Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 6
Comedor
La mañana siguiente
Bruno despertó esa noche sentado en el suelo junto a la cama de su sobrina, y lo primero que hizo fue revisar que su sobrina siguiera ahí. La niña dormía con tranquilidad, como si no hubiera pasado nada malo.
De hecho cosas progresaron como cualquier otro día en la casa Madrigal, como si lo que acababa de pasar durante la ceremonia de don de Mirabel nunca hubiera ocurrido, como si fuera cualquier otro día de la familia preparándose a ayudar al pueblo del Encanto.
Pero sí había pasado algo.
Cuando bajaron al comedor, Julieta inmediatamente abrazó a su niña tan pronto como la vio, preguntándole cómo se sentía y llevándola consigo a la cocina para estar con ella. Agustín la siguió como siempre, cargando a Mirabel cuando Julieta tenía las manos ocupadas.
-Todo va a estar bien, Mirabu- dijo Agustín abrazando a su niña como solo él hacía, tratando de no caer con ella- tú ya eres especial, no necesitas un don para eso-
Mirabel parecía estar en una especie de limbo. No interactuaba con los demás, no sonreía ni decía nada. Bruno no decía nada tampoco, solo miraba tristemente su plato mientras que los nietos cuchicheaban como siempre. Otro que estaba inusualmente callado era Camilo, pero eso era por la manera en la que contestaron la primera pregunta que hizo esa mañana.
-Abuelita, ¿cómo vamos a hacer para que Mirabel tenga su don y su puerta?- preguntó Camilo de pronto, haciendo que todos se volvieran hacia él- no se puede quedar sin una-
-Ese no es asunto tuyo, Camilo- dijo la abuela en un tono severo que sorprendió a todos los presentes- concéntrate en lo que te toca hacer y deja de meter las narices donde no te llaman-
Camilo no preguntó nada más después de ello, pero casi saltó de su silla y siguió a Mirabel, preguntándole cómo se sentía y si podía hacer algo para ayudarla a estar bien tan pronto como la vio llegar al comedor. Un rato después pudieron ver al niño actuando una obra de teatro para intentar hacer reír a su prima, pero todo parecía en vano.
Bruno no estaba sorprendido, se esperaba que Mirabel tardara un poco en superar el shock de no haber recibido ningún don de parte de la magia.
Isabela y Luisa también estaban pendientes de Mirabel, pero la abuela les lanzó una mirada de desaprobación y las niñas regresaron a sus asientos sin decir nada. Dolores seguramente había escuchado su conversación la noche anterior, así que no comentó nada al respecto, ya sabía que su prima no estaba bien, así que solo le dio un abrazo cuando la vio llegar.
Pepa y Félix también habían intentado animar a Mirabel, aunque no había nada que pudiera animarla en ese momento. A pesar de que Pepa quería hacer salir el sol para animar a su sobrina, no podía animarse ella misma y su preocupación hacía que no dejara de llover desde la noche anterior.
Pero Mirabel no quería eso. En el desayuno no dejó de ver a la abuela, seguramente esperando a que ella le dijera que todo estaba bien, que había sido un error, que no necesitaba un don para pertenecer a la familia. Pero eso nunca pasó. Alma Madrigal valoraba los dones que podían usar para servir a la comunidad muy por encima de la mayoría de las cosas, incluyendo a su familia. Y entonces su sobrina tuvo que soportar el hecho de que su abuela ni siquiera la mirara.
Después del desayuno Mirabel regresó a su habitación, y nadie supo que estaba haciendo. Bruno no pudo ir a verla o pasar tiempo con ella porque varias personas llegaron a pedirle visiones. Agustín tampoco, tenía que ayudar en sus actividades del día.
-¿Vamos por un helado, Mira?- dijo Camilo tomando la mano de Mirabel con una sonrisa después de comer y tirando de ella para que caminara hacia la puerta con él.
Pero la niña sacudió la cabeza, seguramente se sentía asustada ante la idea de salir al pueblo. Bruno no la culpaba, sobre todo después de lo que había escuchado cuando la puerta de Mirabel desapareció. Había sido solo un puñado de personas, pero fueron las que llamaron la atención.
-Es una excelente idea, Cami. Yo también quiero uno, los puedo acompañar si quieren- se ofreció Bruno para que su sobrina se animara.
-No quiero…- dijo Mirabel.
-Solo unos minutos para que tomes aire fresco…- ofreció él.
-Hay aire fresco aquí-
-¿Para que estires las piernas?- sugirió Camilo.
-Mis piernas están estiradas- dijo Mirabel señalándolas y pateando el piso molesta- yo no quiero ir a ningún lado-
Bruno se frotó la barbilla pensativo mientras Mirabel regresaba a la guardería. Odiaba ver a su sobrina favorita así, pero todo eso era esperado. Solo necesitaba paciencia y abrazos mientras que aceptaba el hecho de que no tendría don y no llegaría. Camilo parecía decepcionado también de que su prima no haya querido salir con ellos y se fue a su habitación cabizbajo.
Sin saber que hacer, Bruno le dio un rato a su sobrina para que estuviera sola antes de subir a la guardería y llamar a la puerta.
-¡Ya te dije que no quiero ir a ningún lado, Camilo!- escuchó la vocecita exasperada de Mirabel.
-No soy Camilo-
La puerta se entreabrió solo un poco para encontrarse con Mirabel tallándose los ojos enrojecido. Bruno se puso en cuclillas y acomodó los lentes de la niña.
-¿Puedo acompañarte, mariposita?- preguntó Bruno. Mirabel lo miró por unos momentos, como debatiendo si debía dejarlo entrar o no, pero finalmente asintió apartándose para que su tío abriera la puerta y pasara.
La habitación estaba volteada, su ropa estaba en el suelo, los zapatos habían sido aventados contra la pared (se veían las huellas en la misma), las sábanas estaban en la que había sido la cama de Camilo y algunos de sus dibujos estaba rotos.
-Umm…- dijo Bruno observando a su alrededor con más curiosidad que enojo o desaprobación- ¿qué pasó aquí?-
La niña se veía apenada y cabizbaja, como si se esperara un regaño. Bruno no la criticó y esperó pacientemente que le diera una explicación.
-Mamá dijo que me quedaré en esta habitación- dijo Mirabel cabizbaja- entonces que tengo que… poner todo otra vez en su sitio donde estaba y… me sentí muy… enojada-
-Es normal que te sientas frustrada con lo que pasó, pero no debes reaccionar así. Estoy seguro que a casita no le gustó mucho lo que hiciste- dijo Bruno- ni a tus papás si llegan a saberlo-
-Lo siento mucho, casita- dijo ella en voz baja, claramente arrepentida. La casa la respondió con animo e incluso se movió debajo de sus pies y haciéndola dar un salto, lo que ambos interpretaron como que había sido perdonada.
-Creo que casita te perdona. ¿Tu mamá no te iba a ayudar con eso?-
-Abuela le pidió que fuera a otra parte- dijo ella.
-Bueno, vamos a arreglar esto- dijo Bruno encogiendo los hombros- trae tus vestidos y ponlos aquí, yo te ayudo a ponerlos en su sitio-
Mirabel asintió sin decir nada, y comenzó a recoger sus prendas de vestir. Bruno las volvió a colgar en sus ganchos para colgarlas en el pequeño armario de la guardería mientras que Mirabel guardaba sus zapatos. La niña no dijo nada más hasta que Bruno colgó sus cosas, para decirle que las quería ordenar por colores. Después extendió las sábanas e hizo la cama con ayuda de la niña.
-Quedó perfecto- dijo Bruno cuando terminaron.
-Sí- dijo ella sin muchas ganas, sentándose en su cama- todo igual que antes-
-No tiene que ser así si no quieres- dijo Bruno sentándose a su lado- tú puedes hacer lo que quieras aquí…-
-Menos tener un don- dijo Mirabel.
Bruno sonrió levemente.
-No necesitas un don, mariposita, ya te lo dije- dijo él con paciencia, comprendiendo cómo debía sentirse- quizá tu habitación no es mágica pero… no tienes cientos de escaleras como tu tío Bruno. O muchos sitios que limpiar como la de Camilo. Si la suya fuera tan fantástica, ¿crees que aún vendría a dormir a tu habitación?-
-Solo vienes tú para contarme cuentos-
-Ajá- dijo Bruno dejándose caer en su cama y guiñándole un ojo- Camilo no tiene un asombroso tío cuentacuentos en su habitación, eso es solo sucede aquí-
Mirabel dejó escapar una risita muy a su pesar.
-Quisiera que tuviera un color diferente- dijo Mirabel finalmente.
-Bueno, casita puede cambiar de color el papel tapiz si se lo pides. ¿Casita?- dijo Bruno, y para demostrarle el punto la casa cambió el papel tapiz de amarillo a verde- ¿qué color quieres?-
-¡Ese!- dijo ella sonriendo- me gusta el color verde-
-Sí, es como tus lentes- dijo Bruno, pero ella sacudió la cabeza.
-No, es como tu ruana- dijo Mirabel. Bruno sonrió y la levantó de pronto en sus brazos, dándole un beso en la mejilla haciéndola reír- ¡tío, tu barba pica!-
Después del abrazo, Bruno soltó a Mirabel y comenzó a dar golpecitos en la persiana de la ventana.
-Toc toc toc toco madera- dijo Bruno en voz baja antes de sonreírle.
-¿Qué tienes aquí, tío?- preguntó de pronto la niña.
Bruno miró de reojo y vio se dio cuenta que una de sus ratas estaba con él en su ruana. Se maldijo en voz baja, usualmente él dejaba las ratas en la torre para no asustar a Mirabel o para que Pepa no lo regañe. Y ahora su sobrina lo había atrapado con una.
-Es… em…- comenzó a decir- no te asustes, ¿sí?-
Aquello hizo que Mirabel se interesara más en él objeto, así que Bruno sacó a Margarita del bolsillo de la ruana y se la mostró.
-Es… una rata, se llama Margarita- dijo Bruno mostrándosela- ella y Pancracio viven en mi torre, pero a veces les gusta esconderse en mi ruana-
-No sabía que tenías una mascota, tío- dijo Mirabel tratando de tocarla. Margarita olfateó los dedos de Mirabel y los lamió.
-Creo que le caíste bien- dijo Bruno.
-¿Por qué no me habías dicho nada antes?- dijo ella acariciando la cabeza de Margarita cuando la rata saltó a su regazo.
-Porque a tu tía Pepa no le gustan las ratas- dijo Bruno- y tu mamá me prohibió entrar a su cocina con ellas. Pensé que no te iban a gustar-
Mirabel sonrió.
-Quizá podemos hacerle una casita para que no tengan que vivir en tu ruana- dijo ella de pronto, poniendo a Margarita en sus manos y caminando hacia una cajonera para sacar su caja de pinturas- ¿puedo hacerlo?-
Bruno asintió con una sonrisa.
-Claro. Tengo una vieja caja de zapatos en mi torre- dijo su tío- vamos-
x-x-x
Más tarde
Mirabel no sabía porqué no había obtenido un don. Sus papás y tío Bruno insistían en que no necesitaba un don y que todo estaba bien, pero ella se sentía… diferente. La mirada de su abuela no la hacía sentir bien, aunque no sabía qué significaba exactamente.
Ella se sentía decepcionada. Había deseado un don tanto como todos en la familia Madrigal, y se había quedado con las manos vacías. Estaba enojada consigo misma por haber fallado en la única prueba de su corta vida.
Tío Bruno la había animado, ayudándola a volver a arreglar su ropa y su cama, y ahora presentándole a Margarita y Pancracio. Los dos pasaron toda la tarde haciendo una casa para las ratas, y Mirabel se encargó de pintarlas.
Quién sabe qué habría sido su don, quizá algo parecido.
-¿Tío?- dijo Mirabel de pronto.
-¿Umm?-
-¿Hice algo malo? Para no tener don- preguntó Mirabel.
-¿Por qué sigues pensando eso, Mirabel?- le dijo Bruno sacudiendo la cabeza- ¿qué pudo haber hecho alguien tan bueno como tú que mereciera quitarte tu don?-
-¿Entonces?-
-Mariposita, hay veces que las cosas suceden sin alguna explicación- dijo Bruno con paciencia- quien sabe, quizá la magia quiere que seas algo más. O sabe que no lo necesitas-
Pero Mirabel seguía sin estar completamente convencida de las palabras de Bruno a pesar de que se lo repetía constantemente. Pensó que quizá el milagro se había equivocado con ella, que quizá aparecería su puerta mañana, o el día después. Animada por eso, aceptó la invitación de Bruno de ir por Camilo y luego por un helado. Cuando bajaron, Julieta les dijo que Camilo estaba en el pueblo con Félix y Pepa, así que Bruno y Mirabel siguieron al puesto de helados.
Desafortunadamente para ellos, los dos alcanzaron a escuchar los rumores sobre lo sucedido el día anterior.
-¿Puedes creerlo?¿Es una Madrigal que no tiene don?- dijo una mujer que estaba en el mercado del Encanto, llamado la atención de los dos.
-Ya decía yo que había algo raro con esa niña- dijo otra mujer- ¡pobre de la señora Alma!-
-No tan alto, Dolores puede escuchar lo que están diciendo- dijo una tercera.
-¿Y qué si lo escucha? No es la verdad- dijo la segunda que había hablado- siempre supe que esa niña no eran buenas noticias…-
-Escuché que con ella Julieta tuvo problemas durante el embarazo, y durante el nacimiento- dijo la primera- no es ninguna sorpresa que haya pasado eso-
-¿Qué quieres decir?- dijo la tercera.
-Pues que fue una niña que por poco no sobrevive, solo lo hizo gracias al don de Julieta- dijo la primera- quizá no se suponía que sobreviviera-
Mirabel había escuchado horrorizada a las mujeres que hablaban a unos pasos de ella sin darse cuenta de que la niña estaba ahí, o quizá dándose cuenta pero sin que les importara. Sus ojos se llenaron de lágrimas y casi al mismo tiempo sintió que la mano de Bruno apretó la suya. Cuando levantó sus ojos vio que su tío estaba furioso.
-¿Tío?- dijo ella.
Sin responderle, Bruno levantó a Mirabel del suelo a sus brazos y caminó furioso hacia las mujeres que estaban hablando en el mercado. Las miró con sus ojos encendidos haciendo que tuvieran un colectivo escalofrío.
-Se…señor Bruno- dijeron ellas nerviosamente, como si estuvieran deseando no haber dicho nada de esas tonterías. Bruno solo se limitó a mirarlas con un enojo que Mirabel jamás creyó que tenía.
-Mira que lindas, hablando de una niña inocente de esa manera tan cruel- siseó en un tono que la niña jamás había escuchado- ¿cómo se atreven?-
-N…no, nosotros no pensamos…-
-Exacto, no pensaron. ¡No puedo creer sus palabras! Mi sobrina es una bendición y una alegría para nuestra familia- dijo Bruno entre dientes- ustedes no tienen un don tampoco y nadie está diciendo que no deberían haber nacido. Que no vuelva a saber que repitieron ese horrible rumor o me encargaré de mirar el peor futuro para ustedes-
Las mujeres se deshicieron en disculpas, pero su tío no quería escuchar nada de eso. Dio media vuelta y regresaron a casa.
Mirabel tembló. Su tío daba miedo cuando estaba enojado, y esperaba no tener que escucharlo de nuevo así, pero sabía que estaba segura con él. Bruno la puso en el suelo y se puso en cuclillas para mirarla. No quedaba rastro de la furia con la que había escuchado.
-Lamento que hayas tenido que escuchar eso, mariposita- dijo Bruno- no quise asustarte-
-No me asustas, tío- dijo la niña sonriendo levemente- gracias-
-No tienes nada que agradecer, Mirabel- dijo Bruno frotando su espalda- no puedo creer que la señora González hubiera dicho algo tan horrible, pero no son más que mentiras. No tienes idea lo mucho que todos te esperamos el día que naciste…-
-¿Tú estabas ahí?- preguntó Mirabel con curiosidad.
-Ajá. Tuve que cuidar a Camilo y me vomitó encima de tan emocionado que estaba- dijo Bruno con una risita haciendo reír a Mirabel- Isa, Dolores y Luisita estaban muy emocionadas también-
Mirabel no dijo nada, solo tomó la mano de su tío y los dos reanudaron su camino esta vez sin eventualidades. Cuando llegaron a casita, Agustín ya había regresado y la tomó de los brazos de su tío.
-Gracias por el paseo, tío- dijo Mirabel despidiéndose de su tío antes de cenar- te veo en el cuento…-
Bruno le guiñó un ojo antes de irse.
-¿Qué hicieron hoy, Mirabú?- preguntó Agustín.
Mirabel le contó de sus aventuras con Bruno, haciendo casas para las ratas, y cómo unas señoras malas habían hablando cosas horribles de ella y su tío las había puesto en su sitio. Agustín estaba orgulloso.
-Tu tío Bruno tiene razón- dijo él cuando Mirabel terminó su historia, dándole un beso en la mejilla- eres una bendición para esta familia-
x-x-x
Pueblo
Días después
A pesar de su optimismo, Bruno estaba muy preocupado desde el día de la ceremonia. Si bien las cosas habían comenzado a mejorar en casita y Mirabel había vuelto a ser la niña alegre de siempre a pesar de su falta de don, gracias a la ayuda de Julieta y sobre todo de Agustín, había una persona que no había regresado a la normalidad: su madre, tanto así que Bruno había decidido decirle la verdad de la visión a Agustín, haciéndole promete que no le diría nada Julieta y sobre todo a Mirabel.
Sabía que el principal problema que Mirabel tendría en el futuro sería sentirse insuficiente a comparación con el resto de su familia, así que necesitaba tener un rol en esa casa. Y cuando habló con Alma de eso, ella definitivamente no quiso escucharlo.
-No tenemos tiempo para esas cosas, Brunito- dijo Alma rodando los ojos en un tono condescendiente- el pueblo tiene cientos de pendientes más importantes que tu sobrina, por si no te habías dado cuenta. Ponla a hacer algo que no haga daño y que no estorbe a los demás-
"Tu sobrina". Bruno sabía bien que eso significaba eso, Alma se estaba distanciando de la pequeña… de la niña que creía que destruiría la magia.
Desde ese día se había encargado de buscar un propósito para Mirabel, Bruno salió al pueblo para ver si podía conseguir algo que la entusiasmara. Su sobrina era una niña con una mente artística, quizá pintura o bordado.
"Y mamá estará satisfecha de que no estorbe, según ella", pensó rodando los ojos.
Bruno primero pensó que quizá podía convencer a la señora Guzmán a enseñarle pintura, pero pronto desistió en la idea. Ella era muy amiga de Alma, seguramente pensarían de la misma manera. Quizá podía pedirle a la costurera del pueblo que la enseñara, pero también esa idea le parecía poco probable: había visto como miró a Mirabel el día de la ceremonia.
Se apretó el puente nasal un poco frustrado. Tenía que encontrar algo para Mirabel, ella era una niña talentosa y con un corazón enorme. No sabía porqué había pasado eso o qué significaba su visión, pero si Mirabel llegaba a destruir la magia, no lo haría a propósito, incluso sin su don. Quizá era una profecía autocumplida, que su madre causaría eso al excluir a Mirabel.
Sacudió la cabeza. No quería pensar en eso ahora. Su visión se cumpliría cuando su sobrina fuera mayor, no ahora. Y en estos momentos estaba buscando…
-¿Señor Bruno?-
El aludido casi dio un respingo de sorpresa al escuchar a alguien llamarlo. No era común que se dirigieran a él de esa manera. Cuando salió de sus pensamientos y se dio cuenta de era Marcela quien le estaba hablando. Lo miraba un poco apenada y llevando una canasta en su brazo.
-Ah, hola- dijo Bruno apenado- ¿necesitabas algo?-
-N…no, la verdad no era nada importante- dijo ella- lo vi pasar por la panadería y… solo quería preguntarle algo sobre el día de la ceremonia…-
Bruno se resistió a rodar los ojos. Ya había perdido la cuenta del número de personas "bien intencionadas" que le preguntaban sobre la ceremonia, principalmente si había algo malo con Mirabel, y había tenido que responderle de la misma manera que como había respondido a la s mujeres que hablaban mal de ella.
-¿Sí?- dijo un poco más agresivo de lo que había pretendido.
-Su sobrina, Mirabel- dijo Marcela tímidamente- sé que es un poco pronto para preguntar, pero ¿ella se encuentra bien? Es una niña muy dulce, debe estar muy decepcionada por lo que pasó-
Aquello lo sorprendió. Nadie le había preguntado si Mirabel estaba bien.
-Sí, un poco decepcionada- dijo Bruno pensando en que eso era una subestimación- pero sé estará bien. Ella no necesita un don para ser tan especial como cualquiera en la familia-
-En eso tiene razón. He visto lo creativa que es- dijo Marcela con seguridad. Tomó su canasta y sacó una muñeca de trapo hecho a mano- espero que esto no sea… impertinente de mi parte, pero… hice esto para ella. Está bien si cree que no está bien dársela… sé que no es mucho pero… quizá la anime un poco-
Sorprendido por el gesto, Bruno tomó la muñeca y la observó. Las costuras eran perfectas al igual que los bordados, y era un juguete muy bonito que estaba seguro le encantaría a su sobrina. Aquello le dio una idea.
-Estoy seguro de que le gustará mucho- dijo Bruno mirando la muñeca- de hecho… hay algo que quisiera pedirle, si no es mucha molestia-
-Claro- dijo Marcela sonriendo.
-Mirabel es una niña muy creativa- dijo él- quisiera que aprendiera a coser y a bordar, pero nadie en casa puede enseñarle. ¿Crees que…?-
-Claro, yo podría enseñarle si quiere- sonrió Marcela- tengo que trabajar en la panadería en la mañana, pero durante las tardes tengo tiempo. Mañana después de las dos de la tarde puedo verla-
-¡Eso es perfecto!- dijo Bruno emocionado- hablaré con mi hermana y cuñado, pero estoy seguro de que aprobarán de mi idea. ¡Muchas gracias!-
-No es nada- sonrió la mujer- la veré mañana como a las cuatro de la tarde si está bien-
Bruno asintió y, tras agradecer otra vez a Marcela, regreso a casita con una enorme sonrisa, aún con la muñeca que la mujer hizo en sus manos. Estaba seguro de que la idea les iba a gustar a Julieta y Agustín, y que iba a emocionar a Mirabel.
x-x-x
Guardería
Al mismo tiempo
Mirabel estaba comenzando a desesperar. Se sentía muy frustrada cada vez que veía que Camilo se iba a la ciudad con el resto de su asombrosa familia y ella se quedaba sola, o al menos con su papá y tío Félix limpiando la casa. Casita no era mala compañía, pero necesitaba hacer algo.
Esa mañana se había quedado sola, porque hasta tío Bruno había salido al pueblo.
-Pfff…- dijo Mirabel tumbada en su cama con los pies sobre la pared. No podía creer que eso sería el resto de su vida, quedarse en casa sola y encerrada como si se tratara de una mascota abandonada- casita, ¿qué hora es?-
La casa movió el reloj para que la niña pudiera verlo y, aunque estaba de cabeza, Mirabel lo pudo leer a la perfección de tantas veces que había practicado.
-Faltan dos horas, treinta y nueve minutos y cincuenta y dos segundos- dijo Mirabel- cincuenta, cuarenta y nueve, cuarenta y ocho…-
TOC TOC
Mirabel giró para incorporare sobre su cama.
-¿Quién es?- preguntó en voz alta, sin saber quién se había quedado en la casa.
-Soy yo, ¿puedo pasar?- dijo la voz de tío Bruno. Su corazoncito se emocionó de que su tío favorito hubiera regresado.
-¡Sí!- dijo Mirabel saltando de la cama emocionada al pensar que no tenía que esperar hasta la hora de la comida para estar acompañada por alguien.
Bruno abrió la puerta y entró con una sonrisa que no había visto en él desde el día de su ceremonia.
-¿Estás bien, mariposita?- dijo Bruno poniéndose en cuclillas para acomodarle los cabellos.
-Mmhm- dijo Mirabel sin responder en voz alta antes de agregar- ¿qué estabas haciendo en el pueblo, tío?-
Su tío sonrió curiosamente y se sentó en la cama, poniendo una mano a su lado invitándola a sentarse junto a él.
-Hoy en el pueblo me encontré a Marcela Medina- dijo Bruno sacando una muñeca de trapo de su ruana- te mandó esto-
Mirabel la tomó y sonrió ampliamente al ver la muñeca. Era muy bonita, se parecía a ella (Marcela incluso había creado rizos para ella), y era algo que sus hermanas no tenían, para variar.
-Gracias, tío-
-Mañana iremos a agradecer a Marcela- dijo Bruno, y Mirabel asintió haciendo bailar sus cabellos, pensando en que por fin tendría algo que hacer, aunque fuera por un día. Su tío continuó- escucha, Marcela me dijo que podía enseñarte a coser y bordar… si querías-
Los ojos de Mirabel se abrieron enormemente. ¿Ella, aprender a coser y a bordar?¿A hacer cosas asombrosas como lo que tenía en sus manos? ¡Por supuesto que quería!
-¡Claro!¿Hasta mañana?¿No podemos ir hoy?- poniéndose de pie y comenzando a dar brinquito de emoción.
-Sé que estás entusiasmada, pero tendremos que esperar a mañana- dijo Bruno acariciando su cabeza- principalmente porque tenemos que pedir permiso a tus papás-
-¡Sí!- dijo Mirabel en voz alta- se lo pediré en la comida-
Vio a Bruno dudar, pero casi de inmediato añadió.
-¿Te parece si guardamos el secreto de todos menos de tus papás?- dijo Bruno- sobre todo si quieres hacerles una sorpresa-
-¡Buena idea, tío!- dijo Mirabel con una sonrisa ilusionada.
-Muy bien, entonces mañana vamos después de comer- dijo Bruno poniéndose de pie y ofreciéndole la mano- ahora, ¿te parece si vamos a la biblioteca? Porque tienes que elegir un libro nuevo para esta noche-
-¡Sí!- dijo la niña dando un salto y tomando la mano de su tío con una sonrisa emocionada- vamos, vamos-
Mirabel adoraba eso: elegir el libro que su tío le leería por la noche. Ni Camilo, ni siquiera Isabela tenía ese privilegio.
x-x-x
CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! La abuela comenzó a tratar mal a Mirabel, pero Bruno y sus papás no lo van a permitir. Marcela la enseñará a coser y bordar mientras resuelven darle un rol en la familia.
Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Nos leemos pronto.
Abby L.
