El movimiento del silencioso.
Estaba caminando por sus dominios, controlando que todo estuviese en orden y ninguna de las almas tratase de escapar de su destino o tratar de colarse en un destino mejor. Fue a la altura de los campos de castigo cuando Hermes apareció a su lado. El dios mensajero no solía mandar un mensaje en persona al inframundo a menos que se tratase de algo urgente.
— Interesante lugar, tío. Siempre me he preguntado cómo lo haces para ser tan imaginativo.
— Forma parte de mi trabajo — Respondió secamente — Vas a decirme qué te trae aquí o es que simplemente estas ocioso.
— Padre ha pedido que todos los dioses acudan urgentemente al Olimpo.
— ¿Y tengo que dejar mi trabajo a mitad tan solo porque el gran cabeza aire lo diga?
— Son ordenes, aunque... confidencialmente Zeus a detectado en sus dominios la esencia de una poderosa semidiosa. Al parecer a cruzado parte del globo terráqueo en milisegundos. Algunos creemos que esta relacionado con unos extraños monolitos.
— ¿Cómo? — Inquirió extrañado
— Pues eso, ¿Acaso no tenéis televisión aquí abajo?
— La recepción es mala.
— Bueno pues, mi padre os quiere a todos reunidos para algo relacionado con esa mestiza, o mestizo; vete a saber. Aunque está bastante seguro de quien es.
Miró al mensajero fijamente, manteniéndose impasible pero al mismo tiempo analizando sus palabras; ¿podría tratarse de ese bebé que ocultaron hace once años? Eso podía complicar las cosas y ahora mismo, después de lo que había hecho tres años atrás más todavía. Pero tenía que jugar esa carta, y conocía perfectamente la esencia de esa niña.
— Dile que acudiré en cuanto termine mi trabajo. No me demoraré demasiado — Resolvió, una vez hubo tomado una decisión — Perséfone está en el palacio, supongo que no habrá problema en que acuda antes que yo. Deméter se alegrara de tener unos minutos para ella sin mi presencia.
Una vez Hermes se hubo marchado, esperó unos minutos antes de poner en marcha su plan. Se acogería a las clausulas del juramento que le hicieron hacer sus hermanos, todavía recordaba los términos que los tres juraron respetar por el estigio.
1. No engendran más mestizos.
2. No atacar ni matar por ninguna de las maneras a aquellos semidioses que cualquiera de los tres escoja como protegidos.
3. No conspirar para dañarse mutuamente.
4. La ruptura de cualquiera de estas clausuras del juramento hará que dicha clausula pierda validez para los otros dos dejando de ser vinculante para estos.
La clausula uno había sido idea de Zeus, y si por él fuera hubiese sido la única. Pero Poseidon había insistido en añadir la dos y la tres; y ahora le estaba agradecido por ello. La verdad, el rey de los mares había demostrado tener más cerebro que el rey de los cielos. La cuarta clausula la había propuesto el, costándose persuadir un poco a Zeus e incluso haciéndole creer que dicha clausula le beneficiaba. Pero sabía bien que se había montado una apuesta, dirigida por Hermes y Apolo a ver quien de los tres tradaba menos en cumplir con el pacto.
Muchos pensaban que había atacado a esa hija de Zeus porque este había roto el pacto, sin embargo la realidad era otra; lo había hecho por venganza, por aquello que le fue arrebatado cuando no le quedó otra que esconder a sus hijos en el casino Loto. En realidad se arrepentía de haber cargado contra la chica y se alegraba que no hubiese muerto aún, sino que estuviese en una especie de letargo, se le había ido la mano y ella no lo había merecido. Del mismo que había sabido en su momento que Poseidon había engendrado un mestizo, pero en contra de los rumores, el no había roto realmente el pacto. La clausula cuatro había entrado en acción al romperlo Zeus.
Se disolvió en las sombras para aparecer a la sombra de un árbol en Odaiba; guiándose por la conocida esencia de esa semidiosa, la cual en realidad tenía ahora doce años, ya que estaban a veinticinco de diciembre. Era ya por la tarde en aquel lugar, así que se limitó a observar hasta dar con ella, no le costó mucho, sus rasgos eran similares a los de su hermana. Ella iba con un grupo de chicos de su edad hasta que se separaron, así que aprovechó ese instante para acercarse. Su esposa le había hablado de la familia con la que la había dejado y del curioso nombre que le habían puesto.
— ¿Señor? — Lo miró temerosa, el aspecto y aura de Hades solía asustar a los mortales, aun así ella poseía un fuego en los ojos que denotaban el valor que tenia en su interior.
Hades no perdió el tiempo, puso su mano sobre la cabeza de la niña aprovechando esa oportunidad y recitó un cántico en griego, nombrándola su protegida y en cierta manera dotándola con algunas habilidades propias, pero de forma débil. Sabía que esa chica nunca podría usar habilidades del inframundo si no se encontraba en un peligro extremo y tan solo podría usar una en ese momento. Así que al final tan solo pudo darle cierto control sobre los muertos y los fantasmas.
— ¿Protección?¿Bendición? — Dijo la chica notándose que había comprendido las palabras pronunciadas pero desconocía su significado
Estaba a punto de darle una explicación cuando una bola de pelos blanca lo golpeó con fuerza, haciendo que se tambalease. Sorprendido la miró, se trataba de un extraño gato con una mirada feroz en el rostro; enseguida supo que no era un gato normal.
— Gatomon, ¿que pasa?
— Corre Kari, aléjate de él.
Alzó una ceja mirando el comentario entre ese animal y Hikari, o Kari como acababa de llamarla el gato. Kari y Garomon intercambiaron una mirada, y la primera salio corriendo dejando atrás a la otra. No era la típica relación entre dueña y mascota. Antes que la mascota peluda volviese a atacarlo se disolvió entre las sombras. Dejando completamente estupefacta al digimon.
(***)
Al llegar a casa, Kari vio que estaba sola, también un poco fatigada por la carrera. El hombre ese era algo siniestro, eso lo reconocía, tanto o más que algunos de los digimon que habían enfrentado, pero ese hombre no era un digimon camuflado, no se parecía a estar cerca de Arukerimon y Mummumon. Se tomó su momento para respirar profundo, normalizando sus pulsaciones, no deseaba caer enferma como le ocurría de pequeña. Luego caminó hacia la ventana de su habitación, dejándola abierta para cuando Gatomon regresase.
Mientras esperaba puso su cena a calentar. Tai se iba a quedar con Matt e Izzi, no conocía los motivos pero al parecer Izzi estaba trabajando en algo relacionado con el digimundo; sus padres se habían marchado a cenar a casa de sus abuelos, así que ella se había quedado sola. Mientras el horno funcionaba, fue a tomar una ducha, tras lo vivido aquel día destruyendo torres de oscuridad por medio mundo y guiando a los digimon a un punto de encuentro para poder enviarlos de vuelta a su mundo, realmente necesitaba relajarse.
Tras la ducha, regresó al comedor, viendo que Gatomon ya estaba en el lugar y se había encargado de poner la mesa para las dos. Tenía una expresión taciturna y pensativa. Era una expresión extraña, que hacía años que no le veía. Sirvió la cena para las dos, dejando un plato delante de cada una. Se sentaron una frente a la otra, como siempre hacían cuando sus padres no estaban. No les había hablado de la vuelta de los digimon, aunque tras lo sucedido hoy, no le extrañaría que ya lo supiesen, o al menos dedujesen.
— Kari, ¿Que te estaba haciendo ese hombre antes?
— Pues no me ha hecho nada. Tan sólo me ha tocado y ha hablado en griego antiguo.
— ¿Griego antiguo? — Gatomon frunció el ceño — Nunca te oí mencionar que estudiaseis eso —Comentó, mostrándose abiertamente extrañada — Ni siquiera he oído que Tai lo estudie.
— No lo hace. Tan solo lo estudian en unos pocos colegios privados para niños de padres ricos. Pero, ¿como sabías que no lo estudiamos?
— Patamon me cuenta que a veces TK se queja de no poder estudiar esas lenguas muertas, Griego clásico y latín — Le respondió a su compañera — Pero esa no es la cuestión, sino el cómo es que lo has identificado si no conoces esa lengua.
— No lo sé. Nunca antes había escuchado hablar en griego. Simplemente lo he sabido.
— Otra rareza más — Murmuró Gatomon, a Kari le dio la sensación que estaba maquinando algo, o que incluso su compañera estaba disgustada por algo — Entonces entendiste lo que dijo.
— Si, bueno algo. Palabras sueltas, hablaba más rápido que ese tipo de la tele al que no se le entiende nada — Suspiró, haciendo memoria de ese encuentro — Algo sobre una protección de algo, ¿que se yo?. La verdad reconozco que me había quedado impactada en ese momento — Se sintió un poco decepcionada con sigo misma por no poder recordar bien el suceso, por haberse quedado tan paralizada, tan sorprendida. Ni siquiera ante Myotismon le había pasado eso, y eso que tenia la certeza que el vampiro digimon deseaba matarla — Gatomon, ¿porqué has atacado a ese hombre?
— Kari, ¿que no lo has notado? — Le devolvió la pregunta a su compañera, ante lo cual no pudo sino mirarla desconcertada — Había algo oscuro en él.
No respondió a ese comentario, se limitó a ponerse un trozo de la merluza que había cocinado en la boca. Era cierto que había tenido una sensación extraña frente a ese hombre. Pero no sabía si clasificarlo como oscuro. No le había parecido alguien bueno, tampoco alguien malo.
— Kari, quiero que me prometas que si lo ves de nuevo no dejarás que se te acerque. No me da confianza y menos después de lo sucedido — Le parecía que Gatomon estaba ansiosa — Cualquier humano común al golpearlo como lo he hecho hubiese caído al suelo, incluso despedido unos metros.
— Pero él solo se ha tambaleado — Comenzaba a ver a donde iba su compañera, a algo similar a la sensación que ella misma había tenido ante su presencia — No es un humano aunque lo parezca.
— Es mejor que seamos cautas — Podía notar en sus palabras que Gatomon estaba asustada, aunque tratase de templarse bastante.
—Gatomon, ¿qué es lo que ha pasado cuando me he ido?
— Nada, ese hombre se desvaneció en oscuridad; y fue como si nunca hubiese estado allí. Fue muy extraño, incluso para todo lo que he vivido.
Tras aquello no dijo nada más, en cierta manera lo relatado por Gatomon y la conclusión que había sacado le daba escalofríos; aunque no podía dejar de notar la sensación de seguridad que había tenido cuando ese hombre estaba ante ella. No comprendía nada. Terminada la cena, recogieron y limpiaron todo lo usado, al tiempo que Tai entraba por la puerta.
— Agumon y yo tenemos que hablar con vosotras. Es importante.
— Esperadnos en mi habitación, hermano.
Ambas intercambiaron una mirada, llegando al tácito acuerdo de no hablar con ellos sobre lo sucedido de camino a casa. Kari sabía que si lo hacia, su hermano no la dejaría salir de casa sin escolta, y Gatomon, simplemente seguía siendo demasiado independiente como para comentar sus problemas a los demás; quizá si se lo contaría a Patamon, pero no parecía que fuese su intención por el momento. Al menos no mientras tuviesen otras cosas de las que preocuparse como era el hecho que Arukerimon y Mummymon estaban en este mundo.
— ¿De qué queríais hablar?
(***)
Hades arribo al Olimpo, ser el último en llegar no le preocupaba, tenía la excusa perfecta, había estado trabajando; su retraso no había significado una gran diferencia. De todas formas, como casi siempre, parecía que su hermano ya había tomado su decisión y estaba por comunicársela a todos y probablemente por hacer un espectáculo directo. Intercambió una mirada disimulada con Demeter, comprendiendo que ella sabía de qué iba la cosa y, que en cierta manera, sentía algo de pavor.
— He detectado una poderosa esencia, todos ya sabéis cuando y como. La cuestión es que es una mestiza demasiado poderosa para permitirle vivir. Sobretodo siendo su madre quien es. Estáis todos aquí para ver la justicia que merecen engendran un mestizo más poderoso de lo conveniente.
— ¿En serio matarás a una niña que aún no te ha echo nada? — Inquirió Hestia, aunque la mayoría sabían que esa pregunta tenía una respuesta demasiado clara.
— Es una cuestión de protección — Intervino Atenea — Un mestizo con un poder semejante podría ser peligroso para nosotros.
Muchos murmuraban conformes con lo que decía la diosa de la sabiduría, incluso los que tenían dudas al respecto porque en cualquier momento se podría considerar demasiado poderosos a sus hijos y sufrir el mismo destino. Pero era hablar ella y tomar todos sus palabras como verdades como puños.
— Entonces, dicho sea de paso matamos también a uno de tus hijos — Le espetó Poseidon hablando con una frialdad que pocos le conocían — ¿Que tal tu preferida? — Hades sabía que reaccionaba así por la existencia de su propio hijo, y porque la "diosa sabia" seria la primera en levantar el brazo para aniquilarlo.
— Nadie tocará a esa semidiosa — Proclamó Hades — Es desde el mismo instante mi protegida. Y si alguien de esta sala trata de causarle daño de cualquier modo ya sea de forma directa o enviando a alguien semidiós, monstruo, humano o cualquier otra cosa o ente a ello, sufrirá mi ira. Lo juro por el estigio.
— ¿Te has atrevido a eso? — Rugió Zeus furioso — ¿Que te hace pensar que no la matare?
— Que sabes que si lo haces, mataré a todos los mestizos que engendres. Tanto griegos como romanos. Nada más nazcan. Y yo nunca pronuncio una amenaza en vano.
— Ya mataste a mi...
— ¡Venga ya!, todos aquí presentes sabemos que no esta muerta, tan solo en una especie de suspensión — Soltó ante todos — Sabes perfectamente que si de verdad hubiese querido matarla no habría fallado.
— De todas maneras, ¿No fue esa misma que proteges la que mataste hace años? — Intervino Hera — Recuerdo una discusión sobre ese bebé en esta misma sala — Pronunció con burla.
— Que me encargase de ella no quiere decir que la matase. Fue la propia Deméter la que entendió encargarse como matar.
— ¿Está viva? — Preguntó Deméter haciéndose la sorprendida, interpretando bien su papel. Todos lo creyeron en la sala.
—¿Porqué la has protegido? — Pregunto Apolo aburrido — Por curiosidad.
— No tengo porque daros mis motivos. Y ahora si me disculpáis tengo trabajo que hacer — Respondió cortante — Ya estáis todos advertidos, ni un solo pelo.
(***)
A la mañana siguiente, mientras preparaba el desayuno para todos, Kari encendió la tele como de costumbre. Le gustaba ver el noticiero de la mañana. Sabía bien lo que comían sus padres y su hermano para desayunar: Su padre necesitaba un café para funcionar todos los días; su madre una extraña mezcla de plantas y hierbas que tanto Tai como ella habían decidido no acercarse a ella más de lo necesario; su hermano hacía un desayuno distinto dependiendo del día, a veces tomaba algo sano como un tazón de leche con cereales y otras algo más calorico como el típico desayuno británico, por ello se encargaba de preguntarle la noche anterior que deseaba. Para ella, no necesitaba ni cocinar; tan solo calentar un poco un tazón de leche, agregarle cereales y coger una pieza de fruta.
— Gatomon, ¿te importaría ir a despertarlos?
— ¿Puedo hacerlo a mi manera?
— Mientras no terminen marcados.
— Tranquila, no me excederé
Para cuando Tai y Agumon hubieron salido de la habitación, sus padres ya habían desayunado y se habían marchado; su padre a trabajar y su madre a comprar. Ella ya iba por la pieza de fruta y escuchaba con atención las noticias de la tele, pues estaban hablando de las torres oscuras y de los digimon que habían aparecido por todo el mundo. Al parecer aquello había llamado la atención demasiado; ni siquiera Genai podría solucionar aquello y la posibilidad que todos los habitantes del planeta se creyesen que aquello era una alucinación colectiva se le antojaba difícil.
— Kari, es muy pronto — Se quejó Tai mientras se sentaba a su lado — Así que han dictaminado que los digimon son enemigos a abatir — Comentó, aquello no le gustaba.
— Lo están debatiendo todavía. Ojala hubiese alguna manera de borrarle a la gente de la mente la existencia de los digimon.
— Eso suena demasiado radical Kari — Comentó Gatomon.
— Lo sé, y es una pena, porque seria maravilloso que digimons y humanos pudiesen convivir. Pero ellos, han conocido la parte mala de los digimon, no han visto la parte buena — Dijo Preocupada.
— ¿Que te preocupa, hermanita?
— Están utilizando a los digimon. Parece como si tuviesen algún propósito detrás de eso.
— Está claro que hay un enemigo moviendo los hilos — Apuntó Gatomon — Pero, ¿Porqué no se ha presentado antes?
— Pensaba que Arukerymon y Mummymon... pero no, hay alguien detrás de ellos, estoy segura — Afirmó Kari — Es una intuición.
— ¡Mirad! — Exclamó Agumon — Esto es grave.
— ¿Que ocurre, Agumon?
Como respuestas el compañero digimon de Tai subió el volumen de la tele, el reportero que presentaba la noticia estaba parado en uno de los lugares más céntricos de Odaiba y bajo de este decía algo de un gran número de niños desaparecidos. Se quedaron en silencio escuchando la noticia. Desde que habían ido a distintos puntos del mundo a encargarse de los problemas surgidos, por toda la ciudad habían ido desapareciendo niños. Mientras daban la noticia, Kari recibió un mensaje.
— Tenemos que contarle esto a los demás — Dijo Tai — Los llamaré y nos reunimos todos aquí.
— No. Hay problemas. Una legión de digimon oscuros esta atacando distintos puntos de la ciudad — El rostro de Kari se ensombreció por unos instantes — El momento que hablábamos anoche ha llegado. Ahora toca pelear en serio.
Bajaron apresurados a la calle y tomaron las bicicletas, pedaleando apresurados hasta el lugar donde estaban; sus respectivos compañeros iban agarrados a ellos en las bicicletas. Por el camino se encontraron con uno de esos digimon, era Lady Devimon, y tanto Kari como Gatomon estaban seguras que se trataba de la misma que habían enfrentado poco antes de confrontar a Piedmon.
— ¡Kari! — Gatomon miró a su compañera con determinación
— Adelante.
Gatomon digievolucionó, transformándose en Angewomon quien eseguida procedió a hacer lo que había en su mano para frenar a Lady Devimon. Una ligera mirada con su compañera le bastó a Kari para saber que era mejor que se alejase un poco de la zona y siguiese su camino tras su hermano. Se dirigían a la zona cero. Allí la batalla era más cruenta, sobretodo por la crueldad propia de uno de los digimon, Skullsatamon. Muy rápido y determinado a matar y destrozar todo aquello que se cruzase por delante suyo. Ni siquiera, imperialdramon parecía ser un rival para él. Y los digimon de Tai y los demás, que no estaban tan habituados a estar en el mundo real, eran más débiles en esas condiciones. Eso prolongaba la pelea más de lo que les gustaría, y aunque la final habían logrado derrotar a ese demonio, gracias a que todos los digimon habían compartido su energía con Imperialdramon, proporcionándole un cambio de forma; un nuevo imprevisto apareció ante ellos. Un furgón conducido por un humano del que salieron dos digimon. En el interior del furgón se encontraban los niños desaparecidos.
— Son los niños de la tele — Señaló Matt.
— ¡Soltadlos! - Exclamó Davis.
— Tal vez lo hagamos, si Ichijogi viene con nosotros — Dijo Arukerimon.
En eso apareció Daemon; reclamando también por Ken. Tanto Kari como Gatomon escucharon la conversación, parecía como si fuesen dos facciones distintas y ambas querían llevarse a Ken. Muchos no comprendían porqué se había entregado con tanta facilidad a Arukerimon y Mummimon, pero Kari sí. Ella y Ken eran bastante semejantes en muchos aspectos, de hecho ella había hecho algo similar el tres de agosto de 1999.
— ¡Pero será tonto! — Exclamó Davis — ¿Porque a tenido que irse con ellos?
— Eso da igual ahora, tenemos que ayudarlo — Dijo Cody resolutivo.
— Pero porqué...
— Porque piensa que así puede salvar a esos niños — Respondió Kari — Al entregarse se sacrifica a cambio de su seguridad. Yo también lo haría, de hecho también lo hice — Sabía que muchos la estaban mirando, todos conocían la historia de cómo habia acabado frente a Myotismon pero tan sólo había comentado sus motivos con TK — Ahora sigamos a ese camión.
Se subieron todos al coche del hermano de Joe, pero nada de lo que hacían podía alcanzar al camión. Debido a los altercados y daños priducidos por los sucesivos ataques del digimon, el tráfico quedaba completamente cortado, lo que forzó que Davis se separase del grupo montando en Raidramon.
— Parece que van a Hikariagaoka — Comentó reflexivo TK
Poco después Kari y Yolei se apearon del coche para enfrentar a Lady Devimon, con quien antes Angewemon había dejado la pelea para ayudar an el enfrentamiento contra Skullsatamon, otro sacrificio. Uno necesario para evitar que un autobús lleno de personas se convirtiese en un acordeón.
— ¿Estas segura? — Le pregunto Kari a quien se había convertido en una de sus mejores amigas — Se que no te gusta pelear.
— Y no me gusta, pero no parece que ellos vayan a dejar de atacar si no hacemos nada.
— Tendremos que destruirla.
— Kari, no quiero tener que destruirla, eso es matar.
— No nos queda otra — Murmuró, comprendía el pesar de su amiga, de hecho ella misma había dudado en alguna ocasión de destruir a un digimon, pero tenían otra opción — Busquemos un punto donde podamos ver la pelea.
Fueron primero al mirador. Estaba tan lleno de gente que apenas podían ver los destellos de los ataques; Gatomon y Aquilamon peleaban combinados en Sylphimon contra Lady Devimon. No fue hasta que vieron caer a Sylphimon cuando bajaron de nuevo a la callé corriendo hacia el centro de la pelea. Yolei era más rápida, se notaba que estaba en un buen estado físico además de ser más alta. Kari no pudo evitar que cometiese la imprudencia de coger uno de los monopatines que había en el suelo y golpease a Ladydevimon quien estaba amenazando con matar a un chico; lo vió todo como si sucediese a cámara lenta, también la forma en que Lady Devimon estuvo a punto de matar a su amiga.
—¡Cuidado! — Trató de alcanzar a Yolei para apartarla, pudo ver como una pequeña enredadera se liaba alrededor de Lady Devimon dificultando su avance. Pero fue Sylphimon quien detuvo completamente a la malvada digimon, destruyéndola — ¿Estas bien, Yolei?
— Esta muerta, hemos tenido que...
— Yo está, y tu le has salvado la vida a esos chicos.
— Será mejor que nos marchemos de aquí — Dijo Sylphimon — Los demás pueden necesitarnos.
Kari tomó la mano de Yolei que todabía seguia en shock, ayudándola a subir a la espalda de Sylphimon para así viajar más rápido. Llegaron casí a tiempo junto con Davis y los demás. Quienes asistían a una extraña conversación entre el hombre que conducía el camión y Daemon. ¿Se conocían?¿Sería ese hombre un digimon?
— ¿Que nos hemos perdido?
— Estos idiotas están hablando de algo llamado semillas de oscuridad — Dijo Davis — Daemon quiere llevarse a Ken y también a los niños.
— ¡No podemos permitirlo! — Gritó Yolei saliendo de su ensimismamento.
— Lucharemos — Afirmó Davis con aplomo.
— Sois unos idiotas si pensáis que podéis vencerme — Dijo Daemon — Entregadme lo que busco y me iré pacíficamente.
— ¡Jamas!
Una nueva batalla se desató, demostrando Daemon su superioridad en cuanto a poder y experiencia. Kari permaneció en silencio, sabía que si seguían pelando únicamente gastarían energía de forma inútil; escuchó una carcajada y miró en la dirección que venía. Aquel hombre que había ayudado en el secuestro de los niños, contemplaba la pelea con cierta diversión, sin apartarse en absoluto del lugar como cualquier humano en su sano juicio haría. Ese hombre no era normal. Volvió a centrarse en la pelea, viendo como Daemon había sito temporalmente bloqueado por Imperialdramon, y este primero abría la puerta al mundo digital como si nada, revelándoles sea de paso dónde se encontraba la puerta digital de Hikarigaoka.
— Si puede abrir la puerta podrá regresar en cualquier momento — Manifestó TK con impotencia — De nada sirve encerrarlo, y tampoco podemos destruirlo. No estamos a su nivel.
— Pues encerremoslo en otra parte — Propuso Yolei — Algo que esté más allá de este mundo y no sea el mundo digital.
— El mar oscuro — Murmuró Kari.
— Pero las veces que hemos entrado allí han sido accidentales — objetó TK
— ¡Yo puedo abrir la puerta! — Manifestó Ken — La abrí con mi dispositivo y en ese mismo mar hice que adoptase esta nueva forma.
— Hagámoslo.
Kari observó a Ken, le pareció que temblaba a pesar de la determinación que había en su rostro. Estaba dispuesto a luchar contra sus miedos y seguir adelante. Ella se adelanto, sosteniéndole el brazo y uniendo su poder como elegida al de él, el poder residual de la luz que había quedado después que liberasen a las bestias sagradas.
— No te rindas. Estoy contigo — Le dijo a su atormentado amigo con una sonrisa — Juntos lo lograremos.
— Gracias.
Poco a poco fueron uniéndose a ellos dos, de forma que al final entre los seis lograron abrir la puerta al mar oscuro, lugar que el propio Daemon identificó como el mar de Dragomon. Los digimon se encargaron de hacerlo entrar en el lugar antes de cerrar la puerta al tiempo que sonaban las sirenas de los coches patrulla acercándose al lugar.
— Tenemos que marcharnos de aquí. - Dijo Tk, cogiendo a Tokomon y acercándole a Kari a Salamon.
— Pero, ¿y los niños? — Ella dudaba de marcharse del lugar dejando a los niños solos en ese camión. El hombre y los dos digimon habían desaparecido.
— Créeme, es mejor que no nos encuentren aquí — Insistió TK — Ya nos preocuparemos por ellos mañana. Estarán bien.
— Yo no lo creo — Susurró Ken; Kari se giró para mirarlo — Esas semillas tienen la facultad de hacer que olvides lo bueno y te llenes de rencor y resentimiento.
— ¿De donde han salido? — Le preguntó mientras caminaban hacia el coche del hermano de Joe, sabía que Salamon, pese a descansar en sus brazos estaba atenta a la conversación.
— Hace años cuando viaje por el digimundo, nos enfrentamos a un extraño digimon. Ese digimon libero una especie de esporas y una de ellas me alcanzó en el cuello — Le relató Ken — No lo recuerdo bien, todavía esta muy borroso aquello. Se que enfermé y estuve un tiempo muy enfermo; luego regresé a casa y poco después murió mi hermano. Entonces me encerré en mi mismo y poco a poco dejé que la oscuridad me dominase.
— Espero que esos niños no se dejen llevar por la oscuridad.
— Me temo que ya se han dejado llevar al aceptar que le implantasen la copia de la semilla.
— ¿La copia? — Inquirió mientras tomaban asiento en la parte trasera del coche con Cody y Davis. Yoley iba delante. Tk, al no caber todos se iba andando. Nada más sentarse los otros tres se quedaron dormidos.
— Si, tomo los datos de la mía con una especie de lector y los transfirió a los niños.
— Asi que no sabemos como se ha a comportar la semilla en ellos — Afirmó, percatándose que aquello era mucho más serio.
— Lamentablemente,no.
— Pero no es lo único que te preocupa, ¿no Ken?
— Ese hombre, me conocía; trabajaba con mi padre. Yukio Oikawa.
— Entonces fue él quien te manipuló con aquel misterioso correo.
— Podría ser él, estoy seguro que tiene algo que ver. Pero hay algo que no me cuadra. Y ahora que esta en la ecuación...
— Necesitamos saber de él.
— Exacto. Creo que le contaré a mis padres sobre los digimon y sobre cuando fui el emperador. Merecen saber la verdad, o al menos una explicación.
— Ánimo.
