— ¿Cómo va todo por ahí?— pidió el chico en voz baja.

Cállate — ordenó ella molesta.

Yunqí miró a su al rededor antes de saltar del edificio hacia la azotea de otro y esconderse detrás de una chimenea, tras eso volvió a fijar los ojos en le objetivo, frunció el ceño mientras ponía la mano sobre el arma, sopesando die era el momento adecuado. Respiró profundamente concentrándose en el objetivo.

— ¡Oye! — el arma casi se le resbala de las manos por el sobresalto, con rapidez se volvió a esconder detrás de la chimenea antes de que la descubrieran.

Shhhhh — ordenó ella furiosa.

— ¡Hey! Sé que tú eres una loba solitaria y todo eso, pero se supone que ahora trabajamos en equipo... — se quejó por el auricular.

Solo, silencio — lo riñó ella — mira, sé que eres nuevo en esto de ser espía, pero la regla básica es ser discreto, y no puedo serlo sino paras de gritar en mi oído — habló entredientes manteniendo la vista en la calle donde el hombre continuaba oblivivio a la situación por suerte.

— Vaale, vaale, lo siento — murmuró Adrián.

Ve al tercer cuadrante — dijo la chica.

— Entendido — respondió el chico — objetivo a la vista.

Atención, movimiento — anunció ella mientras seguía al objetivo, podía ver la zambra de Adrián moviéndose por los tejados.

A pesar de haber tenido relativamente poco tiempo de entrenamiento era bastante bueno, pero ese traje que le había hecho Max hacía la mayor parte del trabajo.

— Entrando en zona óptima — comunicó.

Prepárate para el ataque — dijo ella.

Podía haber acacabado con todo esto antes, un único disparo, un objetivo, un muerto, pero estaba segura de que Adrián no lo aprobaría, él era demasiado bueno para eso.

Saltaron en la trampa tal como lo planearon, y nada más tocar el suelo un ejército armado salió de entre los edificios apuntándolos.

— Detrás de mi — habló Adrián.

Sigo sin necesitarlo — respondió ella saliendo de detrás del chico.

— Podias haber intentado el traje, si lo hubieras hecho ahora me sentiría mucho más seguro con esta idea — suspiro el chico.

Ese no es mi problema — volvió a hablar ella sonriendo.

Bueno en realidad nadie los sabría pues su máscara solo dejaba ver sus ojos, pero él podía sentirlo, se estaba burlando de él.

— Al ataque — gritaron por el otro lado y la pelea comenzó.

A pesar de la superioridad numérica que aparentaban tener la banda era la que llevaba las de perder en esta situación. Yunqí era efectiva con sus ataques, había mejorado en la batalla cuerpo a cuerpo pero seguía prefiriendo las bombas.

Boom, sonó a lo lejos.

— No te pases con eso, no queremos que nadie inocente salga herido — le recordó Adrián, como si hubiera decidido tomar el lugar de su conciencia.

Nadie es totalmente inocente en esta vida — sugirió ella, lanzando un beetle boom.

— No me vengas con tus filosofías oscuras, y para ya con las bombas — fue su turno de reñirla. En ese momento, y a pesar del ruido, de la pelea, de la confusión, de las llamas y la explosiones a lo lejos, la oyó reír, y no pudo evitar querer encontrar su mirada en la multitud, ver esa sonrisa.

Adrián — la escuchó en su oído, no lo suficientemente a tiempo para evitar el golpe pero definitivamente lo suficiente para evitar que lo matasen — recuerda que el requisito más importante para ser espía es estar vivo, concéntrate — dijo con seriedad, mientras continuaba siguiendo al objetivo.

— Si, si, por su puesto bichito, aún tengo mucho que aprender — dijo de nuevo, entre golpe y golpe.

La chica siguió al líder de la banda hasta dentro del edificio, y lo acorraló.

No tienes escapatoria — dijo haciendo girar su yoyó, del cual saliero cuchillas — ¿Dónde está Papillon?

El monstruo no se paro a contestar, su transformación fue rápida y previsible, ya había enfrentado varios akumas antes sabía cómo funcionaban pero no sabía cual eran sus poderes, así que atacó primero, necesitaba un plan y no podía hacerlo sino sabía que era lo que hacía su contrincante.

Su yoyó se clavó en la pared, esquivando con agilidad su ataque el monstruo hizo su movimiento, dándole un golpe que la enviaría por la ventana.

— ¡Coccinelle! — exclamó preocupado Adrián quien corrió a por ella y la salvó de una mala caída — habíamos quedado en que me esperarías.

También habíamos dicho que no me llamarías así — concestó levantándose, mientras el monstruo la seguía saltando por la ventana.

Y la batalla comenzó, aunque de una manera bastante tonta, ambos daban su mejor esfuerzo, habían estado practicando, entrenando para poder trabajar correctamente en equipo y esta vez lo estaban haciendo bien, por fin les salía bien la jugada, no entendían porqué no surgía efecto, el monstruo no solo no respondía a sus ataques sino que ni siquiera se veía afecta por ellos, por eso ambos empezaron a cansarse con facilidad.

— ¿Qué demonios pasa? ¿Por qué no le hacemos daño? — dijo el chico confuso.

— No pretende pelear — dijo ella sorprendida ante su descubrimiento.

Se había fijado en que ella estaba mucho más cansada que él, y que la mayoría de sus ataques iban dirigidos a ella, ella era su objetivo, pero por qué.

Fue entonces cuando el rugido hizo temblar los suelos, se asomaron desde su escondite para ver cómo el monstruo de oscuridad que los perseguía se convertía en un enorme agujero en el espacio, y parecía crear una especie de atracción gravitatoria hacia él.

Corre — dijo ella al darse cuenta de lo que era. Pero la realidad era que Adrián no corría peligro alguno, ella, por otro lado fue lentamente atraída hacia aquel agujero. Inevitablemente sus esfuerzos por resistirse fueron inútiles, poco a poco la fricción con el suelo dejó de ser suficiente y sus píes se despegaron del suelo.

— Coccinelle, ¡Yunqí! — gritó el chico intentando ayudarla.

Pero no consiguió llegar a tiempo.

— Adrián — dijo su nombre antes de ser absorbida por la oscuridad.