-:- Reencarnación -:-

Prólogo

En las montañas que rodeaban la ciudad de Atalaya ocurrían cosas extrañas.

Muchos campesinos aseguran que, cuando el sol se pone, se oyen sonidos parecidos a los alaridos de una bestia. También aseguran que muchas de sus vacas y ovejas aparecen degolladas y brutalmente descuartizadas tras haber pasado una mísera noche en los prados de esas montañas.

Los aldeanos, al sentirse amenazados por 'la bestia', que es como se conocía al ser de aquellos ruidos por la zona, intentaron escapar de allí e ir a las tierras del sur, cosa que les fue imposible, ya que la misteriosa bestia que en las montañas habitaba no lo permitía. Los pocos que pudieron sobrevivir alertaron al resto de ciudadanos de aquellas tierras.

Así fue como Atalaya fue bautizada por las demás ciudades capitales 'la maldita'.

Comenzaron a correr rumores de que todo aquel que intentase entrar o salir de Atalaya era castigado por el ser de la montaña y que eso solo podía significar una cosa:

¡¡ATALAYA HABÍA PROVOCADO LA FURIA DE LOS DIOSES!

Eso era la respuesta más lógica al porque los habían incomunicado de las tierras del norte, el sur y el oeste.

Pero pese a no tener el apoyo y la ayuda de las otra 3 tierras, las tierra del este, la de los vientos, se había intentado mantener en pie, aunque la bestia ahora atacase también en la ciudad.

Gracias al testimonio de algunos supervivientes que encontraron ahora se sabe como era la bestia.

Las 3 únicas personas que encontraron les describieron 'la bestia' como un ser de unos 4 metros de altura, que tenía la piel grisácea y con escamas de cocodrilo por la espalda y la cabeza, también tenía una cola que parecía estar echa de roca, y los ojos eran rojos como la sangre, tenía también unos dientes y garras como alfileres, largos y punzantes.

Los 3 supervivientes 2 chicos y 1 chica, de entre 11 y 15 años habían estado viviendo en una cueva cerca del lago Ohia, en la tierra del oeste, cuya capital era Aizal.

Los gobernantes de Conwa, una de las regiones de la tierra del este, decidió enviarlos a Aizal, para que sus testimonios no se perdieran en un bosque, viviendo de la caza, la pesca y la agricultura.

En Aizal les dieron una residencia estable a cambio de que ellos contaran anécdotas de la tierra maldita, a la que ningún aventurero se había atrevido a entrar.

Tras haber explicado todo lo que les pedían, el mayor de todo comenzó a entrenar niños de la zona con técnicas de la tierra del este.

A los niños de Atalaya y las demás regiones del este, se les enseñaba desde pequeños el arte de la lucha… y estos de mayores podían dedicarse a matar demonios o humanos, depende del caso, y ganarse la vida con ello.

En Atalaya estaba la mayor concentración de guerreros, pero pronto se dispersaron para poder acabar con el sufrimiento de la zona del este.

Aunque eran muy buenos, la bestia, era mucho más ágil y rápida y nunca conseguían acabar con ella.

Fue entonces cuando los mayores de la zona se enfrentaron a la bestia e hicieron huir a todos los niños, de los cuales solo 3 salvaron la vida.

Los 2 chicos y la chica que ahora estaban en Aizal, dando clases de lucha y trabajando en el campo.

La chica, Ayumu y 1 de los chicos, Taro, trabajaban en el campo. Mientras Kuroi daba clases a niños en el dojo de la casa que les habían dado en Aizal.

Ayumu, de 14 años, huyó de Atalaya por órdenes de su padre y su hermano mayor.

Es una chica muy vivaz y alegre, siempre intenta poner a sus 2 amigos de buen humor, aunque a veces ni ella misma esté de humor… Su pelo llega hasta la cintura, color negro azulado y normalmente recogido en una trenza, sus ojos alargados y azules son muy expresivos.

Lleva un kimono estilo Atalaya, es decir, la parte de arriba idéntica a los kimonos normales, pero por abajo era una minifalda, en la cintura suele llevar una cinta azul que le dio su padre antes de irse con los demás adultos a por la bestia.

Taro, el más pequeño del grupo, procedente de Kiov, con solo 11 años, había visto morir a toda su familia, Ayumu lo encontró escondido tras una roca y se lo llevó con ella, por lo que la quiere como a una hermana mayor.

Es un chico muy tímido, no le gusta mucho hablar y no sabe expresarse con facilidad, no sabe hacer amigos, por lo que siempre va con Ayumu o Kuroi… Tiene el pelo corto y castaño claro con reflejos dorados, sus ojos son azul cielo.

Lleva una camisa blanca con un chaleco marrón, unos pantalones grises y unas 'botas' negras.

Kuroi, el mayor de los 3 con 15 años, es un maestro de su técnica, la Hit-bat-blew, y huyó de la ciudad intentando salvar a su hermano pequeño, el cual murió, conoció a Ayumu y Taro mientras Ayumu intentaba bajar a Taro de un árbol, y desde entonces quedó enamorado de ella.

Es un chico muy expresivo, rebelde, cascarrabias y muy antipático. Le encanta llevar la contraria y casi nunca está de acuerdo con nadie en nada. No le gusta para nada que Taro se le enganche y acostumbra a perderlo por las calles de Aizal… Su pelo es de color azulado atado siempre en una cola baja, sus ojos son verdes.

Lleva un traje estilo chino color azul oscuro con una cinta roja en la cintura.

Cuando crecieron un poco más, Ayumu y Taro se dedicaron a voltear por la ciudad y protegerla de cualquier ataque que pudiese haber, mientras Kuroi reclutaba más personas para enseñarles como luchar.

Cierta tarde, unos 3 años después, cuándo Ayumu ya contaba con 19, Taro con 16 y Kuroi con 20 una misteriosa fuerza atacó la ciudad de Aizal.

Los 3 guerreros protegieron la ciudad que los había acogido con tanto júbilo, enfrentándose a un enorme monstruo que encajaba con la descripción de la bestia.

Cuando este los vio soltó una carcajada

"Por fin os he encontrado malditos Atalayos" – exclamó la bestia mientras en su rostro se divisaba una sonrisa cínica

"¿Qué quieres de nosotros?" – preguntó Kuroi sacando su vara de púas

"Que ¿Qué quiero?" – Exclamó enojado – "Quiero que los malditos habitantes de Atalaya mueran… no pienso dejar ni uno vivo"

"Nos quieres a nosotros, entonces no ataques más la ciudad" – dijo Ayumu imitando a Kuroi y sacando su enorme espada que hacía 3 de ella

"JAJAJAJAJA… ¿Pensáis que ahora que ya os he encontrado, después de dar tantas vueltas, no os haré sufrir un poco?" – dijo la bestia

"¿Q…que quieres decir?" – preguntó Taro sacando sus dagas largas

"Pues que destrozaré esta estúpida ciudad que os ha acogido sin saber lo peligrosos que erais" – dijo la bestia – "Les servirá de ejemplo a las otras tierras… nadie querrá a los habitantes de la tierra del este en sus tierras y desapareceréis del mapa… JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA"

"Maldito seas… ya lo hiciste una vez… pero, no te dejaré hacerlo de nuevo" – dijo Ayumu.

"Y ¿que te hace creer que esta vez será diferente?" – cuestionó la bestia

"Que esta vez..." – dijo Kuroi – "No huiremos" – y dicho esto saltó a la cabeza de la bestia.

"¡No! ¡¡Kuroi vuelve!" – dijo Ayumu, pero Kuroi no la escuchó y siguió corriendo, la joven se lo quedó mirando con cara de pocos amigos y dejando al cuidado de un anciano de la aldea su funda para la espada se fue tras él, con Taro tras sus pasos – "Será idiota"

Cuando vieron que algunos de los niños de la aldea, que habían sido entrenados, iban tras ellos para ayudar a matar a la bestia Ayumu se paró en secó, igual que Taro y pidieron a los aldeanos que se refugiaran en las montañas mientras intentaban que nadie de la aldea los siguiera, cosa que al final no consiguieron.

"¿Adonde vais? ¿No veis que es peligroso? Marcharos a las montañas" – exclamó Ayumu.

"Esta aldea es nuestra y no vamos a dejar que seáis vosotros los que luchéis por salvarla, nosotros también ayudaremos" – dijo uno de los aldeanos que sostenía una arada y a su alrededor los demás aldeanos asentían con sus armas en mano.

"Bueno, pero si se pone feo prometer que huiréis a la montaña" – dijo Ayumu.

"Ese monstruo ha venido aquí siguiendo nuestra pista, si os pasase algo a alguno de los habitantes de la aldea nos sentiríamos muy culpables…" – dijo Taro.

"Pero… vosotros pequeños, también sois habitantes de esta aldea" – dijo un anciano que llevaba una pala.

"Si, desde el mismo momento en que entrasteis en esta aldea os hicisteis habitantes de Aizal" – dijo una de las mujeres de la zona.

"Y de eso hace ya mas de 5 años…" – dijo uno de los hombres. – "Si os pasase algo a alguno de vosotros, ¿pensáis que alguien de la aldea se lo perdonaría? Todos se echarían la culpa, por no haberos ayudado…"

Ayumu sonrió, miró unos instantes a Kuroi, que luchaba contra la bestia y se giró hacia el pueblo.

"Bien, escuchadme, para vencer a la bestia hay que hacer que caiga al suelo, para hacerlo, necesitamos una cuerda muy larga y difícil de romper…" – dijo Ayumu, señalando a la bestia que en esos momentos apartaba de su rostro a Kuroi de un manotazo. Mientras tanto algunos de los hombres fueron a por una cuerda con esas cualidades – "Luego, yo, Taro y Kuroi le atacaremos al cuello, que es su punto débil… y entonces las mujeres lo envolvéis en una manta y los hombres le tiráis flechas de fuego, para que arda de una vez por todas… ¿Estáis de a cuerdo con el plan?"

Los habitantes cabecearon en aquel momento y Ayumu les dio la espalda, observando a su hermano luchar contra la bestia. Kuroi se movía muy ágilmente por entre los matorrales, esquivando todos sus ataques, pero de pronto la cola de la bestia le dio de refilón en las piernas, tirándolo al suelo.

Ayumu eligió ese momento para correr en dirección a la bestia, puso un brazo de Kuroi por encima de su hombro y corrió en dirección al pueblo, atrayendo la atención de la bestia, que comenzó a seguirlos mientras gritaba:

"Volved aquí. No huyáis, cobardes. Venid y enfrentaros a mi malditos Atalayos"

Los hombres del pueblo, que ya tenían la gran cuerda preparada, la tenían estirada en una gran calle principal, agarrada por hombres que estaban escondidos en los jardines de las casas.

Ayumu corría por la calle con la bestia pisándole los talones, entonces, de golpe dio una especie de saltito pequeño, como si hubiera saltado un obstáculo, la bestia no se dio cuenta y la cuerda que había en el suelo la hizo caer de bruces en el suelo. Los hombres salieron de las casas y dieron vueltas alrededor de sus pies, liándoselos para que no pudiera levantarse y moverse.

La bestia se retorció entre las cuerdas, mientras Ayumu y Taro atacaban su cuello, con Kuroi desmayado al cuidado de uno de los habitantes.

Grandes chorros de sangre surgieron de la bestia empapando a Ayumu y a Taro, que aunque tenían una agilidad increíble, no pudieron esquivar los chorros y quedaron empapados.

Las mujeres corrieron entonces con una manta blanca y con ella cubrieron a la bestia, luego ayudaron a los 2 Atalayos a limpiar la sangre de sus rostros, Kuroi aún desmayado fue llevado a una de las casas, igual que los otros 2 y mientras los hombres disparaban flechas de fuego, haciendo arder toda la manta y con ella a la bestia.

La bestia quedó reducida a cenizas, y estas se esparcieron con el aire que se las llevaba, intentando olvidar, intentando borrar aquella escena de mentes nunca antes infectadas por la sangre, como lo eran las mentes de los Aizalanos…

CONTINUARÁ