Nada me pertenece. Yo sólo hago un fic. Este capítulo también ha sido editado. La versión original la encuentras en mi pag Web.
6. Save me
Yomi se mostró complacido al ver la cara de felicidad de Hiei a la mañana siguiente de que enviara al zorro a su misión. Para algo servía ese zorro idiota. Pero ahora que Hiei estaba tan contento era hora de disfrutarlo él mismo. Desafortunadamente para él, necesitaba salir y lo más probable era que no volviera hasta la noche. Luego tendría la oportunidad de disfrutarlo.
Así que salió de la casa sin preocuparse por el zorro que permanecía encerrado en su habitación y por Hiei que se veía más feliz que nunca. Ya a su regreso se encargaría de ponerse al día con el youko.
Apenas Yomi puso un pie fuera de casa Hiei no se despegó del lado de Kurama. Entró a su habitación, donde el zorrito se estaba terminando de vestir y se lanzó sobre él. Kurama lo recibió sonriendo.
Se echaron en la cama rodaron en ella hasta caerse. Muertos de risa, muertos de felicidad. Hiei lo cubría de besos y eran muy placenteros. No tiraba de sus orejas y dejaba en paz su colita tan sensible. Trataba de darle placer y no lastimarlo para nada… era sumamente delicioso.
De tanto rodar en la cama Kurama perdió la ropa que traía puesta. Desnudo bajo Hiei estaba listo para empezar. Así que lo ayudó a sacarse su porción de ropa y la lanzaron a un lado de la cama. Se miraron un segundo y en el siguiente se dedicaron a acariciarse y besarse hasta quedar rendidos. El día recién empezaba y ya estaban disfrutando a lo grande.
Una criada los sacó de la cama, cuando tocó la puerta para ingresar a hacer el aseo. Se levantaron perezosamente y se vistieron a medias. Bajaron las escaleras de la casa riendo a carcajadas.
Terminaron en el jardín, tumbados en el pasto.
Kurama debajo de Hiei, riendo como nunca. Se quedaron en silencio luego de rodar sobre la hierba fresca, pensando, agotados, mirando al cielo.
Era cierto que se estaba divirtiendo mucho con Hiei, pero no podía olvidarse de su principal propósito. Si es que no conseguía huir antes de que su amo Karasu vuelva por él, estaría perdido. Suspiró pensando en que pronto iba a volver y prefería morir antes de tener que regresar con él.
Volteó a ver a Hiei, dormitando bajo los rayos del sol. Se veía tan tranquilo, tan frágil, tan distraído. Quizá este era el momento preciso para huir. Se puso de pie de un salto, pero Hiei no abrió los ojos. Estaban bastante cansados ambos.
Kurama se acomodó el obi desecho por los jaloneos y revolcones. Se acomodó el cabello y dio un pasito corto. Luego otro, inaudible. Pero se detuvo, no podía hacerle esto al amo Hiei, no después de lo bueno que había sido con él.
Se sentó a su lado, de nuevo. Se acostó entonces a su lado, dejando que los rayos del sol le cubrieran el rostro. La hierba bajo su espalda era tan verde y suave como la de su hogar. Sus praderas, en las que corría cuando era un cachorrito.
Disfrutaba mucho revolcándose sobre la hierba húmeda luego que llovía. Aunque su mamá siempre lo regañaba por hacer eso. Ella nunca se enojaba con él, hasta que el otro youko llegó.
El recuerdo del otro youko aún lo perturbaba. Parecía que lo iba a ver en cualquier momento, con su risa retorcida, su cabello larguísimo y lleno de adornos. Desde que llegó a la casa lo perturbaba tenerlo cerca.
Nunca hubo espacio en la casa para los dos. Cuando ese youko llegó, él tuvo que salir. Empezó a dormir fuera de casa, porque su mamá y él siempre estaban muy ocupados por las noches y él debía dejarlos solos.
Ella al principio protestó pero luego cedió a lo que Shion quiso. Siempre lograba convencerla. A pesar de que sabía que su mamá lo amaba mucho, empezó a tener sus dudas una vez Shion entró en sus vidas.
Él era como una tormenta. De pronto aparecía y todo el panorama cambiaba. Para mal, en el caso de Kurama. Nunca se pudieron llevar bien, ni desde que llegó, ni cuando se fue de su hogar. Shion a penas lo vio, visualizó en el cachorro, un estorbo del cual debía deshacerse y pronto.
Pero claro, no iba a sacárselo de encima sin obtener algún provecho. A pesar de que la presencia de Shion era insoportable, los momentos que podía pasar con su mamá eran placenteros. Ella antes de sucumbir completamente ante la voluntad de Shion, todavía se preocupaba por él.
Pero poco a poco el youko fue invadiendo su territorio. Primero se apoderó de la casa, luego de toda la atención de su mamá.
No pudo evitar comportarse como un cachorro celoso. Extrañaba a su mamá, extrañaba quedarse a solas con ella. Pero una vez llegó Shion, lo desplazó completamente. Así que pasaba los días, solitario, jugando entre las plantas que rodeaban la casita de madera. Llevando para su mamá agua del río y remojándose horas de horas en el agua. Volvía al atardecer sucio y solo. Su mamá al principio no le decía nada, pero una vez que Shion le dijo que era el cachorro más desaliñado y horrible del mundo, su punto de vista cambio.
Ella entonces empezó a acicalarlo, con tal de que Shion estuviera complacido. Le cepillaba la cabellera roja con un peinecillo de hueso y tiraba de sus cabellos. Lo hacía llorar al jalarle los mechones pero lograba dejarle el cabello brillante y ordenado. Todo para que le pareciera más bonito a Shion, sólo por complacerlo.
"¿En qué piensas Kurama? "
Hiei lo miró curioso al ver que el zorrito miraba al horizonte.
"En nada en especial, amo Hiei. Es sólo que… pensaba…en mi casa…" Susurró agachando su cabecita. Sintiéndose muy triste de pronto.
"Me imagino que debes extrañar tu casa… a tu familia… ¿tienes familia? "
El zorrito bajó más la cabeza, al parecer despertó algún recuerdo muy triste en él.
"No señor Hiei… a nadie. "
Hiei se incorporó y besó los labios secos del youko. Acarició el cabello rojo que escapaba de su lugar y cubría su rostro en ese momento, movido por el viento. Tenía ganas de hacer algo por él, algo que de verdad le gustara mucho. Pero ¿qué podría ser?
Kurama se veía profundamente triste… de repente le haría bien salir a algún lado. ¿Pero dónde?
Además a Yomi le iba a provocar una úlcera el enterarse que habían ido a algún lado, pero no tenía que enterarse después de todo.
" Kurama, quiero que me prometas algo. "
El zorrito volteó sorprendido. ¿Qué podía ser?
"Quiero que no intentes escapar. ¿sí? No quiero que tengamos problemas con mi padre de nuevo. "
Kurama no podía creer lo que oía. ¿De qué estaba hablando? Maquinalmente movió la cabeza asintiendo. Hiei se agachó a su nivel y lo levantó en sus brazos. Lo llevó cargado hacia los límites de la casa. Luego lo puso en el suelo.
"Quiero mostrarte algo… ven conmigo. "
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Luego de caminar un ratito, internados en el bosque que estaba detrás de la casa, llegaron a un claro en donde había un lago cristalino. Al ver el lago se acordó de su hogar, de su enorme patio de juegos a los que tenía que recurrir para huir de Shion. Todos esos eran malos recuerdos, pero la presencia de Hiei las apartaba de su mente, al tenerlo a su lado. De pronto le entraron unas ganas de quitarse la ropa, como lo hacía cuando era cachorrito y lanzarse al agua. Pero no se atrevió a hacerlo.
Se sentó tranquilamente al lado de Hiei. Pero cuando se dio cuenta este ya estaba semidesnudo y listo para saltar al agua.
"Vamos Kurama ¿No quieres darte un baño? "
No tuvo que repetírselo. Al momento estaban los dos metidos en el agua.
Chapotearon un rato, salpicándose mutuamente. El youko se había desvestido completamente e invitó a HIei a sacarse lo que le quedaba de ropa. El zorrito no usaba ropa interior, como lo había podido constatar personalmente Hiei. Así que libres de esas barreras pudieron entregarse al placer.
Hiei rodeó al youko con sus brazos y lo jaló hacia su cuerpo. No encontró protesta alguna, al contrario pudo constatar que Kurama estaba tan entusiasmado como él. Todo era cuestión de acomodarse… a pesar de que el lago no era muy profundo. Empezaron con los besos y las caricias y terminaron buscando una buena posición. Hacerlo bajo el agua era tan excitante.
Kurama se puso de espaldas a Hiei para facilitarle la vida, pero su colita espesa dificultaba las acciones. Así que se acercaron a la orilla. Apenas estaban saliendo un poco del agua Hiei aprovechó para atrapar al youko. Se lanzó sobre él cayendo ambos sobre la tierra húmeda. Se revolcaron un momento peleando por quien iba a ir encima.
Hiei ganó la partida y se subió sobre el zorrito. Kurama lo miraba desde el suelo con el cabello enlodado y los ojos brillantes. A pesar de que ambos estaban muy sucios. Kurama era el ser más perfecto de la tierra. No le interesó el lodo en su cuerpo, empezó a besarlo y mordisquearlo suavemente. Kurama se abandonó completamente en sus brazos y dejó que despacio muy despacito entrara en él.
Ahogó un gritito en la boca de Hiei. Pero este lo apretó más. El zorro gritó un poco más y sus grititos espantaron a las aves.
Hiei no podía más. Cayó rendido sobre Kurama. Ambos cubiertos de lodo, sudorosos. Pero el zorrito no tuvo suficiente, dejó que Hiei se apoye en el suelo húmedo y él se encargó de prepararlo para otra ronda más.
"Kuramaaaa. " Era fantástico… sus labios y su lengua.
El zorrito intentó responderle con la boca llena, lo que provocó una carcajada en Hiei. Pronto estaba listo para otra ronda más, pero el youko tenía intenciones de estar encima esta vez. Lo iba a complacer sin duda.
Kurama se acomodó encima de Hiei. De nuevo gritó sin poder contenerse… y se movía ayudado por las manos de Hiei que se posaron sobre sus caderas. Era tan placentero… tan delicioso… aunque no podía negar que sentía dolor.
Kurama estalló con un gemido profundo… Hiei estalló al ver a su youko caer sobre su pecho, limpiándolo con cuidado. Hiei alejaba la tristeza de su lado, alejaba todo lo malo. Lo hacía sentir tan bien.
Hiei lo abrazó llevándolo a su lado. Kurama apoyó su cabeza en su pecho, exhausto.
"Amooo Hiei… estuvo muy bueno… "susurró en su oído apenitas, antes de que el sueño lo venciera. Tenía que aceptarlo, era muy feliz.
"mmm Sí Kurama… tú lo haces estupendo… lo disfruté mucho…" se quedó en silencio un momento, recuperando el aliento.
Sin querer el cansancio los venció y ambos se quedaron dormidos. Recuperando fuerzas para más tarde, para luego seguir disfrutando más momentos juntos.
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Kurama abrió los ojos y descubrió oscuridad espantado. Se había hecho de noche y ahora corría junto a Hiei, suplicándole que no dejara que su papá lo mate esta vez. Tenía tanto miedo… ahora si que se habían metido los dos en problemas. Mientras se estaban vistiendo Hiei le prometió que no dejaría que Yomi lo lastimara porque iba a afrontar toda la culpa, pero ambos sabían que ero no era suficiente.
Entraron por la puerta de atrás de la casa. Una de las criadas le dio una mirada de lástima al zorro. No había nada que hacer… estaban aún sucios por el lodo. Llegaron a la escalera y se encontraron con Yomi que los miraba furioso.
Se acercó a ambos en silencio.Hiei tomó la palabra como había prometido.
"Padre… déjame que te explique…"
Yomi no lo dejó continuar porque le dio una bofetada sonora. Kurama casi se muere de la impresión…
Hiei no podía creerlo y no salió de su asombro hasta que Yomi volvió a la carga.
"Tú… ven acá, zorro estúpido. Hiei a tu habitación y no sales de ahí hasta que yo lo ordene y esta vez me vas a obedecer.
Hubiera querido obedecer pero no podía moverse de la impresión. Lo miraba con ojos muy abiertos…jamás lo había golpeado… jamás…
Yomi agarró a Kurama del cabello y una oreja y lo aventó contra la escalera. Lo pateó un poco para reafirmar la orden que le dio. El zorrito obedeció en silencio, pero sin dejar de mirar atrás… buscando alguna reacción de Hiei… él lo había prometido.
Pero Hiei no se movió. Yomi subió con el zorro para ajustarle cuentas… Hiei no cumplió su promesa.
Kurama recibió un par de golpes en la espalda antes de que Yomi lo arrojara al cuarto de baño. Le ordenó bañarse en 5 minutos. El zorrito temblaba y apenas pudo cumplir la orden con presteza. Bajo la atenta mirada de Yomi, apenas si quedó limpiecito.
Yomi lo hizo ponerse un traje blanco que estaba preparado sobre la cama ya apenas se ató el obi lo sacó a empujones de su habitación. Ahora si que iba a cobrarle la desobediencia la youko. Lo llevaba a su habitación donde sin duda lo iba a matar a golpes… y Hiei no iba a poder hacer nada por ayudarlo.
Lo condujo a empellones a través del pasillo y cuando estuvo frente a la puerta de la habitación de Yomi este lo estrelló contra esta. La puerta se abrió y Kurama casi muere de la impresión.
"Veo que tú también me extrañaste… mi mascota."
Kurama empezó a temblar de nuevo y volteó a un lado y al otro buscando algún lugar por donde huir. No podía estar pasando esto… sabía que el día iba a llegar pero no esperaba que tan pronto… no ahora.
Yomi detrás de él prevenía algún intento de fuga. Lo empujó y fue a dar a los brazos de su legítimo amo.
"Mi mascota… tengo tantas ganas de jugar contigo ahora… y si Yomi tiene el agrado de acompañarnos mejor… "
Karasu estaba emocionado, lo pudo sentir apenas sus cuerpos chocaron.
El youko quiso retroceder pero no pudo porque las garras de Karasu ya estaban prendidas de sus bracitos. Lo hizo entrar jalándolo porque por nada del mundo el zorrito iba a entrar por las buenas. Pero eso era más divertido después de todo.
Karasu retrocedió jalando el youko hacia sí y Yomi lo empujó hacia adentro. EL zorrito quedó al medio de los dos, a merced de ambos.
De un tirón Yomi le deshizo el obi y lo dejó caer al suelo. El kimono que traía puesto se abrió dejando su cuerpo al aire. Karasu sonrió al ver este espectáculo y retiró el kimono de su cuerpo jalándolo de los hombros… la tela cayó dejando al zorrito desnudo y asustado.
"Te extrañé mucho zorrito… "
Su amo lo agarró del cabello y empujó su cabeza hacia abajo, forzándolo a arrodillarse. Lo hizo con tanta fuerza que Kurama cayó de rodillas frente a él.
" Mucho…."
El youko reprimió unas cuantas lágrimas… no podía estar pasando esto, de nuevo.
"Estar tanto tiempo sin mi mascota me ha puesto muy ansioso. Ven… "
A sugerencia de Karasu llevaron al zorrito lloroso a la cama en donde lo tumbaron. El verlo echado ahí, tan asustado… tan indefenso…
"Ven acá mi preciosa mascota… para que Yomi vaya primero. "
Y así fue,
Kurama no gritó porque su voz se atoró en su garganta.
Hiei, Hiei pensaba… Hiei ven a salvarme… pero nada lo iba a librar de esto. Ese era su destino, ser la mascota de Karasu y así sería hasta el final de sus días. Así sería porque no podía ser de otra forma. Hiei no lo iba a salvar, era un tonto por si quiera pensar algo así.
Quería morir, prefería morir antes de seguir siendo el juguete de todo el mundo. Primero de Shion, luego de Karasu y ahora de Yomi. Hasta Hiei jugó con él y luego lo abandonó en un rincón. No era posible, ya no quería seguir viviendo, no podía soportar más… estaba dispuesto a acabar con todo esta vez.
Kurama estaba a punto de estallar en lágrimas. No quería hacerlo de nuevo, no quería hacerlo nunca más con ellos. Pero desde cuando él podía querer algo… no tenía de otra que someterse a las órdenes de sus amos. Se acomodó dejando que Yomi le levante las caderas y se ponga en posición. Cerró los ojos para contener sus lágrimas.
Pero no pudo más y estalló en llanto.
Era tan tonto, tan débil. No podía rendirse esta vez. Si algo podía hacer es lograr terminar todo esto. Si no podía escapar de ese lugar entonces lo haría de otro modo y para siempre.
Hiei terminó de tomar su baño reparador. A pesas de que aún estaba medio sorprendido por la actitud de Yomi, no podía dejar de preocuparse por el zorrito. Salió del cuarto de baño dejándolo inmundo de lodo. Habían pasado muy buenos momentos y no quería que terminaran de este modo. Pero no podía ir en contra de su padre, eso no podía ser. Pero por otro lado lo más probable era que Yomi lo matara a golpes… así que mejor era intentar razonar con él. Eso es lo que haría entonces, aunque sabía que tenía las de perder en este asunto. Yomi podía ser tan necio.
Estaba en todo vestirse cuando a sus oídos llegaron los gritos desgarradores del pobre youko. Yomi lo debía estar matando por como gritaba. Sin perder más tiempo abandonó su habitación desobedeciendo totalmente a Yomi.
Algo estaba muy mal, nunca había oído a Kurama gritar de ese modo, Yomi lo debía estar matando.
Llegó a la puerta de la habitación y vaciló un momento. Pero la voz de Kurama lo hizo golpear la puerta hasta abrirla. Se quedó paralizado al ver el espectáculo que tenía al frente.
"¡Padre!" susurró perdiendo el aliento. "
Continuará...
