Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 19
Al mismo tiempo
Mientras estaba esperando a su tío Bruno se desocupara (y de paso dejara de mirar enamorado a tía Marcela), Mirabel había perdido la paciencia y había decidido ir ella misma a llenar los contenedores de agua, ya que los trabajadores lo necesitaban. Bruno le prometió alcanzarla tan pronto como terminara al ver que ella no estaba dispuesta a esperar. Asintiendo con una sonrisa, la adolescente tomó las riendas del burro que tiraba de la carreta de Osvaldo y se dirigió con ella hacia la orilla del río con la idea de comenzar a llenarlos poco a poco con una pequeña tina.
Fue una caminata de diez minutos alejándose del pueblo cuando llegó por fin a la orilla del río y suspiraba tan pronto como miró hacia atrás para ver los enormes contenedores. Ella había pensado en llenar una pequeña tina y vaciarla varias veces en los contenedores.
"Esto va a tomar tiempo", pensó Mirabel mirando la pequeña tina en sus manos, pero sacudió la cabeza con una expresión decidida, "puedo hacerlo".
Apenas había atado al burro al tronco de un árbol y comenzado a caminar a la orilla cuando una voz la alertó de que no estaba sola.
-Vaya, vaya- dijo la voz que le era bastante familiar, y que le causó que se quedara completamente paralizada del horror- si no es la inútil Madrigal-
Mirabel apenas pudo girarse hacia él. Recordaba muy bien lo que había pasado la noche de la ceremonia de Antonio y no pudo evitar temblar ante la presencia del hombre que casi la había herido. Estaba sola, tío Bruno quizá iba a tardar un rato en llegar, y estaba fuera del pueblo, lejos de cualquier persona que pudiera ayudarla.
Sergio se acercó a ella, sonriendo al darse cuenta por su mirada de que estaba aterrada, y tomó uno de sus rizos entre sus manos, haciendo que Mirabel saliera de su parálisis temporal y diera un paso atrás, cruzando sus brazos sobre su pecho como si quisiera protegerse.
-¿Qué hace un insecto como tú ayudando a lo de la casa?- continuó Sergio caminando hacia ella. Mirabel dio un paso atrás, rodeando la carreta para evitar que el hombre la atrapara contra ella- ¿no crees que ya has hecho suficiente daño a tu familia y al pueblo?-
"Fue mi culpa", pensó Mirabel sin poder dejar de temblar y sintiendo que el miedo estaba bloqueando su proceso de pensamiento, la palabra 'inútil' seguía repitiéndose en su mente sin importar lo mucho que hacía "fue mi culpa que estemos sin hogar. Mi culpa que estemos en peligro del exterior…"
-Ya te dije qué es lo único para lo que sirves…- dijo Sergio extendiendo su mano hacia ella, pero en vez de evadirlo la muchacha le dio un manotazo para evitar que la tocara. A pesar de que estaba asustada, Mirabel no iba a dejar que el miedo la paralizara, no otra vez.
-No te atrevas a tocarme- siseó ella.
-Ah, que tierno, la gatita tiene garras- se burló Sergio sacudiendo los hombros como un depredado a punto de saltar sobre su presa- pero eso no te va a servir de nada. ¿Te crees demasiado buena para rechazar a mi primo Rafael? Deberías sentirte honrada de que alguien se fije en una inútil como tú-
-No es tu asunto- dijo Mirabel alejándose de él- déjame en paz de una vez por todas-
Pero Sergio no planeaba dejarla en paz; en vez de ello tenía pensado tomar su oportunidad al verla sola y lejos del pueblo. Apresuró el paso hacia ella para tomar su muñeca y le dio un tirón para acercarla a él, arrancándole un grito de dolor.
-¡Suéltame!-
-Ah, ¿entonces es porque me prefieres a mí sobre Rafael?- dijo Sergio tomando el cabello de Mirabel con su mano libre y oliéndolo- mmm… yo puedo hacerte el favor, si quieres. Ya ves que lo iba a hacer el otro día-
-¡Te dije que me sueltes!- gritó ella tirando de su brazo para que la dejara ir.
Sergio se echó a reír, pero no por mucho tiempo porque un puño se hundió a la mitad de la cara del hombre, haciéndolo soltar a Mirabel y caer al suelo dando un chillido de dolor. Cuando la muchacha levantó la vista se encontró con una mano y la expresión preocupada del muchacho que había conocido en el río fuera del Encanto.
Con una sonrisa, Mirabel dejó que Pablo la ayudara a ponerse de pie. El muchacho estaba ahí acompañado de Javier, y ambos miraban a Sergio con cara de pocos amigos.
-La señorita dijo que quería que la soltaras- dijo Pablo mirando feo a Sergio mientras ayudaba a la muchacha a ponerse de pie- ¿te encuentras bien, Mirabel?-
-Estoy bien. Gracias, Pablo- sonrió ella. Sí le dolía un poco el hombro pero no quería preocupar a nadie.
Al escucharlo, Pablo sonrió aliviado aún sin soltar sus manos después de haberla ayudado a ponerse de pie. Mirabel tampoco lo soltó, estaba tan aliviada de volver a verlo, y era la segunda vez que él aparecía para ayudarla. Podía sentir que sus manos tenían algunos callos, pero sostenían las suyas con tanto cuidado…
Los dos salieron de sus pensamientos cuando Sergio se puso de pie escupiendo sangre y atacó a Pablo golpeándolo en el abdomen y haciéndolo doblarse al suelo. El hombre mayor rió mientras se limpiaba la sangre de la boca y sacaba un cuchillo de su cinturón.
-¡No!¡Pablo!- dijo Mirabel y dio un paso hacia delante, pero un par de manos cayeron sobre sus hombros y la apartaron unos pasos atrás.
-Con cuidado, guapa, Pablo no quiere que te lastimen- dijo Javier alejándola de los dos muchachos peleando. Asustada, la muchacha levantó la mirada y vio que Sergio aún tenía su cuchillo en la mano mientras que Pablo sacó el hacha de su cinturón y la usaba para detenerlo.
Sergio siguió tratando de apuñalar al otro muchacho, gritándole insultos y diciéndole que vuelva a su propio pueblo fuera del Encanto. Por su parte Pablo se limitó a detener sus golpes y evadir sus intentos de lastimarlo, pero no volvió a golpearlo.
-Suéltame. ¡Ese bruto va a lastimarlo!- dijo Mirabel, pero Javier no la soltó.
-Pablo sabe defenderse, ya ha puesto en su sitio a otros abusivos como ese, no te preocupes- dijo el muchacho restándole importancia al hecho de que su mejor amigo estaba siendo atacado con un cuchillo- además tiene que lucirse, está peleando por su bonita…-
Ante ese comentario Mirabel sintió sus mejillas enrojecidas. ¿Su bonita? Si apenas conocía a Pablo, tuvo una conversación de quince minutos si acaso y sí, la había salvado de esos hombres armados que había visto fuera del Encanto, no era suficiente tiempo para que alguien se enamorara.
-Déjame ayudarlo- dijo Mirabel.
-No voy a dejar que te acerques, preciosa. Incluso si Pablo no me mataría si lo hiciera, no quiero que ese bruto te lastime-
Después de un par de tensos minutos para Mirabel, finalmente vio a Pablo golpear a Sergio en la cabeza con el mango de su hacha, dejándolo aturdido en el suelo. Javier por fin soltó a Mirabel, quien corrió a ver que el muchacho estuviera bien. Pablo solo tenía algunos cortes en las manos y en los antebrazos en sus intentos por detener el cuchillo del otro joven, pero ninguna era grave.
Mirabel sacó un pañuelo de su bolso y lo usó para atar una de las heridas más grandes en el brazo del muchacho sin dejar su expresión preocupada.
-Gracias- dijo Pablo sonriendo- no estás lastimada, ¿verdad?-
-Hizo una mueca cuando toqué su hombro derecho- dijo Javier mientras Mirabel sacudía la cabeza.
-No es nada- dijo Mirabel, pero Pablo borró su sonrisa y se acercó a ella.
-¿Me dejas ver?- dijo el muchacho. Mirabel iba a decir que no pero su expresión de preocupación hizo que dijera que sí. Pablo se lavó las manos con el agua del río y descubrió con cuidado el hombro de Mirabel, levantando la manga de su blusa tratando de no sonreír al ver las flores y mariposas bordadas en ella. Sus dedos tocaron con cuidado su hombro, preguntándole dónde le dolía.
-Ay… ahí duele- dijo ella haciendo una mueca.
-Lo siento- dijo Pablo frunciendo el entrecejo- tendrás que reposar ese hombro por un par de días-
-Ja, no puedo hacer eso- dijo Mirabel. Estuvo a punto de explicarle lo importante que era que ella ayudara a reparar lo que había sucedido con casita, pero no tuvo la oportunidad porque Bruno llegó sobre su caballo y no parecía nada contento de encontrar a su sobrina rodeada por dos desconocidos, uno de ellos tocando su hombro descubierto.
-¿Qué se supone que están haciendo, muchachos?- dijo Bruno en un tono agresivo. No podía encender sus ojos pero aún se veía amenazante sin ellos- quítale las manos de encima-
-Tranquilo, tío, ellos me estaban ayudando- dijo Mirabel señalando al inconsciente hombre a unos pasos de ellos- Sergio me estaba molestando y me dio un tirón en el brazo. Pablo solo estaba asegurándose de que no estuviera lastimando-
-Bueno, no podemos decir que no le gustó un poquito mientras lo hacía…- comentó Javier.
-¡JAVIER!- exclamaron Pablo y Mirabel al mismo tiempo, ambos sonrojados. Bruno se relajó y sonrió al recordar al muchacho que su sobrina se había encontrado cuando salió del Encanto (y el que había insinuado que sería una buena opción para ser pareja suya).
Apenada, Mirabel se separó de Pablo y bajó la mirada apenada, haciendo un esfuerzo por no llevarse la mano al hombro que le dolía, mientras que el muchacho también estaba apenado por el comentario de su amigo.
-Bueno, si van a estar aquí entonces sugiero que se pongan manos a la obra- dijo Bruno- ayúdenos a llenar esos contenedores de agua-
Pablo comenzó a ayudar a Mirabel sin decir nada, pero Javier se cruzó de brazos.
-Pff… yo solo vine porque Pablo quería ver a su bonita, no dejaba de hablar de… ¡ouch!- se quejó el muchacho tras recibir un zape de su amigo.
-Deja de decir tonterías, me estoy arrepintiendo de dejarte venir conmigo- dijo Pablo entre dientes, pero Mirabel escuchó todo y enrojeció más que antes.
Bruno no comentó nada, y solo observó a los muchachos trabajando en llenar los contenedores de agua. Incluso sin los comentarios de Javier era bastante evidente lo mucho que Mirabel le gustaba a Pablo. Y su sobrina no era indiferente, pero la idea le mortificaba y era como si quisiera evitar pensar en ello.
Cuando los contenedores estuvieron finalmente llenos, los tres adolescentes subieron a la carreta y Bruno condujo al burro y a su caballo hacia el sitio donde reconstruían a casita. Todo el camino Mirabel y Pablo estuvieron charlando, la muchacha explicándole que había pasado con casita y con la magia.
x-x-x
Casita
Poco después
Camilo estaba sentado en el suelo junto a tía Julieta tomando su descanso y comiéndose una arepa. ¡Estaba tan hambriento que podía comerse toda una casa! No podía esperar a que su hogar estuviera completamente reconstruido y por fin podría hacer cosas que los adolescentes sin don hacen. Frustrado, el muchacho apoyó su cabeza en el hombro de tía Julieta y cerró los ojos.
-Un poco más, Cami- dijo Julieta dándole unas palmaditas en la cabeza- ya estamos tan cerca de terminar-
-No hemos terminado siquiera el primer piso- dijo Camilo sin muchas ganas.
-Porque estábamos poniendo los cimientos- dijo Julieta abrazando a su sobrino favorito- lo siguiente será más rápido-
-Mmm…- dijo Camilo sin muchas ganas, terminándose la arepa con una expresión resignada.
Aún pensaban en ello cuando vio la carreta de Osvaldo llegar de regreso. Camilo respiró hondo y se puso de pie para recibir a su prima y seguir trabajando ya que traían el agua que necesitaban. Pero se detuvo en seco al ver a Mirabel con otros dos muchachos que no conocía y que definitivamente no pertenecían al Encanto.
-Hey, Mira- dijo al verla llegar ayudándola a bajar de la carreta sin dejar de mirar a los otros con sospecha.
-¡Cami! Trajimos el agua- dijo Mirabel bajando de la carreta seguida de uno de los muchachos- y traje más ayuda. Ellos son Pablo y Javier, son de fuera del Encanto, ellos nos van a ayudar-
-¿Disculpa?- dijo el muchacho que aún estaba sobre la carreta- yo no me ofrecí a nada-
-Por favor, Javier- dijo Pablo rodando los ojos.
Camilo tenía cientos de preguntas en la mente, pero antes de que pudiera formularlas la abuela llegó interrumpirlos.
-¿Pero en qué estabas pensando, Mirabel?- dijo en voz alta, haciendo que la muchacha diera un respingo de sorpresa- ¿trajiste a forasteros a "ayudar"?¿Cómo se te ocurre hacer eso?-
-Abuela, ellos son buenas personas porque…-
-Son forasteros, ¡pueden ser espías!- dijo uno de los mayores.
-Es peligroso que estén aquí- dijo otro.
-¡Deberían irse! No son bienvenidos aquí…-
-¡BASTA!- exclamó Mirabel alzando la voz, haciendo que todas las voces se callaran de golpe- ¿qué les pasa a todos ustedes? El Encanto se transformó para dar refugio a las personas cuando más lo necesitaban, ¿cómo no vamos a darles la bienvenida a quienes vienen del exterior? Además, ellos vinieron a ayudar. Pablo salvó mi vida de unos bandidos fuera del Encanto, no es justo que nosotros lo tratemos así, sobre todo porque tenemos más razones de estar agradecidos…-
Camilo alzó las cejas al escuchar a su prima defenderlos, y se volvió hacia Alma, quien había fruncido el entrecejo y estuvo a punto de responderle que estaba equivocada.
-Abuela, tú prometiste escuchar más a todos, sobre todo a Mirabel- dijo Camilo para que solo la familia lo escuchara- y ni siquiera le diste la oportunidad de explicar porqué confía en ellos dos-
La abuela se relajó y bajó la mirada.
-Te pido disculpas, Mirabel- dijo la anciana- los viejos hábitos son difíciles de quitar-
-Está bien, abuela- dijo ella antes de volverse a Julieta- mamá, Pablo está herido, ¿puedes ayudarlo?-
-Estoy bien, no me pasa… ay…- se quejó Pablo cuando Julieta tomó su mano y le quitó el pañuelo que Mirabel le había puesto.
-Es una herida bastante fea- dijo Julieta- Camilo, por favor trae vendas y agua limpia, vamos a limpiar esto antes de que se infecte porque esta vez mis arepas ya no sirven para curar-
Pablo parecía no tener idea de lo que estaba diciendo sobre las arepas, y tras algunas protestas dejó que limpiaran su herida. Camilo se quedó con Julieta mientras que Mirabel regresaba a trabajar.
-No creo que sea sabio que ayudes cargando cosas- dijo Camilo al ver que el muchacho herido se había levantado para ayudarle tan pronto como Julieta terminó de vendarlo- es más fácil que sangre de nuevo-
-El cabezadura lo va a hacer de todos modos- dijo Javier antes de que su amigo respondiera- Pablo no puede decepcionar a su bonita, ¿verdad?-
El aludido se ruborizó y propició otro zape a su amigo quien no parecía cansarse de ellos.
-¡Deja de decir esas cosas!- dijo Pablo cubriéndose la cara antes de correr hacia donde estaba Mirabel, ahora arrepentido de haber llevado a su amigo consigo, pero Javier no parecía arrepentido de nada. Julieta rió en voz baja después de unos momentos y Camilo alzó las cejas al escuchar eso. ¿Su bonita? Mirabel dijo que lo conoció fuera del Encanto, ¿se refería al día en que se rompió la magia y que no podían encontrarla?
"¿Entonces ese muchacho se enamoró de nuestra Mira?", pensó Camilo recordando el episodio con Rafael. Mirabel había jurado que no volvería a pasar porque no volvería a enamorarse "pobre muchacho".
-¿Cami?- dijo Julieta sacándolo de sus pensamientos tan pronto como Javier siguió a su amigo para ayudar en la construcción.
-¿Sí, tía?-
-¿Tú conoces a ese muchacho?-
-No, nunca antes lo había visto- dijo Camilo pensativo- Mira dijo que lo conoció fuera del Encanto, seguramente tío Bruno sí lo conoció-
-Mmm…- dijo Julieta buscando con la mirada a su hermano para preguntarle por el muchacho seguramente. Camilo se levantó para volver a trabajar, pero realmente aprovechó para buscar a Mirabel y averiguar lo que pudiera.
x-x-x
Esa noche
Una apenada Mirabel invitó a los dos muchachos de fuera del Encanto a cenar esa noche después de haber terminado los trabajos. Como siempre cenaban al aire libre en el sitio donde estaban reconstruyendo casita, y aprovecharon que el patio ya estaba casi terminado. Los Madrigal se habían sentado en el suelo a comer lo que Julieta y Pepa habían preparado.
La muchacha se sentía como si fuera la cena de compromiso de su hermana mayor que nunca sucedió, podía sentir las miradas de su familia sobre ella y Pablo. Y los comentarios de Javier no ayudaban. Si seguía así, ella misma iba a tener que darle un zape.
-Ugh…- se quejó Mirabel después de uno de los comentarios de Javier.
-Lamento haberlo traído- dijo Pablo en un susurro- debí haber imaginado que se pondría así de molesto-
-Está bien, si no es él hubiera sido mi primo haciendo esos comentarios…- dijo Mirabel mirando de reojo a Camilo, quien tenía una sonrisa traviesa que indicaba muchas ganas de comentar algo que no debía.
Pablo volvió a sonreír al escuchar lo que dijo Mirabel. Ella se había dado cuenta de que la había seguido durante todo el día y había tratado de ayudarla en lo posible. Incluso había ayudado a cortar algunos árboles que necesitaban, haciendo hermosos patrones de mariposas en la madera.
No podía mentirse a sí misma, había algo en ese muchacho que le gustaba mucho. No era tan guapo como Rafael, pero tenía un cierto… algo que la hacía sentirse inclinada a conocerlo mejor. Y habría podido hacerlo mejor si no fuera por los comentarios de Javier que la hacían sentir tan apenada.
Esa noche pudo saber más cosas sobre Pablo gracias a las preguntas de su familia, especialmente de su madre y de sus tías (porque ya consideraba a Marcela como su tía). La abuela no parecía aún estar muy convencida con dejar a personas del exterior entrar al Encanto. Supo que tenía diecisiete años, que era de un pueblo cerca del Encanto y que sus abuelos también había huido de su hogar antes de que naciera. Había aprendido a ser leñador de su padre, y ahí fue donde conoció a su mejor amigo.
Mirabel agradeció a Camilo que mantuviera a Javier distraído con sus bromas y no dijera nada incómodo. De hecho, ambos se distrajeron un poco cuando Félix reprimió a Camilo porque parecía querer comer su peso en arepas, oportunidad que Pablo aprovechó para levantarse y ofrecer su mano a Mirabel para que se levantara también.
-Vamos- dijo en un susurro- quiero ver mejor el pueblo-
La joven lo siguió a un punto alto detrás del sitio donde estaba casita, desde donde se podía ver el pueblo, se podía escuchar la música de los acordeones a lo lejos. Se podía oler el aroma de las arepas y otras comidas que las familias cocinaban, y las risas de los niños aún jugando en las calles antes de ser llamados a casa a cenar.
-Mmm- sonrió Pablo- este sí es un verdadero Encanto-
-Ya no lo es- dijo Mirabel borrando su sonrisa- yo destruí la magia-
-¿Otra vez con eso?- dijo el muchacho sacudiendo la cabeza y señalando el sitio donde los Madrigal aún estaban cenando- mira eso, ahí está la verdadera magia. Tu familia reunida y completa. Todo el pueblo ayudándolos a reconstruir tu casa-
Mirabel sonrió levemente al ver a su familia: Isabela y Dolores discutiendo sobre el hecho de que Camilo comía demasiado, Luisa comentó sobre cuántas arepas era saludable comer, Antonio alimentando a una rata, mientras que tía Pepa regañaba a Camilo y Julieta le pasaba una arepa más sin que los otros se dieran cuenta. Agustín y Félix riendo juntos. La abuela respirando hondo para no presionarse el puente nasal. Tío Bruno volviéndose hacia ella de reojo para asegurarse de que estuviera bien.
-Gracias por decir eso- sonrió Mirabel.
-Cuando quieras- dijo Pablo sentándose en el suelo y mirando hacia el pueblo. Mirabel se sentó junto a él con una leve sonrisa.
Los dos se quedaron mirando el pueblo sin decir nada antes de volver sus ojos al cielo, que estaba despejado y las estrellas eran visibles.
-Es un poco tarde- dijo Mirabel irguiéndose tan pronto como se dio cuenta de que había apoyado su cabeza en el hombro de Pablo como solía hacer cuando veía las estrellas con Camilo o tío Bruno en el cielo. Una parte de ella no quería que el muchacho se fuera, pero sabía que quizá no lo dejarían regresar si llegaba tarde a casa- ¿no deberías ir a casa? Seguro tus padres te esperarán muy preocupados-
La expresión tranquila y sonriente de Pablo desapareció tan pronto como Mirabel dijo eso, su sonrisa sincera se tornó un poco triste. Sacudió la cabeza después de unos momentos.
-No te preocupes por eso- dijo Pablo encogiendo los hombros- se supone que Javier y yo nos quedaríamos en la selva esta noche, pero eso fue antes de… de decidir venir aquí. Sé que tienes que ir a dormir para poder continuar mañana. ¿Te puedo acompañar? A la casa donde vas a descansar, quiero decir-
Mirabel vio a sus hermanas levantarse y comenzar a dirigirse a ese sitio también, así que asintió y le mostró el camino a Pablo.
Los dos caminaron por las pequeñas calles del pueblo, la muchacha tratando de ignorar las miradas de las personas, curiosas de ver a uno de los dos extraños en el Encanto. Cada paso que daba se arrepentía de haber mencionado que se fuera a casa. Si Pablo vivía en otro pueblo, ¿acaso no lo iba a volver a ver?
"¿En qué estás pensando, Mirabel?", se reprendió a sí misma cuando fue consciente de su preocupación "si no te interesa así".
A pesar de que caminaban despacio, llegaron a la casa más rápido de lo que ella habría deseado y Pablo se detuvo en la puerta con una sonrisa.
-Buenas noches, mi… digo, Mirabel- dijo él en voz baja- espero verte pronto-
-Yo también- dijo ella antes de poderse detener. La sonrisa regresó a los labios de Pablo, y Mirabel sintió un lindo vuelco- buenas noches-
Pablo esperó a que entrara antes de comenzar a caminar hacia donde aún estaba Javier discutiendo con Camilo, y Mirabel sintió algo de tristeza al verlo alejarse. Lo que no alcanzó a ver fue a Rafael, quien era vecino de la señora Torres, mirar desde su ventana haciendo una expresión de desagrado en dirección del muchacho que se acababa de ir.
x-x-x
Al mismo tiempo
Después de que Javier se fue con Pablo y que Antonio se acercó a tomar su mano, Bruno se dirigió a la casa donde se quedarían esa noche. Desde hacía unos días Antonio había comenzado a ser tan apegado a él como a Mirabel, sobre todo porque a diferencia de sus animales, las ratas de Bruno seguían sin separarse de él.
Por primera vez en su vida Bruno deseó tener su don de nuevo, quería mirar al futuro y ver qué sería ese Pablo para Mirabel, y estaba seguro que Agustín e incluso Félix pensaban lo mismo. Julieta y Pepa, al contrario, estaban emocionadas por un nuevo "galán" en la vida de Mirabel a pesar de las protestas de la muchacha. Parecía buena persona para ella, pero lo mismo había parecido Rafael y éste le había roto el corazón.
Se presionó el puente nasal tan pronto como saludaron a la familia con la que se quedaban y se dirigían a su habitación.
-¿Qué pasa, tío?- preguntó Camilo.
-Nada, solo me quedé pensando- dijo Bruno.
-Creo que te preocupas demasiado por Mirabel- dijo el muchacho de pronto.
Bruno se volvió a su sobrino, quien no llevaba su sonrisa habitual, sino que estaba un poco reflexivo y quizá también algo triste.
-¿Cómo supiste…?- comenzó a preguntar.
-Vamos, siempre te preocupas por ella, para ti solo tienes una sobrina- dijo Camilo con un poco de amargura en su voz- aún recuerdo cuando obtuve mi don, dejaste de ir a leerme historias en la noche…-
-Ya tenías tu habitación y tu don, supuse que no me necesitabas- dijo él confundido.
-Lo sé, es solo que… cuando éramos pequeños siempre me incluías en todo lo que hacías con Mirabel, siempre éramos los dos- dijo Camilo- pero cuando tuve mi don, no volvimos a hacer obras de teatro, solo hacías cosas con Mirabel-
-Es cierto, siempre haces cosas con Mirabel, y a nosotros no nos invitas- dijo Antonio.
Bruno reflexionó su actitud. Sí, él se sentía más protector de Mirabel, pero era porque no tenía un don y por culpa de su visión Alma la trataba mal.
-Ustedes, tú y las chicas, tenían sus dones y a todo el pueblo, estaban bien- dijo Bruno- y por culpa de mi visión todo el pueblo miraba a Mirabel diferente. Ella siempre estaba triste, porque la abuela desconfiaba de ella por culpa de la visión-
-No estábamos bien- dijo Camilo abrazándose. Nunca había visto a su sobrino tan vulnerable, al menos no desde pequeño- Isa, Dolores, Luisa y yo… siempre trabajando para el pueblo sin descanso. Yo tenía que ser siempre alguien más… nunca pude hacer lo que me gustaba-
Bruno puso una mano en el hombro de Camilo, pero este lo abrazó y él no lo rechazó. Quizá su sobrino tenía razón, si bien no podía preocuparse menos por Mirabel, al menos podía prestarles más atención y pasar tiempo con ellos.
Soltó a Camilo con uno de sus brazos y atrajo consigo a Antonio.
-No los dejaré solos, lo prometo- dijo en voz baja- las cosas serán diferentes ahora-
Cuando se separaron, Camilo recobró su sonrisa traviesa.
-¿Sabes algo? Ese Javier me cayó bien. Y Pablo también- dijo Camilo después de un rato- espero que Mirabel se fije en él. Lástima que ya no puedes verle futuro, eso me habría gustado saber si al final se va a quedar con él o no-
Bruno dejó escapar una risita. Él pensaba igual.
x-x-x
CONTINUARÁ
¡Hola a todos! Tenemos un nuevo galán en la vida de Mirabel, aunque esto no viene sin sus complicaciones. Mirabel no se da cuenta de que Pablo ya está bien flechado. No será la última vez que Sergio cause problemas, pero Mirabel ya no va a tener miedo.
Muchas gracias por seguir leyendo. Abrazos.
Abby L.
