espaldas a Carla.
Nicole, al escuchar la voz de Carla, pareció muy incómoda.
- Hola Chris... Permiso, tengo que ir a hacer algo... ehmm... arriba... – Lu se paró y corrió hacia las escaleras sin mirar atrás.
- Hola, yo soy Lily Evans. – Sonrió. – Perdona a mi amiga ,Carla, lo que pasa es que ha estado muy rara últimamente y no sé qué le sucede.
- Está, bien, no hay cuidado.
- Por cierto, hola Chris también me alegro de verte. – Ironizó la pelirroja.
- Ahh... Hola Evans. – Saludó fríamente Christina.
¿Evans? Nunca la había llamado por su apellido... ¡Nisiquiera cuando se conocieron! Cuando se conocieron... Cuando iban en primer grado... Esa época cuando no les preocupaba nada más que divertirse. Cuando todo era tan distinto... Habían crecido tan rápido...
Recordaba el momento en que había visto a Chris por primera vez, como si hubiera sido ayer.
o.O.oFlashBacko.O.o
Una niña pelirroja, no muy alta, de unos once años se despedía de sus padres en el andén nueve y tres cuartos. Era un día caluroso en Londres. No pasaban de un cuarto para las once de la mañana. Lily llevaba un baúl muy pesado, porque desde siempre le había gustado estar muy bien preparada para todo.
Pisó el primer escalón del tren que la llevaría lejos, muy lejos de todo lo que ella conocía. De los inocentes sueños de una niña de once años. El tren que la llevaría al lugar que cambiaría por completo su vida. Al lugar donde conocería la magia, donde conocería el amor y donde... conocería la muerte.
El tren era bastante amplio. Tenía puertas corredizas a los lados. Lily supuso que eran los compartimientos. Nunca antes había viajado en un tren así en su vida. Solo conocía el metro de Londres.
Entró en el primer compartimiento más o menos vacío que encontró, porque no podía ir muy lejos ya que su baúl pesaba demasiado. Dentro había una chica más o menos de su misma edad. Era casi del mismo porte que ella, era rubia y tenía unos ojos azul verdosos que sorprendieron a Lily.
- ¿Puedo sentarme aquí? – Preguntó la pelirroja sonriente al abrir el compartimiento.
- ¡Claro! El compartimiento no es mío, además no me vendría mal un poco de compañía. – Le respondió la rubia, radiante.
- Muchas gracias. – Lily acomodó su baúl y luego se sentó. - ¿Cuál es tu nombre? – Se interesó Lily. Desde pequeña siempre había sido muy curiosa, no podía evitar meterse en cosas ajenas y preguntar siempre todo.
- Soy Christina Harris, pero puedes llamarme Chris. – Dijo tendiéndole la mano.
- Yo Liliana Evans, pero siempre me llaman Lily. Mucho gusto. – Sonrió y aceptó la mano de su primera y futura mejor amiga.
Pasaron diez minutos conociéndose un poco, hasta que el tren se puso en marcha.
- Mira¡ya nos vamos! – Dijo emocionada Lily, sacando la cabeza por la pequeña ventanilla que había en el compartimiento. – ¡Adiós mamá¡Adiós papá¡Los quiero¡Prometo escribir cada semana! – Chilló por la ventanilla, dejando atrás a una emocionada madre y a un orgulloso padre. - ¿No te vas a despedir de tus padres? – Le preguntó a Christina.
- No han venido. Mi madre está en un viaje de negocios. Algo del Ministerio de la Magia... y mi padre estaba muy ocupado con su trabajo. Me trajo mi aya, que es como mi segunda madre; la llamo Nana. Pero tuvo que irse ya que mi padre la necesitaba en la casa a las once y media para preparar el almuerzo para el ministro de la Magia, viene hoy a nuestra casa. – Explicó mirándose los zapatos.
- Ahh... ¿Qué es un Ministerio de la Magia y un Ministro de la Magia? – Preguntó curiosa Lily. - ¿Se come?
- El Ministerio... Es donde se encuentran todos los encargados de que el Mundo de la Magia funcione correctamente. Y el Ministro de la Magia es como el presidente. Por cierto, no se come. ¿Eres de familia muggle, no es así? – Le preguntó a la pelirroja.
- ¿Muggle¿Qué es eso? Acaso... Por mera casualidad ¿se come?
- No, no se come. – Dijo con voz cansada - Ser un muggle quiere decir que no tienes ni una pizca de sangre mágica. Todas las personas comunes y corrientes, que lo hacen todo manualmente son muggles. – Explicó con mucha paciencia la rubia.
- Mis padres y mi hermana lo hacen todo manualmente, porque no usan varita. ¿Eso quiere decir que son muggles y que yo también soy muggle?
- Así es. – Confirmó Chris.
- Ahh...
En ese momento la puerta del compartimiento se abrió y por ella entraron tres chicos muy guapos, aún para su corta edad. Eran Remus, Sirius y James (Peter se quedó afuera, porque su novia Floripondia, que era una nerd espantosamente fea lo había invitado a sentarse en su compartimiento.)
- ¡No me empujes Prongs¡Hay suficiente espacio! Esto es todo por tu culpa... ¡Ay! –Sirius se había tropezado con el pie de Chris. – ¡Ten más cuidado¡Casi me pego contra el vidrio por tu culpa, niñita! – Dijo volviéndose hacia la rubia con el entrecejo fruncido.
- ¿Niñita? Perdóname, pero tu no pareces muy mayor tampoco... ¡Además fuiste tú el que se tropezó con mi pie, yo no lo puse en tu camino! – Se defendió la chica cruzándose de brazos.
- ¡Si lo pusiste, yo te vi! – Argumentó el perfecto chico (NA: Hay que decirlo todo... ¡jaja!).
- ¡Mentiroso! Ni siquiera te conozco. No tendría porqué hacerlo. – Dijo en tono serio, mirándolo de arriba abajo, la verdad encontraba al chico muy apuesto, a pesar de lo terco que era.
- ¿Quieren detenerse? Por favor... Gracias. – Dijo otro apuesto chico. Tenía el pelo revuelto y el color de sus ojos, café manjar, le combinaba perfectamente con su cabello negro azabache y su tono de piel (NA: James no usaba lentes. Porque Sirius haya dicho en la tercera película que Harry se parecía mucho a su padre no quiere decir que James los usara. Que en las fotos de grande salga con lentes, tampoco quiere decir que los usara desde joven. Se parecía a Harry, pero tampoco era IDÉNTICO.)
Ambos se callaron de pronto y miraron a James. Lily observaba atentamente desde un rincón todo lo que pasaba. Por muy confiada que fuera con las mujeres, cuando se trataba de hombres era muy tímida.
- Es verdad Sirius. Somos muy descorteses. Entramos como si nada en su compartimiento y ni siquiera nos hemos presentado. Mucho gusto. Remus Lupin – Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. – Ellos son James Potter – Señaló a James – Y él... Bueno él es Sirius Black.
- Mucho gusto, yo soy Lily Evans y mi amiga se llama Christina Harris. – También sonrió.
- Nos preguntábamos... Bueno, si podíamos sentarnos aquí... – James se rascó la cabeza y puso una mueca pensativa.
- ¡Claro que ustedes dos pueden sentarse! Pero ese de ahí tiene que desaparecer. – Chris señaló a Sirius y frunció el entrecejo.
- Vamos Chris, no creo que haya más compartimientos libres... Si quieres se sienta conmigo. – Al decir lo último, se sonrojó un poco pero se le pasó cuando Sirius se lanzó sobre el espacio que había al lado de Lily y le sonrió amistosamente.
- Está bien. Pero si se me acerca, le quito el derecho a ser padre. Ustedes dos se pueden sentar aquí si quieren. – Dijo y le pegó unas palmaditas al asiento, como dándoles permiso para sentarse. Los chicos obedecieron.
- De todas formas, no tengo muchas ganas de acercarme a un reptil, gracias. – Sonrió con suficiencia al ver que su comentario había ofendido a la chica.
- ¡Basta! Sirius, no provoques. – Le advirtió el licántropo señalándolo con el dedo.
El resto del viaje fue tranquilo, bueno, tal vez no tanto, pero fue "soportable". Lily se hizo bastante amiga de los tres y Chris de Remus y de James. Trató de contenerse cada vez que Sirius le lanzaba una indirecta, pero a veces no lo lograba.
o.O.oFin FlashBacko.O.o
La pelirroja sonrió suavemente, con la mirada perdida en algún lugar. Se habían hecho mejores amigas en el momento en que intercambiaron la primera frase. Como quería a su amiga. Pero parecía que Chris ya no la quería a ella.
o.O.o
Un chico y una chica, se encontraban en ese momento discutiendo sobre... cosas, en un pasillo desierto cerca de la Sala Común de Slytherin.
- ¿Crees que dé resultado Bella? – Preguntó un poco inseguro el chico.
- Claro que dará resultado Severus, tu sabes que Evans depende de Harris. He estado averiguando y al parecer, son amigas del alma. Y si se queda sin ella, se volverá indefensa. Cuando consigamos a Evans, podremos conseguir a Potter, para que nuestro señor lo destruya... – relató fríamente Bellatrix Black, la prima de Sirius.
- ¿Y por qué no nos encargamos directamente de tu primo? Es el mejor amigo de Potter. Sería más rápido. – Preguntó medio quejoso Snape.
- Tú querías hacer sufrir a la pelirroja... Además, Potter está loco por Evans. Daría lo que fuera por ella. Yo lo sé.
- Ingenioso... – Siseó el chico acercándose lentamente a Bellatrix.
- Aléjate Severus. Ya te dije que lo que pasó entre nosotros estuvo bien, pero yo ahora estoy con Travis... Tú lo sabes. – Lo aparto con la mano y sonrió. Volvamos a la Sala Común.
- Ese Lestrange... Cada día lo soporto menos. ¿Por qué te fuiste a enamorar de él? – Preguntó en tono serio.
- Porque es muy dulce y nos queremos. – Aclaró la chica. – Ahora... ¿Volvemos a la Sala Común o no?
- Está bien. – Aceptó Snape no muy convencido.
Ambos salieron del escondite y volvieron a su Sala Común.
o.O.o
Ese domingo amaneció bastante frió, pero no era extraño ya que hace poco que habían entrado en la estación del otoño.
Carla se despertó temprano, ya que aún no se acostumbraba a la hora de ese lugar, recordemos que ella viene de Italia donde tienen dos horas menos que en Hogwarts (NA: no sé donde queda xD). No tenía sueño. Estaba tan emocionada por conocer el castillo, que no podía esperar más. Se duchó y luego se vistió. Bajó las escaleras intentando hacer el menor ruido posible. Llegó a la Sala Común y se encontró con una sorpresa. Sirius se encontraba allí, recostado en un sillón muy cercano a la chimenea.
El moreno giró la cabeza al escuchar el ruido que hizo Carla al bajar las escaleras.
- ¿Te desperté? Porque si lo hice... lo siento mucho. – Se sentó cerca de la chimenea también.
- No, para nada. Solo observaba el fuego. – Hubo una pequeña pausa - Lo siento, no me he presentado, soy Sirius Black, mucho gusto preciosa. – Se sentó de un salto.
- Carla Giovanni. – Dijo un poco ruborizada, no sabía que en ese lugar las personas eran tan "cariñosas", ya que allá en Italia, eran mucho más cerradas.
- Apropósito ¿qué hace una chica tan bella despierta tan temprano? – Sonrió traviésamente.
- ¿Y que hace un chico tan guapo en pie a las seis y media de la mañana? – Preguntó, pensando que así se saludaban allí normalmente, sin saber que lo que en realidad hacía, era provocar a Sirius.
- Bueno, no podía dormir.
- La verdad, yo tampoco.
- ¿Ah si?
- Si.
- ¿Quieres dejar de decir todo lo que digo?
- ¿Quieres dejar de decir todo lo que yo voy a decir? – Ambos comenzaron a reírse.
Sirius admiraba esos ojos verdes, que iban de verde bien clarito al centro, a más oscuro más afuera. Eran realmente hermosos.
Carla también admiraba los ojos de Sirius. Ella siempre había deseado unos ojos así. Grises medio azulados.
- Bueno y cuéntame¿por qué te mudaste? – Preguntó cortando el silencio.
- Mi padre tuvo que venir a trabajar aquí... Lo transfirieron. Íbamos a venir a principios de año, pero ocurrió algo inesperado y bueno... No pudimos llegar a tiempo. – Relató la castaña.
- Ahhh... ¿Y tu madre?
- Ella trabaja en la casa. Bueno, cocina y todo lo demás, pero también es escritora. Acaba de publicar su libro; En la Mente de un Mago. Yo lo leí. No es por presumir ni nada, pero encuentro que mi madre tiene mucho talento. – Parecía realmente orgullosa de su madre. – Bueno ¿y los tuyos?
- Los míos... La verdad es que no sé si puedo llamarlos padres. Pero mi madre es controlada por el cuadro de mi abuela y trabaja para Lord Voldemort y mi padre es mortífago. – No parecía afectarle el hablar así de sus padres, tal vez era una herida ya cicatrizada, o tal vez no...
- Wow... Lo siento... No quise...
- No, está bien. Estoy acostumbrado. – Sonrió. – A lo del tema de tu mudanza, no te preocupes, vas a conseguir más que amigos aquí.
- ¿Si¿Y a que te refieres con más que amigos? – Preguntó sabiendo la respuesta.
- No se... Eso lo descubrirás tu.
- Creo que no puedo esperar...
Ambos rieron.
- ¿Qué hora es? – Preguntó el moreno.
- Tienes un reloj delante tuyo. – Rió Carla.
- Tienes razón. – Miró la hora. Las siete de la mañana. El tiempo había pasado rápido. – Acaban de abrirse las puertas del Gran Comedor. ¿Me acompañas?
- Claro. – Sirius le ofreció el brazo y ella aceptó.
Fueron los primeros en llegar, y para cuando habían terminado de desayunar, recién llegaban los más madrugadores. Volvieron juntos a la Sala Común y continuaron conversando mientras esperaban a sus amigos.
La primera en bajar fue Chris, que le lanzó una mirada controladora a Sirius, provocando que él recordara la apuesta, la cual se arrepentía de haber hecho.
- Buenos días Carla. Veo que te has hecho amiga de Black... Yo que tu me alejo de ese reptil. Pero bueno¿Me acompañas a desayunar? – A todos les parecía que Chris amanecía cada día más rara. Como si tratara de ofender a todo el mundo con sus comentarios.
- Lo siento, ya tomé desayuno con Sirius y la verdad es que no me parece en lo absoluto un reptil. – La italiana levantó una ceja y se mantuvo seria.
- Está bien, como quieras.
- Claro... nos vemos luego... – Ironizó Carla siguiendo el recorrido de su amiga con la mirada. - ¿Qué le pasa¿Siempre es así? – Preguntó sorprendida apenas la rubia desapareció por el agujero del retrato de la Dama Gorda.
- La verdad es que si. O sea no... Lo que pasa es que ahora está distinta. Además al parecer está peleada con Lily y Nicole. No sé qué les pasará. Problemas de chicas. – Rió el moreno.
- Ja, ja, ja, muy gracioso. ¿Sabes? No somos tan complicadas como los chicos creen.
- ¿Ah no? Entonces supongo que vas a aceptar salir conmigo... el próximo domingo hay salida a Hogsmeade. Está puesto en el tablón de anuncios. Mira. – Señaló una pizarra de corcho con bordes de madera, en donde habían cientos de papeles de todos los colores y tamaños colgados. - ¿Quieres venir conmigo y mis amigos, preciosa?
- Claro. Sería genial. Mi padre me habló de estas salidas al pueblo. Dice que hay un lugar que no puedo dejar de visitar, llamado "Las Tres Escobas".
- Será nuestra primera parada si así lo deseas. – Dijo dejándose caer sobre un sillón rojo y aterciopelado.
o.O.o
- Lu, vas a hacer un hoyo en el suelo si sigues caminando de un lado al otro.
- Lo siento Lil. – Se disculpó la chica.
- Bueno cuéntame. ¿Qué es lo que te sucede? – Preguntó sin rodeos Lily.
- ¿A qué te refieres? – Nicole se sentó nerviosa en su cama.
- Me refiero a que has estado muy rara últimamente. No has comido mucho y has estado, de alguna forma, ausente. – La pelirroja se levantó y se sentó junto a Nicole. – Puedes confiar en mi¿qué te sucede?
- A mi no me sucede nada Lily... – Se paró nerviosa y comenzó a jugar con sus manos.
Lily la tomó por el brazo y la obligó a sentarse otra vez.
- Estás temblando... no me vas a venir con eso de que no te sucede nada, porque no te lo creo. – La pelirroja tomó las manos de su amiga entre las suyas. – Ahora cuéntame.
Lu bajó la mirada. No sabía si podría contárselo a Lily. Confiaba en ella ciegamente, pero no confiaba en sí misma y temía comenzar a llorar como una tonta... como había sucedido con Remus.
Decidió que era cruel escondérselo a la pelirroja, que siempre había estado a su lado y la había ayudado en todo. Apretó con fuerza las manos de Lily y luego las soltó. Abrió el cajón superior de su mesita de noche y sacó un sobre. Lo abrió. Dentro había una carta escrita con tinta rojo oscuro.
Se la pasó a Lily, que la miraba interrogante.
Solo léela. – Fue lo único que pudo articular antes de echarse abatida sobre la cama.
¿Cómo iría a reaccionar Lily?
Holaaa!
Perdón por la tardanza, pero he estado muy ocupada y no he podido actualizar...
Bueno espero que les guste este chap, ya que me estrujé el cerebro haciéndolo!
Quédense con la curiosidad! Tendrán que esperar para saber que es lo que le era lo que decía la carta... ¿Por qué Chris actúa así? Será por voluntad propia... o tal vez... no sé...
Muchas pistas! Jajaja...
Dudo que tenga el próximo capítulo muy pronto, pero me esforzaré... Estoy con todos los exámenes y ya saben...
Gracias a todas las personas que me han ayudado a realizar este fic y a las que me han apoyado! Dejen RR, es menos de un minuto y nos les cuesta, solo tipean unas pocas palabras, pero no saben cuanto anima a terminar más pronto el siguiente capítulo!
Bueno, espero que les guste
Besos
Kmii
