Ahora si esta bien subido. Gracias por hacermelo notar. Nada me pertenece. Sólo estoy haciendo un fic. Este capítulo ha sido editado, si quieres la versión original entra a mi pag web.
5. Make me feel
Kurama abrió los ojos sintiendo que el mundo había terminado y se encontraba en el limbo. Lo primero que vio es que estaba en su habitación y un fuerte olor a hierbas llegó a su naricita. Su cabeza reposaba sobre el pecho pálido de alguien. No de nuevo, pensó. Cerró los ojos y se movió ligero como una pluma, para safarse de los brazos que lo rodeaban.
Se escurrió escapando mientras sentía que las heridas se abrían de nuevo y la piel se le humedecía. Reprimió un gemido y apretó los labios. Suavemente para no despertar a quien dormía a su lado intentó darse la vuelta, para bajarse de la cama. Por experiencia, era mejor salir de la cama antes que lo larguen a patadas.
Se puso de pie dispuesto a arreglar la habitación para que el amo no se enoje por ser tan perezoso.
Acomodó un poco el desorden, bastante distraído. Hiei se movió en la cama, un poco, mientras se despejaba del sueño. Abrió los ojos cuando una de las criadas les tocó la puerta.
Kurama estaba vestido y esperando que Hiei despertara. Sus orejas bajas, su mirada en el suelo, sus manos juntas sobre sus rodillas.
"¿Cómo te sientes?" preguntó luchando contra un bostezo que quiso escaparse.
El youko lo miró apenas y asintió con la cabeza luego de contestarle q estaba bien.
Hiei se acercó a él, preocupado aún y la criada insistió con la puerta.
"El amo Yomi lo llama" dijo.
Era verdad, tenía que hablar con su padre acerca de esta situación. Pero mejor era no desafiarlo ni hacerlo enojar más.
Le acarició las orejitas a Kurama y salió de la habitación a enfrentarse con Yomi.
Su padre aguardaba en el comedor, enojado porque lo estaba haciendo enojar. Ya sabía que había pasado la noche con ese zorro asqueroso. Ya sabía que se moría por estar con ese youko inmundo y no iba a permitir eso.
Hiei entró al comedor y ocupó su asiento al instante. Se miraron los dos fijamente, como si no supieran como empezar. Pero no podía postergar esta situación ni un minuto más.
"Padre… quisiera hablarte de algo importante. Acerca de Kurama."
Entonces no tiene nada de importancia Hiei, ese youko se quedará en su habitación hasta que vengan por él. Así que no sé que quieres conversar.
"No era de eso, te lo aseguro… es que… no me gusta como lo tratas. Anoche, casi muere por los golpes que le diste y…"
"Y a Karasu no le importará mucho, te lo aseguro. Puede conseguirse otro youko. No entiendo porque te preocupas tanto por ese asqueroso zorro."
Hiei no podía creer lo que oía, aunque sabía lo sangre fría que podía ser su padre a veces. Pero
porque este zorrito, porqué Kurama…
Se quedaron en silencio ambos. Hiei no podía tragar la comida porque por alguna razón, tenía un sabor amargo.
"Padre… te pido que no vuelvas a hacer lo de anoche. Por favor."
Yomi sintió que no podía creerle a sus oídos. Esto era peor de lo que se esperaba. No podía creer lo que estaba oyendo.
"No estas en posición de pedir nada Hiei. ¿Acaso no te das cuenta de que ese zorro te está utilizando? Trata de ganarse tu compasión y tu lástima para apenas pueda, escaparse. No te das cuenta de las cosas Hiei, porque estás demasiado preocupado por que se acueste contigo. ¿O me equivoco?"
Las mejillas se le encendieron al oír esas palabras. ¿Cómo podía decirle eso? Enmudeció un instante, no sabía que responder, porque en el fondo era cierto, quería al zorrito, pero sonaba horrible en los labios de su padre.
Yomi se dio cuenta que la conversación había terminado. Dejo a Hiei sin palabras, sin argumentos ni nada. Pero no se sentía bien después de todo. Tampoco podía quitarse al zorro de la cabeza.
Terminaron el desayuno y ninguno de los dos se vio el rostro el resto del día.
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El día estuvo por demás aburrido. Durmió un poco más de la cuenta, para que su cuerpo sane más rápido. Apenas pudiera levantarse volvería a escapar.
Se la pasó recostado mirando por la ventana, el campo. Como deseaba correr de nuevo sobre el pasto y revolcarse sobre la hierba. Si cerraba los ojos aún podía sentirla bajo sus pies descalzos. Extrañaba su casa, lo verde que eran las praderas, lo fresca del agua del río a donde le encantaba ir a remojarse horas de horas.
Cuando era pequeñito todo era lindo. Dormía sobre pasto seco al que le su mamá le había puesto una sábana encima para que no le escueza la piel. Ella tenía una cama en la que él se metía cada vez que quería abrazarla. Jugaba todo el día y a veces la ayudaba con sus cosas. La acompañaba al mercado que quedaba más o menos lejos a que ella compre cosas para la casa. Iba de su mano siempre. Ella le lavaba la cara con agua fresca del río y peinaba su cabello con un peine de madera.
Eran muy felices. Un día que estaban en el mercado ella se empezó a comportar de modo extraño. Se puso muy nerviosa y sus manos transpiraban. Él no paraba de molestarla porque ya era tarde y no habían comido nada. Su barriguita sonaba mucho. Ella no quería que la molesten. Lo levantó y sentó en uno de los puestos del mercado. Se arregló el cabello y su vestido viejo. La vendedora le dijo que se veía bien y entre ellas empezaron a bromear. No entendió que pasaba en ese momento. Se distrajo jugando con un gusanito que sacaba la cabeza por un hueco de la madera. Ella se alejó un poco.
Cuando volteó a verla estaba conversando con un youko adulto. Era tan alto como un árbol y tenía el cabello largo amarrado en trenzas y con adornos. El youko miraba distraído mientras ella sólo tenía ojos para él.
No supo que hacer, así que se bajó de donde estaba, llevando a su gusanito consigo… se acercó a ambos y se pegó a la pierna de su mamá. Desde ahí pudo contemplar al enorme youko, más descomunal cuando lo tuvo en frente.
Ella sonrió nerviosa y trató de hacerlo a un lado. Algo malo ocurría.
Al parecer su presencia no era apropiada en ese momento, así que ambos se despidieron y el regreso a casa fue silencioso.
Días más tarde, de quedarse en casa solito esperándola ese mismo youko llegó a su puerta. Pudo saber que estaba ahí por el sonido de sus pasos al acercarse. Cuando estuvo frente a la puerta ella corrió a recibirlo.
Entraron a la casa sin preocuparse por él. El youko se sentó en una silla de madera, mientras ella acomodaba las cosas que trajo. Sus ojos dorados lo buscaron por la habitación hasta que dieron con él, escondido entre las sombras de la casa.
Le sonrió. Pero su sonrisa no fue agradable.
Ella les sirvió que comer y no le quitaba los ojos de encima. Pero mientras él estaba comiendo, el youko se levantó y atrapó a su mamá de la cintura. La levantó como si ella fuera una flor y la echó sobre la mesa.
Ella se reía, al parecer el youko le hacía cosquillas cuando enterraba su cabeza en el cuello de su mamá. No podía saber que pasaba, si algo malo o algo bueno. Se dieron cuenta que estaba ahí cuando ella estiró su mano y el pequeñito la tomó asustado.
Rápidamente, ella le dijo que saliera a jugar afuera. Que trajera agua del río, que fuera por algunas hierbas al bosque…
Pero él respondió que había bastante agua almacenada y que …
En ese momento el youko tomó el recipiente de agua y lo vació frente a sus ojos.
"Muévete."
No se atrevió a desobedecerlo. Nunca lo desobedecía… luego de esa vez.
Estuvo soñando despierto, recordando a su mamá y cuanto la extrañaba. Ya estaba afuera oscuro y había una luna enorme y brillante afuera.
Sonidos de pasos en la puerta. De repente le traían algo de cenar, aunque no tenía hambre. Se quedó donde estaba mirando por la ventana. No hizo caso cuando la puerta se abrió, no hizo caso cuando pasos se acercaron a él. Sólo reaccionó cuando sintió un tirón brutal en su cabello.
"Estúpido youko…"
Y lo aventó sobre la cama. Kurama en silencio se preparó para lo que venía. Automáticamente se acomodó en la cama esperando que el amo Yomi le diera sus siguientes instrucciones.
"Quiero que hagas algo, zorro idiota…."
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Estaba soñando con Kurama, a pesar de lo que su padre le dijo en la mañana, no sabía si de verdad quería tener al youko. Todas las noches soñaba que entraba en su habitación, se desnudaba y él le acariciaba hasta que quedaban exhaustos. Las mejillas se le encendían y un calor invadía su cuerpo. Le entraban ganas de correr a su lado, pero lograba calmarlas deslizando su mano bajo su cintura.
Se la pasaba la noche en esas faenas, manchando sus sábanas, pensando en Kurama. Soñando que se subía sobre él, que frotaba su cuerpo sobre el suyo. Casi podía sentir su cabello rozar sus mejillas y sentir sus labios recorriendo su cuello. Nunca había tenido un sueño tan real y tenía miedo de abrir los ojos porque sabía que iba a desaparecer la fantasía.
A sus oídos llegó la respiración ahogada de Kurama, el perfume de su cabello a su nariz y los ojos se le abrieron como puertas.
Ku…rama….
El zorrito estaba sobre él, acariciándolo con sus labios, recorriéndolo con su lengüita caliente. Este era el mejor sueño que había tenido hasta ahora, no… no era un sueño.
Abrazó a Kurama devolviéndole las caricias y sus bocas se unieron en medio de estas. Era lo más maravilloso del mundo, ahora sentía que iba a explotar de felicidad.
Kurama abandonó el beso y deslizó su boquita por la garganta de Hiei, por su pecho, acariciando sus pezones, rodeándolos con la lengua. Poco a poco hasta llegar al ombligo. Hiei casi muere cuando el zorro llegó a donde su mano se encargaba de hacerlo sentirse bien.
Tiró la cabeza para atrás mientras dio un grito de placer, mientras Kurama rodeaba con su boca su miembro. Se recuperó para ver que es lo que hacía el youko que se sentía tan bien. Y casi muere cuando lo descubrió con sus propios ojos. Colocó una de sus manos sobre el cabello del zorrito, acariciándolo suavemente, como si fuera una muy buena mascota.
Estaba a punto de volverse loco, a punto de morirse, era demasiado. Sentía que iba a estallar, pero Kurama seguía ocupado allá abajo.
Hiei suspiró aliviado y le echó una mirada a Kurama. Lo miraba con curiosidad, como si no supiera que hacer ahora. Él mismo no sabía que hacer ahora, lo haría echarse en la cama y dormir juntos como la noche anterior, o de repente iba a seguir con lo que estaba haciendo.
Kurama no supo que hacer. Ya sabía como actuar con Karasu, sabía como reaccionar con Yomi, ahora debía descubrir como comportarse con Hiei. Se dejó llevar por él cuando lo hizo echarse en la cama. Estaban ambos totalmente desnudos, así que eso facilitaba las cosas.
Una vez recostado abrió un poco las piernas, preparándose para lo siguiente, cuidando de que su colita no estorbara en el proceso. Pero Hiei no se echó sobre él. Para su sorpresa se arrodilló frente a sus piernas. Igual, las separó un poco más para facilitarle las cosas y cerró los ojos esperando que le doliera un montón. Pero los tuvo que abrir de la sorpresa que le causó sentir que Hiei intentaba hacerle lo mismo que le hizo hace un rato. Se incorporó aterrado, esto no estaba bien…
"Amo… Hiei… que.. está…oo ohho"
Hiei sonrió al ver el rostro del youko transformarse. Menos mal había visto como lo hacía Kurama, porque lo hizo igual. A pesar de que el youko protestaba.
"Amoo.. es..toooo no esta bieeeeeennn… nnoo nhnnn yooo debo hacerlooolooo yoo…ahaa amoooooo Hiiiiieiiiiiiiiiiiiiii"
Sus grititos eran deliciosísimos, lo iba a hacer explotar también. Ya no podía esperar para ver eso. Pero el youko recobró la compostura y lo detuvo.
"Nooo, amo Hiei esto no está bien… yo debo hacer eso a Ud. Yo debo… no Ud. amo"
"Shhh Kurama, obedéceme sí… yo quiero hacértelo… así que está bien…"
"Nooo amo… no.. mejor.. porque no… hacemos lo …otro." dijo a pesar que sabía que se iba a arrepentir luego. No importa iba a correr el riesgo. Quería complacerlo para no tener problemas después.
Se volvió a acomodar en la cama, preparándose para que Hiei se eche sobre él. Se recostó sobre su colita y luego la hizo a un lado para no aplastarla demasiado. De nuevo separó las piernas para que Hiei prosiga, dejándole el camino libre. Este no perdió tiempo y se acomodó entre sus piernas. La verdad que no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo, pero no podía detenerse.
Se echó sobre él para seguir besándolo.
Lo acariciaba y besaba como si se fuera a acabar el mundo. Le mordisqueaba los labios, el cuello, jugaba con su yugular lamiéndola. Kurama hacía deliciosos soniditos como respuesta. Y mientras tanto separaba sus piernas largas. Hiei las tomó y empezó a acariciarlas, señal que le indicó al youko que debía prepararse para lo siguiente.
Pero no vino, Hiei seguía besándolo con hambre. ¿Acaso no se lo iba a hacer? Estaba bien si no lo hacían, pero el amo Yomi dijo que lo complaciera en todo. Pero… no sabía si el amo Hiei quería eso. Pero siempre todos quería hacérselo… él no era la excepción, seguro esperaba que tome la iniciativa.
Kurama separó totalmente las piernas dejando que Hiei repose sobre su cuerpo, se sentía bien después de todo. Movía la colita y esta rozaba en la piel de ambos. Era muy placentero.
Sin saber como, ni porque sintió la necesidad de frotarse contra el youko, y así lo hizo. Seguro por eso se estaba abriendo a él. Se frotó un poco más y luego descubrió que Kurama gimoteaba de placer. Sus ojos cerrados, su rostro húmedo… estaba fascinado.
Kurama no podía resistir más… si seguía así iba a explotar, así que decidió que una dosis de dolor calmarían esos impulsos. Descendió una de sus manos y atrapó el miembro de Hiei. Lo condujo gentilmente a la entrada… y esperó que Hiei hiciera el resto. Pero Hiei estaba en otra… fascinado, en las nubes conducido por su adorado zorrito. Cuando lo tocó ahí de nuevo, cuando empezó a tocarlo otra vez… Hiei no pudo contener un grito de placer…. Esto era delicioso.
El zorrito ahogó un gemido moridiendo la almohada mientras que Hiei empezaba a moverse.
Kurama empezó a gritar…
Se sentía tan bien… ahora si iba a volver a explotar…. No podía más… abrió los ojos para ver a su adorado Kurama. Quería ver cuanto lo estaba disfrutando… pero en vez de eso descubrió que lejos de disfrutarlo estaba llorando.
Kurama…. Susurró… estaba lastimando a Kurama y no lo había notado… Se detuvo sin quere continuar, un segundo, pero el deseo era mayor… Ocupó la boca de Kurama con sus labios, fundiendo sus gritos dentro de su boca….
Kurama se sintió en el cielo… nunca antes sintió algo parecido…
Hiei continuó moviéndose despacio primero, luego más rápido, sin dejar de frotar al zorrito… Kurama se abandonó sobre la cama, bajo el cuerpo de Hiei porque sentía que se estaba muriendo de placer.. y ya no le quedaban fuerzas para contenerse.
"HI eeeiiii amoo Hiiieee ... a mooo…"
Murmuraba el zorrito en medio de gemidos ahogados y grititos placenteros…
No había nada más que deseara Hiei en ese momento, quería que lo hicieran juntos… redobló las caricias sobre el cuerpo de Kurama... Kurama se deshizo en gemidos… ya no podía controlarse… apretaba las sábanas para evitarlo… pero no pudo más…
"Ammooooo Hiiiiiiiiiiiiiiiiiiieeeeeeeeeeeeeeeiiiiiiiiii"
Hiei sonrió al ver como el zorrito perdía el control y gemía descontrolado…
"Kuramaaa…."
El zorrito se incorporó casi maquinalmente dispuesto a limpiar el desastre sobre el abdomen de Hiei… estaba, los dos estaban mojados. Su lengüita recorrió los hilos salados sobre la piel de Hiei mientras este trataba de recuperar el aliento….
Finalmente no pudo más y cayó sobre la cama rendido….
Jaló consigo al zorrito y lo abrazó… apretándolo contra su pecho….
Lo había hecho bien… pero ya era hora de irse… pensaba el zorrito… ahora el amo Yomi iba a estar complacido por todo esto. Iba a estar conforme por lo que lo había hecho hacer… No podía negar que lo había disfrutado mucho…. Pero eso no debía saberlo nadie… Deseando quedarse un rato más al lado de Hiei, disfrutando el calorcillo delicioso…. Se puso de pie... Listo para salir de ahí..
Pero Hiei lo tomó de la mano… rozando con su colita sedosa… y lo hizo echarse de nuevo en la cama... No había prisa de que se fuera… después de todo la noche aún no terminaba y su sueño delicioso tampoco.
Continuará...
