De nuevo en el digimundo.
Los cuatro viajaron a través del ordenador apareciendo en una especie de bosque subtropical. El clima era agradable. Hacía algo de calor pero estaba bien con la chaqueta que llevaba. Se giró para ver como estaban los demás. Leo estaba completamente emocionado, parecía que el viaje le había encantado. Percy tenía una gran sonrisa en el rostro. Y Nico, mantenía la seriedad al completo pero podía captar cierto brillo en su mirada. Los dispositivos digitales de sus tres acompañantes estaban emitiendo pitidos.
— ¿Donde estamos? — Preguntó Nico. — ¿Y porqué estas cosas están pitando?
— Estamos en el bosque de la Isla File — Explicó — Y los dispositivos digitales señalan el camino.
— ¿El camino? — Preguntó Leo desconcertado. — Entonces tenemos que ir hacia el puntito amarillo, mola.
—El dispositivo digital tiene, entre sus funciones, la de mostrar la posición de nuestros compañeros o de los objetos ligados a dichos dispositivos — Agregó. — Por ejemplo, si nos separásemos, podríamos buscarnos entre nosotros con los dispositivos. Inculco identificarnos — Les mostró su propio dispositivo tras seleccionar la función — ¿Veis?. Aquí aparecéis vosotros. El punto naranja es Leo, el morado Nico y el azul-verdoso Percy.
— Tu apareces en Rosa brillante — Se rió Percy. — Es raro, pensaba que saldrías del color del musgo o en algún tono de marrón.
Entre risas siguieron caminando, siguiendo la ruta que los dispositivos digitales les marcaban, hasta llegar a una especie de templo. Eran unas ruinas. Kari nunca había estado en ellas, pero sabía lo que eran. Las ruinas en las que estaban parte de las profecías del digimundo. Aquellas ruinas que estaban custodiadas por Centarumon.
— Debemos entrar en las ruinas — Dijo. — Hay un laberinto, lleno de trampas. Tendremos que tener cuidado. Desconozco el camino hasta lo más profundo de las ruinas.
— ¿Porqué debemos ir a lo más profundo? — Preguntó Percy.
— Es donde yo ocultaría las cosas de valor — Comentó Nico. —Porque lo que estamos buscando, lo que estos dispositivos nos indican, ¿tiene algún valor, no?
— Depende de lo que entiendas por tener valor, primito — Respondió con una sonrisa.
— No me llames así.
— ¿Puedo llamarte mini Hades?
— Tampoco.
— Si no fuera porque Nico tiene a Will, cualquiera pensaría que sois pareja — Se burló Percy.
— Oh, vaya. Perdí un par de dragmas contra los Stoll — Se quejó Leo.
Se adentraron en el laberinto, encontrando que el lugar era confuso y liante. Iban completamente atentos, Kari ya había advertido antes de entrar que ese laberinto estaba lleno de trampas. Estaban los cuatro con todos sus sentidos alerta. Se guiaban por las señales emitidas por los dispositivos, pero tampoco se confiaban con el terreno que estaban pisando. Tardaron en encontrar el camino, bien por las trampas que se iban encontrando como suelos que desaparecían, rocas que se desprendían del techo o pasillos que cambiaban de posición.
— Esto es como el Laberinto — Comentó Percy.
— El digimundo replica algunos de los elementos del mundo real — Mencionó Kari que iba a la cabeza del grupo.
— Así que ha replicado el laberinto en lo que son estas ruinas — Nico frunció el ceño. — ¿Podrá viajarse a otras zonas a través de este laberinto?.
— No creo que quiera comprobarlo — Susurró Leo — Preferiría tener un mapa de este laberinto.
— Por desgracia, no se como conseguirlo.
— Los dispositivos nos indican que el objetivo esta al frente, pero aquí hay una pared — Dijo Nico analizándola. —¿Que pasillo cogemos? ¿Derecha o izquierda? Ojala estuviese mi hermana con nosotros. Los túneles son cosa suya.
— Saldremos de esta — Murmuró Kari con aplomo sacando un Dragma. — Podemos decidirlo entre nosotros cual camino seguir o dejarlo al azar.
— Yo creo que al azar — Opinó Leo. Poniéndose a jugar con una bola de fuego que había creado. A decir verdad, le llevaba usando todo el rato para iluminar el camino. — Porque dividirnos no es una opción, ¿no?
— No lo es. Menos sin protección.
— Tenemos nuestras armas, Kari — Dijo Percy.
— Sabemos que nuestras armas son eficaces contra los monstruos. Las traemos por costumbre. Pero, ¿serán eficaces contra los digimon hostiles?
— No nos separaremos — Afirmó Nico. — ¿Que os parece si Kari y yo caminamos diez minutos en cada dirección antes de decidir? Vosotros podéis esperaros aquí.
Caminaron cogiendo primero el camino de la derecha. Estuvieron en silencio unos instantes, durante un buen rato, controlando la hora. Habían dicho diez minutos en cada dirección. Lo que hacían cuarenta minutos de exploración en total. Controlaban el dispositivo de cuando en cuando, viendo que no perdiesen la señal. Esta se iba haciendo más débil conforme se iban alejando de donde habían dejado a sus compañeros.
— Hay algo que quería comentarte.
— ¿De qué se trata, Nico?
— Mi padre. Me comentó que te tomo bajo su protección.
— ¿Oh, eso? Fue algo extraño. Un tipo siniestro se me acercó por la calle hace poco más de siete años y dijo unas palabras en griego antiguo. Días después me instó a ir al campamento y me regalo la bicicleta.
— La dejaste en el campamento.
— No íbamos a poder tenerla sin riesgo que quedase destrozada.
— Creia que era irrompible
— No creo que lo sea — Murmuró. — Nadie me la puede robar, cuando lo intentan se desvanece en sombras. Puedo tenerla conmigo cuando lo desee, viene sola por el mismo procedimiento, aunque no creo que pueda atravesar la puerta digital.
— Y puedes usarla para viajar en sombras — Terminó Nico con una sonrisa. — Pero no es lo único que puedes hacer, ¿no? Mi padre te dio algunas habilidades.
— Pues... Durante la ultima batalla en el digimundo, estaban las cosas muy igualadas y estábamos a punto de vencer. Nuestro enemigo trató de matar a unos niños indefensos y no quise permitirlo — Le contó, era algo que no le había contado al resto de sus compañeros de misión. No se lo había contado a nadie en realidad. — No se como lo hice, pero se que fui yo. Una versión paupérrima del apocalipsis Zombie que montaste en la batalla de Manhatan.
— Esa es una de ellas, otra me dijo que ligero control de los fantasmas. Pero tiene una excepción. Solo puedes acceder a esas habilidades en momentos de peligro, de batalla — Le explicó. — Aunque supongo que al aprender a utilizar las habilidades heredadas de tu madre, no te viste en la necesidad de emplearlos.
— Me cuentas esto porque piensas que me será necesario tenerlos dominados en algún momento — Afirmó. Si su percepción no la engañaba, era lo que le estaba diciendo Nico. Controlar cuantas más habilidades mejor. Le dedicó una sonrisa a su primo asintiendo en comprensión a sus palabras — Demos la vuelta; por aquí no hay mucho por donde seguir - No habían completado los diez minutos, pero del dispositivo digital había desaparecido por completo el rastro y tan solo se veía un largo pasillo que se prolongaba ante ellos.
— Podría ayudarte a usarlas.
— Si solo las puedo usar en batalla, ¿significa que cuando entrenemos pelearemos? — Frunció el ceño, la idea no le gustaba demasiado, aunque había aprendido a aceptar ese tipo de entrenamientos — No se, mi muy estimado primito, me parece que en mi caso simplemente salen cuando los necesito. Solo lo he necesitado una vez y no se como lo hice. Además, me valió que todas mis amistades excepto un chico que había estado durante mucho tiempo cerca de la oscuridad me diesen la espalda.
— Entiendo que no contases nada.
Siguieron andando en silencio, no les quedaba mucho para regresar a donde habían dejado al resto. Negaron con la cabeza cuando se encontraron con ellos; estaban calentando algo de comida enlatada para el almuerzo. Los dejaron con sus cosas y siguieron por el camino de la izquierda. Caminaron durante un par de minutos hasta dar con una nueva bifurcación de aquel pasillo, seguir recto o girar a la derecha. Kari señalo el camino de la derecha mirando a Nico interrogante, este asintió. Se adentraron en este pasillo, deteniéndose a mitad del mismo al escuchar un crujido. Kari instintivamente se puso cubriendo a Nico. Pasaron unos segundos, no ocurrió nada. Nada se movió en el lugar.
— ¿Eres consciente que mientras estemos en un sitio como este tengo ventaja en el uso de mis poderes sobre los tuyos?
— Will me mataría si permitiese que te pasase algo.
— Mi padre me mataría si permitiese que te ocurriese a ti. Luego me reviviría para que me matase tu madre.
— No lo creo. Puede que Hades no sea la alegría de huerta, pero no parece un mal tipo. Además nadie va a morir.
— ¿Ahora eres vidente?
— Hay que ser optimista — Se encogió de hombros. — Hemos vivido dos guerras, como para no serlo.
Permanecieron unos segundos más ahí, completamente quietos. Al no escuchar nada siguieron su camino. Examinaban las paredes, pues los pitidos eran cada vez más periódicos y más fuertes. La señal daba a su derecha pero sólo había un muro. Fue Nico quien noto un cambió en la pared. Señalandoselo.
— En efecto, una pared falsa — Confirmó. —La dirección que tenemos que seguir.
— Vamos a comernos la comida que estaban preparando y luego los traemos aquí.
Regresaron junto con Percy y Leo, sentándose junto a ellos y comiendo lo que le habían preparado. En todos esos años habían aprendido a aprovechar el momento que tuviesen de tranquilidad para comer, asearse o hacer lo que necesitasen. Una vez terminada la comida, se pusieron en marcha, Kari abría la marcha y Nico iba en la retaguardia. Los condujeron por el camino que habían encontrado, hasta llegar a una especie de cámara amplia, con grandes columnas y las parecer llenas de símbolos. Era fascinante. Sobre la pared del fondo había un grabado, el antiguo dispositivo digital; muy distinto de los que ellos llevaban. Frente a esta pared una mesa en la que tres pequeños digimon estaban jugando. Eran tres bebes. A la izquierda de la sala entre sombras había una figura cuadrúpeda con torso de hombre y un solo ojo oculto por un casco metálico. Salió a la luz en cuanto se percató de su presencia.
— ¿Quirón? — Inquirió Leo. — No es el mejor de los disfraces ese.
— No es Quiron — Percy ya había echado la mano al bolsillo donde guardaba su espada.
— ¡Quietos! — Exclamó Kari. — Es el guardián de estas ruinas, Centarumon.
El centauro digital se quedó mirándolos a los cuatro de forma analítica, a Kari le daba la impresión que trataba de hacerse una opinión sobre ellos, o al menos sobre quienes lo acompañaban; porque a ella le había dado una mirada de reconocimiento. Era un momento algo inquietante y tenso, pero no peligroso. Pudo observar que tras el centauro había tres digimon en etapa de entrenamiento: Impmon, Lopmon y Hagurumon. Estos tres saltaron de la mesa en la que eLopmon saltó sin más a los brazos de Percy, y Hagurumon daba vueltas alrededor de Leo.
— Supongo que eso lo dice todo, acompañadme — Les dijo Centarumon — Hay algo que tenemos que hablar.
(***)
Izzi parpadeó, llevaba horas trabajando con el ordenador, tenía un proyecto importante entre las manos, un proyecto que ahora debía aparcar. Había saltado una alerta, era una alerta del digimundo. Un imstaban y corrieron a los brazos de sus tres amigos. Impmon se quedó mirando fijamente a Nico, portante mensaje de Genai. No tardó en comunicarse con él, quería saber que ocurría. La conversación duró horas, cuando hablaba con él siempre acababa con conversaciones bien largas. No recibió mucha información, solo que se trataba de una emergencia sin precedentes. Una nueva grave amenaza para el digimundo y para el mundo. Terminada la conversación llamó de inmediato a los otros elegidos, con una sola excepción. No porque no quisiera, sin dejar de cuestionarse respecto a ella, sino porque la mayoría seguían horrorizados por lo que vieron aquel día. Además que no tenía forma de contactar como Kari. Por otro lado conocía bien las opiniones de Tai entre otros, ella ya no era uno de los elegidos, era una traidora. De hecho el mismo Tai había gritado en una ocasión que ni siquiera era su hermana.
Poco a poco fueron llegando todos a su casa. Había preparado unos aperitivos, sentía que iba a ser una larga charla en la que tenían que organizarse en primer lugar con la poca información de la que disponían. Llegaron todos por separado, pero todos a fin de cuentas. Se alegraba que hubiesen respondido al llamado. Antes que nada les mostró el mensaje de alerta que había recibido de Genai, el mensaje hablaba por si solo.
—Está claro —dijo Tai. —Tenemos que ir.
—No podemos ir todos. Sino dejaremos desprotegido nuestro mundo —recalcó Matt.
—Nosotros nos encargaremos de protegerlo - Aseguró Davis señalando a Iori, Yoley y Ken.
—¿Podremos estar en contacto una vez entréis al digimundo? —preguntó Ken.
—No lo sabremos hasta que lo intentemos. —Izzi frunció el ceño preocupado. No le gustaban las incertidumbres. No le gustaba no tener respuestas, lo encontraba frustrante.
—¿Habeis avisado a Kari? —preguntó Mimi.
—No —respondió Izzi mirando de reojo a Tai.
—Nadie va a abisarla —dijo Tai con rabia contenida. —Ella no es de los nuestros.
—Pues iremos sin ella —Sentenció Gatomon metiendose en la conversación de los humanos.
Ken se encontraba algo incómodo, él sabia algo de Kari. No solo había mantenido el contacto con ella por todos esos años, sino que sabía que había una nueva profecía y tres nuevos elegidos, elegidos que seguramente formaban parte de esa otra parte del mundo en la que Kari estaba involucrada. No podía decir nada de ello, no solo porque lo había prometido, sino porque era una verdadera locura, una locura que no habría creído de no haber visto lo que vio.
—Partiremos mañana, a primera hora — resolvió Tai.
(***)
Durante las horas que habían pasado con Centarumon este les había dado de comer mientras les explicaba lo que sabía de la situación del digimundo. Las cosas estaban mal, muy mal, cuando criaturas mitológicas habían sido abistadas en el lugar. Era señal que algo maligno y peligroso había pasado ya Kari le sacaba de la duda sobre el porque sus compañeros de campamento. Los cuatro intuían que había algo mucho más grande detrás de la aparición de esas criaturas en un mundo que no les correspondía, pero no decían gran cosa por el momento, habían decidido aparcar esa conversación hasta que tuviesen algo mas de información, a parte de asimilar lo presente. Caminaron hacia el exterior de las ruinas, siguiendo un sendero que les condujo al borde de un acantilado.
—Acampemos aquí —dijo Kari.
—Si nos atacan no tendremos ruta de escape —Objeto Nico. —Por la noche podeis contar conimigo, pero durante el dia...
—A mi me vale. Lo único preocupante es el bosque, bajo el prepicio esta el mar y yo no dejaria que os pasase nada.
—¿También puedes controlar este mar, Percy? —Preguntó Leo jugando con una bola de fuego
—Estoy seguro de ello. Así que sólo queda decidir los turnos de guardia, ¿no?. Kari, ¿que propones?
—Nos alternaremos las guardias. Cada dos noches. Nico y yo empezamos esta noche; vosotros dos la siguiente. Así sucesivamente —propuso al final. Tras unos segundos de reflexión. —Cuatro horas cada uno.
Los chicos se miraron entre ellos antes de asentir, en una conversación silenciosa; para terminar asintiendo aceptando aquel plan. Aquella organización.
(***)
A la mañana siguiente se juntaron todos de nuevo en casa de Izzi, con sus petates hechos y dispuestos a partir. Los únicos digimon que había en ese grupo eran Patamon y Gatamon. El resto los estaban aguardando en un lugar aparentemente seguro según la información dada por Genai. La ciudad del comienzo. Reencontrarse con sus compañeros fue una de las mejores sensaciones que pudieron tener, estaban felices de verlos sanos y salvos.
—¿Ahora a donde vamos? —Preguntó Mimi.
—A donde comenzó todo la vez anterior. La playa de la isla File —sugirió Izzi. —Allí fue donde decidimos comenzar nuestro viaje, y desde donde partimos en la escalada de la montaña espiral.
Tuvieron un par de horas de camino desde ahí hasta la playa, viendo las ubicaciones Izzi había trazado la ruta más rápida al lugar. Ya no era como cuando caminaban al azar de un sitio a otro. Era las ventajas de haber conocido anteriormente la zona.
—¡Eh mirad! —Exclamo Matt, señalando una colimna de humo que salia de lo alto de un precipicio.
—Devemos investigarlo —resolvio TK —pero no podemos ir todos.
—Iremos Tk, Izzi y yo —Decidió Tai —El resto montad el campamento.
De forma que Tai, Tk e Izzi con sus respectivos compañeros y acompañados por Gatomon iniciaron el ascenso hacia esa zona del risco de la que salía el humo.
