El transcurso de los años.

Habían pasado siete años desde que había llegado al campamento. Se había convertido en una moradora anual, saliendo tan solo del campamento para ir hasta un instituto cercano al mismo y así poder proseguir con sus estudios. Había usado la bicicleta todos los días para ir y volver del instituto situado a unos diez kilómetros. Había supuesto un gran esfuerzo, más nada que no pudiese sobrellevar. Ya contaba con siete cuentas en su collar de cuero: Un trieme en llamas, Un centauro con un traje de graduación, un tridente, el vellocino de oro, el laberinto, el Empire State que simbolizaba la batalla de Manhattan y la Athena Parthenos, como símbolo de la unión entre ambos campamentos en el enfrentamiento final contra Gea. Recordaba perfectamente lo que habían sido aquellos últimos años. Todos aquellos sucesos habían terminado por curtirla un poco, haciendo que si bien seguía prefiriendo evitar la pelea, no titubease cuando esta era necesaria. No pelear no era una opción. Nunca lo fue.

(***)

Todo había sido bastante tranquilo durante dos años. Había asistido a las clases sin preocupaciones, había entrenado por las tardes y estudiado los antiguos mitos. Pero toda aquella tranquilidad había terminado por acabar. Dos años después de llegar al campamento, la naturaleza se había puesto en guerra contra si misma, había tormentas por todas partes. Aunque por fortuna estas esquivaban el campamento. Eso no quería decir que no causasen sus estragos: inundaciones, accidentes aéreos y marítimos. Todos sentían que ocurría algo raro. Quiron se había marchado tras recibir un aviso de Grover, uno de los sátiros, así que se quedaron todos completamente a la merced de las directrices del señor D; quien literalmente pasaba de ellos. Durante esos días había recibido a su D-terminal un mensaje de Ken.

He escuchado las noticias por la televisión. Hemos estado atentos por si ha aparecido algo nuevo en el mundo digital. ¿Tu has pervivido algo?

Ken.

Nada. Los expertos lo achacan al cambio climático, pero ningún cambio climático se produciría de forma tan drástica. No he podido apreciar ninguna distorsión en el digimundo, tal vez sea otra cosa la que lo cause.

Kari.

Otra cosa, ¿Como qué?. Las noticias cada vez me recuerdan mas a la película "The Day After Tomorrow". Ya sabes, la del cambio climático brutal en el que unos adolescentes sobreviven quemando libros en una biblioteca.

Ken.

Pues la otra cosa podrían ser... ¿los dioses?. He empezado a estudiar cultura clásica, la de los griegos y esas cosas. Y bueno... Cuando los dioses se enfadaban había catástrofes naturales.

Kari.

¿Dioses?, xd... Esa es una respuesta muy imaginativa y graciosa. No creo que sea eso. Bueno, espero que estés bien.

Ken.

Las semanas fueron pasando y las cosas se pusieron peor. Se escucharon murmullos en el campamento. Algo había sido robado y eso había enfadado mucho a los dioses. Con el tiempo las cosas se fueron complicando y llegado el verano había llegado un hijo de Poseidon al campamento. Algo que todos creían impensable a causa del pacto de los tres grandes. Claro que olvidaban con facilidad que había un pino en los lindes del campamento que había sido antes una hija de Zeus, fruto de la ruptura de aquel tratado. Pero sólo montaban escándalo por Percy Jackson. Según Miranda, no se había montado ese escándalo por la hija de Zeus, incluso habían lamentado que muriese como si de verdad hubiesen llegado a conocerla. Era absurdo.

Antes que hubiese podido acercarse a él lo habían mandado a una misión secreta y peligrosa, junto a Grover, pues el consejo de sabios ungulados lo quería así y Anabeth. Persona que se había auto invitado a la misión. Durante esa semana en la que el mal tiempo azotó el campamento por primera vez en muchísimo tiempo, tanto que nadie recordaba cuando había sido la última vez que había hecho mal tiempo. Mientras transcurrían los días se había corrido la voz de aquello en lo que consistía la misión de Percy. Recuperar el rayo maestro de Zeus, que al parecer había sido robado, y parar una guerra entre dioses en la que ellos como semidioses de verían involucrados. Enseguida se habían comenzado a formar grupos en el campamento, bandos, y había enfrentamientos a diario. Era algo complicado y molesto. Hablaba de eso en la cabaña con Miranda y con Katie. Katie era la consejera de la cabaña cuatro, pero estaba solo durante los veranos, así que el resto del año era Miranda quien se encargaba de realizar esa función.

— Esto se está poniendo insostenible —. Comentó, dejando el arco sobre la cama. Entrenaba con todo tipo de armas. Entrenamiento especial de Clarisse. Pero prefería el arco, con unas flechas que al tocar el suelo se convertían en enredaderas. Al menos algunas de ellas.

— Es una locura, y parece que alguien tiene algo en contra de Percy — Katie fruncía el ceño, encontraba todo eso inquietante — Cuando llegó se veía en su cara que no tenía ni idea de todo esto. ¿Como puede alguien pensar que él esta detrás de todo esto?

— Han sido demasiadas coincidencias —. Aportó Miranda — Y lo del perro del infierno. Tuvo que ser alguien de este campamento.

— Si. Pero... ¿Quién? — Kari trataba de analizar los acontecimientos — Es cierto que podemos conjurar a los monstruos para los entrenamientos, pero como broma es ir demasiado lejos. Alguien quería a Percy fuera del campamento —. Teorizó.

— Si robaron el rayo tuvo que ser durante el solsticio de invierno, y a esa fiesta fuimos los consejeros de las cabañas —. Informó Miranda —. Clarisse, Anabeth, Lee, Charles, Silena, Luke y Pollux. Yo fui como consejera de nuestra cabaña, en ausencia de Katie. Cualquiera de los que estábamos en esa fiesta pudo haber sido.

— Entonces, ¿Vamos a jugar al descarte?

— Eso haremos Kari. El problema es que ninguno parece capaz de cometer un robo de ese tipo —. Aseguró Katie.

— Yo será mejor que no indague con vosotras. Estuve también allí, por lo que soy sospechosa. Nos vemos luego, chicas — Miranda abandonó la cabaña.

Para cuando llegó el día veintiuno de Junio. A última hora de la tarde llegaron Anabeth y Grover. Contando lo que había sucedido durante todo su viaje. A lo que habían tenido que enfrentar y que Ares estaba detrás del robo por medio de algún mestizo al que había utilizado. Percy se había encargado de devolver el rayo a Zeus. Un gran riesgo el que había tomado. Kari pudo notar como miraba fugazmente a Clarisse como culpándola a ella. Eso molesto un poco a Kari; sabía que a la hija de Atenea, le caía mal Clarisse, así que prefería verla como culpable había sido Ares quien había resultado estar detrás de todo. Kari sabía perfectamente que de haber ido ella a aquella fiesta del solsticio también la estaría mirando como si fuese culpable.

Hacia el final del verano, Percy había sido atacado. Enseguida se corrió la noticia por el campamento que había sido Luke el que había robado el rayo para Cronos y que Ares tan sólo había sido manipulado. El que fuera Luke el ladrón había resultado chocante para la mayoría del campamento. Fue ese venano cuando agregó la cuenta del tridente a al del birreme y el centrauro.

(***)

Tres años después de que llegase al campamento, una semana antes que comenzase el verano, un ataque de monstruos los despertó a todos sobresaltándolos. Aquello no era normal. Instintivamente como todos los demás tomó sus armas, saliendo al exterior y atacando a los monstruos. Tres perros del infierno que estaban atacando el campamento. Desde el porche de la cabaña apuntó con sus flechas al igual que hacían los de Apolo para detenerlos. Lo que había pasado le recordaba a cuando el verano pasado "alguien", sospechaba que el mismo Luke, quien había traicionado al campamento entero, había lanzado uno de esos contra Percy durante el juego de captura de bandera. Horas más tarde descubrieron que el pino que alimentaba las barreras protectoras del campamento, había sido envenenado. Estaba muriéndose.

Fue ella y el resto de la cabaña cuatro quienes junto a Quiron lo trataron todo con tal de conseguir curar al pino. Contaron también con la ayuda de Polux y Castor. Pero nada de lo que hicieron pudo salvar el pino. Ni siquiera podían identificar el veneno del que se trataba. Eso los ponía a todos de los nervios.

Malcom, el segundo al mando de la cabaña de Atenea y Clarisse se reunieron enseguida para organizar la defensa del campamento, sobretodo después que otro monstruo los interrumpiese mientras estaban cenando. A Kari le caía bien Malcom, era orgulloso como todos los hijos de Atenea, pero mucho más agradable y menos dispuesto a imponer su criterio si o sí como hacía Anabeth. Así que mientras ellos organizaban a todo el campamento en distintos grupos de patrulla lo más equilibrados posibles, los de la cabaña de Apolo hacían acopio de todo el material que tenían para abastecer la enfermería y poder atender a los heridos. Ellos eran los médicos del campamento; de hecho en su mayoría acababan estudiando medicina o carreras relacionadas con las artes.

Pasados siete días, como la situación del árbol seguía sin resolverse, se habían buscado un culpable. Hubiese pruebas o no de ello. Zeus había ordenado despedir a Quiron y había colocado en su lugar como director de actividades del campamento al mismo Tántalo. El primer prisionero de los campos de castigo. Famoso por estar encadenado sin poder comer ni beber por toda la eternidad. Ese mismo día llegaron Percy y Anabeth al campamento junto a un cíclope llamado Tyson que les ayudó a vencer a los toros metálicos escupe-fuego. Tántalo aprovecho la ocasión para ridiculizar un poco a Percy, quizá porque este le había hablado como se merecía, de malas maneras. Por la noche, consultó su D-terminal como hacía habitualmente. Solo que al ser un objeto electrónico tendría que tener cuidado para no atraer a los monstruos ahora que las barreras eran más débiles. Tenía mensaje de Ken.

Kari, ¿como te ha ido el curso? A mi no me ha ido mal. De hecho aunque sea un poco temprano porque no tenga que pensar en ello hasta el curso que viene tengo claro que quiero estudiar criminología y actuar como agente de la ley. Así que me estoy preparando ya en diversos ámbitos. Mis padres me piden que no me obsesione, temen que me pase algo parecido a lo de hace unos años cuando Wormon murió por mi culpa. Les he prometido que me tomaré las cosas con calma. De hecho voy a ir con el resto de camping unos días al digimundo. Creo que vosotros lo hicisteis una vez y os agüe un poco la fiesta. Bueno, ya me dirás.

Ken.

Hola Ken. Me ha ido muy bien, nunca pensé que la biología y la química acabasen por convertirse en mi fuerte. En mi instituto nos instan a que tengamos las cosas claras desde un principio. Así que estoy entre meterme a estudiar en unos años ciencias biológicas o ciencias ambientales. Ambas me parecen buenas alternativas. De que hace unos años quería ser maestra y tal vez termine siéndolo. Pero no de niños pequeños como pensaba. Ese es un ejemplo de las vueltas que da la vida.

Me alegra que tengas planes para el verano. Yo también los tengo, aunque algo inesperados. Los amigos con los que estoy viviendo se van de viaje a las Islas baleares, al parecer tienen familia allí, así que para no molestarles yo me he apuntado a un campamento de verano hasta septiembre. Que es cuando vuelven. De hecho ya estoy en dicho campamento. Uno de los monitores es terrorífico, completamente esquelético como si no hubiese comido nunca y tiene aspecto de muerto. Por un momento pensé que se trataba de ese loco que dio de comer a los dioses a su propio hijo. Parece salido de un programa extremo de supervivencia. Espero que no nos haga pasar por su misma experiencia. En cuanto a lo que sucedió antes que nos hiciésemos amigos, deja de darle vueltas. Es lo más sabio.

Por cierto. No podré escribir durante un tiempo. En este campamento quieren desconectarnos de la tecnología por completo y no nos permiten usarla, a menos que sea una emergencia claro, así que tardaré un poco en volver a responderte.

Kari.

Eso si qué es una sorpresa, es raro que si lo tuvieses tan claro ahora te plantees otras cosas, pero supongo que algo de ver tiene el poder ampliar horizonte. Espero que puedas decidir tranquilamente sobre esas opciones que me has comentado.

¿Tántalo? ¿En serio? Menudas cosas tienes, Kari. A veces parece que tengas una mentalidad un poco fantasiosa; incluso llego a considerar en ocasiones que quizá digas las cosas en serio. Lo más sorprendente de todo en que incluso me las creería. Extraño, ¿no crees? Claro que nosotros hemos visto cosas que ningún adulto pensaría que eran posibles. Ya sabes de lo que hablo. Ningún adulto hubiese creído en la existencia de los digimon si estos no hubiesen invadido el mundo real.

Bueno, espero que la desconexion tecnológica no te dure demasiado. Por si acaso te respondo y ya me responderás en cuanto puedas.

Ken.

Desde que Quiron se marchó, las cosas fueron de mal en peor. Tántalo restauró las carreras de carros. Un deporte muy peligroso que en el pasado se saldaba con mutilaciones y alguna que otra muerte. Parecía que no le preocupaba en absoluto la integridad de los del campamento. No, no le preocupaba. Si habría hecho algo para reforzar el control en las barreras del campamento, ni siquiera les dejaba seguir con las patrullas frontera que habían creado Clarisse y Malcom, para proteger el campamento. Así que naturalmente habían tenido que diseñar modos de escabullirse y montar dichas patrullas igualmente.

La misma noche después del ataque de los pájaros del esfintalo. Para lo que Kati se había subido al techo de su cabaña a atacarlos con flechas. Ayudando a los de la cabaña de Apolo cuando los pájaros se habían puesto a tiro gracias a la distracción de la horrible música. Esa misma noche, Percy y Annabeth habían hecho una propuesta de búsqueda para poder salvar el campamento. Buscar el vellocino de oro. Kari se unió a los gritos de aclamación del resto del campamento. La idea era una locura, pero una idea y una esperanza al mismo tiempo. Sabía perfectamente que no debían perder la esperanza.

— ¡Búsqueda!¡Búsqueda! — Se unió a los gritos de todos.

La búsqueda se le dieron a Clarisse. Estaba claro que Tántalo no pensaba dársela a Percy aunque conociese las coordenadas. Y, aunque se alegraba de que Clarisse fuese escogida para una búsqueda. Se merecía la oportunidad de probarse a si misma. Como en cada búsqueda, podían escogerse dos compañeros. No sabía los que elegiría, pero sabía que lo haría muy bien. Clarisse era buena guerrera, pero no le gustaba depender de nadie.

A la mañana siguiente, cuando Clarisse partió habían descubierto que Percy se había marchado con Anaberth y Tyson. Lo que molestó un poco a Clarisse, dado que esta lo había estado buscando para inclirlo en la búsqueda.

—Percy podría ser útil en alta mar — Gruño Clarisse. — Pero se ha largado con la chica sabia y creo saber porqué.

— No creo que sea afán de protagonismo.

— De él no. Pero la hija de Atenea no pudo colgarse la medalla el año anterior. Sí, fue con Percy a recuperar el rayo y aunque le felicitaron y todo eso los vítores se los llevó Percy. No dudaría que él desea ayudar al campamento, pero ¿Esa orgullosa?, seguro que hay algo más detrás — Explicó —. Percy no me cae mal, pero va detrás de esa hija de Atenea como un autentico bobo,

— Bueno. ¿Te ayudo con el equipaje? cuanto antes partas mejor.

— Iba a llevaros a ti y a Percy. Pero habiéndose marchado ellos, no quiero arriesgarme a romper la regla sagrada.

— Descuida. Además, no estoy preparada-

— Tienes dos años más que Percy, Annabeth y yo. No has parado de entrenarte en ningún momento — Su sonrisa le parecía verdadera —Otra vez será, te lo prometo.

—Como veas.

— Volveré.

— Lo sé.

Casi una semana después sucedieron dos cosas. Un mensaje Iris llegó al campamento, mostraba a Luke luchando con Percy y a Percy forzándolo a revelar sus planes y confesar ante todo el campamento que había sido él quien había envenenado el pino de Thalia. Luke le respondía como si fuera idiota, no dejando de repetir que eso ya se lo había dicho. Tarde fue cuando se percató de las intenciones de Percy. Horas después del mensaje llegaron primero Clarisse con el vellocino y un rato después Quiron y otros Centauros trajeron al campamento a Percy, Annabeth y Tyson. Lo mejor de todo, aparte que el árbol se curase, Tántalo fue despedido. Algo que todos celebraron. Dos días después de aquel festejo, algo chocante sucedió. Las raíces sacaron al exterior a una chica. Thalia había de alguna forma revivido. O quizá era que tan solo estaba en una especie de éxtasis, puesto que se había enterado de algunas de las cosas que habían pasado mientras era un árbol.

(***)

Unos meses después, cerca del solsticio de invierno, un autobús escolar bajó del cielo quemando la mitad de los cultivos que tanto trabajo les había costado salir adelante. Del autobús salieron las cazadoras de artemisa, una de ellas con corona, era su teniente. Fue directamente a hablar con Quiron. Del autobús también salieron Percy, Thalia, Annabeth y un chico que era un calco del dios que años atrás le había regalado la bicicleta. Ahora con el tiempo y con lo que había aprendido de mitología sabía que ese dios era Hades, consideró que era mejor no decir nada sobre ese chico. Si con Percy se había armado una buena en el campamento, no sabía lo que ocurriría con ese chico. Se acercó a él.

— Hola, como te llamas. Yo soy Kari

— Nico, tengo diez años. ¿Es verdad que este es un campamento para semidioses? — Sonaba emocionado —¿Todos aquí sois semidioses?

— Si — Le sonrió, luego se volvió hacia Quiron — ¿Puedo encargarme de mostrarle el campamento?

— Claro, id.

Lo llevó primero a la zona de las cabañas mostrándole todas y explicándole el funcionamiento. Como todos iban separados por sus progenitores divinos, como los que no eran reconocidos por esto se quedaban en la cabaña de Hermes, así como los hijos reconocidos de dioses que no tenían cabaña por no ser "importantes". Le comentó esto y el malestar de algunos de los miembros de esa cabaña. También le hablo de pasada de lo que había hecho el anterior consejero de esa cabaña y que muchos se habían marchado junto a él a hacer una revolución contra los dioses.

— Eso no mola.

— No, Nico. No mola. Y es lo que Luke esta usando para su guerra. Pero en fin hablemos de cosas más agradables. ¿Tienes alguna pregunta?

— ¿Tu de qué cabaña eres?

— Cabaña cuatro. Deméter.

— ¿Y si no me reconoce ningún dios?

— No pasaría nada. El chico que ha venido con vosotros Percy, es hijo de Poseidon. Llego en un momento muy tumultuoso al campamento; así que su padre tardó en reconocerlo. No porque no lo quisiera, sino precisamente porque lo quería. Lo estaba protegiendo.

— Vale.

Kari observó al chico. Poseía una alegría natural, la de un niño inocente que todavía no había visto los horrores que ocultaba el mundo. Se fijó en la baraja de cartas que llevaba en las manos. Le llamó la atención, eran de un juego que nunca había visto.

— ¿De que son las cartas?

— De mitomagia. ¿No lo conoces?

— Desgraciadamente no. Vamos junto al fuego y me lo explicas.

Habían terminado ya el recorrido por el campamento y lo había presentado a la cabaña de Hermes. Así que se acomodaron junto al juego cerca de la niña de nueve años. Esa niña siempre tenia nueve años. Kari sabía que no era una niña, sino una diosa. Lo había sentido desde un principio y había conversado con ella en unas pocas ocasiones. Nico también podía verla. Eran pocos los que podían o quizá era que eran pocos los que le prestaban atención.

Durante el juego de captura de bandera se armó una buena. Tanto Percy como Thalia querían imponer sus criterios y terminó como solían terminar esas cosas. En pelea. Kari instintivamente protegió a Nico, poniéndolo tras ella, por si las cosas se iban de madre. Había notado que Nico se había asustado un poco con la pelea, aunque Quiron la paró justo a tiempo.

— Creo que se ha terminado el espectáculo. ¿Tu estás bien, Nico?

— Sí. ¿Por qué peleaban?

— Choque de egos.

Mientras se dispersaba la multitud, apareció una momia. Era el oráculo del desván, pasaría que había decidido darse un paseo. Pronunció ante todos una profecía y luego se quedó completamente inmóvil. Quiron se encargo de ordenar a todos que fuesen al anfiteatro y a dos de los hijos de Apolo. Kari se compadecía de ellos. Apenas escuchó lo que decían, la profecía había sido hecha a una de las cazadoras, a la teniente de Artemisa. Así que peleaban en tanto a quienes llevar. Las cazadoras primero querían ir solas, luego aceptaron llevar a campistas siempre que no fueran varones. Un auténtico lío. Así que se entretuvo jugando a las cartas con Nico. Percy nuevamente se escapó. Parecía que iba a convertirse en una constante.

Su regreso provocó la furia de Nico. Presenció lo ocurrido en el pabellon del comedor. Lo curiose es que comprendía la furia de Nico. Al igual que ellos trató de alcanzarlo, pero fue imposible. Lo perdió a la altura del puño de Zeus. Por si fuera poco, Annabeth se percató de su presencia y empezó a encararla.

— Nos estabas espiando.

— No lo hacía.

— Mientes. Y ahora sabes lo de Nico, seguro que se lo cuentas a todo el mundo.

— Nunca haría algo así.

— ¿Para qué creerte?. Eres una hija de Demeter. Seguro que en tu cabaña odias todo lo que tenga que ver con Hades.

— No es así. Nunca delataría a Nico.

— Júralo por el estigio.

— Júralo tu. Me di cuenta quien era su padre nada más lo vi. Hades fue el primer dios con el que me encontré. Fue él quien me dijo como llegar a este lugar y quien me regaló mi bicicleta. Nunca entregaría a Nico a unos idiotas que lo lincharían por no comprenderlo.

— Yo me fío de ella — Intervino Percy —. No es necesario que ninguno de los cuatro juremos nada — Grover también estaba con ellos — Mañana lo seguiremos buscando. Sólo nosotros.

— ¿Cómo explicaremos su ausencia a Quiron?

— No diremos nada, ninguno.

Desde entonces habían comenzado a buscarlo siempre que podían. Por el bosque del campamento, por los alrededores del mismo. No encontraron ninguna pista. Lo que no había resultado muy alentador. Estaba muy preocupada por ese pequeño y por lo que debía estar sufriendo al haber perdido a alguien importante en su vida. Le recordaba a lo que sufrió Gatomon cuando Wizardmon dio su vida por salvarlas, era un dolor que había compartido con ella. Hacía tiempo que no pensaba en su antigua compañera, y eso hizo que sacase su dispositivo digital y lo sostuviese en la mano durante unos minutos. El dispositivo sagrado, que tenía el poder de alejar la oscuridad y el mal, por unos momentos se preguntó si sería efectivo contra los monstruos.

Kari ya contaba con diecisiete años, cumplidos el día de navidad, y sabia que estaba en una edad decisiva en la que tendría que elegir que rama de estudios previos a la universidad seguir. Combinarse las materias como le gustase. No había querido abandonar el latín, así que se la había cogido como materia extra. Era un poco raro que siendo "griega" quisiera estudiar latín. Pero pensaba que podía llegar a serle útil.

En esos días, Clarisse y Annabeth empezaron a trabajar juntas, en una especie de investigación de la que no podían decir nada. Kari pensaba que tenía algo que ver con el chico que Clarisse había ocultado en su cabaña. Un chico que tenía de cuando en cuando delirios y sufría fuertes pesadillas. Kari había comprendido las reservas de su amiga respecto a hablarle de lo que se traían entre manos. Y no era para menos, pues tenían la certeza que había un espía en el campamento, alguien que pasaba información a Luke. No sabían quien era.

Lo único positivo que encontraba en lo que estaba sucediendo, era que al fin todos empezaban a tomar conciencia de lo que estaba sucediendo. Cronos buscaba alzarse y Luke lo estaba ayudando. Hasta el propio Olimpo había tenido que admitirlo, razón por la que Dioniso fuese y viniese constantemente. Kari sólo esperaba que no hubiesen reaccionado demasiado tarde. Un sonido vibratil la distrajo. Era el D-Terminal, indicativo que le acababan de enviar un mensaje. Solo tenía un destinatario, Ken. Había tratado de ponerse en contacto con Tai, pero este ni había respondido. De eso ya hacía cuatro años.

Kari, estoy viendo ahora mismo algo desconcertante y al mismo tiempo asombroso. Parece salido de una historia de terror. He tratado de avisar a los demás pero están en clase o ocupados. Wormon y yo podemos ocuparnos pero nunca había visto un digimon así. Tenía apariencia de una chica adolescente muy hermosa, de esas que seguro están en el equipo de animadoras. Se a acercado a un antiguo compañero del club de fútbol y lo ha mordido en el cuello mientras su aspecto cambiaba drásticamente.

Su piel se ha vuelto completamente pálida, como la de los muertos vivientes. Sus ojos eran del rojo de la sangre y sus piernas... A pasado a tener una pata de burro y otra metálica. ¿Te suena de algo?, ¿Tienes algún dato que en batalla pueda servirme?

Ken.

Aléjate de ahí ahora mismo. Eso no es ningún digimon. Es algo mucho peor. Créeme, hay cosas mucho peores merodeando por el mundo, cosas que solo aparecen en el mundo de las pesadillas. Nunca esperé que pudieses ver a través de la niebla. Sál de ahí pitando y no pares hasta llegar a tu casa. No inicies ninguna pelea. Tu antiguo compañero ya no puede ser salvado.

Kari.

Estoy en mi casa. Te he echo caso. Ahora cuéntame. ¿Que era esa cosa?, es evidente que sabes lo que es. ¿Que es eso de la niebla?. Se que por el mensaje que me has escrito que estas algo alterada. Te aseguro que estoy a salvo, he cerrado todas las puertas y ventanas. Ahora dime, ¿que es lo que ha pasado para que eso sea peor que un digimon maligno?¿Que terrores son esos de los que hablas?

Ken.

Supongo que mereces que te cuente la verdad. El mundo no es tal como lo conocemos, aquellas fuerzas antiguas llamadas dioses existen de verdad. No se trata de mitos, los mitos son historias que realmente sucedieron. Se que es increíble, pero es así. Lo descubrí poco después de nuestra batalla contra Malomyotismon, pero eso es otra historia que te contaré más adelante. Si aún quieres mantener el contacto conmigo.

La niebla es una especie de manto, un truco para disimular y ocultar la verdad: la existencia de los monstruos, de los dioses y por supuesto, de los semidioses. Todo lo relacionado con los dioses y aquello que deben considerarse mitos se encuentra camuflado por la niebla. Son pocos los mortales (seres humanos normales, sin ascendencia divina) los que son capaces de ver la realidad que oculta la niebla. La niebla sirve básicamente para hacer la realidad más amoldada a lo que los cerebros pueden registrar como normal. Y seamos sinceros, ¿quien creería a alguien que afirmase que ha visto al Minotauro?

Lo que tu has visto a sido una Empusa. Unas mujeres demonio que se alimentan de carne y sangre humana. Generalmente son las servidoras de Hécate, diosa de la magia.

Los elementos de ese "mundo mitológico" son muy peligrosos, no es algo que cualquiera pueda enfrentar. No se si los digimon pueden afectarles pero era mejor no correr el riesgo, amigo mio. Solo los semidioses entrenados podrían tener una oportunidad con esos monstruos mitologicos. Ningún arma los puede dañar, excepto las armas fabricadas con unas aleaciones metálicas concretas.

Kari.

Entiendo, tu formas parte de ese mundo o al menos lo has investigado porque también puedes ver a través de la niebla. ¿Es así como lo has llamado?. En fin, supongo que no podré contar nada de esto. Incluso nuestros antiguos camaradas me mirarían como si hubiese perdido una tuerca. En fin, ¿cómo te enteraste de ese mundo? si no es traicionar sus secretos si me lo cuentas. ¿Eres una semidiosa o alguien que, como yo, puede ver a través de la niebla?

Ken.

Recibí la visita de un dios unos días antes de nuestra batalla final, en ese momento no entendí lo que querían decir sus palabras aunque si que comprendía lo que estaba diciendo en griego antiguo. Lo que pasó al enfrentar a Malomyotismon, no es necesario que te lo narre. Supongo que lo recordarás tan bien como yo.

Después de eso, me asusté y estuve unos días vagando por el digimundo. Una noche el dios me convoco en un sueño. Estuvimos hablando en su palacio negro y bronce, y me revelo ciertas cosas. Como por ejemplo un campamento al que podía ir la gente con mis habilidades. No he vuelto a convocar muertos, si es lo que te preguntas. Pero tengo buena mano para las plantas. En ese campamento descubrí que soy una mestiza. Suelo vivir todo el año en ese campamento. Tan solo lo abandono para ir a las clases en un instituto cercano.

Kari.

Mestiza... mezcla de sangre... eres una semidiosa. Es mucho más alucinante que lo que había imaginado. Por eso pudiste convocar ese esqueletos zombi asesinos; aunque no entiendo que por serlo se te den mejor las plantas. ¿Tengo que tratarte de algún modo en especial? Creo que te debo la vida.

Ahora entiendo muchas cosas: Lo de decirme que el clima estaba loco porque los dioses se estaban peleando, lo de comparar con Tántalo a uno de los monitores de tu campamento de verano... Esas cosas, ¿pasaron de verdad?

Ken.

Trátame como siempre. Sigo siendo yo, a fin de cuentas. Una cosa no quita la otra. No me debes nada. Tú habrías hecho lo mismo que yo en tu lugar.

Lo hicieron. Alguien robo a dos de los tres hijos del rey de los titanes para provocar una guerra y casi lo consiguen. Alguien enveneno un árbol muy preciado para el señor de los cielos e inculpo al entrenador de héroes, por lo que lo despidieron y pusieron al reo número uno de los campos de castigo. Por suerte ambas cosas se solucionaron.

Ya te contaré más detalle más adelante. Tengo un primo desaparecido desde antes de navidades que encontrar. Sólo te diré una cosa. A partir de ahora usaremos seudónimos para referirnos a cosas mitológicas. Los nombres tienen poder y pronunciarlos podría significar invocarlos. No queremos eso.

Kari.

Poco a poco el invierno fue escapando. Cada paso que daban por encontrar a Nico se convertía en un callejón sin salida. Nada había dado sus frutos; parecía que se lo había tragado la tierra. Eso no le resultaba muy alentador, la preocupaba cada vez más. No habían aparecido reportes de niños encontrados viviendo en la calle, ni cuerpos de niños fallecidos en extrañas circunstancias, ni nada que se le pareciese.

En junio apareció un nuevo instructor en el campamento, Quintus, iba con una pintoresca perra del infierno. Kari se preguntaba cómo era posible que la hubiese domesticado cuando la fiereza de esos animales estaba más que demostrada. Por lo demás parecía un buen tipo, que sabía lo que estaba haciendo y los inspiraba a ser mejores.

— Hay algo que te preocupa, Joven Hikari — Le dijo. Tras una sesión de entrenamiento.

— Un amigo perdido. Llevo mucho tiempo buscándolo.

— Eso es algo importante. Seguro que al final lo encuentras, de una manera o de otra.

Aquellas palabras se le hicieron extrañas, más no dijo nada. En seguida se puso a pensar distintos lugares a los que podía haber ido.

A final de ese mes llegó, y con ello el campamento se llenó de gente, la gente que sólo venía para la temporada estival. Al menos con tanta gente el verano podía llegar a se más entretenido. Ese verano se enteró de algo terrible, todo el campamento lo supo, lo que venía a ser que el espía que había entre ellos también lo sabría y no dudaría en contárselo a Luke. En el campamento había una de las entradas al laberinto de Dédalo. Un lugar en el que, si los mitos eran ciertos, no deseaba entrar. Sabían que Luke planeaba invadir el campamento, no sabía de dónde salía esa información pero la sentía como cierta. De forma que se planeó una expedición al laberinto. Ella no participo. Era la misión de Annabeth y como no se llevaban ni siquiera entraba en consideración. Así que fueron Annabeth, Grover, Percy y Tyson.

— Hace unos meses fueron cinco a rescatar a Artemisa y sólo volvieron tres — Bufó Clarisse. Estaba preocupada — Ya has visto cómo ha dejado ese laberinto a Criss. Con la mente completamente rota. Es una locura. Sería mejor provocar una explosión y derrumbar esa entrada.

Kari asintió preocupada, no solo por la partida del grupo al día siguiente, sino también por Nico. Acababa de tener una idea aterradora y deseaba compartirla con el. Espero a que Clarisse volviese a dirigirse a dedicar sus atenciones y cuidados a Cris Rodriguez antes de ir hacia la cabaña de Poseidon y tocar a la puerta antes de entrar.

— Percy, ¿podemos hablar?

— Claro, demos un paseo por la playa.

Caminaron en silencio durante unos minutos. Hasta que finalmente Kari hablo.

— He estado pensando. Vosotros caísteis en el agujero en el puño de Zeus y nosotros perdimos a Nico en ese punto. ¿Y si ha permanecido en el laberinto desde entonces?

— No había pensado en ello. Aunque no lo veo posible. Hace un par de días algo o alguien me mandó una llamada a cobro revertido desde el inframundo y me mostró a Nico allí abajo quemando su juego de Mitomagia y hablando con una voz que parecía querer llevarlo a un camino sin retorno. Hablaban de un intercambio de almas — Se detuvo ahí — Por favor no digas nada de esto a nadie, ya sabes que hay quienes piensan que buscarlo es inútil. Y bueno... Si, esta en el laberinto, y esa cosa que está con él lo ha estado guiando y mostrando sus poderes.

— No te preocupes — Dijo. Se giró para ver el sol reflejado en el mar. —Si está en ese laberinto lo encontraremos.

— Antes que lo haga Luke y lo utilice para traer de vuelta a Cronos.

— Sería terrible. Es un niño tan dulce.

—Kari. El niño dulce murió cuando se enteró de la muerte de su hermana.

— No lo creo. Estoy segura que sigue ahí, dentro de su ser, encerrado en capas de armaduras — Le dirigió una mirada significativa — Perder a alguien importante puede ser muy doloroso. Y él ha perdido a la única persona que conoce. ¿Sabías que eran huérfanos?

— No.

La conversación no pudo prolongarse más. Pronto comenzaron a escuchar a Annabeth llamando a Percy, así que se quedaron en silencio y cada uno marchó en una dirección.

— Suerte mañana —Murmuró. No sabía si había llegado a ser oída.

Durante los siguientes días podía palparse la tensión en el campamento. Las armas se agruparon. Los entrenamientos se intensificaron. Las patrullas volvieron a estar operativas. Trampas se diseñaron para ponerlas en la entrada al laberinto y así poder pillar a la mayoria de monstruos al salir.

En una de las ocasiones, el grupo regresó, pensando que Percy había muerto pues hacía una semana y media que no se sabía nada de él. Por fortuna apareció para presenciar su propio entierro. Si no hubiese sido por la tensión del momento le habría parecido hasta divertido. Lo único que comentó Percy era que había estado en la isla de Calipso. Así que, naturalmente, volvieron a internarse en el laberinto. Pese a la insistencia de unos cuantos que era una auténtica locura entrar. Entre ellos Annabeth, que no admitia que se necesitase la ayuda de una mortal capaz de ver a través de la niebla para recorrer el laberinto. O quizá, como obserbaron Kari y medio campamento, se devía a que la mortal con vista clara le tiraba los trastos de forma descarada a Percy.

La segunda vez que salieron del laberinto lo hicieron sanos y salvos; y trayendo consigo a Nico. Se alegró de verlo, aunque estuviese más callado, serio y siniestro que cuando lo conoció. De hecho ahora se parecía mucho más a su padre que entonces. Entre todos se logró detener el avance del ejercito. Quitus, que había resultado ser dédalo, se sacrifico para colapsar el laberinto. Aunque lamentablemente hubo bajas.

— Nico — Lo llamo. Le pareció que estaba demasiado solo.

— Todos han vitoreado. Pero ahora me miran con miedo porque se han dado cuenta que soy hijo de Hades.

— ¿Y qué? Tu padre no parece mal tipo — Le sonrió — De hecho me di cuenta en cuanto te ví.

— Entiendo que no dijeras nada. Gracias, supongo.

— Pareces pensativo.

— Tengo un par de ideas en mente que quiero comprobar. Además pronto me marcharé de aquí. Este no es lugar para un hijo del inframundo.

— Siempre lo será, Nico. Quien diga lo contrario simplemente es idiota.

— Pero todos...

— Solamente están impresionados. No creo que te rechacen.

— No puedo quedarme aquí. Pero prometo mantener el contacto.

— Hecho.

— Necesito pensar. Al parecer debo aprender a no guardar rencor.

— Lo lograrás. Eres un gran chico.

Unas horas después de dio cuenta que tenía un nuevo mensaje de Ken. Lo leyó pensando si quitarle importancia o darle la peligrosa respuesta.

He oído lo del monte Santa Helena. La verdad es que la cordillera de las cascadas es muy inestable, pero no pensé que entraría en erupción tan pronto y menos de forma tan violenta. No se mucho sobre volcanes, pero no parece que en tan poco lapso de tiempo se produzcan dos por el estilo.

Ken.

No ha sido una erupción normal. La antigua prisión del temible padre de muchos monstruos estaba en el Etna. Ahora esta en el St, Helens. El temible titan esta despertando y liberándose de sus cadenas. Si lo logra, esa erupción será un juego de niños al lado de la que nos espera. Sólo te diré que peor poder destructivo que el Vesubio en 24 al 26 Agosto en el 79 d.c. Mucho peor que Pompeya. Aunque prefiero equivocarme y estar exagerando el peor resultado.

Kari.

(***)

El verano siguiente, tuvo lugar una batalla muy importante que decidió el destino del Olimpo. Todo había comenzado a finales de Julio, cuando Percy y Charles, el consejero de la cabaña de Hesfesto, se habían marchado a hacer una misión de hundir la flota. Lo que venía a ser que se iban a hacer saltar por los aires el barco que Luke usaba para llevar sus tropas a invadir Manhattan. Con eso sabía que ganarían tiempo, un poco de tiempo.

Mientras tanto ella se había matriculado en una universidad local. De forma que podía sacarse una carrera y seguir estando para lo que se necesitase en el campamento. Dado que lo suyo era el tiro con arco, desde los sucesos del laberinto había estado entrenándose en ese arte con los de Apolo, siempre que no le tocaba atender el campo de fresas ni dar clases sobre reconocimiento de plantas medicinales.

La larga cola para matricularse en ciencias ambientales le puso un poco nerviosa. Hacía que le costase centrarse un poco, y eso que había aprendido a dirigir su atención a lo que debía hacerlo. Cuando finalmente terminó cogió su bicicleta. La universidad estaba cercana al campamento, pero no para ir en un solo día. Por fortuna un par de años antes había logrado descifrar la función secreta de su bicicleta, algo que en un principio llamó teletransporte, y que Nico hacía unos meses la había corregido diciendo que eso era un viaje en sombras. Tan solo tenía que pensar donde aparecer y dejarse caer en una sombra. La bicicleta la llevaba. Pan comido.

Apareció en los bosques cercanos al campamento y comenzó a pedalear hasta el mismo. Al principio le había sorprendido que esa bicicleta no se desgastase nunca; ahora comprendía que era parte de su magia. No fue hasta que llegó al campamento que se enteró de como habían ido las cosas: La buena noticia, habían conseguido hacer el suficiente daño a princesa Andromeda como para retrasarlos. La mala noticia, Charles se había sacrificado y Percy casi había muerto. Por otra parte las noticias sobre esa gran asoladora tormenta que avanzaba desde la costa este no eran muy alentadoras. No era una tormenta realmente, era Tifon, pero los mortales lo habían llamado tormenta. Aprovechó unos momentos de tranquilidad en la cabaña para mandar un mensaje a Ken que ya comenzaba a preocuparse por lo que ocurría. Le dijo la verdad, que se preparaban para una Guerra contra los titanes, que cronos se había recompuesto y que, depende de como salieran las cosas sería el destino del mundo. Lo normal, vamos. Alzó la mirada cuando entraron en la cabaña. Era Katie

— Percy ha ido a escuchar la profecía.

— ¿La que provoco el pacto de los tres grandes?

— Así es.

— Supongo que ha llegado el momento. Espero que esté bien. Las profecías pueden ser algo perturbadoras. Sobretodo cuando la momia sale de paseo.

— Miranda me lo contó. Una profecía pregonada ante todo el campamento.

— Fue inquietante.

— Bueno, tenemos consejo de guerra en cinco minutos. Se supone que vamos a preparar la defensa de Manhatan. Te contaré cuando vuelva.

— Estaré con Will en el campo de tiro. Charles nos dejó preparados unos blancos móviles. Creo que tenemos que prepararnos — Se quedó pensativa, frunciendo el ceño — No me hace gracia la idea de usar las armas contra chicos como nosotros. Pero ellos no tendrán ninguna duda en usarlas contra nosotros.

— Es un pensamiento sombrío. Pero es la realidad. Hasta luego.

La tensión había ido aumentando con el pasar de los días. Ya no hacían ninguna de las actividades divertidas del campamento, sino que hacían planes para proteger Manhattan. Y los planes no salieron completamente como pensaban. Sabían de antemano cuales eran sus movimientos, la mayoría de ellos, por lo que habían enviado a cada punto aquello en lo que sus defensores eran más débiles.

Tres días duró aquella batalla, en la que perdieron a muchos amigos. Ella misma terminó con un corte profundo en la mano derecha que abarcaba parte del antebrazo. Partía desde los nudillos a mitad del antebrazo. Le costaría recuperar la funcionalidad de la mano al completo, pero confiaba en el pronostico de los hijos de Apolo. No era malo. Mientras se recuperaba, Percy le relataba lo que había ocurrido en lo alto del Olimpo, tanto a ella como Nico que iba a verla siempre que se dejaba caer por el campamento.

Durante una semana todos habían estado murmurando sobre la nueva profecía que había recitado la nueva oráculo. Pero pronto habían pasado a otras cosas, no tenía sentido preocuparse de una profecía hasta que llegase el momento de hacerlo.

(***)

Un par de meses después de la batalla de Manhattan, empezaron a pasar cosas raras. Percy despareció y un semidiós hijo de Zeus con un tatuaje extraño apareció en el campamento. Un chico llamado Jason Grace. Los monstruos habían dejado de morir y se recomponían en el acto. Cada vez con una mayor frecuencia, más rápidamente. Ese chico Jason, partió a liberar a Hera, quien había sido apresada, junto a Piper y Leo, dos nuevos mestizos.

Piper le había caido bien, era una chica guapa que prefería ser natural a utilizar su belleza para deslumbrar a los demás. Leo, era un chico de recursos e ingenioso. Le agradaba pasar el tiempo con él en el bunker nueve construyendo partes del barco que fabricaban para ir al campamento Jupiter y luego al otro lado del Mar Mediterraneo. Claro que procuraba desaparecer siempre que Anabeth aparecía para darle a indicaciones a Leo de cómo debía hacer las cosas. por fortuna Leo sabía como manejar esas indicaciones, mostrándole de forma técnica como ya tenía previstas cada una de ellas.

En el tiempo libre, en el que su nuevo amigo descansaba de su trabajo en el barco. Trabajaba en ampliar las capacidades de un ordenador portátil. Le mostraba el trabajo que hacía mientras le contaba lo que hacía. Leo le recordaba un poco a Izzi. Leo no era tan bueno tratando personas como tratando máquinas, pero tenía ese punto de graciosillo del que Izzi carecía.

Cuando partieron, los despidió junto al resto del campamento deseándoles la mejor de las suertes, pues las misiones en las que iba más de tres campistas acababan mal, de una forma u otra. Las semanas pasaron sin que supieran nada de aquellos que habían sido considerados los marcados por dicha profecía, de lo que sí que se enteraron era que toda la legión romana marchaba hacia el campamento para atacarles. Nadie sabía qué había podido pasar para que las intenciones de paz se convirtiesen en un ataque en toda regla. Pero tenían que defender el campamento. Sabía por la historia de Roma que a estos cuando atacaban a alguna población les daba igual quien estuviese por medio. Mataban a todo el mundo. Era guiarse un poco por los prejuicios, pero la tensión estaba en el aire. Entre eso y el que Gea estuviese despertando y amenazase con destruir el mundo, tenían el día bien completo.

Cuando las negociaciones en Manhattan fallarón, Clarisse se encargó de organizar la defensa del campamento. Mientras tanto cuando estaban asediados, los de Apolo hicieron incursiones para sabotearlos. Por fortuna las cosas no llegaron a más y, quien era la verdadera líder detuvo la pelea antes que comenzara trayendo al campamento una estatua que irradiaba mucho poder. Consiguieron detener a Gea, gracias a Leo. Y luego celebraron todos juntos. Griegos y Romanos como si nada hubiese pasado.