Ninguno de los personajes de YYH son mios.. Yo solo escribo fanfic nada mas. No se olviden de dejar sus comentarios. Este capítulo ha sido editado. La versión original la encuentras en mi pag web.



8. Let me forget

Igual no podría dormir por más que lo intentara. Así que la conmoción afuera de su habitación lo sacó de la cama. En el aire aún podía percibir el aroma desesperante de Kurama. Abrió la puerta despacio mirando por una rendija para ver que estaba ocurriendo. Algo debía ocurrir para que en la madrugada su padre y varios sirvientes dieran vueltas por la casa.

Estiró un brazo por la rendija de la puerta y atrapó a una de las criadas que pasaba justo por enfrente de su habitación.

"¿Qué ocurre?"

Preguntó a la misma criada que lo había ayudado con el youko unos días antes. Kurama de nuevo, no lo iba a poder sacar de su mente tan fácil.

La chica apenas se recuperó del susto de ser absorbida dentro de la habitación y alcanzó a balbucear algo.

"El youko amo, se ha escapado. El amo, lo va a cazar. Lo va a matar amo. El pobre zorrito, amo."

La chica sufría por recuperar el aliente y Hiei la dejó ir. Así que Kurama se había escapado. Pues sería mejor que no se dejara atrapar porque si no sería el fin para él. Intentó regresar a su cama pero no podía hacerlo sin preocuparse por Kurama.

Salió de su habitación en busca de Yomi. Lo encontró apunto de salir en busca del zorrito.

"Veo que saliste de tu habitación y por qué motivo. No es necesario que me digas nada ya sé que vas a decir, Hiei. Pero tu adorado Youko esta vez firmó su sentencia de muerte. Intentó matar a su amo así que ahora apenas lo atrape va a pagarlas todas."

Hiei no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su columna vertebral. Pero ¿Por qué tenía que preocuparse por ese zorro estúpido? Por ese traidor repugnante. No debía importarle en lo más mínimo lo que le suceda.

"Así que Hiei puedes regresar a tu habitación a esperar por tu estúpido zorro que va a regresar con los pies por delante."

Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios finos de Yomi.

"Voy contigo." le respondió arrebatándole el arma que tenía en las manos.

Yomi no pudo evitar devolverle una mirada de sorpresa. Hiei hablaba en serio y ese zorrito si que iba a regresar como alfombra para la casa.

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Podía estar en cualquier lugar. Pero a Yomi se le había metido que debía estar en algún lugar del bosque aledaño. Sería porque habían encontrado rastros de sangre en la hierba que rodeaba el jardín de la casa. Ese zorro era lo suficientemente estúpido para volver, o es que estaba demasiado herido.

Igual no iba a llegar muy lejos. Ese zorro idiota.

Yomi y un grupo de sus sirvientes se internaron en el bosque con lámparas en busca del zorro. Sabían que lo iban a atrapar y Yomi no podía esperar para apretarle las orejas de nuevo y llenarlo de patadas. Lo iba a matar esta vez. Se iba a librar de ese maldito zorro de una buena vez. Hiei al parecer estaba decepcionado del maldito youko, porque se había unido a la cacería. De todas maneras debía tenerlo bien vigilado.

Caminaron durante buena parte de la madrugada y al youko se lo había tragado la tierra.

Harto de la perseguir al aire y no poder dejar de pensar en Kurama, en lo bien que sentía en sus brazos, lo suaves de sus labios. Estaba tan cansado de todo que decidió separarse del grupo por un rato. Se escabulló de la vigilancia de Yomi y se internó en el bosque, en busca de su lugar favorito.

Ese claro en el bosque era un lugar maravilloso. EL lago en el centro, rodeado por árboles enormes al cual solo se podía acceder entrando a una cueva escondida. Era un lugar tan perfecto porque sólo él sabía como entrar. Él y el estúpido zorro.

Hiei se deslizó entre las rocas que daban la entrada al escondite perfecto cuando el fuerte olor que desprendía Kurama lo golpeó. Estaba ahí, podía apostar su vida en ello. En algún lugar de ese claro estaba el youko escondiéndose del mundo.

Y efectivamente, no tuvo más que avanzar y el youko salió de entre las sombras. El terrible perfume de su cabello lo delataba, sólo tenía que seguirle el rastro. Se veía muy mal, solo verlo hizo que se sintiera muy mal

"¿Por qué viniste? Debes ser más idiota de lo que ya sabía que eras."

Kurama lo miró resentido al oír semejantes palabras. Esperaba un mejor recibimiento, debía confesarlo. Bajó las orejitas preguntándose si después de todo fue una buena idea salir a la luz. Pero no podía evitarlo, con Hiei tan cerca, su voluntad se turbaba.

"Hiei, vine porqué no tengo a donde ir."

"Eso es obvio. Eres un idiota Kurama. ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu amo? Estas en graves problemas"

Era lógico que pensara eso, claro, Hiei era uno de ellos. Que tonto era en tan solo pensar que para él sería diferente. Ahora si que estaba perdido, vino a buscar a Hiei no sólo porque en su jardín se encontraban las hierbas curativas que lo iban a mantener vivo por un tiempo, sino porque en el fondo pensaba que lo iba a salvar.

Que lejos de la realidad estaba.

"Hiei por favor no me lleves con ellos de nuevo. Por favor, prefiero morir antes que regresar a su lado. Por favor."

Hiei lo miró sorprendido pero se mantuvo en su posición. Este zorro era un mentiroso, un traidor. No podía creer ni una sílaba que saliera de su boca.

"Kurama, no hagas esto más difícil. Debes regresar a donde perteneces."

Aquellas palabras no pudieron sonar más terribles en otros labios. A dónde perteneces, se había preguntado muchas veces. Alguna vez creyó que pertenecía al bosque, al río plateado, a los campos verdes, a la cabañita de madera que se erguía sobre la colina. Pero nunca al lado de su madre… junto a ella no. Definitivamente no. Entonces a dónde. A su amo sin duda. A aquél sujeto que disfrutaba lastimándolo de todos los modos posibles, haciéndolo sentir que no era más que un objeto con el cual se podía divertir cuanto quisiera. No era más que una cosa la cual no podía pensar ni sentir nada, sólo lo que su amo quisiera.

Pero Hiei lo hizo sentir de otro modo. Por primera vez desde hacía un largo tiempo alguien lo hacía sentirse así. Como que importaba en algo, como que era algo valioso para alguien. Pero sólo fue una ficción con la que se engañaba para seguir con vida, una fantasía con la que soñaba cada vez que despertaba al lado de su amo sintiéndose lo más miserable sobre la tierra.

Hiei podía ser tan cruel, aún más que sus otros amos. Hiei le hizo creer que sentía algo por él, que se preocupaba por él aunque sea un poquito. Pero todo era una mentira y él era tan tonto que se lo creyó. Después de todo el amo Yomi tenía razón, era un zorro estúpido. Así como Shion tuvo razón en apartarlo de su casa y de su vida, porque era un cachorro horrible.

Ante el pequeño silencio, Hiei empezó a inquietarse. ¿Y si el zorro tramaba algo? No iba a tener corazón para detenerlo y menos para lastimarlo. Sentía la necesidad de saltar sobre él y besarlo hasta perder la conciencia. No podía casi controlarse. Kurama se veía tan frágil, tan vulnerable, como un niño pequeño.

"Kurama…"

El zorrito lo miró y sus ojos lo deshicieron.

"Hiei, amo Hiei… tienes que matarme."

Hubiera esperado cualquier cosa menos eso.

"Por favor…. Si no me puedes salvar entonces mátame. No voy a volver a ese lugar nunca más si no es muerto. No quiero volver con el amo Karasu, ni con el amo Yomi. No quiero que nadie más me vuelva a tocar como ellos lo hacen. Por favor amo Hiei, te lo ruego. Mátame porque si usted lo hace sé que no me va a lastimar mucho."

Se quebró su voz y Hiei no podía dar crédito a sus oídos.

"Por favor… por favor amo Hiei. Por favor."

No podía estar sucediendo esto, tenía que estar alucinando.

Kurama cayó de rodillas frente a él con los ojos hinchados por retener las lágrimas. Apoyó su frente en la pierna de Hiei, sin perder de vista el arma que llevaba en su mano izquierda.

Hiei deambulaba en el limbo. Sabía que no iba a poder hacer nada por él si es que Yomi lo encontraba. Odiaba reconocerlo pero le estaba entrando una lástima profunda hacia Kurama. Pero no ¿cómo podría saber si era verdad todo lo que decía? Una vez más Kurama trataba de ganarse su lastima para poder escapar de ahí. Era esa su única intención y no iba a escatimar esfuerzos en lograrlo. Tal y como hizo cuando se acostó con él y luego con Yomi y … era mejor no pensar en eso.

"Deja ya de fingir Kurama. Deja ya toda tu farsa. Lo que quieres es escapar y no te interesa lo que tengas que hacer con tal de lograrlo."

Kurama levantó los ojos clavándolos en lo de Hiei.

"No me vas a convencer con tus mentiras. Tienes que pagar por lo que hiciste y no voy a ser yo el que se encargue de eso. Levántate que vienes conmigo."

El youko lejos de levantarse cayó al suelo como sin vida. Su frente chocó con el suelo frío. Si Hiei lo iba a sacar de ahí sería arrastrando y muerto.

"Deja de hacer tanto drama. Levántate de una vez."

"No. No estoy mintiendo Hiei. ¿Por qué tendría que mentirte? "Pálido y su voz se entrecortaba por el llanto.

"Si quiero escapar es porque desde que me arrancaron de mi casa mi vida ha sido miserable. Y ya no quiero seguir en esa situación. ¿Acaso no es algo justo? Toda mi vida desde que era un cachorro he pasado de amo en amo y cada uno era peor que el otro. Uno me rompió la cabeza porque vendí en el mercado menos que el día anterior, otro casi me quema vivo cuando me demoré en servirle su comida y ahora…. Y ahora…. Hiei… esta vez mi actual amo me trata peor que todos los anteriores porque me hace hacer cosas horribles. Yo no quiero hacerlo más con él Hiei. No quieroo…."

El youko no pudo evitar gritar de ira. Estaba furioso y asustado. No tenía fuerzas para pelear con Hiei y menos para huir corriendo. Estaba perdido y rindiéndose sin remedio.

Hiei se estaba ablandando a cada segundo. Si es que estaba diciendo la verdad entonces…

Si es que tan solo estaba diciendo la verdad. ¿Cómo podía creerle? No podía creerle. No podía….

Kurama…

No podía estar mintiendo, no podía estar mintiéndole. No era posible… solo quería ganarse su lastima y compasión. Este zorro estaba engañándolo una vez más.

"Ya basta Kurama. Ya basta. Deja el drama a un lado, deja las mentiras. No quiero nada de eso. Es suficiente"

Kurama se incorporó lentamente del suelo. La tela de su kimono hecha trizas, oliendo a sangre seca. Se puso de pie frente a Hiei y lo miró desconsolado. No iba a ir por su propia voluntad, iba a tener que arrastrarlo. Cerró los ojos y suspiró profundamente. Si iba a morir entonces primero iba a tomar un baño.

Soltó los jirones que quedaban sobre su cuerpo y el obi cayó primero. Luego el resto del kimono y Hiei no pudo hacer la cabeza a un lado. Al ver su cuerpo desnudo y maltratado. Avanzó torpemente rumbo al lago a espaldas de Hiei, si lo iba a matar por lo menos le dejaría tener una última voluntad.

Despacio entró al agua oscura y fresca. Cuando era un cachorro disfrutaba tanto remojarse horas de horas en la cascada. Ahí vivía, pescaba, se bañaba, jugaba como el cachorro desplazado que era. Era tan delicioso tumbarse sobre la hierba y secarse al sol. Lo malo fue cuando Shion descubrió su lugar favorito.

Siempre que quería atormentarlo lo buscaba ahí. Como aquella mañana en la que el cachorro más horrible del mundo estaba reposando tranquilamente sobre la hierba de la cascada, donde se había ido para evitar molestar a nadie. Tendido miraba al cielo tratando de explicarse el porque de la nueva actitud de su mamá. Ella se mostraba cada vez más indiferente con el cachorro. De repente estaba molesta con él por lo de la vez que no atendió como debía a Shion. De repente nunca lo iba a perdonar. Eso era muy triste y le estaban entrando ganas de llorar.

Sus orejitas vibraron al sentir pasos sobre la hierba. No podía ser otro que Shion que venía por él. Se levantó despacito preparándose para correr si es que algo malo intentaba. El youko adulto lo miró con el mismo desprecio de siempre.

"Ven aquí inútil."

Kurama nunca desobedecía, menos aún después de que casi lo mata la última vez. Se acercó a él cuidando de no ponerse muy a su alcance. Entonces empezaron a caminar juntos hacia la casa. Algo quería con él ahora, seguro lo iba a regañar por algo que hizo, o de repente que no hizo.

Pero cuando se estaban dirigiendo a casa lo hizo cambiar de ruta. Algo no estaba bien. Se empezó a asustar porque lo más probable es que fuera algo malo para él.

El cachorrito no pudo hacer nada por correr a su casa porque Shion lo tomó de la mano, previniendo que se escape. Apenas alcanzó a darle una última mirada mientras descendían por las colinas hacia el pueblo. Su casita iba desapareciendo despacio conforme iba avanzando, en la ventana le pareció ver la figura de su mamá.

Shion lo llevó al pueblo a donde siempre iba con su mamá. Se detuvieron muy cerca de donde él vio a Shion por primera vez.

Se acercaron a unas carretas cargadas de cosas. Era de esos mercaderes que su mamá solía visitar para comprar cosas. El youkai lo miró fijamente una vez estuvieron frente a él. Shion le dio un empellón que lo mandó a los pies del mercader.

Apenas pudo levantar la cabeza cuando el mercader lo atrapó del cabello y lo hizo levantarse.

"Trato hecho."

Dijo y le tiró a Shion una bolsita marrón que hizo un sonido metálico cuando cayó sobre sus manos.

El cachorro no estaba muy seguro de lo que estaba sucediendo, pero su instinto le dijo que debía correr tanto como le permitieran sus patitas. Pero su cabello seguía atrapado en las garras del mercader. Igual corrió dejando cabellos rojos en su mano.

No llegó muy lejos porque Shion lo atrapó al vuelo. Lo golpeó entonces con su puño y lo mandó al suelo.

Cuidado con la mercancía. No me lo vayas a romper." el mercader lo hizo ponerse de pie de nuevo y esta vez se aseguró de que el aterrado cachorrito no se escape.

Kurama empezó a llorar desconsolado. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Shion quisiera, hasta irse a vivir a la cascada para no molestarlo. Pero no quería separarse de su mamá. Todo menos eso.

Se tiró a los pies de Shion enjugándolos con sus lágrimas.

Por favor…. Nunca le he pedido nada… por favor no me separes de mi mamita. – lloriqueó desconsolado.

No estaba seguro de que funcionara pero tenía que intentarlo. Estaba tan asustado y se aferró a una de las piernas del enorme youko.

Shion lo miró de nuevo con una mezcla de desprecio y satisfacción. Tomó al cachorro horrible y se lo entregó a su nuevo dueño.

Y ahora tanto tiempo después podía recordar perfectamente esos pequeños ojos dorados. Mientras se sumergía dentro del agua y trataba de dejar todo atrás. Quería olvidarlo todo de una vez y poder morir en paz.

Seguro su mamá estaba donde la dejó aquella mañana triste, cocinando en la cocina de su casa. Y seguro esperó que su cachorro volviera como todos los días y no fue así. La extrañaba tanto quizá algún día la iba a volver a ver, de repente en el otro mundo. No podía estar seguro.

El agua limpiaba su cuerpo pero su memoria seguía contaminada por tantos malos recuerdos. Y haciendo un balance, pesaban más los malos porque eran más abundantes.

Ahora solo quería olvidarlo todo, olvidarse de que su cuerpo sangraba y que las plantas curativa no lo habían aliviado lo suficiente. Olvidar que su vida había sido menos miserable desde que conoció a Hiei. Olvidar que Hiei no le creía ni lo quería más a su lado.

Pero es que una vez pensó que podría ser feliz al lado de Hiei y quedarse a su lado. Pero tenía que entender que nadie lo quería, para nada bueno. Suspiró profundamente listo para salir del agua cuando se dio la vuelta en busca de Hiei.

Pero Hiei estaba entrando al agua en su búsqueda.

Se asusto un poco. De repente lo iba a venir a sacar del agua arrastras. Debía olvidarse que Hiei había sido bueno con él porque no iba a volver a ser así.

Agachó la cabeza cuando Hiei estuvo cerca de él, dentro del agua, como queriendo hundirse dentro y desparecer. Su colita se arremolinaba ansiosa bajo el agua.

Hiei lo obligó a abrir los ojos violentamente cuando lo tomó de la barbilla y lo besó profundamente.

¿Acaso él también?

Se relajó entonces dejando su cuerpo hundirse ligeramente en el agua. Hiei lo rodeó con sus brazos y lo apretó contra su pecho. Ahora si estaba asustado.

Lo hizo salir del agua y que se tendiera en el suelo.

Hiei descendió sobre él despacio sin dejar de besarlo. Lo besó desde la frente, descendiendo por su garganta hasta llegar al sur de su ombligo. Kurama tuvo que reprimir un grito de emoción. No podía estar sucediendo esto, de nuevo. Pero con Hiei era distinto, era placentero.

Sus manos recorrían sus contornos despacio, con la suavidad de una hoja. Dibujando sus líneas con las yemas de los dedos. Rozando apenas con sus labios su piel de cera.

Kurama empezó a temblar de emoción y le entregó su boca por completo.

Hiei despacio se hizo un lugar en medio de sus piernas húmedas. Se frotó ligeramente haciendo que el zorrito vibre un poco más. Sus respiraciones se volvieron pesadas y violentas.

Kurama separó sus piernas más y las acomodó sobre los hombros de Hiei.

Despacio, muy despacio Hiei entró dentro del zorrito haciéndolo gemir ligeramente. No era lo mismo que con otros, debía admitirlo, esto era muy distinto.

El youko se aferró a su espalda, rodeándola con sus manitos. Por un momento el dolor desaparecía y todo volvía a ser placentero. Ya no sentía nada, solo la necesidad de quedarse en ese estado para siempre.

Hiei se movía despacio abandonándose sobre el zorrito. No podía escapar de la realidad, necesitaba estar al lado de Kurama, porque se sentía tan bien a su lado, porque cuando estaba con él, el mundo estaba completo.

"MMMnnnn." Kurama se mordía los labios para no gritar. Estaba demasiado emocionado para detenerse y sus gritos podrían atraer a sus perseguidores.

Abrió los ojos, cosa que nunca hacía cuando estaba en el proceso de darle placer a alguien, pero esta vez era Hiei quien estaba a su lado. Sonrió despacio mientras ahogaba un grito. Hiei estaba a punto de llegar al clímax y él también.

Hiei sabía como tocarlo para hacerlo sentirse bien. Ya no le dolía nada y las cosas se veían de un modo distinto. Ya no quería otra cosa que quedarse con Hiei para siempre. Pero lo más probable era que terminando le tendría que disparar. Cualquier cosa por no regresar al lado de su amo.

"Kuraamaaa… nnnn…" susurraba Hiei sin poder controlar su respiración. Estaba tan cerca de llegar al clímax que ya casi podía sentirlo.

"Hiei…. Annnn Hiei prométeme que me vas… a salvar est….aa veeeeezz ahhhnnnnnnnn "

Hiei no lo estaba oyendo. En sus oídos campanas y su cuerpo a punto de estallar. Se aferró a las piernas del zorrito y continuó con la marcha. Un poco más y Kurama empezó a acompañarlo al ritmo de sus caderas.

"Kuraamaaa… yo te amo…"

Estalló dentro de él haciendo que el youko haga lo mismo. Hiei cayó sobre su cuerpo rendido y exhausto. Cansado por el esfuerzo y extremadamente feliz. Se acomodó sobre la hierba del suelo a descansar un momento. ¿Había dicho lo que creyó que dijo?

Kurama lo miraba con ojos enormes. Se veía cansado también y se limitó a mirarlo. Luego frotó sus orejas peludas contra su mejilla a modo de caricia. Si podía darle crédito a sus orejitas entonces no sabía que hacer.

¿Era cierto? Lo que había escuchado ¿era cierto?

Hiei lo rodeó con su brazo invitándolo a reposar sobre su pecho.

¿Y ahora que iban a hacer? Kurama sabía que no podía quedarse dormitando sobre el pecho de Hiei, escuchando su corazón latir apaciblemente, arrullándolo con el suave ritmo de su respiración.

Imposible. De repente lo que tenía que hacer era quedarse esperando que el momento llegara, que vinieran por ellos y que sus días terminaran. Nunca pensó que sería así. Pero era lo mejor. Le hubiera gustado hacer un par de cosas antes del final. Ver a su mamá de nuevo, nadar de nuevo en las cataratas que tanto amaba, quedarse al lado de Hiei por mucho más tiempo. Pero no se podía.

Aunque Hiei hacía que el mundo desapareciera, que todo lo malo se quedara atrás. Hacía que olvide lo triste y miserable que había sido todos estos últimos años de su vida en los que la pasó sumido en la tristeza. Lo hacía olvidarlo todo y pensar que podían quedarse juntos para siempre. Pero eso no se podía.

Hiei tenía que hacerlo, tenía que liberarlo de todo el sufrimiento que sería regresar con su amo. Sus ojos enormes y verdes se humedecieron velozmente. De verdad le hubiera gustado tanto quedarse a su lado más tiempo. De repente si se hubieran conocido antes… en otras circunstancias. Es que él lo hacía sentirse tan bien, como nunca nadie lo había hecho sentirse antes.

Pero no había forma de que se quedaran juntos. Un ave y un pez pueden amarse mucho, pero dónde vivirían. Imposible entonces. Apretó a Hiei un poco, besó sus mejillas coloradas por el ejercicio y se levantó de su lado. Se vistió con los retazos que era lo que había quedado de su ropa. Sintiéndose un poco mejor que antes Kurama tomó del suelo el arma de Hiei. Respiró profundamente y se la tendió.

Pero él no lo estaba mirando. Estaba perdido en el mar de los hermosos sueños, navegando sobre la suave cola de su youko, perdido en el verde de sus ojos. Su youko estaba a su lado y no lo iba a dejar ir. No podía vivir sin él. Eso era un hecho. Pero en qué estaba pensando. No podía conservar a Kurama. Eso era imposible. Abrió los ojos sintiéndose el ser más infeliz sobre la tierra. Finalmente se dio cuenta que no había solución para su dilema.

Kurama no podía ser suyo. Ni ahora, ni nunca. Triste pero cierto, Kurama ya tenía un dueño y le quedaban pocas horas de vida tan pronto lo encontrara Yomi. No había futuro para él ni para albergar la esperanza de retenerlo a su lado.

Quizá podía lograr que Yomi le perdone la vida, pero iba a tener que regresar con su amo y no iba a volver a tenerlo. Entonces tampoco había solución por ese lado.

El zorrito lo miró con los ojos más tristes sobre la faz de la tierra. Lo miraba y sus ojos cubrieron el mundo. En sus manos el arma con que pensaba cazarlo. Quizá era lo único que podía hacer por él. Por ambos.

"Por favor Hiei…"

Su rostro se humedecía.

"Por favor… Hiei…"

Lágrimas pálidas rodaban hasta el suelo.

"No puedo… Kurama… no puedo…. Es una locura… no puedo hacer eso."

"Por favor."

Es que no había otra solución. Tenía que entenderlo. Kurama lo sabía y él mismo lo sabía. No había remedio.

"Por favor… Hiei…"

Kurama cerró los ojos mientras que Hiei recibía el arma de sus manos. Una sonrisa lastimera en sus labios rosados. Una mirada triste… si tan solo se hubieran conocido en otras circunstancias… todo hubiera sido diferente.

"Sabes…"

Hiei preparó el arma…

"Ojala te hubiera conocido antes…."

Levantó el arma.

"Me hubiera gustado mostrarte mi refugio especial, así como me mostraste el tuyo.

La visión se le nublaba…

"Es un sitio muy bonito… una cascada plateada… del río plateado. Es hermoso en verano."

Apuntó a Kurama en medio del pecho…

"Ojala pudiera llevarte a conocerlo…"

Disparó y el silencio inundó el lugar….

"Lo siento…. Kurama…."

Continuará...