"Todos Quieren (Gobernar El Mundo)."

Por B.B. Asmodeus.


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Parejas: Kou Seiya (Sailor Star Fighter)/Usagi Tsukino (Sailor Moon). Kou Yaten (Sailor Star Healer)/Personaje sorpresa. Menciones de Haruka Tenoh (Sailor Uranus)/Michiru Kaio (Sailor Neptune).

Rating: Teen/PG-13. Acción H/M (het) & M/M (yuri).

Categorías/Advertencias: Realidad Alterna. Suspenso, Humor, Romance, Drama, Acción/Aventura, Lemon, Yuri, Yaoi, Het, Horror. Lenguaje ofensivo.

Sinopsis: "Usagi Tsukino, te presento a mi madre, Severina Sang' Froid."


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iii.

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"Puede que nuestras amigas sean nuestras almas gemelas,

y los chicos sólo las personas con las que te diviertes."

-Sex and the City, Candace Bushnell.

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La laguna era fresca sobre su piel acalorada.

Shingo nadó con habilidad, disfrutando de las risas de las chicas. Se sumergió para explorar el fondo, la curiosidad científica en él catalogando la flora habitando el suelo. Cuando regresó a la superficie, levantó el pedazo de cristal hacia la luz de los soles de Kinmokusei, tallando sus ojos para apreciar los distintos reflejos.

"Luce como un cuarzo."

Shingo sintió a alguien más nadar en su cercanía. Tomoe-san estiró su mano para pedir por el tesoro.

El traje de baño adherido a la piel de la chica llamó su atención más que el cuarzo. Shingo pasó el cristal de mano en mano, sin queja alguna, todavía no acostumbrado a ser dirigido por las demás amigas de su hermana. Aunque Haruka-san era de lo más irreverente, Hotaru Tomoe siempre tenía una cortina de seriedad en sus facciones. Desconcertaba.

El cristal no duró en los dedos de Tomoe. La niña siseó en sorpresa, haciendo una mueca de dolor al tener el cuarzo. Shingo observó el cristal sumergirse de nuevo a la profundidad de la laguna. "¿Estás bien?"

Hotaru miró sus dedos detenidamente. "¿No te quemó?"

Shingo parpadeó. "¿Quemarme? No. Para nada. ¿Te lastimaste? A lo mejor era más filoso de lo que creí."

Tomoe humedeció sus dedos. "Quizás."

Los cabellos largos de la chica habían sido levantados en una cola de cabello, dejando al desnudo su cuello. Nadie podía culpar a Shingo por distraerse. Era un cuello bastante lindo.

"No es un cristal común."

-Obviamente. Shingo pensó con un resoplido. -¡Es de otro planeta! "No son peligrosos, o si no, no nos dejarían nadar por este lago."

"Suenas muy seguro de ti mismo, Shingo-kun."

"Siempre lo estoy." Con eso, el joven se volvió a sumergir.

Regresó con otro cristal, uno más pequeño que el anterior. Cabía perfectamente en la palma de su mano. Los colores que se reflejaron fueron espectaculares.

"Estos cristales son sensibles a las auras de humanos."

Shingo cerró su puño. "¿Qué?"

"Son centinelas. Pude percibir que no les agradó mi aura antes de ser rechazada por su campo de energía."

Tomoe, de nuevo, fruncía su ceño con sobriedad. A Shingo no le gustó como parecía examinarlo.

"¿Entonces, yo sí le caí bien?" Shingo sonrió. "¿Tengo buena aura?"

Tomoe suavizó sus facciones ante el tono liviano del chico. Después de nadar en semicírculo alrededor de Shingo, la joven pausó para murmurar en su oreja. "Compartes el aura de tu hermana. Dudo que exista algún ser que no quiera alimentarse de tan rica energía vital."

Shingo sintió la voz de Hotaru rozar su lóbulo, y toda su sangre concentrarse en la dirección opuesta a su cerebro. Cuando entendió el significado de lo que Tomoe había explicado, carraspeó su garganta y puso distancia entre los dos.

Compartía aura con Usagi.

Compartía aura con Sailor Moon.

Porque Shingo era el hermano de la heroína, princesa y guerrera dueña de un poder inmenso y sin igual.

El recordatorio le dio escalofríos.

"Con que cuarzos pervertidos, ¿eh?" Shingo no permitió que sus emociones complicadas se reflejaran en su exterior. Le guiñó el ojo a la joven. Arrojó el cuarzo al agua. Nadó de regreso a la orilla del lago, donde las chicas estaban acostadas en busca de un bronceado. Shingo chapoteó a Ami y a Makoto mientras salió de la laguna. Se ganó una guerra de arena por su actitud busca problemas.

Tras rendirse y limpiarse con su toalla, Shingo se percató de que la niña Tomoe lo seguía observando desde la laguna.

-Pero que chica tan más rara. Había cierta melancolía en los ojos de Tomoe que Shingo no comprendía. No actuaba de acuerdo con su edad. -Supongo que va con el trabajo de guerrera. Ser la Sailor Senshi de la Destrucción debe dejar algún tipo de estrago en el sentido del humor.

Usagi le había dado una breve descripción de cada una de las Senshis, al poco tiempo de haber tenido su identidad descubierta. Usagi había cumplido su promesa de ser honesta con mucho chisme jugoso. En opinión de Shingo, la historia de Sailor Saturn había sido unas de las interesantes, junto con la de Sailor Pluto (¿quién no querría tener la habilidad de viajar por el tiempo, después de todo?). Uno no podía evitar preguntarse: ¿Cómo alguien tan joven, podría tener el poder de destruir un planeta?

Debía de ser frustrante. Tener tanto poder guardado, sin poder liberarlo.

Shingo pensó en su propia hermana. En el poder que Sailor Moon cargaba consigo misma, todos los días. Pensó en cuando lo había envuelto en su magia para teletransportarlo, y en qué tan increíble se había sentido. Ninguna montaña rusa se le había comparado al viaje a través de las estrellas.

Shingo se estremeció, al tan solo evocar la sensación.

Se colocó sus sandalias. Tomó su mochila para colocarla en su hombro. Había sido sensacional nadar por la laguna, pero ahora, el hambre comenzaba a hacerse presente en sus tripas. "Chicas, volveré a la suite antes de terminar como camarón asado."

Makoto se flexionó para echarle un vistazo desde su cómoda posición. "¡No deberías ir solo, Shingo-kun! ¡Podrías perderte!"

"Sí, el palacio es enorme." Ami se levantó para mirarlo mejor. "¿Por qué no le pides ayuda a una de las doncellas?"

Shingo rodó sus ojos. "A diferencia de mi hermana, yo sí tengo sentido de dirección." Ami no se miró convencida. Shingo suspiró. "De acuerdo. Iré a buscar a una de las doncellas, Mizuno-san."

La sonrisa de Mizuno fue una linda recompensa. "No seas temerario, Shingo. Este planeta es desconocido. Uno tiene que ser cuidadoso."

Shingo no apreció ser tratado como niño. ¡Ya casi tenía quince años! Pero, por Ami, asintió con obediencia angelical. Mamá Ikuko lo había entrenado bien.

El lago se encontraba en uno de los jardines exteriores del palacio. Para llegar a él habían caminado con la supervisión de Sailor Star War. Sin embargo, a pesar de que Shingo buscó por dicha Sailor, o por alguna de las doncellas, no encontró a nadie dispuesto a ayudarlo. Encogiéndose de hombros, el muchacho prosiguió por su cuenta.

Desde que había averiguado la identidad de Sailor Moon, todo había cambiado.

¡Se encontraba vacacionando en otro planeta! Shingo se sintió privilegiado. Suertudo.

Fascinado.

Fuera de lugar.

Shingo se sujetó del barandal, en proceso de dirigirse a la planta alta del palacio. Parpadeó, perplejo por el pensamiento fugaz.

-No. Todo lo contrario. Siento que pertenezco. En toda esta locura que era la vida de su hermana, Shingo estaba encontrando su lugar. Había sido recibido por las chicas con los brazos abiertos. Sailor Star Fighter lo había invitado a Kinmoku, sin pensarlo dos veces. Todas confiaban en él para guardar en secreto sus identidades. Y Shingo no tenía problemas para hacerlo.

Era una gran responsabilidad, pero Shingo estaba consciente de que valía la pena ser cómplice de los engaños de Usagi hacia sus padres…

Fuera de lugar.

Shingo sacudió su cabeza.

Tonterías.


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Los vestidos que fueron mandados a su suite eran fuera de este mundo.

Literalmente.

"Esta moda es de Magnus." Sailor Fighter aclaró, examinando el vestido que le pertenecía a Makoto con desdén. "Este material textil no es ni siquiera de Kinmoku."

"Son ciertamente singulares." Ami admiró el maniquí con su propio vestido, acariciando la textura del vestido oscuro, corto y ceñido. Los adornos alrededor de los hombros y del pecho aparentaban cubos geométricos. Era modelos bastantes futurísticos, y en primera vista, no lucían cómodos. Sin embargo, la belleza del diseño no podía negarse.

Fighter se acostó sobre una de las camas. "No vestiré nada de eso. Me quedo en fuku, gracias."

"Aw. Lástima." Usagi suspiró. "¿Algún día se cumplirá mi sueño de verte en un vestido de noche?"

"Nop."

Makoto tapó sus oídos. "Demasiada información, tórtolos."

Se escuchó el agua correr del baño. Luego, Haruka salió, secando sus cabellos con una toalla. (Des) afortunadamente, estaba vestida con shorts y una blusa de tirantes. Al detectar a Fighter en las premisas, se endureció como tabla, dejando toda relajación de su baño caliente en la historia. "¿No tienes otras mujeres que acosar, pervertida?"

Makoto rodó sus ojos. "Chicas, por favor, no empiecen. No quiero sangre en mi hermoso vestido nuevo." Con manos en la cintura, Makoto se interpuso entre las archienemigas, por millonésima ocasión. "Fighter, ¿nos harías el favor de dejarnos a solas para cambiarnos de ropa? ¡Puedes llevarte a Usagi, sí lo deseas!"

"Espera un minuto—"

Fighter jaló a Usagi de su colita más cercana. "Vamos, Odango, tu vestido no está aquí de todas maneras."

Usagi hizo gruñidos indignados, pero siguió a Fighter fuera la suite. "¿Qué quieres decir?"

"¿Yo? Nada. Pero puede ser que cierta doncella se haya equivocado de suite en donde colocarlo…"

"¡Pretextos, pretextos! ¡Haruka tiene toda la razón, eres una pervertida!"

"¿Hasta ahora se da cuenta?" Makoto escuchó a Haruka murmurar. Makoto se disolvió en carcajadas.

"Dime. ¿Por qué le haces la vida tan difícil a Seiya? Ha demostrado ser buena persona."

Hacía feliz a Usagi de una manera singular. Desde el primer día, la química entre Seiya y su amiga había sido tanto innegable, como problemática. Su relación no era tranquila y dulce como la compartida con Mamoru. Aun así, el amor allí estaba, desnudo para los ojos de todos.

Haruka examinó su traje con igual escepticismo, al que Fighter había manifestado. "Alguien tiene que mantenerla a raya." El ensamble de pantalón y chaqueta de vestir pareció aprobar el gusto de Haruka, después de un momento. La rubia prosiguió a remover su obsequio del maniquí. "¿Todos asistirán a esta estúpida fiesta?"

Hotaru fue la primera en medirse su vestido. Era blanco con detalles negros, al igual que el de Makoto, sólo que el de la chica era de modelo menos serio. El moño frontal de velo oscuro marcaba un tono juvenil, mientras que los adornos negros del vestido de Makoto tenían el objetivo de resaltar su madurez. Makoto fue testigo de cómo Hotaru acudió con Haruka para ser peinada, y algo dentro de ella se conmovió con el gesto.

Haruka siempre estaba llena de sorpresas. Y era fácil olvidar que, entre Michiru, Setsuna, y ella, formaban parte de una familia.

No con mucha paciencia, aunque sí con dedicación, Haruka peinó a su pseudo hija con una trenza francesa que recorrió la corona de su cabeza. Indicó tener práctica. Ni siquiera parpadeó durante el rápido proceso. "Con este calor infernal, no sé en qué están pensando al juntarnos a todos en un solo lugar. ¿Por qué tenemos que asistir?"

"¿Para divertirnos?" Ami salió del baño con vestido puesto. Makoto tragó saliva al verla. Como lo había sospechado: el vestido había quedado como anillo al dedo. Había un aire sensual en el diseño del vestido de Ami, que Makoto nunca había asociado con su amiga. "Haruka, ¿crees poder tocar el piano si te lo piden? Usagi mencionó que tienen muchos instrumentos musicales terrestres en reserva, gracias al gusto de los antiguos Three Lights. Sería un honor escucharte."

Haruka alzó una ceja. Sin preguntar por permiso, la mujer se colocó detrás de Ami para tocar su espalda. Ami se puso roja. El inconfundible sonido de un zipper siendo asegurado partió la atmosfera de la suite. Haruka sonrió por encima del hombro de la peliazul. "¿Qué habría de malo en hacerlo? Sería bueno mostrarles a todos esos extraterrestres de lo que se están perdiendo."

Percibir sensualidad de parte de Ami podría ser extraño, pero era una situación totalmente diferente con Haruka-san. Esta mujer…Sugoi. Makoto disimuladamente limpió sudor de su rostro. Hasta su voz te hacía temblar de las rodillas. Una vez que tenías su atención, estabas perdida en su encanto. Michiru tenía mucha suerte.

Porque Makoto no tenía autocontrol, terminó rogándole a Haruka por un peinado similar al de Hotaru. ¡Qué diablos!

Ami tenía el cabello tan corto que no tuvo remedio más que agregar solo uno de los peines que habían sido ofrecidos junto con los vestidos. Makoto quiso decirle lo bien que se veía, pero un nudo en su estómago la detuvo. -Luce diferente. Se limitó en su cabeza. -Pero, un diferente bueno.

Como los aretes de rosa no se ajustaban al vestido, Makoto escogió otro par del cajón de accesorios de donde Ami había obtenido su peine. Se unió a su amiga frente a los espejos para comenzar a maquillarse. Por su parte, Hotaru se sentó cerca de ellas, mirando con cierta nostalgia a las mayores. Makoto esperó para que Haruka se introdujera al baño, para llamarle a Hotaru con un dedo. La chica, sabiendo lo que estaba tramando, permitió que le pintaran los labios de un tono rosa pálido. Ami le agregó una capa ligera de rímel a sus pestañas para resaltar la belleza que ya estaba allí.

Fue entre risillas picaras, que Haruka las encontró, un rato después.

"¡Wow, Haruka-papa! ¡Que apuesta!"

Haruka había optado por no colocarse su chaqueta, pero la llevaba colgando de su hombro, como era algo habitual. Su camisa sin mangas de color blanca tenía relieves espectaculares en su parte frontal. Haruka lució el traje con completa elegancia. "Ni siquiera quiero imaginarme como supieron mi medida."

Fue el turno de Ami para auxiliar a Haruka, abotonando una fracción suelta de la parte frontal de la blusa de la mujer. Al finalizar, le sonrió a Haruka. "Hotaru tiene razón. No importa como lo supieron, lo importante es que luces muy bien, a pesar de tratarse de una vestimenta extranjera."

Haruka pareció incomodarse ante la atención. Fue adorable verla retorcerse.

Fue muy interesante experimentar situaciones tan personales como vestirse juntas, con alguien como Haruka, quien siempre había sido una foránea. Aunque pudieran dar la impresión de ser amigas, siempre sido claro el límite entre las Inners y las Outers. Haruka y Michiru aparecían y desaparecían a su gusto de las vidas de Usagi y de las demás chicas, sin forjar lazos más fuertes o íntimos. Era sólo con Usagi, que Haruka solía bajar su careta indiferente, y Makoto, Rei y Mina podían admitir sentirse algo celosas por el tratamiento especial.

Con excepción de Ami. Después de trabajar con Sailor Uranus en persona, Ami no había dudado en expresar su falta de ganas de volverlo a hacer. Alguien como Sailor Mercury no soportaba el nivel de pensamiento frío y calculador de Sailor Uranus.

Shingo tocó a la puerta. "¡Apúrense! ¡Tengo hambre!"

"Estos Tsukinos y sus estómagos de pozo sin fondo." Makoto suspiró. "Estoy lista. ¿Qué hay de ustedes?"

Ami se abrazó a sí misma. "Estoy nerviosa. Aquellas personas… no fueron muy amigables en el desayuno."

"Dicen algo irrespetuoso sobre Koneko, y habrá narices achatadas." Ante las expresiones faciales de las demás, Haruka se encogió de hombros. "¿Qué? Dudo que Fighter-baka se vaya a oponer."

"Evitemos romper narices, ¿está bien, Haruka?" Ami rogó con gotas de sudor en sus sienes.

Al unirse a con el único caballero del grupo, Makoto y las chicas tuvieron otro momento de shock.

Las chicas solteras de Kinmoku-sei debían tener cuidado, porque Shingo Tsukino sabía cómo portar un traje. A sus catorce años y medio, este niño ya era una amenaza. Makoto tuvo que aguantar las ganas de encerrarlo en la suite para mantenerlo todavía como aquel niño juguetón.

Un muchacho que no habían conocido antes estaba aguardando por ellas junto con Shingo. Su vestimenta, más de acuerdo a la kinmokusiana, daba el mensaje de no tratarse de alguien proveniente de Magnus. Cuando las miró de pies a cabeza, pareció sentirte bastante impresionado.

"Es un honor conocer al resto de las guardianas de Serenity-hime." El hombre de cabellos pelirrojos se agachó brevemente. "Permítanme presentarme. Mi nombre es Erii Gierd."

"Oh, Minako nos ha contado de usted." Ami estiró su mano para saludarlo con brillo en sus ojos. Makoto reconoció que Mina no había mentido: Erii-san no era nada feo. "Es el Consejero de la Princesa Kakyuu, ¿no es así?"

"Acertado. En parte también tengo un puesto de Canciller en el Consejo Interplanetario del Sistema Kaito." El pecho del hombre se infló ante su propia alimentación de ego. De reojo, Makoto alcanzó a ver a Haruka hacer una mueca. "Así como en tiempos libres donde no hay doncellas disponibles, también trabajo de anfitrión. Tengo la misión de dirigirlos al Planetarium."

Planetarium, resultó ser un nombre elegante para "salón de fiestas", para los ojos de Makoto. El salón acaparaba el total del ala noreste del Palacio, según la explicación de Erri Gierd. A pesar de todavía estar en construcción, el lugar no lo disimulaba.

En el centro del salón estaba acomodada una mesa redonda que esperaba ser llenada por más de treinta invitados. Las puertas de los cuatro balcones estaban abiertas de par en par para dejar entrar a la brisa nocturna. Música formaba parte de la atmósfera, originada de la orquesta que tocaba desde el segundo piso. Era un estilo de música único a Kinmoku, puesto que los instrumentos, aunque parecidos a los terrestres, poseían una acústica distinta.

"Parece que llegamos temprano." No había ninguna otra cara conocida. Haruka procuró no separarse de ellas, hasta que estuvieran sentadas en la mesa con el senador Erii. Entonces, toda obligación perdió peso en su consciencia.

"Les buscaré algo de tomar." La única evidencia de la existencia de Haruka fue su chaqueta, después de su abrupta salida. Shingo se mostró inquieto, ansioso por imitar la retirada, pero permaneció sentado con Makoto y Ami, al ver sus miradas desaprobadoras.

"Es un nuevo comienzo para Kinmoku." Erii señaló hacia las banderas que colgaban en las paredes, aparentemente simbolizando a Kinmoku y al planeta de dónde provenía el novio de Kakyuu. "Con la tecnología del planeta Magnus, la reconstrucción de nuestro planeta avanzará al triple de tiempo de nuestras primeras estimaciones. Será un avance sin procedentes para la economía de nuestro país."

"¿Qué tan avanzada?" Por supuesto, que fue Ami la que lideró la pregunta. "Por lo que he observado, la ingeniería de Kinmoku-sei equivaldría a un planeta Tierra en una época post revolución industrial, aunque ustedes muestran una tecnología más avanzada en otros aspectos, como en las ciencias computaciones y de telecomunicaciones. ¡Lo encuentro de lo más fascinante! Apenas puedo imaginar lo que pensaron Seiya, Taiki y Yaten al llegar a nuestro planeta. ¿Con la colaboración de Magnus, que tanto cambiaría Kinmoku?"

Erii esperó unos momentos antes de responder. Carraspeó su garganta un par de veces. "No puedo decir que haya visitado el planeta Magnus con anterioridad para hacer una comparación. Era casi imposible, considerando las circunstancias de épocas pasadas."

"¿Cuáles circunstancias?"

Erii volteó hacia Shingo, abiertamente sorprendido por la activa participación del chico. "Bueno. Magnus y Kinmoku nunca habían entablado contacto hasta ahora. Mucho menos habían hecho alianza. Cada planeta ha tenido una existencia independiente. El ataque de Galaxia cambió todo eso, claro. Cuando Kinmoku-sei tuvo que seguir adelante sin la presencia de las Star Senshis y nuestra Princesa, Magnus fue el único de los planetas vecinos en viajar aquí, para ofrecer ayuda a los pocos sobrevivientes."

Oh, vaya. Makoto se recargó sobre el comedor con profundo interés. "Que solidario de su parte."

Shingo, sin embargo, interrumpió de nuevo. "¿Ayuda a los sobrevivientes?" Su voz fue dura. "¿Está diciendo que cuando su famosa Princesa viajó a mi planeta, no se molestó en revisar si su pueblo podría necesitarla, antes de partir?"

El rostro de Erii cambió de colores, mientras que Makoto sintió su sangre enfriarse. Fue Ami, la que interfirió, siempre siendo la más cercana al muchacho.

"Shingo-kun, no creo que conozcas bien los hechos para tener una buena conclusión de lo que sucedió en este planeta."

"Al contrario, este muchacho tiene una visión bastante novedosa, así como acertada, de los acontecimientos."

Desde que Makoto se había convertido en Sailor Senshi, habían existido momentos donde la chica había sentido que su mundo estaba a punto de cambiar. Momentos inminentes, casi pre-destinados. Momentos que marcarían algo nuevo e inesperado.

Aquella sensación la acompañó justo en este instante, en cuanto escuchó la nueva voz femenina, incluirse en su conversación.

Makoto elevó su mirada.

La mujer humanoide vestía de azul topacio y bordados rojos. Era una sirena envuelta en seda, alta y voluptuosa. Sus ojos eran las únicas joyas necesitadas para completar su vestuario, tan azules como el fondo del mar. Su cabello negro flotaba sobre uno de sus hombros en corrientes onduladas, dando contraste a su piel blanca.

Cuando habló de nuevo, Makoto sintió un intenso deja vu, puesto que aquel tenor de voz resultó ser muy conocido. "Efectivamente, Kakyuu no pensó dos veces antes de desertarnos."

Erii se puso de pie. "¿Cómo pudiste tener acceso al Palacio?"

Labios carmesíes se ondularon en una sonrisa provocadora. "Fui invitada." Su mirada viajó hacia Ami, Shingo y Makoto, para concluir en un espacio más allá de las espaldas de la última mencionada. Como si fuera algo inescapable, todos siguieron la trayectoria de los ojos de la mujer, buscando por la identidad de lo que hubiera atraído su atención. "Además, tengo todo el derecho de visitar a mi hija cuando me venga en gana."

Usagi, por fin, llegaba al Planetarium junto con su pareja. A diferencia de los atuendos futurísticos de sus Senshis, Usagi había optado por un vestido más terrestre. Y lo era. Makoto creyó reconocerlo como uno de los tantos atuendos que habían espiado en el centro comercial de Tokio, sin el dinero suficiente para comprarlo. El ceñido vestido negro de tirantes lució tan bien en la chica, como había lucido en el maniquí.

-Algo me dice que Usagi-chan está abusando de su pluma mágica, otra vez. Makoto rascó su sien con una gota de sudor. No sería una sorpresa. -¿Me pregunto qué habrá sucedido con su vestido de Magnus?

Makoto además reconoció la gargantilla y los aretes rosados vestidos con orgullo. Sip, definitivamente, Usagi-chan había hecho trampa.

Aunque, de cualquier manera, Sailor Star Fighter no podía verse más embelesada.

Oh.

Sailor Star Fighter.

Makoto ató cabos, y una parte de ella gritó -No, debe haber otra explicación, mientras que simultáneamente, la otra mitad renegó, -Sí, es obvio, ¡¿qué no ves?!

Como sintiendo la mirada de la extraña mujer en su persona, Sailor Fighter viró en la dirección de la mesa. Su expresión, en primera, delató sorpresa en frío. Luego, una suavidad vulnerable partió del shock, algo que sólo una madre podría sustraer de las más duras de las guerreras.

"…¿Mamá?"


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Por un momento, Usagi pensó estar viendo doble.

Parpadeó, su boca abriéndose. Para cerciorarse de que Fighter permaneciera todavía a sus espaldas, se tornó a su compañía, tartamudeando.

Fighter—no, corrección—Seiya estaba sonriendo dentro del henshin de Fighter, rompiendo barreras entre identidades, para resplandecer fuera de su careta de guardiana. Usagi reconoció aquella sonrisa en su novia, ahora también, plasmándose en la persona frente a todos ellos.

La mujer era una réplica.

Desde la blancura de la su piel, los filosos ángulos de su rostro, la fineza de su boca—sin olvidarse de la negrura de sus cabellos.

La mujer era una réplica de Kou Seiya.

O más, Seiya era la total réplica de su madre.

"¡Parece su hermana!" Makoto susurró en el oído de Usagi, una vez que la rubia se acercó lo suficiente el comedor. "¿En serio es la madre de Seiya?"

"Severina." La misma mujer las hizo saltar fuera de sus cuchicheos. "Madre-de-Seiya fue más una hazaña, que un título del que pueda presumir hoy en día." La sonrisa que había nacido instantes previos se enfrió, curveándose en dimensión cortante. "Con ser Severina, basta."

Fighter rodeó el comedor a paso rápido. Usagi la observó, todavía sin saber qué pensar.

Cuando la elocuente Severina fue estrechada con fuerza de mil osos, ella fue la primera en reír. Sailor Star Fighter la separó del piso con el entusiasmo de su abrazo, provocando que una pierna de su madre se deslizara de la partidura del vestido. Al ser bajada, las alturas similares fueron obvias para las espectadoras. Hasta eso, Seiya había heredado de su progenitora.

El rostro de Fighter fue acogido por las manos de su madre. Ambas compartieron un momento de quietud después del remolino de su abrazo. Parecieron comunicarse con sólo sus miradas.

Usagi no alejó sus ojos del par, aunque estaba al tanto de que debería mirar en otra dirección.

-"Mis padres... eran algo excéntricos, Usagi."

Severina no lucía excéntrica. Lucía tan refinada como todos los demás invitados.

-"Viajaban mucho, les gustaba explorar, no quedarse en un solo lugar. Que su hija decidiera atarse a la capital, toda su vida -y peor aún- para ser un soldado, fue su peor pesadilla."

Fighter, en estos momentos, no recibió un trato frío. No hubo rastros de desaprobación, o de incriminaciones de parte de Severina. Los murmullos de la mujer, sólo entendibles para Fighter, tejieron calidez en el rostro de su hija, no rechazo.

Usagi tocó su pecho. -Entonces, ¿por qué no me siento tranquila?

"Has dado mucho de qué hablar." Severina concluyó el contacto con su hija con una última caricia en la mejilla de Fighter. Cuando la atención de la mujer retornó a Usagi y a las chicas, Usagi no fue la única en tragar saliva. "Es impresionante a los extremos que llegas por una cara bonita."

Severina sonrió en su dirección, pero no había simpatía en sus ojos. Fue extraño ser examinada por unos ojos tan parecidos a los de Seiya, pero sin su calidez.

"Odango es más que una bonita cara." Para enfatizar su punto, Fighter colocó su brazo alrededor de los hombros de Usagi. Usagi se dejó ser levantada y acercada. Sus manos sudaban. Usagi intentó secarlas con su vestido. "Usagi Tsukino, te presento a mi madre, Severina Sang' Froid."

La madre de Seiya extendió su mano. Esperó a que Usagi fuera recíproca en el gesto.

Segundos transcurrieron. Usagi sabía que estaba sonrojándose. Las chicas, Shingo, y Erii-san las miraban con pesada anticipación, de seguro temiendo que Usagi fuera a meter la pata...

"Mucho gusto." Usagi tomó la palma de Severina. "Es un honor conocerla."

La mirada láser de Severina no bajó de intensidad. "Yo soy la que tiene el honor. Es por ti que mi hija sigue con vida, después de todo. Tengo que agradecértelo."

Usagi no pudo evitar arrancar su mano con más precipitación de la necesaria. "Oh, no... Así no fue como pasaron las cosas... Quiero decir..." ¡Estaba hablando sin sentido! ¡Por Kami, qué vergüenza! "Yo sigo viva por Seiya, Yaten y Taiki. No al revés. Ellas fueron las valientes."

Severina suspiró. "No creía que esa clase de humildad todavía fuera posible. Si la mitad de la gentuza que se encuentra en este salón la tuviera, otra sería la historia de Kinmoku en estos momentos."

Fighter aclaró su garganta. "Mam'. Tranquilízate."

"Oh. Lo olvidé." Severina aprovechó que un mesero pausaba para ofrecerles algo de tomar, para aceptar una copa de líquido purpura. "Estamos pretendiendo que todo está bien, ¿cierto?"

"Uhm." Usagi frotó sus manos. Se retorció en su punto, las puntas de sus zapatillas haciendo siluetas en el piso. "No entiendo a lo qué se está refiriendo."

Severina le ofreció otra copa. Usagi la tomó, olfateando el contenido con duda. "Es mejor así. La política es para las personas sin alma, Srta. Tsukino, y usted aparenta tener demasiada."

"Lamento interrumpir esta maravillosa reunión familiar." Erii-san no dio impresión de lamentar nada, pero Usagi quería abrazarlo por rescatarla. "Pero debo pedirles que tomen asiento en sus lugares señalados. La cena está por comenzar. Kakyuu-hime viene en camino."

Usagi regresó a su asiento en piernas temblorosas. Sintió el brazo de Fighter rodear su cintura. Usagi quiso morderlo para quitárselo de encima. "Lo lamento, Bombón. Se me había olvidado de que a mi madre le gusta hablar en acertijos." Se le fue susurrado, mientras la silueta de Severina se mezclaba entre los invitados.

Makoto abrazó a Usagi, ahora que estaban a solas. "¡Oye, que mala eres, Fighter! ¿Por qué no nos dijiste que Usagi conocería a su suegra esta noche? ¡La pobre casi se desmaya!"

Fighter gimió con conmoción paralela. "¡No tenía idea de que estaría aquí! Además, es lo justo. Mamá Ikuko no es ninguna blanca paloma, ¿saben?"

"¡Oye! Nuestra madre es una dama." Shingo le aventó su raja de naranja que había estado adornando su bebida. "Tu madre, por otro lado, parece es un robot asesino."

Usagi se dejó consentir. "Ya ni recuerdo que fue lo que dije. Estaba tan nerviosa."

Shingo, por supuesto, tenía que agregar sus magníficas observaciones insolentes. "Me sorprendiste, hermana. Creí por seguro que te orinarías encima."

"¡Uuuuy!" Usagi aventó una patada por debajo de la mesa, estaba demasiado lejos para encajar su tacón en las partes delicadas de su querido hermanito. "¿Con estos amigos para qué quiero enemigos?" De Shingo, Usagi clavó su atención a su novia. Y de golpe, se sintió insegura. "Seiya, no creo que le haya agradado."

"No seas así de pesimista." Fighter tomó su mano, acomodándola sobre su muslo. "Te dijo gracias, ¿recuerdas? Mi madre no dice gracias a nadie."

"Vaya, entonces ya sabemos de quién heredaste tus malos modales."

Ya se estaba haciendo costumbre que Sailor Star Healer las tomara desprevenidas con sus entradas. Usagi se liberó del abrazo de Makoto para torcer su rostro a sus espaldas. "Sugoi."

Healer guiñó su ojo. "Te dije que me luciría esta noche."

Hasta Fighter no podía quitarle los ojos de encima al nuevo fuku de su compatriota. "Ese traje hace milagros. Creo que puedo verte caderas."

"Envidiosa."

"Presumida."

"Te ves fenomenal." Usagi exclamó, levantando sus dos pulgares. Era la primera ocasión que miraba a Healer con su cabello recogido. Su rostro estaba al desnudo sin sus usuales mechones plateados enmarcando su cara. Usagi reconoció las perlas lunares adornando la cabellera de la mujer, y sintió orgullo. "El blanco es tu color."

Blanco era el traje de Healer en su totalidad. Tenía estilo similar a los nuevos uniformes de las Chibi-Star Lights, con excepción de que el fuku de Healer derivaba en un estilo más femenino. Estaba dividido en tres partes, un corpiño de cuero, corsé, y falda—todos de material ceñido y elástico en apariencia. Para completar el vestuario, la Star Senshi lucía hombreras picudas del mismo material. Su cuello delgado era tapado por una gargantilla de metal fino. Lo único intocable de su antiguo fuku fueron sus botas, las cuales sólo habían cambiado de color para añadirse a la nueva apariencia. Por último, los ojos verdosos de la Star Senshi, estaban maquillados de tono negro, dándole un aire felino.

Sailor Healer nunca había explotado más sus buenos dotes, como en este momento.

-Es como si estuviera luciéndose para alguien más. Le metió esmero a su apariencia. Por si fuera poco, Sailor Star Healer estaba de buen humor. Estaba riéndose de los comentarios estúpidos de Fighter, una vez sentada a lado de su ex-líder. -¿Estará aquí esta noche, aquella persona tan especial para ella? Usagi comenzó a explorar sus alrededores, teniendo la esperanza de adivinar el escondite del amor secreto de su amiga.

Kakyuu-hime arribó al salón.

Y estaba acompañada.

De repente, todos los invitados se ponían de pie para dar reverencia. Usagi se apresuró a seguir la corriente. "¿Qué pasa? ¡No alcanzo a ver nada!"

Makoto y Ami hacían su mejor esfuerzo por capturar un vistazo del galán de Kakyuu antes que todos. "¿Es en serio? ¡No puede ser cierto!" Makoto exclamó por encima de la cabeza de Ami, al ser la más alta.

"Chicaaaaas." Usagi se colgó de los hombros de Makoto.

"Por todos los cielos, dejen de actuar como changos y tomen asiento." Healer siseó entre la conmoción. "¡No hay mucho que ver!"

"¡Es un niño!" Makoto susurró en cuanto retornó a su asiento. Usagi parpadeó, confundida.

"¿Nani?"

Erii-san les indicó a los invitados tomar asiento. Cuando tantas cabezas bajaron, fue la oportunidad de Usagi para entender a lo que Mako-chan se había referido.

"Buenas noches a todos." Kakyuu era radiante en uno de los vestidos que ya le había enseñado a Usagi. "Es un gusto compartir esta noche con todos ustedes. Bienvenidos sean habitantes del planeta Magnus, y del planeta Tierra." La mujer pelirroja se tornó a su lado, dando reverencia a la persona que la acompañaba. "Bienvenido, Príncipe Frihét."

Era un niño.

El Príncipe Frihét, futuro esposo de Kakyuu, era un niño.


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Fin de Parte iii.

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Traducciones:

Severina: Romano de "inflexible."

Sang' Froid: Alemán de "sangre fría."

Así es, la mamá de Seiya es de armas tomar.