Disclaimer: De Horikoshi todo, excepto los OCs que no se reconozcan.
Trigger Warning: Descripciones un poco gore. Violencia explícita.
Avalancha es, de toda la OST de Mulán, mi favorita. Junto con Short Hair (que sorry, me temo que no ha tenido cabida. La pérdida del cabello de Izuku en el complejo tenía por objeto poder encajar esa parte, pero al final no fue posible, no quedaba orgánico). Parte del siguiente capítulo lo escribí con esos tambores sonando en bucle. Una escena que, por cierto, estuvo en el fic desde que sólo era un esquema de nueve capítulos (y uno de ellos íntegramente dedicado a esto), y de los primeros que escribí.
¡Muchísimas gracias por leer y comentar!
AVALANCHA (PARTE I)
Izuku recobra la consciencia. No sabe cuánto tiempo ha pasado, pero sí que está vivo. El cuerpo le duele demasiado como para estar muerto. Intenta cerrar los puños, pero el brazo izquierdo, que no siente del codo para abajo, responde con un latigazo de dolor. Es entonces cuando su oído se despeja y oye una voz familiar a su lado. Otra más grave, también conocida, contesta a la primera y luego la aguda voz de Katsuma, muy cerca de su oído, le llega con claridad.
—¡Se ha movido! —Las palabras de Katsuma hacen que el resto de personas que están con él se movilicen a su alrededor, puede sentir el aire agitándose en torno a él cuando lo rodean. Izuku abre los ojos. Ve borroso y desenfocado, así que vuelve a cerrar los párpados, apretándolos con fuerza, antes de volver a abrirlos.
—¿Qué…? ¿Dónde estoy? —Izuku parpadea para despejar las chispas de colores que le nublan la vista y enfocar mejor. Kaminari y Hatsume aparecen en su campo de visión, preocupados. En cambio, Izuku se alegra de verlos, sobre todo a su amiga, y esboza una sonrisa débil. Está recostado en el regazo de alguien, tumbado en el suelo, pero con la parte superior del torso en alto—. Mei…
—En medio de la calle, idiota. No te hemos movido —dice Hatsume, enfadada. Acto seguido, se abalanza sobre él y lo abraza con tanta fuerza que Izuku tiene que reprimir un gemido de dolor; aunque este ya no es tan intenso como antes de desmayarse, el brazo izquierdo sigue punzándole—. No sabíamos si… Menudo susto nos has dado, joder.
—Casi no lo cuentas, tío —dice Kaminari, con una sonrisa aliviada.
—¿Qué…? ¿Cómo…? ¿Qué hacéis aquí?
Con la ayuda de Kaminari y Hatsume, Izuku se incorpora hasta quedar sentado. Spinner sigue inconsciente a unos metros de distancia, pero está fuertemente atado con las cintas del Don de Sero, que está asegurándose de que el villano no pueda moverse si recupera el conocimiento. A su lado, Uraraka le ayuda comprobando la firmeza de las ataduras. Al verlo allí tumbado, Izuku recuerda repentinamente por qué estaba peleando contra él.
—¡Katsuma! ¡Hay que ayudarlo! ¡No debe estar…!
—Estoy aquí, Deku. Estoy bien. —El niño está sentado detrás de él, con el rostro pálido por el miedo y el agotamiento y manchado por churretones de lágrimas. Es en sus rodillas en las que Izuku estaba reposando antes de levantarse.
—¿Deku? —pregunta Hatsume, frunciendo el ceño al oír el apodo.
—Nombre en clave de héroe —murmura Izuku, avergonzado, desviando la mirada—. Dynamight me ordenó que escogiese uno justo antes de… —«De separarnos». Termina la frase en su cabeza, incapaz de pronunciarla—. ¡Hay que ir con él, su agencia está en llamas!
—Más despacio —dice Kaminari en tono gentil, impidiendo que Izuku se levante—. Sabemos dónde está, lo hemos visto pelear entre los edificios. Shouto está con él también.
—¡Dijo que lo alcanzásemos en cuanto pudiésemos!
—Pinche weón, date un minuto más. Nos has dado un buen susto, chancho culiao —aconseja Sero. A pesar de que el tono de sus palabras es severo, en su voz se adivina también el alivio.
—¿Cómo… cómo habéis llegado aquí? ¿Ha venido alguien más, entonces? —pregunta Izuku, rindiéndose ante la evidencia de que sus amigos tienen razón.
—Oímos tus gritos y pensamos que estabas en peligro. Saltamos de la camioneta detrás de Dynamight y de ti y vinimos corriendo, pero somos menos rápidos que él, claro. Luego nos adelantaron Best Jeanist y Shouto. Gracias a mi Don, pudimos ver con detalle hacia dónde se dirigían y acabamos en una calle cercana a esta, buscándoos —responde Hatsume, tendiéndole la mano para ayudarle a ponerse en pie. Izuku intenta levantar ambos brazos para sujetarse de ella, pero el izquierdo sigue sin responderle. Con cuidado, escoltado por Hatsume y Kaminari, comprueba que las piernas apenas le tiemblan y no siente ningún mareo—. Cuando llegamos ya estabas inconsciente en el suelo y Katsuma estaba ayudándote. Tiene un Don muy útil. —Izuku frunce el ceño, intentando calcular cuánto tiempo ha estado fuera de combate. No puede haber sido demasiado, no más que un par de minutos, porque Hatsume dice que le ha oído gritar, pero no está del todo seguro.
—¿Útil? ¿Por?
—Activación celular. Un Don repiola —contesta Sero, mirando al niño con tanto orgullo que este enrojece de vergüenza y baja la mirada.
—Puedo hacer que la gente cure sus heridas más rápido y sea más fuerte durante un tiempo, pero si lo utilizo mucho rato seguido me canso hasta caer dormido —aclara Katsuma en voz baja.
Izuku comprende por qué el niño parece demacrado y agotado. Debe de haber utilizado el Don en él desde que ha caído inconsciente. Antes, incluso. Recuerda el momento en el que le ha sujetado las mejillas y el calor que ha sentido y comprende que ya lo ha hecho antes, cuando estaba enfrentándose a Spinner. Izuku sonríe a Katsuma, también muy orgulloso de él.
—Tu Don es genial. Si no hubiera sido por ti, no habría podido pelear contra él y ganar. Hemos vencido juntos, Katsuma. Como dos héroes —lo felicita Izuku. Sin embargo, el niño agacha la cabeza, contrito.
—Tu brazo… Lo siento, pero me parece que mi Don no puede curar tu brazo —murmura con voz llorosa.
—No te preocupes por eso ahora, Katsuma. Lo has hecho genial —dice Izuku sinceramente, tratando de resultarle de consuelo.
—A lo mejor yo puedo hacer algo. Cuando tenía vuestra edad trabajé de socorrista en una piscina un par de años y aprendí algunos trucos de primeros auxilios.
Izuku no puede mover el brazo y, cuando Sero se lo coloca contra el pecho, gime de dolor, pero la cinta con la que este lo envuelve, inmovilizándolo con firmeza, hace que suspire de alivio. Satisfecho con el resultado, Sero asiente.
—Servirá hasta que encontremos ayuda médica.
—Sí, mucho mejor. ¿Podemos continuar ahora? —pregunta Izuku en dirección a Hatsume, que lo mira con ojo crítico y luego asiente. Izuku hace un gesto con la cabeza hacia Spinner, que está firmemente envuelto en las tiras del Don de Sero—. ¿Qué hacemos con él?
—Nos lo llevamos con nosotros hasta que encontremos a alguien que se pueda hacer cargo de él de forma segura —responde Uraraka, decidida. Toca a Spinner con las yemas de los dedos, casi con asco, hasta hacerlo flotar en el aire como un globo de helio y Sero se apresura a sujetarlo con otra de sus cintas para evitar que se desplace libremente. Con el corazón en un puño, sonríe. El Don de Hatsume para encontrarlo, el de Katsuma para curar sus heridas y darle fuerza, los de Sero y Uraraka para atrapar villanos. Hacen un buen equipo, pese a la improvisación.
—Pues venga, vámonos —los apremia Izuku, angustiado ante la idea de que Katsuki esté en problemas con los villanos y haya estado esperando en vano que lo siga.
—¡Espera, Deku! —Katsuma sale corriendo hasta meterse en uno de los portales de la calle. Unos segundos después, regresa con la bolsa de tela de Izuku, que le entrega con ceremonia—. La escondí muy bien para que nadie la encontrase —le asegura, temiendo no haber cumplido su tarea.
—Desde luego. ¡Bien hecho, Katsuma! —sonríe Izuku, agachado a su altura, sinceramente contento por haber conservado sus enseres. El niño se sonroja, halagado, y le ayuda a pasar el cordel por el hombro izquierdo para que Izuku pueda colgársela a la espalda—. No te separes de nosotros ahora, ¿de acuerdo?
—Esperad un momento —dice Kaminari, con el ceño fruncido—. ¿En serio vamos a ir hasta donde Dynamight y Shouto están peleando?
—¿Por qué no? —pregunta Izuku, genuinamente sorprendido. Una mirada intercambiada con Sero, Hatsume y Uraraka le confunde más. Uraraka y Sero parecen decididos, como él, pero Hatsume tiene una sombra de duda en el rostro, aunque al final adopta una expresión fiera y asiente también—. Tenemos que ir en su ayuda. Hay más villanos en la ciudad, no podemos dejarlos combatir a solas. Nos han entrenado para esto.
—Y, cuando la pelea termine, habrá que ayudar a poner en orden todo esto —dice Hatsume.
—Algunos ni siquiera hemos conseguido derrotar a Dynamight en los entrenamientos —insiste Kaminari con la voz apagada.
—El weón tiene razón, Denki. Yo también tengo miedo, pero el momento de demostrar que somos capaces de hacer lo que nos han pedido y para lo que nos han entrenado es ahora —dice Sero al mismo tiempo que se acerca a Kaminari y le pone la mano en el hombro en un gesto de ánimo que hace que Kaminari levante la cabeza y haga un intento de esbozar una sonrisa—. Todo va a ir bien, ya lo verás. Estamos preparados. Plus ultra, ¿no?
—Bien. —Kaminari aprieta los labios y asiente—. Plus ultra.
—¡Plus ultra! —exclaman los demás a coro, y una oleada de coraje invade a Izuku, que se siente capaz de volver a derrotar a Spinner y lo que sea necesario hacer a partir de ahora.
Guiándose por el sonido de las explosiones de Dynamight, que resuenan en la lejanía, y el conocimiento de Musutafu de Izuku y Hatsume, que se han criado cerca de allí y conocen sus calles, avanzan todo lo rápidamente que les permiten las cortas piernas de Katsuma. Uraraka y Sero se hacen cargo de la custodia de Spinner, arrastrándolo con facilidad gracias al Don de la chica. Hatsume, que lleva de la mano a Katsuma, se coloca junto al lado izquierdo de Izuku, flanqueándolo en un ademán de protección, algo que este agradece con una sonrisa.
—¿Estás bien? —Hatsume pregunta sin mirarlo directamente, como si fuese una pregunta casual.
—Sí —miente Izuku, aunque el brazo izquierdo le sigue doliendo. Lo hace tan mal que Hatsume aprieta los labios al cazarle la mentira, pero no insiste, sólo asiente con la cabeza. Y, además, el Don de Katsuma es fabuloso; a pesar del dolor sordo y reiterativo del brazo, no es tan agudo como cuando estaba peleando contra Spinner, puede pensar con claridad y se encuentra bastante descansado.
Al cruzar una calle, Hatsume se detiene, y el resto la imita, quedándose detrás.
—Están ahí delante, en la calle que gira a la derecha. —Todos guardan silencio. Las explosiones se oyen mucho más fuerte. El ruido es enorme, como de miles de personas hablando simultáneamente. Izuku se vuelve hacia Hatsume y la detiene cuando comienza a caminar de nuevo.
—Espera, no podemos ir todos hasta allí.
—Pensaba que íbamos todos juntos porque hay más villanos y podían atraparnos si nos separásemos —dice Kaminari, oscilando su peso de un pie al otro.
—Sí, pero meternos en medio de una pelea con Katsuma no es prudente. Alguien tiene que quedarse con él —replica Izuku, hablando rápidamente y casi para sí mismo.
—Tú —responden Sero y Kaminari al unísono. Izuku niega con la cabeza, determinado a ir en ayuda de Katsuki, tal y como este le ha ordenado. No está dispuesto a desobedecerlo por nada del mundo.
—Yo voy —dice, imprimiendo fuerza a sus palabras—. Pero no se trata de quedarnos solos, hay más villanos. Tenemos que dividirnos en dos equipos, uno que proteja a Katsuma y vigile a Spinner y otro que acuda en refuerzo de los héroes.
—Está bien, ¿cómo nos dividimos? —pregunta Kaminari.
—Pensaba que tú no querías ir —dice Hatsume en tono burlón. Kaminari se sonroja, pero no cambia su expresión determinada.
—Claro que no quiero ir. No estoy loco, ¿sabes? Pero Hisashi tiene razón. Tenemos que ir, ¿no? Haré lo que tenga que hacer —responde Kaminari, respirando profundamente.
—Bien —dice Izuku, trazando un plan en su mente—. Sero tiene un Don fuerte para atrapar gente y hacer escudos, así que él debería quedarse para proteger a Katsuma. Kaminari y yo, en cambio…
—Hisashi, ya sé lo que te ha dicho Dynamight, pero dudo que quiera que vayas a pelear así. Tú deberías quedarte aquí, con Sero —interviene Uraraka en tono razonable. Izuku aprieta los labios, dispuesto a discutir, pero Hatsume los interrumpe a ambos.
—Lo haré yo. Mi Don no es útil en batalla —añade, encogiéndose de hombros y dirigiendo una mirada penetrante a Izuku. Este, avergonzado, se sonroja y baja la mirada—. Pero sí puedo encontrar un buen escondite en un lugar alto, divisar a los villanos para huir antes de que lleguen, ver si llegan refuerzos para salir a su encuentro y guiarlos hasta vosotros o, si Katsuma me describe a sus padres, ayudarle buscarlos.
—De acuerdo —asiente Izuku, inmediatamente, aliviado de que Hatsume no vaya a entrar en combate directo. Todos han entrenado en el complejo, pero Hatsume, como Jirou y Koda, han tenido un entrenamiento más centrado en soporte de tropas que en peleas.
—Spinner se viene con nosotros, entonces —ordena Izuku. El resto lo mira, extrañado—. Es mejor evitarle a Mei tener que lidiar con él si despierta y, en cambio, nosotros seremos muchos más. Podemos dividirnos en dos equipos más adelante si lo necesitamos.
—De acuerdo. —Sus compañeros asienten con confianza, aprobando el plan.
—¡Eh! ¡Hisashi! —Izuku se vuelve hacia Hatsume, cuya mirada está teñida de preocupación. No se le escapa que dirige un rápido vistazo a su brazo izquierdo, inutilizado.
—Con Dynamight estaré seguro. La otra vez no dejó que me pasase nada, ¿recuerdas? —intenta tranquilizarla, aunque espera no ser una carga de nuevo en esta ocasión. Prefiere ser útil, como con Spinner.
—Lo sé. Pero… ten cuidado, ¿vale? Me has dado un buen susto. —Hatsume salva la escasa distancia que hay entre ambos y le da un fuerte abrazo, tratando de no golpearle el brazo herido, que Izuku corresponde inmediatamente con la mano derecha. Hatsume se separa de él y les desea suerte a todos—. Vamos, Katsuma. Vamos a un sitio desde donde buscar a tu padre. Mi Don es una mira telescópica así que, si está en alguna calle de Musutafu, lo veré y podremos llegar hasta él.
—¡Adiós! ¡Adiós, Deku!
—¡Adiós, campeón! —Izuku y los demás los miran durante unos segundos, viendo cómo se alejan, con Katsuma moviendo la mano en su dirección a modo de despedida. Hatsume, en cambio, no mira hacia atrás, caminando con decisión—. Vamos —ordena Izuku, al cabo de unos segundos. El resto respira hondo, decididos, y todos echan a correr hacia el lugar donde se está desarrollando la batalla.
.
Dabi está confiado en el resultado de la batalla. Los dos héroes son estúpidamente valientes, pero están sobrepasados por Bubaigawara. Toga no anda demasiado lejos y los únicos héroes que parece haber en la ciudad están delante de él, demasiado abrumados por los cientos de réplicas que los ahogan, tanto apenas tienen tiempo para hacer nada más que intentar contenerlas. Y cada vez que consiguen sobreponerse mínimamente a él, se topan con su fuego azul.
Alza la mirada hacia el cielo, tratando de calcular cuánto tiempo falta para que Kurogiri los recoja para sacarlos de ahí y estimando las probabilidades que tienen Bubaigawara y él de matar por su cuenta a los dos héroes si Shigaraki e Iguchi siguen retrasándose. Derrotarlos entre los cinco será una tarea sencilla y supondrá un gran golpe a la sociedad de héroes. Toga ya ha dejado claro que no desea la sangre de Dynamight, así que es una tontería perder más tiempo con ese héroe de pacotilla. Y, aunque sí desea la de Shouto, Dabi no es partidario de dejarlo vivo. No es Endeavour, que no parece que tenga intención de presentarse como refuerzo, algo que a Dabi no le pilla por sorpresa ni le decepciona, pero sí es un objetivo lo suficientemente satisfactorio como para encargarse de él personalmente. Su deseo de venganza no se apaciguará matando al chico que Endeavour creó para convertirlo en el héroe perfecto, pero será gran mensaje para el antiguo héroe número uno y vengará los actos que este hizo en nombre de dicha perfección.
—¿Crees que desde aquí puedo acertar? —pregunta Toga, curiosa. Dabi no hace ningún gesto que lo deje traslucir, pero la voz de la chica lo ha sobresaltado. Toga le gusta más que Iguchi, y la conoce desde antes, pero ella ha desarrollado una relación más estrecha con Bubaigawara que con él a lo largo de todos los años de encierro.
—¿Dónde estabas? —pregunta Dabi con curiosidad mientras la observa de reojo, arqueando las cejas al ver que está desnuda.
—No voy a poder dominar el Don de ese. Está buenísimo, pero también es muy complicado. —Dabi mira a Shouto, cuyos muros de hielo contienen a los Bubaigawara, los congelan y los atrapan para inmovilizarlos, pero estos consiguen romperlo constantemente por la pura fuerza bruta de la clonación constante—. Son dos Dones y eso es complicado. Si utilizo el fuego, me quemo. Si utilizo el hielo, me congelo.
—¿Has averiguado todo eso simplemente viendo a tu copia? —pregunta Dabi, curioso.
—Lo he averiguado porque antes de deshacerse, la capsula que contenía la sangre de la copia se ha roto contra el suelo. Había suficiente para transformarme unos minutos.
Dabi comprende dónde ha estado. Cuando Toga se transforma, imita también las ropas de aquella persona en la que se convierte, pero cuando vuelve a su cuerpo lo hace desnuda, salvo por el equipamiento especial que el secuaz de All for One fabricó para ella. El collar metálico de su equipamiento se apoya sobre sus hombros y dispone de varios dispositivos donde almacenar sangre que se llenan inmediatamente cuando una de las agujas conectadas a ellos por tubos largos y elásticos se clavan en la piel de alguien. Varios de ellos están llenos de sangre de diferentes personas. «Un solo roce basta para obtener suficiente sangre para una transformación», ha afirmado orgullosa, mientras se lo ponía. Y es cierto. Una copia suya ha podido transformarse en Shouto durante unos minutos y la aguja apenas se ha clavado un segundo. Y ha servido para intentar una segunda transformación.
Toga ha hecho un progreso sorprendente. Cuando estaban refugiados en el granero y All for One buscó dentro de sí para otorgarles nuevos Dones, los grandes beneficiados habían sido Shigaraki, Bubaigawara y él. Shigaraki había recibido un Don que le permite aumentar su potencia y Bubaigawara uno que le otorga un análisis exacto de la composición de lo que observa con más facilidad que antes. Y el Don de hielo que él ha recibido, aunque es mucho menos potente que el de Shouto y no lo puede manifestar exteriormente, le permite compensar la temperatura de su cuerpo cuando emplea su Don y utilizarlo a temperaturas que, hasta ahora, sabía que podía alcanzar, pero que no había podido probar. Tras ver cómo sus llamas azules vencían a las de Shouto en temperatura y fuerza, ahora está seguro de que puede ganarlos tanto a él como a Endeavour sin problema, incluso aunque no pueda utilizar hielo. Al fin y al cabo, Dabi ya tiene experiencia en arder vivo, pero duda mucho que los otros dos lo hayan probado nunca.
Son Dones que se sienten extraños, que no terminan de encajar dentro de su cuerpo, pero merece la pena por amplificar sus habilidades. En cambio, a Toga lo más ventajoso que All for One encontró fue un Don de sigilo. Inicialmente no parecía encajar con su Don, pero ha resultado ser muy útil, como ha podido comprobar Dabi al verla moverse por los alrededores sin que ni siquiera él se percate de ello. «Un Don entrenado es un Don poderoso. Muchos de los héroes profesionales no tienen un Don poderoso, simplemente han fortalecido el suyo hasta niveles insospechados. Necesitáis hacer lo mismo. Fortalecer el Don hace que se desarrollen ramificaciones nuevas e insospechadas», les había dicho en ese momento. Por eso ha estado obligándolos a usarlos todo el tiempo. Ha dado buenos resultados, Dabi ha aumentado su resistencia al fuego, Iguchi ahora excreta un líquido que le permite adherirse a las paredes y Bubaigawara… Bubaigawara es imparable. Ni siquiera han encontrado un límite de copias que pueda producir, sólo que cada una es más débil que la anterior y se deshace más fácilmente.
Él mismo ha sufrido el Don de Toga, que no ha perdido oportunidad en transformarse en todas aquellas personas que su particular sentido de elección le impele. Desde los habitantes del pueblo, los dos héroes que han derrotado, a las personas que se han ido cruzando por el camino durante los saqueos y, por supuesto, todos ellos. Algunas partes del cuerpo de Dabi, de entre las que no están cubiertas de cicatrices ni quemaduras, aún conservan marcas desvaídas y pálidas de los dientes de Toga, que se han clavado repetidas veces en su piel y la de todos sus compañeros para beber su sangre y poder transformarse una y otra vez.
La ramificación de Toga ha sido asombrosa. Y una sorpresa, cuando una mañana, después de regresar del saqueo nocturno y beber la sangre de Shigaraki con la intención de permanecer varias horas transformada, estirando el máximo tiempo posible con el mínimo de sangre, unos palillos desechables se habían deshecho bajo sus dedos cuando los había sujetado con la intención de comer.
«Quizá por eso siempre ha preferido utilizar el Don de Shigaraki que el mío. Porque fue el primero y mi Don quema la piel y la destroza».
Desde ese momento, el objetivo de Toga ha sido controlar rápidamente los Dones ajenos. Pronto renunció a intentar sorber la sangre de Iguchi, cuyo Don no es tan activo, y centrarse en controlar los de Shigaraki, Bubaigawara y el propio Dabi. No lo ha conseguido con la misma eficacia que ellos, sobre todo el de Bubaigawara, que exige un uso técnico impecable a la hora de tomar las medidas correspondientes, pero con el suyo y el de Shigaraki está en un punto en el que ellos, en el pasado, estuvieron. Con un poco de entrenamiento más, Toga va de camino a convertirse en su arma más formidable junto con Bubaigawara.
Todos han progresado un montón y los héroes, en cambio, siguen intentando las mismas técnicas de siempre, tratando de atraparlos igual que antaño. No han innovado y se han quedado atrás. «Y esa va a ser su perdición», piensa Dabi con cruel satisfacción.
—Entonces, si Shouto tampoco nos sirve, podemos matarlos ya —murmura Dabi, con evidente placer en la voz. Un Don tan potente, con alguien como Toga pudiendo utilizarlo, les sería muy útil, al margen de posibles infiltraciones, pero si no van a poder controlarlo, lo mejor es eliminarlo definitivamente—. Bubaigawara y tú podéis encargaros del imbécil explosivo, pero del de los dos Dones me encargo yo.
—Tendremos que darnos prisa. Kurogiri no debería tardar mucho en llegar. Shigaraki e Iguchi ya deberían estar aquí. —Dabi se encoge de hombros, pero si los cálculos no le fallan, no les resta mucho tiempo.
—Cuando lleguen, con el Don de Shigaraki, el mío y tu ayuda, será pan comido. ¡No deben quedarnos más de cinco minutos! —Dabi avisa a una de las copias de Bubaigawara, la más cercana a él, que asiente y repite el mensaje a las copias que le rodean, que pronto resuena en la calle en un murmullo ensordecedor—. Creo que este es el peor inconveniente de que haya aprendido a multiplicarse así. —Toga le dirige una mirada hostil. Ella y Bubaigawara son muy amigos desde antes de lo de Kamino, pero no se disculpa—. Simplemente habla demasiado todo el tiempo. Me da dolor de cabeza.
—Pero no podrán contra él —protesta Toga con la intención de defender a su amigo.
—No he dicho lo contrario. —Es cierto. Los dos héroes están jodidos. Jodidos de verdad. El Don de Bubaigawara está desatado por primera vez, verdaderamente funcional. Ya no es sólo una pieza estratégica en un plan. Es la pieza clave. Un ejército de un solo hombre que dará la victoria a All for One siempre que ellos creen espacio suficiente para que Bubaigawara consiga generar un par de réplicas iniciales sin ser atacado. Y después, fuego y destrucción. «Pan comido», repite mentalmente.
—Viene gente —dice Toga.
Dabi no necesita preguntarse cómo lo sabe. En la calle sólo se ve la masa de réplicas de Bubaigawara y, de vez en cuando, a los dos héroes que pelean contra él. Parte del nuevo Don de sigilo de Toga incluye un olfato desarrollado que le permite ubicar a las personas incluso aunque no las vea. Y, por la expresión que tiene Toga en el rostro, deduce no sólo que no son Shigaraki e Iguchi, sino que es posible que tenga que ver con un aroma que le resulta muy agradable. No termina de comprender cómo funcionan los gustos de Toga, porque ésta a veces sigue el rastro de un olor de personas completamente desconocidas con un gesto extasiado.
—¿Cómo lo haces? —pregunta Dabi, sin poder contenerse. Toga lo mira con extrañeza—. Utilizar el otro Don con tanta naturalidad. A mí me cuesta.
—No se siente más incómodo que los vuestros, pero creo que es porque ahora, cuando me transformo, siento los Dones de las otras personas. Al principio era extraño, pero ahora ya me he acostumbrado —responde Toga, encogiéndose de hombros—. Tanto unos como los otros están en mi cuerpo, aunque no sean el mío. Se siente… —«Artificial», piensa Dabi, que intenta, de hecho, no pensar a menudo en esto. El Don le resulta útil, pero pensar en el nomu con diversas habilidades que ahora está sembrando el terror en la ciudad es una comparativa que le disgusta—. Raro. Pero funciona y es lo que importa, ¿no?
—Supongo —asiente Dabi, que imagina que Toga, al desarrollar su Don en la dirección de poder utilizar aquellos de la gente en la que se transforma, lo ha tenido un poco más fácil—. Si viene gente, esto se puede complicar un poco.
Dabi se concentra, activando con precisión el Don de hielo. La temperatura de su cuerpo baja al instante, y la piel que no está cubierta por los injertos se amorata por el frío, listo para utilizar el fuego a plena potencia, aguantando más temperatura antes de empezar a arder y consumirse.
—Kurogiri debe estar a punto de llegar y no hemos matado a esos dos —musita Toga, frunciendo el ceño.
—¿Puedes encargarte tú de los que vienen? Sólo retrasarlos, para que no intervengan en la pelea. Habría preferido esperar a los otros y hacerlo con más seguridad, pero si yo me encargo de Shouto, Bubaigawara podrá encargarse del otro, antes ya ha estado a punto de conseguirlo. Y tú puedes localizarnos a ambos rápidamente cuando Kurogiri llegue. —dice Dabi. Toga asiente y se escabulle hacia un lado, buscando emboscar a los que llegan mientras olfatea el aire con una sonrisa macabra. Dabi se mete entre las réplicas de Bubaigawara, sorteándolas con agilidad, localiza a Shouto, y le lanza una fuerte llamarada azul mientras enfría su cuerpo recubriendo su piel con una fina capa de hielo que se derrite al instante, para atraer su atención—. ¿Pensabais que no íbamos a hacer nada más? Espero que Twice no os haya agotado mucho, héroes de mierda.
.
Izuku y sus compañeros han llegado a la calle donde Dynamight y Shouto están peleando, pero ninguno de los dos se ha percatado de su presencia. Lo que sí ve Izuku es al villano Twice inundando toda la calle. Hay tantas copias de él que parece un hormiguero gigantesco. Las copias se apelotonan, incluso unas encima de otras, pisándose los hombros, las espaldas y la cabeza, para trepar en busca de Shouto y Dynamight, que intentan contenerlos desde las alturas.
—¡¿Qué hacéis con Iguchi?! —Izuku se vuelve inmediatamente hacia la chica que ha gritado enfadada. Es joven, unos años mayor que él, de aspecto pálido, y se ha lanzado encima de Uraraka y le muerde con fuerza la mano con la que sujeta la cinta de Spinner, obligándole a soltarla. Uraraka chilla de dolor y se revuelve, intentando quitársela de encima.
—¡No! —grita Izuku. Spinner empieza a elevarse en el aire, flotando. Sero se apresura a atraparlo con una tira de cinta que ata a su codo izquierdo y Uraraka y la villana se enzarzan en una violenta pelea física que Uraraka tiene visos de perder a pesar del entrenamiento, porque la otra chica pelea no sólo con las manos, sino también a mordiscos. Kaminari, el que está más cerca, ha empezado a cargar sus dedos de electricidad, pero Izuku sabe que este no puede arriesgarse a utilizar su Don contra la villana estando las dos peleando con contacto físico.
—¡Uraraka! —grita Sero, corriendo hacia ellas. Un puñado de agujas de hospital salen disparadas desde la chica en todas las direcciones.
«Toga, se llama Himiko Toga», piensa Izuku que, tratando de no entrar en pánico, intenta recordar cuál es su Don. Sabe que lo tiene apuntado en una de sus decenas de libretas. A pesar de las múltiples burlas que eso le ha ocasionado en multitud de ocasiones, nunca perdió la costumbre de registrar todo lo que sabía de los héroes. Y, antes de que el incidente de Kamino acabase con la Liga de Villanos como la conocían, también había dedicado uno de sus cuadernos de análisis de héroes para el futuro a los villanos y sus habilidades. Después, la obsesión con Dynamight había barrido con todo y le había dedicado el grueso de su colección, pero ahora, en este preciso instante, en las décimas de segundo que tardan las agujas en impactar y romperse contra el Don de Sero, que ha conseguido crear un pequeño Barricade Tape sólo con la cinta de su brazo derecho de forma instintiva, es incapaz de recordar cuál es el Don exacto de Himiko Toga, lo cual lo frustra enormemente.
—¡Que no os toque con las agujas! —grita, aunque no debería ser necesario. Es obvio que son peligrosas. Kaminari esquiva ágilmente una, el propio Izuku otra. La peor parte se la lleva Uraraka que es apuñalada por dos de ellas, una lanzada y otra empuñada por la misma Toga que, con una sonrisa psicópata, se ensaña clavándosela varias veces más. El delgado tubo que la conecta se ha inundado de sangre inmediatamente y Toga sonríe aún más—. ¡Uraraka! —vuelve a gritar, desesperado.
Tanto Kaminari como Izuku, horrorizados por la visión de la sangre y el violento ataque de Toga, bajan la guardia. Una nueva aguja roza el brazo izquierdo de Izuku y otra se clava en la pierna de Kaminari durante unos segundos antes de regresar a Toga. Es un movimiento rápido de Sero, que ha deshecho el escudo de cinta que ha creado, el que impide que el ataque tenga éxito, interceptando y rompiendo ambos tubos antes de que la sangre llegue a Toga. Sea cual sea su Don, está claro que tiene que ver con la sangre que consigue.
—¡Bien hecho, Sero! —Izuku se lanza hacia adelante con la idea de entrar en la pelea y apartar a Toga de Uraraka el suficiente tiempo como para que esta pueda utilizar su Don en la villana y hacer que deje de revolverse como un gato rabioso.
—¡Voy a hacerlo! —advierte Kaminari, en cambio, que no ha comprendido su plan.
—¡Espera! —grita Izuku rápidamente, tratando de contenerlo, temiendo por la integridad de Uraraka. Ha visto lo que Kaminari puede hacer con sus rayos y sabe que es capaz de noquear a Toga en menos de un segundo, pero también conoce que la potencia de la electricidad puede tener consecuencias. No está dispuesto a que mate a Toga, y mucho menos a que dañe a Uraraka. Con decisión, carga el guante derecho de aire y apunta, pero Toga se mueve muy rápido y no consigue acertar ninguno de los disparos.
—Tu sangre es deliciosa y tu Don es interesante —oye que dice Toga, justo después de someter a Uraraka contra el suelo y obligarle a juntar las yemas de sus dedos—. Vamos a ver cuántos escrúpulos conserváis los héroes o si ya no disimuláis vuestra prepotencia.
Izuku adivina qué está haciendo Toga cuando el cuerpo de Spinner, que flota alto porque la cinta improvisada del brazo izquierdo de Sero es larga, de pronto vuelve a obedecer las leyes físicas de la gravedad y cae a plomo. «Darnos a elegir entre respetar la vida del villano tal y como marcan los protocolos de la Comisión de Héroes, capturándolo con los menos daños posibles y abandonar a Uraraka a una muerte segura o renunciar a nuestros principios y salvar a nuestra compañera», lamenta, desolado, al mismo tiempo que trata de elaborar un plan.
—¡Sero, Spinner! —Toga ensancha su sonrisa de dientes ensangrentados, dispuesta a clavar sus dientes en el cuello de Uraraka y desgarrarlo ahora que Izuku ha elegido. Sero obedece al instante, lanzando varias tiras de cinta de lado a lado de la calle para crear rápidamente un colchón que amortigüe la caída del villano e impida que se estampe contra el suelo.
—¡Mío! —avisa Sero.
—¡Lo hago! —repite Kaminari, con un chillido asustado cuando los dientes de Toga se clavan en el cuello de Uraraka, haciéndola chillar de dolor.
—¡No! —vuelve a gritar Izuku, que está corriendo hacia Toga y Uraraka, con el guante derecho a máxima potencia, para placarla con fuerza, pero es demasiado tarde.
Kaminari alza la mano derecha, apuntando con el índice al cielo y cierra los ojos con fuerza para concentrarse. Izuku siente cómo todos los pelos de su cuerpo se erizan, avisándole de lo que está a punto de ocurrir. Trata de rodar hacia un lado, pero queda ciego durante unos instantes cuando el rayo cae a apenas un par de metros de él. Parpadea, entrando en pánico, para despejar la vista, aunque no lo consigue antes de que un tremendo estruendo vibre en el cuerpo de todos tan fuerte que hace que le duelan los oídos.
Es la primera vez en su vida que Izuku sufre el impacto de un rayo desde tan cerca. La onda expansiva lo ha empujado hacia atrás y hace que los oídos le piten de forma muy molesta. Cuando por fin recupera la visión, Sero está en el suelo, cerca del cuerpo de Spinner. Este sigue inconsciente, por lo que deduce que su compañero ha conseguido atraparlo antes de que impactase contra el asfalto, pero su peso y la fuerza de la onda expansiva del rayo de Kaminari han desequilibrado a Sero hasta tirarlo al suelo.
—¡Sero! ¿Estás bien? —pregunta, tratando de ponerse en pie.
—Estoy como la verga, conchesumadre —responde Sero, cabreado, que se está levantando y frotando también las orejas con una expresión de disgusto. Izuku termina de incorporarse y se dirige hacia Uraraka. Sero va directo a auxiliar a Kaminari, que está de pie en el mismo sitio, desorientado tras la descarga y sonriendo como un idiota y babeando ligeramente. Con delicadeza, Sero le pasa la mano por los hombros para guiarlo hasta el suelo y que pueda sentarse—. Este weón se aperró… No termina de controlar la potencia y se ha frito el cerebro para un buen rato. Para estar asustado ha sido brígido cómo nos ha salvado...
Las últimas palabras de Sero ya no suenan enfadadas, sino orgullosas. Entre Izuku y él, comprueban los signos vitales de Uraraka, que está inconsciente por el impacto del rayo y ensangrentada por la pelea con Toga. Con la ayuda de la fuerza del guante, Izuku se arregla para arrastrarla lejos de Toga y tumbarla junto a Kaminari, que los observa con expresión alelada y luego se acerca a Sero, que está inmovilizando con su cinta a Toga, también inconsciente, igual que ha hecho con Spinner.
En el suelo, justo al lado de donde las dos chicas estaban peleando, hay una marca negra que se ramifica en hilos cada vez más delgados, señalando el lugar exacto del impacto. Kaminari ha tenido buen cuidado de no descargar encima de ninguna de las dos. «Quizá no controla la potencia, pero sí el lugar», piensa Izuku, orgulloso por la habilidad de su amigo.
—Hisashi, hay que ir a ayudarlos. —La voz de Sero interrumpe su examen. Señala al final de la calle, donde los dos héroes profesionales tratan de sobrevivir a la enorme avalancha de cuerpos que amenaza devorarlos. Mira hacia atrás e Izuku y él comparten una mirada que luego desvían simultáneamente hacia Kaminari—. El weón no está en condiciones de nada ahora mismo y no lo estará en un rato.
—Iré yo —asiente Izuku, determinado a llegar hasta Katsuki como sea.
—Tu brazo… —Sero aprieta los labios con disgusto.
—Estaré bien. Allí seremos tres —asegura Izuku, menos convencido de lo que desearía. La avalancha humana de cuerpos que ha generado Twice resulta aterradora y él, al contrario que Shouto o Katsuki, no puede elevarse sobre el terreno—. Si aquí ataca alguien, no podría defenderlos. Tú sí, eres un escudo humano y puedes inmovilizar.
—¿Estás seguro, po?
—Estaré bien —repite Izuku. Sero duda un segundo más, pero Izuku sabe que el argumento es válido, y se muerde el labio, respirando aliviado cuando su compañero asiente—. Cuida de ellos, por favor.
—Lo haré. Hisashi… —Izuku se vuelve hacia él—. La raja, weón. Eres bacán. Algún día quiero ser como tú. El otro día en el fuego, hoy con este tipo… —Sero señala con la cabeza a Spinner, que sigue inconsciente. Izuku se sonroja, no muy seguro de haber captado el mensaje general—. Eres muy valiente. Deberías haber sido héroe profesional, ¿cachas? Lo habrías hecho genial con tu Don y tu capacidad. Tan varonil, tan mino.
Izuku se encoge de hombros, sin saber cómo contestar. La afirmación sobre su Don y la admiración de los ojos de Sero lo hace sentir muy incómodo. Por un momento, duda. La situación tiene un aspecto feo y quizá no debería ir a una muerte probable con una mentira en los labios, pero al abrir la boca, es incapaz de pronunciar las palabras. «No tengo Don. No puedo ser un héroe porque no tengo Don. Nadie quiere un héroe sin Don». Incluso esas palabras se quedarían cortas. La gente no quiere a nadie a su alrededor sin Don. Se sienten incómodos, los miran con lástima y compasión. Lo sabe bien, ha sido víctima a menudo de esas miradas, muchas veces acompañadas de comentarios bien intencionados que no tienen nada que ver con la admiración pura y el elogio de Sero.
Un orgullo que ahora le cae como un bálsamo. Incapaz de hablar, Izuku al final termina por asentir, agradecido y emocionado por sus palabras. Sero choca el puño contra la palma de su otra mano y sonríe, animándolo porque malinterpreta su expresión y cree que está asustado, algo que no va del todo desencaminado. Dando media vuelta de nuevo e intentando aplastar su incomodidad y culpabilidad por mentir a todo el mundo durante un rato más para poder concentrarse en lo que tiene que hacer, Izuku corre hacia la montaña de cuerpos que inunda la calle y comienza a trepar por ellos, determinado a alcanzar a Katsuki lo antes posible.
.
—¡Dynamight! ¡Dynamight! —Katsuki mira hacia la voz que lo llama y descubre a Hisashi, que trepa por la montaña de dobles de Twice. Muchas de ellas son tan débiles, productos de copias tras copias, que se deshacen bajo los pisotones que les da para subir por encima de ellos. Algunas tratan de reaccionar y atraparlo, pero otras están más preocupadas en sostener el peso de la avalancha de cuerpos y no hacen nada por impedirle el paso.
—¡Has tardado, nerd! —grita en su dirección. Katsuki tiene los brazos cansados y el cuerpo agotado. La mente todavía le funciona con agilidad, pero está empezando a reservar algunas de las fuerzas, sospechando que los refuerzos no van a llegar a tiempo y que tendrán que aguantar hasta encontrar el límite de Twice o el suyo propio, que no está demasiado lejos.
—¡Lo siento! —contesta Hisashi, trepando lo más rápido que puede y pateando con fuerza la cabeza de una réplica de Twice, que ha tratado de sujetarle por el tobillo, para deshacerla.
Inicialmente, ha acordado con Shouto reventar las copias lo más rápido posible, pero a pesar de que ambos tienen ataques en área muy potentes, la capacidad de réplica de Twice es enorme y ha alcanzado un punto en el que es prácticamente imposible contenerlo y ahora están tratando de llevarlo al límite.
Si es que lo tiene.
«Tiene que tener algún límite. Todos lo tenemos», piensa Katsuki una vez más, con rabia, mientras un círculo de llamas procedentes de Shouto lo rodean y queman a varias decenas de réplicas de la parte superior de la montaña de cuerpos que lo está acosando. Se deshacen con un sonido de chapoteo que resulta desagradable y que Katsuki empieza a pensar que no va a poder quitarse del cerebro nunca jamás. «Un momento en el que no pueda crear más o que sean tan débiles que se deshagan a poco que el aire los roce», piensa una vez más.
—¡Poneos a cubierto! —grita Shouto en ese momento, varios metros por encima de él. Katsuki mira hacia abajo, buscando a Hisashi, que sigue trepando con determinación, peleando con algunos de los Twice que intentan retenerlo sujetándolo del brazo o los tobillos y deshaciéndolos con suma facilidad. Las copias cada vez aguantan menos impactos, si una simple patada con un débil Don de fuerza puede hacerlas desaparecer.
—¡Los más resistentes están abajo! —comprende Katsuki, que intenta avisar a Shouto al adivinar lo que este intenta hacer. Por eso la mole de cuerpos se eleva cada vez más y más, como un castillo humano que se multiplica entre gritos, quejidos y aullidos, pisoteándose unos a otros. Si se quitan de encima a la base, su plan podría tener éxito—. ¡Acabemos con ellos de una vez por todas! — Shouto asiente al oírlo, sin mirarlo.
Katsuki se impulsa hacia Hisashi, que está a apenas unos pocos metros de él. Se mueve con cierta torpeza, algo que le hace fruncir el ceño, porque con lo que le ha enseñado, debería ser más ágil.
—¡Ven! —le grita Katsuki cuando está lo suficientemente cerca, extendiendo un brazo hacia Hisashi, que utiliza la mano derecha para aferrarse a él con fuerza—. ¡Con las dos, joder! —El nerd niega con la cabeza y Katsuki tira de él igualmente, los eleva varios metros con un par de explosiones y lo envuelve con los brazos, dándole la espalda a Shouto justo a tiempo.
Una oleada de intenso frío los rodea. Una potente llamarada después, el aire frío se calienta súbitamente. Katsuki ha adivinado el ataque porque es, sin duda, el ataque en área más devastador de Shouto. Apenas lo utiliza, porque es incontrolable y no puede medir sus consecuencias, pero es una situación lo suficientemente desesperada y no tiene demasiadas ocasiones de entrenarlo para mejorar su eficacia. Antes de que el intenso sonido de explosión se produzca, Katsuki deja de elevarlos a ambos y tapa con las manos los dos oídos de Hisashi, rezando porque los dispositivos que este ha creado para sus oídos filtren correctamente el petardazo que va a dar la combinación de frío y calor de Shouto.
Katsuki la siente, más que la oye. Los audífonos absorben prácticamente la totalidad del sonido y gran parte de la vibración, protegiendo sus tímpanos. Espera unos segundos más antes de destapar los oídos de Hisashi y, sin preocuparse de estar cayendo a plomo por falta de apoyo, lo afianza junto a su cuerpo con su brazo izquierdo. Hisashi rodea su cuello sólo con uno de sus brazos. Con un par de explosiones, frena la caída de ambos hasta llegar al suelo, y entonces separa a Hisashi de su cuerpo y lo mira atentamente, examinándolo. Su brazo izquierdo está vendado contra el pecho en una posición poco natural, empapado en sangre casi negra por la suciedad y el polvo.
—Tu brazo… —Katsuki frunce el ceño. Incluso con el vendaje, cuya autoría reconoce por las explosiones que ha empleado en los entrenamientos contra esa cinta, puede ver que la herida es muy grave, aunque parece que ya no está sangrando profusamente, como debe haber hecho hasta unos minutos antes.
—Luego te lo cuento —promete Hisashi, mirando a su alrededor—. Ahora… Ahora estoy bien. Puedo pelear.
Shouto aterriza al lado de ambos. Todavía hay algunas réplicas de Twice deshaciéndose entre chapoteos, pero la calle está despejada por primera vez desde que ambos han empezado a pelear. Katsuki intercambia una mirada con Shouto, que parece igual de agotado que él.
—¿Está bien? —pregunta Shouto en dirección a Katsuki, aunque señalando a Hisashi.
—Hay que llevarlo a que lo atiendan en un hospital o que lo vea la vieja —dice Katsuki, que sospecha que la herida es más grave de lo que aparenta, y no es poco.
—No tan deprisa, héroes. —La voz de Dabi resuena en toda la calle. Un círculo enorme de fuego azul los rodea, tapando todas las escapatorias posibles por tierra. Automáticamente, Shouto y Katsuki miran hacia el cielo, pero la muralla de llamas es alta y caliente, más de lo que ha visto a Shouto nunca, lo que significa que no podrá utilizar su hielo sin crear más problemas por el contraste de temperaturas.
—No podemos quedarnos aquí —dice Shouto, negando con la cabeza. Katsuki no sabe qué le pone más nervioso, si la situación o que Shouto siempre permanezca impertérrito incluso en los momentos más estresantes, cuando él sólo quiere insultar a todo el mundo—. Este fuego es mucho más potente que el mío. Los edificios arderán fácilmente a esta temperatura y el humo nos atrapará y derrotará antes incluso que el fuego.
—¡Ya lo sé, mitad y mitad! ¡No hace falta que me lo digas! —estalla Katsuki, perdiendo completamente la paciencia. Se arrepiente de haber mandado a Hisashi que lo siguiera, sobre todo viendo el estado en el que está, pero tampoco quiere reñirlo por obedecer sus órdenes. Ahora sólo quiere sacarlo de allí, salir los tres y reelaborar la estrategia.
—No creo que pueda mantenerlo tanto tiempo como yo, eso sí.
—Ya lo sé. ¡Cállate! —ruge Katsuki. Shouto, que ya lo conoce, no se inmuta por sus palabras.
La muralla de fuego rodea todo excepto a Dabi y al que, Katsuki supone, es el Twice original del que parten todos los demás. Katsuki alza una mano, dispuesto a lanzar uno de sus disparos a distancia. Hisashi ha pensado lo mismo, porque una bala de aire abandona su brazo derecho al mismo tiempo. Dabi esquiva ambos proyectiles con la facilidad de quien tiene la sartén por el mango y controla la situación.
—Si empiezas atacando desde lejos, es probable que sea porque se te dan mal las distancias cortas —dice Dabi, burlón. Se gira levemente hacia Twice—. Todo tuyos, ahora no podrán escapar de ti por ninguna parte y tampoco repetirán su truquito.
—¡Qué listo eres, Dabi! ¡Te admiro un montón! —grita Twice, corriendo hacia ellos al tiempo que empieza a multiplicarse una y otra vez. Apenas ha avanzado seis o siete metros y ya vuelve a dividirse en incontables copias. Katsuki aúlla de frustración, están igual que al principio, porque las copias que salen del original son mucho más resistentes que las que acaban de destruir tras todo el combate.
—¡¿Es que no tiene un jodido límite?!
—¡Dynamight! ¡Katsuki! —Hisashi se esfuerza por llamar su atención. Shouto crea algo de fuego para protegerlos a los tres de la primera oleada de Twice—. ¡Escúchame, hay una manera!
—¿Cuál? —pregunta Katsuki, con su instinto de héroe disparado. Si Hisashi tiene una buena idea, es de locos despreciarla. El chaval tiene buen ingenio y piensa rápido.
—Acabar de una vez por todas con él.
—¡No vamos a matarlo, Deku! ¡Somos héroes! —Hisashi parpadea un par de veces al escuchar esto y luego asiente, con determinación, con un destello de orgullo en los ojos.
—No hace falta matar a nadie, sólo noquearlo. Tú lo dijiste. Podemos hacer que no pueda seguir multiplicándose.
—De acuerdo. ¿Cómo?
—¿Recuerdas el incendio del complejo? Cuando tuvimos que entrar en las cocinas para rescatar a los profesores. —Hisashi señala uno de los edificios, el más alto que los rodea, más allá de las llamas. Katsuki comprende qué quiere decir e intercambia una mirada con Shouto, que está escuchando y asiente, serio, al comprender qué pretenden hacer—. Con unas pocas explosiones debería bastar.
—Es peligroso.
—Hay que correr el riesgo —insiste Hisashi.
—Shouto puede elevarse para evitarlo, pero tú…
—Estaré bien —promete Hisashi—. Pero hay que hacerlo ya.
—¡Shouto! —brama Katsuki. El chico está sudando, utilizando su parte fría sólo para estabilizar su temperatura. Tanto él como Katsuki están cansados y al límite de sus Dones, así que más vale que Hisashi tenga razón y sea un golpe definitivo—. ¿Puedes hacer que Dabi se centre en ti durante unos minutos? —Sin mediar palabra, Shouto corre hacia adelante, abriéndose paso con fuego para atravesar la barrera de réplicas de Twice.
—Yo me encargo de este —dice Hisashi, corriendo hacia Twice también—. ¡Puedes hacerlo!
—¡Claro que puedo! ¡Qué te has creído! —Más bien teme que Hisashi no sea capaz, conociendo la debilidad de su Don, de contener a Twice el tiempo suficiente cuando ni Shouto ni él han podido derrotarlo, pero no dice nada. Junto a su temor, hay confianza, una que hasta ahora ha sentido con contadas personas.
Sin perder un segundo más, Katsuki se mueve hacia el edificio que Hisashi le ha señalado. Ha comprendido a la primera qué ha pensado el nerd. No es un plan especialmente brillante y seguramente a Katsuki también se le habría acabado ocurriendo algo parecido, pero puede funcionar. No sabe qué le lleva a confiar así en él. No ha dado muestras de tener un Don especialmente potente, una de las cosas que Katsuki más suele valorar en la gente, pero está claro que Hisashi tiene… algo. Algo que lo obliga a mirarlo todo el tiempo, a buscarlo, a hacer que mejore y se aplique más y más. Katsuki no sabe bien qué está ocurriendo con ello, porque siempre se ha dejado llevar por sus impulsos, pero tiene un buen presentimiento. Y él confía mucho en sus presentimientos, sobre todo en las situaciones desesperadas.
Está llegando a la muralla de fuego azul. Si Shouto no consigue hacer que Dabi se centre en él, no habrá manera de atravesarla. No ha terminado de pensarlo y, de pronto, la muralla de fuego azul desaparece. Sólo quedan las llamas y el intenso humo del edificio, que cruje con un sonido espantoso, a punto de colapsar. Va a ser más fácil de lo que creía. Se acerca hasta el borde de la fachada, ignorando el calor intenso que hace que su cara se queme y llene de ampollas a pesar de la resistencia natural de su piel. El fuego azul de Dabi es tan caliente que los ladrillos y el cemento están ya semi derretidos y lloran repulsivas lágrimas ennegrecidas de concreto, metal y arcilla.
Lo bueno del intenso calor es que, aunque las llamas hacen que el sudor de su rostro se evapore y seque al instante, el resto de su cuerpo, espalda, brazos, axilas, piernas… chorrea de sudor y se almacena en las dos granadas. Va a tener que sacrificarlas, pero no le importa. Ya pedirá que le hagan otras y las cargará directamente a la Agencia de Seguridad Pública de Héroes, que son, al fin y al cabo, los que le han metido en todo este jaleo. Con los depósitos de sudor al máximo, regula las granadas en la máxima potencia y posa las manos, siseando de dolor al quemarse, sobre la parte baja de la fachada.
