¡Diablos! Este es mi primer fic que escribo y estoy un poco nerviosa…
Por el momento esta es la primera de dos partes, es corto y un poco cursi pero es sobre mi pareja favorita y creo que a más de uno le gustaría ver así de tiernos a Inuyasha y Kikyo. La redacción deja que desear pero ustedes son los que tienen la última palabra.
Bueno los asuntos legales, Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de la genial imaginación de Rumiko Takahashi
Puro y constante
Primera parte
Hacia una noche tranquila y serena, la luna llena brillaba en lo alto de la era Sengoku, el viento soplaba y se metía entre las ramas de los árboles y arbustos que se interponer en su paso, los hacía crujir y silbar en una melodía que apagaba la voz de los grillos y demás animales nocturnos.
Estaba entrada la noche, cubría cada rincón y apagaba todo paisaje, en toda esta oscuridad resplandecía una descuidada cabaña a fueras de una pequeña aldea. Dentro, el equipo de Inuyasha tomaba un merecido descanso. Todo había terminado, Naraku había sido derrotado y la perla de Shikon purificada y destruida; ahora todos estaban en paz.
Inuyasha no lograba conciliar el sueño, recargado a la pared y mirando al vacío permaneció inmerso en sus pensamientos más de la mitad de la noche. Él esperaba que derrotando a Naraku su vida se resolvería, no habría más odio, ni más peleas… que encontraría la tranquilidad.
Aún después de vengar la injusta muerte de Kikyo, sentía un gran vacío en su interior, había aniquilado a Naraku; ese maldito ser que destruyó el alma de Kikyo y que intentó desaparecerla de su vida en dos ocasiones. Ese mal nacido terminó recibiendo su merecido; pero sabía que eso no borraría el dolor de su corazón ni devolvería a la vida a su querida sacerdotisa… aquellos tiempos felices nunca volverán…
Miroku tampoco podía dormir y miraba a Inuyasha con la certeza de saber en lo que pensaba. Se acerco tratando de no hacer ruido para no despertar a las dos jóvenes y al pequeño zorrito que dormían alrededor de una fogata que aún iluminaba la pequeña cabaña.
-¿Estas pensando en la sacerdotisa, o me equivoco?- dijo el monje sin miedo a equivocarse.
Miraba fijamente a los ojos ambarinos del hanyou que la mayoría de las veces están llenos de ánimo, o furia dependiendo la ocasión, pero ahora estaban llenos de una melancolía tal que logró conmoverlo.
-No puedo evitarlo, sólo de pensar que se tiene que ir. Ya la perdí en una ocasión y… no soportaría perderla de nuevo.- Agachó la cabeza y sus tiernos ojos quedaron sombríos.
-Veo que has tomado una decisión Inuyasha y no pienso detenerte pero te pido que pienses en la señorita Kagome.
- No quiero hacerle daño, no me atrevería a lastimarla - la expresión de Inu se torno triste. Kagome lo había apoyado tanto, lo había querido tanto y él sabia que también la quería pero de un modo diferente…
- Eso es inevitable Inuyasha. Ella te quiere y sufrirá por tu partida, pero con el tiempo lo entenderá que fue tu elección; después de todo un amor puro es aquel que desea tu felicidad.
- Lamento no poder corresponderle. Pero debe entender que ninguno de los dos pertenecemos a este tiempo, ella debe regresar con su familia y seguir su vida, mientras que yo debo ir a donde correspondo.- tenía una expresión de madurez en su rostro, si todo este tiempo le había dejado una enseñanza, era ser sincero con sus sentimientos.
-Pero antes de que hagas algo que no puedas remediar, toma en cuenta que la señorita Kikyo, hem… como decirlo…- meditó un momento - ya no debe permanecer en este mundo, comprende que detrás de ese lindo rostro sólo queda un espíritu con sed de venganza…- un silencio invadió el lugar- Dime Inuyasha ¿le entregarás tu vida a una ilusión del pasado?
Esta pregunta dejó pasmado al pobre hanyou, no sabía como responderle; después de todo Kikyo ya estaba muerta pero quedaba algo… algo que no había cambiado.
-Estas muy equivocado! No vuelvas a decirlo ¿me oyes? .- dijo en tono muy molesto.-Además dijiste que no me intentarías detenerme .
-Yo solo estoy dando mi opinión - guardó silencio un momento pero no quería ver sufrir a la señorita Kagome, tenia que detener a Inuyasha…
-Además Inuyasha, -continuó Miroku en ono sobrio - no hemos visto a la señorita Kikyo en un tiempo, es posible que ya… "regresara" ¿no lo crees?- dijo el monje en lo que sería su último intento para detenerlo.
-¡Ya duérmete o te dejaré inconsciente monje entrometido!- bufó un rato y después de un momento se puso de pie con un aspecto notablemente melancólico.
Miroku volvió a su lugar y fingió dormir. No era conveniente hacer enfadar a Inuyasha, el asunto estaba fuera de sus manos.
Inuyasha sabia que ella no había regresado al otro mundo, su aroma estaba cerca, muy cerca… lo estaba llamando…
Ahora más que nunca quería verla. Las dudas quedaban atrás, sabía que sus sentimientos hacia Kikyo no habían cambiado a pesar del tiempo pero… ¿Kikyo siente lo mismo por él?
La pregunta lo clavó un momento al piso, tal vez… tal vez… no, no importaba la respuesta. Aún si sus sentimientos fueran distintos, estaba claro que nunca la podría olvidar y nunca la dejaría de adorar...
Entendía que si se quedara con Kagome en algún momento la haría sufrir, porque nunca podría quererla de la misma manera que a su bella sacerdotisa.
Lentamente se acerco donde dormía la chica que le dio lo mejor de sí, que aunque molesta, neurótica, agresiva, tonta, terca, gritona, llorona, autoritaria… etc., tenia un gran corazón lleno de bondad y un alma pura, que ayudaron a Inuyasha a confiar de nuevo en las personas.
Kagome dormía tranquilamente y su rostro lucía tierno y fresco con ese aire de ingenuidad que la caracterizaba y le daba un cierto encanto. Recordó los momentos vividos junto a ella y también las palizas que le propinó, según él sin causa aparente. Sentía mucho no poder corresponder a sus sentimientos, pero nunca se arrepentiría de haberla conocido, "fueron buenos momentos".
Acaricio su rostro con tal delicadeza que la chica no se despertó ni hizo gesto alguno. Una suave sonrisa y después unas palabras, es lo que le dejaba a la chica que lo amó.
-Adiós Kagome. Gracias por todo- le dijo con un susurro que se esfumó con el sonido de sus pasos perdidos entre la oscuridad.
Antes de salir pudo ver a los dos espíritus acompañantes de la sacerdotisa dejar algo en la puerta. En el umbral de la pequeña cabaña; cuidadosamente recostadas, yacía un ramillete de flores, de un azul intenso, atadas con la cinta de su cabello; tan bellas como ella y del mismo nombre… Kikyo
Ese nombre que había pronunciado tantas veces, con tanto apego y dulzura; era hermoso y tenía un significado igual de hermoso… 'amor constante'.
-"no hay mejor frase para definir mis sentimientos hacia ti" -pensó Inuyasha después de inclinarse para coger las flores, dando un profundo suspiro y mirando al cielo.
Su mente viajó un momento entre dulces recuerdos que lo hicieron quedarse estático, para después despertar en un sobresalto pues de inmediato lo entendió, que este detalle era una despedida… una despedida que no podía aceptar…
¿Muy corto no? Bueno… por el momento es todo, mi estúpido disket no abrió la segunda parte… bueno la verdad es que yo no lo guardé bien. Y les pido una disculpa por ello TT
Cualquier comentario, sugerencia, queja… dejen un review y con gusto les responderé. (no sean tan duros, lo escribí increíblemente rápido).Subiré la segunda parte en dos días, porque no tengo Internet en mi casa y tengo que rentarlo .(Aunque puedo tardarme más, todo depende de los reviews)
nota: las flores "kikyo" que conosco son de campaniña y son azules, aunque creo que hay de otros colores. el significado lo encontè en una entevista a Rumiko Takahashi publicada e una revista.
Agradecimiento especial a Saphir Neyraud por ayudarme a subir este fic. (no la insulten, la culpable de este horrible fic fui yo... TT)
