Todos quedaron en silencio completamente impactados, tanto por la forma de reaccionar de Kari como por la revelación presentada. El silencio duró varios minutos. Tai desde el suceso, miraba a Kari con una mezcla de rabia, decepción y confusión. Agumon la miraba molesto y Gatomon no sabía que pensar; no se fiaba de Kari pero al mismo tiempo sentía que Tai se había merecido ese puñetazo.

—¿Tu primo? —Tk fue el primero en reaccionar.

—Nico. Es una larga historia —respondió con calma. No bajo la guardia en ningún momento respecto a Tai. —Aquí hay dos primos míos y un amigo.

—No sabía que Tai y tú tuvieseis más familia —dijo Palmon.

—Ellos no son nada mío —manifestó Tai con amargura frotándose el pómulo, donde había impactado el golpe de Kari. —Y Kari no es nada mío. Ella es adoptada. No es mi hermana.

Kari entrecerró los ojos. Eso daba respuesta a algunas de las preguntas que había tenido sobre sí misma. Le dolían las palabras de Tai, pues a pesar de no compartir la misma sangre ella lo seguía considerando su hermano. Le dolía ser rechazada de esa forma, como si el tiempo que compartieron en el pasado no significase nada. Él durante mucho tiempo había sido un ejemplo a seguir, una referencia. Ahora todo quedaba roto, incluso más de lo que lo estaba después de que atacara al resto de su familia y amigos.

—Algún día te arrepentirás de tus palabras —aseguró Nico mirándolo con rabia. Por unos momentos había deseado realizar con él uno de los trucos del inframundo, pero se contuvo. No haría nada que pudiese dañar a Kari.

—No amenaces a Tai —dijo Agumon.

—No lo amenazo. Es un hecho. —Su mirada dura trasmitía el dolor de sus pérdidas. —Tu compañero no sabe lo que es ver morir a sus amigos, ver morir a su madre, ni pelearse con su hermana para que días después esta muera salvando a sus amigos. No sabe lo que es estar solo y sentir tanta rabia que esta te ahogue y te domine, haciendo que te hundas en el rencor y con ello estés a punto de cometer uno de los más grandes errores que podías cometer.

—Nico. Tranquilízate —dijo Percy. —Es normal que reaccionen así. Nunca verán ni la mitad de lo que uno solo de nosotros cuatro ha visto.

—¿Pero que...? —Comenzó a preguntar Matt ya que el resto estaba sin habla.

— Nico ... —Kari miró al chico, le solicitaba permiso con la mirada, aunque ya hubiese revelado mucho de sí mismo. Nico finalmente asintió, antes de hacer una seña a Impmon y alejarse del lugar. Kari sabía que lo hacía para evitar incidentes. —Nico perdió a su madre y a su hermana con diez años. De su madre no recuerda casi nada y respecto a su hermana... se pelearon porque ella escogió seguir su propio camino sin tenerlo en consideración y esa fue la última vez que la vio. Se molestó porque muriese sin que pudiesen arreglar las cosas. Sé que cambiaría lo que fuese por enmendar ese momento, pero no puede hacer nada al respecto y menos podemos hacer los demás.

—¿Qué sois? —preguntó Patamon. — Los otros digimon no pudieron vencer a esas raras criaturas pero vosotros sí. Tú te enfrentaste a esa cosa parecida a Minotarumon. —Miró a Percy. —Y Kari uso el ingenio para vencer a esas otras cosas y al final ella y el otro chico sólo enfrentaron a una.

—No se parecía a Minotarumon, más bien era Minotarumon quien se parecía a él. —La calma con la que hablaba Kari era sorprendente.

—Eso no tiene sentido —protestó Tai levantándose. Seguía molesto pero encontraba ridículo seguir en el suelo. Además, se sentía humillado.

—Lo tendría si fuese real. Este mundo reproduce algunos de los elementos del nuestro —apuntó Izzi. —Así que también puede reproducir la mitología, aunque siempre me pareció que el digimundo tenía su propia mitología y las cuestiones místicas de nuestro mundo tenían realmente poco que ver. Quitando lo de los cuatro guardianes.

—¿Cuatro guardianes? —preguntó Percy confundido.

—Luego te explico todo. Habla de lo que podríamos definir como el Partenón de dioses Japones.

—¿Hay más dioses a parte de los griegos y romanos?—inquirió Leo.

—Los egipcios, actualmente han reclamado Brooklin como territorio; y los nórdicos aunque desconozco donde se encuentran.

—Entonces Thor es real. —La confusión de Leo se convirtió en emoción. —Me encantan sus películas. —Sonrió alegremente y miró a Joe. —¡Ey, doc!; ¿por qué no dejas que Percy me dé un poco de nectar?. Acelerará la curación.

—¿Nectar?. No he escuchado de ninguna medicina que se llame así.

—Esperad. —Izzi los miraba a con el ceño fruncido. —Habéis dicho que la mitología es real, todas ellas. Real como algo que se puede tocar. ¿Cómo es que vosotros lo sabíais y nadie más lo sabe?. Responded a la pregunta de Patamon.

—Lo sabemos porque vivimos en medio de ese mundo. Formamos parte de él. Nosotros cuatro formamos parte de un grupo de personas que vive entre el mundo real y los mitos. Capaces de ver lo que oculta el velo que los dioses han puesto sobre la humanidad para preservar la propia cordura de esta —explicó Kari. —Somos semidioses. Mortales engendrados por algún dios y dotados de ciertas habilidades especiales.

Las caras de digimons y elegidos iban desde la sorpresa a la incredulidad. Incluyendo desprecio, rechazo y miedo al considerarlos posiblemente una especie de monstruos; de mutantes. Kari sabía que había arriesgado mucho dando esa explicación en lugar de decirles simplemente que lo estaban imaginando o que esas criaturas invasoras no eran digimons así que no podían ser tratados como tales. Pero eso hubiese suscitado muchas más preguntas.

—En los mitos, los semidioses enfrentaban a criaturas muy extrañas —dijo Tk al fin. —¿Significa que vosotros os encargáis de esas crituras?. Es vuestra culpa que se encuentran aquí. Seguro que han venido a este mundo al venir vosotros.

—No Tk. Nosotros estamos aquí porque ellas han venido aquí —afirmó Kari. —No al contrario.

—Permite que dudemos de la fiabilidad de tu palabra, Kari —escupió Tai con el desprecio tildado en la voz. —Todavía tienes mucho que explicar. Claro que, nada nos garantiza que seas sincera o que no hayas venido a destruir este mundo.

—¿A que mitología pertenecéis vosotros?¿de qué dioses sois hijos? —preguntó Tentomon

—No sirve de nada seguirles la corriente en esto —dijo Tai mirando mal a Tentomon. —Vienen a causar problemas. Son enemigos.

—Y sin embargo nos han salvado la vida, Tai —replicó Matt. —No todo es blanco o negro amigo; y yo también quiero saber sobre lo que afirman.

—Los griegos —respondió Percy. —Los cuatro somos semidioses Griegos. Yo soy hijo de Poseidón.

—Mi padre es Hefesto —afirmo Leo.

—Deméter —dijo Kari con desgana. —¿Y esa cara de sorpresa?, ¿Acaso creíais que solo los dioses varones tienen sus amoríos? —Compuso una mueca. —Que mente más poco abierta.

—¿Y el otro chico? —inquirió Gatomon. Ese chico le había recordado al hombre que se había acercado a Kari antes que todo girase al punto donde estaban ahora. Había oscuridad en él aunque no necesariamente maldad; y Kari parecía cómoda en torno suyo incluso lo había llamado primo. Como si de verdad lo fuera. Ahora que escuchaba lo de los semidioses y los dioses, pensaba que podía ser más literal de lo que se había planteado. —¿Quién es el padre de ese chico? —Dirigió la mirada directamente a Kari, pasando unos segundos antes por la de Tk que parecía pensativo como si asimilase toda esa información. Gatomon, que pasaba tiempo junto al portador de la esperanza, sabía que había estudiado la cultura clásica como una de sus clases de la universidad.

—Hades —respondió Kari con simpleza. —Fue a causa de la bendición que me dio para protegerme de Zeus que puede convocar, aunque inconscientemente, esos zombies. —Podía notar las miradas de Leo y Percy, con un gesto les comunico que después les contaría.

—Dos primos y un amigo —resumió Tk mirándolos. —Ya lo comprendo.

—¿Protegerte de Zeus?, ¿por qué? —preguntó Sora.

—Porque Kari es muy poderosa —intervino Nico que había regresado ya más calmado. —Zeus solo tiene aprecio por sus hijos. El resto de semidioses no son nada para él, los tolera si no llaman la atención o no salen demasiado fuertes. En especial odia a los hijos semidioses de Poseidón y a los que como yo, somos hijos de Hades. —Soltó un bufido a causa de la molestia. —Los tres grandes los llaman, los dioses más poderosos. Pero todos olvidan que Deméter también es muy poderosa aunque sus hijos rara vez destaquen. En el caso de Kari, nació siendo ya muy poderosa, por lo que fue ocultada para que no pudiese localizarla —explicó. Kari ya conocía todo esto, pero prefería que fuese explicado de una que tener que aguantar preguntas estúpidas por no conformarse con la versión suficiente para que siguieran adelante. —Zeus la detectó cuando tuvisteis que volar por todo el mundo en el dragón supersónico ese, no recuerdo como se llama... El caso es que iba a mover ficha y a destruirla pero mi padre jugo una baza que formaba parte de un pacto que hizo con sus hermanos y la tomo bajo su protección para que el señor de los cielos no pudiese dañarla ni directa ni indirectamente. Fin de la historia. Ahora vayamos a cosas más importantes.

—No os creo —dijo Tai. —Es todo fantasía, además habéis provocado que mis amigos me ataquen.

—Tú le ordenaste a tu dinosaurio que nos atacase sin que nosotros te hiciéramos nada —dijo Leo. —Ahora nos acusas de malvados cuando el único que ha actuado con malicia y pretensión de dañar, a parte de los monstruos, has sido tú.

—No te...

—Tai. En eso tiene razón —intervino Mimi. —Izzi y Tk no se dejarían engañar, y no te atacaron. Te detuvieron. Ibas a usar a Greymon para atacar a tu...

—No es mi hermana.

—A Kari. Además, yo me creo lo que han dicho —continuó Mimi ignorando la interrupción.

—Yo también me lo creo, aunque no confío en ellos —Opinó Tk

—Estoy con Tk—afirmó Gatomon.

—Pues yo si confío en ellos. —Matt se desplazó hasta quedar detrás de Kari. —Nos han salvado la vida. Si ellos no llegan a aparecer hubiésemos sido la merienda de esas cosas.

—Opino como Matt. —Sora se situó al lado de su novio.

—Yo no sé qué pensar —afirmo Izzi. Necesito tiempo para decidir y confiar.

—Prefiero no opinar. —Joe no sabía qué hacer. Por un lado les creía pero por el otro le resultaba difícil de creer.

Tai miró hacia Kari y los semidioses con desprecio. Sentía que le había robado a dos de sus amigos que se habían posicionado del lado de esta sin dudar. No lo soportaba, no era justo. Y todo lo que decían estaba seguro que era una invención para salir del paso y quedar campando a sus anchas. Algo tramaban, eso podía tenerlo por seguro.

—¿Vais a permitir que ellos rompan nuestro equipo? —manifestó con una gran amargura en la voz.

—Tai —habló Gatomon. —No confió en ellos. Siento que hay cosas que aún no nos han contado. Sin embargo ellos no han roto el equipo. Siempre hemos tenido opiniones encontradas y la libertad para escoger las formas de seguir el camino. Que ellos vayan junto a ellos no rompe el equipo. Aunque no sé a qué han venido realmente. —Frunció el ceño. —Si esas criaturas son lo que realmente son y esos dispositivos de los otros tres son reales, están aquí porque el mundo los necesita.

—No puedo creer que este mundo los necesite —dijo Agumon.

—Debemos formar un equipo —dijo Kari. —Todos nosotros.

—¿Nosotros? —inquirió Tai despectivo. —¿un equipo con vosotros?, ¿quién lo dice?.

—Una profecia —afirmó Leo.

—Estáis completamente majaretas. Todos. Una profecía, ¿qué clase de tontería es esa? —se burló. —Vámonos. —Hizo el ademan de marcharse. Todos los siguieron, a excepción de Matt y Sora. —¿Pensáis quedaros con estos cuatro desperdicios?, bueno allá vosotros. Cuando os canséis de las idioteces sabed que podéis volver.

Los vieron perderse entre la los frondosos árboles del bosque. Kari sentía que el encuentro había sido todo un desastre. Sentía que todo había terminado más embarrado de lo que estaba en un principio. No había sabido llevar bien la situación y sobretodo no había estado a la altura.

—Esto no ha comenzado muy bien —murmuró. Incluso Gatomon, tras darle una mirada de duda, se había marchado con Tai.

—¿Que profecía es la que habéis mencionado? —Preguntó Sora.

—Sombra, mar y forja a la Luz acompañaran —comenzó Kari

—Entre datos corpóreos encontraran su camino —continuó Leo

—A los siete primeros, el octavo y compañía se unirán —prosiguió Percy

—Para los mundos salvar o a colisionar condenar —finalizó Nico

—Pues sí, ha sido un mal comienzo —acepto Matt. —Estamos jodidos.

—¿Y si rescatamos algo de la cena? —pregunto Biyomon tratando de levantar los ánimos de todos.

(***)

Ken estaba inquieto, desde que hacía unos días parte de los elegidos había partido de regreso al digimundo se había encontrado ansioso. Sabía que Kari estaba allí y no le había dicho nada a nadie. Kari junto a otros semidioses. Ken no era mucho de rezar, pero los últimos días rezaba por no encontrarse con problemas mitológicos en esta parte del mundo. No creía que pudiesen lidiar con ellos realmente.

—Ken, tienes una llamada. Es Davis.

—Gracias madre.

Salió de su habitación, seguido por Wormon, sin abandonar el gesto preocupado. Cogió el auricular y escuchó el motivo de la llamada de su amigo. Se trataba de una emergencia. Unos digimon estaban causando estragos cerca de la televisión. Normalmente hablaban por el D-terminal, pero eso tenía sus dificultades, como lo era la información inmediata. Suspiró, iba a necesitar comprarse un teléfono móvil.

—Enseguida voy. Gracias por avisar. —Alzó una plegaria al cielo al tiempo que cogía un par de tostadas del desayuno y salía de casa corriendo hasta su bicicleta. Una de las tostadas se la dio a Wormon, a quien metió en la cesta; se puso la tostada restante en la boca y comenzó a pedalear.

Desde Tamachi hasta Odaiba había un buen trozo. No podía ir por la carretera pues corría el riesgo de ser arrollado, tampoco podía hacer evolucionar a Wormon. No iba a cansar a su compañero antes de saber a qué se enfrentaba. Era una cuestión de barrios y Tamachi y Odaiba estaban bastante próximos. A mitad camino de la televisión se encontró con Iori. El chico tenía un rostro determinado y una expresión centrada.

—Llevo un portátil. No los dañaremos de no ser necesario.

—Tendremos que ser rápidos. Estamos en inferioridad numérica —manifestó parte de su preocupación.

Finalmente llegaron junto a Yolei y Davis, ambos habían hecho evolucionar a sus compañeros a Akilamon y Flameramon. Ken y Iori no tardaron en reaccionar. Sus compañeros evolucionaron en Stingmon y Ankilomon.

Con cierto nerviosismo Ken observo la escena que había ante ellos. Eran todo digimons, la mayoría en etapa de entrenamiento y unos pocos en etapa campeón. Esos eran los más preocupantes por el momento. Se alegraba que no tuviesen otra preocupación que enfrentar. Si derrotaban a los de mayor nivel podrían manejar mejor a los que estaban en entrenamiento. Hizo un rápido análisis de la situación mientras Iori los ponía al tanto del plan de llevarlos de regreso.

—No podemos hacerles daño —convino Yoley. —Pero sería conveniente encontrar la fuente por la que han accedido esta vez a nuestro mundo; y escribir al resto. Deben saberlo.

—Seguro que Kari tiene algo que ver —dijo Davis. —Tai me escribió esta mañana. Dice que ella está allí con tres humanos muy extraños y que por su culpa el grupo se ha separado.

—Ya hablaremos de eso más tarde —dijo Ken aferrando nervioso su D-terminal. Solo Iori se percató de ese gesto. —Nuestra prioridad ahora son los digimon.

—Yo haré equipo con Ken —afirmó Iori.

Se separaron, pues Yoley traía consigo otro portátil. Trabajando de esa manera iban a ser más efectivos que con otro tipo de organización. Se centraron en dar indicaciones a sus compañeros y preparar el ordenador para hacerles entrar en el mundo digital. Iori se mantuvo en silencio hasta que quedaron bastante separados de Davis y Yoley.

—¿Cuál es la carga que portas? —pregunto sin andarse por las ramas a Ken. —Tú sabes algo sobre Kari. He visto cómo has reaccionado a la mención de ella de Davis. Te a molestado.

—Llevo años en contacto con ella. Desde dos años después de la batalla contra malomyotismon —Confesó. Iori era demasiado listo como para tragarse una evasión. —¿Recuerdas que el clima se descontrolo por esa época?, Huracanes, maremotos, tormentas impresionantes, un aumento en el índice de accidentes aéreos y marítimos...

—Lo investigamos. No encontramos ninguna relación con el Digimundo.

—Eso es porque no hubo relación con ello. Le pregunté a Kari. Esos sucesos respondían a la ira de los dioses. Alguien había robado el rayo maestro de Zeus.

—¿Cómo? —La expresión de Iori era una mezcla entre desconcierto y escepticismo.

—Sí, yo también me tomé era respuesta como una broma, pero no lo era. También me tomé a cachondeo el que comparase a uno de los directores de su campamento con Tántalo. —Trago saliva, pensar en ello todavía le quitaba el miedo por la noche. —En esa ocasión la comparación era más cierta que el que estemos ahora tu y yo hablando.

—¿Su campamento?

—Kari ha pasado los últimos siete años viviendo en un campamento para semidioses.

—Eso es increíble.

—Yo tampoco lo creía, al principio. Pero vi a una criatura mitológica asesinar a un compañero del equipo de fútbol y le conté a Kari. Nosotros dos... siempre parecimos conectados por las cosas extrañas. Ella me lo contó todo. Lo que era, lo que había pasado y lo que estaba pasando en ese momento.

—No me cuentes más. Que seas tú el que lo cuenta lo hace creíble. A Davis no le hubiese creído pero... no quiero saber más sobre eso. Es una verdadera locura.

—Los otros tres chicos que estaban con Kari son semidioses. Si ellos están implicados el problema tiene muchas más implicaciones de lo que parece.

—¿Y lo de separar al grupo?

—Tengo un mensaje de Matt. Tai atacó a dos de los chicos que estaban con Kari sin provocación alguna. Hizo evolucionar a Agumon y le ordenó atacarles. Todo mientras Kari y el otro chico se enfrentaban a unas criaturas que los digimon no podían vencer. Las derrotaron a base de espadas.

—Necesito pensar sobre esto.

—Por supuesto.

Terminaron con el grupo que habían escogido y regresaron con el resto, a tiempo de verles finalizar la faena. Los cuatro marcharon juntos a tomar algo a una de las cafeterías alejadas de esa zona. Ken evito mencionar las influencias mitológicas. Iori tampoco hizo mención a la situación de Kari más allá que tan sólo tenían la versión de Tai quien en todos estos años se había declarado ferreamente anti-kari, llegando incluso a declararla una amenaza a erradicar. Yolei se comprometió a escribir a Sora y Mimi con quienes tenía mejor relación. Iori mandó un mensaje a Izzi. Los tres: Sora, Mimi e Izzi; no tardaron en confirmar la versión que Matt había dado a Ken. Tai había empezado la pelea con Kari y sus amigos y estos últimos les habían salvado la vida a todos.

(***)

Tras la cena acordaron dormir por turnos, escogieron hacer para las guardias equipos de un semidiós y un elegido. Para si se presentaba un problema u otro estar completamente preparados para cualquier eventualidad. La primera guardia le correspondía a Matt y Percy, quienes estuvieron hablando largo y tendido de cómo eran sus vidas. Matt no solía abrirse fácilmente a cualquiera, pero encontraba en Percy algo especial, algo que le hacía confiarle todo sobre el divorcio de sus padres y lo que había vivido en el digimundo. Percy le confió como fue su entrada al mundo mitológico y las dos profecías que había tenido que enfrentar. Ahora tenía que enfrentar otra, aunque no fuese el líder de esa misión.

—Percy, ¿qué es eso?

Matt señalaba una especie de remolino de polvo donde habían caído las criaturas que habían enfrentado, un remolino que poco a poco iba adoptando la forma de los monstruos que habían sido derrotados anteriormente.

—¡Mierda! —exclamó Percy. —Despierta a los demás, yo me encargo de esto.

Percy comenzó a concentrarse, arrastrando el agua del mar hacia los monstruos en formación lo que estaba haciendo mucho ruido y había dejado desconcertados al resto, hasta que los semidioses se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Un hecho que era muy preocupante. Por fortuna eso previno a todos los que estaban en la playa de lo que estaba sucediendo.

—¿Esto es normal en vuestro mundo? —preguntó Sora.

—No —respondió Kari. —Ocurrió durante la guerra contra Gea cuando capturaron a Thanatos y abrieron las puertas de la muerte. Los monstruos no "morían" y volvían constantemente. Hasta que fueron cerradas las puertas.

—Estoy seguro que no han sido abiertas de nuevo —manifestó Nico.

—No comprendo lo que estáis diciendo —dijo Sora. —Tan solo que esas cosas pueden volver en cualquier momento.

—¿Podéis explicarlo?

—Los monstruos son fuerzas arquetípicas, no pueden morir. Al derrotarlas regresan al tártaro donde se reconstruyen de nuevo. Pueden tardar años en reconstruirse y si hay suerte no te los vuelves a encontrar en la vida. Hay monstruos que han tardado cientos de años —explico Percy. —Eso no pasó cuando se abrieron las puertas de la muerte, y aunque ahora están cerradas, por lo que se ve en este mundo no pueden ser matados de forma convencional. Yo solo he dispersado sus restos para que tarden más en formarse.

—¿Que es todo eso de las puertas de la muerte? —preguntó Matt.

—Nico es nuestro experto en el inframundo —señaló Leo.