Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 8
Pueblo
Dos años después
Mirabel se levantó muy optimista esa mañana, segura de que se la pasaría muy bien. Camilo le había prometido que irían a jugar en el río a las afueras del pueblo porque la señora Jimenez, a cuyo bebé cuidaba, se quedaría con su hijo ese día y Camilo estaría libre. Tío Félix había dicho que los acompañaría.
Comió su desayuno con prisa y tras besar las mejillas de sus padres y de su tío Bruno corrió a buscar a Camilo, quien la esperaba detrás de casita con tío Félix. El hombre llevaba una canasta con bocadillos para los dos niños de ocho años en una mano y un acordeón debajo del otro brazo.
-Ah, aquí está Mirabelita- dijo Félix cariñosamente, dándole unas palmaditas en la cabeza- ¿estás lista para venir con nosotros? Vamos-
Tío Félix era uno de sus personas favoritas del pueblo, ya que siempre estaba alegre y era una de las personas que no la juzgaban por no haber tenido un don. Y porque le había intentado enseñar a bailar, pero esa era otra historia.
-Bah, la mayoría del pueblo no tiene don, y nadie les dice que no sirven para nada- le había dicho Félix un día, cuando Sergio la había molestado como siempre que salía al pueblo- tu abuela no tiene un don, ¿crees que alguien se ha atrevido a decirle algo por ello?-
Los tres subieron por la ladera detrás de casita y cruzaron el puente cerca para seguir caminando por la montaña y bajar una vereda hacia donde pasaba el río. Ahí había una roca, la favorita de su tío Félix, donde el mayor se sentó mientras que los niños extendieron un mantel en el suelo y se tiraron en él para lanzar pequeñas rocas al río.
Mientras que Mirabel estaba riendo junto a su primo, comenzó a escuchar la música del acordeón que su tío había comenzado a tocar. La niña sabía que su tío amaba la música, era raro que no se pusiera a bailar, pero nunca lo había visto tocar un instrumento ya que Agustín era el que normalmente tocaba el piano en las reuniones familiares y en las ceremonias de don.
-No sabía que tocabas un instrumento, tío- dijo Mirabel.
-Mmm- dijo el mayor- a veces yo también busco algo que hacer, igual que tú. Y aprendí a tocar el acordeón poco después de casarme con tu tía-
Camilo se puso de pie y tomó las manos de Mirabel, levantándola de un tirón y comenzando a bailar torpemente con ella al ritmo de la música. La niña lo intentó, pro no podía seguir el ritmo de su primo.
-No, Mira, así no es, pon el pie aquí- dijo Camilo mostrándole cómo bailar. Su primo tenía más experiencia que ella, ya que la muchacha normalmente pasaba el tiempo evadiendo las fiestas por miedo las miradas de los demás sobre ella.
Camilo se había ofendido al verla bailar, y se había decidido a corregir ese insulto enseñándole cómo hacerlo adecuadamente. Félix ya lo había intentado antes en repetidas ocasiones y se había rendido, seguro de que Mirabel tenía dos pies izquierdos, y supuso que Camilo se rendiría también.
-¿Tío?- dijo Mirabel interrumpiendo sus pensamientos una vez que ella y Camilo se dejaron caer en el mantén- ¿crees que puedas enseñarme?-
-¿Perdón?- dijo él.
-Quiero aprender a tocar el acordeón- dijo Mirabel. Aquello hizo que su primo se volviera hacia ella.
-Mira, ¿no tienes suficiente yendo a aprender a coser con Marcela?- dijo Camilo- creí que ya era mucho…-
-No, Marcela me dijo que ya no puedo visitarla todos los días porque sus padres necesitan su ayuda en la panadería- dijo la niña, como si la idea de no hacer nada fuera horrible para ella- no quiero que darme sin hacer nada, me siento… inútil-
Félix se sintió mal al escucharla decir eso, ya que él mismo se había sentido inútil en esa extraordinaria familia al lado de su maravillosa esposa y sus talentosos hijos antes de encontrar su rol en la familia. Ya sabía que su papel era ser un personaje secundario en la familia Madrigal, apoyando a Pepa y cuidando de sus hijos cuando fuera necesario. Aún así, el hecho de tocar el acordeón y alegrar a la familia lo hacía sentir útil.
Mirabel tendría que tener un rol en segundo plano también, pero para ella era peor porque había nacido destinada a ser protagonista, solo para que el destino le robara su don y su papel con los Madrigal. Y como el baile no era lo suyo, al menos la música podría serlo.
-Ay, Mira- dijo Félix finalmente- te enseñaré con una condición-
-Claro-
-No vuelvas a decir algo así- dijo Félix sonriendo- eres más útil de lo que crees en esta familia-
Mirabel no estaba tan segura de ello, pero no dijo nada y asintió con tal de que su tío le enseñara.
-Bien, comenzaremos después de comer- dijo Félix mirando de reojo a Camilo, quien se estaba robando la comida de la cesta que había llevado mientras que la atención de los otros dos estaban distraídos charlando- cuando duerma la siesta después de comer-
Camilo se volvió hacia ambos con la boca llena.
-¡Claro que no- dijo Camilo- yo no me duermo-
Mirabel miró sonriendo a su primo, quien era famoso por quedarse dormido tras comer. Félix siguió tocando el acordeón.
x-x-x
Casita
Más tarde
Camilo no recordaba nada después de haber comido, pero cuando despertó de su siesta Mirabel había logrado aprender algunas notas en el acordeón de su padre. Lástima que se había quedado dormido, eran raros los momentos en los que podía pasar tiempo con su prima y había desperdiciado el tiempo.
Al menos esta tarde Mirabel había aceptado jugar con él con otros niños en casita.
A casita le gustaba jugar futbol con él, y a veces invitaba a otros niños del pueblo a jugar con él. Esa tarde estaban Gustavo, Fernando, Felipe y Alfredo. A propósito había invitado a una persona menos para que fueran un número impar y que fuera más fácil convencer a Mirabel de unirse al juego.
Sus amigos no tuvieron inconveniente, e hicieron dos equipos para jugar futbol en el patio. Casita guardó todo lo que fue pudiera quebrar y los dejó jugar, funcionando como portero de ambos lados.
Camilo se sorprendió al ver que Mirabel era bastante hábil contra los otros niños a pesar de que casi nunca jugaba y que la mayoría de los otros niños eran más grandes que ambos.
-¡Gol!- exclamó Camilo con una enorme sonrisa al ver que Mirabel pateó el balón entre las columnas de la casa- ¡bravo, Mirabel!-
-Ay, no- se quejó Gustavo al haber perdido el balón entre sus piernas- ¡no es justo! Tarjeta amarilla-
Los azulejos se movieron de forma negativa, haciendo que los niños se echaran a reír ante su respuesta.
-Casita dice que no- dijo Fernando burlándose de él- no seas llorón solo porque una niña te ganó-
-Casita está haciendo trampa, prefiere a Mirabel- dijo Gustavo cruzándose de brazos.
-Ja, claro que no prefiere a Miratonta, por algo no le dio un don- dijo una voz desde la entrada de casita, haciendo que los niños y la niña se volvieran hacia la puerta. Un niño de catorce años estaba ahí sonriendo de una manera que a los niños le pareció que la estaba defendiendo, Mirabel supo de inmediato que la estaba atacando.
-Tú no sabes nada sobre esto, Sergio. Y nadie te invitó a venir- dijo Camilo molesto de que hubiera dicho eso. Mirabel se ocultó de él inconscientemente, prefiriendo quedarse detrás de su primo para que no la viera.
-¿Qué? Yo solo vengo a ayudar- dijo Sergio con una sonrisa inocente, rodeando a Camilo y pasando su brazo alrededor de los hombros de Mirabel- si yo fuera un inútil como tú, buscaría una manera de conseguir magia. Como lo que vi en la selva, en el fondo del barranco y al norte del ojo de agua: una flor brillando con luz mágica que podría darte hacerte especial. Pero está en la parte más profunda de la selva, imposible de alcanzar para una inútil como ella-
Mirabel abrió la boca y luego la cerró, seguramente pensando en lo que acababa de escuchar y si podía conseguir un don de esa manera. Los otros niños también se miraban entre sí.
-¡Esas son tonterías!- dijo Camilo. Él sabía bien la historia de la magia, todos lo sabían, y no había razón por la que hubiera algo así.
-No me importa si no me creen- dijo Sergio encogido los hombros- yo no soy el que va a quedar como inútil en una familia llena de dones. Yo iré esta mismo noche a recogerla, y seré más especial que Miratonta…-
Sin decir más, Sergio se fue dejando a los niños pensativos y meditando lo que acababa de decir. Todos charlaron entre ellos si se atrevían a ir a lo más profundo de la selva y arriesgarse a bajar a ese barranco solo para conseguir algo de magia de esa flor que Sergio decía que otorgaba magia, pero al final se fueron, dejando a los dos primos solos.
Camilo vio a Mirabel mirando hacia la montaña, en el sitio donde Sergio había dicho que estaba esa flor mágica, antes de comenzar a caminar hacia la puerta de casita, así que el niño corrió a detenerla de un brazo.
-Espera, ¿qué crees que haces?- dijo Camilo preocupado por lo que su prima podía estar pensando- no creerías todas esas tonterías que dijo Sergio, ¿verdad?-
-No, pero iré a ver si es verdad lo que dice- dijo Mirabel.
-¡No puedes!- dijo el niño sacudiendo la cabeza- ¡Mira, escucha! No puedes ir tú sola a la selva de noche, deja que tío Bruno o mi papá te acompañe…-
-¡No! ¿Qué pasará si Sergio la encuentra primero?- dijo la niña haciendo una mueca- habré perdido mi oportunidad de ser especial como todos-
Camilo no la soltó, y comenzó a arrastrarla de regreso a la casa.
-¡Casita, ayúdame!- dijo Mirabel en voz alta. Casita separó a los primos y dejó que Mirabel saliera de la casa.
-¡Casita, no hagas eso!¡Estoy tratando de ayudarla!- dijo Camilo corriendo detrás de ella tratando de alcanzarla- ¡Mirabel, regresa! ¡Le voy a decir a tía Julieta lo que estás tratando de hacer! La abuela se va a enojar contigo…-
Camilo nunca la llamaba de otra manera que no fuera "Mira", pero se le salió decirlo de tan preocupado que estaba.
-No me importa- dijo Mirabel soltándose de él sin dejar de caminar- dile lo que quieras, chismoso-
En su mente no le importaba si la regañaban, ya que por fin tendría un don y la abuela estaría orgullosa.
Camilo se quedó inmóvil mientras que Mirabel se alejaba hacia la montaña, sintiéndose horriblemente preocupado. Nunca había visto a su prima siendo tan imprudente, y no entendía porqué quería tanto un don incluso poniendo en riesgo de su vida si evidentemente no lo necesitaba.
Y ahora, ¿qué hacía? No podía quedarse de brazos cruzados esperando que todo saliera bien, su prima podía estar en grave peligro en la selva, había animales salvajes y el barranco no era un sitio seguro. Y peor, si la abuela se llegaba a dar cuenta de lo que estaba haciendo estaría furiosa, sobre todo porque Luisa y Dolores tendrían que dejar lo que estaban haciendo para buscarla.
Comenzó a caminar en círculos. ¿Qué hacer? Solo había una cosa que hacer, solo una persona con la que Mirabel jamás se metería en problemas. Corrió de regreso a casita y se transformó en José para llegar a la torre de Bruno lo más pronto posible.
x-x-x
Torre de Bruno
Al mismo tiempo
Bruno se había retirado a descansar con una sonrisa en sus labios. Había visto a Mirabel irse toda la mañana con Félix y Camilo, y en la tarde jugar futbol en el patio de casita con otros niños. Cada vez que veía Mirabel feliz su corazón se llenaba de alegría.
Eran pocas las veces en las que la veía genuinamente feliz, sin importarle su falta de don.
Había aprovechado para tirarse a descansar y dar de comer a sus ratas. Margarita y Pancracio ya eran algo mayores, así que decidió pasar más tiempo con ellos mientras que Mirabel se divertía.
Su madre ya se había rendido y se había resignado a que su hijo no se iba a casar nunca, decepcionándola por supuesto. A Bruno dejó de importarle lo que su madre decía, sobre todo ahora que el bienestar de su sobrina favorita ocupaba la mayor parte de su tiempo.
-Iiik iiik…-
-Ya sé que extrañas a Mirabel, Pancracio, pero se está divirtiendo con los otros niños- dijo Bruno con una leve sonrisa- tiene que jugar con otros niños de su edad, no puede estar solo con su viejo tío…-
Aquello llenaba su corazón de contento, sobre todo al escuchar las risas de Camilo y Mirabel. Desde que su sobrino obtuvo su don, los dos niños no habían tenido tiempo de jugar juntos, sobre todo con las exigencias de la abuela, así que era un alivio verlos así.
Tomó un libro y se puso a examinarlo, pensando si a sus sobrinos les gustaría esa historia. Sus libros estaban a punto de acabarse, y tenía que pensar pronto en qué hacer para conseguir más historias en la noche para que durmieran.
TOC TOC TOC
-¡Tío!¡Tío Bruno!- la voz desesperada de Camilo interrumpió sus pensamientos, haciéndolo tirar el libro que tenía en sus manos. Se levantó y abrió la puerta, encontrando a su sobrino recobrando su apariencia original y trataba de recuperar el aliento.
-Respira, Cami, respira…- dijo Bruno poniéndose en cuclillas- dime, ¿qué pasó?-
-Es Mirabel- dijo el niño- salió de casita y fue a la selva… cree que va a conseguir un don así…-
-¿Qué?¿Cómo?- dijo Bruno- dime exactamente lo que pasó…-
Camilo le contó todo lo que había pasado en el patio de casita, lo que había dicho Sergio y la obstinación de Mirabel de ir a buscar esa flor.
-Eso no existe- dijo Bruno.
-Ya sé, pero ella no quiso escuchar- dijo Camilo desesperado- por favor, no le digas a nadie más, no quiero que abuela la regañe de nuevo-
-No- dijo Bruno pensando en que Camilo tenía razón- vamos a buscarla-
Camilo se transformó en un adulto del pueblo, y los dos se apresuraron a buscar a Mirabel en la selva, rogando porque Alma no se diera cuenta de nada.
x-x-x
Selva
Al mismo tiempo
Mirabel se estaba arrepintiendo de haber salido a la selva por la noche, porque apenas podía ver gracias a la luz de la luna. Iba caminando con cuidado, frustrada por el hecho de que estaba avanzando demasiado lento. ¿Qué pasaría si Sergio llegaba primero y le gritaba su oportunidad?
"No, yo voy a llegar primero. Tengo que llegar", pensó la niña. Su falda ya estaba rasgada por las espinas de donde caminaba, pero no le importaba. Todo era para obtener su don y ser especial por fin.
Subió la colina entre los arbustos espinosos y teniendo cuidado de no tropezar con alguna roca. Pronto el cielo se nubló y Mirabel no supo por donde iba, ya que no había llevado consigo una linterna. Ya estaba cerca, podía sentirlo, pero no se atrevió a moverse de su sitio para no perderse.
"Ya estoy cerca, ya estoy cerca…", pensó ella "solo un poco más".
Comenzó a caminar a tientas, con mucho cuidado de no caer en el barranco si llegaba a encontrarlo. No había ninguna luz a su alrededor hasta que la nube pasajera se movió y volvió a ver el camino.
A unos pasos estaba el ojo de igual y al cruzarlo llegó al barranco. Era de unos tres metros de profundidad, compuesto principalmente por rocas. No era lo más alto de podían estar, pero bastante para tener miedo de siquiera acercarse.
"No seas cobarde"; se dijo a sí misma temblando "no seas cobarde, tu don está allá abajo. Solo tienes que ser lo suficientemente valiente como para alcanzarlo"
Con cuidado se asomó al fondo, donde vio un pequeño brillo plateado. Su corazón dio un brinco de emoción. ¡Ahí debía estar la flor de la que Sergio habló! Iba a tener su don. Miró a su alrededor, buscando una manera de bajar, sin darse cuenta de que el suelo a sus pies se estaba resquebrajando.
-¡Mirabel!- el grito de su tío la hizo mirar atrás, una parte de ella aliviada de no estar sola.
-¡Mirabel, cuidado!- el grito desesperado de Camilo la paralizó, preguntándose porqué estaría tan asustando.
Lo siguiente que pasó fue muy rápido: Mirabel sintió un empujón, lanzándola lejos de la orilla del barranco y hacia los brazos de alguien (tío Bruno, reconocía el olor de su ruana), pero un grito la hizo dar un salto y volverse.
-AAAAAAAAAH-
-¡Nooooo!- escuchó gritar a Bruno.
Al volverse, Mirabel vio en cámara lenta a su primo, bajo la apariencia de algún hombre en el pueblo resbalar en la orilla del barranco y caer, recobrando su forma origina mientras rodaba por las paredes del mismo y finalmente golpear el suelo con su brazo derecho, dejando escapar un gemido de dolor.
Bruno la soltó y se deslizó por un lado del barranco hasta llegar a la parte baja, y Mirabel no pudo hacer sino seguirlo con lágrimas en los ojos al caer en cuenta de que su primo se había lastimado por su culpa, porque ella había querido ir a buscar una flor mágica para tener un don.
Al fondo del barranco estaba su tío mirando el daño que había causado a su primo, quien ahora tenía un brazo roto y varios raspones en su cuerpo. Camilo lloraba quedito mientras Bruno trataba de inmovilizar su brazo roto con una rama y su ruana amarilla.
¿Y la "flor mágica" que le pareció haber visto en el fondo del barranco? Era solo un charco de agua que brillaba con el reflejo de la luna.
"Esto no vale la pena"; dijo Mirabel comenzando a sollozar también "no vale la pena esto".
-Tenías razón, Cami- dijo la niña llorando- soy una tonta, nunca debí…-
-Pfff… eso ya sabía- dijo Camilo tratando de sonreír, aunque tenia los dientes apretados- te dije que eran tonterías… ay-
-Muy bien, niños- dijo Bruno respirando hondo y sabiendo que se venía una tormenta, literal y figuradamente cuando Pepa supiera lo que pasó- vamos de regreso a casa. Te voy a levantar, Camilo. Una, dos, tres…-
Camilo dejó escapar un gemido de dolor pero puso una cara valiente cuando su tío lo alzó. Bruno se volvió hacia la niña.
-Mirabel, no sueltes mi ruana mientras bajamos- dijo su tío.
Al escucharlo decir eso, Mirabel tembló. Su tío nunca la llamaba por su nombre a menos de que estuviera serio o enojado, seguramente debía estar furioso con ella por haber salido en la noche. No se atrevió a desobedecer y caminó cabizbaja a su lado.
Los dos caminaron de regreso a casita, Bruno llevando a Camilo en sus brazos. El niño comenzó a contar chistes para aligerar la tensión pero ninguno funcionó en ella, quien seguía sollozando en silencio por lo sucedido.
-Dolores, dile a Julieta que baje a la cocina- dijo Bruno en voz baja- solo a Julieta por favor. No le digas nada hasta que lleguemos-
Mirabel tembló de nuevo: Bruno le iba a decir todo a su mamá. ¡Iba a estar tan decepcionada de ella! ¿Y qué iba a hacer si la abuela lo llegaba a saber? ¡La iba a regañar tanto! No, no creía poder soportarlo ahora que Bruno estaba enojado con ella.
Llegaron a la casa y Julieta tenía comida preparada para que Camilo se curara de inmediato. Bruno puso a Camilo en una de las sillas del comedor que casita trajo para él y el niño comenzó a comer, incluso pidiendo más arepas. Desafortunadamente para Mirabel, la abuela estaba despierta y bajó al escuchar el ruido.
-¿Qué pasó?- dijo la abuela con una mirada molesta dirigida hacia Mirabel. La niña bajó los ojos sin saber qué responder. ¿Qué le iba a decir?¿Que su primo casi muere por su culpa?
-Yo… yo…-
-Fue mi culpa, abuelita- dijo Camilo dejando a un lado su arepa- escuché que había una flor mágica en la selva y quise ir a verla en caso de que pudiera ayudar a Mirabel a tener un don. Y ella fue por tío Bruno porque tenía miedo de que me perdiera. Y bueno, me caí-
Dolores hizo un ruidito, sabiendo que eso no era cierto, y Mirabel quiso intervenir.
-La verdad es que fue…-
-Que no vuelva a pasar, Camilo- dijo la abuela- como siempre, es culpa de Mirabel-
Mirabel no dijo nada, sabiendo que esta vez sí había sido culpa suya, y solo se quedó cabizbaja sin atreverse a soltar la ruana de su tío hasta que él le dijera.
Una vez que la abuela se fue seguida de Julieta y Dolores, Camilo saltó de su silla y fue a darle un abrazo muy fuerte.
-¿Cami?-
-Menos mal que estás bien- dijo el niño en voz baja.
Aquello hizo que Mirabel finalmente se echara a llorar. Bruno suspiró y se sentó en una silla, atrayendo a la niña a su regazo y dándole un fuerte abrazo también.
-Perdón, tío, perdón- dijo ella sollozando- no quería que nada de esto pase, no te enojes conmigo…-
Sintió que Bruno apretó su abrazo.
-No estoy enojado contigo, mariposita. Solo preocupado- dijo Bruno acariciando el cabello de la niña- parece que no has caído en cuenta de lo mucho que todos te queremos en esta casa, y no necesitas nada más para ser especial…-
Los sollozos de Mirabel se volvieron más fuertes al escuchar eso. No lo entendía, nadie lo podía entender, cómo era vivir en esa asombrosa familia y no ser especial como el resto de ellos. No entendía lo que se sentía no servir para nada, no ser útil a la familia.
"Inútil, inútil".
Bruno siguió abrazándola, y Camilo siguió tratando de hacerla reír por un largo rato hasta que Mirabel fingió que estaba bien y se fue a dormir sin esperar a que Bruno llegara a leerle.
x-x-x
Torre de Bruno
La mañana siguiente
Mirabel se levantó con los ojos hinchados y con la moral hasta el suelo después de lo que había pasado la noche anterior. Una parte de ella se sentía mal por lo que había pasado y decidió subir a la torre de su tío a disculparse por lo que había pasado la tarde pasada.
Bruno no había bajado, lo cual no era raro para él, pero la niña estaba impaciente.
-¿A dónde vas, Mira?- dijo Luisa mirando a su hermana subir las escaleras en vez de bajar al comedor.
-Voy a ver a tío Bruno- dijo Mirabel.
-Ya sabes que tío Bruno es raro, a veces le gusta estar solo- dijo Luisa dándole unas palmaditas en la espalda que casi la hicieron caer de bruces.
-Está bien, será algo rápido- dijo Mirabel dándole un rápido abrazo a su hermana, la cual lo regresó dándole un fuerte apretón que la dejó sin aire. Isabela solo vio el intercambio con una expresión exasperada.
Una vez que se separó de Luisa, Mirabel subió a la torre de Bruno y llamó a la puerta, pero no obtuvo ninguna respuesta. Llamó otra vez, pero solo el silencio le respondió. Estuvo a punto de rendirse, pero casita la detuvo moviendo los azulejos del suelo.
-¿Casita?¿Pasa algo?- preguntó la niña. La casa le respondió afirmativamente- abre la puerta-
Casita obedeció y abrió la puerta de Bruno, dejándola entrar. La habitación antes de la cascada de arena parecía estar desierta y en silencio, sin que hubiera ninguna indicación de que su tío estaba ahí.
-¿Tío?- dijo en una vocecita, pero no obtuvo respuesta- ¿tío Bruno?-
Fue entonces cuando vio una pequeña luz verde que se reflejaba en los lomos de los libros en el librero frente a la cama. Cuando mirabel se acercó vio un bulto en el suelo que pronto supo que era su tío.
Nunca había visto a Bruno así, y desde ese momento deseó no volver a verlo jamás de esa manera. Estaba en posición fetal, sus ojos verdes brillando cuando los abría y su rostro en una mueca de dolor, como si tuviera una terrible jaqueca. Aún estaba vistiendo la misma ropa que el día anterior, sus pantalones con hojas y polvo de la montaña, y su ruana cubriéndolo.
-¿Tío Bruno?-
Su tío seguía sin contestarle. Sin saber que hacer y sin querer dejarlo solo, Mirabel tomó una almohada de la cama y con cuidado levantó su cabeza para deslizarla debajo de él, antes de sentarse al lado de su tío. Algunas lágrimas salieron de sus ojos cuando los cerró. La niña puso sus manos en los cabellos de Bruno como si tratara de consolarlo como él hacía tantas veces con ella.
-Tío, estoy preocupada- dijo Mirabel sin dejar de acariciar su cabello- por favor, despierta-
La niña no supo cuánto tiempo estuvieron así, pero después de un rato Bruno dejó escapar un gruñido y parpadeó, sus ojos regresando a la normalidad. Sus ojos se fijaron en Mirabel, quien estaba sentada en el suelo con él, e hizo una mueca.
-Mariposita, ¿qué haces aquí?-
-Quería disculparme por lo de ayer, pero…- comenzó a decir ella- me asusté. Tenías los ojos verdes y no me veías-
Bruno gruñó y se frotó los ojos antes de incorporarse sentado. Mirabel vio que se llevó una mano a su frente, como si le doliera la cabeza o estuviera mareado, y con dificultad abrió los ojos.
-No te preocupes, es solo mi don fastidiando- dijo Bruno encogiendo los hombros como si nada- nada de qué preocuparse…-
Mirabel se deslizó hacia él y abrazó su cintura, cayendo en cuenta de que ella no era la única que fingía que estaba bien cuando no era así. Con una sonrisa decidió no insistir, ya que estaba aliviada de que no fuera nada grave.
-¿Es por eso que no te gusta tu don?- preguntó Mirabel.
-En parte- dijo Bruno cabizbajo- mi don no ayuda a la familia… solo trae problemas. -
La niña sacudió la cabeza sin saber a qué se refería, pero se dio cuenta de que no era la única que no tenía un lugar en la familia. Y se hizo el propósito de siempre apoyar a su tío así como ella lo apoyaba.
-Voy a la cocina por algo de comer- dijo Mirabel- estaba pensando un picnic aquí-
-Mmmm- dijo Bruno- no tienes que preocuparme por mí, mariposita-
-Pfff alguien tiene que hacerlo- dijo la niña con una sonrisa traviesa, y se sintió mucho mejor al ver a Bruno sonriendo también- vengo en un momento-
Después de unos minutos, Bruno y Mirabel desayunaron en el suelo de casita, riendo como si la noche anterior y esa mañana más temprano no hubiera ocurrido. La niña agradeció tener a su tío Bruno, quien a sus ojos valía todos los dones del mundo.
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CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! Este es un capítulo no planeado, originalmente el salto era de 4 años pero no podía privarlos de Camilo y Mirabel jugando futbol en casita. Camilo puede ser travieso, pero adora a su prima y no va a dejar que le pase nada malo.
Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Nos leemos pronto.
Abby L.
