Buscando respuestas.
Aquella mañana despertó sintiendo un ligero zarandeo, el día anterior había sido tan estresante que había acabado completamente rendida. Kari abrió los ojos, encontrándose con el rostro preocupado de su hermano. Eso solo podía significar que había algo que no iba bien, algo había sucedido; su hermano no solía despertarse antes que ella. Le vastó ver esa expresión para despejarse completamente.
— ¿Que pasa? — Le preguntó, compartiendo de inmediato la misma preocupación que él tenía aun sin saber qué era lo que ocurría.
— He recibido una llamada de Agumon, el digimundo esta en muy mal estado.
— Tendremos que ver que sucede, hermano.
— Por eso te he despertado. Cuanto antes nos vayamos mejor.
— Íbamos a ir con los demás a encargarnos de buscar a esos niños a los que implantaron las semillas — Comentó Gatomon — Pero supongo que tendrán que pasar sin nosotras.
— No importa, id vosotras con los demás; tan solo abridme la puerta. Ahora podemos digievolucionar.
— Mejor que seamos dos a uno solo. No voy a dejarte ir solo hermano — Afirmó mirándolo con aplomo — Voy a mandar un correo a los demás para avisarles. Es algo que tenemos que comprobar y me parece que cada vez tenernos menos tiempo.
— ¿Tiempo para qué, Kari?
— No lo sé. Pero creo que tiene que ver con lo que dijo Azulongmon.
— La voluntad maligna que quería anular mi poder sigue estando presente — Murmuró Gatomon frunciendo el ceño — ¿A quien se referirá?
La pregunta de su compañera cayó en el silencio. Un silencio tan solo interrumpido por el tecleo del mensaje de Kari a los demás. No les explico lo que sucedía por el correó, tan solo lo que le había mencionado su hermano y que ambos irían al digimundo. Se apuro a desayunar antes de abrir la puerta, sabía bien que si no desayunaba luego se sentía mal a lo largo del día, de forma que no quería correr riesgos y ser una carga para su hermano. Ambos junto a Gatomon, entraron en el mundo digital. Un mundo antes hermoso que ahora recordaba a los desolados parajes de la zona controlada por Piedmon cuando este junto a los otros tres amos oscuros se hicieron con el control del mundo; solo que no era todo oscuro, simplemente era como si todo estuviese en una perpetua noche y la vegetación no solo se hubiese marchitado, sino que había muerto completamente convirtiendo todo el lugar en un gran terreno yermo y árido. Kari se arrodillo tocando con suavidad una de las pocas plantas que quedaba en pie, se trataba de una planta que apenas tenía energía, y que se iba debilitando por instantes. Al tocarla esta se revitalizó un poco, pero el estado de todo lo que la rodeaba era triste y deprimente. Sin darse cuenta soltó un par de lágrimas.
— Kari, ¿que sucede? — Preguntó Gatomon usando un tono ligeramente dulce mirando extrañada a su compañera.
— Todo esto esta muerto, como si algo hubiese drenado su energía por completo — Respondió limpiándose las lágrimas — Parece a como quedaban los lugares tras que se rompiesen las piedras sagradas; como si la energía de este mundo estuviese conectada a esas rocas.
— Tenemos que seguir adelante — Afirmó Tai — Veamos cuanto esta afectado y reunámonos con los otros digimon, Genai les ha contado un plan que tiene.
— ¿Que plan?
— No me lo ha dicho, pero sé que tiene relación con los ataques de digimons oscuros que hubo ayer.
Por allí por donde iban no encontraban más que el mismo tiempo de terreno, el mismo paraje desierto y cuasi enfermo. No le gustaba ver el estado en que estaba el digimundo, parecía como si estuviese luchando por sobrevivir, no sabía muy bien como interpretar aquello. Llegaron ante los demás digimon. Estaban trabajando con una especie de losas encriptadas.
— ¿Que es lo que ocurre? ¿qué estáis haciendo? — Preguntó Tai al grupo de digimons
— Componemos un sello — Respondió Tentomon — Siempre que la puerta al mundo real se abre por una invasión es la puerta de Hikarigaoka; así que vamos a evitar que puedan entrar por esa puerta — Agregó — Tan sólo necesitamos algo más que poner los bloques en orden. Algo que suponga un acto importante.
— ¿Como un sacrificio? — Propuso Kari, ganándose una mirada de extrañeza tanto de Tai como de Gatomon, aunque esta última estaba además pensativa
— No lo se — Afirmó Tentomon antes de regresar a la tarea.
Se quedaron un rato más viendo el trabajo que estaban haciendo los digimon, llegó un momento en el que comenzó a nevar, se veía venir pues el clima era muy frío, aunque las coordenadas que habían marcado solían presentar otro tipo de clima. Conforme se alejaban, el nivel de nieve iba disminuyendo, así que parecía que era algo que tan sólo sucedía en ese punto.
— Es extraño — Murmuró al cabo de un rato.
— ¿Que es tan extraño? — Preguntó Agumon que había decidido escoltarlos por el lugar mientras seguían axaminandolo.
— El clima y el estado del digimundo. Es como si hubiese perdido sus energías, no estaba así antes de navidad —Reflexionó Kari — Así que algo ha tenido que pasar en esos pocos días.
— Quizá... tenga que ver con el poder que nos cedió Azulangmon — Teorizó Gatomon — El junto a las otras bestias sagradas era quien sostenía el equilibrio del mundo y al ceder parte de su poder debe haber supuesto parte de su estado actual de desequilibrio.
— No quiero pensar en qué pasaría si esto siguiese así mucho tiempo. Nuestro mundo podría verse afectado — Comentó Tai.
Ambos hermanos junto a sus digimon comprendían la gravedad del problema, y coincidían en la importancia de solucionar aquel problema, tanto como solucionar los que tenían en el mundo de los humanos. Todo lo de Oikawa y lo de los niños con las semillas de oscuridad. Mientras caminaban por el digimundo, Kari reflexionaba sobre aquello pensativa, sentía que había algo que les faltaba, una pieza fundamental.
— ¿Pasa algo, Kari? — Le preguntó Gatomon quien caminaba a su lado.
— Tengo la sensación que hemos pasado algo por alto.
— ¿Algo como qué?
— No lo sé. Pero es la misma sensación que cuando la niebla que cubría Odaiba no desapareció.
— ¡Eh, no os rezaguéis! — Gritó Tai que había avanzado con Agumon una distancia considerable
— Tai — Dijo Agumon señalando al cielo — Mirad ahí, ¿que es?
Una especie de masa oscura surcaba el cielo, formando una especie de torbellino negro que se precipitaba hacia el horizonte. Bastó un breve intercambio, una pequeña mirada para decidir que hacer. Los cuatro corrieron hacía el lugar donde se dirigía ese borrón que en esos momentos había atravesado el horizonte y en este mismo había aparecido la cresta del monte fuji.
— ¡Mirad! — Exclamó Tai — Es el monte Fuji.
— Eso esta en vuestro mundo, ¿no? — Dijo Agumon
— Es una grieta interdimensional — Explicó Gatomon — La barrera que separa los mundos es cada vez más pequeña.
— Esto no es bueno — Murmuró Kari — Nada bueno.
— Vamos — Indicó Tai antes de comenzar a correr hacia el lugar, seguido de Agumon.
Kari comenzó a correr tras su hermano, seguida de Gatomon. Aquello no le gustaba le daba mala espina y con la habilidad que tenía su hermano para meterse en problemas era una mala combinación. Sabía que era complicado alcanzarlos pero debía intentarlo. Hacía tiempo que había dejado de tener una salud delicada, pero sus padres seguían mimándola no permitiéndose hacer deportes demasiado intensos. Así que no estaba en forma, por lo que tampoco conocía sus propias limitaciones, hasta donde podía llegar. Mientras corrían hacia el lugar, pensaba en si ellos iban a poder cruzar esa distorsión por si mismos o si iban a necesitar de los dispositivos digitales. Por si acaso ya lo llevaba en la mano.
Llegaron a la zona de la distorsión, cruzándola sin problemas, lo que le causó cierta sorpresa, y le indicaba que las cosas estaban mucho peor de lo que habían pensado en un principio. Tendría que decírselo a los demás cuando regresasen. Fueron a dar con un paisaje nevado en medio del monte. Estaban en su mundo pero lejos de su ciudad. Caminaron por un sendero, siguiendo las pisadas que había en el suelo, eran pisadas de digimon. Estaba segura que eran las de Blackewargreymon.
Llegaron al final del bosque, a una cabaña solitaria en la que Blackwargreymon estaba discutiendo con Oikawa, Arukenimon y Mummymon. Estaban teniendo una conversación extraña, algo que giraba mucho en torno a la propia existencia del digimon oscuro, todavía se estaba cuestionando quien era y de donde venía. Un alma maldita por la oscuridad como el propio Azulongmon había dicho. Cuando las cosas comenzaban a desmadrarse, Tai intervino, haciendo pelear a Agumon contra Blackwargreymon. Pero Oikawa y los otros dos se les escaparon.
— Sigámoslos — Le dijo a su hermano mientras terminaba de teclear el mensaje para el resto del grupo. Tenían localizado a Oikawa y les pedía ayuda para no perderlo — Agumon estará bien, hermano. Gatamon nos llevará.
En cuanto Gatomon digievoluciono en Nefertimon, se subieron a su lomo, comenzando a perseguir al coche en que viajaba, mientras esquivaban ataques de los dos digimon-mascota de Oikawa, ¿o entraban más en la categoria de sirvientes?. Kari no sabía que pensar de la situación, o más bien no le apetecía pensar demasiado en eso. Tenía todos sus sentidos centrados en la persecución, usando su cuerpo para guiar a su compañera en el aire. Era complicado porque no se sentía completamente segura en el aire, únicamente se sentía segura cuando volaba por el digimundo, en la tierra, no podía dejar de estar inquieta, siempre lo había estado y esa inquietud había ido a más desde que voló en imperialdramon. Cerca de un pueblo se les unieron Tk y Yolei.
— Ken y Davis están desviando el tráfico — Informó Yoley
— Cody esta en la base militar, previniendo un problema con la pelea y las tropas — Agregó TK — Es el indicado para eso, ya sabes con lo de su padre.
— Era militar, ¿no?
— Así es Tai — Confirmó el comentario de su hermano y asintió a la información que le habían dado sobre los demás del grupo — ¿Nos metemos a seguirlos por dentro del pueblo o lo sobrevolamos?
Sabía que sobrevolando podrían perderlos, pero dentro del pueblo pondrían en riesgo a las personas si se desataba una pelea. Estaba indecisa sobre lo que hacer, tan solo tenía claro que la prioridad era proteger a la población.
— Yo los seguiré por el pueblo — Dijo Yoley tomando la iniciativa — Tk y tu seguid por el aire.
— Cuando termine el día mandaré un mensaje a Mimi — Comentó Tai, algo ajeno a lo que se estaban disponiendo a hacer. — Llevamos meses escribiéndonos. Creo que me gusta
Asintió, mirando a su amigo de toda la vida. Ascendieron un poco para no ser detectados por el coche y lo siguieron desde arriba mientras pudiesen. De cuando en cuando dirigían la mirada a la batalla aérea que estaba teniendo lugar. A la que veían que se había incorporado Imperialdramon. Eso no podía ser una buena señal.
— Si antes Genai tardó tres años en borrar los datos, ¿cuantos tardará esta vez? — Pregunto con curiosidad. Se preguntaba como lo había hecho en primer lugar, pero no había tenido tiempo de comentarselo a Izzi.
— No lo se Kari; pero eso no tiene mucha importancia ahora.
— Por cierto, ¿donde están los demás? — Preguntó Tai — No pueden pelear sin sus compañeros, pero; ¿están haciendo algo?
— Tienen la lista de niños. Los están investigando para que podamos vigilarlos mejor. También están recabando datos sobre Oikawa — Sintetizó TK
— ¿Crees que lograremos que le quite las semillas a los niños?
— No lo creo, Kari. Pero tenemos que intentarlo.
— Ojalá estuviesen aquí los demás digimon; así podríamos acabar con esos dos que están con Oikawa — Se lamentó Tai — ¿Como no lo vimos antes?
— Todo ha sido demasiado silencioso... esquivo.
— Coincido con Kari
— Será mejor que dejemos la conversación para después — Indicó Nefertimon.
— Yoley ha sido derribada — Informó Pegasusmon.
— Nosotras bajamos a ayudarla, todo queda en vuestras manos Tk y Pegasusmon.
Mientras descendían a Kari no le quedaba ninguna duda que se habían aprovechado del único punto débil que todos compartían. El no querer atacar por temor a herir a algún inocente y eso le había valido una buena descarga a Halsemon. Yoley estaba algo magullada, pero no parecía demasiado serio.
— Iré a la tienda más cercana, llamaré para que vengan a recogernos.
— Yo iré a buscar a v-mon, agumon y woemon — Comentó Nefertimon — Los he visto caer. Seguro que están bien.
— ¿Y TK? — Preguntó Yoley con Hawkmon en brazos
— Sigue tras el coche. Sabe cuidarse, no te preocupes.
— No me preocupo, eso solo que, ahora todo empeora por momentos.
— Lo sé, pero solo podemos esperar y mantener la fé en que todo saldrá bien.
Se quedaron unos momentos en silencio, la gente del pueblo las miraba, entre sorprendidas y preocupadas; pues no eran de aquel pueblo y prácticamente habían caído del cielo. En sus miradas, Kari podía notar aquella parte de la mirada paranoica y de sospecha hacia los digimon. Quería salir de ese pueblo cuanto antes, peri debía esperar a que todos se reuniesen y fuesen a recogerlos.
— Kari, ¿que ha ocurrido en el digimundo?
— Ha perdido su energía, se ha debilitado. Es como si la vida allí estuviese muriendo, si no lo ha hecho ya — El solo pensar que la diversidad de la vida del digimundo se podía perder por completo la hacía sentirse triste — Supongo que cuando todo esto acabe, tendremos que buscar la forma de reparar eso. Tan solo sabemos que sucedió cuando Azulongmon cedió parte de su poder.
— Entonces habría que devolver ese poder para que todo volviese a la normalidad.
— No creo que funcione así.
El sonido del D-terminal que llevaban las alertó. Tenían un nuevo mensaje. Sin dudarlo, se pusieron a leerlo. Era un mensaje de Tk, los había seguido hasta la entrada a la ciudad más próxima, luego le había resultado difícil continuar por el denso volumen de coches. Las esperaba en la estación de Hikarigaoka. Mientras lo hacían, Tai regresó; le comunicaron las noticias que habían recibido y él les contó que el hermano de Joe no tardaría en pasar a por ellos.
— Vamos a esperar a los demás — Determinó Kari — Juntos nos reuniremos con TK
— Pero en el coche no cabemos todos.
— Uno de nosotros tendrá que ir por el aire — Comentó Tai — Los digimon deben estar cansados, así que tendrá que ser el que esté en mejores condiciones.
— Hawkmon y yo lo haremos — Afirmó Yolei — Hemos tenido tiempo para reponernos. Así Gatomon podrá descansar cuando regresé
— Cuanto tarda — Comentó Tai
— No sabemos donde han caído — Afirmó Kari — De todas formas ahí vienen.
En el cielo comenzaba a vislumbrarse una esfinge volante, era Nefertimon, que regresaba con los tres digimon. Nada más aterrizar y bajarse estos, regresó a su forma de Gatomon. Kari podía notar el cansancio en ella. La tomó en brazos sujetándola con firmeza.
Estuvieron esperando su transporte durante un par de horas, que aprovecharon para reunir algo de dinero y comprar comida para todos, eso los ayudaría a recobrar fuerzas. Cuando apareció, en el interior ya estaban Davis, Ken y Armadillomon. Se subieron los restantes al coche, a excepción de Yolei que se alejo volando hacia Hikarigaoka. Tenían planes que hacer.
(***)
A la mañana siguiente estaban todos reunidos en casa de Davis, habían acudido poco después de desayunar. Agradecían seguir en vacaciones invernales, sino se les hubiese complicado un poco el reunirse para solventar el problema. El día anterior habían tenido que dejar la investigación empantanada por la aparición de Blackwargreymon; y aunque había algunos como Agumon y V-mon opinaban que el digimon hecho de torres oscuras no era una amenaza, Tk y Cody no estaban tan seguros de eso, no se fiaban. Kari, no creía que ese digimon fuese malo, tan solo pensaba que sufría. De forma que, al haber quedado todo a cargo de Izzi, Matt y Sora; pues Joe estaba estudiando, estos eran los encargados de informar lo que habían averiguado.
— De Oikawa no sabemos mucho — Dijo Matt — Es un experto en informática, aunque según Izzi no tan bueno como él. Trabajó durante años en la misma empresa que el padre de Ken.
— Hemos ido a las casas de los niños. No han querido recibirnos, ninguno de ellos. Incluso los padres parecen ofenderse — Comentó Sora — ¿Pueden las semillas de oscuridad afectar a los que estan cerca de los que las portan?
— No lo sé — Respondió Ken — Afecto a mi relación con mis padres, pero no les afecto a ellos directamente, así que las semillas irán creciendo, a menos que no se dejen llevar por su oscuridad.
— Tendremos que vigilarlos — Sentenció Kari — Nos dividiremos y los seguiremos. Iremos en grupos de dos.
— Son más niños que los que podríamos vigilar con ese método — Objetó Tai
— Según vuestra opinión, ¿quien esta en mayor riesgo? — Preguntó TK — Por lo que sabemos, Oikawa tratará de contactar nuevamente con ellos.
— ¿No dijo algo sobre que se acordasen de donde estaban? — Preguntó Cody — Algo sobre que regresasen a Hikarigaoka.
— Son demasiados puntos a cubrir — Observó Yolei — Hagamos lo que hagamos corremos un riesgo al dejar puntos sin cubrir.
— Tendríamos que averiguar cuando van a reunirse y cuanto tiempo tenemos para eso. Detesto que estemos sin saber nada. No me gusta esta situación — Manifestó Izzi.
— Lo que significa localizar a Aikawa — Resaltó Cody — O no hacer nada y esperar que los niños nos conduzcan.
— No será necesario — Dijo Ken — En la furgoneta dijeron algo del último día del año.
— No me gusta como suena eso —Dijo Sora — Tendremos que vigilarlos hasta que llegué el día, y jugárnosla el treinta y uno.
Así de distribuyeron, buscando a esos niños y vigilandolos, tratando de acercarse para convencerlos que no se dejasen manipular por la semilla, que no la permitiesen crecer. Con algunos casos era casi imposible, notándose que la oscuridad se había adueñado por completo de ellos al punto que sería imposible hacerlos reaccionar a menos que alcanzasen a tocar una fibra sensible, como había sido el caso de Ken. Fue la tarde del veintinueve de diciembre de 2002; en una de las niñas creció una rosa de oscuridad, fue entonces cuando Oikawa apareció. Trataron de detenerlo, de tratar que esta no fuese absorbida y en su lugar le retirase la semilla, más no pudieron y el hombre quedó envuelto en un halo de oscuridad. El abuelo de Cody, que se había enterado del secreto que todos guardaban, se acercó a hablarle, parecía conocer a Oikawa. A todos sorprendió que el difunto padre de Cody resultase haber sido el mejor amigo de la infancia de Oikawa.
Oikawa parecía que iba a recapacitar, al sentirse feliz y aceptado por aquel hombre, al serle ofrecida una buena amistad. Pero la oscuridad que lo rodeaba le causó un gran dolor y su expresión alegre mudo de inmediato a una fría y oscura, aumentando la oscuridad a su alrededor, provocando que Blackwargreymon apareciese en aquel parque en que estaban. Kari pensó que la oscuridad de Oikawa había atraído al digimon, de hecho ese propio digimon había llamado a Oikawa ente extraño un par de días atrás.
— ¿Que haces aquí? — Le preguntó Agumon.
— Tengo que destruirle — Aseguró Blackwargreymon — El es la causa de todo lo que esta ocurriendo, debe ser destruido antes que sea tarde.
— No puedes — Le gritó Cody al digimon oscuro — Lonecesitamos vivo para que retire las semillas de los niños
— No hay tiempo — Insistió el digimon.
— Esperad — Dijo el abuelo de Cody, dando un paso hacia Oikawa, pero este estaba fuera de si; al punto que una extraña sombra cruzó por el rostro de este y atacó al señor Hida con una onda de energía oscura.
No llegó a impactar en el anciano, Blackwargreymon a una velocidad impresionante se plantó delante del abuelo de Cody interceptando el golpe, protegiéndolo completamente con su cuerpo. El digimon se tambaleó y cayó completamente herido de rodillas al suelo. Estaba malherido.
— Así que eres tú — Murmuró el digimon — No dejaré que te salgas con la tuya.
Blackwargreymon se incorporó tambaleante, mirando desafiante a Oikawa. Antes de salir volando hacia el cielo desintegrándose poco a poco. No hubo nadie que pudiese detenerlo. Oikawa dejó en el suelo a la inconsciente niña a la que había absorvido la flor oscura, y de marchó sin más del lugar. Aquello había sido inquietante. Kari se acercó, tomándole el pulso a la niña.
— Esta viva — Dijo a los demás — Pero inconsciente. Hay que llevarla al hospital.
— Yo me encargo — Aseguró Tai — Acabo de llamar a una ambulancia diciendo que he encontrado a una chica inconsciente. El resto marchaos de aquí.
— Yo me quedaré contigo a esperarla, joven — Dijo el abuelo de Cody — Cody, ve con tus amigos.
— Si.
De forma que Kari, Cody, Tk, Agumon, Patamon, Gatomon y Armadillomon, se alejaron del parque. Permanecieron en silencio hasta llegar a casa de Izzi, quien los había llamado mientras regresaban. La madre de Izzi les abrió la puerta y les preparó algo para merendar, tanto para ellos como para los digimon. Mientras tanto ellos hablaban con Izzi en la habitación de este.
— Los digimon han estado trabajando en un método para sellar las puertas de Hikarigaoka. Esa puerta se ha abierto demasiadas veces en nuestro mundo.
— Pero no es la única que hay. Esta la del templo del campamento de verano —Murmuró Tk — Y cuando la invasión, abrimos nosotros otra aquí en Odaiba.
— Eso es lo de menos, no podemos cerrar todas las puertas, necesitaremos tener cuantas más accesibles posibles por si se produce una nueva crisis — Dijo Kari — ¿Lo lograron?
— Tenían los bloques colocados, les faltaba el sacrificio para terminar de cerrarla. Y según Genai este se ha producido — Manifestó Izzi — Me ha preguntado si Tai estaba bien.
— El sacrificio... ¿tenia que ser de un digimon, no? — Preguntó Cody — Porque en ese caso Blacwargreymon... — Procedió a contarle todo lo que ha sucedido.
— Supongo que eso lo dice todo — Dijo Izzi — Las pérdidas son siempre tristes, pero me alegro que Agumon esté bien.
— Esa sombra que salió de Oikawa, Blackwargreymon la reconoció — Mencionó Gatomon — De hecho fue algo escalofriante.
— Tendremos que ir con más cuidado — Dijo Patamon — Y estar atentos a cualquier cosa rara que ocurra, tanto de ahora en adelante como los días anteriores.
Gatomon y Kari intercambiaron una mirada, pensando ambas en el extraño hombre que se había acercado a esta última. Habían decidido mantener eso entre ellas, pero ahora, con los recientes acontecimientos ambas se cuestionaban su decisión. Kari no creía que ese hombre por oscuro que fuere, fuese malo; Gatomon no pensaba igual, la oscuridad siempre era peligrosa. Al final Gatomon hablo.
— Raro... ¿Cómo un hombre que desaparece entre sombras?
Todos se quedaron mirándola, entre extrañados y con el ceño fruncido. Lo que decía Gatomon era raro, pues sugería que ese hombre era capaz de controlarlas y Oikawa no había controlado las que salían de él, así que quedaba descartado. Kari la miró con molestia disimulada, no le parecía el momento de abordar ese tema.
— ¿De qué hablas? — Inquirió Patamon
— Tan solo era una pregunta — Intervino Kari — El otro día se nos acercó un tipo un poco siniestro tan de repente que pareció salido de la nada. Pero no era más que un tipo raro. No nos hizo nada.
— ¿Por qué no lo dijiste, Kari? — Cuestionó Tk.
— No quería preocuparos, bastante tenemos ya con lo que esta pasando.
— Bueno — Cortó Izzi la conversación — No podemos esperar a que vengan los demás. Necesitamos tratar un plan de acción urgente. Tan sólo tenemos dos días.
