Su padre había programado la reunión para esa misma tarde. Era bastante obvio que era grave.
Gabriel Agreste tenía su agenda planeada con meses de antelación, cuidadosamente pensada para ser lo más productivo posible y pasar el menor tiempo con su hijo, al parecer. Si algo había aprendido con los años era que si Gabriel te hacía un hueco en su agenda — en cuyo caso siempre había como una o dos semanas de margen — ten por seguro que alguien había sufrido las consecuencias. No quería saber cuanto le había costado — ni quién había sufrido para — arreglar el itinerario de esa manera, tal vez Nathalie había cedido por fin y había vendido su alma al diablo.
Para cuando salió de casa de Marinette ya era mediodía, por lo que en vez de volver a su piso tuvo que dirigirse directamente al lugar de la reunión. Su despacho, en la mansión.
Eso no era buena señal. Su padre usualmente lo citaba en restaurantes o cafés. Lugares donde hubiera púbico, eso servía varios propósitos, los veían juntos en público — así la gente confirmaba que, en efecto, su padre no era un robot o un fantasma, por mucho que lo pareciera (las dudas sobre si era un vampiro seguían siendo un misterio hasta para él) — al haber público, no podía quejarse o montar un alboroto, y por último, al comer mientras se reunían no perdía más tiempo del necesario. ¿Qué podía decir? Su padre — y Nathalie — apreciaban la practicidad y la multitarea.
A Adrien nunca le había molestado mucho, se había criado así, nunca le había parecido algo extraño, por lo menos hasta que se lo contó a Nino, y él le explicó que no era nada normal.
Por eso el que renunciara a todo ello, y probablemente alterara toda toda su agenda para preparar aquella reunión no le daba buena espina. Miró a sus zapatos, no estaba vestido para la ocasión, no es como si fuera mal vestido pero estaba un poco demasiado "casual". De no ser por Nino aquella mañana abría salido en pijama, así que se había vestido más bien rápido, llevaba un pantalón de chándal oscuro que había visto mejores días y una camiseta simple con una sudadera y unas zapatillas, no es como si tuviera que ir formal, pero definitivamente ir como si fuera a ir al gimnasio no ayudaba en nada. Respiró profundo y se dijo a sí mismo que ya no había vuelta atrás, mientras se arreglaba un poco el cabello. Esa situación no podía empeorar más ni aunque lo quisiera, o al menos eso pensaba.
— Tu padre te espera en el comedor — quizá no era tan malo como pensaba si aún era capaz de dividir su concentración entre comer y echarle la bronca.
No se esperaba encontrarlo en compañía, y mucho menos en compañía de Lila.
— Adrien — lo saludó con un tono alegre la morena mientras pinchaba la comida en su plato.
Adrien se sintió enfermo, y contuvo las ganas de poner mala cara mientras buscaba la mirada de su padre.
Su plan original era contarle la verdad, decirle que había habido un pequeño malentendido, quizás suavizar la historia diciendo que no sabía cómo eso había llegado a manos de la prensa. ¿Con Lila allí? Ni de coña.
— Hola — dijo al recomponerse un poco. Se sentó al otro lado de la mesa — ¿Qué ocurre?
— Oh nada...— sonrió la chica metiendose la comida en la boca — tan solo charlabamos…
— Sobre tu último escándalo — completó su padre con seriedad mirándolo fijamente. Adrien se estremeció, no era un rumor, o un desliz, era un escándalo, él nunca había tenido uno de esos. No sabía que la noticia hubiera sido tan grande, ni porqué. Muy a pesar de lo que pensara o de la situación, Nino tenía razón, él era un adulto, y no tenía porqué justificar el tener pareja.
— Ah —murmuró incómodo mientras le servían la comida.
— Tendrás que disculparme por empezar antes, me moría de hambre — volvió a decir animada, ¿por qué demonios estaba tan animada? Negó la cabeza para librarse de los pensamientos, pero ella lo tomó como una respuesta.
— ¿No piensas decir nada?— preguntó su padre directo al grano, como siempre.
— No sé muy bien qué se supone que debo decir — se disculpó extrañado mirando de reojo a Lila.
— ¿Acaso no sabes el embrollo que has causado? — el chico tragó nervioso — ¡Las acciones de Gabriel han bajado en un 15% solo esta mañana por tu insensatez! — Gabriel no gritó, pero su tono era lo suficientemente devastador como para hacerle sentir fatal. Se mordió el interior de la mejilla. ¿Un 15% en nivel de acciones de una empresa como Gabriel, tan solo en unas cuantas horas? Eso eran cifras descomunales. Sentía se sentía nervioso, su corazón latía con fuerza pero lo sentía pesado y su estómago se encontraba en un nudo, quería salir de ahí.
— Pero — interrumpió la muchacha desviando la atención — hay solución, no está todo perdido así que no nos pongamos tan gruñones — bromeó, lo que enfadó a Adrien.
— No entiendo qué está pasando — volvió a decir un poco más decidido — ¿qué escándalo? — se hizo un poco el tonto — ¿y qué tienen que ver las acciones con eso?
— Los accionistas ya no confían en mi objetividad — dijo con dureza — por que, al parecer, mi hijo está saliendo con una cazafortunas aspirante a diseñadora — cada palabra que salía de su boca destilaba veneno, pero él, por primera vez en su vida no se fijó en eso.
— ¿Qué quieres decir con caza..? — comenzó a hablar mientras se levantaba de la silla para enfrentarlo. No recordaba haberle hablado nunca a su padre de esa manera, pero se sentía tan furioso, Marinette solo lo había ayudado. Marinette no era el problema, Lila lo era. Y sin embargo Lila estaba comiendo con su padre alegremente, cosa que ni siquiera Adrien podía asegurar haber hecho más de un puñado de veces, mientras planeaban en sabotear a Marinette.
— ¡Pero podemos solucionarlo! — interrumpió la chica en voz alta de nuevo, parecía que se hubiera olvidado de todas sus frases en un guion, no descartaba la posibilidad — así que no hay razón para ponerse así, ¿verdad? — su padre asintió a regañadientes.
— ¿De qué está hablando? — se negaba a hablar directamente con ella si podía evitarlo. Sentía que si lo hacía no haría más que empeorar su dolor de cabeza.
— La señorita Rossi, ha venido a ofrecer su ayuda para solucionar este problema — eso lo hizo revolverse, quiso quejarse pero no le dejaron.
— Verás — llamó de nuevo la atención la morena — he visto esta situación transcurrir varias veces, como ya sabes mi padre es abogado así que no es un tema ajeno a mis conocimientos — Adrien frunció el ceño con desconcierto, estaba bastante seguro de que su padre era abogado medioambiental, y de que si Lila sabía de este tema era gracias a reality shows y no a un seguimiento rutinario en la bolsa — di que eres mi novio — no supo cómo fue capaz de contener la carcajada que brotaba de su garganta, quizás fue porque aquella idea no tenía ni pizca de gracia, ni siquiera en la ficción, pero al parecer no fue capaz de hacer lo mismo con su expresión de incredulidad porque ella se apresuró a mostrar su punto — el problema con Marionete — un pequeño tic en su ceja apareció sin previo aviso — es que está estudiando moda, quiere ser diseñadora, es una estudiante y es desconocida por lo que tendría sentido que te usara para llegar a tu padre, lo siento por ser tan directa — cerró los ojos y respiró profundo, era exasperante escucharla despotricar sobre un tema del que él sabía que no tenía ni idea — pero es una posibilidad — rodó lo ojos con aburrimiento, quería salir de esa habitación, no quería saber nada más del tema. Su pecho se sentía demasiado pequeño para sus pulmones y sus nudillos estaban blanquecinos de apretar el puño. Aquello era solo un recordatorio de que nunca podía ser como los demás, no podía hacer cosas normales, sin que hubieran consecuencias y eso no le gustaba.
— Bien, en este caso lo estándar sería negarlo a la prensa, decir que fue un error, etcétera, pero eso casi nunca disipa las dudas, es decir, uno se sigue quedando con una sensación de malestar en la boca, el imaginar que alguien que admirabas puede ser capaz de hacer algo que tu no esperabas — negó con la cabeza de forma dramática — te sientes traicionado. Pero si en lugar de negarlo lo asumes — dio una palmada como si fuera la solución definitiva, a Adrien se le había quitado el apetito — si cubres un escándalo con otro mayor hay un 30% más de posibilidades de éxito. — la chica abrió mucho los ojos con una expresión emocionada — Pero ella sigue siendo un punto problemático, si la sustituyes por alguien más neutral aseguras el porcentaje de éxito, y yo soy bastante neutral, soy hija de un puesto en la embajada, tengo bastante peso en redes sociales, y — Adrien sentía como si le estuvieran intentando vender un coche que no supiera conducir, podía sentir la presión en su cuello acumulandose — hemos sido amigos desde pequeños así que tendría sentido que acabáramos juntos…
— Creo — la interrumpió por fin, sentía que había estado hablando durante años — que es demasiado complicado.
— Los de marketing y publicidad han calculado los números, y las posibilidades son positivas — añadió Nathalie entrando a la habitación.
— No creo haberme expresado bien — volvió a hablar con más dureza — no voy a hacerlo… los números pueden dispararse hasta el cielo si quieren, pero no pienso ponerme en esa situación por gusto… — no pensaba hacerle eso a Marinette.
— Entonces rompe con ella — su padre habló desde su esquina en la mesa. Lo dijo con frialdad como si esperara romperlo, obligarlo a ceder a sus condiciones. Eso le dolió, se imaginó estar en esa situación de verdad, con alguien a quien quisiera y que los obligaran a romper solo por no querer seguir un estúpido plan que parecía el argumento de una serie de adolescentes. Lo enojó.
— Señor, los de filet à papillon están aquí — dijo Nathalie interrumpiendo su muy impulsiva respuesta, quizás eso fuera para mejor. Porque en ese momento lo único que quería era gritar.
Filet à papillon era una conocida revista de cotilleos, una de las pocas que no se habían visto afectadas por la era tecnológica, debido a su popularidad en Francia, y eso era porque a pesar de que sus chismes eran sustanciosos, eran un 90% reales. Las celebridades confiaban en ellos para conceder entrevistas y los lectores confiaban en ellos para transmitirles los detalles más jugosos.
— Muy bien Nathalie — dijo el hombre con un asentimiento — dile que esperen en el salón. —volvió a dirigirse a Adrien — tu decides, tienes diez minutos — agregó él antes de salir de la habitación.
Adrien se derrumbó en la silla intentando respirar profundo mientras se sujetaba la cabeza con las manos recordando las palabras de Marinette. Para ella aquello no había sido nada, había sido una pequeña acción para ayudar a alguien, y sin embargo ahí estaba él. No había mejor ejemplo de una montaña de un grano de arena.
— Sé que toda esta situación es un poco, demasiado — volvió a hablar Lila sobresaltando a Adrien, lo agarró del antebrazo y lo miró a los ojos fingiendo inocencia — no sé cómo ha podido pasar, pero no se puede vivir en el pasado. — las náuseas habían vuelto — estoy segura de que si de verdad te quiere, entenderá tu decisión — le dio un apretón a su agarre para llamar su atención — y si no lo hace, entonces no estaba hecha para ti. Después de todo no se puede salir con Adrien Agreste sin tratar con la fama. No quiero decir que te quiera solo por eso — hizo un gesto apurado —pero no deberías descartar la posibilidad — murmuró ligeramente antes de salir de la habitación.
Por un segundo se dedicó a pensar por qué demonios lo hacía. ¿Qué ganaba ella de toda esta situación? ¿Acaso pretendía forzar una ruptura? ¿O quizá sabía que estaban fingiendo y pretendía sacarle la verdad a la fuerza? Soltó un gruñido frustrado.
Sea como fuere lo mejor era acabar con todo esto, decir que habían cortado, o volver a su plan original y decir que nunca había estado saliendo. Puede que no supiera los motivos de Lila, pero los de su padre no eran ningún secreto. Quería darle una lección, demostrar el poder que tenía sobre él, demostrar que podía controlarlo. Y en cualquier otro momento ni siquiera le molestaría; pero por alguna razón en esta ocasión el solo pensamiento de seguir sus órdenes le revolvía el estómago. Se tomó un momento para intentar relajarse y ponerse su máscara de niño perfecto.
La entrevista transcurrió con tranquilidad, o por lo menos hasta que hicieron la pregunta: — Bueno, ha llegado el momento — anunció la mujer con diversión — se ha corrido el rumor de que estás en una relación — murmuró con un movimiento de cejas — y como es nuestro deber hemos venido a comprobarlo. ¿Y bien estás saliendo con alguien?
No. No lo estaba. Estaba soltero y a este paso siempre lo estaría, a menos que su padre decidiera que lo mejor que debía casarse con Lila para dar mejor publicidad a la empresa. Un escalofrío recorrió su espalda, y bajó la mirada nervioso.
— Tranquilo — rió con suavidad la entrevistadora — es normal, tienes veinte años estás en la flor de la vida, tener pareja es algo natural — No, eso no era lo que necesitaba oír.
— Yo … — tragó saliva y respiró profundo disimulando su incomodidad con una risa nerviosa.
Bastó con dirigir la mirada a su padre, quien lo miraba con severidad detrás desde el fondo de la habitación, para saber que por una vez no iba a jugar por sus reglas.
