Asqueroso, la mirada de ese chico es realmente asquerosa, por varios motivos tuvo que mudarse a Chiba en su segundo año de preparatoria, el principal fue que comenzó a vivir con su padre, y de casualidad terminó en Sohoku. Era un dolor de cabeza convivir con todos esos zakus, pero prefería eso, jamás dejaría el ciclismo ni la oportunidad de ganar solo porque esos inútiles no le cayeran bien. Lo peor es Onoda, ese estúpido megane, siempre sonriéndole, siempre tratando de caerle bien o solo observándole.

Varias veces sucedió que sintió su mirada en medio de las clases y en cuanto volteaba ahí estaba, observando, hacían contacto visual. Onoda por supuesto se avergonzaba de ser descubierto y desviaba su mirada con las mejillas sonrojadas. Asqueroso, muy asqueroso. Su estómago se revolvía y a veces su corazón se aceleraba de la nada, Midousuji lo relacionaba a dar un gran sprint antes de la línea de meta, era igual, sin embargo, si era provocado por el chico de gafas, le repugnaba.

Un día ambos llegaron temprano al club, se cambiaron poniéndose el maillot del equipo y Midousuji volvió a sentir esa mirada sobre él, curiosa, discreta, pero no lo suficiente como para que no se diera cuenta. Volteó su cabeza y sonrió con diversión al ver que el otro se avergonzó.

—Kimo —dijo unos segundos después con el rostro serio al darse cuenta de que prácticamente le siguió el juego de miradas al otro.

—Lo siento —susurró Onoda pensando que el insulto iba para él.

—Eres un asco. —Midousuji subió el cierre de su maillot

—Perdón —respondió deprimido—. Intentaré ya no observarte así, de verdad lo siento, no fue mi intención —dijo y volteó con una expresión triste en su rostro, el chico de lentes ya se puso su maillot y estaba dispuesto a salir del vestidor.

—Sakamichi —le llamó arrastrando las sílabas de su nombre.

—¿S-Sí? —preguntó volteando a verlo.

Sakamichi sintió su rostro y orejas arder al ver a Midousuji abriendo la cremallera de su maillot, este se burló de él riendo hasta saciarse.

—De verdad, eres un asco... ¿Así que tienes algún sentimiento repugnante hacia mi? —preguntó acercándose a él.

—¡No! Q-Quiero decir, ¡sí!... Quiero decir, este yo... Solo pienso que tú eres muy genial y rápido... Y tú cuerpo es muy atracti... ¡No, no quise decir eso!

Onoda trató de explicarse sin éxito mientras sus manos sudaban y su rostro se volvía cada vez más rojo. Midousuji le miró con una mueca de asco, apretando sus dientes y en sus mejillas se veía un ligero rubor, estiró la mano agarrando a Sakamichi de las sienes y las presionó al punto de que el otro se quejó del dolor.

—¡Kimo! ¡Kimo! ¡Kimo! ¡Kimo! —repitió hasta el cansancio hasta calmarse.

—¡Lo siento mucho! N-No debí decir algo tan asqueroso, yo solo quería expresarte mis sentimientos y...

—Kimo, solo cállate, eres tan molesto.

—P-Perdón...

—Eres tan molesto, y tan raro. —Le quitó la mano de encima, y en la frente de Onoda quedaron marcados sus dedos—. ¿Cómo puedes siquiera pensar un poco bien de alguien como yo? Eres tan impredecible y asqueroso.

—Yo solo... —Desvió la mirada—. Pienso que Midousuji-kun es genial, me emociono mucho cuando corro a tu lado y me gusta cuando te esfuerzas al máximo...

—¡Kimo! —Onoda con algo de temor se atrevió a mirarlo a los ojos, notando el color rojo en sus mejillas, se sorprendió ante esto y sonrió—. ¡PIGYA! —exclamó—. Demasiado amarillo y brillante, que asco —susurró.

—¿Eh? Midousuji... Quiero decírtelo ahora, de verdad me gustas muchísimo... Como más que un amigo.

Midousuji lanzó pequeños "¡PII!" de vez en cuando, Onoda esperó su respuesta, y el todo terreno agarró su cara de forma violenta plantando un beso en sus labios.

—¿Satisfecho?

—Yo... —Onoda tartamudeó constantemente—. Tú... ¿Quiere decir que me correspondes?

—¿Supongo que sí?... —preguntó extrañado sacando su larga lengua.

—¿En serio? —Su rostro se iluminó y un aura amarilla apareció a su alrededor.

—Sí, solo deja de hacer eso, da asco —dijo Midousuji sintiendo su corazón palpitar muy rápido. El sentimiento más cálido y desagradable que ha sentido en su vida.