Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

LA PROMESA

CAPÍTULO 18

Al mismo tiempo

Todos en el pueblo escucharon el estruendo cuando casita cayó la noche anterior. De hecho, Mariano Guzmán y algunas personas en el pueblo se acercaron desde temprano a proveer ayuda a la familia Madrigal en caso de que hubiera algún herido y también les ofreció un sitio para descansar.

La familia, sin embargo, declinó la oferta en un inicio porque Mirabel había desaparecido justo después del derrumbe. Preocupado por la chiquilla, Mariano se ofreció voluntario junto con otros hombres del pueblo para buscarla. Esa mañana cuando se iba a descansar después de una búsqueda intensiva durante toda la noche, el joven escuchó a Cecilia gritar que Mirabel había aparecido finalmente y que Bruno la llevaba de regreso al sitio del derrumbe.

Pero la casa seguía hecha escombros y la familia no tenía dónde pasar la noche, menos ayuda para recuperar su hogar.

Mariano recordaba la hermosa casa de los Madrigal: el patio, los suelos mágicos, las habitaciones más grandes que la misma casa. Todas las fiestas y ceremonias en las que la familia Madrigal los invitaba. Recordaba también la bondad de la mayoría de los miembros de la familia, recordaba que quienes tenían un don la pasaban trabajando incansablemente por el Encanto. A Mirabel de niña, ofreciendo ayuda a quien lo necesitaba a pesar de no tener ningún tipo de magia. A Félix y Agustín, ambos sin dones, ayudando en lo que se pudiera.

Aquello hizo que el joven se pusiera de pie. Tenía que hacer algo para ayudar a esa familia.

-Mamá, tenemos que hacer algo para ayudar a los Madrigal- dijo Mariano con seriedad, tomando una pala y caminando hacia la puerta- ya vengo-

Mariano salió de su casa con decisión. Una por una, el joven visitó a una gran cantidad de familias del Encanto, gritando el mismo mensaje.

-Tomen sus palas y herramientas de construcción- dijo Mariano en voz alta- ¡los Madrigal nos necesitan!-

Poco a poco la gente comenzó a salir de sus casas llevando herramientas y se dirigieron a donde hacía unas horas aún se encontraba la casa Madrigal, ahora una pila de escombros. Mariano miró a la multitud con una sonrisa y dirigió a todos hacia ese lugar.

Cuando llegaron, Mariano pudo ver a Mirabel animando a su familia y repartiendo escobas con sus hermanas y primos, pero sus ojos brillaron al ver a la gente del pueblo acudir en su ayuda.

-¡Mariano!- sonrió Mirabel al verlo- ¡todos vinieron!-

-Claro, no podíamos dejar a nuestra familia favorita- dijo Mariano dando unas palmaditas en su cabeza. Para él, Mirabel nunca dejaría de ser una niña pequeña- somos vecinos después de todo, y los vecinos nos ayudamos-

La gente se acercó a la abuela para pedirle los planos de casita y un grupo de hombres liderados por Osvaldo se encargó de traer carretas tiradas por burros para remover los escombros y poder comenzar a reconstruir la casa. Claro, no sería una casa mágica, pero al menos resguardaría a los Madrigal. Las mujeres comenzaron a recoger los escombros más pequeños y a barrer el polvo para despejar el terreno.

Después de un largo día, Mariano vio de reojo a Mirabel organizando a toda la gente del pueblo para las tareas, creando un horario de trabajo y descansos para que nadie trabajara demasiado (como Luisa solía hacer). Sabiendo que ella sería la persona indicada para ayudarlo, se acercó a la adolescente.

-Hey, Mirabel- dijo Mariano- hay algo que arreglar y quería pedirte tu ayuda-

-Claro- dijo ella sonriendo- ¿qué falta hacer?-

-Ya está a punto de oscurecer y los Madrigal no tienen donde dormir- dijo el joven pasándole una hoja de papel- esta es una lista de las familias que pueden recibirlos y para cuántas personas tienen espacio. Cuento contigo para que organices a tu familia, ¿sí?-

-Claro que sí. Gracias por todo, Mariano- sonrió ella tomando la lista antes de salir corriendo a buscar a su abuela y a Bruno. El joven la miró con una sonrisa también.

x-x-x

Casa de la familia Torres

Esa noche

Dolores y sus tres primas sonreían tímidamente ante el regaño de la señora Torres, mandándolas a la cama. Esa tarde Mirabel había discutido con su familia los planes para dónde se quedarían a descansar mientras que casita era reconstruida. A las jóvenes les tocó la casa de la señora Torres, una viuda amable cuyos hijos ya eran mayores y habían salido de casa para formar sus propias familias.

-A dormir, niñas- dijo la mujer en un tono severo- y ni se les ocurra salir a ver a sus novios porque las voy a estar vigilando-

Dolores se ruborizó al ver a sus tres primas mirándola y sonriendo en su dirección.

-Ninguna tenemos novio- dijo Dolores rodando los ojos ante las risitas des sus primas- buenas noches, señora Torres-

La mujer las observó detenidamente por unos segundos hasta que estuvo satisfecha y se fue a dormir después de darles las buenas noches (y dar unas palmaditas en las mejillas de Mirabel). Una vez solas, las muchachas se cambiaron a su ropa de dormir y miraron los cuatro colchones en el suelo.

-Bueno, esto es una degradación de lo que estábamos acostumbrados, pero podemos hacer esto- dijo Isabela haciendo una mueca de horror ante la idea de compartir su habitación con sus hermanas- más les vale no roncar porque si lo hacen me voy a enojar-

-Uy, en ese caso tengo malas noticias al respecto- dijo Dolores con una sonrisa traviesa mirando hacia Mirabel y, como si no hubiera sido lo bastante clara, ladeó su cabeza hacia su prima menor.

-¡Hey, eso es mentira!¡Yo no ronco!- protestó ella antes de sonreír- vamos, podemos hacer una pijamada como cuando éramos pequeñas-

Las muchachas ponderaron lo que Mirabel había dicho.

-Eso me gustaría mucho- comentó Luisa.

-Mmm…- dijo Isabela- no puedo decir que no me gustaría que me cepillen el cabello. Recuerdo que Luisa me cepillaba muy bien-

-Y Mirabel a mí- dijo Luisa.

-Y a mí me gustaba que Dolores me cepillara- dijo Mirabel pensativa- es la única de ustedes que no me arranca el cabello-

-Pfff no es mi culpa que no tengas el cabello lacio como nosotras- dijo Isabela rodando los ojos.

Las muchachas se acomodaron y comenzaron a cepillarse el cabello por un rato hasta que aquellos movimientos hizo que les diera sueño. La primera en quedarse dormida fue Mirabel, quien dejó caer el cepillo de sus manos y se dejó caer de espaldas sobre Dolores. Con cuidado su prima la acostó en hacia atrás y la arropó. El resto de las chicas dejaron sus cepillos y también se fueron a dormir mientras que Isabela apagaba las luces.

Apenas lo hubo hecho cuando se escuchó un suave ronquido seguido de un gruñido de Isabela. Dolores y Luisa rieron en voz baja.

-Ugh…- gruño Isabela.

-Te lo dije- susurró Dolores.

-Está bien, fue un día largo para todos- dijo Luisa con una risita- vamos a dormir-

La muchacha cerró los ojos con una sonrisa. A pesar de que habían perdido su casas y sus poderes, habían recuperado a su prima sana y salva, una parte difícil de la familia se había reconciliado y el pueblo se había unido para ayudarlos para variar. Había sido un buen día, y esperaban que todo mejorara en los siguientes.

Y se quedó dormida pensando en lo amable que había sido Mariano con su familia.

x-x-x

Al mismo tiempo

Camilo había sido asignado en casa de los Hernández junto con su hermano menor y sus tío Bruno. El muchacho se tomó muy en serio su trabajo cuando Pepa le dijo que era el encargado de cuidar a su hermano menor mientras estuviera en esa otra casa. Cuando los hermanos y Bruno comenzaron a caminar hacia la casa donde se quedarían, Valeria salió de su propia casa, cansada y llena de tierra como ellos, y corrió a abrazar a Camilo.

-Yo eh… solo quería darte las buenas noches- dijo la adolescente con una sonrisa apenada. Camilo le devolvió el abrazo con una mano y sin soltar la mano de Antonio.

-Buenas noches, Vale. Espero verte mañana- dijo Camilo en voz baja antes de soltarla y que la chica corriera a su propia casa.

Bruno puso sus manos en los hombros de Camilo para dirigirlo a la casa de los Hernández mientras Antonio los miraba sonriendo.

-Parece que te llevas muy bien con la chica de los Guerrero- dijo Bruno con una sonrisa- y parece que te quiere mucho-

-Y yo a ella- dijo Camilo sonriendo sonrojado- pero la abuela definitivamente no la quería. Espero que eso cambie con… con lo que pasó-

Aquello hizo que Bruno se detuviera de golpe cuando ya estaban en la puerta de la casa de los Hernández. No pudo evitar recordar a Marcela y el hecho de que Alma tampoco la quería a ella, pero no por eso se alarmó, sino porque se dio cuenta de que no estaba segura viviendo ella sola ahora que la barrera de las montañas se había abierto y forasteros podían entrar al Encanto.

-Lo…lo siento, Camilo. Olvidé algo, ustedes adelántense y no me esperen- dijo Bruno dejando a sus sobrinos con los Hernández antes de correr a buscar su caballo y dirigirse a casa de Marcela en el bosque. Se quedaría con ella y la traería de regreso al pueblo la noche siguiente.

Mientras tanto, Camilo no soltó la mano de su hermano sino hasta que los dos estuvieron en la habitación que la familia les prestó para descansar. Al ver que solo había dos camas y pensando que Bruno volvería un poco más tarde, los dos se apretujaron en una de las camas, Antonio sin soltar a su hermano mayor.

El muchacho se estaba quedando dormido cuando escuchó a su hermanito sollozar, así que le dio un apretón cariñoso.

-Shhhh… todo va a estar bien, Toñito- dijo Camilo sabiendo que Antonio extrañaría a Parce y a sus animales- estoy seguro que al final todo va a estar bien-

-¿Tú crees?- dijo el pequeño con enormes ojos.

-Ajá…- dijo el muchacho.

Antonio hundió su cabecita en el pecho de su hermano y apretó los ojos. Camilo no había hecho eso desde que su hermano era bebé, nunca hubo oportunidad ya que siempre estuvo ocupado. ¡Tanto tiempo que había perdido con su hermanito! Y Mirabel había tenido que tomar su puesto, ser su hermana mayor y cuidar de él cuando tenía pesadillas o estaba triste. Apretó nuevamente con cariño a su hermano, prometiendo en silencio que pasaría más tiempo con él de ahora en delante.

A pesar de su tristeza, Camilo comenzó a pensar que perder la magia no había sido tan malo después de todo, ahora que podría ser un mejor hermano mayor para Antonio. No solo eso, sino que podía ser solo Camilo y nadie esperaría que fuera alguien más.

x-x-x

Ruinas de casita

La mañana siguiente

Tan pronto como amaneció, los Madrigal regresaron al sitio donde casita había estado y se encontraron con una nueva sorpresa. Tío Bruno ya estaba ahí, sonreía ampliamente y venía de la mano de Marcela.

-Mamá, a partir de hoy Marcela se quedará con nosotros, no puede seguir viviendo sola en el bosque- dijo Bruno a su madre con una expresión decidida- estoy enamorado de ella desde hace diez años. Ella no tiene la culpa de nada, ni merece que la odies-

Los ojos de todos se volvieron a la abuela, cuyo rostro osciló entre varias expresiones de sorpresa, enojo y resignación.

-Bien- dijo Alma apretándose el puente nasal y respirando hondo- supongo que está bien-

Bruno sonrió ampliamente al escuchar eso y abrazó a Marcela, derramando lágrimas de alivio. Alma se acercó a ellos y dio unas palmaditas en la mejilla de su hijo menor.

-Bien, Brunito- dijo Alma volviéndose a los otros- pero ahora vamos a trabajar-

La familia se puso manos a la obra, pronto seguida del resto de las personas del pueblo bajo la dirección de Mirabel. Por suerte ella había encontrado los planos de casita en el cajón de la abuela bajo los escombros, y había servido para dividir los trabajos.

Con la ayuda de todo el pueblo, para la tarde todos los escombros de casita habían sido removidos e iban a comenzar a reconstruir la casa, así que Mirabel comenzó a repartir las tareas.

-Bruno, tú te vas a encargar de usar la arena para marcar las líneas en el suelo- dijo Mirabel- Antonio y Marcela se encargarán de ayudarte a contar los pasos. Camilo, papá y tío Félix, con José, Joel y Alonso comiencen a preparar la mezcla para poner las bases para las paredes. Osvaldo va a traer los materiales. Mariano y Luisa, por favor ayúdenos a transportarlos de la carreta al sitio donde preparan la mezcla, Dolores les ayudará a acomodarlos. Mamá y tía Pepa nos ayudarán a preparar la comida para los trabajadores en casa de la señora Guzmán. Isa, tú vienes conmigo y la abuela para revisar los planos, organizaremos a los trabajadores…-

Con sus trabajos repartidos, todos se pusieron manos a la obra durante toda la tarde, bajo la supervisión de la abuela y de Mirabel. La muchacha estaba segura de que era su imaginación, pero podía ver a Alma sonriendo cálidamente (y quizá orgullosa) en su dirección.

Después de un largo rato, el sol comenzó a ponerse y los trabajadores dejaron sus herramientas para tomar algo de lo que Julieta y Pepa habían preparado para cenar. Mirabel se sentó junto a Camilo y Antonio a comer su porción (y asegurarse que Camilo no se comiera la de su hermano).

-Todo parece ir muy bien- dijo Camilo ladeando la cabeza hacia Mirabel.

-¡Sí!- dijo Antonio- las líneas que hizo tío Bruno con la arena fueron perfectas-

-Y tú también estás haciendo un excelente trabajo, Toñito- dio Mirabel revolviéndole el cabello.

Iba a decir algo más cuando la joven sintió una mano en su hombro y dio un brinco de sorpresa. Al volverse se dio cuenta de que se trataba de Rafael Valencia, el muchacho del que se había enamorado cuando tenía doce años.

-Lo… lo siento, no quise asustarte- dijo Rafael con una sonrisa tímida- ¿podemos hablar a solas?-

-No- dijo Mirabel tan pronto como salió de su sorpresa- ya hablamos, y te dije lo que pensaba-

-Mirabel, yo solo…-

Pero Camilo no lo dejó terminar, porque puso su plato en el suelo y se puso de pie.

-Ya escuchaste lo que dijo mi prima, ella no quiere hablar contigo- dijo Camilo con los ojos entrecerrados- y yo ya te había dicho que si volvías a acercarte a ella, te ibas a arrepentir-

-Sí, y Mira es demasiado buena para ti- dijo Antonio poniéndose de pie también y poniendo sus manitas en la cintura- así que vete-

Rafael frunció el entrecejo pero se fue y los dejó en paz, haciendo que Mirabel sonriera enternecida con sus dos primos defendiéndola así. Los abrazó al mismo tiempo tan pronto como se volvieron a sentar.

-Ay ay, Mirabel, mucho cariño y todo, pero se me cae mi arepa al piso- se quejó Camilo, haciendo que Antonio y la muchacha se echaran a reír.

x-x-x

Unos días después

Mirabel sonrió levemente al ver el progreso. Los cimientos ya estaban listos y estaban quedando perfectos gracias a la ayuda de todo el pueblo. Después del incidente con Rafael cayó en cuenta que su familia había sido una de las pocas que estuvo ausente durante todo el proceso de la construcción.

Desde el día del derrumbe los Madrigal dormían separados todas las noches (Isabela seguía quejándose de sus ronquidos, Mirabel también la había escuchado roncar a ella) pero siempre se reunían para cenar juntos en la construcción y pasar tiempo juntos. Se sorprendió con lo cálida que la abuela se había vuelto con todos los miembros de la familia, sobre todo con ella y Bruno. Entre las conversaciones que tenían se trataba de cómo sus padres se habían conocido, qué había pasado cuando habían nacido, como Dolores había tardado un poco en nacer y cómo Mirabel había nacido un poco más temprano de lo planeado. Félix y Agustín contaron cómo sus esposas habían estado embarazadas al mismo tiempo en dos ocasiones y que habían tenido muchos cambios emocionales al mismo tiempo. No solo eso, sino que Camilo se había unido con Bruno en actuar las historias de piratas que habían actuado cuando él y Mirabel eran pequeños.

Aquello no podía hacerla más feliz.

No solo la familia se había unido, sino todo el pueblo. Mariano, quien solía aprovechar para saludar a Mirabel y darle unas palmaditas en la cabeza, había comenzando a pasar tiempo con Dolores, y Mirabel pudo jurar que estaban cruzando sonrisas coquetas de tanto en tanto.

"Isa no quería casarse con él", dijo ella "pero parece que hace feliz a Dolores".

Camilo también pasaba tiempo con la familia de Valeria, y el padre de la muchacha parecía aprobar la relación. La abuela solo había dejado escapar un suspiro resignado y no había hecho ningún comentario, Leticia Guzmán aún los miraba con envidia.

Mirabel había creado un sistema de rotaciones en los que todos podían tener un descanso a mediodía, otro en la tarde y otro antes de cenar sin que el trabajo parara. Lo ideó principalmente porque Luisa no tomaba descansos y trabajaba todo el día, así que su hermana era obligada a detenerse y relajarse.

Y hablando de eso, Mirabel fue a sentarse junto a Luisa en uno de sus descansos. Su hermana pasó su enorme brazo detrás de ella y la atrajo a sí misma para abrazarla.

-Has hecho bien hasta ahora, Mira- dijo Luisa con una sonrisa- todos están… estamos impresionados sobre cómo nos organizaste-

-Mmm… no es para tanto- dijo ella mirando hacia el que sería el patio de la nueva casa, donde Mariano y Dolores estaban poniendo cuidadosamente los adoquines en el suelo y trabajando en conjunto- las cosas están mejorando-

-Eso veo- sonrió Luisa mirando la hora y poniéndose de pie- estoy orgullosa de ti, hermanita-

La muchacha sonrió al escuchar esas palabras y se levantó también para continuar con el trabajo. Fue a buscar a su tío Bruno, quien estaba haciendo la mezcla con ayuda de Marcela.

-¿Ya es hora del descanso?- preguntó Marcela- wow, el tiempo vuela-

-¿Te sientes bien, mariposita?- preguntó Bruno sacudiéndose las manos.

-Ajá- dijo Mirabel- mamá está haciendo algunos bocadillos, será mejor que se apresuren o Camilo se va a comer todo-

Bruno y Marcela rieron ante la sugerencia y se fueron, dejándole el trabajo a Mirabel y a un muchacho del pueblo. Ella derramaba agua mientras que el muchacho revolvía la mezcla y la ponía en una tina para que otros trabajadores se la llevaran para usarla.

-Bien trabajo- dijo Mirabel mientras el muchacho revolvía la mezcla con firmeza. El muchacho sonrió ampliamente al escuchar ese elogio, pero la muchacha no pensó mucho en ello.

Mirando a su ahijada desde donde estaba tomando un descanso, Bruno sonrió al ver que había al menos otros tres adolescentes mirándola como nunca lo habían hecho antes. Quizá pronto su sobrina cambiaría de parecer sobre tener una pareja.

x-x-x

Fuera del Encanto

Dos semanas después

Pablo Enríquez pasaba todos los días delante de la abertura en las montañas y se detenía junto al río por un rato, con la esperanza de que Mirabel apareciera uno de esos días, pero eso nunca sucedió. Miraba la abertura con enormes ojos, debatiéndose si se le permitiría entrar a ese lugar mágico.

-Y ahí lo tienen, damas y caballeros, hemos perdido al señor Pablo Enríquez- escuchó la voz burlona de su mejor amigo Javier detrás de él. El aludido rodó los ojos, no estaba muy feliz.

Ya había pasado un mes desde que vio a esa joven en la orilla del río, culpándose de algo que era imposible. Algo se había movido con fuerza en su pecho al ver sus lindos ojos enrojecidos y llenos de lágrimas. Estaba llena de polvo y tenía algunos cortes en sus brazos, y lo primero que había pensado es que alguien la había lastimado. Aquello lo llenó de enojo y un deseo de hacer que quien la hizo llorar se arrepintiera.

Al escuchar a Mirabel culparse por lo sucedido le hizo recordar una vieja historia sobre una montaña que había aparecido mágicamente en el pasado. Su abuela le había contado que ella y su abuelo habían huido de su hogar con otras personas para buscar un lugar donde vivir. Le había contado que cuando los bandidos que habían incendiado su hogar los alcanzaron ella y el abuelo se escondieron entre los árboles en la selva con otras dos familias, que ella se encogió en el suelo y abrazó a los niños pequeños de otra familia, cubriendo sus bocas para callarlos mientras veía que el resto del grupo que había huido con ellos cruzaba el río corriendo y gritando. Y fue entonces cuando lo vio: un hombre del grupo dejó a su esposa y se volvió a los bandidos tratando de detenerlos el mayor tiempo posible para que el resto de la gente pudiera huir, o quizá quiso convencerlos de detenerse, pero pasó lo inevitable: los bandidos lo asesinaron. Justo cuando eso sucedió y se escuchó un horrible grito de desesperación de una mujer, una enorme luz surgió del otro lado del río que expulsó a los bandidos, y una enorme montaña que separó a las personas del río y nunca volvieron a verlas. Sus abuelos y las otras familias siguieron viajando y fundaron el pueblo de Larán no muy lejos de ese sitio.

"Un Encanto", pensó Pablo, preguntándose si ese sitio era el de la historia de su abuela y recordando la confirmación que Mirabel le había dado.

Sintió de pronto la mano de Javier en su hombro al volver a atraparlo mirando hacia la abertura de las montañas.

-Pablo, ya estoy harto- dijo el muchacho rodando los ojos al ver la expresión de su amigo- llevas semanas así. La montaña está abierta, ¡ve a buscarla!-

-Pero…-

-Pero nada- dijo Javier atando al burro que tiraba su carreta a un árbol y poniendo su hacha en su cinturón- vamos, yo te acompaño a buscarla-

Pablo tragó saliva, pero asintió, se quitó sus guantes y puso también su hacha en su cinturón. Miró la abertura en las montañas y tomó aire antes de cruzarla.

Dentro del Encanto le parecía como su propio pueblo, era muy hermoso y tenía una gran abundancia de árboles frutales a diferencia del exterior. Bajaron la montaña y llegaron a la orilla del pueblo después de un rato, donde vieron a un joven cargando materiales de construcción en una carreta.

-Disculpe- dijo Pablo deteniéndolo- estoy buscando a una joven que es… bueno, se llama Mirabel-

El hombre los miró dudoso por unos segundos antes de sonreír.

-Sí, claro, a esta hora creo que ya está trabajando en la reconstrucción de casita- dijo él y, al ver las expresiones confundidas de los dos muchachos, agregó- ustedes no son de por aquí, ¿verdad?-

Ambos sacudieron la cabeza.

-La conocí… la conocimos hace unas semanas, en el río fuera de…las montañas- dijo Pablo- solo quiero ver que esté bien-

-Ella está más que bien, y estoy muy feliz por ello- dijo el hombre joven- vamos, justo voy para casita, estamos ayudando a reconstruir su casa que se derrumbó hace unas semanas-

Los dos muchachos comenzaron a seguirlo con dirección a la casa. El joven les contó que se llamaba Mariano y que había conocido a Mirabel desde que era pequeña. Les contó que la casa se derrumbó hacía unas semanas junto con la separación de la montaña.

Pablo se quedó pensando en lo que Mariano les decía y comenzó a entender porqué Mirabel se culpaba de lo que había pasado. Aún así estaba seguro de que no había hecho nada para que su casa se derrumbara, y el joven parecía estar de acuerdo con él.

Después de un rato y de prácticamente cruzar todo el pueblo, ambos llegaron a la casa que estaba en proceso de ser reconstruida.

-Aww, pobre casita- se lamentó Mariano- debieron haberla visto cuando aún no se perdía la magia, era algo impresionante-

Pablo sonrió ante la idea de Mirabel viviendo en una casa mágica, y sintió una extraña pena de no haberlo visto antes. Vio a una joven de vestido amarillo y rojo, con un peinado alto y una pañoleta en su cabeza llegar con Mariano y tomar su brazo.

-Gracias por el material, Mariano- dijo la joven notando la presencia de Pablo y Javier- ¿quienes son ellos? No recuerdo haberlos visto antes-

-Hey, Dolores, ellos vienen a buscar a Mirabel, la conocieron fuera del Encanto y estaban preocupados por ella- dijo Mariano con una mirada que Pablo no entendió- ¿sabes dónde puede estar?-

-Justo acaba de irse- dijo Dolores rodando los ojos- ya sabes como es. Faltaba agua así que tomó la carreta de Osvaldo con algunos contenedores y fue al río a llenarlos ella sola-

Mariano iba a decir algo seguramente que iba a ir a ayudarla cuando Javier intervino.

-No se preocupe, nosotros podemos ayudar si tan solo nos indica a dónde ir- dijo el muchacho dando unas palmadas a Pablo en la espalda- ¿verdad?-

Dolores pareció evaluarlos con la mirada y asintió.

-Bien, Mirabel se fue por allá- dijo ella señalando un camino delante de ellos- estará a unos diez minutos de aquí. De todos modos enviaremos a mi tío Bruno para ayudarlos también-

Pablo asintió recordando al tío de Mirabel y agradeció a Dolores antes de comenzar a caminar en esa dirección con Javier. Su corazón saltaba de emoción al pensar que pronto vería a la muchacha. No entendía porqué estaba tan emocionado por verla y se trataba del calmar mentalmente.

Aún estaban algo lejos cuando vio la carreta y a una muchacha usando una falda colorida y una blusa blanca, el reflejo de sus gafas se podía ver desde la distancia, e inmediatamente supo que era ella. Cuando ella dio un paso atrás, vio que había otro hombre con ella, pero lo que Pablo vio hizo que le hirviera la sangre.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Pablo decidió regresar al Encanto a buscar a Mirabel con el apoyo de su amigo, que los va a empujar hacia ella. Espero que les esté gustando. ¡Muchas gracias por sus reviews!¡Abrazos!

Abby L.