Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 4
Jardín fuera de casita
Meses después
Mirabel adoraba a sus hermanas, quienes la consentían como el resto de la familia. Isabela había creado un hermoso jardín lleno de sus flores favoritas que mantenía constantemente, caminando diariamente las especies para que ella y Camilo jugaran en las mañanas cuando el resto de la familia estaba en el pueblo. Y Luisa había puesto una barda alrededor y llevado algunas bancas de madera para que sus papás o tío Bruno se sentaran mientras los cuidaban.
-Ya voy a tener un don, faltan unos días- canturreó Camilo emocionado, haciendo que Mirabel riera sentada en el regazo de su hermana mayor. A Isabella le gustaba acariciar el cabello de Mirabel mientras iba creando flores que su hermanita le pedía, era algo que ambas disfrutaban. Eran momentos en los que no tenía que ser tan perfecta.
-¡Una rosa!¡Un lirio!¡Una begonia!- decía Mirabel, e Isabela creaba todo lo que ella le decía.
-Sí, vas a tener un don- dijo Isabela pasándole a Mirabel una flor de mayo- pero no es para estar jugando todo el tiempo, tienes que ser más responsable, ya no puedes hacer travesuras o robar comida-
Como respuesta, Camilo se paró de manos por un momento antes de caer de espaldas sacándole la lengua. Mirabel escuchó a Isabela gruñir.
-¿Isa?- dijo la pequeña de pronto.
-¿Mmm?
-¿Cami no va a poder jugar conmigo cuando tenga su don?- dijo Mirabel extendiendo su cabecita para mirar a su hermana. Isabela sonrió y siguió acariciando su cabeza.
-Claro que sí va a jugar contigo, florecita- dijo Isabela sonriendo y dándole un apretón- solo que también va a tener que ayudar al pueblo como Luisa, o como mamá…-
Mirabel se giró hacia ella para mirar su expresión. Isabela siempre le había parecido perfecta, sin ningún defecto y siempre sonriente, pero esta vez se veía diferente, con una sombra de tristeza en sus ojos.
-¿Isa, qué…?- iba a preguntar qué pasaba pero no alcanzó a preguntar.
-¡Isabela!¡Luisa! Necesito que vengan a ayudar- escucharon a la abuela causándole un respingo. Isabela suspiró resignada y bajó a la niña de su regazo, sentándola en la banca y creando una pulsera de flores para ella.
-Venimos en un momento, Mira- dijo Isabela antes de agregar en voz alta- no se vayan del jardín-
-Sí- dijo Mirabel. Una vez que sus hermanas se fueron, la niña bajó de la banca a ver qué estaba haciendo Camilo, quien se había acostado en el suelo, su cabecita oculta en el pasto- ¿qué estás haciendo, Cami?-
-Shhhh… estoy siguiendo las orugas- dijo el niño tirado en el suelo junto a la banca donde había estado sentada con Isabela.
Queriendo ver a las orugas, Mirabel se tumbo en el suelo sobre su lado derecho también debajo de la banca. Vio una oruga bonita cerca de donde ella estaba y puso su dedo sobre el suelo para que la oruga se subiera.
-¿Recuerdas el libro que nos leyó tío Bruno sobre la oruga?- dijo Camilo después de un rato- las orugas se transforman en mariposas… ¿sabes cuánto tardarán?-
-No- dijo Mirabel sonriendo al ver la oruga subir por su dedo- dijo tío Bruno que tienen que hacer su capullo y de ahí le crecen las alas…-
Mientras que Mirabel estaba hablando, sintió algo en su antebrazo que definitivamente no era la oruga, y cuando se volvió vio que era una enorme araña negra caminando hacia su hombro.
-AAAAAAAAAAAAAHHH-
La niña se sacudió el brazo y trató de levantarse, pero su cabeza golpeó la banca de madera sobre ella e hizo que un puñado de arañas lloviera sobre ella, ademas de que su segundo intento por levantarse hizo que una de las patas de la banca se dobló y la tabla horizontal les cayó encima a ambos, sobre el tobillo de Camilo y las piernas de Mirabel, dejándolos atrapados y sin poder hacer nada sobre las arañas que caminaban por los brazos de la niña.
-AAAAAAAAAAAAHHHH-
-MAMIIIIIII-
Los dos niños comenzaron a gritar y pronto Luisa e Isabela bajaron, la primera quitó la tabla de sobre ellos y la segunda revisó lo que les había pasado. Mirabel aún seguía pataleando desesperada a pesar de que ya no tenía la tabla sobre ella; Isabela se dio cuenta de lo que pasaba con su hermanita y con su mano sacudió las arañas de sus brazos y espalda.
-Ya, ya no tienes arañas encima, florecita. Como quiera estas arañas son inofensivas, no te van a hacer daño…- dijo Isabela tratando de calmarla- no te muevas, quiero ver si te lastimaste…-
Pero Mirabel seguía pataleando y sacudiéndose asustada, lo que hizo que Isabela se frustrara. Los gritos atrajeron a Bruno, quien se acercó a sus sobrinos, y los cuatro estaban llorando: Camilo porque le dolía el tobillo, Mirabel estaba aterrada, Isabela lloraba de frustración al no poder consolar a su hermanita y Luisa lloraba porque se culpaba por haber puesto esa banca.
Entre las lágrimas Bruno comprendió lo que pasaba, y se abocó a lo más urgente.
-Luisita, Mirabel y a Camilo necesitan a tu mamá, ¿puedes ir por ella para que traiga algo de comer?- dijo Bruno. Vio a su sobrina asentir haciendo un puchero y alejarse corriendo- mariposita, ya no tienes arañas en tu espalda, ¿estás lastimada?-
Mirabel seguía sollozando asustada, hasta que Bruno la levantó en sus brazos y la hizo apoyarse en su hombro para que Isabela pudiera revisar sus piernas. Afortunadamente para ella solo tenía unos raspones a pesar de que toda la tabla le cayó encima. Camilo tenía un tobillo hinchado, seguramente sí se había lastimado.
Poco a poco Bruno hizo que Mirabel dejara de llorar, justo a tiempo para que Julieta llegara y curara a los dos pequeños con unos buñuelos. Una vez que lo hizo, Isabela abrazó a su hermanita y le dio un abrazo, pero desde ese día Mirabel le tomó un gran terror a las arañas.
x-x-x
Al día siguiente
Bruno se ajustó la ruana mientras miraba el caos que se estaba desarrollándose en el piso inferior. Un tornado formándose en el centro del patio mientras que Félix trataba de calmar los nervios de Pepa, al tiempo que Agustín se tropezaba con una caja de adornos para la casa y los regaba por todo el patio, Julieta estaba en la cocina trabajando y Alma estaba dando órdenes.
-¡Pepa, tranquilízate!- dijo la abuela en voz alta para hacer que se detuviera el tornado, pero Bruno sabía que eso era en vano, porque su hermana se preocupó más y el tornado creció.
-Está todo bien, mi vida, tenemos tiempo- dijo Félix.
Mirando el caos, Bruno suspiró y se debatió entre bajar a ayudar a su familia o regresar a su habitación. Después de meditarlo por un tiempo se apiadó de sus hermanas y bajó al patio a ayudar.
-Está todo bien, Pepi- dijo Bruno poniéndole una mano en el hombro de su hermana- no te…-
-¡Bruno!- dijo Alma, haciendo que tuviera un respingo de sorpresa- ¿qué estás haciendo aquí?-
-Yo solo vine a ver en qué puedo ayudar…- dijo Bruno, pero la mujer lo cortó con un largo suspiro.
-Brunito, yo sé que quieres ayudar, pero tu don no está ayudando a la familia- dijo Alma- la mejor de ayudar para algunos de nosotros es… hacerse a un lado. Deja que el resto de la familia haga lo que hace mejor…-
-Pero…-
-No queremos una repetición de lo sucedido en la boda de Pepa, ¿verdad?- añadió la abuela.
Bruno tragó saliva al escuchar eso y bajó la mirada, arrepentido por haberlo intentado. Eso se sacaba por intentar ayudar, así que con una mirada a su hermana volvió a subir al piso superior y decidió ir a ver a sus sobrinos, al menos podía asegurarse de que Camilo estuviera listo para su ceremonia.
-Isabela, cariño, ayúdame un poco con las flores… Luisita, eso no va ahí…- la voz de su madre se escuchó antes de entrar a la guardería.
Camilo estaba listo. Estaba vestido completamente de blanco con una pequeña ruana del mismo color. Estaba impaciente, saltando en la cama de emoción mientras lo hacía. Mirabel en cambio estaba sentada en la ventana, mirando hacia afuera pensativa mientras la gente del Encanto comenzaba a salir de sus casas y caminar hacia casita para la ceremonia.
-Es hoy, es hoy, es hoy, es hoy…- Camilo no paraba de gritar. Bruno sonrió y se sentó en la cama de Mirabel con una sonrisa amable. Deseaba con todo su corazón que su sobrino recibiera un don "útil", un don que no lo hiciera pasar por lo que él había pasado desde que su madre vio el lado negativo de su don.
-Ya te lo había dicho, apuesto a que vas a tener un don genial- dijo Bruno con un nudo en la garganta, pero no se atrevió a decir más.
No lo necesitó, porque Dolores fue a la guardería a traer a Camilo porque su madre estaba preocupada por que llegara tarde a la ceremonia. El niño no se hizo del rogar, tomó la mano de su hermana mayor y salió de la guardería.
Mirabel no se movió ni dijo nada durante todo el intercambio, sino que se quedó con su mirada fija hacia el exterior de su casa, hacia la gente del pueblo. Detectando que algo la estaba preocupando, Bruno se levantó de la cama y se sentó a su lado.
-¿Está todo bien, mariposita?- preguntó Bruno tentativamente. Mirabel asintió con la mirada hacia la ventana antes de volver sus ojitos a él.
-Me voy a quedar solita, ¿verdad?-
-¿Cómo solita?- dijo Bruno extrañado- estás aquí en la casa con tus papás, tus hermanas y…-
-No, solita aquí- dijo Mirabel.
-Pues… sí, vas a tener la guardería sola pero solo será por un par de meses, después tendrás tu don y tu propia habitación, ¿no te emociona eso?-
-Sí… un poco- dijo Mirabel sin explicar exactamente lo que la había puesto en ese estado. Bruno estiró sus brazos y Mirabel se acercó a él para que la abrazara.
-Está bien sentirse un poco triste, mariposita- dijo Bruno con una leve sonrisa- yo también me sentí así cuando obtuve mi don, extrañé pasar la noche con tu mamá y con tu tía Pepa. Pero va a ser para que tengas tu puerta y tu habitación. Y vas a tener algo que Camilo no-
-¿Qué cosa?-
-A tu torpe tío contándote historias- dijo él abrazándola más cerca de su pecho y dándole un beso ruidoso en la mejilla, lo que la hizo reír.
-Jajajaja ¡ay tío Bruno, tu barba pica!- se quejó ella pero sin dejar de reír- ¿prometes ir a mi habitación a contarme historias cuando yo tenga mi don?-
-Mija, cuando tengas tu don, ni siquiera te vas a acordar de mí- dijo Bruno riendo- pero si aún me quieres contigo, ahí estaré-
-Pfff… yo siempre voy a querer tus historias. Y a ti también, eres mi tío favorito- dijo ella con seguridad, lo que le hizo sonreír.
-Bueno, vamos a arreglarte para la ceremonia de tu primo- dijo él abriendo el armario- ¿qué vestido te quieres poner?-
-¡El amarillo!- dijo Mirabel sin dudar- es el color favorito de Cami-
Bruno sacó el vestido amarillo del armario y lo desabrochó para pasárselo antes de salir por un momento de la guardería para que se lo pusiera. Mirabel le indicó cuando se lo puso con unos golpecitos en la puerta, y él la ayudó a abrocharse y le puso un moño del mismo color en el cabello.
-Casita, ¿dónde están los zapatos?- preguntó él recogiendo el vestido que Mirabel estaba usando antes. La casa le acercó las alpargatas de color blanco a los pies de la niña, y Bruno le ayudó a atar las cintas en sus tobillos- y… ya estás lista- eso fue justo a tiempo para que casita les avisara que ya era hora de la ceremonia- gracias, casita. Vamos, mariposita, ya va a empezar la ceremonia-
Mirabel tomó su mano, y los dos se dirigieron a la ceremonia.
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Al mismo tiempo
Julieta se limpió las manos con una sonrisa antes de quitarse el delantal y caminar hacia el patio de casita. Se detuvo junto al comedor y vio a Camilo sonreír nerviosamente junto a Pepa y Félix. El pequeño era su sobrino favorito y no le daba ninguna vergüenza admitirlo, e incluso Pepa perdía la paciencia cuando le pasaba buñuelos extra a escondidas de la misma manera que ella a veces perdía la paciencia con Bruno consintiendo a Mirabel.
Eran eso, tíos cuyo trabajo era consentir a sus sobrinos. Bien que Pepa consentía a Isabela de todos modos.
-Awww, mi bebé está tan grande- dijo Pepa abrazándolo orgullosa, y Camilo le mostró su enorme sonrisa- te estaremos esperando en tu puerta, ¿sí? Te veré en un momento-
Después de ello vio a Pepa, Félix y Dolores unirse a la gente que había ido a ver la ceremonia, y Julieta vio a Camilo borrar su sonrisa y respirar hondo. Sabiendo lo nervioso que podía estar, habiendo visto a sus dos hijas pasar por eso, Julieta se acercó a él y se puso en cuclillas.
-Hey, ¿estás bien, hombrecito?- le dijo Julieta.
-Yo… claro que estoy bien, tía- sonrió Camilo a pesar de sus nervios.
-Mmm…- dijo ella - sabes que no tienes nada de qué preocuparte, ¿verdad? Vas a tener un don increíble, estoy segura-
-¿Y si mi don no sirve de nada?¿si es solo para…?-
-Hey, hey- dijo Julieta acariciando su cabello- ya te dijo tu abuela para qué sirve el don, ¿verdad? Tu abuelito nos regaló estos dones para que estemos seguros, no solo nosotros sino todo el pueblo. Así que si tu don ayuda mucho como el de Luisita o solo te ayuda a hacer sonreír a los demás será suficiente-
Emocionado, Camilo abrazó a Julieta en agradecimiento.
-Gracias, tía Juli- dijo él. Besó la mejilla de su sobrino antes de incorporarse cuando Bruno y Mirabel lo alcanzaron. Vio con cariño que su hija corrió a abrazar a Camilo antes de tomar su mano.
-Vamos, Mira- dijo Julieta mientras que Bruno agitaba el cabello de Camilo y las acompañaba para tomar su sitio en la ceremonia. Eso era algo raro en él, a Bruno no le gustaba mucho participar en las ceremonias o en las celebraciones en general.
Cuando llegaron a su sitio, Agustín alzó a Mirabel en sus brazos para que pudiera ver mejor y la abuela llegó con la vela para comenzar con la ceremonia.
-¿Pá?¿Qué don va a tener Camilo?- preguntó Mirabel abrazándose de Agustín.
-Apenas vamos a averiguarlo, Mirabú- le respondió Agustín con una sonrisa, señalando a la abuela- ya va a comenzar la ceremonia-
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Al mismo tiempo
No quería admitirlo, pero Bruno tenía curiosidad sobre cual iba a ser el don de Camilo. Era un niño que tenía una enorme capacidad de hacer sonreír a los demás, pero también era travieso y con un apetito enorme. Era un actor y adoraba contar cuentos con su gran imaginación, y además de que adoraba a su mamá.
Era un buen niño y esperaba que su don no solo fuera adecuado para él, sino que fuera aceptable para su madre. No quería que él ni ninguno de sus sobrinos pasaran por lo mismo que él.
Sintió a Julieta tomar su brazo, y la miró con una sonrisa. Bruno amaba a sus dos hermanas, pero tenía una ligera preferencia por Julieta, quien siempre lo había apoyado. Sintió que ella apoyó su cabeza sobre la suya, causándole una sensación agradable en su pecho.
Camilo comenzó a caminar por el largo pasillo que llevaba hacia la escalera que casita había creado para llegar a su puerta, entre la de Pepa y la de Dolores. Vio a Mirabel saludarlo con la manita mientras pasaba, y Camilo le sonrió de la misma manera.
Aquello le recordó el primer día que él tuvo un don, el horrible dolor de cabeza que tuvo durante su primera visión, la cual le mostró como podría mirar el futuro. Al principio su mamá estaba muy orgulloso de él, pero ahora solo le decía "tu don no está ayudando a la familia". Suspiró.
Julieta apretó un poco más su abrazo como si hubiera percibido su incomodidad. Su hermana y Mirabel eran idénticas en ese aspecto, tenían una gran compasión y la capacidad de detectar cuando una persona no se sentía bien.
-Estoy bien, Juli- dijo en un susurro, justo antes de que Camilo tocara la perilla de su puerta y ésta se encendiera.
Todo el mundo contuvo la respiración al ver la puerta iluminarse de esa manera, la puerta cambiando a la imagen de Camilo y algunas ondas sobre su cabeza. Nervioso, levantó los ojos a su abuela y, unos momentos después, una doble de Alma apareció en lugar del niño. Todas las personas miraron sorprendidas y aplaudieron.
-¡Tenemos un nuevo don!- anunció la abuela cuando Camilo regresó a su apariencia normal.
"Vaya Camilo puede cambiar de forma", pensó Bruno sonriendo "mamá parece complacida con ese don, espero que siga así".
Mirabel bajó de los brazos de Agustín y se escabulló entre la multitud para subir hacia su primo y abrazarlo, y casi al mismo tiempo Camilo se transformó en un clon de ella. Las dos Mirabel dieron varias vueltas para confundir a los presentes antes de que la abuela le dijera a Camilo que regresara a su forma original.
Los Madrigal subieron a felicitar a Camilo y a ver su nueva habitación. Tal y como era de esperarse para un niño que amaba el teatro, la habitación de Camilo era un gran escenario con vestidores llenos de espejos, seguramente para que practicara sus imitaciones.
-Woooow- exclamó Camilo, quien no había soltado la manita de Mirabel desde que entraron- ¡mira esto! ¡Te dije que mi habitación iba a estar genial!-
Mientras el resto de los invitados se acercaban para felicitar a Camilo, a la abuela y al resto de los Madrigal, Bruno pensó en escabullirse cuando se encontró con el rostro sonriente de Marcela, quien venía a la celebración con sus padres. Cuando sus ojos conectaron con los de él, Bruno se ruborizó levemente al ser descubierto y desvió un poco la mirada, pero ella le sonrió y lo saludó con la mano antes de separarse de entre la gente y llegar hacia él.
-Hola em…- dijo Marcela tímidamente- quizá no me recuerdas, me diste una visión el otro día y…-
-Sí, me acuerdo de ti, Marcela- sonrió Bruno, sin saber porqué se sentía extraño hablando con ella. Esta vez la mujer no tenía el pañuelo sobre su cabeza, sino que su cabello castaño estaba atado en una trenza sobre su hombro derecho. Bruno estaba mortificado, sin saber cómo continuar la conversación hasta que llegó Mirabel.
-Tío Bruno- dijo su sobrina, acercándose a él y tomando su mano, sacándolo de sus pensamientos (y de la manera quizá un poco extraña que miraba a la mujer)- ¿vamos por un buñuelito? Hola- añadió saludando a Marcela.
-Hola, princesa- dijo Marcela sonriente al verlo- debes estar muy emocionada por tu ceremonia-
Mirabel asintió moviendo sus rizos al hacerlo. Bruno iba a decir algo cuando otra mujer se acercó a ellos, de un empujón apartó a Marcela y a Mirabel antes de acercarse a él. Marcela incluso tuvo que atrapar a la niña antes de que cayera de espaldas al suelo, y Bruno gruñó para sus adentros al ver quien había empujado a su sobrina.
-Había extrañado verte…- dijo Blanca tratando de tomar su mano, pero Bruno se apartó y levantó a Mirabel en sus brazos.
-¿Estás bien, mariposita?-
-Mmhm. Marce no dejó que me cayera- dijo Mirabel asintiendo y ajustando sus lentes sin quitar sus ojos de la recién llegada, como si estuviera alerta. Marcela parecía confundida por lo que pasó y Blanca pareció ofendida por el hecho de ser ignorada, ya que se dio media vuelta para salir de la casa. Bruno suspiró aliviado y se presionó el puente nasal pensando que seguramente pagaría por eso de una u otra manera, pero no le importaba.
-¿Qué fue eso?- preguntó Marcela alzando una ceja.
-No… prefiero no hablar de eso- dijo Bruno reprimiendo un escalofrío antes de volverse a ella y a su sobirna- ¿quieren un buñuelo? Julieta debió haber dejado algunos en la cocina-
Ella sonrió y los tres caminaron hacia la cocina. Tal y como lo predijo, había una gran bandeja de arepas, otra de buñuelos y otra de alfajores en la cocina. Bruno dejó que su sobrina tomara varios buñuelos pero solo un alfajor.
-Solo uno, chaparra, no quiero que te duela la panza esta noche- dijo él.
Mirabel no dijo nada, estaba muy concentrada mientras que comía y los dos adultos conversaban entre sí.
-Mirabel es una niña muy dulce- comentó Marcela pasándole una servilleta para que se limpiara las manitas cuando terminó de comer, y los tres caminaron de regreso hacia el patio de casita, por donde la gente salía de casita. Bruno puso a su sobrina en el suelo y ésta regresó a la fiesta, ayudada por casita a subir las escaleras.
-Sí, lo es- dijo Bruno mirando hacia la habitación de Camilo, donde la fiesta se llevaba a cabo en esos momentos- tiene un talento para saber cuando una persona necesita que lo animen-
-Mmm…- dijo Marcela pensativa antes de animarse a hablar- escucha, Bruno, hay algo que quisiera…-
-¡Marcela Medina!- exclamó una voz detrás de ellos, haciendo que ambos dieran un respingo de sorpresa. Cuando se volvieron eran los Medina mirándolos de manera reprobatoria- ¿qué estás haciendo aquí con él, tú sola?-
-Yo…-
-Juan Castillo te ha estado buscando por todos lados, y tú estás con…ese-
-Papá, está bien- dijo Marcela mostrándole el buñuelo que aún tenía en la mano- yo solo quería un bocadillo y el señor Madrigal fue tan amable de mostrarme donde estaban-
Bruno la miró. Era lo más fluido que la había escuchado hablar desde que la conocía, pero no comentó nada al respecto. El señor Medina se acercó a su hija para tomarla del brazo y llevarla a la salida de la casa.
-Nos vamos- dijo él.
-De… de acuerdo- dijo Marcela mirando hacia atrás a Bruno con una expresión de disculpa antes de que su padre prácticamente la arrastrara a la puerta.
Aquella noche dejó a Bruno muy pensativo por varias cosas. El don de Camilo, el futuro don de Mirabel, Blanca Martínez y Marcela Medina.
No iba a mentir, esa mujer era diferente y lo hacía sentir algo que no podía describir. No era segura y presumida como todas las otras mujeres que había conocido (o mejor dicho, que su madre lo había obligado a conocer), no era como sus hermanas tampoco, parecía ser más reservada y hablar con alguien que apenas conocía era salirse de su zona de confort como lo era para él.
¿Y ese Juan Castillo? Lo recordaba muy bien, era un hombre al menos diez años mayor que él, ¿por qué el padre de Marcela había dicho que la estuvo buscando? ¿Era su novio? Quizá Bruno solo se estaba haciendo ideas y ella solo estaba siendo amable con él. O quizá no, él recordaba la visión en la que Marcela huía de la iglesia, ¿acaso huiría de ese hombre? ¿O ya había pasado?
Sacudió la cabeza. ¡En qué estaba pensando! Esas eran solo tonterías, no tenía tiempo de pensar en esa mujer. Debería mejor esconderse en su torre y no salir nunca, no meterse en ese tipo de problemas por una mujer.
Se frotó los ojos. No parecía que la fiesta fuera a detenerse pronto, así que Bruno decidió dejarlo por hoy e irse a su habitación, nadie lo iba a extrañar.
x-x-x
Casita
La mañana siguiente
A pesar de que creía que todos estarían dormidos hasta tarde, la mesa del comedor estaba llena cuando Bruno bajó a desayunar al día siguiente. Mirabel lo estaba esperando con una mala cara y las manos en las caderas.
-¡Tío Bruno! ¿Dónde estabas?- preguntó Mirabel de pronto- ¡te fuiste de la fiesta temprano!-
-Sí eh… estaba un poco cansado- sonrió Bruno revolviéndole el cabello y esperando que no siguiera preguntando nada más. Desafortunadamente Mirabel era una niña de casi cinco años y no tenía filtro.
-Y esa señora que estaba contigo, ¿era tu novia?- preguntó la niña en voz alta.
Bruno se quiso morir cuando todos en la mesa se volvieron hacia él con curiosidad para saber de qué estaba hablando la niña. ¿Por qué los niños tenían que ser tan sinceros? ¿Y por qué él tenía que ser tan transparente con sus emociones?
-Para nada, Mirabel- dijo él lo más serio que pudo, dándole palmaditas en la cabeza mientras ignoraba la risita de Pepa- solo le estaba ayudando a conseguir los buñuelos, ¿te acuerdas?-
-Así que ustedes fueron los que asaltaron mi charola de buñuelos anoche- dijo Julieta alzando una ceja y poniendo sus manos en la cintura.
-Solo tomamos unos pocos, Juli. No me regañes- se defendió Bruno.
-¡Tío Bruno solo me dejó comer dos!- dijo Mirabel levantando su mano.
-Tu tío hizo bien, Mirabelita- dijo la abuela acariciando los cabellos de la niña- no queremos que tu pancita te duela, ¿verdad?- levantó la mirada- ¿dónde está Camilo?-
-Aún está durmiendo- respondió Pepa. Bruno vio que su hermana tenía una pequeña nube sobre su cabeza, seguramente porque aún no había tomado su café esa mañana- está agotado por haber usado tanto su don toda la noche-
Todos pudieron ver que Alma no estaba muy feliz de escuchar eso pero respiró hondo sin responder a eso exactamente
-Mmm…- dijo Alma después de aclararse la garganta- bueno, creo que ahora podemos comenzar a pensar en cómo podemos hacer que el don de Camilo sirva de algo para el pueblo-
Y ahí estaba. Su pobre sobrino solo había tenido su don por una noche y ahora Alma ya estaba pensado en usarlo para trabajar en el pueblo. ¿No podía dejar que el niño siguiera siendo un niño por uno o dos años más?
Pero ni Camilo ni él ni nadie más en la familia Madrigal podía seguir siendo niño más allá de los cinco años.
x-x-x
Guardería
Dos meses después
A pesar de que Bruno hizo lo posible por ayudar a Mirabel a disfrutar los últimos meses en los que sería solo una niña, el día de su ceremonia de don llego demasiado pronto para su gusto, y se encontró a sí mismo ayudando a Julieta a prepararla para la misma. Habían conseguido un hermoso vestido blanco con mariposas doradas ("mira, tío Bruno, tiene mariposas", había dicho la niña) un moño y alpargatas del mismo color. Sus gafas seguían siendo de color verde brillante
Julieta estaba emocionada, y se acercó a Mirabel para darle un sonoro beso en la mejilla cuando estuvo lista.
-Ay, mi niña está tan grande- dijo Julieta acomodando los cabellos rebeldes que tenía su hija de la mejor manera que pudo- ¿estás emocionada por tu don, Mira?-
-Sí, mami- dijo ella jugando con sus manitas, diciéndole que más que emocionada estaba nerviosa. Bruno intervino también tratando para tranquilizarla.
-¡Ya tienes cinco años, mariposita!- dijo Bruno con una sonrisa, ocultando su preocupación de que ese sería el último día que tendría con su sobrinita- ¿ya pensaste en qué don vas a querer tener?-
Mirabel sacudió la cabeza con una expresión nerviosa, y Bruno le acomodo uno de sus rizos rebeldes que se atravesaban en su frente.
-No necesitas, sin importar el don que tengas, estoy seguro de que será asombroso…- comenzó a decir Bruno, pero la puerta se abrió y en ella apareció Alma llevando la vela del milagro en sus manos, la cual solo se movía de su sitio durante las ceremonias.
-Ah, muy bien, ya está lista- dijo Alma con una cálida sonrisa con la que ella miraba a todos sus nietos, especialmente a Mirabel, su favorita- Julieta, te necesitan en la cocina para los preparativos. Yo me quedaré con Mirabel de aquí a que comience la ceremonia-
Los dos hermanos entendieron el mensaje, y con una sonrisa a Mirabel, salieron de la habitación, Julieta para irse a la cocina y Bruno para esperar la hora de la ceremonia. Sabía que Alma se quedaría en la parte alta de la escalera con la vela.
Después de unos minutos Mirabel y su madre salieron de la guardería. La niña ya no parecía nerviosa, sino más bien estaba emocionada, aunque Bruno nunca supo lo que le dijo su abuela. Alma se inclinó para abrazar a la pequeña.
-Te veré en un momento en tu puerta- le dijo Alma al soltarla- ve con tu tío-
Mirabel asintió tomando la mano de Bruno, quien la condujo por la escalera lateral de la casa hacia la entrada principal, desde donde comenzaría a caminar delante de los invitados. Ahí ya estaban Agustín, Julieta, Isabela y Luisa esperándola. Sus hermanas corriendo hacia ella para abrazarla.
-Gracias, tío- dijo Mirabel desde los brazos de Luisa.
-Te veré allá arriba, mariposita- dijo Bruno guiñándole un ojo.
-Te veo después- dijo ella- vas a ser el primero en ver mi don-
Bruno le guiñó el ojo y asintió antes de escabullirse por donde había bajado, pensando en ver la ceremonia desde el espacio entre la puerta de Isabela y la guardería. Ahí no estorbaría a nadie, vería la ceremonia en primera fila y, mejor aún, nadie lo vería desde el patio de la casa.
La ceremonia comenzó poco después como la de Camilo, excepto por el tono de voz de Alma, en el que se notaba en su discurso lo mucho que quería a Mirabel ya que era por mucho su nieta favorita.
Todo pasó como lo habían esperado, la niña cruzó el pasillo central entre la gente con las manos juntas para que no se notara su nerviosismo, subió la escalera con una sonrisa y puso sus manos en la vela. Alma la miró con tanto cariño que Bruno sintió una punzada de celos, él jamás sería mirado así por ella, nunca.
-¿Prometes servir a esta comunidad y fortalecer nuestra esperanza?- dijo Alma.
"Está bien, Mirabel es la niña más buena del mundo", pensó Bruno al ver a la pequeña asentir y limpiarse sus manos sudadas (por los nervios seguramente) en su vestido "no solo mamá, sino todo el mundo la quiere, y cuando tenga su don va a ser aún más querida…"
El pensamiento incluso lo puso triste. Sabía que pronto perdería a Mirabel como había perdido a Camilo, Alma no dejaría que nadie con un don se quedara en casa. Incluso Dolores, que no necesitaba salir para usarlo, iba al pueblo todas las mañanas con ella. Quizá podía acompañarlos, e ignorar las miradas de miedo del resto del pueblo.
"Está bien", pensó Bruno encogiendo los hombros resignado "está bien que Mirabel me olvide si es feliz. No tiene que pasar tiempo con su ridículo tío de todos modos. Va a ser muy feliz con su don y no me necesita…"
Aún estaba pensando en ello cuando lo vio. Mirabel puso su manita en la perilla de su puerta, pero en vez de encenderse como siempre había sucedido con las de sus sobrinos, la puerta de Mirabel comenzó a desintegrarse de arriba abajo ante las miradas atónitas de todos los presentes.
x-x-x
CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! Mirabel quedó con una aracnofobia espantosa después de su experiencia. Camilo ya tiene su don, pero la puerta de Mirabel desapareció dejando atónitos a todos.
Chicos, me estoy mudando a archiveofourown. Tengo el mismo nombre de usuario, por si quieren seguirme ahí. Espero que les esté gustando esta historia. Nos leemos pronto.
Abby L.
