Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 14
Casita
Meses después
Esa mañana fue una de las pocas ocasiones en las que Mirabel declinó la invitación de tío Bruno de acompañarlo a tener una visión. ¿La razón? Estaba muy atareada cosiendo un jaguar de peluche y tenía mucho en que pensar, ya que la ceremonia de don de Antonio estaba a unas semanas de distancia. De hecho, Bruno había aceptado distraer al pequeño para que ella pudiera adelantar su regalo.
A diferencia de su quinceañera, la abuela derramó todo su entusiasmo en la organización de la ceremonia de Antonio incluso deste antes del cumpleaños de Mirabel. Y estaba segura que si no fuera porque Bruno estuvo recordando el tema en el comedor una y otra vez, la fiesta ni siquiera se hubiera realizado.
Recordó con una sonrisa el día de su fiesta de quince años, la cual no fue tan grande ni concurrida como la de Isabela, Luisa o Dolores. La verdad era que apenas habían asistido algunas personas del pueblo: los Guzmán, Osvaldo (aunque a Mirabel no le caía muy bien cada vez que le recordaba su falta de don), la señora Ozma, el padre José, los Guerrero e incluso Rafael se escapó por un momento para alcanzar a bailar con ella antes de que su padre lo sacara de la fiesta de una oreja, además de un puñado de personas más y más importante, su familia. Y no había sido porque no quisieran ir, sino por miedo ya que todo el Encanto sabía lo mucho que a Alma le desagradaba su nieta menor.
No le importaba la escasez de gente en la fiesta, ya que ella disfrutó mucho la velada con quienes sí fueron. Casita se esmeró con la decoración, y ella bailó con su papá, con tío Bruno, con tío Félix, con Camilo, incluso con Mariano, quien a esas alturas era como un hermano (primo) mayor. Luisa casi le había quebrado los huesos de un abrazo llorando que su hermanita bebé estuviera tan grande. Isabela no dijo nada y solo arregló un poco el patio de casita a regañadientes (Agustín la convenció de hacerlo). Antonio demandó su turno de bailar con ella también, y Mirabel lo complació.
Se sintió un poco egoísta ese día, feliz de por primera vez en su vida ser el centro de atención en lugar de su hermana mayor. Y todo había sido gracias a su tío Bruno.
Fue uno de los días más felices de su vida, pensando en lo que podía haber sido si tan solo hubiera obtenido un don.
Sin embargo, al día siguiente su abuela la trajo de regreso a la realidad: habían pasado también diez años de de su ceremonia fallida, y seguía siendo la única Madrigal que no era especial.
-No importa eso- dijo la abuela después de haber dicho delante de todos que se cumplían diez años del "único fracaso" de la magia- porque pronto tendremos una nueva bendición mágica gracias a Toñito-
Sí, su primo estaba a punto de cumplir cinco años y recibiría su don, o eso esperaban todos que pasara. Pronto su primo se iría a la ciudad con el resto de la familia a ayudar al Encanto y ella se quedaría sola de nuevo, como antes de que él naciera.
"No pienses en eso, Mirabel. Debes estar feliz por él", se reprendió mentalmente "Toñito va a estar feliz, y él no tiene la culpa de que no tengas don".
Pero eso le parecía más fácil decirlo que hacerlo. Viendo que no iba a avanzar mucho en su trabajo, Mirabel prefirió dejarlo y bajar a la cocina. Para esa hora su madre ya habría regresado del pueblo y podría ofrecerse a ayudarla al menos a cortar los vegetales o algo para la comida. O mejor podía ir a buscar a tío Bruno y a Antonio para ver que hacían.
Pensando en ello, Mirabel subió a la torre de Bruno y llamó a la puerta.
-Pasen-
Bruno estaba leyendo en el suelo junto a la cascada de arena, mientras que Antonio veía divertido la caída de la arena, dejándose caer y rodar por las dunas antes de regresar y hacerlo de nuevo. Se sintió un poco celosa, ya que ella nunca había pensado en ella en todos los años que había pasado ahí con su tío.
-Wow, eso nunca se me ocurrió- comentó Mirabel al llegar, tomando asiento frente a Bruno, del otro lado de la cascada.
-Justo en eso pensé, mariposita- dijo Bruno bajando su libro con una sonrisa tranquila y relajada que no había visto desde hacía mucho tiempo- pero tú te divertías de otra manera. O eso quiero pensar-
-Claro que sí me divertía mucho contigo- dijo Mirabel recordando esos días- aún me divierto aquí arriba en tu compañía-
La sonrisa de Mirabel se amplió un poco más y dejó su libro a un lado mirando a su sobrina, metiendo la mano al bolsillo de su ruana y sacando a la rata que tenía ahí dentro para ponerla en el suelo
-Tío Bruno es el mejor tío del mundo- declaró Antonio subiendo por la duna y cruzando el reloj de arena, llenando sus cabellos de granos de arena para tomar a la rata en sus manos, y luego la puso en su hombro antes de volver a saltar hacia la arena- siiiiiiiiii-
Mirabel sonrió al ver a Antonio tan divertido, pero Bruno hizo una mueca tan pronto como fue hora de cenar.
-Ay, Toñito, tu mamá me va a matar si te ve así, lleno de arena. Además no le gustan las ratas- dijo Bruno sacudiéndole los cabellos- será mejor que te lleve a limpiarte o los dos vamos a estar en problemas-
-No te preocupes, tío, te ayudo- dijo Mirabel tomando la rata del hombro de Antonio
Entre los dos se encargaron de limpiar el cabello de Antonio y luego barrer la arena del suelo. Cuando Bruno estuvo satisfecho, los tres bajaron a la cocina para la hora de comer, y por suerte Pepa no se dio cuenta de nada de lo que había pasado.
x-x-x
Esa tarde
Mirabel había tomado inspiración de su tarde con Antonio y Bruno, así que rápidamente terminó su jaguar de peluche, lo escondió muy bien entre su estambre y bajó a la cocina a ayudar a Julieta con la cena.
-¡Mira! Qué bueno que viniste- dijo Julieta al verla entrar a la cocina. Como siempre, había al menos cinco ollas en la estufa, y su madre tenía las manos llenas de masa de arepas- ¿estás ocupada?-
-Má, ya sabes que nunca estoy ocupada- dijo ella con una expresión fastidiada- ¿en qué te ayudo?-
-Esta mañana olvidé comprar aguacates. ¿Puedes comprar algunos con la señora Guerrero?- dijo Julieta sin responder al reclamo que su hija había hecho. No sabía si no lo había escuchado o había decidido ignorarlo. Aquello la animó.
-Claro, regreso en un momento- dijo ella.
-¡Gracias, corazón!- dijo su madre tomando su rostro en sus manos y besando su mejilla repetidas veces antes de estar satisfecha y dejarla ir.
Cuando Mirabel tomó su bolso y salió de casita aún no había oscurecido, pero el sol justo se estaba poniendo a esa hora. No quería regresar cuando ya estuviera oscuro y tropezar en el camino, así que se echó a correr hacia la frutería de la señora Guerrero. Llegó bastante rápido y se encontró con Valeria ayudando a su madre.
-¡Hola, Mirabel!- dijo Valeria extrañada de verla ahí- ¿se me olvidó llevarte algo?-
-No, mamá olvidó pedirte aguacates, ¿podrías darme algunos para la cena de esta noche?- dijo Mirabel.
-Claro- dijo Valeria entrando al almacén de la frutería y trayendo seis aguacates- aquí tienes, tu mamá siempre pide seis para cada comida-
-Gracias- dijo Mirabel sacando el dinero para pagar- te veré después-
Tras despedirse de Valeria y guardar la fruta en su bolso, Mirabel salió de la frutería y comenzó a caminar de regreso a casita, pero desafortunadamente se encontró en su camino a Sergio Treviño. Tuvo que hacer un esfuerzo para no rodar los ojos al verlo fijarse en ella y sonreír de una manera que no le gustó.
-¡Pero si es la Madrigal inútil! ¿Por qué decidiste dar la cara esta tarde?- dijo tan pronto como paso cerca de él, y comenzó a seguirla.
-No es de tu incumbencia, Sergio- dijo Mirabel apresurando un poco el paso. En serio que no quería que ese tonto inseguro la afectara- parece que no te aburres, ¿por qué no vas a importunar a alguien más?-
-Mira nada más, ¿te crees muy lista?- dijo Sergio.
Mirabel trató de ignorarlo y siguió caminando hacia casita, pero Sergio la siguió de cerca, caminando tras ella, gritándole improperios y cosas hirientes.
-Yo no soy un Madrigal y soy más útil que tú- dijo Sergio. Mirabel no se contuvo y gruñó en voz alta, haciendo que se echara a reír- vamos, cariño, no te enojes conmigo, solo estoy diciendo la verdad-
-Ja…-
-Si lo pides amablemente te puedo contar un secretito- dijo Sergio alzando las cejas repetidamente.
-Ugh, ¿en serio no tienes nada mejor que hacer?- dijo Mirabel rodando los ojos- no sé, alguien más a quien molestar… ¿o es solo que soy afortunada?-
El hombre se detuvo unos momentos como si estuviera debatiéndose si debía decirle o no, que Mirabel aprovechó para acelerar el paso, pero fue rápidamente alcanzada.
-Bueno, te lo diré porque soy bueno, ¿qué te parece?- dijo el hombre detrás de ella- tu noviecito Rafael se está viendo con otra muchacha cuando no estás mirando-
Escuchar aquellas palabras le dolió a Mirabel a pesar de que estaba segura de que eso era mentira, y sintió un feo escalofrío que trató de disimular pero Sergio se dio cuenta de inmediato de ello porque amplió su sonrisa.
-Sí, la verdad duele, ¿verdad?- continuó él, poniendo un brazo alrededor de su espalda y atrayéndola a él causándole una fea sensación- ¿por qué no te resignas a que nadie te va a querer?-
-Mentiroso, tengo una familia que me quiere- dijo Mirabel con seguridad, soltándose de él con un empujón- parece que no has entendido que no quiero hablar contigo. Piérdete-
Mirabel siguió caminando y el hombre tomó su brazo para detenerla.
-Espera un momento, tú…- comenzó a decir, pero casi de inmediato la soltó como si su brazo lo hubiera quemado al ver que unos pasos delante de ellos estaba Bruno, sus ojos verdes brillando amenazadoramente. Pudo ver cómo Sergio palideció y se separó unos pasos de ella- n…no… ¡no me maldigas!-
Sergio huyó del lugar tan rápido como pudo, espantado como si hubiera visto un fantasma, y Bruno apagó sus ojos con una sonrisa cálida antes de acercarse a ella.
-¿Estás bien, mariposita?- dijo en voz baja. Mirabel asintió aliviada.
-Gracias, tío- dijo ella.
-No necesitabas mi ayuda, lo estabas manejando muy bien tu sola- dijo Bruno- vamos a casa, Julieta está esperando esos aguacates-
-Sí, vamos-
Los dos regresaron a casita, y no se dieron cuenta de que Sergio se les quedó viendo mientras se alejaban con los ojos entrecerrados antes de entrar a la cantina.
x-x-x
Guardería
Dos semanas después
Esa noche Mirabel estaba muy estresada, y no era exactamente porque tenía a un niño de casi cinco años caminando en círculos en la pequeña habitación que compartía con él. El pobre Antonio estaba más ansioso de lo que podía describir por sí mismo a su corta edad, y parecía transmitir su ansiedad a su prima.
-Mira, ¿qué pasará si…?- preguntó Antonio por enésima vez.
-No va a pasar- lo interrumpió Mirabel repitiendo la frase que había tenido que decirle desde hacía unos días- ya te dije que no tienes de qué preocuparte. Vas a tener tu puerta y tu don, y va a ser la mejor del mundo-
-Pero… ¿qué pasa si no funciona?-
Mirabel sabía que el antecedente de su ceremonia fallida pesaba sobre el pequeño, ya que toda su vida había visto a su prima sin don confinada a la guardería y subestimada por todos (excepto quizá por tío Bruno). No quería que se preocupar por eso.
-Eso es imposible, pero si llegara a pasar… te quedarías aquí en la guardería conmigo. Para siempre- dijo haciendo una expresión cómica que lo hizo sonreír- ¡y te tendría para mí sola!-
Antonio rió en voz baja antes de borrar su sonrisa, haciendo que Mirabel se mordiera el labio.
-No es justo, tú también deberías tener una puerta- dijo Antonio.
La muchacha lo levantó del suelo y lo sentó en su regazo dándole un abrazo. En serio los Madrigal no se merecían a un niño tan puro como Antonio. Le dio un apretón.
-No tienes que preocuparte por mí, Toñito- dijo Mirabel apoyando su mejilla en la cabeza de Antonio- verte con tu don va a hacerme muy feliz, aunque te vaya a extrañar como compañero-
-Siempre puedo venir a acompañarte- dijo Antonio.
Mirabel sonrió, aunque sabía que eso no iba a ser posible, la abuela jamás dejaría que su primo pasara tiempo con ella una vez que obtenga su don, lo tendría bastante ocupado como había sucedido con Camilo.
Después de un rato Antonio comenzó a quedarse dormido, así que Mirabel lo puso en su cama y lo arropó, fingiendo una sonrisa segura.
-Buenas noches, Toñito- dijo ella en voz baja mientras el niño asentía, más dormido que despierto.
Una vez que su primo se quedó dormido, Mirabel se deslizó de la cama al suelo y se cubrió la cara con las manos tratando de controlar su respiración.
"Todo está bien, estoy feliz por Toñito…", se repitió mentalmente "estoy feliz por él".
Pero no podía negar que una pequeña parte de ella quería no ser la única sin don en esa familia, una parte que era inmediatamente suprimida por la culpa de desear una vida tan mala como la suya a su primo, quien no tenía la culpa de cómo la trataba la abuela y que sentía la presión de lo que le había pasado a ella.
Se cubrió la cara con las manos.
-Ugh, soy una horrible persona- dijo en voz baja para sí misma. Miró de reojo el cajón donde tenía el regalo de Toñito y respiró hondo. Lo más probable es que esa era su última noche acompañada de él.
x-x-x
La mañana siguiente
Bruno y Julieta sabían lo difícil que ese día sería para Mirabel, y habían hablado la noche anterior haciendo un plan para no dejarla sentirse sola y separada de la familia. A pesar de que ella siempre lo negaba, sabía que Mirabel resentía la manera en la que la abuela la había tratado durante todos esos años, y que ver a su primo recibir su don (porque Bruno estaba seguro de que lo recibiría) la haría sentir terrible, pensando por segunda vez que la magia la había rechazado.
Durante el desayuno Mirabel parecía ser la misma de siempre, con una sonrisa que Bruno reconoció como un poco tensa. Esa mañana Julieta preparó el desayuno favorito de Mirabel (su manera particular de demostrar cariño a una persona) y acarició la mejilla de su hija mientras le ponía el plato frente a ella. Camilo también estaba en el mismo canal que Julieta, porque en cualquier otra circunstancia el muchacho habría reclamado ese favoritismo de parte de su tía favorita.
Dolores se acercó a Mirabel antes del desayuno y le susurró algo al oído, pero Bruno alcanzó a escucharla.
-Yo no creo que seas una horrible persona- dijo Dolores poniendo una mano en su hombro y sonriéndole discretamente- y Toñito te quiere mucho, eres su favorita-
Aquello le sacó la primera sonrisa sincera de esa mañana. Pero alguien que realmente parecía dispuesta a hacer sentir mal a Mirabel era Alma.
Poco después del desayuno Alma dejó claro que quería que Mirabel "no estorbara" en los preparativos para la fiesta mientras que los otros trabajaban en ello. Primero la muchacha salió de casita para no molestar, pero cuando Osvaldo le entregó una maceta tuvo que regresar con los dulces y su abuela la reprendió de nuevo.
Mirabel se fue a su cuarto y se dejó caer sobre su cama, y Bruno la acompañó ya que nadie lo necesitaba. Se encontró con ella sentada en la orilla de la ventana, mirando a la gente preparándose para asistir a casita.
-Hey, mariposita- dijo caminando hacia ella.
-No necesitas decirme nada, tío- dijo Mirabel mirando hacia la ventana.
-No vengo a decirte nada- dijo Bruno sentándose junto a ella- la abuela me sacó del comité de preparativos también, así que vine a ver en qué te vas a entretener para hacer lo mismo-
Mirabel se volvió hacia él y le ofreció una sonrisa.
-Extraño cuando venías a contarme cuentos todas las noches- dijo Mirabel después de unos momentos de silencio, volviendo su vista al interior de la guardería- y Camilo también. Los dos amábamos esas historias-
-Lo sigo haciendo- dijo Bruno ajustándose su ruana y mirando la guardería también recordando todas esas noches- ¿o qué, no te gustan mis ratanovelas?-
La muchacha se echó a reír, ese nombre ella se lo había puesto un par de años antes y siempre le había causado gracia. Seguían siendo novelas trágicas e improbables actuadas con ratas, así que ese nombre les quedaba muy bien.
-Claro que me gustan las ratanovelas- dijo Mirabel, mirando distraídamente la cama de Antonio frente a la suya- quizá a Antonio le gustaría escuchar tus historias de tanto en tanto. Ama las historias de Camilo, imagino que le encantarán las tuyas-
-Mmm- dijo Bruno con una sonrisa.
Los dos se quedaron en silencio unos momentos, mirando a la gente dirigirse a casita conforme se acercaba la puesta de sol. José había llegado temprano a ayudar, pero su esposa venía con su hija. Osvaldo había ido a casa a dejar la carreta y montar su burro. Bruno no pudo evitar pensar que si hubiera hecho ejercicio en vez de viajar siempre en burro no habría quedado panzón.
-¿Y que hay de ese Rafael Valencia?¿Va a venir a la ceremonia?- preguntó Bruno de pronto, reprimiendo una risita.
Pudo ver el rostro de su sobrina enrojecerse ante la mención del muchacho, lo cual le causó gracia, pero se compuso rápidamente a pesar de que sus mejillas permanecían rojas.
-¡Tío Bruno!- dijo en tono de reproche, cruzándose de brazos- ni siquiera mi papá me molesta tanto. Y eh… no sé, no siempre lo dejan venir, creo que no les caigo bien a sus papás-
Escuchando el tono herido en el que lo dijo, Bruno le dio un abrazo y la acercó a sí mismo.
-Mirabel, si te conocieran se sentirían afortunados de que alguien como tú se fijara en su hijo, no porque eres una Madrigal, sino porque quien eres aquí- dijo Bruno poniendo una mano en su propio pecho.
-Mmm…- dijo ella sin estar muy convencida.
-Ay mariposita, ya hemos hablado de esto hasta el cansancio- dijo Bruno sacudiendo la cabeza- tienes que quererte un poco más-
-Lo haré cuando tú lo hagas- le respondió ella.
-Touché- dijo su tío pensativo antes de extender su mano hacia ella y ajustarle las gafas- podemos hacerlos los dos al mismo tiempo-
Al escuchar eso Mirabel estuvo a punto de decir algo pero escucharon las voces de Pepa y Félix en el exterior, buscando a su hijo para la ceremonia.
-¡ANTONIO!-
-¡TOÑITO!¿Dónde estás?-
Mirabel rió en voz baja y señaló su cama, indicándole donde estaba el niño al que buscaban. Bruno asintió entendiéndolo y se puso de pie.
-Te veré en la fiesta, espero que estés lista para bailar- dijo su tío saliendo de su habitación. Sabía que si había alguien que podía animar a Antonio era ella.
x-x-x
Al mismo tiempo
Tan pronto como su tío se fue, Mirabel suspiró largamente. Quizá su tío tenía razón y debía comenzar a quererse un poco, pero ahora tenía otra cosa importante que hacer. Se inclinó hacia el cajón junto a su cama y sacó el regalo que había hecho para Antonio.
-Todo el mundo está buscándote…- canturreó Mirabel y, al no obtener respuesta de su primo, añadió- este regalo se autodestruirá en 3…2…1…-
El regalo le fue arrebatado de las manos, y Mirabel se deslizó debajo de la cama donde Antonio ya estaba listo, pero se abrazaba nervioso.
-¿Sigues nervioso?- dijo ella en un susurro- ya te dije que todo iba a estar bien. Vas a tener tu…-
-¿Y si pasa lo mismo que contigo?- dijo Antonio con lágrimas en sus ojos- todos me van a…-
-No te van a hacer nada, no los dejaré- dijo Mirabel dándole un abrazo- pero te preocupas por nada, ya te dije que vas a tener el mejor don y la mejor habitación de todas-
Antonio apoyó su frente en el pecho de Mirabel y ella siguió frotando la espalda del pequeño con cariño hasta que se calmó.
-¿Mira?- dijo finalmente el niño.
-¿Umm?-
-¿Podrías acompañarme abajo?-
Mirabel dudó unos segundos. Había pensado quedarse en su habitación durante la ceremonia y solo salir durante la fiesta, ya que estaba segura de Antonio obtendría su don y que todo estaría bien. Pero no haría daño acompañarlo, ¿verdad? Solo hacia la puerta de la casa, donde estarán sus papás y hermanos.
-Claro- dijo ella acercando el regalo a él- este es mi regalo para tu nueva habitación-
Vio cómo su sonrisa finalmente llegó a los ojos de Antonio y comenzó a abrir el regalo, sacando el pequeño jaguar de peluche que su prima había hecho.
-Es para que tengas algo que abrazar cuando tengas tu propia habitación- dijo Mirabel.
Antonio sonrió y volvió a abrazarla, casi al tiempo en que casita les avisó que ya era hora y que todos lo estaban esperando justo antes de sacarlos de bajo la cama y casi deslizarlos por la escalera hacia la entrada, donde se encontraron con Pepa, Félix, Dolores y Camilo.
-Tenías razón, Lola, aquí está- dijo Félix.
Mirabel sonrió al ver el intercambio entre Antonio y su familia, los abrazos de Pepa y la manera de Camilo de animar a su hermanito quien seguramente estaría muy nervioso. Sintió unas manos en sus hombros y casi salta, pero pronto se dio cuenta de que era Bruno.
-¿Estás segura de que estarás bien aquí, mariposita?- preguntó su tío en voz baja.
-Sí, no podía dejar a Antonio solo- dijo Mirabel en un susurro viendo cómo los padres y hermanos de Antonio fueron a tomar sus sitios en la ceremonia- él va a estar bien, va a tener su don-
-Umm…- solo dijo su tío dando golpecitos con sus puños en la escalera- me quedaré contigo-
-No necesitas hacer eso, tío- dijo Mirabel- puedes ir con los demás-
-No, este es un excelente sitio- dijo Bruno- puedes ver todo peros in que te vean. Es perfecto-
Podía escuchar a la abuela comenzar su discurso, algo sobre la historia de la vela y los dones, pero ella estaba concentrada en Antonio, en asegurarse de que su primito estuviera bien. Podía verlo nervioso y volverse hacia ella. Mirabel le sonrió de regreso para tranquilizarlo.
Alma terminó su discurso e hizo una señal a Antonio para que se acercara, pero el niño no lo hizo. En vez de ello, se volvió hacia su prima y le extendió la mano.
En ese momento, Mirabel sintió una oleada de pánico. No podía acompañarlo, para empezar la abuela jamás se lo permitiría, además de que no creía siquiera poder asomarse sin tener la madre de todas las crisis de pánico. Bruno también parecía sorprendido, y también tenía miedo de asomar la cara.
-No puedo…- dijo Mirabel en un susurro.
-Te necesito…- dijo Antonio.
Y fue entonces cuando ella supo que no podía negarse a lo que primo le pedía. Él la necesitaba, y ella lo amaba sin importar que estuviera a punto de exponerse delante de todo el pueblo. Comenzó a caminar hacia él, pero Bruno la detuvo tomando su antebrazo.
-No tienes que hacerlo si no quieres- dijo su tío en voz baja antes de soltarla. Podía escuchar la preocupación en su voz. Mirabel se lo agradecía, pero no podía negarse.
-Tengo que hacerlo, me necesita- dijo ella antes de caminar hacia la entrada y tomar la mano de Antonio.
Una exclamación de sorpresa generalizada recorrió a la mayoría de los presentes cuando lo hizo. Por supuesto nadie se esperaba que Mirabel, la única Madrigal sin don, acompañara a Antonio a la siguiente ceremonia. Tragó saliva y se volvió hacia su primo moviendo suavemente su brazo.
-Vamos, llevémoste a tu puerta- dijo ella.
El breve camino entre la puerta principal y la puerta de Antonio le pareció eterna, pero Mirabel se enfocó en lo que estaba haciendo, solo estaba tratando de apoyar a su primo. Escuchaba a la gente murmurar a su alrededor, pero ella ignoró eso también. Si la ceremonia de don no salía bien (aunque esperaba que no fuera así) ella podía apoyar a su primo como nadie más lo haría.
"Pero no va a pasar, Antonio va a tener su don", pensó ella repetidamente.
Tras unos tensos segundos, Mirabel dejó a Antonio frente a la abuela y se apartó, condenada a mirar la ceremonia en primera fila cuando ella ni siquiera había querido mirarla.
Vio cómo, tal y como ella había predicho, cuando Antonio tocó la puerta obtuvo un don y la habitación más genial de todas, incluso más grande y hermosa que la de Camilo o Isabela.
Vio cómo todos subieron a la habitación para comenzar la celebración.
Vio cómo la abuela declaró que sabía que Antonio podía hacerlo, y que su don era tan especial como él.
x-x-x
Al mismo tiempo
Bruno vio a Mirabel tragar saliva al escuchar a Alma decir esa última frase y quedarse paralizada, ignorando los llamados de la familia a unirse a la fotografía. En vez de ello, Mirabel dio media vuelta y salió de la habitación de Antonio, y él la siguió hacia el patio de casita, que la gente poco a poco iba vaciando para entrar a la habitación de Antonio para la fiesta.
-Mirabel- dijo Bruno alcanzándola.
-Estoy bien, tío, no…- pero no alcanzó a terminar su frase porque su tío la abrazó con cariño, sabiendo que Mirabel volvería a pasar por su duelo de nueva cuenta. Pudo sentir los sollozos bajo su abrazo, donde su sobrina estaba tratando de contener las lágrimas.
Tardó unos minutos en componerse.
-Yo… yo estoy feliz por Antonio, no creas que no…- dijo ella tallándose los ojos con un poco de demasiada fuerza- pero…¿por qué a mí…?-
-A veces esas cosas pasan, no es culpa de nadie…- dijo Bruno en un susurro.
-¿Qué hice mal para que la magia… para que el milagro no me quiera?- preguntó Mirabel- quizá es que abuelito no me quiere-
Bruno apretó su abrazo y apoyó su mejilla en la cabeza de la muchacha mientras que la abrazaba.
-Ay mariposita…- le dijo su tío- estoy seguro de que papá te hubiera adorado si te hubiera conocido-
Aquello no pareció convencer a la muchacha, pero siguió abrazándola con cariño hasta que ella misma puso una mano en su pecho para empujarlo y hacerlo soltarla.
-Lo siento, tío, yo tengo que… tomar un poco de aire fresco- dijo Mirabel.
-Pero…-
-Estaré bien- dijo ella mostrándole una sonrisa triste mientras que caminaba hacia las puertas de casita- te veré más tarde-
Bruno dudó unos momentos mientras que veía a su sobrina salir de la casa y doblar la esquina, desapareciendo de su vista. Tardó unos segundos en reaccionar pero comenzó a caminar hacia ella cuando Pepa y Félix salieron de la cocina y lo emboscaron, tomando cada una uno de sus brazos para arrastrarlo a la fiesta.
-Ni creas que te vas a salvar de la fiesta, gruñón. Tú vienes con nosotros- dijo Félix con una sonrisa, llevando una bandeja de buñuelos con su mano libre.
-No, Félix, yo solo iba a…-
-Ibas a huir, pero no te salvarás de esta- dijo Pepa mientras que ella y su esposo metían a Bruno a la habitación de Antonio- disfruta de la fiesta-
Bruno miró hacia la salida, pero sus hermanas no lo iban a dejar salir. Se sentó en una esquina con Camilo mientras que esperaba a que Mirabel regresara de estirar las piernas o tomar aire fresco o lo que sea que hubiera dicho que iba a hacer.
-¿Dónde está Mira?- dijo Camilo con la boca llena. Apenas podía escucharlo entre el ruido de la celebración.
-Fue a tomar aire fresco- dijo Bruno- quiero ir a ver cómo está, pero tu madre y tu tía me vigilan-
-Um…- dijo Camilo entristecido.
-¿Y tú qué traes?- preguntó- creí que estaría feliz-
-Ajá, estoy seguro de que la abuela espantó a la familia de Valeria, porque se la llevaron después de la ceremonia- dijo Camilo poniéndose de pie derrotado- yo iré a revisar que esté bien después de robar comida de la cocina. Creo que tía Juli guardó lo mejor para el final-
Bruno estuvo a punto de advertirle que no era sabio hacer enojar a Julieta, pero el muchacho se escabulló transformado en uno de los niños del pueblo, y no pudo hacer nada para detenerlo (como siempre sucedía cuando había comida involucrada).
Apoyó la espalda en la pared y respiró hondo. Solo le quedaba espera a que Camilo tuviera las palabras correctas para animar a su prima.
x-x-x
CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! ¡Regresé, andaba de parranda! Por fin ocurrió la ceremonia de don de Antonio, y todo salió como lo planearon, pero Mirabel no se siente bien. Desafortunadamente Bruno fue secuestrado por Pepa para que se quedara en la fiesta y no pudo apoyar a Mirabel.
Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Abrazos.
Abby L.
