Vuelves al inicio, a la niña de harapos con una identidad igual de ausente que tu mirada.

Te crees descansando al fin cuando, fugaz, una luz cegadora fluye a tus espaldas, cobrando la forma de aquel inmenso árbol donde renaciste como un titán.

Tus hijas, esas que una vez dadas a luz veías con cierta extrañez y maravillada de que así como podrías finar la vida de cientos de soldados, pudieses concebir una nueva; son las mismas que devoran tu carne y sangre. Sientes oprimirse tu corazón hasta estallar en un aluvión de grumos cuando al cabo de los años, que para ti son a penas un instante, las ves pariendo hijos, y a esos hijos dar a luz a otros hijos. Entonces te miras a ti misma dejando que aquella lanza siga su camino hasta segar la vida del rey, corriendo a abrazarlas luego...

Aunque duele, aunque te refuerce de aflicción dar con la respuesta de esta manera, cuando ya es demasiado tarde, a la pregunta de que, muerto el rey, el nuevo propósito debieron ser tus hijas, no eres capaz de traslucirlo a tu semblante.

Para el mundo, esos hijos que han engendrado son demonios que no merecen siquiera haber nacido, pero para ti son tus nietos, tus bisnietos, tus tataranietos... La familia que te fue arrebatada de niña. Por ellos, la eternidad que debería ser tu descanso, es para ti la creación de titanes. Quieres que tus hijos dejen de sufrir y hacer sufrir, mas reflexionas que al ser una esclava estabas extenta de tomar decisiones y asumir las respectivas consecuencias.

Recuerdas cuando decidiste dejar entreabierta la puerta del coral de los cerdos, cuando decidiste poner la vida del rey por encima de la tuya...

Te abruma el miedo a decidir, a elegir por ti misma. Porque aunque seas capaz de elegir, no así lo serás para escoger las consecuencias.

'Por favor alguien... Alguien…'

— ¡No eres una esclava! ¡No necesitas servir a nadie! ¡Tú puedes ser quien quiere ser!

La voz a tu espalda te devuelve a la 'realidad' de los caminos.

—¡Debes elegir! ¡O quedarte aquí por la eternidad o terminarlo todo!

Quieres decir algo, pero recuerdas que te cortaron la lengua, no tienes voz.

—Has esperado por todo este tiempo. Por 2,000 años por alguien...

Y al fin, en una insólita primera vez, decides alzar la mirada, decides llorar, abandonas el miedo y decides decidir...

Decides terminar con todo.


FIN