"Todos Quieren (Gobernar El Mundo)."

Por B.B. Asmodeus.


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Parejas: Kou Seiya (Sailor Star Fighter)/Usagi Tsukino (Sailor Moon). Kou Yaten (Sailor Star Healer)/Personaje sorpresa. Haruka Tenoh (Sailor Uranus)/Personaje sorpresa.

Menciones de Haruka Tenoh (Sailor Uranus)/Michiru Kaioh (Sailor Neptune).

Rating: Teen/PG-13. Acción H/M (het) & M/M (yuri).

Categorías/Advertencias: Realidad Alterna. Humor, Romance, Drama, Wing!Fic, Acción/Aventura, Lemon, Yuri, Yaoi, Het, Horror. Lenguaje ofensivo.

Advertencia especial: Por tema de infidelidad emocional.

Linea del tiempo: He cambiado los sucesos de las festividades que se están llevando a cabo por las nupcias de Kakyuu. Así saben lo que se aproxima.

Capítulo i (Día 1): Llegada a Kinmoku.

Capítulo ii (Día 2): Desayuno con los Senadores de Kinmoku/Magnus + Preparaciones para el baile.

Capítulo iii & iv (Día 2): Baile en el Planetarium.

Inicio de Capítulo iv & v (Día 2 / Día 3): Investigación de Healer y Uranus + entrenamiento de las Inners para el torneo.

Capítulo vi (Día 4): Torneo.

Capítulo vii (Día 4): Boda de Kakyuu.

Sinopsis: "En ocasiones, morir como mártires, no marca una diferencia. En tiempos de guerra… tienes que tomar riesgos."

Disclaimer: Por último, Bishoujo Senshi Sailor Moon no es mío. *sniff*


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v.

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"Mata al niño.

Y deja al hombre nacer."

-Game of Thrones, Maester Aemon a Jon Snow.

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La recámara de Kakyuu-hime estaba rodeada por la Guardia Real de Magnus.

Sailor Star Healer, en primer instinto, deseó obligar su paso por la muralla de soldados para demandar que Kakyuu le diera respuestas.

Luego, respiró hondo, escondida en el pasillo. Armar un alboroto no serviría de nada. Sólo alertaría a todos sin tener evidencias sólidas de lo que quería acusarles. Además, ¿qué tan buena idea sería revelar lo que sabía? Si Kakyuu había mantenido en secreto todos estos años su alianza con el gobierno de Magnus, debía haber una razón.

-No. Conserva el elemento sorpresa, Fighter le aconsejaría. -Nunca muestres tu As bajo la manga antes del momento perfecto para usarlo.

Mañana comenzaría el Torneo de Flores de Fuego. Entre la apertura del evento y la distracción de los duelos, habría mejor oportunidad de acercarse a Kakyuu. Healer se obligó a sí misma a tener más paciencia. A no querer hacer berrinche frente a la suite de su Princesa hasta que le dieran acceso.

Suspirando, retrocedió por el camino que la había traído a esta parte del castillo.

"Kami, necesito un baño." Healer se desplomó contra la pared del elevador, una vez que estuvo dentro de la cabina a solas. "Un baño bien caliente… Oh sí, con muchas burbujas y una copa de vino de ceryou ¡Sería perfecto!" Jamás había trabajado su cerebro tanto en un solo día; jamás había tenido que procesar tanta información sin sentido. Ese trabajo era de Maker. Healer no era la detective del grupo.

Sin embargo, ¿quién se haría cargo de unir este rompecabezas, sino ella?

-"Así que, deja de dudar de ti misma, ¿quieres? Es patético."

"No empieces." Healer gruñó para sí, cerrando sus ojos.

Maldita Sailor Uranus.

-"¿Acaso a Sailor Fighter no le hubiera molestado tanto como a ti, el ser traicionada por la persona que amas?"

Sailor Uranus era la última persona de la que había esperado aquella clase de confrontación. Debió de haber sido más cuidadosa. Menos transparente, menos sentimental…

Ugh. Primero Usagi, y ahora Sailor Uranus.

Healer golpeó ligeramente su cabeza con la pared del elevador. En su cabeza, escuchó una de las tantas frases de sabiduría que Maker solía aplicar en toda ocasión. Cosas como "el pasado no puede ser modificado", o "ahora sólo queda mirar hacia adelante." Frases que solían chocar en su momento, pero que, con el tiempo, podrías llegar a apreciar como buenos consejos.

A pesar de haber quedado como libro abierto ante los ojos de Sailor Uranus, sin embargo, Healer sabía que su secreto no sería difundido a diestra y siniestra. Conocía a las Sailor Outers demasiado bien. Su sentido de discreción era legendario, a estas alturas. Tal vez por eso, Healer no entró en tan inmenso pavor como debió. ¿A quién se lo contaría, esa bruta mujer?

¿Sailor Fighter?

Healer resopló por sus narices al tan sólo tratar de imaginarlo.

¿Sailor Moon?

Tal vez. Pero, ¿para qué? No era un tipo de secreto que le brindaría alguna ganancia a Uranus.

Cansada de tanto pensar, la Starlight se permitió el apapacho que ya se había prometido momentos atrás. Al llegar a su alcoba, preparó un buen baño de agua caliente y pidió por una botella de vino a una de las sirvientas.

Una hora después, sumergida en las burbujas de aroma de goma de mascar importada de la Tierra, Yaten suspiró con placer.

De acuerdo.

Recargada de energía, Yaten sonrió para sí.

"Necesito un plan."


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El ataque de Oak Evolution dio justo en los blancos determinados, destrozando la hilera de cincos costales de arena del gimnasio, en un lapso de siete segundos.

"¡Wow! ¡Eso fue fenomenal! ¡Otra vez!"

Sailor Jupiter sobó su nuca. "Vamos, Shingo. No podemos revelar las mejores partes antes de tiempo. Espera para mañana para vernos en acción."

Desde las gradas, Sailor Mercury, quien limpiaba su frente de sudor, se mostró de acuerdo con la opinión de su compañera. "No podemos usar tanta energía en simples entrenamientos, Shingo. No si en verdad quieres tener un espectáculo durante el Torneo."

Shingo, expandido por las gradas como una estrella de mar con demasiada actitud, hizo una expresión poco satisfecha. "¿Qué hay de Sailor Saturn? Ni siquiera se molestó en entrenar junto con ustedes, chicas. ¿No necesita entrenar también?"

"Ah. Puedes culpar a tu hermana por eso." Ahora como Makoto, la chica fue por su propia toalla. "La distrajo con un tour por el palacio, y es hora de que no han aparecido."

"¿Qué tal Sailor Star Fighter? ¿Es ella tan poderosa como alardea serlo?"

Ami y Makoto compartieron una risilla.

"Bueno." Ami se sentó a lado del chico. "Las Sailor Starlights son un poco más veteranas en combate intergaláctico. Pero, cada una de las Sailors-guerreras tienen sus fortalezas y debilidades."

"No dejes que las apariencias te engañen, Shingo." Makoto amarró las agujetas de sus zapatos deportivos con fuerza. "Sailor Fighter es muy resistente a ataques directos de energía, pero Sailor Maker y Sailor Healer también son excelentes en combate cuerpo a cuerpo."

"Su estilo es parecido al de Sailor Uranus, ahora que lo pienso." Ami sujetó su propio mentón, haciendo cálculos en su cabeza. "Y claro, al de nuestra Mako-chan." Mostró la punta de su lengua dulcemente en su dirección.

Makoto carraspeó su garganta. "Bueno, bueno, no es para tanto. Hace mucho que dejé de entrenar artes marciales. Ya no soy tan buena como solía hacerlo." Juntó su puño derecho con su palma izquierda con fuerza. "¡Por eso me emocioné cuando nos invitaron a este torneo! Es una buena oportunidad para saber a qué nivel me encuentro. Este periodo de paz y tranquilidad no es muy bueno para mantenernos en forma."

Shingo estiró sus brazos por sobre su cabeza, nunca sabiendo que tanto se pareció a su hermana con el gesto. "Sólo recuerden que la honra de la Tierra está en juego, chicas."

Makoto carcajeó. "Estás un poco susceptible desde el desayuno con los senadores, ¿no crees?"

"¿No vieron sus caras? Nos miraban como si fuéramos tierra en sus zapatos."

"La política es, a menudo, algo sucio y desagradable." Ami musitó.

"Como lo veo yo, su desaprobación debería estar dirigida a la Princesa esa de las Flores por haber huido así. Claro, como son unos cobardes, se les hace más dirigir sus frustraciones con nosotros los terrícolas. Es patético."

Ami y Mako compartieron otra mirada sorprendida. Vaya que Shingo era capaz de más profundas reflexiones de lo que su edad podría indicar. Mako se acercó al chico par apretar su hombro. "Buen punto."

"¿Creen que…?" Ami pausó, después de un momento de quietud que ella misma interrumpió.

"¿Qué cosa?" Makoto le alentó.

Luciendo algo insegura, Ami tragó saliva. Sin embargo, aunque no lo pareciera, Ami poseía más agallas para decir lo que nadie se aventuraría. "¿Creen que, si hubiera sido nuestro caso, que Sailor Moon hubiera abandonado a la Tierra para buscar la Luz de la Esperanza, nos sentiríamos igual de decepcionadas de ella?"

Shingo palmeó ruidosamente la banca con sus palmas. "¡Claro que no! Sailor Moon—Usagi nunca se hubiera marchado así."

Makoto mordió su labio inferior.

Ami dirigió su mirada al paisaje que tenían por la ventana del gimnasio. Ya había anochecido y para su delicia, Kinmoku presentaba el mismo panorama de estrellas brillantes que la Tierra.

"Usagi es la persona más obstinada del mundo." Shingo refunfuñó. "Y por lo que me ha contado de sus pasadas aventuras como Sailor Moon… Es una gran fanática del martirio. Hubiera preferido morir junto con nosotros, que abandonarnos… Ésa es la gran diferencia entre Kakyuu-hime y ella."

Ami prosiguió en un murmuro culposo. "Usagi-chan hubiera buscado alguna alternativa."

Makoto no fue tan rápida en escoger un lado. "Eh. Es difícil juzgar una situación así, chicos. Es fácil apuntarle a Kakyuu por sus decisiones—y a las Starlights por igual—pero la verdad es que Sailor Galaxia era extremadamente poderosa y Kakyuu sólo tenía tres guerreras a su disposición. Al final, tuvo que decidir entre perecer justo como los demás planetas destruidos, o tratar de hacer una diferencia al viajar a nuestra Vía Láctea para pedir ayuda. En ocasiones, morir como mártires, no marca una diferencia. En tiempos de guerra… tienes que tomar riesgos."

Ami absorbió lo dicho con completa seriedad, mientras que Shingo Tsukino prosiguió a rodar sus ojos en obligada aceptación. "Eso suena exactamente a cómo trabajan las Sailor Outers. Están acostumbradas a tomar las decisiones más complicadas… Las más grises, moralmente hablando."

Suspirando, Makoto recargó sus codos en sus muslos. "Luego, si lo piensas más detenidamente… Parece ser que Seiya tenía un propósito mucho más vital en venir a la Tierra. Más que el de encontrar a su Princesa, ¿no crees, Ami?"

Las mejillas de Ami se ruborizaron. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. "Sin olvidarnos de Taiki, ni de Yaten. Imaginarlas morir a manos de Galaxia antes de poder conocerlas… es horrible."

"Lo es." Makoto gruñó. "Sin ellas, el Caos hubiera ganado. Protegieron a Sailor Moon hasta el último minuto. La apoyaron cuando nosotras no pudimos." Fue el turno de Mako de suspirar. "Ahora que lo pienso… Son, de hecho, las Senshis más poderosas de todas nosotras. Las Sailor Starlights nos sobrepasan por mucho." Colocó su mano en su pecho con una mueca dramática. "¡Por más que mi ego odie admitirlo!"

"¿Qué no, sus poderes como Sailors dependen de Sailor Moon?"

"Un poco. Pero mayormente de nuestros planetas, Shingo-kun."

"Podemos ayudar a Sailor Moon a unir nuestras fuerzas con el del Cristal de Plata en tiempos de crisis, pero no es igual de efectivo si Sailor Moon quisiera ofrecernos de su poder."

"En efecto." Ami asintió. "Podemos ejemplificar la situación que tenemos en estos momentos. El poder que Sailor Cosmos le transfirió a la Sailor Moon de nuestra línea del tiempo es completamente inmenso. Todas nosotras podemos percibirlo. Pero por más que Sailor Moon intenté compartirlo con nosotras para aumentar el nivel de nuestros henshins, sus efectos son sólo momentáneos. La energía del Cristal del Plata nos puede tocar y ayudar en unos momentos, pero eventualmente regresa a Sailor Moon."

"No sabía eso." Shingo se mostró intrigado. "Sentí la magia de Sailor Moon envolverme todo el viaje hasta aquí… Pero pensé que era normal sentirse algo frío y amargado al aterrizar a un planeta alienígena—Oigan, ¿pero qué hay de la gatita Luna? ¡Usagi la pudo convertir en humana sin problemas!"

"Más no, a Artemis." Ami se abrazó a sí misma. "Y Luna sólo puede durar en forma humana en intervalos. Hemos hechos pruebas. El efecto de la magia de Cosmos no dura más de 4 hrs diarias. Luna tiene una hipótesis, dice que como su forma original no es humana, su cuerpo no puede soportar la transfiguración. Si intenta permanecer más del tiempo establecido que ya mencioné, empieza… a sentirse extraña."

"¿Extraña en qué forma?" Makoto, quien no había tenido idea de lo que había estado sucediendo con Luna, sintió escalofríos con lo que escuchó.

Ami apretó sus manos juntas en su regazo. "No sabe cómo describirlo. Solo ha mencionado que se siente… primitivo."

Makoto se rascó su cabeza con incógnita. ¿Qué clase de respuesta era esa? "Bueno… en ese caso, creo que ya hemos tenido suficiente de pláticas turbias. No sé ustedes, pero se me abrió el apetito con el entrenamiento." Se levantó de las gradas con un fuerte estirón de sus brazos. "¡Mmm!"

Ami le imitó. Cuando quiso jalar a Shingo del hombro para llevarlo con ellas, el chico se encogió de hombros.

"Las alcanzaré en un rato."

Ami-chan lo miró con dureza. "No deberías estar solo en un lugar desconocido, Shingo-kun. Ya lo hemos platicado. Puede ser peligroso."

"¡No tardaré! Sólo diez minutos más, lo prometo. Caminen lento, si quieren." Shingo le guiñó el ojo. "Sólo quiero ver el firmamento un rato más. No es como que si tuviéramos la oportunidad de visitar un planeta diferente todos los días."

"Diez minutos." Ami repitió, firme. "Promételo."

"Sí, sí, Mamá Ikuko." Shingo gruñó entre dientes. "Diez minutos, ni un minuto más, ni un minuto menos."

"¿No crees que estás exagerando, Ami?" Makoto opinión, una vez que ya habían salido del gimnasio. "Shingo ya no es un niño indefenso."

"No deja de ser nuestra responsabilidad. ¿Recuerdas lo que Usagi-chan nos hizo prometerle?"

"¡Claro que sí! Pero tampoco podemos agobiarlo. Se rebelará aún más, Ami. ¡Créeme, te lo dice otra rebelde!" Makoto le sacó la lengua en jugueteo. Ami rodó sus ojos. "No podemos salirnos de control… Además, Shingo no es Chibi-Usa."

Ami se detuvo en seco. Makoto hizo una mueca y palmeó su propia frente por la metida pata.

"Gomen ne, no fue mi intención…"

A unos pasos avanzada a Makoto, la espalda dura de Ami le indicó que todavía no había llegado ese momento donde estarían listas para hablar del tema de la chica pelirrosa.

Sin dar una respuesta, Ami continuó caminando.

Esta vez, Makoto optó por mantener su bocota cerrada.

Chibi-Usa.

Para algunas de ellas, un tema aún más intocable que todo lo relacionado a la La Letra M.

Makoto se recordó que no todas sanaban igual. Hotaru, Rei, Minako, Ami, Luna o Artemis—Cada uno procesaba la pérdida a su propio estilo. Hasta Setsuna-san. Chibi-Usa era una llaga que uno llevaría siempre.

Aunque a veces, Makoto deseaba que se sacara todo de una vez. La tristeza, el coraje, la culpa, las discriminaciones—si es que las había. Pretender que no existía un problema siempre era la peor forma de lidiar con dicho problema. Makoto sospechaba que, de alguna manera, las chicas esperaban que la Pequeña Dama apareciera mágicamente, de nuevo restaurada. Si ya había desaparecido una vez en los brazos de Usagi-chan, y había logrado regresar…

No era justo. Usagi no les debía nada. No después de todo lo que su Princesa hacía por ellas. Si alguien merecía ser feliz, era Usagi. Si estar con Seiya, y forjar una nueva vida para sí misma era lo que deseaba, uno tenía que madurar y dejar ir lo que no había podido ser.

Makoto bien sabía que ya había tenido su duelo interno al respecto. Minako igual. Simplemente porque amaban a su amiga, habían decidido seguir adelante en esta nueva dirección, sin volver a ver atrás. Apreciaban a Seiya de igual forma—¡Ese pícaro ídolo que se había salido con la suya!

Resultaba asombroso como en menos de un año, las Sailor Starlights hubieran forjado un lazo tan fuerte con las chicas. Resultaba asombroso, como morir para protegerlas a manos de Sailor Galaxia, no había sido un sacrificio para nada.

En retrospectiva, era parte del problema: que Kou Seiya hubiera superado las expectativas de todas. ¿Cómo rechazarla, cuando era obvio su amor por Usagi? ¿Cómo negarle algo, cuando había protegido a Sailor Moon y al Planeta Tierra mejor que todas ellas?

"Ami, en serio lo siento." Al llegar a su alcoba del Palacio, el silencio se había vuelto tan incómodo que Makoto se sintió obligada a explicarse. "Se me salió, no quise—"

"No hay cuidado." Ami entonces prosiguió a caminar al baño adjunto a la suite y cerró la puerta tras de sí.

"Rayos." Makoto murmuró.

"¿Pelea de tórtolos?"

Makoto brincó. Giró hacia las camas pegadas a la parte derecha de la alcoba, los pelos de punta. Haruka yacía acostada en una de las camas, con un libro abierto en sus manos.

"¿A qué—A qué te refieres con eso? Digo, claro que no, ¡todos saben que Ami y yo sólo somos—!"

Haruka alzó su ceja.

"Amigas." Makoto escupió finalmente, sintiendo su rojo en punto de ebullición. "¡Haruka, eres como una pantera! No me di cuenta de que estabas aquí, no haces ningún sonido."

"La cena está en el comedor adjunto, por si tienen hambre." Haruka volteó una página de su libro. "No recomiendo la salsa de colores extraños. Le causó diarrea a Neko-chan."

Golpeando sus cachetes ligeramente con sus palmas para hacer desaparecer su rubor, Makoto comenzó a dirigirse al comedor. "Con que por eso no hemos visto ni rastro de Usagi."

"Es una historia trágica. No hay sanitario en el palacio que pueda brindarle consuelo en estos momentos."

Makoto hizo una mueca de asco. "Pobrecilla. Creo que Ami empacó un kit de emergencias para casos como estos."

"Perfecto. Le pediré que la auxilie."

Como era de costumbre, a Haruka no le costó seguir con su lectura como si Makoto no existiera. Era la maestra de la indiferencia cuando se lo proponía. Hizo la experiencia de haberse arreglado para la fiesta de la noche anterior más bizarra aún. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Estar tan cerca, y a la vez, tan lejos?

Makoto suspiró. Siguió el olor de los restos de la cena al comedor.

Aunque no pudo evitar preguntarse qué clase de libro la Sailor del Viento leía, puesto que los jeroglíficos en la portada le fueron totalmente desconocidos.


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Mamoru nunca había visitado Elysion. O por lo menos, no recordaba haberlo hecho en su vida pasada.

Había compartido visiones con Helios anteriormente del lugar, pero aquel escenario sombrío y lúgubre de sus visiones, no se comparó con el Elysion que lo recibió ahora.

El bosque estaba bañado de luz. Pilares de cristal se asomaban entre matorrales, zumbando con energía cósmica.

La semilla estelar pulsó dentro de Mamoru, conociendo un mapa secreto que lo guio entre la vegetación. Terminó en un solar, un monumento de piedra y arquitectura muy similar a la griega.

"¿Hola? ¿Hay alguien aquí?"

No había puertas, sino cortinas, bloqueándolo de los adentros del solar. Mamoru pausó un momento. Sus dedos examinaron los cortes brutos infligidos en la tela. Hablaban de un ataque. Cuatro líneas perpendiculares.

Jaló de la cortina.

Había una figura acostada en el fondo.

Helios.

Dio los primeros pasos, dejando la cortina caer detrás de sí.

"Alto ahí."

Mamoru suspendió todo movimiento al sentir, y escuchar, la nueva presencia. Hubo presión en su espalda de un objeto punzante. Mamoru se sintió de lo más tonto. ¿Había sido todo una trampa?

La visión frente a él desapareció. Se desvaneció con la facilidad de la arena. El solar se convirtió en ruinas, la ilusión dejando de funcionar.

Mamoru juntó sus fuerzas y desde su pecho sintió el poder reunirse. Su semilla estelar se activó. Endymion despertó en instantes, tomando posesión de su falsa careta de civil. Empujó a su contrincante a sus espaldas, aprovechando la distracción que su metamorfosis había causado.

En un rápido movimiento, su espada se encontró con otra gemela.

Endymion frunció su ceño. "¿Helios?"

A primera vista, no debió dudarlo. Sin embargo, el Helios frente a él no era el mismo joven que se había despedido de ellos en el Parque de Tokio. Para empezar, el joven había crecido. Aunque no tan alto como Endymion, el antiguo aliado no mostró ni una onza de dulzura. Su traje de seda ya había perdido su blancura, y brillaba con manchas carmesí. El material vestía múltiples roturas también. El cabello de Helios era un desastre desaliñado, y algo salvaje salía de su mirada naranja.

"Helios, soy yo." Endymion alzó su voz. "Me llamaste, ¿recuerdas?"

"Llamé al Rey." Su voz, madura y sin emoción, raspó de su garganta. "Al verdadero Rey. Tú no eres más que un impostor."

"Soy Endymion del Siglo XX. ¡Recuérdalo! La última vez que nos vimos fue hace tres años, después de derrotar a la Reina Nehellenia. Nos despedimos en el Parque Ni Kissu una mañana de otoño. Chibi-Usa se encontraba con nosotros…"

Helios, en vez de apaciguarse, expresó más frenesí. "La Pequeña Dama." Empujó su espada contra la de Endymion con más ímpetu. "¡No la puedo sentir! Su presencia cálida no se encuentra por ninguna parte."

-Oh, Helios. Endymion apretó sus dientes, y tragó saliva, en preparación. "Eso se debe a que… Helios, Chibi-Usa ya no existe en esta línea del tiempo. O en esta realidad, al menos. Algo sucedió—"

"El destino fue roto." Helios le interrumpió. Luego, su expresión pasó de sorpresa a resignación. "Así que, Láquesis no mentía. Sailor Moon ha desertado."

Algo duro, aquel juicio. "Sailor Moon sigue haciendo su deber como justiciera. Pero el futuro ya no es algo sellado y profetizado. Cada quien ha sido entregado la libertad de escoger qué hacer con sus destinos."

"No." Helios, entonces, detuvo su ataque, retrocediendo lentamente. "Es más que eso. La Pequeña Dama no podrá ser concebida porque el Caldero de Vida ya no funciona. Sailor Moon rompió el destino, la simbiosis, la relación de vida y muerte entre las energías del bien y del mal. Cuando el sueño profundo entre en efecto y la Neo Reina Serenity no aparezca para recargar el Caldero con el Cristal de Plata…"

"¿De qué estás hablando? ¿Cuál Caldero? Y quieres decir, ¿que fue Láquesis la que te atacó?"

Helios se dejó caer de rodillas frente a su persona. Algo que lo hizo sentir tremendamente incómodo.

"Perdóneme, Su Majestad. Fue un ataque sorpresa. Hice lo posible por detenerla… Pero Láquesis es una Moira. Difícilmente soy un rival para sus habilidades."

Endymion se agachó a su nivel. "Dime que sucedió."

Helios conectó sus miradas. "Robó el Cristal Dorado. Para… para llevar a cabo su plan."

"¿Su plan?"

Helios asintió. "Sospecho que planea adelantar La Catástrofe. El gran suceso que debería causa el sueño de Diez Siglos. Desea poder regresar el Destino a sus vías."

Endymion analizó la información detenidamente. Por sus investigaciones pasadas, conocía la relación entre el Poder del Cristal Dorado y la capacidad de manejar los sueños hermosos. Desconocía que tal Cristal también fuera capaz de mandar a todo un planeta a un sueño tan largo.

Tenía sentido, sin embargo. El plan de Láquesis.

"Podría estar llevando su plan a cabo, ahora mismo. No podremos detenerla sin Sailor Moon. Y además, no tenemos forma de saber cuál punto de inflexión en la línea de tiempo escogerá para activar el Cristal… Shimatta."

Endymion sujetó a Helios de los hombros suavemente, recordando el aprecio que Chibi-Usa había guardado por el muchacho. Esperó a que Helios reaccionara, a que su rostro lleno de coraje se mostrara menos hostil.

"No te preocupes." Le sonrió.

Helios lució estupefacto. "¿Nani?"

"Nosotros sí."

La voz de Sailor Pluto los sorprendió a ambos.

Endymion se tornó a sus espaldas, encontrando a la Senshi del Tiempo apoyada de su báculo. No venía sola. Endymion reconoció la figura de Sailor Galaxia a lo lejos, recargada en un pilar de piedra.

"Sabemos cuándo exactamente sucederá. Y tenemos tiempo todavía para prepararnos." La mujer giró su mentón hacia Galaxia.

"¿Qué hace ella aquí? No es bienvenida, Sailor Pluto." Endymion se puso de pie. "Creí que fui claro en mi advertencia. No la quiero de ninguna forma cerca de mí."

"Mil disculpas, Príncipe." Sailor Pluto, claro, difícilmente podía expresar verdadero arrepentimiento por sus elecciones. "Pero me temo que ocupamos de su poder por segunda ocasión."

Endymion miró la silueta dorada acercarse y fue inmediato su instinto por pelear. Por defenderse. "Preguntaría a qué demonios te refieres, pero algo me dice que estás a punto de explicarlo, esté listo o no para escucharlo."

Pluto le sorprendió, puesto que una sonrisa alargó su boca. "Muy bien. Ha aprendido de experiencias previas, Príncipe." Luego, la sonrisa se desvaneció tan rápido como había aparecido. "Puede no parecerlo, pero Elysion está muriendo. Su conexión con el Cristal Dorado es lo que suele mantener esta dimensión viva. Pero ahora, sin su motor…"

Helios se abalanzó a la Senshi. "¡No puedo dejarlo! ¡Es mi mundo! Ya lo dejé una vez… Si me voy, las formas de vida a las que he alojado también perecerán. Elysion es el lugar que alberga los sueños hermosos de todos los seres vivos de la Tierra."

"Lo sabemos." Pluto asintió. "Pero Elysion no puede coexistir por su cuenta. Es una dimensión paralela a la Tierra, pero nunca fue destinada a serlo para siempre. Eventualmente… sabes que Elysion debía regresar al mundo terrenal. Puede que Láquesis se haya encargado de acelerar el proceso, pero el resultado es el mismo."

Endymion frotó su rostro. "¿Estás insinuando lo que creo?"

Pluto fue impasible. "Es hora, Príncipe."

"Pero…" Endymion recordó las lecciones que había tenido con Sailor Pluto posteriormente a la Batalla contra el Caos. Había demandado saber todos los desafíos vitales que Rey Endymion había tenido que enfrentar, en caso de que en esta línea del tiempo, Mamoru Chiba también se viera obligado a seguir sus pasos. "No estoy seguro de estar listo. Mi poder…"

"Te ayudaré." Sailor Galaxia caminó hacia ellos. Su voz fue tan combatiente como la recordaba en sus pesadillas. "Te pasaré de mi poder para lograrlo."

Endymion apretó sus puños. No preguntó por qué. Imaginaba las razones personales de Galaxia para ofrecerse. Aun así, a Endymion se le dificultaba confiar en la mujer.

-¿Qué haría Usako?

Endymion parpadeó.

El pensamiento traidor se repitió. -¿Qué haría Sailor Moon?

Helios se acercó a su periferia. "Príncipe…"

"Te lo dije: no te preocupes, Helios. Los sueños hermosos de las personas, así como las almas de Ojo de Pez, Ojo de Tigre, y Ojo de Halcón*, tendrán una oportunidad de seguir con vida. No permitiré que suceda lo contrario."

Helios le miró con incredulidad. "¿Pero… cómo?"

Endymion caminó hacia Sailor Galaxia. "Elysion encontrará un nuevo hogar en la Tierra."


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Haruka aventó otro libro a la pila que ya tenía en el balcón, la brisa de la mañana diciéndole que pronto debería amanecer. Claro, si aún estuvieran en la Tierra.

La lupa traductora con la que Haruka repasaba las páginas fue guardada cuidadosamente en su bolsillo de cuero, y después en la chaqueta de Haruka. Setsuna moriría por un objeto tan valioso. Pero Sailor Healer había sido adamante que no se trataba de un obsequio, sino un préstamo.

Leer no les ayudaría. Haruka no era una persona hecha para actividades como ésas. Encendió su henshin, y en segundos, Sailor Uranus saltó del balcón de su suite. Fue veloz, una experta en deslizarse por las sombras del Palacio. Teniendo un objetivo, supo hacia dónde dirigirse. La parte norte de la capital.

Hacia los campamentos de los protestantes.

Sailor Star Healer quería respuestas. Uranus las obtendría.

Los guardias de las Puertas Principales del Norte eran una mezcla del ejército de Magnus y de Kinmoku. Se notaba por sus uniformes y por la particularidad de sus auras. Sailor Uranus encontraba a las personas de Magnus desconcertantes. Las lecturas de sus cuerpos daban pie a diferentes fuentes de energía. Uranus, tras haber tomado prestada la computadora portátil de Sailor Mercury, no le halló mucho significado a las gráficas que el objeto ofreció. Los parámetros estaban desalineados.

Tras un rato de sólo analizar los campamentos desde la oscuridad de la parte alta del tronco de un árbol, Sailor Uranus cambió de objetivo. Dirigió el radar de la computadora hacia un objetivo más sólido. Introdujo las semejanzas y las características principales de la mujer que estaba buscando, y al recibir una posible ubicación, se teletransportó hacia una de las carpas alzadas en la cola del campamento, cerca del río.

Pronto, encontró a Severina Sang' Froid.

Más no bajo las circunstancias usuales.

Uranus tosió ligeramente, escogiendo aparecer justo cuando la mujer salía de la orilla del río, semicubierta en una toalla.

Severina parpadeó al notar su existencia, cerca del barranco de barro. Su larga melena oscura cubría la mayoría de sus pechos desnudos, más no cubrió lo demás al voltearse la mujer en dirección opuesta.

"Sailor Uranus. Justo cuando necesitaba ayuda con mi espalda."

Uranus desvió su mirada. "Ocupo respuestas de su parte. No es una visita social."

En gracia similar a la de Michiru, Severina torció su perfil. "Tal vez si hace un buen trabajo en librarme de la mugre de mi piel, consideraré en dárselas. Usted decide."

Era una ocasión extraña que Uranus se sintiera vulnerable como las chiquillas amigas de Usagi Tsukino. Por ello, Uranus no se permitió pensar demasiado en el asunto. Si lo meditaba, recordaría que tenía una libido. Y eso sólo la llevaría a más líos con Michiru.

Descendió el barranco con cuidado. Sus botas no estaban hechas para deslizarse por lodo, pero sus buenos reflejaron le ayudaron a no terminar haciendo el ridículo.

"Ejem." Enunció, ya una vez frente a la figura de la mujer.

"¡Oh! Puede encontrar sus instrumentos por ahí, estoy segura."

En efecto, Uranus distinguió una canasta con varios accesorios de aseo personal dentro. Sacó la esponja que aún estaba húmeda y con residuos de jabón de tocador. El olor fue agradable, una vez registrándose en su nariz. Uranus se deshizo de sus guantes, se agachó para humedecer la esponja en el agua del río y al alzarla, una vez exprimida, Severina dejó caer el resto de su toalla.

Uranus se obligó a sí misma a fijarse en el cuello de la mujer. Nada más abajo.

"Por favor, hágalo con suavidad." Severina susurró.

Uranus rodó sus ojos con impaciencia y talló de un hombro a otro, rápida y concisa.

"Tu pueblo fue rescatado por Magnus después del ataque de Sailor Galaxia. ¿Por qué los odias, entonces? Salvaron a los desamparados. Debería hablar bien de ellos, ¿no?"

"Wow. Nada de premeditaciones, ¿eh?" Fue desconcertante escuchar una voz muy parecida a Sailor Fighter salir de la mujer. Uranus talló más fuerte. "Veo que ha estado investigándonos a fondo."

Sailor Uranus decidió ir al grano. "Sailor Star Healer está trabajando duro para encontrar un punto medio entre usted y la Princesa Kakyuu. No quiere que el pueblo sufra de más separación."

"Sailor Healer. Mm. ¿La niñita Starlight?"

"No es una niñita." Uranus sonrió para sí. "¿Qué no me dio una lección la otra noche sobre apariencias engañosas? Sailor Healer podía marcar una diferencia. Insiste en planear una reunión con la Princesa, ¿estaría usted de acuerdo en asistir?"

Hubo una pausa donde Uranus creyó que tendría que repetir sus cuestionamientos.

Severina arqueó su espalda de repente, provocando que Uranus casi tropezara. "Dile a Sailor Star Healer que no se preocupe. Kakyuu y yo ya tenemos una cita. Dudo que alguna de nosotras vaya a llegar tarde."

"Mm." Uranus tragó saliva, corrigiendo su postura. Respiró hondo. Recordó que este encuentro era sólo otra misión. "No quieres arreglar nada, ¿cierto? Quieres que Kinmoku-sei arda."

El cuerpo entero de Severina se entiesó.

Uranus movió la esponja a la curva de un hombro. Esperó en la cercanía de su nuca para exprimir la esponja lentamente, viendo los riachuelos de agua enjabonada correr por la clavícula de Sang Froid. "Dijiste que Kakyuu perseguía la guerra, pero creo que mientes. Creo que es, al contrario. No quieres paz. No quieres ayuda para tu gente."

"Sus hipótesis son extraordinarias." Severina alzó su mano y capturó los dedos de Uranus.

"Eres un soldado. Estás aquí porque tienes una misión." Uranus susurró, colocando su boca al roce de su oreja izquierda. "Es más, creo que has sido un soldado por un largo tiempo. Más allá de lo que Sailor Star Fighter pudiera sospechar."

Severina rotó su cuerpo. Con propósito. Uranus retrocedió un paso, fijando su atención en el rostro de su oponente.

"He tenido muchos hogares." Severina susurró. "He viaje por los lugares más recónditos. He usado muchos nombres. Pero Seiya… Seiya es mi mayor logro. Una estrella que nunca ha dejado de brillar, guiándome de regreso a casa. Lo que Seiya, sin embargo, no sabe de mí, no le lastima tampoco."

Uranus sintió el control de la conversación volarle fuera de su alcance, en un santiamén. Parpadeó confundida. "¿Qué…?" Uranus batió su cabeza para rectificarse. Pensó mejor en lo que quería averiguar. "¿Qué clase de soldado eres?"

"No arruine la sorpresa, Sailor Uranus." Severina le guiñó su ojo. Entre el misterio tejido entre las dos, la atmósfera adquirió una dimensión más íntima. "Es mi turno. Yo también tengo una duda."

"¿Na-nani?"

"Así es. Estás seduciendo todos mis secretos directo de mi boca. Es lo justo que yo también seduzca algunos tuyos."

Sailor Uranus estaba por tirar la esponja al río, ya cansada de tantos juegos, pero la mano de Severina la detuvo.

"Vamos, no seas una aguafiestas. Quien sabe… Tal vez, en tu siguiente pregunta puedas obtener lo que tanto quieres."

"De acuerdo." Uranus ladró. "¿Qué quieres saber, Severina?"

Severina soltó su mano, cambiando de posición al plantar su palma húmeda en la mejilla de la Outer. El contacto fue tan helado que Uranus quiso huir de la caricia, pero encontró que no pudo. Fue como estar unida a un imán.

"¿Qué haces aquí?"

Uranus apretó su quijada.

Severina suspiró. "No deberías estar aquí. Claro, en teoría, ni Sailor Moon, ni ninguna Inner Sailor Senshi, debería estar aquí. Pero en particular—que hayas decidido viajar a Kinmoku bajo tu propia voluntad me tiene en completa intriga. ¿Qué haces aquí, jugando al detective, tan lejos de casa?"

Uranus encontró que su boca tampoco podía mentir. Una fuerza invisible pareció actuar sin su permiso. Su mente se quedó sin filtros y la verdad salió directa.

"Estoy aburrida."

"¿Oh?"

"Estoy aburrida… de todo." Uranus trató de morder su lengua. No le funcionó mucho que digamos. "Quería conocer algo nuevo. Quería experimentar cosas nuevas… Por mi cuenta. Sola. Busco nuevos estímulos, nuevas conexiones con otro tipo de personas."

Severina le soltó, finalmente. "Parece ser que lo lograste. Aunque tus gustos no cambian, Sailor Uranus. La luna sigue teniendo un agarre en ti. Deberías tener más cuidado. Hasta el viento puede ser atrapado."

Uranus sujetó su propio rostro con sospecha. Intentó decir una mentira. "No tengo idea de que estás hablando."

Severina sonrió.

Uranus suspiró con alivio. Definitivamente podía mentir de nuevo. Se agachó para colocarse sus guantes de vuelta. "Mi turno."

Severina recogió su toalla descartada y comenzó a secarse. "Piénsala bien, porque será la última pregunta."

¡Demonios! Sailor Uranus se cruzó de brazos seriamente. Esperó a que la mujer se vistiera con un camisón. Tosió contra su puño para preparar su garganta.

"He leído sobre la historia de la Dinastía de Flores Doradas. Por quince generaciones, la familia real de Kakyuu-hime ha sido la soberana del planeta. Durante este largo periodo, los Flores Doradas han sido recordados por su marcada sed de sangre. Eran algo sádicos. Les gustaba usar violencia en sus fuentes de entretenimiento, creando Torneos entre Senshis Cósmicas donde sólo las que sobrevivían podían ser incluidas en la Guardia Real. Los pasados soberanos de Kinmoku-sei han sido duros… Sin embargo, trataban siempre de ser justos con su pueblo. El padre de Kakyuu-hime fue un hombre muy estratégico a la hora de ganar las guerras civiles con los territorios del norte, sur, este y oeste del planeta. Procuró no repetir las tácticas de sus antepasados… Antes, no existían Sailor Starlights. No hasta que Kakyuu se convirtió en la heredera al trono. Junto a su estrella, parecer ser que ya habían nacido otras tres que eventualmente se convertirían en sus más fieles compañeras."

Severina ya estaba bostezando. Uranus pateó una piedra del lodo con impaciencia. "¡Oye, presta atención!"

"¡Oh, sí, claro, prosigue!" Severina bromeó con falsa dulzura.

Sonrojada, Uranus gruñó para sí. "Mi punto es… que el Imperio de Kinmoku no ha sido ni tan bueno, ni tan malo. Es el más reciente incidente con Sailor Galaxia lo que pareció desatar esta ira contra su propio gobernante. Y sólo te veo a ti, animando a las masas, en vez de alentarlas a negociaciones pacíficas. Desde mi punto de vista… tú eres el problema, Severina." Le apuntó su dedo ya enguantado. "Así que, dime… ¿Cómo te detenemos?"

Severina dejó de cepillar sus largos mechones de cabello, optando por girar su rostro en su dirección. Actuó con desinterés. Lo cual Uranus supo interpretarlo como lo contrario. "Mmm."

Uranus dejó su mano caer. "¿Mmm?"

La mujer comenzó a crear una trenza. "Mátame."

Sailor Uranus comenzó a acercársele. "¿Qué dices?"

"Lo que oíste. Saca tu espada, Sailor Uranus." Severina suspiró. Uranus la miró levantar del banco de madera en el que había estado apoyándose. "Córtame la cabeza ahora mismo. Te doy esta única oportunidad. Decapítame, y le ahorrarás mucho dolor y sufrimiento a muchos inocentes, en un futuro bastante cercano."

Sailor Uranus, sin aliento, apretó sus puños. De su guante derecho, su espada acudió a su llamado.

Severina divisó el arma. Pareció lucir orgullosa de su decisión. "Eres una verdadera guerrera. ¿No te importa que Sailor Star Fighter te odie el resto de su vida?"

Uranus levantó la Space Sword. La colocó justo al ras del cuello de Severina. Guardó absoluto silencio.

Severina sonrió, lamiendo sus labios en el proceso. "Hazlo. Por algunos, serás considerada una heroína."

La hoja de la espada fue alejada momentáneamente, alzándose a los cielos para preparar su ataque. Space Sword, elimina-Space Sword, elimina-Space Sword, elimina-Space Sword…

…El destello dorado de energía se desprendió de la espada a su comando. Uranus observó las medias lunas tomar impulso directo hacia Severina Sang Froid.

Sólo para desviarse en el último momento y optar por rebanar un par de troncos a lo lejos.

Hubo un momento de silencio pesado. Fuertes ráfagas de viento frío recorrieron el fuku de la Sailor Outer, como un reproche de los astros.

La expresión de Sang Froid se volvió indescifrable. "Es una lástima."

Un destello brillante cegó la mirada de la Outer. "¿Nani?"

"Una verdadera lástima." El destello se incrementó en potencia, dejando a Uranus presa de un ataque completamente desconocido. "...que no recordarás esta conversación hasta que todo esté hecho. Conocerás entonces, Sailor Uranus, lo que es el verdadero arrepentimiento."


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Fin de Parte v.

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Referencias:

(1) En la versión original del anime, se usa Ojo de Halcón, mientras que, en la latina, optaron por Ojo de Águila.

(2) Otra aclaración, es que en el manga, Elysion era la ciudad en la que Endymion y los demás terrícolas habitaban en la época del Milenio de Plata, por lo cual sí conocía el lugar. Sin embargo, eso no lo averigüé hasta mucho tiempo después, y como en el anime eso no lo aclaran para nada, decidí crear mi propia versión del pasado de Endymion y su vínculo con Helios/El Cristal Dorado/Elysion. Así que consideren esta obra no-compatible con el canon del manga.