Adrien raramente despertaba con tranquilidad. Siempre tenía lugares en los que estar, cosas que hacer, personas a las que ver… Era agotador y lo peor era que ese solo era inicio del día. Pero desde que había comenzado la universidad, al estar más ocupado y ser más independiente — definitivamente no vivir con su padre ayudaba— todo había sido más fácil, y es que por mucho que su padre quisiera no había tantas horas en el día como para cumplir sus itinerarios.
Por eso los viernes eran tan geniales, los viernes no tenía clase, era un día "comodín", si un profesor faltaba, podía reponer su clase el viernes, o si tenía alguna salida, siempre era el viernes, eran tan impredecible que ni siquiera la maníaca de la organización de Nathalie podía tocarlo.
Era su día oficial de descanso, porque incluso los días en los que tenía clase, ésta siempre era después de las nueve. Por eso cuando su teléfono sonó antes de la marca de las seis, en un viernes, estaba preparado para arrancar cabezas.
— ¿Diga? — sin embargo lo habían educado como un caballero, iba a contestar, pero no tenía porque ser agradable. Contestó al teléfono con un fastidio destilado, mezclado con muchas cantidades de sueño.
— Adrien, tu padre a concertado una reunión para el almuerzo referente a tu última noticia, te enviaré los detalles en un mensaje, si tienes algún tipo de inconveniente relevante— puso tanto énfasis en esa palabra que casi le dieron ganas de rodar los ojos, no tenía cinco años, ya sabía cómo era su padre. Solo esperaba que no se parara a explicar lo que constituía un inconveniente relevante — avísame con la mayor brevedad posible para poder reprogramar la reunión.
— Buenos días a ti también Nathalie — el rubio habló con voz pesada y ronca mientras volvía a acurrucarse entre las sábanas. Estaba demasiado cansado para pensar.
— Hasta luego, Adrien — dijo la mujer antes de colgar.
Eso debería de haberle dado una pista de que algo iba mal, pero estaba tan cansado que no le prestó atención. Volvió a dormir, pero no pudo conciliar el sueño profundo por lo que después de dos horas se rindió, por lo menos había dormido un poco más.
Quería estar gruñón, por lo menos un poco, lo habían despertado de un sueño profundo y maravilloso, del cual ya no se acordaba en absoluto, un viernes. Pero no pudo hacerlo, no podía sacarse aquella sensación de calor del pecho, y aunque no quisiera esa sonrisa boba se volvía a colar en su expresión. No podía dejar de repetir las escenas de ayer de la cabeza, se sentía extrañamente conmovido por las acciones de su amiga. Aquello no era propio de Marinette, cuando se conocieron en el instituto estaba bastante seguro de que lo odiaba, y no tenía ni idea de porque, Alya siempre decía que no se preocupara por Marinette, que algún día lo superaría, pero él siempre se preguntó qué hizo tan malo, que pudiera crear ese tipo de reacción en alguien como ella. Porque que no le quisiera mirar a los ojos, o hablar en absoluto, no impedía que viera lo buena persona que era, podía ver lo mucho que se preocupaba y se esforzaba por todos — incluso por Adrien, aunque siempre costaba más trabajo —. Siempre quiso ser más cercano a ella, pensaba que era una buena persona, no, pensaba que era una persona maravillosa, con la que podría compartir muchas cosas en común, pero no quería molestarla, y para cuando la tensión se fue relajando, su relación acabó por convertirse en lo que era hoy, algunas reuniones en grupo al mes. En parte por eso se ofreció voluntario cuando Nino le contó su problema con la demo y la incompatibilidad de sus horarios, tenía curiosidad.
Pero ayer, había tantas cosas que no podía parar de recordar, había ido en su rescate, se había preocupado por Adrien lo suficiente como para tratar de ayudarlo en una situación que no todo el mundo reconocería. Se mordió el labio conteniendo una sonrisa cuando recordó la forma en que lo abrazó, sus mejillas sonrosadas mientras sonreía, el beso en la mejilla…
Negó con la cabeza intentando quitar importancia, pero seguía sonriendo cuando salió de su cuarto y fue a la cocina con la idea de hacerse un café.
— Buenos días NIno — saludo cansado a su compañero de piso quien estaba tirado en el sofá dormitando. Este contestó soltando una serie de sonidos incomprensibles mientras cambiaba de posición, dándole la espalda. Soltó una pequeña risa entre dientes.
Él y Nino se habían conocido en el Instituto, al igual que todos sus amigos, pues antes de eso no había tenido mucha vida social, que digamos. Habían sido amigos desde prácticamente el primer instante y a pesar de sus muchas diferencias y los inconvenientes que surgieran, su amistad era fuerte. Por eso, cuando llegó el momento, decidieron mudarse juntos. No es como si él necesitara un compañero de piso, pero le agradaba su compañía y Nino, por su parte, no podía permitirse salir de casa de otra manera, así que cuando le sugirió mudarse con él, Nino ya estaba metiendo las maletas en la casa.
Gracias a la universidad, su padre tuvo que ceder a muchas cosas, no solo a itinerarios más "suaves", no podía vivir con él, porque su universidad estaba demasiado lejos, no podía ir con guardaespaldas a todos lados, no podía tener ningún tipo de personal en la casa porque era demasiado pequeña, no podía contratar a un chofer… la lista seguía, y si habían desventajas para Adrien también, pero definitivamente las ventajas ganaron. Su padre eligió el piso en un barrio seguro y céntrico, y contrató a un personal de limpieza que venía dos veces a la semana, por no hablar de que seguía que seguir sus estúpidos itinerarios, y hubo una guerra con respecto a Nino, pero al final todo había salido bien. Nino pagaba una parte del alquiler — definitivamente no era la mitad pero eso no lo tenía porqué saber él — con el dinero que ganaba en su trabajo en la discoteca, y después de dormir unas horas salía hacia el conservatorio. La verdad es que no sabía exactamente la cantidad de cosas que hacía en el día, pero sabía que su itinerario no era más fácil que el suyo.
— ¿Te apetece un café? — preguntó el chico moviéndose por la cocina.
— Que va tío, lo que me apetece es dormir ocho horas seguidas — dijo el moreno levantándose lentamente del sofá.
— ¿Y porqué no has ido a tu cuarto? Sabes que el sol sale temprano ahora — Nino no era quisquilloso a la hora de dormir, podía dormir en casi cualquier ambiente y lugar, siempre y cuando estuviera mínimamente oscuro, el problema con su piso es que era terriblemente luminoso, lo cual sería una buena característica en cualquier otra ocasión.
— Estaba demasiado cansado, sigo sin saber como llegue a casa anoche —murmuró rascándose la nuca con pesadez, Adrien solo soltó un resoplido entretenido.
Nino trabajaba en una discoteca algunos días a las semana siendo auxiliar de cabina del DJ, además de muchos otros trabajos a medio tiempo y temporales, la música no era un mundillo fácil, ni barato.
— Dejé el CD en tu cuarto — dijo antes de que pudiera olvidarse, mientras preparaba la cafetera.
— Gracias tronco, no sé cómo lo habría hecho sin ti — se dio dos golpes en el pecho antes de señalarlo, lo que lo hizo reír — aunque supongo que no fue ningún problema, ¿ya habías quedado con Nette? — preguntó moviendo las cejas con una expresión divertida, eso lo hizo fruncir el ceño y al verlo el moreno rió— no me malinterpretes, es genial que la cosa por fin haya funcionado entre vosotros, pero me siento un poco traicionado por haberlo descubierto en un artículo de las páginas rosas y no de la boca de mi mejor amigo — continuó sirviéndose un vaso de agua para tomarse una aspirina, ignorando la expresión alterada de su amigo — debo admitir eso sí, de que eres el amo guardando secretos — rió con suavidad — ni siquiera me di cuenta.
— ¿De qué hablas? — habló por fin con voz entrecortada.
— Oh vamos Adrien, ya lo sé, no hace falta que finjas conmigo — dijo divertido.
— Nino — volvió a hablar con seriedad buscando su mirada.
— ¿De verdad no lo has visto? —preguntó confundido mientras sacaba el teléfono de su bolsillo y abría una aplicación.
Le mostró un artículo de pacotilla, sin ninguna clase de evidencia más que algunas fotos borrosas y de mala calidad del numerito de ayer. Ese había sido el desencadenante de un millón de rumores y nuevos artículos recopilando más "pruebas" de que él sin ninguna duda estaba saliendo con alguien, otros por otro lado decía que hacía aquello para distraer la atención de algún otro secreto, y especulaban sobre aquello.
— Está por todo Twitter — comentó su amigo mientras leía — deberías ver los memes que hay, son de lo mejor...
Soltó un suspiro de frustración mientras se sostenía la cabeza con las manos. Lila. Por supuesto que había pasado esto, por supuesto que tenía que estropearlo todo, había sido todo demasiado agradable, demasiado bueno para quedarse así.
— Tío, ¿estás bien? — preguntó poniendo una mano sobre su hombro.
— Esto es mentira Nino, no hay ni una sola palabra aquí que sea verdad — quizá hablaba con demasiada brusquedad pero es que no se sentía con fuerza para fingir cualquier otra cosa. Fue entonces cuando recordó la llamada de Nathalie esa mañana — estoy muerto — gruñó con rabia.
— ¿Lo dices en serio? — Adrien asintió sin mirarlo — Sé que no es el punto, pero me alegra que no se lo hayas contado a una revista antes que a mi — eso lo hizo gruñir de nuevo, pero no pudo evitar una sonrisa. — ¿Qué vas a hacer?
— Mi padre ya se ha enterado, supongo que ya tendrá la solución preparada junto a un par de grilletes para mi condena de por vida — Nino soltó una carcajada.
— Tio, tienes veinte años, no es como si no fuera hora ya de que te encontraras pareja… — Adrien dejó el tema, sabía que Nino no lo entendería y estaba demasiado alterado como para discutir. — ¿Y…? — alargó la palabra llamando su atención — ¿Y qué pasa con Nette?
De repente su estómago se sintió súper pesado y una ola de preocupación lo inundó. La única otra vez que esto había ocurrido fue cuando tenía quince, otra modelo con la que trabajaba había dejado creer a la gente que ellos salían juntos, no fue tan directo, no hubo artículos sobre ello, eran solo rumores. Una vez se extendió, la modelo tuvo que pedir una orden de alejamiento a por lo menos cuarenta personas que la habían amenazado y seguido, en ese momento hubo un gran revuelo y él mismo tuvo que hacer unas declaraciones negando los rumores y reprimiendo la actitud de los "fans". Había sido horrible, sobre todo para la chica, la habían seguido y acosado durante semanas, estaba claro que no había hecho bien pero eso no significaba que mereciera eso. Solo el pensamiento de que aquello le pueda llegar a pasar a Marinette.
Corrió a su habitación a por su móvil, solo para darse cuenta de que no tenía su número.
— ¿Cuál es el número de Marinette? — preguntó con más desesperación de la que le gustaría admitir — olvidalo — se retractó — ¿Sabes su dirección? — Nino no protestó ni hizo comentarios fuera de lugar lo cual agradeció.
Por suerte para cuando llegó no había nadie por ahí, no había multitud enfurecida, no había nadie esperando en la puerta de su edificio, ni mensajes de muerte escritos en las paredes. En el artículo no mencionaba su nombre, pero nunca se debe dudar de la capacidad de internet para encontrar respuestas. Suspiró de alivio, pero aún faltaban un par de cosas por comprobar.
Marinette vivía en el último piso, sexto, como pudo comprobar subiendo las escaleras, porque no había ascensor, además el bloque estaba en medio de la nada, en una zona residencial antigua y desértica. El edificio también era viejo y a medida que subía no podía parar de preguntarse por las posibilidades que se viniera a abajo. Al llegar a su puerta, y encontrarlo todo en orden, se permitió recomponerse antes de llamar.
Con un poco de suerte no habría estropeado todo con Marinette aún, cruzo los dedos detrás de la espalda a la espera de que la puerta se abriera.
